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De Ingapirca a la base de Manta: Origen y características de la dependencia (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Estamos embotados con lo ajeno. Todo nos señala
el único camino que debemos tomar: el Derrotero de la
Dependencia. Incluso cuando nos distraemos leyendo, mirando o
escuchando los medios de
comunicación, nos encontramos con abundantes ejemplos
de la alienación. Novelas,
comedias, películas, telerevistas y programas de
variedad, o son extranjeros o son producidos con criterio
extranjero. Todas estas elaboraciones incluyen elementos comunes:
los actores y conductores parecen mayoritariamente "blancos",
pretendiendo en algún caso afrancesar un apellido
montubio; todos aluden al ideal de llevar una vida a la
"occidental", o sea, la única forma de vida civilizada,
según ellos; casi todos tratan sobre las trivialidades de
la vida urbana moderna, olvidando que todos comemos de lo que
producen las manos "sucias" de los campesinos; los que
intervienen en estas producciones tienen la orden de actuar
desenfadadamente, es decir, deben actuar como los gringos
(manotadas, palmadas, carcajadas y chabacanería, por
doquier). En lo único en lo que son originales es que se
esmeran por mostrar que todo lo extraño es superior, al
punto de generar series cómicas como Buscando Visa
para un Sueño
; por ejemplo en ésta, casi todos
los miembros de una familia
ecuatoriana sueñan con el día de la
extrañación.

Toda esta violencia
comunicacional rebota en contra de nosotros mismos, al punto de
justificar a una sociedad que
se discrimina a sí misma. Solo recapacitemos en los contra
valores que se
nos ofrecen diariamente: ancianos fastidiosos, mujeres en la
casa, hombres en la calle, niños
irrespetuosos, familias disfuncionales, sirvientas en pos del
patrón, montubios garañones, indios sumisos y
corrompedores con cero tolerancia a la
corrupción, son unos pocos ejemplos de lo
que vemos. Como bien anotamos en nuestra tesis de
Antropología, todo este material termina
convertido en "droga
antifrustración", porque para poder
neutralizar el dolor causado por la anterior dosis, debemos
aplicarnos una nueva. El mejor ejemplo a esta adicción
está en las telenovelas: allí, la empleada burlada
triunfa económicamente y se burla del burlador. Todas las
"domésticas" consumen esta droga en la que ven
representadas sus más caras ilusiones, menos una: ellas no
son racialmente iguales a la costurera que triunfa en la
pantalla; ellas son indias y negras, la de la
televisión es blanca. Allí radica la
"imposibilidad" de que las verdaderas triunfen como si lo hacen
las de la novela. Ese
sentimiento de impotencia y tristeza, según nuestra tesis
de 1983, debe ser apaciguado con una nueva telenovela o dosis de
"droga" contra la frustración (Naranjo, 1983) ¡Que
pena que los cabezas huecas de la Universidad
Católica de Quito no sepan
leer!

En fin, no cabe duda de que esta clase de
desinformación ha alimentado de buena manera nuestros
sentimientos de inferioridad y desesperanza, al punto de
llevarnos a incrementar el desprecio para con nosotros mismos y
para con todo lo que nos lo recuerda. De esta particular forma de
soportarnos, Carlos De La Torre dice que: "debido a que el
racismo
ecuatoriano es una forma de auto odio en la que los mestizos
reniegan de una parte de su ser, éstos no solo que
dilapidan energía obsesionándose en cómo
diferenciarse y agredir al indio otro, sino que
también incurren en grandes costos
síquicos y emocionales al odiarse a sí mismos y al
no aceptar su plena humanidad" (De La Torre, 2002: 61). A
qué punto pueden llegar esos sentimientos de auto discriminación? A la fuga! De qué
otra manera puede explicarse la emigración masiva de
compatriotas a los países "blancos"? No, no es una
cuestión totalmente económica como pretendemos; es
un problema de dependencia hacia los que consideramos mejores.
Por ello, miles y miles de ecuatorianos han preferido servir a
los italianos y a los españoles, antes que seguir
mirándose en el espejo de su supuesta inferioridad. De
qué otro modo se explica que los más pobres del
país pueden recibir créditos de 5.000 a 10.000 dólares
para su fuga? Una persona sin
oportunidades no podría reunir ni la centésima
parte de esas cifras. Cómo entender que las autoridades
encuentran a cien o más ecuatorianos embarcados en botes
miserables cuyos dueños les han cobrado cinco, ocho, diez
mil dólares por salir del Ecuador?
Muchos de esos viajeros son parientes, amigos y vecinos entre
sí. Porqué no se reúnen las cifras
individuales de estos "desplazados" para iniciar una empresa en el
Ecuador? Estamos convencidos de que cien personas asociadas entre
ellas y con un capital
accionario de entre quinientos mil y un millón de
dólares, pueden hacer mucho más en y por este
país, sin tener que ir a ser explotadas, violadas y
asesinadas en esos países que ellas consideran
"superiores" al nuestro. Sin embargo, esa no es la realidad.
Todos quieren irse, aunque para ello tengan que mentirse
afirmando que son materialmente indigentes.

3.3. Dependencia Económica:

El sistema
económico Neoliberal planteado por Adam Smith y
Milton Friedman y que se introdujo en algunas regiones del mundo
allá por la década de los años 1980,
llegó al Ecuador con el gobierno de
Roldós y Hurtado. "En 1983, Osvaldo Hurtado firma la
primera Carta de
Intención con el Fondo Monetario
Internacional, de acuerdo a los condicionamientos de la
renegociación de la deuda externa
impuestos por
este organismo" (Vázquez & Saltos, 2002: 271).
Después de esto, las devaluaciones, el aumento de las
tasas de
interés, la "sucretización" de las deudas en
dólares, las privatizaciones, la compra de renuncias, el
recorte en los subsidios, el feriado bancario y la dolarización, entre muchas otras medidas en
contra de la gran mayoría de ecuatorianos, fueron el
resultado de mantener al sistema Neoliberal como el modelo
económico "ideal". El Fondo Monetario Internacional, el
Banco Mundial
y los sectores más retardatarios del país, aplauden
la presencia de este sistema económico extranjero y lo
estimulan para que no desmaye, a costa de la pobreza de la
mayoría de ciudadanos.

Lo anterior se explica porque desde que el Ecuador fue
invadido por los españoles, se estableció una
dependencia muy estrecha en nuestras relaciones comerciales con
éstos y con otras colonias españolas (Hamerly,
1987: 124)(Brines, 1988: 215). Lo que exportábamos e
importábamos, de otras regiones, como ahora, estaba
estrechamente vigilado por la metrópoli. Nada que no
estuviera autorizado debía ingresar o egresar hacia o
desde nuestro territorio. Con el pasar de los años y el
cambio de
amos, los mercados
"naturales" del país se fueron definiendo: Latinoamérica, Norteamérica,
Europa y,
posteriormente, Asia. Por
ejemplo, en 1953, Estados Unidos de
Norteamérica ocupaba el primer lugar a exportar (63.8%),
Europa el segundo lugar (15.9%), Latinoamérica el tercer
lugar (11.7%) y Asia el cuarto lugar (5.8%). Casi medio siglo
después, en el año 2001, los EEUU continúan
ocupando el primer lugar (38.6%), la Comunidad
Andina el segundo lugar (18.14%), Europa el tercer puesto
(17.92%) y Asia el cuarto lugar con 9.65% (Benalcázar,
1989: 368)(Vázquez & Saltos, 2002: 242). En las
importaciones
ocurre algo similar: EEUU ocupa el primer lugar, la Comunidad
Andina el segundo lugar, Asia está en tercer lugar y
Europa en cuarto (Vázquez & Saltos, 2002: 243). Hay,
como se puede ver, una determinación del corredor
comercial que tenemos que seguir aunque éste, muchas
veces, no sea tan rentable por la distancia y por el paso y peaje
a través del Canal de Panamá.
Lo último no importa; se debe proveer a Europa, por
ejemplo, de buenos productos a
precios bajos
(v. g., el banano). De lo contrario, ellos y sus socios
norteamericanos pueden bloquearnos.

A partir del final de la Segunda Guerra
Mundial y con el fantasma del socialismo
creciendo en el oriente, los poderes del Norte occidental
liderados por los EEUU, apostaron por la creación de las
transnacionales económicas, políticas
y militares, en busca del englobe mundial. Manipuladas por esos
poderes, estas transnacionales empezaron a operar como
policías internacionales. La ONU, la UNESCO,
la FAO, la OMS, el PNUD, la UNICEF y, al nivel americano, la
OEA, son
buenos ejemplos de estos organismos que vienen a controlar el
proceso de
"desarrollo" de
los estados periféricos desde los estados centrales. Es
algo como lo que ocurre con la Comunidad Europea y los
pequeños estados de la Europa oriental. En lo
económico, el FMI, el BM o el
Acuerdo General de Comercio,
cumplirán la misma función
"globalizadora" de los estados menores. Finalmente, los acuerdos
militares (Pacto de Varsovia, OTAN, TIAR) garantizarán a
las potencias el control de los
pequeños ejércitos locales. Es una forma
inteligente de mantener por más tiempo la
hegemonía de los decadentes poderes del primer mundo. "En
la década de los 1970, el objetivo de
gran parte de la comunidad internacional era controlar el
accionar de las transnacionales, el papel central estaba en los
estados nacionales. En los noventa cambia la orientación:
el Acuerdo Multilateral de Inversiones
–AMI—apunta a la subordinación de la sociedad,
representada por el estado,
ante el poder de las transnacionales. Aunque hay que precisar que
se trata de los estados nacionales periféricos, que son
los que se debilitan, pues los estados centrales se consolidan,
como el asentamiento del nuevo poder de las transnacionales…
Bajo esta orientación, las empresas y los
estados se convierten ahora en personas que gozan de un mismo
status jurídico; y no existe reciprocidad entre las partes
contratantes. Una de las partes tiene solo derechos y la otra solo
obligaciones:
los estados no tienen derecho a demandar a las corporaciones. No
hay ningún mecanismo ni procedimiento
previsto para que un estado o un
particular pueda demandar a un inversionista por incumplimiento
de sus obligaciones" (Vázquez & Saltos, 2002: 41). Es
una especie de "pax" imperial que aspira a perpetuar el poder
norteño fingiendo reciprocidad y generosidad con las
pequeñas provincias del Sur.

Con todo y este panorama, no reparamos en seguir
pidiendo dinero,
inclusive, a otros estados del tercer mundo, cuando
todavía no hemos cancelado lo que debemos. Son miles de
millones de dólares que hay que pagar sin estar claros
todavía en qué fue utilizado el dinero que
nos prestaron y por el cual hay que pagar elevadas sumas. En
1978, "… Ecuador no obstante sus altos ingresos
petroleros, se endeudaba en forma desenfrenada especialmente en
la banca privada
internacional, con las condiciones más duras de plazo y
tasas de interés…" (Benalcázar, 1989: 393).
Millones de dólares salen del Ecuador para el pago de esa
deuda impagable. Cada día aumenta alimentada por dos
vías: los intereses y la continuidad en la práctica
del endeudamiento. A ese chorro de divisas que
abandonan el país, hemos de sumar el dinero que se va por
concepto de la
corrupción, importación de bienes
suntuarios e inversiones en países extranjeros. Qué
sería de la economía nacional si es que estos flujos se
cortarán? De seguro,
podríamos invertir en la llamada deuda social para
beneficio de millones de ecuatorianos que al día de hoy,
tienen muy pocas probabilidades de un futuro digno.

Pero no es así; en una sociedad caracterizada por
la injusticia, la falta de solidaridad y el
egoísmo endémico, las cifras de la distribución son pavorosas. En el
año 2002, el 20% más pobre de la población recibía el 2.5% del
ingreso nacional mientras que el 20% más rico
obtenía casi el 59% del mismo ingreso. En el sector urbano
del Ecuador, la pobreza afectaba
al 38.3%; la indigencia al 8.2%. En las áreas rurales la
pobreza atacaba al 68.4% de las personas mientras que la
indigencia alcanzaba al 29.2%. Trece cantones de la
República alcanzaron niveles de pobreza superiores al
90% (Vázquez & Saltos, 2002: 262-266). Las cifras son
elocuentes: por una parte, un reducido estrato de personas con
posibilidades económicas que viven una vida primer
mundista, derrochando dinero en bienes suntuarios que no son
indispensables para la vida humana. Por otra, un enorme estrato
de pobres sin acceso a buenos servicios, que
vive sin esperanzas de un futuro mejor para ellos y para sus
hijos. Una sociedad caracterizada por la convivencia del
consumismo desenfrenado y la mendicidad extrema, en una misma
cuadra. Los días previos a la conmemoración del
nacimiento de Jesús, son particularmente elocuentes de lo
que llevamos dicho. Vidrieras atiborradas de juguetes y
veredas desbordadas de niños lánguidos que miran a
los primeros sin ninguna esperanza de tenerlos para sí.
Cómo es posible que ese sea el aspecto de una sociedad que
vive sobre petróleo y que ora día y noche por
la salvación? El mirarnos en un espejo ajeno nos hace
despreciarnos a nosotros mismos al punto de sentir como normal
este tipo de situaciones.

La desesperanza sumada a la dependencia, llevó a
muchos ecuatorianos a pensar que había en el extranjero,
unas cosas mejores que otras. Ante el desengaño del
capitalismo y
de sus recetas para rescatarnos de la pobreza, muchas personas
creyeron que el socialismo ideado en Alemania y
operativo en buena parte de la geografía europea,
era la respuesta a sus oraciones. La salvación del ser
humano vendría desde oriente. La Dictadura del
Proletariado parecía la alternativa para gobernarnos mejor
de lo que nos había gobernado el capitalismo. Los
movimientos de raigambre leninista y maoísta se
multiplicaron; hasta hubo enfrentamiento entre estas formas de
depender. Nunca llegamos al socialismo, físicamente
hablando, pero mentalmente dependimos de esa filosofía del pensamiento
europeo como otros dependieron de la democracia,
la
ilustración, el conservadorismo, el fascismo o el
liberalismo.
Al final, nada. Los socialistas –que nunca dejaron de ser
utópicos—envejecieron en sus Cafés y en sus
discursos
revolucionarios, sin haber movido una sola piedra del edificio de
la miseria en la que se debate
diariamente la mayoría del pueblo. Peor aún, nunca
combatieron la dependencia pues, en último término,
ellos eran parte estructural de ésta. La historia se repetía:
los salvadores del pueblo solo pudieron salvarse así
mismos con su discurso.
Obtuvieron becas, se casaron con rusas, se diplomaron en la URSS
y ahora ejercen sus profesiones liberales para quienes pueden
pagarles. Los libertadores ilustrados, los devotos conservadores
y los progresistas liberales, vivieron su propia época de
bonanza personal al
amparo de sus
filosofías populares importadas desde la absolutista
Europa.

3.4. Dependencia Intelectual:

Después del hogar, el centro de
instrucción es un magnífico lugar para la
transmisión de los conocimientos. Los adultos transfieren
a los muchachos, todo su cuerpo de experiencias. Sin embargo, de
origen colonial, nuestros mecanismos de enseñanza son un caldo de cultivo ideal
para desarrollar en los jóvenes una serie de contra
valores que los gobernarán de por vida. Desde la etapa
básica de la formación hasta la época de
especialización, si es que alcanza este nivel, el
estudiante se asoma a una forma rígida, anticuada y
memorística de aprendizaje;
escolástica, por decir lo menos. La flexibilidad, la
actualización y el análisis, son elementos casi desconocidos
en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En el joven se
desarrolla un verdadero temor al estudio y a la
investigación. Se le impresiona desde temprano, con la
idea de que llegar a ese punto del pensamiento le está
totalmente vedado. Aquel que lo intenta, es tildado de
"zanahoria", "fresa" o "cepillo" y, actualmente, por
importación porque nadie conoce su etimología, de
"NERD". Desde los inicios, nos imponen destrezas que nunca
utilizaremos o que aprendemos a usar mal; verbigracia: matemáticas avanzadas, música,
filosofía e historia europeas o ética
inaplicada. No se nos dice mucho de cómo aprovechar
productivamente un espacio, cómo actuar en el campo, en
una ciudad o en un edificio público, cómo ser
eficientes a la hora de ofrecer un producto o un
servicio o de
por qué somos ecuatorianos.

Los mismos nombres de los centros de instrucción
son mayoritariamente extranjeros: Alemán, Americano,
Británico, Colón, Bolívar,
Sucre, Einstein, La Condamine, Anderson, Cervantes,
Steiner, Chelinni, Pestalozi y cuantas razones más.
Qué ideales se enseñan en esos sitios? Sin duda,
ninguno de esos centros exalta lo ecuatoriano; de suyo, han
tomado nombres extraños en declarado rechazo a lo propio.
No nos sorprenda entonces el hecho de tener una juventud
completamente huérfana de valores propios y elevados.
Juventud que al igual que sus predecesoras, por ejemplo, se
dedica a motejar a las ciudades ecuatorianas con extraños
"títulos" tales como: Riobamba Sultana de los
Andes
, Cuenca Atenas del Ecuador, Guaranda Roma
de los Andes
o Vínces Paris Chiquito.
¿Asistiremos al día en que tan sofisticados
soquetes se encuentren con algún europeillo que se digne
regresarlos a mirar y les comente que a Turquía la
conocen, hoy, como la Riobamba de las Mil y Una Noches,
a Atenas como la Cuenca del Egeo, a Roma como la
Guaranda de Europa o a Paris como el Vincés
Langgaroté?
La respuesta a esta cuestión es de
tan difícil solución que solo uno de la talla del
"sabio" Caldas puede aventurarse a contestarla; nosotros,
únicamente, seguimos intentando respondernos porqué
España
–y no el Ecuador- es nuestra Madre
Patria?

En fin, el jueves 18 de mayo de 2006 se eligió a
la "Miss Colegial" quiteña; once muchachas de entre 14 y
18 años –a un promedio de 16 años y 3
meses–, pelearon el título. Seis de las once candidatas
(54.5%) estudiaban en colegios de nombre extranjero: Guadalupano,
Letort, Steiner, Spellman, Almirante Nelson y La Condamine. Las
restantes lo hacían en colegios de nombre ambiguo: Liceo
Internacional, SEK y SEK de los Valles, Colegio de Liga y IESVAL;
ninguna representaba a un establecimiento de nombre ecuatoriano.
El 27.2% ostentaban nombres tales como Shirley, Annie o
Stephanie. Pero lo más interesante de todo esto es que
la
motivación principal del torneo galante era para que
las adolescentes
"conozcan la realidad en la que vive Quito" (Metrohoy,
17-05-2006: 16). Sin duda, una realidad alienada y
extranjerizante, dependiente por decir lo
menos.

Todas las disciplinas de la ciencia
provienen de países fundamentalmente anglosajones. Sus
nombres nacen del griego, sus mejores representantes son de
filiación europeo – judía, los modelos que
defienden se aplican mecánicamente en nuestro territorio y
ningún alumno es formado para cambiar, de ser necesario,
la estructura de
la disciplina que
aprende. Normalmente, los profesores imponen en los
jóvenes la práctica del "fotocopiado". Hemos visto
docentes
dictando a sus alumnos, escritos de otros autores, publicados
hace veinte años y más. Muy pocos son los que
aportan con algo propio y novedoso a sus estudiantes. La
mayoría enseña lo que conoce de tal suerte que
parecería que el
conocimiento en ese punto, llegó a su límite;
que intentar ir más allá sería una
profanación. Que no estamos capacitados mentalmente para
sobrepasar los arcanos de ese conocimiento.
Más bien, nos ocupamos de otras cuestiones, para nosotros
lamentablemente trascendentes. Por ejemplo, quién debe y
quién no debe acceder a esa forma de estudio. Carlos De La
Torre vuelve a ser oportuno cuando comenta sobre los procesos
racistas dentro de las aulas. Citando a testigos indígenas
–y quién no lo es en el Ecuador–, De La Torre nos
muestra el
desprecio que sentimos por nosotros mismos en esta cita en la que
un profesor de
colegio le dice a un joven estudiante indígena: "la
Politécnica es para gente muy inteligente y obviamente
ahí no pueden entrar indios; los indios no tienen mucha
capacidad para pensar" (De La Torre, 2002: 55). Pensemos en el
daño
que nos hacemos a nosotros mismos con este tipo de
mentalidad.

Pero todo debe colaborar para que se nos forme con
ideales que nada de bueno tienen. Piensen en los juegos de
nintendo, en los aparatos y equipos de toda naturaleza que
importamos, en los programas de computación que entregamos a las escuelas.
Muchos de estos son ejemplares de una tecnología alienante,
pasada de moda y costosa,
que nos obliga a subordinarnos a ella. Con el discurso de que los
ecuatorianos carecemos de tecnología, se nos impone este
tipo de instrumentos sin siquiera pensar en la probabilidad
de crear nuestro propio equipo tecnológico, cuando no de
recuperar muchas de nuestras creaciones. Se nos permite
desarrollar una industria de
tecnología simple. Se nos permite fabricar bienes de
tocador, lápices de colores y
pijamas, sin considerar que somos buenos en los campos de la
medicina, de
la agricultura,
del arte, en la
metalmecánica; porqué no ensayar en estas y en
otras áreas del conocimiento? No debemos conformarnos con
quedar relegados a una tecnología pasada de moda y a una
industria de subsistencia; desde los aviones hasta los juguetes,
todo es importado. Nada más triste que mirar a las
pequeñas niñas ecuatorianas llevando a pasear a sus
muñecas de tipo anglosajón y a los muchachos
jugando a ser Superhombres biónicos. A pesar de que algo
propio sobrevive, los juegos y los juguetes de nuestros
pequeños, vienen del extranjero. Las Cogidas, las
Escondidas, las canicas, son entretenimientos venidos de afuera;
desde el florón hasta la guerra de las
galaxias, tienen su inspiración en otros puntos del
orbe.

De Europa, de EEUU y del Japón
vienen muchos de nuestros ideales. La instrucción, la
ciencia, la
tecnología, la industrialización, la pintura, la
música, la danza, el
teatro y la moda,
son cosechadas en los catálogos de esas potencias, sin
importarnos siquiera por nuestra identidad.
Globalización y modernidad,
dirán los sociólogos de la dependencia; nosotros
afirmamos que estas son actitudes
propias de un pueblo al que se le borraron sus valores y se le
impusieron categorías que nada tienen que ver con su
realidad.

La admiración a cuanto es extranjero, lejos
de inducirnos a aceptar lo que puede servirnos, nos lleva a
renunciar a lo nuestro, con un sentimiento de inferioridad, casi
avergonzados, como quien poniéndose en puntas de pie
pretendiera ser más alto que su interlocutor
(Adoum,
1998: 35)

Señor Adoum, desde que renunciamos a ser nosotros
mismos, renunciamos a nuestra identidad y a nuestra dignidad.
Sintiéndonos inferiores y avergonzados de no ser alguien,
nos pusimos de puntillas no para superar, ni siquiera igualar, a
nuestro interlocutor, sino para alcanzar la altura suficiente
para que nos pueda acariciar la cabeza.

3.5. Dependencia Espiritual:

Nuestra misma religiosidad es importada. En muchas
ocasiones, la religión se enfrenta
a la cosmovisión de los ecuatorianos. Nuestras
normas religiosas venidas como es sabido, de diferentes
latitudes, contrastan en no pocas ocasiones, con nuestra
percepción o cosmovisión del mundo. Los
valores
morales que han surgido a través de los siglos en
Europa, Asia, Norteamérica y, hasta el África,
tienen un enorme valor
cultural; sin embargo, su presencia aquí muchas veces
desvirtúa nuestra ética; y ellos mismos se
desvirtúan porque no hallan una forma lógica
de convivencia. Las reglas no están claras y la
confusión lleva a las personas a profesar en la forma y no
en el contenido. Por eso, muchas expresiones culturales de
nuestros ancestros han sido tomadas como "pecado" y
"herejía" por quienes comprendiendo poco o nada nuestra
forma de ser, han pretendido ser guías espirituales de
todo este pueblo. Nosotros nos preguntamos, por ejemplo,
qué percepción
pueden tener un rabino, un sacerdote o un imán cuando se
les habla de prácticas de convivencia prematrimonial como
el sirviñacu, en busca de la empatía dentro de la
futura pareja? Qué ocurre con las estampas y bultos?,
alguien se ha preocupado en buscar su relación con las
antiguas figuras de arcilla? Las procesiones y flagelaciones,
tienen algún valor religioso?, o son herencia de un
atormentado medioevo europeo?

Los occidentales no nos han dado un dios, nos han hecho
ver desde su perspectiva a nuestro Dios. Nuestra forma de
percibir al Señor es una, ancestral y milenaria (amor,
naturaleza, tolerancia); la forma occidental está llena de
simbolismos (pasión, pavor, cruzada) que no entendemos.
Baste ver la conciencia con
que los europeos asisten a sus templos y el fanatismo con el que
asisten nuestros hermanos. ¿Un problema explicable por la
superioridad europea y la inferioridad ecuatoriana? De
ningún modo! La cosmovisión europea va de la mano
de sus instituciones
religiosas, la ecuatoriana tiene una estructura de acuerdo con la
religiosidad anterior a los incas. El
antropólogo Boris Aguirre menciona a este respecto que:
"los factores que influenciaron la creación de esta
`religiosidad popular´ se debieron exclusivamente, por un
lado, a una mala orientación de la predicación
conciente del evangelio, y, al afán expansionista español.
No debemos olvidarnos también de las incidencias
ideológico simbólicas de las religiones
andinas y su resistencia a la
penetración de valores exógenos a su realidad,
concepción de vida, del mundo y su desarrollo
histórico" (Aguirre, 1986: 21-22).

A cambio de esta realidad, concepción de vida
– mundo y desarrollo histórico de la que nos habla
el profesor Aguirre, se nos llenó de fiestas y
celebraciones religiosas en donde lo que predomina son los
excesos en todos los órdenes. Verdaderas orgías de
comida, bebida, danza y adoración a ídolos y
hombres. Priostazgos donde lo poco que se tiene se entrega sin
condiciones, para quedar bien o para ganar la salvación.
Estas celebraciones frenéticas, tienen su origen en otras
partes de América, de África y de Europa. Los
rituales comunitarios ecuatorianos de pedir perdón al
enfermo en su lecho de dolor, por ejemplo, se van perdiendo pues
son considerados "pecados"; la gula y la extravagancia inundan
los calendarios religiosos.

Los bautizos, cumpleaños, matrimonios y
entierros, son tantas formas importadas que tenían su
propia propuesta antes de las conquistas. El nuevo nombre, los
rituales de iniciación, la unión con la pareja y la
partida al más allá, tenían entre nosotros
su propia figura de permanente reintegración al origen, a
la comunidad. El antropólogo Boris Aguirre nos dice al
respecto que: "la población indígena se une en un
solo sentir, como esperando recuperar lo suyo. Los ritos de
transición como el bautizo, la primera comunión y
el matrimonio,
vinculan relaciones sociales de profundo carácter y compromiso social y
religioso…" (Aguirre, 1987: 89). Desde esta perspectiva, esos
ritos de iniciación nada tenían que ver con ir al
cielo, al purgatorio o al infierno; entre nosotros servían
para ir al encuentro con los nuestros y con lo nuestro. No era
cuestión de bautizar a cientos de seres humanos en un solo
día para cumplir con el contrato de la
Encomienda; era la forma digna en la que el ser humano era
recibido, integrado y despedido de esta vida y mundo. Los nuevos
ensayos han
traído perturbación en las almas y dogmatismo en
las mentes de los creyentes, al punto de darse verdaderos
enfrentamientos entre los seguidores de las diferentes religiones y sectas que
operan en el Ecuador. Hoy, los hermanos se separan de los
hermanos, recelando cada cual de las actitudes del otro. En
qué ha beneficiado a la obra de Dios y al crecimiento del
ser humano, este tipo de desconfianza y conflicto? De
ser suspicaces, pensaríamos que existe una nada celestial
intención oculta en esta división y
subdivisión de los creyentes. "Divide e impera",
decía Julio César; habrá algo de esto en la
multiplicación? No olvidemos que el nuestro es un campo
virgen, un espacio sin defensas, donde las potencias y sus
religiones y sectas, han experimentado a sus anchas.

En mucho, estos malentendidos han desembocado en un
total materialismo y
abandono de las buenas prácticas espirituales.
Líderes espirituales arrogantes dirigiendo a un pueblo
fanático y frenético, han hecho que muchas personas
de entender se pierdan para la salvación,
desengañadas por tanta hipocresía y dogma. No pocos
se han fastidiado de tal manera que da la impresión de que
muchas de sus enfermedades
sicosomáticas como el stress, la
tensión o la depresión,
provienen precisamente del desencanto que reina en sus corazones
por las malas prácticas introducidas en nuestra
relación con el Señor. Y todo esto estaba
profetizado: En TESALONICENSES 2: 8–12, la Palabra habla de
la religiosidad que habrá antes del retorno de
Jesucristo:

Y entonces se manifestará aquel inicuo, a
quien el Señor matará con el espíritu de su
boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo
cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y
señales
y prodigios mentirosos; y con todo engaño de iniquidad
para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la
verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder
engañoso, para que crean la mentira, a fin de
que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad sino
que se complacieron en la injusticia

Por salir bien librados, no nos digan ahora que nuestros
antepasados carecían de Dios y de religión y que
tuvieron que darnos lo que hoy tenemos. Está claro que es
un tiempo de falsos profetas que se llenan la boca con el nombre
del Señor para su beneficio propio. De qué otro
modo podemos entender la miseria material en que vive nuestro
pueblo de Dios? El Señor nunca querría esto para
sus hijos si es que estos no vivieran crédulos de un
"poder engañoso" que cada día nos abisma
más.

Abundantes pruebas hay de
que había la aceptación de Dios entre nuestros
antepasados. Los mitos, las
leyendas y el
imaginario, guardan no pocas evidencias de
un mundo espiritual rico. Sin embargo, no queremos volver al
asunto prehistórico; solo diremos que, inclusive, en el
calendario original existían momentos determinados para la
relación con lo que se consideraban divinidades. Al margen
de que esas fuerzas lo sean, es importante decir que el mundo
espiritual de nuestros mayores estaba regulado y que las personas
hallaban comunión con su forma de sentir al Señor a
través del disfrute de esas temporadas especiales, en
comunión con los suyos.

IV.
DISCUSION

De la revisión de las fuentes, se
desprende que somos dependientes en todos los niveles de nuestra
existencia colectiva. En lo político, en lo social, en lo
económico, en lo intelectual y en lo espiritual, mostramos
profundas huellas de una forma de ser que no es originariamente
nuestra sino impuesta en el último medio milenio.
Deslumbrados por modelos extraños e incomprensibles, en
nada compatibles con nuestra realidad, pensamos que parecernos a
quienes nos dominan es ascender en la escala de la
humanidad. Que si bien, nunca llegaremos a igualarlos en belleza,
inteligencia y
orden, al menos tendremos el honor de ser una pobre
imitación de aquellos. "La belleza es, pues, por
definición, blanca, según el modelo introducido
aquí, y para siempre, por Europa", nos dirá Jorge
Enrique Adoum (1998: 30) a este respecto, al hacernos mirar al
espejo.

A tal punto es esto cierto que inclusive las personas que
sufren trastornos mentales, tienen "alucinaciones dependientes".
En nuestro subcontinente moreno, hasta los marcianos son
rubios; en una región llena de indios y negros, las
entidades exobiológicas tienen parada anglosajona. En un
artículo periodístico escrito por la señora
Doris Olmos Pacheco para la Revista
Dominical FAMILIA de El Comercio de Quito (28-05-2006), se
describe la "amistad" que
desarrolló un venezolano de apellido Torres, con un
extraterrestre. El caribeño del cuento,
describe a su interlocutor como un ser de pensamientos y alcances
profundos, aunque desdeñador del pollo en su plato
(¿será por la gripe Aviar?);
parecía de 27 años pero, en realidad, era un
fósil de 17 siglos de edad. Aunque ya es bastante tarde,
se preocupaba por la
contaminación del planeta y la muerte de
las aves y los
peces.
Finalmente, prefirió ser considerado un ángel
enviado de dios. Pero todo lo dicho en ese artículo, se
quedaba corto ante la descripción del aspecto físico que
Carlos Torres hiciera de Daniel –su amigo
marciano–, procedente del planeta Shiel ho: "era rubio, andaba
en tenis, blue jeans y camisa, como cualquier muchacho. Era
blanco, de ojos claros, muy bonito" (Olmos, 2006: 16).
Cuántos muchachos cualquiera de Venezuela son
rubios, blancos, de ojos claros y muy bonitos?

Desde la perspectiva del dependiente y lunático
venezolano Torres, la foto del alien Daniel, podría
adornar muy bien el anuncio que hace el Banco de Esperma
Cryos International Spermbank Ltd de Arhus, Dinamarca, cuando se
trata de promocionar sus semillitas: "vikingos rubios, de ojos
azules, con una robusta constitución física, éxito
académico y buen carácter" (Borchert, 2006:
20),… ¡para sementales de una nueva humanidad!; es
evidente que el filósofo Hitler sigue en
la onda.

De dónde vienen sentimientos tan terribles como el que
acabamos de citar? Es que acaso hay una determinación que
nos impide alcanzar nuestros propios ideales? Si esta
determinación existe, es acaso de origen heredado o
aprendido, biológico o cultural? Las preguntas se
desbordan ante esta innegable realidad.

Hasta aquí creemos haber demostrado plenamente que el
origen y desarrollo de nuestra dependencia en nada tiene que ver
con factores biológicos. No somos indómitos o
ingobernables por naturaleza. No somos renuentes a los gobiernos
que tenemos porque somos permanentes niños que
reñimos con todo lo que nos recuerda responsabilidades o
autoridad. Es
cierto que estamos inconformes porque, en el fondo, sabemos que
hay algo que está mal, que no encaja con nuestras
aspiraciones. Todos los días, el pueblo hace enormes
sacrificios por salir adelante y todos los días se le
informa que está lejos el día de la
recuperación. Vivimos con muy pocas esperanzas de mirar a
un país victorioso. Sin embargo, el origen de este
problema social no es químico, es forjado. Se nos ha
obligado a vivir de una manera que no es nuestra y se nos ha
borrado la historia anterior a las colonizaciones, para que no
podamos hallar el camino de retorno. Autor tras autor,
generación tras generación, nos obligan a pensar
que no tenemos otra salida que la dependencia; que si no nos
comportamos como europeos, nuestra suerte está echada. Que
no existe nada más allá de los ideales que se nos
ha impuesto y que
quien piense lo contrario es un rebelde, un apostata, un demente.
En verdad, es muy triste ver lo que se puede hacer con una
sociedad a través de una colonización violenta.

Porque lo que venimos afirmando no es obra de una
conformación genética;
es el resultado de un experimento social en el que a todo un
pueblo se le ha impedido pensar en si mismo.

Sin embargo, el descubrir que todo esto es producto del
aprendizaje tiene un consuelo: es probable que algún
día, todas estas mentiras puedan ser desenmascaradas y que
la sociedad ecuatoriana retome el camino que perdió, o que
le hicieron perder, hace cinco siglos. Es probable que así
como la mentira pudo confundirnos durante quinientos años,
la verdad nos devuelva la libertad. Al
tratarse de un mal aprendido, es probable que podamos
revertirlo.

Estamos concientes de que destruir un modelo impuesto
por tantos años, no es tarea fácil pero
también estamos concientes de que al ser un molde impuesto
por enseñanza, puede ser rectificado. Que si nuestra
dependencia es cultural, si podremos hallar el mecanismo que nos
haga salir de ese sendero.

En todo caso y por todo lo antes mencionado, nuestra
suposición queda confirmada. Esta se convierte en
afirmación sustentada científicamente y dice que:
la dependencia en el Ecuador no es producto de una
malformación genética del pueblo, sino el resultado
de un extenuante proceso de colonización que nos ha
obligado a pensar que no podemos aspirar al desarrollo, –a la
perfección social como decía aquél
que hasta ahora no sabemos qué libertó…

Veamos ahora si es que todo lo que nos rodea es
dependiente o si existen algunas supervivencias de la
época anterior a la dependencia, de las que podemos echar
mano para empezar, poco a poco, a reconstruir nuestra Identidad
verdadera. En el siguiente capítulo, se reflexiona sobre
esta probabilidad.

V. ANTIGUAS
SUPERVIVENCIAS ECUATORIALES

Este es un capítulo delicado por sus
implicaciones. Hasta ahora, ha sido relativamente fácil
demostrar el origen y las características de la
dependencia. Intentar la búsqueda de los elementos
arquetípicos de la cultura
ecuatoriana es bastante más complejo. Cierto es que la
suposición de la que partimos, se ha probado
suficientemente; la teoría,
entonces, está confirmada. Sin embargo, un tema tan
delicado como el nuestro no puede quedar allí. No queremos
dar la impresión de que criticamos por el gusto de
hacerlo. Queremos ofrecer alternativas expresadas en
recomendaciones y, para lograrlo, tenemos que mostrar,
obligatoriamente, que es probable reconstruir nuestra verdadera y
ancestral Identidad social y biológica, ocultada por
tantos años.

Decíamos más arriba que esta
parte es bastante más difícil de construir. Dos
circunstancias conspiran contra la interpretación: primera, que las probables
supervivencias culturales autóctonas yacen bajo grueso
estrato de modelos importados que los oculta, dificultando su
búsqueda y hallazgo; segunda, que los pocos autores que
han intentado esta delimitación con anterioridad a
nosotros, normalmente hurgan en la forma cultural sin llegar a la
parte medular o estructural de este hecho, cayendo la
mayoría de ellos, en la desesperanza.

Como consecuencia de lo anterior, tenemos
trabajos que nos hablan de una identidad cultural mal formada
cuando no de una identidad cultural inexistente. No sabemos decir
cuál de estas dos posturas es peor por los daños
que causan en las personas que queremos identificarnos como
ecuatorianos? Lo que si sabemos decir es que ambas posturas
contribuyen muy poco al desarrollo de este tema, colocando
cortapisas a la búsqueda.

Acerca de nuestra Identidad se dice
comúnmente que "…el Ecuador es un país, no una
nación"
(Quintero, 2000: 17). Un país, encima más,
desarticulado o desmembrado; "… esquizofrénico, partido,
escindido mental y emocionalmente" (Donoso, 2000: 11). De hoy,
casi fetal, neonato, "… acaba de comenzar su historia…" nos
advierte Leopoldo Benítes Vinuesa (2002: 262).

Algo más optimistas, algunos se
refugian en la belleza y diversidad de lo regional, humana y
geográficamente hablando: "la única argamasa
posible para unir lo que nos queda es la conciencia de un
país esplendoroso por su multiplicidad geográfica y
humana,…", señala Jorge Enrique Adoum (1998:
19).

Son reflexiones bien intencionadas pero
poco profundas. Hablando de la cultura ecuatoriana, allá
por la década de 1940, Fernando Cháves
definía a estos autores con las siguientes palabras:
"muchas gentes,… preocupados del aspecto formal de su deber
histórico, lo han escudriñado en todos los sentidos, y
han ido también, en ocasiones, a cumplir su tarea
práctica; pero no han formulado con precisión el
cuadro de sus intenciones, y acaso por ello, sus empeños
no tuvieron continuidad y fueron fácil presas de las
pezuñas de los destructores" (Cháves, 1990:
18).

Pero no todo ha sido análisis
superficial; inteligencias brillantes han empezado a despejar la
bruma. La Identidad existe y se la encuentra en la manera de ser
de un pueblo. Creativo y difusor de su creatividad,
ha sido el pueblo del Ecuador; con modos de expresarse comunes a
través del tiempo. Quizá es Don Manuel
Benjamín Carrión Mora quien más se acerca a
este punto cuando en su Cuento de la Patria, indica que:
"los días mejores de la patria, han sido aquellos
plácidos en los cuales en los conventos se enseñaba
la filosofía, en las universidades se dictaban las `cosas
divinas y humanas`; en los talleres de arte trabajaban –y
trabajan—los artistas indios, blancos y mestizos como
Caspicara, Pampite, Legarda, el padre Carlos y muchos más
en la escultura. Y en la pintura, Miguel de Santiago, Goribar,
Hernando de la Cruz, Manuel Samaniego, los Salas…
Guayasamín… Los mejores días del Cuento de la
Patria son aquellos, sin fechas precisas, en que los indios de
Loja entregaron a la humanidad la pócima suprema, la
quinina, que quita los dolores y las fiebres. Y en que fray
Jodoco Ricke siembra un puñado de trigo… Y aquellos en
los que, por la cultura y por la libertad, piensan y escriben,
descubren y aleccionan, Olmedo, Rocafuerte, Montalvo, Franco
Dávila, Maldonado, González Suárez, Luis
Martínez." (Carrión, 2002: 190). Por fin comenzamos
a llegar. No son ecuatorianos los machismos, regionalismos o
racismos; por ello, no son originarios de nuestra Cultura, sino
larvas instaladas por los colonialistas en nuestra forma de ser
social. Los elementos de nuestra forma de ser aprendida han de
buscarse en los arquetipos y paradigmas que
mueven al ecuatoriano como colectivo. La cerveza, el
pasillo o el voley, son
elementos formales que pueden gustar mucho a un extranjero y poco
a un ecuatoriano. No es por allí por donde se
desentraña una identidad. Son aquellas ideas primarias,
muy antiguas, que sirven de molde a ideales secundarios,
modernos, las que deben ser halladas e interpretadas.

Durante nuestros días de docencia en
las aulas de la Universidad Cristiana Latinoamericana, impartimos
muchas y muy buenas cátedras. Una fue mencionada ya. Otra
no debe ser pasada por alto. En Aproximación a la
Definición de Cultura y Desarrollo Social
, se trataba
por primera ocasión en el Ecuador, de definir la cultura
nacional. Decíamos a nuestros alumnos de noveno semestre
de la Escuela de
Desarrollo
Social & Gestión
Política
que, como futuros científicos en el área de la
política ecuatoriana, debían estar en la capacidad
de describir física y culturalmente al objeto de nuestros
desvelos: el y lo ecuatoriano. Cuáles son las
características fenotípicas (raciales) y
cuáles las arquetípicas (culturales), que hacen del
ecuatoriano alguien diferente a cualquier otro ciudadano del
mundo? La pregunta era y todavía lo es, estimulante y
pertinente, por decir lo menos. Explicábamos las
características físicas de la mayoría de
ecuatorianos como una respuesta a la necesidad de
adaptación natural. Insistíamos en la
búsqueda de las ideas guías o primigenias que
marcan a la cultura particular de cada colectividad.
Compartíamos con los discípulos, la existencia de
algunos elementos identificados: el simbolismo del color rojo,
sinónimo de protección; el género
femenino de nuestra Cultura; la horizontalidad como concepto
simbólico de la ideología ecuatoriana (Burgos, 1995) o el
carácter de pueblo creador y difusor –navegante,
comerciante—, innato en el ecuatoriano (Naranjo, 1996:
269-270)(Naranjo, 2001: 217-218).

Ciertamente, los factores
fenotípicos en asociación a los elementos
arquetipos, crean y desarrollan actitudes universales en el
ecuatoriano de todos los tiempos y son éstos atributos los
que deben aislarse y estudiarse para empezar a reconstruir la
Identidad
Nacional.

VI. CONCLUSIONES Y
RECOMENDACIONES

6.1. Conclusiones:

Este discurso no es un tratado de historia,
economía, sociología o derecho; es un análisis
filosófico y científico sobre el origen de nuestras
modernas costumbres para que la ciencia política pueda
preparar los mecanismos que nos ayuden a salir de la dependencia
a patrones extraños. Cuando se la lea, téngase
presente esta situación.

Muchos dirán que hemos llegado al extremo y que,
probablemente, plantearemos volver a la gruta y al paganismo.
Otros apostarán por la propuesta que dice que queremos
ocultarnos del mundo, viviendo felices en una ciudad bajo
tierra. Si
así piensan, se equivocan. Estamos seguros de que
somos dependientes porque somos inconscientes de esta
condición. Entonces, lo que proponemos es que tomemos,
conscientemente, lo bueno de otras culturas después de
analizar la necesidad de contar con aquello y de si debe ser
implementado tal cual o si debe ser reinterpretado por nosotros.
Así también, sugerimos potenciar todo lo bueno que
tiene nuestra Cultura para usarlo en beneficio de la comunidad
ecuatoriana y de todas aquellas sociedades que
quieran compartirlo equitativamente con nosotros. Por ejemplo,
para qué traemos la Noche de las Brujas si tenemos el
Día de los Difuntos?

Al lado de los atropellos y de las imposiciones
arbitrarias, hay muchos logros humanos que nos pueden beneficiar;
así también, hay bastantes aportes espirituales,
intelectuales
y materiales de
los ecuatorianos que debemos compartir. Ningún extremo es
bueno. Ni vivir el ensueño de una pureza cultural como
otros vivieron el de la pureza de raza o de sangre, ni
sobrevivir en un pordioserismo cultural en el que todo se nos da
por lastima y nada se nos recibe por asco.

El análisis crítico y sin apasionamientos,
nos dará la clave de la equidad. Ni la
aceptación ni el rechazo ciegos, son buena estrategia. La
mesura al momento de aceptar o excusar tal o cual costumbre
foránea, parece la mejor manera. Una sociedad crítica
a través del estudio y el aprendizaje,
es la mejor garantía de que este proceso se cumpla sin
mayores inconvenientes.

6.2. Recomendaciones:

Después de todo lo visto, afirmar que la salida
del Ecuador está en la construcción de más vías y
puertos, la explotación de más petróleo y
gas o el
aumento de las horas de trabajo por
semana, sería insuficiente. Es cierto que necesitamos
obras para que la sociedad viva días de mejor y mayor
cobertura de servicios. Pero si no abandonamos nuestro
egoísmo mezquino y la xenofilia arraigada, de muy poco le
servirá a nuestra colectividad tener más aulas
donde se nos enseñe a menospreciar más al
país, más hospitales donde morir junto a
médicos traficantes o regímenes de raigambre
popular con gobernantes de la elite.

Si la percepción de nosotros mismos sigue siendo
deplorable, de qué nos sirve un desarrollo material
exquisito? De qué les sirve a muchas sociedades su
aparente desarrollo, si no todos los ciudadanos se benefician de
él?; si ese desarrollo solo sirve para que unas pocas
personas nativas y de otras sociedades vivan bien, no es
desarrollo. De qué le sirve el Malecón 2000 o las
iglesias iluminadas de Quito, a los ecuatorianos de la
Amazonía o del campo chimboracense?

Como en su momento dijo un distinguido Egresado de la
Escuela de Desarrollo Social & Gestión Política
de la Universidad Cristiana Latinoamericana, Doctor David Silva
Cabezas: "la aceptación de nosotros mismos a través
del desarrollo de la espiritualidad ecuatoriana, puede ser la
alternativa…" para burlar la dependencia.

VII.
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Autor:

Jaime Mauricio Naranjo Gómez
Jurado

Director del Instituto de Investigación, Ciencia & Innovación Tecnológica

Universidad Cristiana
Latinoamericana

Quito, 2006

Partes: 1, 2, 3
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