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Biografía y análisis de las obras de Marcela Serrano (página 2)




Enviado por Berta Lucía Estrada



Partes: 1, 2

–"Esa es la diferencia entre las mujercitas de
la Alcott y las mías. Creo que los mandatos no son muy
distintos: lo que les enseñaron a las hermanas March no es
muy distinto de lo que me enseñaron a mí. La
diferencia está en qué podemos hacer hoy con esos
mandatos. Hoy cabe una enorme cantidad de posibilidades que antes
estaban vedadas: el ser profesionales, el salir a ganarse la
vida… Y eso, la posibilidad de ganarnos el pan, ya nos ha
cambiado literalmente la vida".

Para reforzar su idea que los mandatos impuestos a
la mujer de
comienzos del siglo XXI, son los mismos que a mediados del siglo
XX, Marcela Serrano agrega:

–"Hay una palabra, la obediencia. La
obediencia a la que las mujeres estarían virtualmente
sometidas… Sometimiento a la familia, a
la bondad… Cada uno de esos roles (madre, hija, esposa…)
tiene una carga gigantesca relacionada con la obediencia. Yo
estaba en un colegio de monjas en los años sesenta, y hay
frases enteras de la Alcott que me recuerdan mi formación.
Esa cosa pudorosa y menuda desde la que había que mirar la
vida… Y las virtudes femeninas, que implicaban siempre la
humildad, la falta de ambición… Que los hombres que
fuesen ambiciosos era un valor; en las
mujeres, un defecto. Hasta las virtudes femeninas
prácticas: aprender a cocinar, a tejer, a coser… En
fin, todo estaba encerrado en lo pequeño, en la vida
doméstica… No había un mandato de salir al
mundo".

En 1972 vive su primera experiencia como exiliada en
Francia, pero
era un exilio deseado, no impuesto. Algo
muy diferente del exilio que le tocó vivir para huir del
régimen de terror impuesto por Pinochet, en Italia esta vez.
Allí conoció el desarraigo, el dolor, el
frío y el hambre. Al respecto Marcela Serrano
dice:

"El exilio. Primero, antes del exilio
había vivido en París un año como
estudiante, debe haber sido cuatro años después del
68, cuando estaban todos los gérmenes de la Revolución
de Mayo en el aire, y yo me fui
con dos de mis hermanas, según nosotras a aprender
francés. Congelamos nuestros estudios en Santiago y nos
fuimos a vivir allá. Fue una experiencia fascinante,
realmente apasionante. Aprendimos francés, pero
también aprendimos muchas otras cosas. Después
volví a Chile y vino el golpe. Ahí me tocó
el exilio italiano; nos tocaba, uno no decidía cuando era
militante de un partido, y tuve un exilio en Roma. Roma en
sí fue un privilegio. El calor de los
italianos, la recepción que nos hicieron, la solidaridad de
ellos fue una cosa maravillosa, pero tuvimos que vivir en
condiciones que yo ni siquiera intuía. Yo había
tenido una vida bastante "regalada" antes de eso, en casa de mis
padres, entonces fue muy duro. Al final me
volví".

Y es que la obra de Marcela Serrano no puede entenderse
si se deja a un lado el aspecto político. Las alusiones a
la dictadura, a
la represión, a la tortura, a los desaparecidos, a los
campos de concentración, al terror y al exilio obligado
que vivieron miles de chilenos está inmerso a todo lo
largo de su obra. El ambiente de
persecución con el que toda una generación
vivió y creció, se hizo adulta y pensante no escapa
a su visión aguda del conflicto
político chileno.

Para terminar podría decir que Marcela Serrano,
Isabel Allende
y Laura Restrepo, son las tres novelistas latinoamericanas con
una obra sólida y permanente en el tiempo. Son
tres referentes a la hora de estudiar la literatura actual
latinoamericana; y cuando hago esta afirmación por
supuesto que no hago distinción entre hombre o
mujer.

Nosotras que nos
queremos tanto

Esta obra fue publicada en 1993 y en 1994 ganó el
Premio sor Juana Inés de la Cruz, uno de los galardones
más importantes de la literatura iberoamericana. Fue su
primera obra, al menos la primera que escribió de una
forma consciente, pensada para ser publicada y no archivada u
olvidada en una da las tantas gavetas del pasado. En ella se
relata la vida de cuatro mujeres, amigas entre sí y que la
vida, por diferentes razones ha separado.

Este libro fue el
primero que leí de Marcela Serrano, y hasta la fecha sigue
siendo el que más me ha gustado. Pienso que en los
demás se repite, sobre todo en "Hasta siempre mujercitas".
Esta obra, como todos sus demás libros, tiene
un marcado acento feminista, en él indaga sobre la
reivindicación de la mujer y sobre los estereotipos que le
han impuesto; al mismo tiempo que muestra a un tipo
de mujeres que han dejado atrás la tradición de las
abuelas y que han hecho de sus vidas un sendero donde el hombre,
fuera de cumplir con su papel de reproductor, poco o nada tiene
que ver en el mundo femenino y en realización de un
grupo selecto
de mujeres. Es el caso de su personaje Sara. Marcela Serrano la
integra a la historia con el siguiente
párrafo:

"Sara nació, creció y vivió
siempre entre puras mujeres.

Su padre abandonó a su madre el mes anterior
a su nacimiento, en la ciudad de Valdivia. No se le volvió
a ver. Siete años después se supo de su muerte y como
ya había pasado a la categoría de personaje
inexistente, esto no cambió el destino de
nadie".

O el personaje de Isabel:

"Creo que mi obsesión por mi vida profesional
y mi dedicación a ella es casi sospechosa. Hernán
me ha dicho incluso que es poco femenina. Pero… es que me
dan escalofríos las vidas de aquellas mujeres sin cuento propio,
las que aceptaron que el amor fuese
la única referencia
". …

En su libro el hombre generalmente sale mal parado y las
críticas acervas que se le hacen son verdaderamente
corrosivas:

"No entiendo porque hay tantas mujeres solas y casi
no hay hombres solos. María le responde:

  • Todos se volvieron a casar, Laura, peor con
    mujeres más jóvenes. El mercado de ellos es
    fluctuante, el nuestro estático. Y si te encuentras
    con uno que se casó con alguien de su misma edad o que
    está solo, desconfía. Algún problema
    debe tener".

La crítica
a la religión católica marca el libro
desde el principio, la autora ha reconocido abiertamente que hace
mucho tiempo se separó de dicho legado y no tiene tapujos
para reconocer que es atea:

"para su abuela esta niña no tenía
nombre, porque no la bautizaron.

  • ¿Cómo va a vivir esta
    niñita, sin fe de bautismo?

  • Tiene certificado de nacimiento, mamá,
    Con eso le basta".

Marcela Serrano, como la mayoría de las mujeres
que nacimos en los años 50, y que crecimos con woddstock,
con la Revolución
de Mayo del 68 y con la gran revolución sexual derivada de
la píldora, grita su derecho al placer y al orgasmo, grita
su derecho al placer sexual libre de todo tapujo social y
religioso; algo impensable para las abuelas que habían
nacido 50 años antes:

"No quiero una sociedad donde
no exista una sola mujer que no haya tenido un
orgasmo".

Dice uno de sus personajes femeninos; pero para llegar a
esa sabia conclusión primero había tenido que pasar
por la
educación tradicional de cualquier mujer
católica: el culto a la virginidad.

-"Debes tener en cuenta que la educación
católica tradicional tiene un solo pecado
fundamental: el SEXO,
así, con mayúscula. La virginidad era nuestro valor
más preciado. Casi todos los jóvenes con quienes
pololeábamos entonces hacían el amor. Pero no
con nosotras. Había otras mujeres para eso. Putas,
empleadas, peluqueras, mujeres mayores. Había un acuerdo
tácito: los hombres, sí; nosotras, no. La
clásica doble moral de esta
sociedad de mierda. Y el cero cuestionamiento nuestro de ella.
Nuestra forma de vivir la sexualidad era
fragmentadísima. …Mi curso del colegio se
dividía en dos: las que conocían los besos con
lengua y las
que no".

Este buceo por la sexualidad femenina, negada durante
más de mil años, para ser finalmente aceptada y
asumida en todo lo que tiene de grande y de hermoso, lleva a
Marcela Serrano a hablar también de la masturbación
y del aborto, sin
ningún tapujo, asumiendo una realidad que siempre se ha
querido ocultar.

-"Yo pensaba en esos países desarrollados
donde abortar no es un delito, donde
el Estado
puede evitar esa miles muertes de mujeres del mundo popular por
hemorragia y también evitar estos feroces negocios de
los doctores ricos que hacen el doble juego de
la moral.
Soñé entonces con una Salud
Pública capaz de recoger un problema tan
dramático, tan cotidiano, tan desgarrador para cada
protagonista y tan peligroso a la vez.

Y más adelante:

"¡Un país que no tiene una ley de divorcio ni
una de aborto no tiene derecho a hablar de desarrollo!

Al final el libro cierra con una frase, que a mi modo de
ver salva todo el libro,:

"-Al final, Ana –me dice con voz muy queda-
nuestra tarea, la de nosotras las mujeres, es dar a luz y cerrar los
ojos de los muertos. Exactamente los pasos claves de la
humanidad. Como si la historia realmente dependiese de nuestras
manos".

Para terminar quiero decir que Marcela Serrano no es una
de mis autoras preferidas, pienso, incluso, que algunas de sus
obras no han debido ser publicadas. Creo que Marcela Serrano ha
sido más bien el resultado de un markerting bien hecho
más que el resultado de una buena literatura. Eso no
quiere decir que libros como "Nosotras que nos queremos
tanto
", no sea un libro que no merezca la pena de ser
leído. Por el contrario, si bien reconozco que no es algo
extraordinario, también es verdad que disfruté su
lectura; como
también es verdad que el último de los libros que
leí de ella "Hasta siempre mujercitas", me
pareció bastante regular; eso sin hablar de "Un mundo
raro".
Por el contrario "Para que no me olvides" me
dejó una buena impresión; pero, insisto, no la
considero una gran autora.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Berta Lucía Estrada
E.

19.09.09

Datos biográficos:

Berta Lucía Estrada E. realizó estudios de
literatura en la Pontificia Universidad
Javeriana (Bogotá-Colombia), una
Maestría y un DEA en el Institut des Hautes Etudes de
l'Amérique Latine, Sorbonne III (París- Francia) y
una Especialización en Docencia
Universitaria en la U de Caldas (Manizales- Colombia). Se ha
desempeñado como docente universitaria en las áreas
de francés, de literatura y de historia del
arte. Durante 10 años trabajó como funcionaria
en la Unidad de Cultura
adscrita a la Alcaldía de Manizales, dictando
capacitaciones a las bibliotecarias y docentes de
primaria en la animación de lectura infantil y juvenil.
Publicaciones: Un regalo para la abuelita (literatura
infantil), Las cuatro estaciones (poesía), un manual de
literatura infantil y juvenil titulado …de ninfas, hadas,
gnomos y otros seres fantásticos, Léeme una
poesía con la luz apagada (poesía infantil),
Féminas o el dulce aroma de las feromonas, seguido de
Voces del
silencio y ¡Cuidado! Escritoras a la vista… Ha publicado
algunos artículos en revistas. Es colaboradora asidua de
Papel Salmón, del diario La Patria de Manizales.
Actualmente colabora con monografias.com y
con Letras Uruguay.

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