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Oralidad: El abogado en Juicio (página 2)




Enviado por Mayela RUIZ MURILLO



Partes: 1, 2

En nada existen reglas fijas, pero en general nos
recomiendan utilizar una expresión
afable[11]La monotonía y el
aburrimiento[12]que induce un discurso sin
variaciones de tono, también surge al mantener todo el
tiempo el
mismo gesto, de ahí que además de comunicarnos con
las palabras lo hacemos con los gestos de la cara y por supuesto
con el resto de todo nuestro cuerpo[13]Parte
importante, muy importante de nuestra presencia es el atuendo que
nos ponemos, el que obviamente tiene que estar a tono sin que
parezcamos que nos vestimos para la ocasión, no nos
conviene porque llamaremos la atención por ese detalle y no por lo que
estamos diciendo[14]Hay ciertos cuidados que
debemos tener a la hora de elegir la ropa que nos vamos a poner y
es que los cuadros y las rayas vibran -razón por la cual
marean al espectador-, peor aun si va a ser filmado en
vídeo para la televisión[15]Es
seguro que
nuestro poder de
convicción se verá fortalecido si nuestro aspecto
es agradable, si somos naturales y amables y si además
somos breves en la exposición.

A la hora de efectuar nuestra disertación,
tenemos que observar otros varios cuidados. Debemos mirar
alternativamente las caras de todos los espectadores (si bien el
énfasis se lo daremos a los juzgadores, lo cierto es que
hay que mirar de vez en cuando también a todos, a los
cercanos y a los lejanos -al fiscal, al
imputado, a los testigos, al público en general-). Cuando
sentimos que estamos cayendo en la monotonía, podemos
apoyarnos en las pausas y en los cambios de tono en la voz,
podemos buscar algún papel o utilizar el bolígrafo
sobre las notas algo que nos sirva para buscar el interés y
llamar de nuevo la atención de quien nos escucha. Cuando
hacemos las notas de apoyo, debemos ser cuidadosos en evitar
términos ampulosos, poco usados o solemnes porque corremos
el riesgo de parecer
pedantes. Las mismas ideas pueden ser expresadas deliberadamente
en lenguaje
coloquial esmerado, el mismo que usamos a diario sin que tenga
que avergonzarnos en caso de que haya una grabadora por
ahí o si un altavoz está transmitiendo a otras
personas fuera del recinto. En esto también debemos
procurar no usar los mismos vocablos en forma repetitiva a manera
de estribillos, lo que nos ayudará a su vez a combatir la
monotonía y la pesadez. Igual que se nos puede olvidar una
idea a la hora de hablar de cualquier tontería con los
amigos, nos puede suceder que aun llevando una ficha nos
perdemos.

Para procurar que si esto nos pasa salir pronto del
momento embarazoso, el truco que nos puede sacar de este apuro
consiste en tener muy destacado ojalá con colores cada idea
básica y si nos perdemos en lugar de ponernos nerviosos a
revolver papeles y buscar, pasamos a la idea siguiente como si
nada hubiera ocurrido, lo más probable es que no se
percatarán y quizá más adelante podamos
retomar la idea y redondearla. Existen ocasiones en que es
preceptivo leer una sentencia, una cita bibliográfica y
debemos cuidar el desliz de una palabra mal pronunciada o peor
aun el uso de una inapropiada, porque sería calamitoso y
si tenemos que leer entonces hagámoslo bien, bien
pronunciado, haciendo los énfasis, las puntuaciones,
abriendo la boca y siempre procurando que sea lo menos de lo
mínimo, jamás aburridas páginas enteras,
menos cuando debemos suponer que nuestro público, esos
jueces conocen de esas sentencias mejor que nosotros, lo
único que haremos es recordar la frase clave, el párrafo
central, lo que viene al caso y nada más. En estos casos,
¿por qué no llevar tanto la ficha guía como
el texto que
vamos a tener que leer obligatoriamente impreso en letra grande?,
esto nos podría evitar el que nos perdamos o que
inventemos una palabra que no vemos bien. Claro, las frases
claves o las muy afortunadas deberíamos llevarlas
destacadas con mayúscula, negrita y colores para no
olvidar que tenemos que decirlas, despacio con vehemencia y
énfasis, usando las pausas, el cambio de
ritmo y el tono de la voz… porque leer, lo que se dice leer muy
pocas personas saben hacerlo e irremediablemente hacen caer en la
monotonía y el aburrimiento y lo que queríamos que
es convencer, se nos cae, se derrumba.

Para hacer más atractiva nuestra
exposición podemos hacer uso de diapositivas, los
utilitarios de la
computadora, los vídeos, la pizarra, toda clase de
proyecciones y audios. Con esto nos aseguramos no caer en el
aburrimiento y la monotonía y de paso nos hacen más
fácil el manejo de la exposición,
difícilmente nos perderemos o nos bloquearemos, nos
servirán en todo momento como muletas para continuar.
Claro, debemos asegurarnos que los aparados funcionan, que hay
cables, extensiones eléctricas, enchufes y todo cuanto sea
necesario para ponerlos en marcha y que vayan como deben ir,
obviamente debemos llevan con bastante tiempo de
antelación.

Pero ¿y si a pesar de todas nuestras previsiones
igual la electricidad no
funciona?, debemos llevar preparada nuestra disertación
sin nuestras ayudas e igualmente exponer nuestras ideas sin las
muletas; o sea, debemos prepararnos de las dos maneras. Ahora,
que solamente los utilizaremos cuando resulten interesantes y
reveladores y tienen que añadir algo fundamental a la
disertación, en caso contrario lejos de ayudarnos nos van
a entorpecer nuestra labor por cuanto primero ya a nadie le gusta
ver imágenes
cuando las hay tan maravillosas en la
televisión o en el cine y segundo
porque lo que inicialmente pretendíamos que era destacar
nuestra imagen y la idea
que estamos transmitiendo se nos viene al suelo al hacer
perder el tiempo. Hemos realizado un notable progreso cuando
tenemos la infraestructura preparada: sabemos que debemos
portarnos con naturalidad y ser breves, dominamos las inflexiones
del tono de la voz, gestos, pausas ritmos, sabemos cómo
vestirnos adecuadamente para presentarnos, mover el cuerpo y las
manos, utilizar la sonrisa y el fruncimiento del ceño,
cuando hay que interrumpir el discurso, etcétera. Esta
infraestructura del discurso nos será muy útil con
una sola condición: que elijamos bien lo que tenemos que
decir. Clásicamente todo lo que tenemos que decir
–ya por escrito o en forma oral- tiene tres fases a
desarrollar –como en una obra de teatro-, que son
la presentación, el nudo y el desenlace. En la introducción o presentación
familiarizamos al espectador con los personajes, su ambiente, la
relación mutua; en el segundo acto o nudo exponemos los
problemas, las
tensiones, el conflicto en
interés de los personajes y en el desenlace explicamos el
resultado final en donde obtenemos y exponemos las
conclusiones.

La disertación breve, debe aprovechar este mismo
esquema, no podemos acortar la introducción en detrimento
de la conclusión o a la inversa, todas las partes son
igualmente importantes, de ahí que debemos ser puntuales
en las ideas claves en cada una de las partes del discurso,
recordando que brevedad eso es lo que significa y no hacerlo de
prisa o cercenar partes de la disertación.

Metodología práctica para
preparar abogados litigantes

Dentro de las garantías judiciales mínimas
tenemos, al juicio oral y público, la intervención
del imputado -a ser oído
públicamente-, la participación de su defensor en
el proceso y el
debate y
además la posibilidad de interrogar o hacer interrogar a
los testigos de cargo en su contra, lo mismo que peritos y
demás personas que puedan arrojar claridad sobre los
hechos.

El proceso penal acusatorio es muy dinámico,
caracterizado por la gran cantidad de actividad que deben
desarrollar cada parte en conflicto, para de este modo probar o
desacreditar los extremos de sus afirmaciones. Frente a la
confrontación desplegada por la Fiscalía y la
Defensa, el Juez en su imparcialidad se caracteriza por su
pasividad, limitado únicamente por ser como un
árbitro o director del debate, quien cuida que los
contendientes no se extralimiten en el uso de las reglas del
juego,
especialmente en cuanto a la forma y al contenido de las
preguntas hechas al perito o a los testigos.

Normalmente el control recae en
la admisibilidad o no de la respuesta esperada a partir de la
pregunta realizada por parte de quien interroga, siendo
éste el incidente de objeciones que puede suscitarse en
cualquier momento del interrogatorio. Excepción hecha de
su participación como moderador, árbitro o director
del debate la función
del juzgador se constriñe entonces a ser un observador
pasivo pero muy minucioso de los elementos de prueba que se
están produciendo frente a él –en juicio
pleno, contradicción o debate-, quien será luego el
que decide el litigio. En relación con los testigos o los
peritos, el Juez debe limitar su actividad a verificar los
datos
personales generales para identificarlo plenamente, los aspectos
relativos a credibilidad tienen que quedar sujetos al
interrogatorio y contrainterrogatorio de las partes, ir
más allá sería comprometer su imparcialidad.
Corresponde pues a las partes conducir al testigo porque dejar
que lo haga espontáneamente a manera de relato tiene
serios inconvenientes por cuanto generalmente el testigo
suministra demasiada información y casi toda impertinente y lo
importante queda incompleto. Al tener el juicio una naturaleza
controversial en especial el asunto de la prueba –lo que
implica un combate de posiciones, una confrontación en
contradicciones-, es preferible que la información surgida
del testigo o perito no sea ni desordenada ni impertinente, sino
que surja en forma ordenada, conforme con los hechos y las
circunstancias que rodean los hechos y por eso el que interroga
ha de tener una estrategia para
manejar el interrogatorio y contrainterrogatorio. La idea es que
se haga innecesaria la intervención del otro, que el
testigo lo diga todo de tal manera que el Juez únicamente
intervenga para aclarar puntos sobre la información
suministrada y que esta resulte confusa u oscura. O sea, que el
juzgador no interrogue, pues es tarea de los contendientes
convencerle sobre los hechos a partir de la información
proporcionada por la prueba, a él le corresponde
percibirlas y valorarlas, no hacerlas producir.

En el arte de
interrogar, la pregunta sugestiva[16]está
prohibida hacerla en el interrogatorio directo, pero es permitida
en el contrainterrogatorio. La idea que subyace en la
prohibición de hacer preguntas sugestivas en el
interrogatorio directo, estriba en que aflore una verdad lo
más cercana a la realidad de los hechos pasados y no una
verdad construida a partir de la manipulación del
interrogador. Una vez que la información novedosa
afloró y ya forma parte incorporada del juicio, puede el
contrainterrogador conducir su interrogatorio haciendo preguntas
de este tipo. Esto es así fundamentalmente por dos
razones, primero porque el sujeto interrogado no es colaborador
con el abogado de la parte contraria y segundo porque permite que
la prueba ya incorporada sea sometida a parámetros que
garanticen su confiabilidad, con lo cual se consigue
fortalecimiento de la convicción o que tal se desvanezca.
Pero, la oralidad en juicio no se constriñe al
interrogatorio de los órganos de prueba, sino que las
técnicas de oralidad se relacionan con todo
el debate[17]

Existe una metodología para enseñarnos estas
técnicas. Hay un grupo de
profesionales altamente especializados, que se han adiestrado en
esas técnicas y que han elaborado un curso preparatorio
para abogados que no solemos tener en nuestra tradición
forence la oralidad. A ello se han dedicado El Proyecto
Acceso[18]con su "Curso sobre destrezas en juicio
oral". Ellos adiestran en habilidades y enseñan sus
técnicas mediante la metodología "aprender
haciendo", basada en la teoría
constructivista. Consiste en disertaciones con
demostración, empleando talleres de ensayo bajo el
ojo observador tanto de los facilitadores como de la
cámara de video. Lo hacen
usando para ello problemas de simulación
de juicios orales, en donde los expertos repasan con el
estudiante el video y lo critican haciendo las recomendaciones
pertinentes. De este grupo hemos recogido algunos apuntes, datos,
folletos y demás material de trabajo, y
como observadores que fuimos de la metodología de sus
enseñanzas, nos hemos dado a la tarea de elaborar una
recreación de lo asimilado. Hemos dicho que
como todo discurso ya escrito o verbal –libro, obra de
teatro, película, etcétera- nuestra
disertación ha de tener un principio -o
introducción, alegatos previos, o apertura-, un centro
–o nudo- y un final –o desenlace, alegatos finales, o
conclusión-. En el juicio, igual. Este ha de tener una
apertura –que es la teoría fáctica y
jurídica-, un nudo –constituido por las pruebas– y un
cierre –desenlace o conclusiones-.

Apertura

Es la teoría del caso o sea, son los alegatos
iniciales que las partes han de llevar ante el tribunal. En
efecto, las partes han de llegar ante el juzgador con una
historia legal
verosímil y persuasiva, le deben presentar una
recreación de los hechos pasados que tienen implicaciones
jurídicas, deben contarle como una especie de cuento nuestra
versión de lo que realmente sucedió.
Nuestra teoría debe ser simple pero dar cuenta de la mayor
cantidad de hechos, debe ser también lógica
y fácil de creer. Así pues, la narración
debe contener detalles de lugar, hora, fecha, etcétera e
indicar si el móvil fue la venganza, el ánimo de
lucro, los celos, etcétera –teoría
fáctica con hipótesis descriptivas y explicativas- y
además debe contener el conjunto de implicaciones y
explicaciones jurídicas, los elementos legales del caso
que se desprenden de la teoría fáctica
–teoría jurídica-.

De igual manera, el discurso de apertura debe
corresponder a la forma de toda disertación con una
introducción, un centro y una conclusión. Esta
parte del debate es sumamente importante porque le ayuda al
juzgador de los hechos -mediante el relato- a hacerse una idea
general de la cuestión. Le diremos al juzgador qué
pasó o sea le planteamos el tema, le diremos
también cómo pasó y por qué
pasó o sea le daremos todas las justificaciones y
concluiremos pidiendo el resultado que deseamos o sea le
explicaremos por qué eso significa que nuestro cliente debe
ganar. De ninguna manera podemos perder de vista que en esta
etapa no podemos más que decir hechos –no
conclusiones-, tampoco digamos especulaciones, ni siquiera
hagamos comentarios sobre la credibilidad de los testigos,
tampoco debemos hacer comentarios personales, menos aun ser
argumentativos[19]

Curiosamente igual que hacemos cuando escribimos una
tesis, justo
la introducción la escribimos al final –aunque vaya
al inicio-, de igual modo la teoría del caso se construye
durante toda la
investigación y el discurso lo preparamos al final.
Las pautas para construirla entonces son: escuchar el relato de
nuestro cliente, subsumir este relato en una teoría
jurídica, determinar los hechos clave que son
controvertidos, revisar la prueba de que disponemos para
probarlos, revisar los elementos de las alegaciones de la
contraparte, establecer las fortalezas y debilidades del caso
tanto para la acusación como para la defensa. Las
características que debe reunir son, que nuestra
teoría sea coherente y única y estar de acuerdo con
la experiencia.

Bibliografía

01. "Aunque tenga miedo hágalo igual", JEFFERS
Susan, Editorial Atlántida, Ciudad México,
1.999

02. "¿Quién se ha llevado mi queso?,
SPENCER Jonson, Ediciones Urano, Barcelona, España,
1.999

03. "Aprender a hablar en público hoy",
VALLEJO-NAJERA Juan Antonio, Talleres gráficos Duplex, Barcelona, España,
1.990

04. "Comunicación oral para el liderazgo en
el mundo moderno", McENFEE DE MADERO Eileen, Edición
actualizada McGraw-Hill, México, 2.000

05. "Cómo hablar bien en público e influir
en los hombres de negocios",
CARNEGIE Dale, Editorial sudamericana, Venezuela,
1.986

06. "Cállese y venda!-Técnicas comprobadas
para cerrar la venta-", SHEEMAN
Don, Editorial Norma, Colombia,
1.992

07. "Posicionamiento:
El concepto que ha
revolucionado la
comunicación publicitaria y la mercadotecnia", REIS Al y TROUT Jack, McGraw-Hill,
México, 1.995

08. "Mente sin límites
–La programación neurolinguística-",
CAYROL Alain y DE SAINT PAUL Josiane, Ediciones Robinbook,
Barcelona, España, 1.994

09. "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
–La revolución
ética
en la vida cotidiana y en la empresa-",
COVEY Stephen R., Litografía Rosés, Barcelona,
España, 1.997

10. "Domine la Era de la Información", McCARTHY
Michael, Ediciones Robinbook, Barcelona, España,
1.991

11. "Técnicas de interrogatorio en el juicio
oral", DURAN RAMÍREZ
Juan Antonio, Trabajo presentado en el posgrado de Administración de justicia de la
Universidad
Nacional de Costa Rica,
Heredia, 2.000

12. "La defensa en juicio: La defensa penal y la
oralidad", BERGMAN Paul, segunda edición, Abeledo-perrot,
Buenos Aires,
Argentina, 1.989

13. "Algunos puntos acerca de las preguntas a los
testigos", WATSON Gary, Publicación en revista de la
Facultad de Derecho de Osgoode Hall, Toronto,
Canadá.

14. "Técnica jurídica en materia
penal", SCHONE Wolfgang con la colaboración de Gladis
Nancy ROMERO, Artes gráficas candil, Buenos Aires, Argentina,
1.999

15. "Mi primer juicio oral. ¿Dónde me
siento y qué diré?", GOLDBERG Steven H., Editorial
Heliasta,, Buenos Aires, Argentina, 1.994

16. "Los mandamientos del abogado", COUTURE Eduardo J.,
Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1.979

17. "Defensas Penales", FERRI Enrico, Temis,
Bogotá, Colombia, 1.988

 

 

 

 

 

 

Autor:

Mayela Ruiz Murillo

2.006

[1] El ser humano €“y no somos la
excepción entre los animales- tiene
dos tipos de reacción ante el peligro o el miedo: quedar
paralizados o salir corriendo. Una vez superada la
situación de bloqueo, los principiantes tendemos a
correr y queremos acabar cuanto antes nuestro discurso. No
utilizamos la brevedad que es lo bueno, sino que optamos por la
velocidad
que es muy malo en las disertaciones de los abogados ante el
Tribunal de juicio. Para confrontar el miedo que nos causa el
exponernos ante un público -aunque este sea solamente
nuestro cliente, un juez y el fiscal- tenemos que trabajarlo
esforzadamente en el adiestramiento. Nos vendría bien asistir
a ver juicios de otros colegas y no desaprovechar oportunidades
para levantarse y hablar en públicos diversos.
Podríamos ofrecernos a leer el evangelio en la
parroquia, dar clases de lo que sea, leer poesía a los amigos, etcétera.
("¿qué haríamos si no tuviéramos
miedo?", cuántas cosas hemos dejado de hacer por temor!,
aventuras, negocios, amores se nos han ido por temor!). Tenemos
antes que los demás nos acepten tal y como somos,
aceptarnos a nosotros mismos, con esa voz, ese cuerpo, esos
pelos, esos dientes. Empecemos despacio: grabaremos nuestra voz
con diferentes tipos de lecturas, echarnos un discurso de
cualquier naturaleza frente al espejo, tomarnos video fijo para
vernos por detrás y por delante y saber cómo nos
vemos.

[2] La práctica es la
recomendación que con mayor frecuencia dan los expertos
para reducir el miedo, ya que con la experiencia viene la
confianza, entonces la sugerencia es aprovechar toda
oportunidad que se nos ofrezca para hablar ante un
público sin importar el tópico o el grupo ante el
que vayamos a exponer, así pues bien podemos hablar
sobre la construcción de papalotes ante los
niños
de primaria. La idea es que formemos un hábito, el aprendizaje
de una habilidad, tal como aprendimos a caminar, a manejar la
bicicleta o conducir un automóvil.

[3] ¿Cuántas veces escuchamos
nuestra voz o miramos nuestra imagen grabada y decimos
¡pero que grave tengo la voz!, o ¡parece un pito!,
o ¡salí y me veo gorda!, o ¡qué
flaco!, o ¡mira los hombros caídos!, o
¡qué panza!…?. No es que me veo o que
salí así en la grabación, no. Es que
así soy y así como me veo y salí en la
grabación, así es justamente como me ven los
demás siempre, porque así es como soy. De manera
que con esa imagen los demás nos han visto y aprobado y
hemos tenido el éxito
que hemos tenido. Si hoy siento miedo a la
desaprobación, al fracaso con respecto a nuestra propia
imagen, entonces lo que tenemos que hacer es hacer lo necesario
para cambiarlo: bajar de peso, cambiar de ropa, levantar los
hombros, comprar zapatos, cortarnos el cabello, lo que sea que
nos haga sentir mejor con nuestra propia imagen y recuperar la
confianza en nosotros mismos. Tenemos que evitar que nuestra
atención esté en aspectos externos tal como la
manera que lucimos físicamente, esto nos pondría
nerviosos y como consecuencia no ponemos la atención en
nuestras ideas, no nos comprometemos con las ideas que estamos
expresando y eso nos haría poco convincentes, con el
agravante de que de paso transmitiríamos nuestro
nerviosismo al público, con resultados desastrosos.

[4] El comunicador eficaz tiene la
credibilidad de su público y sabe escuchar para
responderle. Para ello debe poseer habilidades personales y
conocimiento
técnico. Entre sus habilidades después de
canalizar el nerviosismo y saber relajarse a la hora de
enfrentarse con sus oyentes, está comprometido con sus
ideas y cultiva su actitud
receptiva. Dentro del conocimiento técnico, el orador
eficaz maneja la comunicación no verbal €“la
voz, los gestos corporales y faciales-, analiza al
público, prepara el discurso, y busca
información.

[5] En nuestro sistema
adversativo del procedimiento
penal, las partes en conflicto tienen versiones
antagónicas o por lo menos diferente interpretación de los mismos hechos
ocurridos en el pasado. Cada parte pretende en debate persuadir
al juzgador con su verdad, o sea convencerle y despertar
simpatía por su versión de los hechos.

[6] La confianza en nosotros mismos nos viene
del aplomo de saber que sabemos algo igual o mejor que las
personas que nos escuchan y al expresarnos con
convicción eso nos hace convincentes. Tener un grado
académico superior a la licenciatura está muy
bien ("tener queso hace feliz"), pero estaría mejor que
nos instruyéramos constantemente no solamente con la
jurisprudencia, las leyes y
demás sino de temas variados tal como física
cuántica, ciencia
médica y cosmología de ser posible ("si no
cambias, te extingues").

[7] El buen orador -además de ser
natural y amable- debe tener credibilidad. ¿Qué
es lo que percibe el público en el orador que posee
credibilidad? El que escucha a un orador con credibilidad
percibe tres cosas: honestidad,
conocimiento y dinamismo. En general, debe aproximarse al tono
de la conversación normal, como si estuviera charlando,
haciéndolo pues con espontaneidad.

[8] Conviene ser amable permanentemente (en
la oficina, en la
casa, con los vecinos, con nuestros hijos… hasta con nosotros
mismos cuando nos miramos al espejo), porque sería muy
deseable que esta actitud forme parte de nuestra naturaleza,
que surja como reacción espontánea en todo
momento y sobre todo ante nuestros clientes.

[9] De todos modos conviene utilizar el menor
tiempo que nos sea posible. Es defecto de los oradores
principiantes hablar en exceso, erróneamente creen que
si hablan bien o muy bien el auditorio tiene gusto de
escucharle más allá del tiempo normal previsto.
No es así, siempre se nos agradecerá que
terminemos antes, que no seamos latosos ni pesados. Distingamos
brevedad de hablar a la carrera o de hablar a toda velocidad,
porque a la carrera en muy difícil transmitir
eficazmente un mensaje y los abogados ocupamos que el juzgador
entienda lo que queremos decirle. Debemos entonces decir menos
cosas, pero estas tienen que estar bien elegidas, decirlas con
énfasis, con convicción y con rotundidad.

[10] Además de grabar las
disertaciones, el micrófono nos ofrece la posibilidad de
que nos escuchen con mayor claridad y encima de estas dos
ventajas tenemos que de este modo ocupamos esa mano que muchas
veces no sabemos qué hacer con ella. Si en la otra
llevamos la ficha guión, entonces no solo no nos
perdemos en divagaciones sino que también tenemos esa
otra mano ocupada. Hemos visto algunas veces a personas
haciendo una exposición que se introducen las manos en
los bolsillos, cruzan los brazos y al final no saben qué
más hacer y terminan moviéndolas como si
estuviera declamando en un teatro ópera.

[11] Además de comunicarnos con la
palabra, lo vamos a hacer con el cuerpo, a esto se le llama
lenguaje corporal. (Los gestos de expresión faciales se
llaman mímica €“desde la infancia
sabemos lo que son gestos, muecas, miradas-). Aquí reina
como siempre la naturalidad, la expresión que debemos
utilizar tiene que venir a tono con lo que estamos diciendo,
pero sin exagerar. O sea, no poner cara de enfado o pocos
amigos incluso si se tiene que decir cosas poco agradables.

[12] Mientras el público nos escucha
atento está quieto, al cansarse comienza a cambiar de
postura, es la última oportunidad que tenemos antes de
que se desilusione, hay que terminar y hacerlo pronto.

[13] Es función de la motórica
los movimientos de la expresión corporal, las manos, los
brazos, los hombros… todo emite señales, para acentuar nuestra presencia
debemos coordinarlos.

[14] Bueno, sin que "parezcamos" pero, si
bien vestidos para la ocasión. Lo que se quiere decir es
que nos puedan reconocer fácilmente, que correspondamos
a la imagen que los demás tienen de nosotros
normalmente, que no luzcamos como que nos disfrazamos de.

[15] Los hombres lo tienen fácil con
vestir colores grises o azules y una corbata discreta
€“exigido renunciar a los dibujos y
colores chillones que emiten destellos-. Las mujeres cuanto
menos llamativas mejor, la sobriedad se impone y mucho cuidado
con las joyas o la bisutería. Hay que tener cuidado que
esos detalles no llamen la atención del espectador para
que pongan atención en nuestro discurso y no en el
detalle de nuestro atuendo, además que si nos filman
estos adornos no son más que estorbos que refractan la
luz y
encandilan. Es más, si usamos gafas y no nos son
estrictamente necesarios, mejor nos lo quitamos para que nos
vean los ojos y evitar el efecto espejo que los lentes producen
con los focos de iluminación artificial. Que no parezcamos
que nos vestimos para la ocasión sí, pero muy
cuidadosos también. Vamos al baño para no tener
ganas de vaciar la vejiga, arreglarnos el cabello, que los
zapatos estén limpios, los calcetines o las medias sin
arrugas, que la corbata no esté torcida, que no se nos
quede un botón sin abrochar, que la cremallera
esté bien cerrada, que la solapa del saco no tenga pelos
o caspa y cosas por el estilo.

[16] La pregunta sugestiva es la que sugiere
la respuesta deseada, en realidad son afirmaciones con una
frase agregada al principio o final de la oración para
convertirla en pregunta, e igualmente son preguntas sugestivas
aquella que contiene la respuesta en la propia pregunta.

[17] Se habla de técnicas de la
presentación -o apertura o alegatos iniciales-,
técnicas del interrogatorio propiamente dicho y
técnicas para el cierre -alegatos finales o
conclusión-. Es verdad que estas técnicas se
relacionan fundamentalmente con la actividad de las partes,
pero el Juez también debe conocerlas ya que él es
el arbitro, el moderador, el director del proceso y como le
corresponde decidir qué elementos de prueba pueden o no
ingresar al debate, resolviendo los incidentes planteados por
las partes por medio de las objeciones.

[18] Grupo auspiciado por la Fundación
William y Flora HEWLETT con la presentación de
California Western School of Law y la colaboración de
otras entidades tales como la
Organización de Estados Americanos. Ver el documento
de James Michael COOPER €“decano de esta Universidad
y co-fundador de Proyecto Acceso, programa
Panamericano con sede en Temuco, Chile.-

[19] De nuevo aquí hay que reiterar
que el lenguaje
que utilicemos ha de ser coloquial, que recordemos ser lo
más breves que nos sea posible, precisos, concretos. El
cuento que contemos ha de ser directo, puntual, lo más
asertivos que podamos.

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