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Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la educación y la cultura (página 2)



Partes: 1, 2

En la época colonial la educación y la
cultura fueron
fiel reflejo de la sociedad en
que se enmarcaba, permaneció aristocrática,
dirigida a los españoles, criollos y mestizos con
posesiones. "… la sociedad blanca (en las colonias)
trataba de edificarse sobre los mismos valores y
pautas que la española europea: importancia de los
títulos, honores y jerarquías, desprecio por
el trabajo
manual…" [6]Se creaba una
sociedad segregacionista erigida sobre pilares de ignorancia. En
ese orden de cosas, el Libertador valoró a la ignorancia
como una de las peores calamidades de una sociedad. La ignorancia
sume a los hombres en la cultura de la dependencia, el
desarraigo, la degradación y la maldad. "La
instrucción es una felicidad de la vida
–apuntó Bolívar en
carta dirigida
a su hermana María Antonia, desde Lima el 25 de abril de
1825- y el ignorante está próximo a revolverse en
el lodo de las tinieblas y la servidumbre."
[7]

De acuerdo a tal situación es comprensible que el
Libertador consideró la instrucción como algo muy
necesario en la formación del hombre. De
aquí que en su concepto del
papel reformador de costumbres de los pueblos que deben jugar los
gobiernos, considere un punto esencial la educación
pública. En su ya citado Discurso de
Angostura, expresó: "La educación popular debe ser
el cuidado primogénito del alma paternal
del Congreso. Moral y luces
son los dos polos de una República, moral y luces son
nuestras primeras necesidades." [8]

Para Bolívar la educación popular era una
necesidad elemental para el desarrollo de
toda la nación
y especialmente en nuestras tierras americanas. Se necesitan;
luces, conocimientos, ciencia,
sabiduría y entendimiento; y moral, virtud y decoro
que expresen en el hombre una
conducta
civilizada en oposición a los prejuicios y la corrupción establecida por siglos. El
Libertador estableció una relación directa entre el
nivel de desarrollo de la educación y la grandeza
nacional.

"La nación
será sabia, virtuosa, guerrera, si los principios de la
educación son sabios, virtuosos y militares; ella
será imbécil, supersticiosa, afeminada y
fanática si se cría en la escuela de los
errores. Por esto es que las sociedades han
puesto siempre a la educación entre las bases de sus
instituciones
políticas. Véase La
República de Platón.
¿Mas para qué hemos de examinar teorías? Véase Atenas, la madre de
las ciencias y de
las artes; a Roma la
señora del mundo; a la virtuosa e invencible Esparta, a la
República de los Estados Unidos,
el trono de la libertad y el
asilo de las virtudes. ¿De donde sacaron lo que han sido y
que son? En efecto, las naciones marchan hacia el término
de su grandeza con el mismo paso con el que camina la
educación. Ellos vuelan si ella vuela; retrogradan, si
retrograda; se precipitan y se hunden en la oscuridad, si se
corrompe o absolutamente se abandona". [9]

Esta convicción sustenta la base de la obra realizada
por el Libertador a favor de la educación, pues esto,
significa avance, desarrollo y civilismo en tierras donde el
despotismo y las vejaciones al derecho del hombre natural
habían sido práctica común desde el mismo
inicio de la conquista del
continente, por ello estableció varios decretos,
apéndices y disposiciones legales encaminadas a legitimar
los derechos de la
población indígena
[10]a estimular el derecho y el desarrollo de la
educación pública. [11]

A nuestro juicio, uno de los decretos más importantes
en materia
educacional, de los emitidos por el Libertador, fue el
establecido el 11 de diciembre de 1825 en Chuquisaca, donde
determinó la necesidad de establecer con carácter urgente la educación
popular, su uniformidad y generalidad, bajo el control estatal
cuidando la formación y la moralidad de
los ciudadanos.

Esta concepción confía un gran peso de
responsabilidades morigerantes a la educación en una
región plagada de grandes diferencias sociales,
oscurantismo y subdesarrollo;
ello también evidencia su filiación iluminista.

Como parte de su concepción sobre la educación y
la cultura, el Libertador reconoció con carácter de
prioridad la necesidad de introducir y divulgar en América
la ciencia y
la técnica como medios
efectivos de impulsar la paz y el progreso. En carta fechada en
Lima, el 20 de febrero de 1826, le escribe al Rector de la
Universidad de
Caracas: "… después de aliviar a los que aún
sufren por la guerra, nada
puede interesarme más que la propagación de las
ciencias." [12]

Quizás quienes primero optaron por llamarle Libertador
a Bolívar, lo hicieron en alusión directa de
reconocimiento a sus abundantes y victoriosas campañas
militares, pero tal denominación alude -también de
forma directa- a su obra por difundir ciencias, la nueva ética,
liberar conciencias oprimidas y formar virtudes para los
americanos.

Como hombre de Estado
decretó reformas y cambios esenciales en las bases
sociales, estatutos, organización de los estudios y tipo de los
mismos en las Universidades[13]La Junta
Gubernativa de la Universidad de Caracas, no olvidó los
beneficios fundadores que debía a Bolívar y el 9 de
Julio de 1841, su Rector proponía un homenaje a la memoria

"… del héroe bienhechor y magnánimo que usando
del poder que le
estaba confiado en una época de calamidad y angustia para
la República, consagró su atención al engrandecimiento y prosperidad
de este campo literario (…) dio a esta ilustre Universidad todo
el esplendor y grandeza de que hoy disfruta, sumido este cuerpo
entonces en la anonadación y la miseria, empeñados
sus menguados fondos; a él se debe la regeneración
de sus estatutos, la extensión de sus
estudios…"[14]

Dicho homenaje reúne el sentir de profunda gratitud y
admiración que guardó aquel claustro universitario
por Bolívar, que propició la oportuna y necesaria
transformación de la alta casa de estudios
caraqueña. Sus actos convocan a la acción
y a la continuidad de la obra realizada en favor de tales
empeños libertadores.

Cintio Vitier ha apuntado que Bolívar y su ejemplo es
"el más poderoso estímulo que recibió la
educación revolucionaria de José Martí"[15]. Bolívar
echó a caballo todo un continente en lucha ejemplar contra
el colonialismo, el despotismo y la cultura de la dependencia.
Hacer nacer y andar nuestras naciones fue acaso el empeño
mayor del padre americano. Bolívar legó el mejor
ejemplo de espíritu independentista y voluntad de integración
latinoamericana, como una solución política y
alternativa de desarrollo para Latinoamérica. La imagen que de
él brindó Martí
subraya, su obra sembradora de pueblos y naciones, la
alusión directa a sus numerosas y ejemplares
campañas militares. Completa la imagen
mágico-realista el calificativo de "hombre solar", que
sintetiza su papel de centro de un movimiento y
espíritu continental que contribuyó a fomentar. De
ahí que Martí, dejara sentado que su misión era
escribir la estrofa que le faltaba "al poema de
1810"[16].

La época histórica de José Martí
se identifica por el enfrentamiento al sistema colonial
de dominio y al
mismo tiempo
inaugura la oposición a la penetración imperialista
que como acometida arrasadora signa el tránsito a otro
período y sistema de relaciones entre las naciones del
norte y del sur.

Martí recibió las influencias en su niñez
de la Cuba colonial
y presenció –vivencialmente- el rostro más
retorcido del colonialismo en América: el esclavismo
–urbano y rural-. Tempranamente sufrió
prisión y destierro. Culminó estudios de Bachiller
y de nivel universitario en España.
Tuvo acceso a la herencia
humanista y cristiana, y a lo mejor de la cultura occidental de
su tiempo. Con las impresiones del mundo americano
México,
Guatemala y
Venezuela
configuró el concepto de nuestra América, aspecto
angular en sus concepciones. Posteriormente en su estancia de
casi quince años en los Estados Unidos, alcanza su mayor
grado de madurez y profundidad de pensamiento
como creador, revolucionario, líder,
estratega y hombre de acción.

Como Bolívar, también Martí fue un hombre
cosmopolita, con amplia visión del mundo, de la vida del
hombre y de sus culturas. Recibió una formación e
influencia iluminista – humanista. Fue un fiel continuador
de la herencia de pensamiento humanista establecida en el
continente y en Cuba en particular.

En el Discurso pronunciado en el Club de Comercio, en
Caracas, el 21 de marzo de 1881, dijo: "Hay que abrir ancho cause
a la vida continental (…) hay que devolver al concierto
humano interrumpido la voz americana que se heló en hora
triste en la garganta de Netzahualcoyotl y Chilan; hay que
deshelar, con el calor del
amor,
montañas de hombres, hay que detener, con súbito
erguimiento, colosales codicias; hay que extirpar, con mano
inquebrantable, corruptas raíces, hay que armar los
pacíficos ejércitos a que paseen una misma bandera
desde el Bravo undoso, en cuya margen jinetea el apache
indómito … " [17]

El humanismo
martiano tiene un carácter práctico
[18]Martí, concibió un proyecto
político – social enmarcado históricamente en
oposición al colonialismo y a la penetración
imperialista, se comprometió de forma inconmovible con los
pobres de la tierra y
confió en su mejoramiento. En 1891, declaró en el
magistral ensayo
"Nuestra América": "Con los oprimidos había que
hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los
intereses y hábitos de mando de los opresores"
[19]Tomó partido con los oprimidos y su
concepción sobre la educación y la cultura surge
como alternativa en contra del hábito cerrado de mando de
las estructuras de
poder. Martí comprometió su suerte con todos
aquellos – indios, campesinos, negros, mestizos – a
quienes muchos hombres de pensamiento y de gobierno en el
continente les habían manifestado su desprecio.

Es importante apuntar que el factor decisivo en la
conformación de su pensamiento y concepciones le viene
directamente del análisis crítico de la cultura y de
la realidad de su tiempo, y muy especialmente de la entrega de
los héroes y los mártires, es decir, los hombres
vocados a la transformación del mundo por propia voluntad
y sacrificio. Es remarcable su visión sobre Carlos Manuel
de Céspedes, el hombre que desencadenó el inicio de
las gestas por la independencia
de Cuba el 10 de octubre de 1868: "Y no fue más grande
cuando proclamó a su patria libre, sino cuando
reunió a sus siervos, y los llamó a sus brazos como
hermanos" [20]

El pensamiento martiano sustenta la necesidad de la batalla
urgente, el compromiso inquebrantable por el mejoramiento de las
condiciones de vida del hombre. Comprendió cabalmente la
naturaleza
americana, el carácter volcánico, ígneo y
telúrico del comportamiento
de sus hombres y su historia. Lo que allende el mar
fuera leyenda, aquí es realidad en su estado natural; por
ello Martí clama por deshelar y desestancar el continente
tomando para ello la ruta ancestral que nos trazaron nuestros
padres fundadores.

Bolívar y Martí optaron definitivamente por los
pobres, su demanda de
educación y cultura estuvo destinada a esta mayoría
que habita las tierras americanas, cuestión que denota la
autenticidad y originalidad de sus postulados.

Martí también defendió la
educación popular para "… todas las clases de la
nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educados
(…) Todos son iguales". [21]El beneficio de
tal orden de cosas sería apreciable para cada uno de los
ciudadanos y la nación en general, pues aparece como una
consistente oposición a uno de los más firmes
baluartes que prodigan dominación y dependencia: la
ignorancia.

"A un pueblo ignorante puede engañársele con la
superstición y hacérsele servil. Un pueblo
instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante
está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la
ciencia y en la conciencia, ya
está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un
pueblo de Dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de
defender nuestros derechos, es conocerlos bien; si se tiene fe y
fuerza: toda
nación será infeliz en tanto que no eduque a todos
sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un
pueblo de hombres libres. La educación es el único
medio de salvarse de la esclavitud."
[22]

Esta expresión confirma la semejanza con los
planteamientos de Bolívar en tal sentido. Ambos confluyen
en el papel liberador que le asignan a la educación dentro
de un contexto oscurantista y escolástico.

Según Martí la educación es una perfecta
vía para preparar al hombre para la vida y devolverle su
esencia humana y dotarlo de libertad, virtud y decoro. "Una
nación libre es el resultado de sus pobladores libres"
[23]El diseño
del ideario educativo del Apóstol, además de
erigirse sobre la base de la mejor herencia humanista del
continente, responde, ante todo a las necesidades
históricas de libertad, desalienación y desarrollo.
En 1883, escribió para "La América": "En nuestros
países ha de hacerse una Revolución
radical en educación, si no se les quiere ver siempre,
como aún se ve ahora a algunos, irregulares, atrofiados y
deformes … " [24]

El Héroe Nacional de Cuba, sustentó la necesidad
de aplicar una reforma general a la educación donde fuera
sustituido radicalmente el escolasticismo estéril por una
educación útil, práctica, de carácter
científico, a la altura de los tiempos y aspiraciones de
cada país. Se mostró partidario de la existencia de
escuelas de artes y oficios, escuelas de mecánicos,
escuelas de agricultura, y
otras donde primara el carácter técnico y
científico de la formación que se dispensara. Con
ello pretendía deshelar la América del atraso
secular en que la sumió el conquistador. Su preferencia
por este tipo no lo lleva a desatender la necesaria
formación espiritual, ética y de puros
sentimientos. En función de
ello, aclaró: "La educación tiene un deber
ineludible para con el hombre –no cumplirlo es un crimen:
conformarle a su tiempo- sin desviarle de la grandiosa y final
tendencia humana. Que el hombre viva en analogía con
el universo, y
con su época; para lo cual no le sirven el Latín y
el Griego." [25]

Trabajar conforme a su tiempo y a su época en materia
de educación, requiere actualización de
conocimientos y rigor científico en la
organización y contenido de la enseñanza, así como los métodos
para impartirla. Según Martí, ello demanda
atención pareja al desarrollo de la tendencia humana
expresada en la esfera afectivo – volitiva de la
personalidad, la educación de los sentimientos y el
desarrollo de una elevada espiritualidad, unida a la
consolidación de normas de
conducta, la gentileza y el refinamiento. Todo ello está
incluido en el reclamo martiano de preparar al hombre para la
vida como fin supremo de la educación.

Este pronunciamiento de Martí contiene el
espíritu bolivariano, que apuntaba como fin de la
educación "formar el espíritu y el corazón de
la juventud",[26] idea que guarda
estrecha relación con su demanda de "moral y luces" como
necesidad indispensable para nuestras repúblicas.

Otro de los mecanismos de dependencia y subordinación
que nos legaron nuestras metrópolis estuvo localizado en
el desarraigo y la aculturación, el desconocimiento de la
memoria
histórica y los signos
más distintivos de la identidad y la
autenticidad de nuestra cultura. En su monumental ensayo
crítico "Nuestra América", de forma
programática, Martí apuntó: "Con un decreto
de Hamilton no se para la pechada al potro del llanero. Con una
frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de
la raza india"
[27]Con tal postura manifestaba la
disfuncionalidad de la aplicación forzosa de
teorías foráneas que desconocen nuestra realidad e
intentan brindar soluciones,
cuando en esta parte del mundo son otras las preguntas. En tal
sentido es válido, una vez más referir el ensayo ya
citado: "La universidad europea ha de ceder a la universidad
americana. La historia de América, de los incas
acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se
enseñe la de los arcontes de Grecia.
Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos
es más necesaria." [28]

Sustenta el valor de la
autoctonía y el
conocimiento de lo propio, de la memoria historia y el
fomento de conciencias críticas, con una noción
clara de la justicia y la
ética de convivencia como plataforma esencial de su
concepción de la cultura.

Es necesidad formar un hombre nuevo,
inmune a la codicia, a la corrupción, al servil hábito de la
imitación, al desarraigo, por ello expresó: "Ser
culto es el único modo de ser libres"
[29]Su concepción de la educación y
la cultura no es abstracta, sino que aparece entretejida en toda
su obra, es parte de un programa cultural
– liberador, que vincula orgánicamente economía, literatura, arte, ciencia,
política y educación en función de la
libertad de los hombres y pueblos del continente. Propone la
formación de hombres justos, cultos y conscientes
afincados en la ética.

Estos pronunciamientos martianos son una invitación a
los educadores latinoamericanos a fundar una nueva realidad
más justa y alejada de los desequilibrios del mundo en un
momento que se nos convida a aceptar el neoliberalismo
más salvaje y brutal y el fin de la historia.

La obra revolucionaria concebida y ejecutada bajo la
égida de estos hombres solares se basó en el
compromiso inquebrantable para hacer de la ética, la
justicia y la solidaridad
humanas una condición esencial en el abatimiento de los
demonios de la dependencia que nos impusieron las
metrópolis europeas para satisfacer las ambiciones de
saqueo y despojo. En el límite del espacio americano,
tanto Bolívar como Martí captaron la dinámica del momento histórico y lo
trascendieron. La atención a la especificidad de estas
condiciones del legado bolivariano y martiano le confiere una
autenticidad esencial.

En sus obras se encuentran respuestas puntuales a los grandes
desequilibrios e inequidades del mundo de hoy. Su raigal
americanizado con un sentido transformador y actuante en
respuesta a las condiciones que les impuso su tiempo nos brindan
fundamentos suficientes para sostener la universalidad de sus
legados. Los
enfoques eurocentristas de ciertos estudios niegan la
dimensión de universalidad de figuras que han pensado y
actuado desde nuestro costado en oposición a los designios
de dominio del otro sobre nosotros.

Calderón de la Barca, escribió: "La vida es
sueño y los sueños, sueños son", fundemos
hoy nuestra voluntad por continuar el sueño bolivariano y
martiano, en la parte de sus esencias que aun reclaman
atención y cumplimiento para una mejor vida en el reino de
este mundo.

 

 

 

 

Autor:

Dr. C. Ramiro Ramírez
García

[1] José Martí. La Edad de
Oro. – La
Habana: Edit. Gente Nueva, s.a. – pág. 10

[2] Véase: José Martí.
La estatua de Bolívar. pág 175-178 y El
Centenario de Bolívar.pág 178-181. En: Obras
Completas. – La Habana: Edit. Nacional de Cuba, 1963.Tomo VII.
– véase también: Tres Héroes. pág
10-16. — En: La Edad de Oro. La Habana: Instituto Cubano del
Libro,
1972.

[3] José Martí. Obras
Completas. – La Habana: Edit. Nacional de Cuba, 1963. — Tomo
VII. — pág 175.

[4] Vicente Lecuna. Cartas del
Libertador. Caracas. Tomo IV pág. 32. En: Armando Rojas.
Ideas Educativas de Simón Bolívar.
န Caracas: Monte Ávila Editores,
1976.

[5] Simón Bolívar. Para
nosotros la Patria es América. Colección Claves
de América. Prólogo de Arturo Uslar
Pietri. Notas de Manuel Pérez Vila. Caracas :
Biblioteca
Ayacucho, 1991. pág 64

[6] Gregorio Weinberg. Modelos
educativos en la historia de América
Latina. – Buenos Aires:
UNESCO – CEPAL – PENUD, Edit. Kapelusz, 1984. – pág.
49

[7] Vicente Lecuna. – Ob. Cit. – Pág.
302-303.

[8] Simón Bolívar. Ob. Cit. –
Pág. 80

[9] Vicente Lecuna. Papeles de
Bolívar. – Pág. 301 – 302. En: Armando Rojas. –
Ob. Cit.

[10] Corona el sentido humanista del
Libertador la defensa del cumplimiento de los derechos del
indio como ciudadano y la prohibición de las
prácticas de explotación a que se les
tenía sometido desde siglos atrás. Sirve de
ejemplo el contenido de los Decretos del 20 de mayo de 1820 en
Rosario de Cúcuta del 4 de julio de 1825 en el
Cuzco.

[11] Algunos de los Decretos emitidos por
Simón Bolívar que amparan la educación
pública, son: Apéndice de la Constitución de Angostura (1819)
(Impartió normas muy avanzadas en materia de
educación de la niñez) Decreto del 11 de
diciembre, Chuquisaca (1825) (Sobre la responsabilidad popular en la educación
pública y la necesaria ejecución de la misma)
Decreto del 3 de octubre de 1826 (Establece Plan de
estudios) Decreto del 5 de diciembre de 1829 (Adiciona al
anterior la necesidad de crear escuelas primarias) Decreto del
Cuzco de julio de 1829 (Sobre la creación de un colegio
para niñas) Véase: Vicente Lecuna. Decretos del
Libertador.

[12] Juan de Dios Méndez y Mendoza.
Historia de la Universidad Central de Venezuela. – Caracas:
Tip. Americana. – Tomo I, Pág. 341.

[13] Véase: Texto del
Decreto del 24 de junio sobre "Organización y
régimen de la Universidad de Caracas". En: Decretos del
Libertador. – Tomo II. 1826 – 1827. – Pág. 276 – 341. La
Universidad de Quito fue
organizada mediante Decreto firmado por Bolívar, el 6 de
noviembre de 1827. Véase: Codificación Nacional de Colombia. –
Tomo III. Pág. 337 – 339. La Universidad de Trujillo fue
fundada por Decreto del 24 de mayo de 1824. Véase:
Decretos del Libertador 1813 – 1825. — Tomo I. Publicaciones
de la Sociedad Bolivariana. Imprenta
Nacional de Caracas. – 1961. – Pág. 301. La Universidad
del Gran Padre de San
Agustín de Arequipa fue organizada según
fundamentos bolivarianos en agosto de 1825. Véase:
Memoria del General O"leary. – Tomo XXIII. – Pág. 19.
Decreto firmado por Bolívar en Papoyán el 5 de
diciembre. — En: Codificación Nacional de Colombia. –
Tomo IV. – Pág. 115 – 193.

[14] Libro de Actas de la Junta, 1839 – 1842.
— Pág. 126. – Archivo
Universitario.

[15] Cintio Vitier. Martí,
Bolívar y la Educación Cubana. Convergencia de
pensamiento en dos próceres con profunda
filiación iluminista. En: Bohemia, número 2, 21
de enero de 1994. pág. 62.

[16] José Martí. Obras
Completas. La Habana : Editorial Nacional de
Cuba.နTomo VII pág 284.

[17] José Martí. Ob. Cit. – T.
VII. – Pág. 119.

[18] Véase: Pablo Guadarrama.
Humanismo práctico y desalienación en José
Martí. p. 29-42. — En José Martí
1895-1995. Literatura – Política – Filosofía – Estética. — Otmar Ette y Titus
Heydenreich. (editores) : Universität Erlangen –
Nürnberg. Veruvent Verlag. Frankfurt am Main, 1994.

[19] José Martí. Obras
Completas. – La Habana : Edit. Nacional de Cuba, 1963. — T.
VI. P. 19

[20] Idem. – T. IV. – Pág. 359.

[21] José Martí. Ob. Cit. – T.
XIX. – Pág. 375

[22] Idem. – Pág. 376

[23] Idem. Pág. 284.

[24] Idem. Pág. 279.

[25] Idem. Pág. 430.

[26] Vicente Lecuna. Papeles de
Bolívar. – Pág. 304. En: Armando Rojas. Ob.
Cit.

[27] José Martí. Ob. Cit. – T.
VI. – pág. 17.

[28] Idem. Pág. 18.

[29] Idem. T. VIII. – Pág. 289.

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