Pluricausalidad criminógena en los delitos contra la libertad sexual: violación del menor
El problema de investigación
Marco teórico
Estrategia metodológica
De los instrumentos de investigación
Contrastación de hipótesis y explicación
científica
Problemática
Presentación, interpretación y discusión
de resultados
Conclusiones
Recomendaciones
Fuentes bibliográficas
Anexo
Introducción
Uno de los delitos que
generan mayor alarma social en el mundo, es sin duda la
violación de menores, a diario los medios de
comunicación de la prensa nacional,
extranjera e Internet, nos muestras hechos que son exhibidos
como crónica, existiendo innumerables factores que inciden
en que se desconozca íntegramente, la magnitud del
problema del orbe universal, para tal efecto coexisten la
cifra negra: Constituyendo los actos de agresión
sexual no denunciados por parte de los agraviados, no obstante de
saber quien cometió el delito, porque
desde un instante a menudo acuerdan un convenio que les favorezca
a ellos y a sus familiares[1]la cifra blanca: Que califica
a las numerosas y diversas actividades socialmente nocivas que
aparecen "inmunizadas", por el poder
político o la potencia
económica, critica al orden establecido, partiendo del
supuesto de que la justicia es un
instrumento político y de que el sistema judicial,
esta "condenado" a proteger las desigualdades y las
injusticias. Asimismo, encontramos la cifra dorada de
criminales que detentan el poder gubernamental y que lo ejercen
impunemente lesionando a los ciudadanos y a la colectividad en
provecho de su oligarquía o que disponen de una potencia
económica que se desarrolla en detrimento del conjunto de
la sociedad. La
prueba de ello es la enorme cifra negra que hemos
destacado.[2]
En tal sentido, la violación sexual de menores es
globalizada y viene a formar parte de aquella violencia que
se da tanto en el seno familiar como fuera de él. Se trata
de un problema ético, social y jurídico. La
política
preventiva de los Estados para controlar esta forma de
criminalidad adolece de coherencia, por un lado permite la
difusión de valores e
imágenes que despiertan las apetencias
genésicas de la población (a través de los
medios de
comunicación: Prensa hablada, escrita e Internet) y
por otro, pretende resolver el problema apelando solo al
incremento desmedido de las penas en esta materia dentro
de los alcances del Derecho Penal del Enemigo y como
prevención especial negativa.[3]
Sin embargo, no siempre se analiza esta problemática
desde una óptica
científica que permita establecer la pluricausalidad
criminógena de los referidos ilícitos sexuales
que atañen a la capa más sensible de la Aldea
Global: Nuestros niños,
niñas y adolescentes.
Debemos partir que la definición de abuso sexual
incluye conductas sexuales tales como manoseo, actos obscenos o
lascivos a un menor de dieciocho años, coito oral,
sodomía, penetración o introducción de objetos extraños al
ano o genitales, violación, incesto y explotación
sexual, pudiendo ser éste agudo o crónico.
En consecuencia, se considera como abuso a "toda
participación de un niño y/o adolecente en
actividades sexuales que no esta en condiciones de comprender,
que son inapropiadas para su edad y para su desarrollo
psico sexual, con violencia o seducción o que traspasa los
tabúes sociales"[4]
Todo abuso sexual, aunque sea sin violencia física, es una forma
de maltrato psicológico que tiene una alta probabilidad
de producir daños en el desarrollo y la salud del menor agredido,
los que pueden expresarse en edades posteriores y ser de
difícil tratamiento.
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