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Mujer y equidad de género (página 2)




Enviado por Nathii



Partes: 1, 2, 3

La sexualidad: la
sexualidad de la mujer suele
ser valorada de forma negativa.

La cultura: las
representaciones del la mujer en loa
medios de
comunicación y en la cultura publica suelen ser
tergiversadas.

Nociones tradicionales de las identidades de
género

Rasgos femeninos

Rasgos masculinos

Sumisa

Dependiente

Incapaz

Emocional

Receptiva

Intuitiva

Débil

Tímida

Conformista

Pasiva

Cooperativa

Sensible

Objeto sexual

Atractiva por su apariencia
física

Dominante

Independiente

Inteligente y competente

Racional

Enérgico

Analítico

Fuerte

Valiente

Ambicioso

Activo

Competitivo

Frío

Sexualmente agresivo

Atractivo por sus metritos

EL PATRIARCADO EN
FUNCIONAMIENTO

Habitualmente, las mujeres. A diferencias de los
hombres, han de enfrentarse a dos tipos de tareas:

El empleo
renumerado. El numero de mujeres entre la población activa se ha incrementado
substancialmente a lo largo de este siglo .En la actualidad, el
60 por ciento de las pareja s casada dependen de dos
rentas

La producción en el hogar: un segundo
indicador del grado de implantación es la medida en en que
las tarea habituales del hogar. En general, la población
de las sociedades
industrializadas divide el trabajo de
una forma más equitativa que la población de las
sociedades pobres. Pero en ninguna nación
del planeta se reparten las tareas de hogar en forma totalmente
equitativa. A pesar de la rápida incorporación de
la mujer al mercado laboral , el
trabajo
doméstico desempeñado por las mujeres solo se han
reducido ligeramente .El trabajo del hogar viene a representar un
segundo turno que las mujeres desempeñan rodos los
días después de regresar a casa, y en el que
invierten hasta 26 horas a la semana . Por esto, el trabajo de
hogar aumenta estrés de
muchas mujeres. Las que reciben alguna aguda en el mantenimiento
de l hogar y las que eligen voluntariamente desempeñar
solo el papel de ama de casa sufren menos esta presión
adicional.

EL PATRIARCA DE FUNCIONAMIENTO

Aunque muchas mujeres trabajan fuera del hogar en todo
el mundo, su contribución económica a menudo
frecuentemente trabajan en el sector informal. En algunos
países a las mujeres se les prohíbe trabajar por
razones religiosas que restringen su libertad. En
aquello a paises donde las mujeres trabajan fuera del hogar,
cobran sueldo s inferiores respecto a los hombres, tienen
trabajos de niño y se encuentran excluidas de los cargos
directivos .Podemos ver entonces que el patriarca también
funciona en el mundo laboral.

En todo el mundo cada año pierden la vida hasta
unas 5000 mujeres y niñas a manos de su propia familiares
en lo llamados "crímenes de honra ". Cuando después
de haber sido violadas, las mujeres son asesinadas por miembros
de su familia para
restaurar su honra.

En todo el mundo, al menos una de cada tres mujeres ha
sido golpeada, obligada a entablar relaciones
sexuales bajo coacción maltratada de alguna otra
manera , muy frecuentemente por alguien conocidos.

Se estima que unos 4 millones de mujeres y niñas
son compradas vendidas al matrimonio, a la
prostitución o a ala esclavitud.

La violación de mujeres y niñas es una
practica habitual en el tiempo de
guerra
.

EL PROCESO DE
SOCIALIZACION DE GÉNERO

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Manifestación por el
empoderamiento de las mujeres paquistaníes. (Foto:
EFE)

La primera pregunta que normalmente se hace sobre un
recién nacido "¿es niño o niña?",
tienen enorme implicaciones porque la respuesta no se refiere
solo el sexo sino a la
dirección general que tomara la vida futura
del bebe. En realidad, la socialización de género
comienza incluso antes del nacimiento. En muchas sociedades las
preferencias por el niño es muy marcada. Existe
muchísima investigación sobre la
socialización, y pueden diferenciar tres grandes
corrientes teóricas.

Las teorías
sobre el aprendizaje
social. Afirma que las diferencias en el comportamiento
de género se aprenden del mismo modo de todo lo más
a través de un sistema que
premia, refuerza, o castiga determinados comportamientos. Desde
el primer día, el bebe niño es premiado cuando se
comporta como un chico y castigado cuando se comporta como un
niña. D e acuerdo con esta teoría
el niño acaban comportándote como un chico por el
siguiente mecanismo: el niño piensa "quiero ser premiado.
Me premian por hacer cos de chico, por lo tanto quiero ser". Es
una teoría muy sencilla y ampliamente adaptada.

Las teorías cognitivas. Señalan que las
diferencias de genero surgen por
un proceso de
categorización por el que los niños y
las niñas se sitúan a si mismos en lados
categorías "masculinas" y "femenina", y ordenan sus
experiencias de acuerdo con esto. Para este conjunto de
teorías, el niño razona de la siguiente forma "soy
un niño, por lo tanto quiero hacer cosas de
niño".Algunas de estas teorías sugieren que esta
identificación de genero sigue unas determinadazas etapas,
mientras que otras apuntan que l formación de identidades
surgen en unos determinados contextos sociales. Kohlberg (1981)es
uno de los principales defensores de estas visión
.

Las teorías psicodinamicas. Fundamentadas en los
análisis de Freud. Estas
teorías sugieren que las deferencias de género
surgen durante la infancia
temprana como consecuencia de la tensión emocional entre
el niño y sus padres. En su formulación
clásica, la estructura
emocional de un niño surge con un conflicto
entre el amor por
su, madre y el temor a su padre que, en caso de resolverse con
éxito,
llevara al niño a identificarse con su padre y por tanto
con el masculino. Los defensores de las teorías
psicodinamicas no siempre se ponen de acuerdo sobre la naturaleza del
conflicto y su desarrollo y
cronológico. No obstante comparten la creencia de que la
identidad de
género es un resultado de un proceso estructural emocional
e inconsciente, y que tiene lugar en una fase temprana de la
infancia.

Cada una de estas corrientes teóricas presenta
múltiples variantes y ha dado lugar a un gran cantidad de
investigaciones y literatura analítica.
Por lo general, las virtudes de una teoría se corresponden
con las debilidades de otra. Y cada teoría pone el
énfasis en distintos aspectos: comportamiento, conocimiento o
emoción.

Igualdad de género

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Según la terminología del FIDA, por
igualdad de género se entiende una situación
en la que mujeres y hombres tienen las mismas posibilidades, u
oportunidades en la vida, de acceder a recursos y
bienes
valiosos desde el punto de vista social, y de controlarlos. El
objetivo no es
tanto que mujeres y hombres sean iguales, sino conseguir que unos
y otros tengan las mismas oportunidades en la vida. Para
conseguirlo, a veces es necesario potenciar la capacidad de los
grupos que
tienen un acceso limitado a los recursos, o bien crear esa
capacidad. Por ejemplo, una de las medidas posibles es facilitar
servicios de
guardería para los niños a fin de que las mujeres
puedan participar en los talleres de capacitación junto con los hombres. Otra
posibilidad es facilitar créditos a las mujeres del medio rural,
dado que su acceso a los recursos productivos es limitado, o bien
establecer programas
educativos para los niños en América
Latina, donde su asistencia a la escuela es escasa
si se compara con la de las niñas.

Equidad de género

Por equidad de género se entiende el trato
imparcial de mujeres y hombres, según sus necesidades
respectivas, ya sea con un trato equitativo o con uno
diferenciado pero que se considera equivalente por lo que se
refiere a los derechos, los beneficios,
las obligaciones y
las posibilidades. En el ámbito del desarrollo, el
objetivo de lograr la equidad de
género, a menudo exige la incorporación de medidas
específicas para compensar las desventajas
históricas y sociales que arrastran las
mujeres.

PATRONES DE
DESIGUALDAD DE GÉNERO

Los roles de género están ahora muchas mas
abiertos en todas las sociedades occidentales, y también
en otras, de lo que estuvieron en una generación. Las
mujeres de hoy disfrutan de mucha mayor igualdad con
los hombres de la que disfrutaron sus madres o abuelas. No
obstantes, todavía persisten desigualdades
afectándonos a todos, mujeres y varones.

Algunas de estas desigualdades son un legado de los
años en que las mujeres no alcanzaban un nivel educativo
tan alto como los hombres. Por ejemplo, en 1993,el 19por 100 de
las mujeres de mas de veinticinco años eran licenciadas
,comparadas con el 25 por 100 de los hombres (U.S. Bureau of the
Census).Esta brecha se ha reducido del grupo mas
joven de adultos licenciados (frente a un 44 por 100 hace diez
años).A pesar de todo, la paridad en el puesto de
trabajo:1999 una mujer con una licenciatura ganaba medida de
30.394dólares anuales, comparado con 41.406 dólares
anuales de medida de un licenciado varón (U.S.Department
of Labor,1994).A continuación vamos a ver mas de cerca el
trato diferente a hombres y mujeres en el lugar de
trabajo.

Desigualdad de género en el lugar de
trabajo

La entrada de las mujeres en la fuerza de
trabajo remunerada se ha llamado" la revolución
social básica de nuestros
tiempo"(Hochschild;P1989)..249).El número de mujeres que
trabajan fuera de casa ha ido creciendo desde el principio del
siglo XX, pero en los últimos años el incremento ha
empezado a escalonarse (véase en la figura 9.1).El mayor
cambio se a
producido entre las mujeres blancas de

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Figura 9.1:

Clase media; un número sustancial de mujeres
negra y de otras minorías ,así como de mujeres de
clase
trabajadora ,siempre ha trabajado fuera de casa (
Woody,1989).

Segregación ocupacional

El United Status Census (oficina del
centrote Estados Unidos)
hace un seguimiento de cuantos hombres y cuantas mujeres
están empleados en más de 500 ocupaciones
diferentes he aquí la instantánea sacada del censo
de 1990 (Reskin and Padavic, 1994):

  • Muchas mujeres trabajan en ocupaciones primariamente
    femeninas

  • Tres de cada cinco trabajan en empleo de oficina,
    venta sobre servicio; dos tercios de los hombres trabajan
    como directores, profesionales, operarios o oficios
    (sorenson.1994).

  • Un tercio de las mujeres trabajan en solo 10 de las
    503 ocupaciones de la muestra.

  • En 1990 las ocupaciones más comunes de las
    mujeres eran casi las mismas en 1940.

  • Solo el 11por100 de las mujeres trabajadoras estaban
    empleadas en ocupaciones eran al menos al 75 por 100
    masculinos.

Lo que encontrábamos es quede una manera general,
las mujeres están segregadas en trabajos femeninos, que
mucha gente habría etiquetado como "trabajo de
mujeres".Una buena medida de cuánta segregación
ocupacional existe la proporciona una cifra estadística conocida como el índice
de segregación .Si los hombres y las mujeres estuvieran
perfectamente integrados transversalmente en las ocupaciones, el
índice sería igual a cero; la completa
segregación de ocupaciones

Daría un índice de 100.En 1990,el
índice era de 55,lo que significa que el 55 por 100 de
todas las trabajadoras tendría que cambiarse a ocupaciones
mayoritariamente masculinas a fin de dejar el índice en 0
e integrar perfectamente todas las ocupaciones
(Jacobsen,1994).

Las últimas décadas han visto un declinar
gradual de la segregación ocupacional. Por ejemplo, el
índice cayó 11 puntos entre 1970 y1991.Las mujeres
han tenido éxito en trasladarse hacia algunos empleos
tradicionalmente masculinos, como directivos bancarios, camareros
de barra de bar ajustados de seguros y
conductores de autobús. En muchos casos estas rupturas se
produjeron debido atractivo para los hombres y los empleadores se
enfrentaban a una falta de trabajadores varones. En algunos
casos, ocupaciones completas se han "filtrados" hacia las
mujeres, como han ocurrido con los cajeros de bancos y los
operadores telefónicos (Jacobsen, 1994; Reskin and
Padavic, 1949. Cuando esto sucede, el índice de
segregación sube una muesca. Algunas mujeres se mueven
dentro y fuera de empleos "masculinos" y "femeninos", pero la
tendencia es a lo segundo; las incursiones en las ocupaciones
masculinas tienden a ser esporádicas y de corta
duración (Rosenfeld and Spenner, 1992).

El principal problema con la segregación
ocupacional es que contribuye a crear una brecha de género
en los salarios, porque
el "trabajo de mujeres" se paga invariablemente más barato
que el "trabajo de hombres" y se suele considerar menos deseable.
Hoy, las mujeres ganan aproximadamente el 70 por 100de lo que
ganan los hombres. Por cada 10.000 dólares que ganó
la mujer media en 1991, el varón medio ganó
14.306.La desigualdad de salario generada
por la segregación ocupacional se cree que supone en
torno al 27 por
100 de la diferencia total entre hombres y mujeres (Sorensen,
1994).

Incluso cuando se comparan los trabajos masculinos de
menor status con los típicamente femeninos,

Los hombres ganan más. Costureros y cocedores,
por ejemplo, que son primariamente femeninos, ganan un salario
medio que apenas supera la mitad de los que ganan los
instaladores de moqueta, que son mayoritariamente varones.
Incluso en le caso de los hombres que trabajan en empleos
tradicionalmente femeninos, suele ser típico que cobren
más que sus colegas femeninas. La educación no
elimina esta desigualdad. La licenciada media gana menos que un
trabajador varón con solo un diploma. Las mujeres de las
minorías se hallan en desventajas doble: como media, las
licenciadas negras con trabajos a tiempo completos no ganan
más que los varones blancos que abandonaron el
bachillerato (Rhode; 1990).

Históricamente, las mujeres negras han sido el
grupo mas segregado en la fuerza del trabajo, ampliamente
confiadas a ocupaciones de status bajo y salarios bajo
como trabajadora domestica, obrera de fabrica y trabajadora del
campo. En la década de 1970, con la aprobación de
la legislación antidiscriminacion, las mujeres
afro-norteamericanas hicieron avances significativos.

En 1985 las mujeres negras ganaban casi el 90 por 100 de
lo que ganaba las blancas. Sus avances más importantes lo
fueron en los empleos en el gobierno y
la
administración publica, en la educación y en los
servicios sociales. No todas se beneficiaron en la misma medida:
en algunos casos las mujeres negras solo<<pasaron>> a
trabajos de ventas y de
oficina mal pagados, mientras que las mujeres blancas
ascendían. Sin embargo, en general, el status
ocupacional y los ingresos de las
mujeres negras mejoraron. Pero esta ganancias quedaron
contrarrestadas por el fuerte declive de las oportunidades de
empleo e ingresos para los varones negros, lo que dejo a muchas
mujeres afro-norteamericanas como la única en aportar un
salarió a la familia. En
1993, el 50 por 100 de los hogares encabezados por mujeres negras
o hispanas tenían ingreso por debajo de la línea de
la pobreza
(Current Population Reports, 1995).

La segregación ocupacional y la discriminación salarial son
fenómenos globales (United Nations, 1991).

En casi todo el mundo el lugar de trabajo se halla
segregado por sexos, aunque los países difieren en
qué ocupaciones se consideran primariamente masculinas o
femeninas. En India, por
ejemplo, las mujeres ocupan la mayoría de los puestos no
cualificados en la construcción mientras que los hombres
predominan en los trabajos de oficina. A pesar de todo, en casi
todos los países las mujeres tiene un abanico de
ocupaciones menos amplio y su trabajo se valora menos (Peterson
and Runyan, 1993).De manera global, el grado de
segregación ocupacional en otros países es similar
al de Estados Unidos, aunque hay unas pocas
anomalías.

Algunos sociedades "progresistas" que enfatizan el
igualitarismo (como los países escandinavos) tienen
realmente mayores niveles de segregación ocupacional que
algunas sociedades más "tradicionales" como Japón,
Italia y Grecia
(Charles, 1992).

¿Cuan diferentes son los hombres y las
mujeres?

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Durante muchos siglos, se ha supuesto que las
diferencias innatas son las que explican los comportamientos de
las mujeres y de los hombres, y que la biología determina
tendencias y rasgos de la
personalidad diferentes para los dos sexos. En la
cultura

estadounidense, la creencia ampliamente extendida de que
los hombres son racionales en forma inherente y que las mujeres
son emocionales en la misma forma, es solo uno de los tantos
ejemplos en este común punto de vista. Aunque pueden
existir algunas diferencias innatas en el comportamiento entre
los sexos, estas difícilmente justifican las distinciones
elaboradas de los roles del genero que se encuentran en muchas
sociedades. Mucho mas significativas son las fuerzas sociales que
funcionan en las personas desde el momento de nacer, que les
ayudan a estimular la adaptación a roles de los
géneros. La evidencia que apoya esta perspectiva proviene
de muchas fuentes: de
la
investigación sociológica ideológica y
de los estudios de las diferentes culturas.

ANALISIS
SOCIOLOGICO DE LOS ROLES DE GENERO

Me levanto a las 6:00 am, pongo el café y
los cereales para el desayuno, y bajo al sotano para colocar la
ropa en la lavadora. Cuando subo, visto a Teddy (1 año y
medio de edad) y lo pongo en su silla. Luego visto a Jim (3
años y medio) y les sirvo el desayuno a el y a mi esposo y
alimento a Teddy.

Después de que mi esposo se va, el día es
como sigue: lavo los platos del desayuno, limpio la cocina,
tiendo las camas, limpio el apartamento, lavo el cuarto de
baño y la cocina. Arreglo las legumbres para el almuerzo y
pongo a cocinar las papas. Visto a los dos niños con ropas
de calle.; hago mis compras de
alimentos y
estoy fuera de casa con los niños hasta las doce. Regreso
a casa y desvisto a los niños, los baño para el
almuerzo, alimento a Teddy y lo pongo a dormir la siesta. Hago el
almuerzo, lavo los platos, ordeno la cocina. Pongo a descansar a
Jim entre la 1:00 y las 2:30, dependiendo del día de la
semana, plancho, aseo completamente una habitación, cocino
y horneo para los fines de semana, etc. a las 3:00 pm les doy a
los niños jugo o leche y los
visto para salir al parque y regresamos a las 4:30 les doy un
baño, les preparo la comida y les ayudo a ir a la cama,
hago la comida para mi esposo y para mi. Después de la
comida lavo los platos y hago el aseo, después de las 8:00
pm. Plancho mas, especialmente en los días que he aseado
en la tarde, luego los remiendos que hay q hacer, alas 9:00 pm me
quedo dormida en la sala después de leer un periódico
o escuchar la radio. (de
Komarovsky, 1953 citado por Hewlett, 1986).

Aunque la anterior descripción de un día en la vida de
esta mujer data de los años 50, muchas mujeres
contemporáneas todavía ejecutan las mismas
tareas.

La única diferencia es que la madre moderna con
los niños en edad preescolar,
también esta dispuesta a ayudar teniendo un trabajo por
fuera de la casa. En el lugar de trabajo sus deberes pueden ser
tan aburridores y desestimulantes como los que ejecuta en su
casa. Quizá sea empleada en un almacén de
descuentos o escriba a maquina en una oficina. Puede ser que
ayude a ser pequeños dispositivos en una línea de
ensamblaje. A pesar de las largas horas que dedica al trabajo, su
salario de ninguna manera es suficiente para sostener a la
familia. El rol de quien gana la mayor parte del sustento diario
recae en su esposo. Por la noche, después de intercalar un
segundo trabajo, en la cocina, aseo, el cuidado de los
niños, se queda dormida viendo televisión en lugar de escuchar la radio.

El grado en el cual el rol de la mujer ha estado
subordinado en la sociedad en
Estados Unidos, ha variado alo durante la historia. En la época
colonial, las mujeres tenían una cantidad considerable de
poder
económico porque eran escasas, pero principalmente porque
tenían la responsabilidad de producir muchas cosas que
necesitaba la familia. No existía quien ganara el sustento
diario perse, puesto que el trabajo ejecutado por los
hombres y mujeres era esencial para la supervivencia.

El advenimiento de la industrialización
gradualmente debilito la sociedad económica q
existía entre esposos y esposas. En una economía basada cada vez en el dinero y e
la mano de obra remunerada, el esposo era comúnmente que
con salario sustentaba a al familia. Largas horas de trabajo por
fuera del hogar separaba ahora a los esposos de su familia.
Puesto que las mujeres eran quienes estaban siempre en casa,
tenían más control sobre los
asuntos domésticos. Durante la era victoriana, la
segregación de los sexos fue casi total. Las mujeres eran
principalmente las que cuidaban de la casa y de los niños
excepto en las familias de clase baja, donde se requería
de los salarios de la esposa.

Si en algo los tiempos modernos se han intensificado, es
en el aspecto de esta polaridad de funciones. Al
requerir los empleos mayor movilidad, los padres estaban algunas
veces alejados de la familia por varios días, mientras que
las mujeres permanecían en casa para cuidar a los
niños y hacer el trabajo domestico. La expansión de
los suburbios sirvió para aislar a las mujeres del mundo
de los trabajos y de sus esposos. Los hombres que vivían
en los suburbios con frecuencia tenían que viajar
diariamente muchas millas para llegar a las principales ciudades
dejando a las esposas solas con los niños durante la mayor
parte del día..La mujer que describe su día al
principio de esta selección
ilustra este modelo.

Los roles esperados de las mujeres Estadounidenses son
hoy mas exigentes porque actualmente mucha mujeres son al mismo
tiempo empleadas asalariadas, y centros de la familia y hogar.
Estos roles dobles se reflejan en la ley: existe una
legislación que elimina las barreras a ala igualdad de las
mujeres codo a codo con leyes que buscan
proteger a las mujeres, como si todavía constituyera el
sexo débil. Así, aunque se abran nuevas
oportunidades de trabajo para alas mujeres, todavía
permanece la aceptación del rol femenino tradicional.
Damos por sentado que el rol femenino tradicional varia a
través de las clases
sociales y de los grupos étnicos, tal como sucede en
los roles tradicionales masculinos. Por ejemplo, los
estadounidenses negros tienen algunas expectativas diferentes a
las de los hispanos u orientales acerca del comportamiento
masculino y femenino así como los blancos de la clase alta
y de la clase baja o media tiene diferentes opiniones al
respecto.

Mas aun todavía existe un núcleo de ideas
tradicionales compartidas sobre los roles adecuados para cada uno
de los sexos. Veamos que comprenden estos roles tradicionales de
los géneros:

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Roles de género, lo privado, lo
público…

Los roles de género indican a aquel conjunto de
comportamientos previstos y asignados a uno u otro sexo desde la
cultura, en una sociedad y momento histórico
específico.

A través del rol de género, se prescribe
como debe comportarse un hombre y una
mujer en la sociedad, en la familia, con respecto a su propio
sexo, al sexo contrario, ante los hijos, incluido en ello
determinadas particularidades psicológicas atribuidas y
aceptadas, así como los límites en
cuanto al modo de desarrollar, comprender y ejercer la
sexualidad, emanando de aquí lo que resulta valioso para
definir la feminidad o la masculinidad. Estos valores hacia
lo masculino y hacia lo femenino se trasmiten generacionalmente a
través de las diversas influencias comunicativas
existentes en la sociedad.

La masculinidad tradicional:

La masculinidad tradicional se encuentran muy asociada a
la fortaleza tanto física como
espiritual, al buen desempeño, la excelencia, la rudeza
corporal y gestual, la violencia, la
agresividad y homofobia, la eficacia,
competencia
así como el ejercicio del poder, la dirección y
definición de reglas, la prepotencia, valentía e
invulnerabilidad. La independencia,
seguridad y
decisión indican fortaleza espiritual, unido a la
racionalidad y autocontrol. El hombre no
debe doblegarse ante el dolor, ni pedir ayuda aunque ello lo
conduzca a la soledad. Por eso se le prescribe, por lo general,
alejarse de la ternura, de los compromisos afectivos muy
profundos, de la expresión de los sentimientos.

En el hombre la sexualidad está muy vinculada a
su carrera por la excelencia, por ello trata de estar siempre
listo sexualmente, "siempre erecto", tener buen desempeño
y rendimiento, variadas relaciones, ser activo en el coito y
responsable del orgasmo femenino. Requiere a su vez, de la
constante admiración femenina como nutrimento de su
autoestima,
esforzándose más por la demostración de su
masculinidad que por su propio crecimiento.

La feminidad tradicional:

La feminidad tradicional se asocia a la
contradicción maternidad – sexualidad. Para la mujer el
sexo como placer, visto como algo masivamente asequible,
constituye una novedad de las últimas décadas.
Mientras, la maternidad continúa vinculada a la
protección, tranquilidad, sacrificio, dolor, al
borramiento de la identidad personal para
integrarse a la identidad de otros. La maternidad se convierte en
la exigencia social que da sentido a la vida de la mujer, el eje
de la subjetividad femenina, de su identidad genérica y
personal. A partir de aquí se le atribuyen
características como la sensibilidad, expresividad,
docilidad, generosidad, dulzura, prudencia, nobleza,
receptividad, acentuándose más en su caso, la
orientación hacia los demás. Es como si su
identidad se encontrara más conectada a la relación
con los otros. Asimismo, se le considera más
influenciable, excitable, susceptible y menos agresiva. Su
comportamiento es menos competitivo, expresando su poder en el
plano afectivo y en la vida doméstica.

Los cambios…

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En las últimas décadas, los fuertes
cambios sociales, económicos, científico –
técnicos han ejercido su impacto en la cultura universal,
con su expresión particular en los contextos socio
históricos específicos. Ello se aprecia
también en las representaciones acerca de los roles de
género afectando, por consiguiente, la naturaleza del
encuentro hombre – mujer.

Lo cierto es que hoy en día estas nociones y
prácticas – en calma durante milenios – comienzan a
desestabilizarse, a traernos no pocas complicaciones como maneras
diferentes de entender lo femenino, lo masculino, lo privado y lo
público. Estamos pues ante un fenómeno
dinámico donde entran en colisión puntos de cambio
y de permanencia, tanto en el plano de la cultura, de la
subjetividad social como de la subjetividad
individual.

El movimiento
feminista ha influido considerablemente en el desarrollo de los
derechos de la
mujer con respecto al acceso al trabajo, a la
educación, al sufragio en
una larga lucha por reivindicarla de su
marginación.

La liberación de las mujeres y su salida al
espacio social ha impactado la vida pública y privada.
Todo ello también ha influido notablemente en su
liberación sexual, en la desmistificación de la
virginidad, en la distinción del sexo placer del sexo
procreación, en el acceso de las mujeres al control y
planificación de la natalidad e incluso en
la diversificación de las alternativas
sexuales.

El derecho al sexo – placer, induce a las mujeres a
desarrollar sectores de su personalidad
tradicionalmente aceptados como masculinos. La sexualidad la
viven ahora desde la libertad de sus relaciones
interpersonales.

La anticoncepción posibilita la planificación
familiar, tendiendo a disminuir la fecundidad. La maternidad
cada vez más es una derivación del amor y la
libertad y menos del fatalismo y la resignación. . Se
acentúa así, la autonomía de las mujeres con
respecto al hombre.

Estos cambios, unidos al impacto tecnológico en
el quehacer doméstico, a la mayor ocupación e
independencia de los hijos fuera del hogar, a la
disminución del número de éstos y las
mayores posibilidades para la incorporación social,
debilitan el liderazgo
afectivo y doméstico de las mujeres.

Justo en la segunda mitad de este siglo, las mujeres
comienzan a acceder a espacios antes vedados para ellas, son cada
vez más las que trabajan fuera del hogar, que se
convierten en proveedoras contribuyentes o absolutas de sus
familias, se independizan económicamente, ocupan
responsabilidades y encuentran legítimos espacios de
realización en la vida laboral.

La creciente participación pública de la
mujer ha traído consigo la ampliación de sus
intereses, conocimientos y cultura así como la
asimilación de pautas y exigencias de la vida
pública. Todo ello ha generado como consecuencia, que lo
doméstico y privado vaya abandonando el centro y el
monopolio de
la vida de la mujer. Cada vez son más las que acceden al
poder en espacios públicos Se trata de mujeres que
trabajan no solo por razones económicas, sino de mujeres
que buscan y encuentran, justamente allí en el espacio
público, una fuente importante, novedosa y atractiva de
realización en la cual comprometen sus proyectos
vitales. A su vez estas mujeres continúan su
desempeño en el ámbito privado con las mismas
autoexigencias que la cultura tradicional les había
planteado hasta entonces.

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Son muchas ya las mujeres que sienten en sí
mismas la necesidad de realización social, incluso, con
tanta o mucha más fuerza que la asunción de la
gestión
de un grupo familiar. Ahora el centro de su autoestima se
desplaza del recato, la pasividad y habilidades domésticas
a su preparación, destreza e iniciativa ante la vida, al
aumento de su auto confianza, seguridad, independencia y juicios
propios.

La delimitación y diferenciación de los
roles de género y sus funciones van tendiendo hoy cada vez
más a su flexibilización produciéndose
cambios en la noción de lo masculino y lo femenino, de la
vida sexual y de pareja, de la familia tradicional y la
procreación como su proyecto esencial
y se promueve un pensamiento y
actuación que relativiza lo que pacientemente había
sido entendido hasta entonces como "lo privado" y "lo
público". Se genera así un impacto transformador en
las normas sociales,
en los códigos del patriarcado. "Algo se ha quebrado
del equilibrio
anterior
, donde regía un orden entre los
géneros por el cual las mujeres `naturalmente` ocupaban un
lugar postergado. Los organizadores de sentido que organizaban lo
masculino y lo femenino trastabillan, las demarcaciones de lo
público y lo privado vuelven borroso o por lo menos
confuso sus límites. En suma, diversas fisuras amenazan
con el quiebre del paradigma que
legitimó durante siglos las desigualdades de
género."
(Fernández, A.M. 1992,
pag.12)

Si nos detuviéramos en como han sido
culturalmente diseñados los roles de género,
comprenderíamos que justamente el saber y el poder han
resultado históricamente dos espacios a los cuales las
mujeres no hemos tenido fácil acceso. Conquistar un saber,
mantenerlo y ejercerlo dota de un poder del cual son justamente
portadoras las mujeres académicas. En estas mujeres
probablemente se sintetizan – al menos potencialmente – las
rupturas y discontinuidades más significativas con
respecto a los roles de géneros patriarcales y en ellas se
expresan importantes emergentes de cambio.

¿Cómo se produce el cambio en estas
mujeres? ¿Cómo se piensan a sí mismas?
¿Posee costos el cambio?
¿Cómo subjetivan los roles de género?
¿Cuáles son las estrategias de
conciliación de lo público y lo privado?
¿Cómo conquistar – mantener un saber y saber vivir?
¿Cuán amenazante puede resultar desde lo subjetivo
una mujer racional, pensante, competitiva para sus
congéneres y para el otro género?

Son lentos los cambios en la subjetividad individual y
social lo cual se evidencia en la reproducción de creencias y sentimientos
arraigados. A su vez, aún persiste una visión y
práctica dicotómica de lo privado y lo
público así como de lo que acontece en cada uno de
estos estancos cerrados.

Responder a estas interrogantes pasa por la
contradicción entre conservación y cambio tanto en
el plano social, cultural como familiar y personal, por el reto
de progresar en sistema. Esto demanda el
desmontaje de estereotipos, la redimensión de conceptos y
la continuidad en la promoción de nuevas políticas
y no solo añadir desempeños.

Ello se inscribe en el ánimo de continuar
promoviendo el crecimiento personal de mujeres y hombres
así como el desarrollo de la cultura y la
sociedad.

Mujeres académicas, entre lo público y
lo privado…..

Monografias.com

Para profundizar en el
conocimiento acerca de esta realidad, realizamos un estudio
con mujeres académicas universitarias las cuales
representan un segmento importante de la población
femenina cubana. Estas son portadoras de los emergentes de cambio
probablemente más significativos de los últimos
años por tratarse – como señalaba anteriormente –
de mujeres para las cuales la vida profesional y el
desempeño en el ámbito público constituyen
un sentido de vida.

La investigación se realizó a
través de estudios de casos. La misma pretendió
profundizar en la caracterización de la
subjetivación de los roles de géneros en estas
mujeres, conocer si el mismo se producía atendiendo a
modelos
tradicionales o no tradicionales y a su vez indagar como este
proceso podía estar impactando la vida privada, la vida
pública y el desempeño social de estas
mujeres.

Los cambios económicos, sociales, al nivel de las
políticas y estrategias de desarrollo resultan
imprescindibles para el avance de relaciones de equidad entre los
géneros, sin embargo, conocemos que todo esto no resulta
suficiente para la consecución rápida de profundas
transformaciones en la subjetividad individual. Los cambios en
este nivel suelen ser lentos y a largo plazo, sobre todo cuando
se trata de sentimientos e ideas profundamente arraigados durante
siglos.

En los resultados de este trabajo pudimos conocer que
para estas mujeres académicas la vida profesional
es altamente significativa y constituye una fuente de gran
satisfacción siendo uno de los objetivos
centrales en sus vidas que se expresan en sólidos
proyectos de superación y enriquecimiento profesional. En
su mayoría poseen grados científicos y cuentan con
una historia brillante tanto en el ámbito académico
como social.

Veamos algunas referencias al respecto: "Mi
profesión me reporta la mayoría de las
satisfacciones que tengo, mi vida sería muy aburrida sin
ella, me siento profesionalmente muy realizada porque he hecho
muchas cosas y porque he obtenido reconocimientos"
"Profesionalmente me siento muy realizada a la par de ser madre,
mi carrera y mi hija están ahí, (…) siento que lo
que hago es muy útil, muy importante y sin eso yo no
podría vivir, si yo solamente fuera madre, sería
una mujer frustrada"

Son mujeres que han desarrollado características
como la valentía, la decisión, seguridad,
intelecto, cultura, capacidad para el liderazgo público,
la independencia y liderazgo económico en el escenario
familiar. Se trata de mujeres de excelencia en cuanto a su
desempeño profesional cuya subjetividad está
caracterizada por intereses cognoscitivos, necesidades de
realización profesional y social, sensibilidad y
preocupación por problemas
sociales, en las cuales la capacidad de reflexión, la
autoestima favorable y la necesidad de independencia se articulan
con sensibilidad y deseo de realización en la vida
privada.

La maternidad continúa apareciendo como
eje de la identidad femenina en estas mujeres desde la
visión de sacrificio, entrega incondicional,
autoanulación lo cual perpetúa la sinonimia "buena
mujer – buena madre". Continúan siendo líderes de
la vida doméstica y figuras centrales de esta dinámica ejerciendo fuertes funciones de
equilibrio familiar. A propósito refieren: "Una madre,
hoy en día debe ser una maga" "Mi mayor temor es perder a
mis hijas" "Mi mayor satisfacción es mi hija (…) Mi
mayor insatisfacción la educación de mi hija" "Mi
mayor satisfacción como mujer son mis
hijos"

Se evidencia que la maternidad es un elemento
constitutivo de la identidad femenina de estas mujeres, aunque el
deseo y la práctica de liderar una familia se articulan
con el desempeño y realización
profesional.

En cuanto a los vínculos amorosos, estas
mujeres reclaman un hombre menos tradicional, capaz de transmitir
dulzura, sensibilidad, delicadeza. La vida amorosa resulta ser un
proyecto importante para ellas y aspiran a relaciones de
intimidad, fusión
y coparticipación en las que esté presente la
independencia y respeto a los
espacios personales. Para estas mujeres se va operando una
combinación de modelos tradicionales y no tradicionales en
cuanto a los vínculos amorosos en un intento por lograr
una mejor interrelación entre lo intrasubjetivo y lo
intersubjetivo en el ámbito de la pareja.

Analizando la historia personal de estas mujeres se
aprecia que en su mayoría han evolucionado desde formas
más tradicionales de vivir el amor, los vínculos de
pareja y familiares a formas menos tradicionales aunque sin
desligarse completamente de lo prescrito desde la cultura para
este espacio. Esto no ha dejado de representar conflictos
para la vida amorosa de las mismas. En este sentido
refieren:

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"Quisiera un hombre que no fuera machista, que no
interfiriera en mi vida profesional, familiar, amistosa (…)"
"Después que me divorcié y tuve dos o tres
relaciones decidí que no, que ya no me sentía bien
porque era mucho machismo (…) lo que menos me gusta de los
hombres es su autosuficiencia. (…) me liberé y
después de eso yo soy la que soy y nadie me domina nunca
más."

El impacto económico que posee la salida de la
mujer al trabajo remunerado y el cambio que supone para la
familia la doble jornada femenina, constituyen uno de los puntos
más traumáticos en las sociedades
contemporáneas, pues se torna conflictiva la exigencia al
hombre de mayor participación en el ámbito
privado.

No son pocas las polémicas que se generan al
interior de la pareja y la relación de ésta con su
entorno cuando es la mujer la que posee mejor posición
social, laboral y aporta más económicamente a la
vida familiar.

La figura masculina deja de ser la proveedora por
excelencia ante la paridad en la contribución
económica e incluso ante el hecho de que en ocasiones sea
la mujer quien aporte más en este sentido, lo cual genera
conflictos en cuanto al modo de ejercer el poder tradicionalmente
a lo interno de la vida en pareja y familiar. Al hacerse la mujer
coprovidente, la autoridad se
comparte y se avanza en un proceso que hace tambalear las
jerarquías para moverse hacia relaciones más
democráticas y de colaboración.

Este hecho contracultural, desde lo tradicional, origina
dificultades comunicativas en la pareja, depresión
y problemas de
autoestima en el caso del hombre, muchas de las cuales no se han
concientizado y que se dirimen en el plano de los dobles
mensajes, las agresiones, devaluaciones y en detrimento de la
vida sexual. Es decir, que el crecimiento profesional de la
mujer, su despliegue social exitoso, especialmente si no posee un
correlato en la figura masculina, en las condiciones
contemporáneas de movilidad de valores, tiene un costo: el
estrés familiar y amoroso.

Los cambios que van produciéndose en la
subjetividad de estas mujeres generan cambios en sus ideales de
masculinidad y de relaciones entre los géneros. Se produce
así la búsqueda de un hombre diferente, con
respecto a la noción patriarcal de masculinidad, que no se
encuentra aún – de modo extendido – en la
realidad.

Esto no deja de ocasionar conflictos a algunas de estas
mujeres para las cuales su vida amorosa es vivenciada desde la
frustración. A propósito dicen algunas de
ellas:

"Fracasé en el matrimonio" "El matrimonio no
me resultó. ""El matrimonio me ha representado grandes
alegrías y enormes frustraciones "

Otras han logrado articular concepciones y estrategias
que concilian la autonomía y la vida amorosa desde otras
dimensiones: "Para mí lo más importante es la
libertad personal (…) no me interesa lo que mi esposo hace en
su tiempo. (…)El celo mayor de él ha sido con mi
trabajo, él quiere competir y ahí no puede porque
pierde (…) él quisiera que todo fuera a través de
contar con él, le molesta la independencia y pienso que he
logrado mantener la relación porque le he dado poco
valor a esas
cosas suyas y ha terminado aceptándome como soy y yo he
cedido en algunas cosas que para mí no son de principio.
(…) Al trabajo le dedico mucho tiempo, a la familia
también pero saco el tiempo para mí, mis
aspiraciones son mantener unida a mi familia y ser una persona
satisfecha conmigo misma."

Sin embargo, en algunas de estas mujeres se
continúa reproduciendo una noción de las relaciones
intergenéricas en las cuales prevalece la
subordinación y la dependencia lo cual resulta un
fenómeno no siempre suficientemente consciente o se
conciencializa desde el conflicto. Así, al referirse al
ideal de hombre o las relaciones de pareja dos mujeres refieren:
"Me gustaría que fuera más inteligente que yo
(…) lo que más me gusta de los hombres es la seguridad
que me brindan" "Al tratar de buscar una relación entre lo
que yo pienso científicamente y mi vida privada me doy
cuenta que mi identidad femenina está atravesada por la
dependencia de mi esposo y eso me molesta pero a la vez no logro
la independencia emocional. Estoy en un conflicto de sentimientos
contradictorios, me molesta sentirme dependiente pero a la vez
esa dependencia me hace feliz."

La asunción de los roles de género en
estas mujeres se encuentra en una movilidad entre elementos
tradicionales y no tradicionales, sin una real
redimensión, proceso que encuentra a su paso muchos
conflictos y contradicciones, que tipifican más bien una
transicionalidad.

La asunción transicional de los roles de
género – si bien representa un emergente de cambio y
progreso – supone también limitaciones en la
realización de estas mujeres tanto con respecto a la
maternidad y la vida amorosa, como a la vida académica,
pues se encuentran ante la sumatoria de desempeños que van
planteando una sobrexigencia en cuanto a la excelencia en los
diversos espacios de sus vidas. Estamos ante mujeres aferradas
aún a elementos del rol tradicional de madre – esposa –
ama de casa
a la cual se añaden proyectos personales y
nuevos roles públicos.

Al asumir roles menos tradicionales incorporan elevadas
aspiraciones en el ámbito social a la vez que mantienen
iguales demandas en cuanto al cumplimiento de los roles
tradicionales. La elevada realización profesional aparece
con el costo de insatisfacción, endeudamiento y culpas con
respecto a la vida privada. Se aprecia así una integración insuficientemente
armónica entre sus diferentes espacios de sentido
psicológico. Observemos algunas referencias: "Me siento
realizada como mujer profesional pero no como mujer integral, el
gran problema de la mujer es que para realizarse profesionalmente
tiene que renunciar a cosas (…) la mujer realizada es la que
puede realizar todo esto sin renunciar a su vida personal, de
pareja, de familia(…)" "Mi profesión ocupa el primer
lugar dentro de mi vida y creo que no es bueno porque uno
subordina muchas cosas, por ejemplo el no haber formado a mi hija
correctamente desde el punto de vista afectivo (…) Yo tengo
responsabilidad en esto y siento culpa." "(…) no he tenido
más hijos por mi profesión, pienso que
tendría que separarme de mi trabajo, mi decisión de
no tener más hijos ha sido influida por mis aspiraciones
en el trabajo, eso me remuerde un poco, me gustaría tener
otro hijo pero ya tengo 36 años."

"La mujer académica está satisfecha con
su profesión pero es la que peor vive, hemos conquistado
el derecho de saber pero malamente hemos conquistado el derecho a
vivir. Nos sentimos satisfechas pero sentimos las carencias que
sacrificamos."

Hoy, cuando se acrecientan las posibilidades sociales
para las mujeres, éstas se encuentran diluidas en un
sinnúmero de roles, muchas veces contradictorios y
tensionantes que no dejan de ocasionar crisis de
sentidos.

En algunas de estas mujeres existen tendencias a asumir
la maternidad y la vida familiar en el intento de articular la
dedicación a los otros a la vez que la preservación
de las necesidades y los espacios personales: "El problema no
es dedicarle mucho tiempo a los hijos sino la calidad en la
atención (…) Yo he logrado combinar
bastante bien las cosas sin trazarme metas espectaculares en mi
profesión y sin intentar ser la mejor madre del
mundo."

"(…) trabajar es importante pero no es toda la
vida, la relación con los hijos es importante pero tampoco
es toda la vida (…) cada cosa tiene su lugar, su espacio, su
importancia."

Así, conjuntamente con los emergentes de cambio,
aún se mantienen otros elementos arraigados tributarios de
una feminidad tradicional. Las mujeres – incluso las
académicas – como tendencia mantienen el sentimiento del
liderazgo doméstico y maternal lo cual hace que junto con
la aspiración de realización profesional conserven
también aspiraciones de realización en la vida
amorosa y familiar desde exigencias tradicionales.

En el proceso complejo de las transformaciones
subjetivas, las mujeres avanzan en lo intelectual y lo social,
pero sin sólidos recursos psicológicos para
satisfacer las exigencias derivadas de
aquí, aferradas aún a estereotipos a pesar de la
intencionalidad de romper tradiciones.

"Las estudiantes, las maestras y las investigadoras
que permanecemos en la Universidad vamos
y venimos entre deberes y deseos entreverados y excluyentes para
las más, que nos rescinden en tiempos y espacios, en
trabajo y dedicación, entre la vida privada y la vida
pública, entre el ser para los otros en la intimidad
doméstica y el ser autónomas con otras
dedicaciones."
(Lagarde, M.1995, p.98).

Las mujeres, con gran avance en lo social, lo
profesional y lo político, con la especificidad contextual
que supone este análisis, no lo han hecho mucho en la vida
íntima. Algunas siguen tan machistas como antes, otras
desde declararse "progre" continúan en lo tradicional,
preconizan una igualdad social a la vez que un sometimiento
privado, como en un doble discurso.
Refiriéndose a los cambios actuales y como los viven las
mujeres refiere la antropóloga V. Gutiérrez de
Pineda: "Mientras luchan por la igualdad hay ocasiones en
las que todavía están recordando y añorando
una figura masculina poderosa, protectora y envolvente, las
liberaciones son muy complejas y muy lentas, aún nos queda
mucho por recorrer, una mujer quiere libertad pero quiere a su
vez un hombre protector, es
contradictorio
…"(Martín, E. 1995, 264 –
265)

Presionadas a adentrarse en un mundo que hasta ahora
habían criticado, temen la excesiva integración al
mismo. Vivencian fuertes temores ante la tenencia o no de hijos,
en la colisión entre la presión de la edad y de la
realización social. Desde lo tradicional, vivencian
culpabilidad
si se atienden mucho a sí misma. Desde el pseudoprogreso,
se diluyen en tantos roles que tienen ahora poco tiempo para
sí mismas, para sentirse satisfechas o percibir su
autocrecimiento, produciéndose más bien un
reemplazo de compromisos y exigencias, que una
articulación y progreso.

Encontramos también, a una mujer que intenta
progresar, pero no pocas veces, desde negarse, desde lo
rivalizador con respecto al hombre, lo cual más que a un
cambio real, conduce a un endeudamiento doble: con la
autorrealización personal y social que pretenden alcanzar
y con lo cultural tradicional de su rol, como si su identidad
actual pasara por el equilibrio constante entre su vida personal
y profesional o social.

Continuamos viviendo en una sociedad de raíces
patriarcales cuya cultura sigue influyendo a través de
sutiles mecanismos de difícil identificación y
desmontaje e instalándose con especial fuerza en la
estructura y funcionamiento psicológico.

Se está produciendo un mayor acercamiento de la
mujer al modelo masculino que del hombre al modelo femenino. Este
alejamiento de la feminidad tradicional no ha dejado de acentuar
la desvalorización de funciones importantes para la
convivencia humana como la familia, el cuidado y atención
de los hijos y de otros familiares, etc.

Al nivel de la subjetividad social, aún sigue
persistiendo una práctica dicotómica y sexista con
respecto a lo que es entendido como lo privado y lo
público, con sus respectivas devaluaciones o
valorizaciones según el caso.

Junto al cambio que se opera en una serie de aristas en
el desempeño de los roles de género, también
se aprecia cierta parálisis en otras, coexistiendo una
contradicción entre lo que surge, permanece y caduca de
indudable impacto en la vida publica y privada.

Subsiste, una sutil – y a veces no sutil – resistencia en
algunos sectores y segmentos sociales a la incursión de la
mujer en el ámbito público. A su vez, se sigue
perpetuando la existencia de profesiones predominantemente
femeninas o masculinas sin que ello sea necesariamente
explícito.

Continúa viéndose con suspicacia social –
en el caso de la mujer – la soltería como opción,
el orgullo por la independencia y los proyectos
propios.

Persiste la visión – desde lo social- del rol
femenino como desventajoso, cuando se le identifica con la
maternidad sacrificada, debilidad, dependencia, inseguridad y
limitación intelectual y al rol masculino como
privilegiado, cuando se le identifica con virilidad, fuerza,
poder, independencia.

Los cambios como los señalados son vistos por el
hombre como amenazantes, como el temor a la pérdida de la
identidad. Las mujeres exigen ahora más receptividad,
respeto y expresividad por parte de los hombres, buscando a la
vez independencia y suficiencia externa. Los hombres, claros de
los requerimientos femeninos, comienzan a vivenciar la ternura
como valor, abriéndose a nuevos espacios hasta entonces
para ellos.

Lo cierto es que, para estos cambios no solo no
están preparados la mayoría de los hombres, sino
tampoco la mayoría de las mujeres, quienes
continúan polemizando entre una identidad con la cual no
están conformes pero que no tienen fuerza de abandonar y
una identidad nueva que les asusta y aún no logran
entronizar definitivamente. La redimensión urge en mujeres
y hombres, en la cultura, en la sociedad y en las
políticas para aliviar las contradicciones que ocasionan
el cambio y la transición.

¿Quiénes podrán arriesgarse al
desafío de la opinión social y del malestar del
propio conflicto interno que entraña romper con la cultura
sexista?

Muchas polémicas pretenden hallar solución
a partir de la apertura a espacios sociales a las mujeres o
domésticos a los hombres, sin profundizar en la real
dimensión de la identidad femenina y masculina.

Si las mujeres cambian desde el referente masculino, sin
crítica
y redimensión de lo tradicionalmente asumido, lo que
logran es una sobrexigencia, culpa, sobrecarga y costo
psicológico, desde no resolver dialécticamente el
conflicto entre lo asignado y asumido.

Desde mantener, las aristas más
psicológicamente profundas y afectivas de éste
fenómeno, sin redimensionar ambas representaciones y
asignaciones de desventajas y ventajas para uno u otro
género, no es posible una movilidad de esencia, un real
progreso en este sentido, alcanzándose más bien un
pseudoprogreso.

No se trata de imitar a los hombres lo cual
reeditaría la polémica desde otro ángulo,
sino legitimarnos y relacionarnos con ellos desde la equidad. Las
mujeres lograran una real transformación en la medida que
logren hacerlo desde sí mismas, desde afirmarse como
mujeres y seres humanos de este tiempo y alcancen una mirada
constantemente crítica de los anhelos de igualdad que les
posibilite a la vez actuar consistentemente con respecto a dichas
ideas. Mujeres y hombres necesitan redimensionar sus roles desde
sí mismos y no desde el otro u otra.

Desde insistir en la dicotomía y la competitividad
entre los géneros, se retorna al punto inicial, a un
cambio parcial, al desencuentro hombre – mujer, a pesar de las
posibilidades económicas y sociales
contemporáneas.

En tránsito por el 2000…

Monografias.com

Se trata entonces, de integrar en cada uno lo diferente,
de buscar lo masculino en lo femenino y viceversa, de integrar al
sujeto en una articulación más totalizadora que
posibilite el encuentro entre personas y no entre guiones
preestablecidos que enfrentan y hacen rivalizar y que
perpetúan la parcialidad, disociación y
polarización.

Al parecer, no quedan grandes dudas de que se
producirá un mayor acercamiento e imbricación entre
lo masculino y lo femenino y con ello nuevos modos de encontrarse
hombres y mujeres en lo privado y lo público.

La noción de supremacía del varón y
de inferioridad de la mujer es injusta e intolerable en un mundo
que intenta promover una conciencia de
mayor dignidad
personal y democracia.
Los cambios que necesitamos seguir promoviendo inducen a
desmontar el sexismo, el poder basándose en el
género, la masculinización de la cultura, la
noción de que lo humano es lo masculino, lo público
y lo femenino, lo invisible y privado.

La tarea de la reivindicación y conquista de
la dignidad femeninas resulta insoslayable en el camino de lograr
la legitimación cada vez mayor de su espacio
en el ámbito público. Sin embargo, se impone,
además, repensar la masculinidad y la feminidad. En ello
resulta imprescindible la distribución de funciones de género
según diferencias personales y no genéricas
así como la alternancia de género en cuanto a lo
privado y lo público.

En el ámbito privado el tema transita por la
construcción de una vida de pareja en la cual se comparta
en lugar de competir, en la que se estimule y apoye en el crecer
personal, en lugar de anularse o diluirse la una en el otro o
viceversa, en que se defiendan los espacios personales y de
pareja, en lugar de la dependencia emocional.

Las liberaciones son lentas, se alcanzan retos pero
están aún pendientes otros como lo es la
autonomía afectiva de hombres y mujeres. Va
produciéndose un proceso en el cual coexisten y luchan
valores muchas veces contrapuestos, lo que representa una
movilidad hacia nuevas maneras de configurar la vida
privada.

Aparece como impostergable la superación de
dicotomías masculino – femenino, privado – público
lo que posibilitaría extraer los sentimientos,
pensamientos y desempeños humanos de estancos
estereotipados o privativos de uno u otro
género.

Partes: 1, 2, 3
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