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Código de Ética en Comunicación: Consideraciones y discusiones para su formulación (página 2)




Enviado por juchiman1



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El Problema de los Valores.
De este problema surgen numerosos cuestionamientos, pero el
problema principal y fundamentalmente radica en la objetividad y
subjetividad de los valores, es
decir, que existen cuestionamientos sobre ¿Los son
objetivos?
¿Los valores existen fuera de la mente, de tal manera que
todo hombre deba
acatar los valores ya definidos? ¿Los valores son
subjetivos? ¿Dependen de la mentalidad de cada sujeto?
También existe otro aspecto relacionado con el
conocimiento o desconocimiento, ¿cómo se puede
conocer los valores? ¿Cuál es su esencia?

El Problema del Fin y los Medios. Muchas
personas sostienen la importancia del fin, es decir, de la
finalidad de toda acción,
de tal modo que cualquier medio es justificado y considerado como
bueno y positivo, si se ejecuta para obtener un fin bueno; entre
los intelectuales
se conoce como la tesis
maquiavélica, donde "el fin justifica los medios"; sin
embargo, con esto lo único que sucede es que se sobre
valoran las "buenas intenciones " de un acto que es parte del
interior del ser y se descuida el aspecto externo del acto, como
las intenciones y las finalidades. Con esto se quiere decir que
"el fin nunca va a justificar los medios". Por ejemplo, una
guerra no es
el medio adecuado ni pertinente para alcanzar la democracia,
como tampoco la pena de muerte
previene la delincuencia.

El Problema de la Obligación Moral.
Está estrechamente relacionado con el aspecto de los
valores, ya que por lo regular se dice que lo que se hace por
obligación, ni se hace bien y, por lo mismo, pierde todo
mérito; mientras que cuando se realiza por convencimiento
e iniciativa propios adquiere valor moral.
Con esto se entiende que la obligación moral le quita al
hombre la única posibilidad de ser el mismo, de acuerdo
con su propia moralidad y
con su propio criterio. Sin embargo, una cosa es la
obligación entendida como corrección externa y otra
como la obligación basada en la presión
interna que ejercen los valores en la conciencia de una
persona.

La Diferencia entre Ética y
Moral. Todos nos preguntamos ¿no es lo mismo la
ética y
la moral? Por
definición de raíces, ambos conceptos significan lo
mismo, es decir, costumbre, pero en la actualidad se han ido
diversificando.

En la ética, como un conjunto de normas a cumplir,
es imprescindible abordar el concepto de
libertad, ya
que ésta se ve limitada al afectar la libertad de
otros.

La libertad humana se puede definir como la
"autodeterminación axiológica". Esto significa que
una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el
verdadero autor de su conducta, pues
él mismo la determina en función de
los valores que previamente ha asimilado. Cuando no se da la
libertad, o se da en forma limitada y restringida, el sujeto
actúa impedido por otros factores, circunstancias y
personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero
autor de su propia conducta.

De acuerdo con ello, se dice que la condición
previa de la libertad en un individuo es
la captación y asimilación de los valores. En la
medida en que un individuo amplía su horizonte
axiológico, es decir, que no sólo trata de
los valores positivos, sino también de los valores
negativos, analizando los principios que
permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los
fundamentos de tal juicio, podrá ampliar paralelamente el
campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona
permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una
limitación en su libertad.

No obstante ello, debemos de considerar en todo momento
que la libertad humana tiene que ir paralela con el sentido
axiológico y el sentido de responsabilidad, para no convertirse en
libertinaje.

La ética, aunque no se antepone ni está
predispuesta a la moral, no limita o restringe ninguna norma o
conducta, ni manda o sugiere directamente lo qué se debe
hacer.

En otras palabras, la ética es el conjunto de normas a
saber, principios y razones que un sujeto ha realizado y
establecido como una línea directriz de su propia
conducta, que vienen del interior.

Por su parte, la moral es el conjunto de normas que vienen del
exterior, o sea de la sociedad, es
pues social. Mientras que la ética es especifica.

Las normas de la ética son autónomas, en la que
cada individuo debe darse sus normas propias. Las normas rigen
aspectos internos; son unilaterales, ya que el cumplir una norma
no implica el surgimiento de un derecho o una obligación
por parte de otras personas; son incoercibles, que aún
cuando tienen un carácter obligatorio, generalmente no
conllevan un castigo explícito en el caso de no
cumplirlas.

Debido a que en la ética hay normas, es preciso
destacar que la existencia de las normas morales siempre han
afectado a la persona humana, ya que desde pequeños
éste, por diversos medios, capta la existencia de dichas
normas, y siempre es afectado por ellas en forma de consejo, de
orden o en otros casos como una obligación o
prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar
e incluso determinar la conducta
humana.

Por tanto, y en base a lo antes expuesto, la ética, la
moral, los principios, los valores, las normas y la libertad, son
conceptos aplicables a la función que desempeñan
los medios de
comunicación, considerados por Louis Althusser como
aparatos ideológicos del estado.

Ética y
medios de comunicación

Los medios de
comunicación, por siempre, han tenido un lugar
preponderante dentro de todas las sociedades, y
en todos los tiempos, de tal suerte que en la actualidad esta no
se explica sin aquellos. La razón radica en la vitalidad
de los medios en cuanto al impacto, alcance y penetración
de la diversidad de sus productos,
mensajes, formas y contenidos.

Desde esta perspectiva, es importante considerar los
escenarios en que los medios masivos de comunicación impactan en la sociedad
consumidora, desde niños y
adolescentes,
hasta jóvenes, adultos, amas de casa, profesionistas,
familias enteras, entre otros destinatarios de los mensajes, por
medio de los diversos productos mediáticos que produce, tales como
caricaturas, series policíacas, programas
juveniles, cómicos, telenovelas, de concursos, de
opinión, deportivos, noticiarios, documentales, realitis
show, talk show, documentales, reportajes, crónicas,
editoriales y artículos, entre otros
más.

En este sentido, tanto los medios impresos
(periódicos y revistas) como los electrónicos
(televisión y radio) juegan un
importante papel para orientar, informar y formar opinión
en sus lectores, radioescucha y televidentes, a través de
la diversidad de sus programas y contenidos, procesados en la
variedad de géneros y formatos.

Desde las urbes más concentradas y desarrolladas,
hasta los lugares o comunidades más apartadas, siempre
está y estará la presencia, oportunidad e
influencia de la lectura de
un periódico,
o la señal de una estación de radio o un canal de
televisión.

Estos medios han evolucionado vertiginosamente a lo
largo de su historia. Precisamente,
debido a esa evolución y desarrollo,
pero sobre todo por su función social, varios medios de
comunicación han establecido sus propias normas de
conducta o código
de ética, no para coartar la libertad de
expresión y manifestación de las ideas de los
comunicadores, quienes fungen como líderes de
opinión, sino para permitir la sana convivencia entre los
involucrados en el proceso de
la
comunicación, desde el emisor de los mensajes hasta el
receptor de ellos, el "respetable" publico, consumidor de los
mensajes.

Considerando que la libertad no se ejerce sin
responsabilidad, los medios de comunicación, sus
propietarios y sus trabajadores, al tener el enorme privilegio de
dirigirse con sus mensajes, escritos y audiovisuales, a la
sociedad en general, contraen con ella una serie de
responsabilidades, compromisos y deberes.

La responsabilidad que tienen con la sociedad obliga a
que los medios de comunicación se desempeñen con
especial cuidado en sus tareas de informar, entretener, orientar
y contribuir a la educación, a la
cultura y a
la ciencia.
Tales tareas (Trejo Delabre, 2007) han de entenderse como
servicio,
independientemente que, para desempeñarlas, los medios de
comunicación puedan consolidarse, institucional y
empresarialmente

Hay que reconocer que el tema de la ética en los
medios masivos de comunicación es, hasta cierto punto,
complicado debido a que provoca una serie de encuentros y
desencuentros en las actitudes y
puntos de vista diversos, así como entre los actores
involucrados en el tema.

Mientras que para Diazmercado los concesionarios, los
periodistas y los políticos, deben conducirse con
autorregulación y apego a principios éticos y,
mejor aún, que los apliquen también en su conducta
personal,
nadie puede estar al margen de las leyes. Sin
embargo, la autorregulación y los códigos de
ética, por excelentes que sean, siempre serán
opcionales, es decir, pueden o no ser respetados. Las leyes, en
cambio, son
normas para regular las relaciones dentro de la sociedad y para
garantizar una convivencia armónica y, en un estado de
derecho, todos los individuos deben someterse a ellas, es
decir, son de acatamiento obligatorio. Por lo que el poder
ejecutivo y los concesionarios, en diversos foros y a
través de todos los medios a su alcance se han manifestado
renuentes a que se revise, actualice, reforme, o derogue
cualquier aspecto del régimen legal en materia de
medios de comunicación, así mismo intentan
convencer a la sociedad de que no es conveniente hacerlo, que las
cosas están bien como están, que lo único
por hacer es instrumentar la autorregulación.

Para Trejo Delabre (2007) "el desarrollo de la sociedad
de nuestro país, del que es parte el desarrollo de los
propios medios, impone la necesidad de que establezcamos normas
de conducta explícitas, que van algo más
allá de la legislación o, en algunos casos, la
complementan, pero que, sobre todo, definen nuestro compromiso de
responsabilidad y de servicio con esa sociedad
mexicana".

De acuerdo a Aznar (1999) para que los profesionales
puedan introducir en su actividad pautas morales, deben
conocerlas y estar sensibilizados hacia ellas. Lamentablemente
esto no siempre ocurre o cuando menos no en la medida que
sería deseable. Todavía muchos profesionales de los
medios –y no siempre precisamente entre los niveles menos
calificados o de menor experiencia– ignoran o pasan por
alto estas cuestiones. Y, lo que posiblemente podría ser
peor, es que los propios estudiantes de comunicación
(periodismo,
ciencias y
técnicas de la información, ciencias de la
comunicación, relaciones
públicas, publicidad, entre
otras denominaciones) no siempre tienen el interés
-que sería lo deseable- hacia estas cuestiones.

Todo esto produce una cierta contradicción
práctica; la eficacia
última de los códigos éticos depende en gran
medida del compromiso efectivo de los profesionales y si son
ellos los primeros en dudar de su eficacia y no esforzarse por
conocerlos y llevarlos a la práctica, entonces estos
mismos profesionales están contribuyendo a que realmente
sirvan de poco o nada.

Como toda empresa
socialmente responsable, en muchos países y estados
democráticos, algunas organizaciones de
comunicación han considerado y establecido su propio
código de ética, como una forma de profesionalizar
su actividad, a la vez de brindar garantías a los diversos
públicos que permitan la credibilidad en su quehacer. Sin
embargo, aún falta mucho que hacer en este sentido debido
a que una gran cantidad de instituciones
y empresas de
comunicación no cuentan todavía con un
código de ética propio.

Hay que recordar que los egresados de toda
institución de educación
superior al tomar protesta como nuevos profesionistas juran
ante un código de ética
profesional. En muchos de los casos, los nuevos profesionales
o desconocen su código de ética, o simplemente no
existe en la institución educativa, lo que representa
graves y profundos problemas
provenientes desde la educación, donde la
institución está empeñada en enseñar
y transmitir valores éticos y morales.

La familia, como
aparato ideológico del estado, es fundamental al jugar un
destacado rol en la transmisión de estos valores y
conductas a las nuevas generaciones.

La Academia Mexicana de Derechos Humanos
publicó hace varios años, aunque sus principios
siguen vigentes, un ensayo
sobre "La práctica de la ética en los medios de
comunicación" en el cual –entre otras cosas-
reconoce que la tarea informativa implica cumplir con las
obligaciones
correspondientes al área de trabajo. En
esta práctica, entran en juego los
actos y juicios del hombre, avalados por su conciencia moral. El
análisis de estos aspectos –indica-
corresponde a la ética, porque se centra especialmente en
el contenido y en la honradez, tanto de las actividades
personales, como profesionales.

El ensayo agrega
que un comunicador puede encontrarse ante una disyuntiva:
respetar su compromiso con la verdad, independientemente de las
consecuencias, u ocultar la verdad, por las consecuencias
personales o sociales que puede tener su
difusión.

Así como hay medios de comunicación y
profesionales de la información con compromiso y respeto hacia la
sociedad, hay que reconocer que aun existen muchos medios y
comunicadores que en el manejo de la información presentan
diversas maneras de faltar a la ética, como por ejemplo:
omitir información, presentar la información con
calificativos; hacer énfasis solo en un aspecto de la
información; establecer diferencias en los tiempos y
espacios asignados para dar información de cada actor o
personaje de los diferentes contextos políticos, sociales,
culturales; manipulación en el manejo de las imágenes
(encuadres y planos) para enaltecer o afectar la imagen de las
personas; omitir los antecedentes suficientes para entender la
noticia; utilizar el medio de comunicación como tribuna
para defensa o auto promoción; inducir las respuestas durante
las entrevistas;
ofender a terceros; aprovechar el espacio y el medio para la
extorsión, el chantaje, la mentira, la
injuria, la difamación.

¿Qué principios, valga la
expresión, debe contener un código de ética
en los medios de comunicación y para los comunicadores?
Para dar respuesta a esta interrogante, este autor llevó a
cabo un trabajo de investigación
documental en una serie de propuestas nacionales e
internacionales, tanto de personas a nivel individual como a
nivel corporativo, para delinear lo que podría
considerarse dentro de un código de ética que
permita normar la conducta de comunicadores y empresas de
comunicación. El bosquejo de ese trabajo de investigación, aunado a la experiencia
profesional, se presenta a continuación.

Código de
Ética en Comunicación

Un Código de Ética es un instrumento que
tiene como función orientar e inspirar actitudes,
comportamientos y la toma de
decisiones independientemente de su localidad y nivel
jerárquico. Constituye otro instrumento de gestión
importante que corrobora lo que, como organización, se busca.

Su propósito es exponer y compartir un marco
ético y una misma perspectiva acerca del comportamiento, para que todos y cada uno de los
integrantes de una organización fortalezcan el sentimiento
de pertenecer a ella.

Todo código de ética profesional en
general, y la relacionada con los medios de comunicación
en particular, debe ser producto de
cada necesidad específica de normar actitudes y conductas
dentro de la
organización, tanto de directivos como de los
trabajadores en general, sobre todo de quienes tienen el contacto
directo e indirecto con fuentes de
información para emitir información.

Elaborar y establecer comprometidamente un código
de ética no debe interpretarse desde el punto de vista
subjetivo, pensando que pueda beneficiar a algunos y afectar a
otros. Es decir, no interpretarla de acuerdo con el conjunto de
principios y valores que rigen su desarrollo
personal y profesional. Ni tampoco deben ser planteamientos
que queden solamente en el papel y fuera de la práctica de
los comunicadores. Mucho menos, debe verse como un conjunto de
sanciones.

Un código de ética, para formularse, puede
estructurarse en los siguientes aspectos: fines de la
comunicación; la objetividad, información y
opinión; derechos de la sociedad y
los particulares; derecho a la información; compromiso con
la sociedad; función del comunicador y su actividad
ética; ética y autocontrol en la
comunicación; objeto, alcance y reglas generales para su
aplicación; deber del comunicador; manejo de
informaciones; el comunicador y la sociedad; el comunicador y sus
pares; rectificaciones, fuentes y
secreto profesional; el comunicador y su medio de
comunicación; ingresos
financieros y conflicto de
intereses; entre otros aspectos.

Sin embargo, y como puntos específicos a
considerar para la integración de un código de
ética en comunicación, se plantea -como producto
del análisis y la compilación de una serie de
códigos en la materia (Aznar, 1999, 2005),
(Núñez, 1993), (Taborga y varios, 2008)- los
siguientes elementos fundamentales, los cuales deberán ser
estudiados minuciosamente e implementados por cada
organización, de acuerdo a sus fines, objetivos, misión,
visión y funciones.

El principio básico de toda consideración
ética del comunicador debe partir de la clara
diferenciación, evitando toda confusión, entre
noticias y
opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y datos, y las
opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de
valor por parte de los medios de comunicación, editores o
periodistas; por lo que establecerá en todo momento una
distinción clara entre los hechos, las opiniones y las
interpretaciones, evitando toda confusión o
distorsión deliberada; Evitará opiniones
calificadas e interpretaciones personales como tal, y
limitará las opiniones y editoriales a páginas
editoriales y de opinión. En las notas informativas,
aunque como genero debe ser
objetivo, es
deseable que se proporcionen hechos, no interpretaciones ni
adjetivos.

La profesión de comunicación y sus
actividades deberán estar al servicio de la verdad, de los
principios democráticos y de los derechos humanos.
Estará regido por el principio de la veracidad, entendida
ésta como una información responsable de los
hechos. No propiciará, ni dará cabida a
discriminaciones ideológicas, religiosas, clase, raza,
sexo, discapacidad, ni
de ningún otro tipo, que lleven a la ofensa o menoscabo de
personas.

Actuará honorable y
éticamente al tratar con las fuentes, con el
público y con sus compañeros; Deberá guardar
y resguardar el secreto de sus fuentes de información y
respetar la confianza que se le otorga al poner en su conocimiento
antecedentes reservados; no exponer la vida privada de un
ciudadano sin razón; respetar los derechos de las personas
involucradas en las noticias; observar los estándares
más comunes sobre la decencia, y tratar a la gente con
dignidad y
respecto.

Difundirá informaciones
fundamentadas, ya sea por la correspondiente verificación
de los hechos en forma directa o la confiabilidad con distintas
fuentes, por su conocimiento y experiencia en el tema tratado y/o
por su independencia
respecto de intereses ajenos a la finalidad esencial de divulgar
la verdad.

El derecho a informar deberá ser
ejercido sin detrimento de la comunidad o de
las personas. No hará uso o invocará la
aplicación de leyes que lesionen la libertad de
expresión e información, ni aun a pretexto de
hacerlo fuera del ejercicio profesional.

Asegurará la cobertura precisa, equilibrada e
imparcial de las noticias; no dará nada por hecho;
utilizará un lenguaje
neutral e imparcial, procurando la presentación de un
informe objetivo;
evitará la manifestación de emociones ante
temas controversiales a través de su manejo
objetivo.

Será honesto y justo en relación con la
forma en que se obtienen, informan y presentan las noticias; no
manipulará, bajo ninguna circunstancia, la
información, ni será cómplice de falsear la
realidad.

Evitará el conflicto de intereses, o la percepción
de conflictos de
intereses, al aceptar regalos, favores y otros objetos de valor
de las personas que abarca la cobertura del medio; Sólo
podrán recibir premios o galardones periodísticos
asignados en mérito de su competencia
profesional, y cuando ellos sean discernidos con la
participación directa o indirecta de gremios
específicos.

Tampoco aceptará retribuciones o gratificaciones
de personas, empresas o instituciones, ya que ello
limitará su libertad para informar acerca de éstas,
en su medio de comunicación.

Se considera como práctica no ética, la
búsqueda de una noticia mediante engaños, y/o
sorprendiendo la buena fe de los informantes; el aceptar dinero de
personas o de instituciones involucradas en una
información, así como aceptar favores o bienes que
vayan más allá de invitaciones para cubrir
informaciones, o pequeños obsequios simbólicos,
deberá ser considerado también como una
práctica no ética.

Evitará ser influenciado por los anunciantes
sobre el contexto de su informe; no otorgará privilegios a
ningún espacio de propaganda
política.

Desde la empresa de
comunicación la información no debe ser tratada
como una mercancía, sino como un derecho fundamental de
los ciudadanos. En consecuencia, ni la calidad de las
informaciones u opiniones ni el sentido de las mismas
deberán estar mediatizados por las exigencias de aumentar
el número de lectores o de audiencia, o en función
del aumento de los ingresos por publicidad.

No utilizará identidades falsas,
cámara o micrófonos ocultos, para obtener la
información; Mantendrá en forma confidencial
hechos, informaciones u opiniones, ni los dará a conocer
pública o privadamente. No podrá publicar por
adelantado ningún material informativo suministrado para
su publicación en una fecha y hora previamente
determinadas, como por ejemplo un embargo; esto implica que
tampoco podrá compartirlos con otro colega libre de este
compromiso, que pudiera divulgarlos.

Deberá prestar solidaridad
activa a sus pares (colegas) que sufran persecuciones o
agresiones por causa de su ejercicio profesional. Evitará
toda expresión o alusión denigradora respecto de
los organismos y/o normativas internas de las Instituciones.
Colaborará y luchará por el fortalecimiento del
gremio.

En el uso del material gráfico y de
los titulares deberá guardar concordancia con los textos
que les corresponden, de modo que el lector, televidente o
radioescucha no sea inducido a confusión o engaño.
Los titulares o los avisos deben corresponder al contenido de una
información.

No podrá hacer uso de la Informática, Telemática y otras técnicas modernas
de comunicación, como la edición
del audio /o del video, para
introducir cambios substanciales y dolosos en el contenido del
material informativo de un colega u otra persona, sin la
autorización expresa del autor, en especial si lleva su
firma.

Promoverá la participación
del público en los órganos de difusión.
Procurará en especial, que se garantice el derecho a
réplica y que se publiquen las rectificaciones en los
plazos legales y sin adulteración.

Deberá salvaguardar la presunción de
inocencia de los acusados mientras la autoridad
competente no haya dictado sentencia. Se abstendrá de
identificar a las víctimas, testigos o inculpados en
causas criminales sin su consentimiento, sobre todo en
relación a delitos
sexuales, cualquiera sea su condición social y en
especial cuando se trate de menores de edad. Asimismo,
evitará identificar contra su voluntad a personas
relacionadas, tales como parientes, amigos o vecinos de acusados
o convictos de procedimientos
penales.

No utilizará su influencia
profesional ni la información privilegiada que recibe en
el desempeño de su trabajo, en beneficio
propio, de parientes o de amigos.

En el ejercicio de la comunicación y
la información, el fin no justifica los medios, por lo que
la información deberá ser obtenida a través
de medios legales y éticos.

Deberá contribuir a sensibilizar a
la opinión
pública sobre la situación de los sectores
más vulnerables de la sociedad. Asimismo,
colaborará con la defensa de la naturaleza
como un bien colectivo y denunciará los hechos que generen
contaminación y destrucción
ambiental en todos los ámbitos.

Para asegurar la calidad de trabajo de la
información y la independencia de los comunicadores y
periodistas, es necesario garantizar una salario digno y
unas condiciones, medios de trabajo e instrumentos
adecuados.

Dada la complejidad del proceso
informativo, basado cada vez más en la utilización
de nuevas
tecnologías, la rapidez y la síntesis,
se debe exigir a los comunicadores una formación
profesional adecuada.

En el caso del periodismo digital, es
recomendable incluir la fecha y un link o vínculo a la
fuente, a fin de ampliar la información para el lector o
lectora, en caso de que lo necesite.

Firmar sus notas es un derecho de los comunicadores. Sin
embargo, no están obligados a hacerlo cuando una nota haya
sufrido alteraciones de fondo y que no sean resultado de un
acuerdo previo con su editor.

En las entrevistas, preguntar es un derecho del
entrevistador, y responder, o dejar de hacerlo, una prerrogativa
del entrevistado. Es cuestionable la práctica de hacer
escarnio del entrevistado que se niega a contestar a una
pregunta. Si la negativa a responder es considerada como
noticiosa se deberá señalar claramente en
qué circunstancia y, específicamente, ante
qué pregunta ocurrió.

Deberá indicarse si una entrevista fue
concertada con fines difusión o divulgación o si se
trata de una rueda de prensa, o cuando
se trate de un encuentro casual.

Las declaraciones deben publicarse de manera textual, de
preferencia entrecomilladas. Cuando el informador haga un
resumen, éste debe aparecer claramente como tal. Esta
norma se aplica también a la transcripción de
documentos.

Cuando se citen datos de una encuesta, o de
un trabajo estadístico, deberá hacerse de la manera
más completa y representativa posible y citando la fuente
o los autores. Recordar que "una golondrina no hace
primavera".

Es parte del compromiso de un medio con sus audiencias
dar a conocer su tiraje y su circulación reales (entendida
como la venta real de
ejemplares) en el caso de los medios impresos, y sus audiencias
en radio y televisión, como medidas a partir de
evaluaciones propias o de terceros, en el caso de los medios
electrónicos.

Mantendrá un incuestionable respeto a la dignidad
y la vida privada de las personas, evitando dejarse tentar por
las posibilidades de invasión de la intimidad que ofrecen
las nuevas tecnologías. En especial, respetará la
intimidad de las personas en situación de aflicción
o dolor, evitando las especulaciones y la intromisión
gratuita en sus sentimientos y circunstancias.

Cometerá falta a la ética los directores,
editores y otros directores periodísticos de diarios,
revistas, agencias de noticias, estaciones de radio o
televisión y demás medios de comunicación,
que contraten o permitan el ejercicio de la comunicación a
personas que no están habilitadas para ello o que induzcan
a otros comunicadores a contravenir el Código de
Ética.

Son faltas a la
ética: la participación en violaciones a los
derechos humanos; la delación de un perseguido, al cual se
ha tenido acceso a través del ejercicio profesional; la
desinformación premeditada; dictar o aplicar normas de
censura por parte de comunicadores que ejerzan cargos directivos.
Así como el soborno, el cohecho y la
extorsión. El plagio y falta de respeto a la propiedad
intelectual. La difamación, la calumnia y la injuria.
Utilizar imágenes de personas que atenten contra su
dignidad humana y las conviertan en productos mercantiles.
Así como, contravenir cualquiera de las normas y las
recomendaciones contenidas en el código de ética
establecido.

Rechazará y denunciará cualquier intento
de presión que tenga por finalidad hacerle transgredir las
normas del Código de Ética.

Hay que considerar que por tradición, la misma
profesión de la comunicación, particularmente en el
periodismo, en muchos casos empírica, pragmática y
materialista, no acoge con agrado la tarea de definir la
ética de la profesión.

No obstante ello, la ética en la
comunicación debe ser la definición teórica
y de aplicación práctica permanente y obligatoria
de normas conductuales y de procedimiento que
deben observar los comunicadores de los diversos medios, como la
prensa, la radio,
la
televisión, el cine y hasta
la Internet, para
que su actuación amerite el justo cumplimiento del
deber.

La responsabilidad
social inherente a su labor aumentará la necesidad de
que los comunicadores se atengan a lineamientos éticos
generales y específicos y que cuenten con los instrumentos
propios necesarios para velar por su cumplimiento. Por lo que los
compromisos de conducta deberán estar en función de
los objetivos, misión y
visión de la empresa de comunicación,
así como de la relación con y entre sus
colaboradores.

Enseñanza
de la ética a nivel profesional

La ética es una materia que siempre ha estado
presente en la mayoría de los programas educativos desde
la educación básica, hasta la profesional, pasando
por la media y media superior.

Sin embargo, se ha reconocido que esta exigencia se hace
especialmente efectiva durante el período académico
de preparación para el ejercicio profesional, de manera
que debe ser parte esencial del currículo
académico de los futuros profesionales.

En las instituciones de educación superior, como
las universidades, que han hecho profundo cambios en sus modelos
educativos del rígido a la flexibilidad curricular,
centrado en el aprendizaje,
basado en competencias y el
apoyo de la tutoría, han prestado especial atención a la ética a fin de que los
estudiantes egresen con conocimiento de los códigos
éticos de su profesión, de los códigos
generales y de los especializados.

Entre estos principios éticos están: el
respeto, la honestidad, la
responsabilidad, la solidaridad, la verdad y la modestia, entre
otros. Son los estudiantes y futuros profesionales de la
comunicación los que están llamados a conocer y
aplicar las recomendaciones éticas contenidas en estos
documentos. No obstante ello, se reportan casos en que los
estudiantes de comunicación (o lo que es lo mismo, los
futuros profesionales de los medios) no presten a los
códigos éticos de su futura profesión toda
la atención, respeto y confianza que merecen, por
prejuicios, falta de cultura o, paradójicamente, por falta
de educación. En muchos de los casos, se aprende mas
rápidamente lo malo, que lo bueno.

Aunado a ello, y para "echarle más leña al
fuego", es frecuente escuchar, observar y apreciar, en
ocasión de coloquios, mesas redondas o encuentros, o
simplemente con motivo de discusiones en el seno de los medios,
hasta en reuniones "de café"
entre colegas, que los comunicadores o periodistas de mayor
antigüedad pongan en duda la utilidad de los
códigos, afirmando que no sirven para nada.

A estas razones también se une la mentalidad de
nuestro tiempo.
Así, la tendencia –que, como rasgo típico de
nuestras sociedades, es prácticamente común a todas
las profesiones– a valorar por encima de toda regla de tipo
técnico y las habilidades y conocimientos de
carácter tecnológico.

Muchos estudiantes, en correspondencia con esta
mentalidad de la sociedad a la que tratan de incorporarse,
consideran que para ejercer una determinada profesión es
suficiente con este tipo de conocimientos técnicos. Por el
contrario, los contenidos de carácter más general o
humanísticos, e incluso hasta los aspectos normativos y
valorativos de su propia actividad suelen ser vistos como algo
poco útil o relevante en su formación. Si falta
este interés y esta motivación, entonces la lectura y la
asimilación de un documento ético sobre su
actividad tiene dificultades al competir con, por ejemplo, la
presentación de un nuevo programa de
computadora,
un nuevo tipo de cámara o teléfono celular, o una novedad de
Internet.

A todo esto se suma que muchos de los estudiantes de las
escuelas de comunicación a mitad de sus estudios ya han
realizado prácticas en empresas y medios de
comunicación. Con ello adquieren una temprana referencia
de la forma en la que se trabaja y actúa en los medios. De
este modo, el estudiante recibe mensajes contradictorios entre el
aula de la Universidad, por
una parte, y las conductas y las rutinas que observa en los
medios, por otra.

Con ello, se produce una singular inversión o regresión, del punto de
vista de los estudiantes de las escuelas de Comunicación:
en vez de aprender en las aulas cómo deben ser los medios
y tratar de cambiarlos, los estudiantes aprenden cómo se
actúa en los medios y entonces cuestionan lo que se les
enseña en las aulas. Olvidan entonces que quiénes
han elaborado y realizado tales documentos son también
comunicadores, profesionales en activo con experiencia,
dedicación y entrega hacia su actividad, e interés
por estas cuestiones; y no los docentes de
las escuelas, que se limitan a transmitirlos y ponerlos en su
conocimiento.

Afortunadamente, las cosas están cambiando, para
reconocer así, cada vez más, que los aspectos
éticos y normativos del ejercicio profesional son
fundamentales para la actividad comunicativa. A partir de este
cambio de actitud, se
reconoce entonces la importancia de considerar estos aspectos
como una parte esencial más de la formación y el
bagaje de todo profesional de la comunicación.

El profesional, de cualquier actividad, tiene la
exigencia moral de prepararse adecuadamente para ejercer su
actividad, así como de mantener al día esta
preparación mediante su reciclaje
continuo. Es precisamente esto lo que le califica para ejercer
como tal la profesión. Por eso es un
profesional.

También está la exigencia de conocer y
poner en práctica las recomendaciones que van dirigidos a
mejorar el ejercicio de su actividad en cualquier aspecto
ético relevante y sobre cualquiera tópico
informativo a los que el profesional pueda verse enfrentado en su
práctica diaria.

Esta exigencia se hace especialmente efectiva durante el
período académico de preparación para el
ejercicio profesional, de manera que familiarizarse con los
aspectos éticos debe ser parte esencial del
currículo académico de los futuros
profesionales. De ahí la importancia de contar en los
planes y programas de estudio de las carreras de
comunicación o periodismo con una materia
específicamente dedicada a cuestiones éticas,
además de la propiamente jurídica. Ciertamente, los
planes de estudios de comunicación de la mayoría de
las universidades cuentan con una asignatura específica de
ética en general, pero ninguna enmarcada a los procesos de la
comunicación.

En todo caso la exigencia de conocimiento y
aplicación de los códigos se hace efectiva –y
con mayor fuerza
permanente– durante el ejercicio profesional mismo, ya que
es en ese momento cuando el profesional debe aplicar en su
actividad las recomendaciones contenidas en estos
documentos.

El deber de formación permanente exige que el
profesional conozca todas estas iniciativas éticas, tanto
más si se refieren al ámbito especializado de
actividad. De este modo, la actualización y la capacitación de los profesionales no debe
limitarse a los avances técnicos o las nuevas tendencias
de su actividad, sino que debe extenderse igualmente a los
aspectos éticos.

El Comité
de Ética

Para la vigilancia del cumplimiento de estos principios,
también conocidos como deontológicos, deben crearse
organismo o mecanismo de autocontrol, integrados por editores,
periodistas, comunicadores de radio y televisión, de
reconocido prestigio, así como asociaciones de ciudadanos
usuarios de la comunicación, representantes de
Universidades, entre otros, cuya responsabilidad será la
de analizar y proponer las medidas pertinentes que podrán
ser recomendaciones para la prevención, advertencias,
suspensión de labores o desvinculación de la
organización, además de emitir resoluciones sobre
el cumplimiento de los preceptos éticos en la
comunicación, con el compromiso previamente asumido por
los mismos medios de comunicación.

Esos mecanismos de autocontrol, dentro de una sociedad
democrática y participativa, lo puede significar el
Comité de Ética, cuya función será el
apoyar la resolución
de conflictos no solucionados localmente por la propia
estructura
institucional o aquellos no cubiertos por el Código;
indicar medidas y procedimientos, orientar a los colaboradores
sobre su aplicación; revisar el documento
periódicamente y promover la discusión interna para
su perfeccionamiento

Cualquier persona podrá contactar al
Comité de Ética cuando se constate un
incumplimiento o exista una duda sobre la aplicación de
los principios y criterios establecidos en el Código de
Ética.

Todas las situaciones serán investigadas para que
las decisiones sean tomadas con base en informaciones que
sustenten la denuncia y todas las personas tendrán
garantías respecto al manejo y confidencialidad en las
situaciones específicas en que estuvieran
involucradas.

Cuando la situación no se pudiera
resolver en las instancias naturales jerárquicas, se
podrá consultar al Comité de Ética.En caso
de que la situación presentada al Comité de
Ética involucre a miembros del equipo de uno de los
integrantes del Comité, éste deberá ser
substituido exclusivamente para esta situación.

Por decisión del Comité de Ética el
Código de Ética será revisado
periódicamente y una vez que la nueva versión sea
publicada, ésta será inmediatamente comunicada y
puesta a disposición de todos los colaboradores y
substituirá a la anterior.

Conclusiones

Definitivamente, lo anterior son generalidades que cada
profesional y empresa de comunicación deberá
considerar para establecer su propio código de
ética para el mejor desarrollo de sus funciones, en
beneficio propio de la misma sociedad, lectores, radioescuchas o
televidentes, garantizando un desempeño responsable en el
manejo de los contenidos informativos.

Los medios de comunicación, sus propietarios y
sus trabajadores, que no cumplen con los principios
básicos del código de ética, no
podrán responden a la confianza que la sociedad y el Estado han
depositado en ellos. Asimismo, la misma sociedad y el
´propio gobierno
deberá ser coparticipe en el cumplimiento de la misma, en
el sentido de no provocar ni alentar toda acción que
corrompa cualquier disposición establecido en el
código de ética en comunicación.
Además de hacer cumplir la libertad de expresión,
de prensa y el derecho a la información, incluso cuando se
trate de información sobre su propio
desempeño.

Todo comunicador y toda empresa dedicada a la tarea de
comunicación deberá pugnar por la objetividad en el
manejo informativo, la cual es garantía de verosimilitud
en un medio de comunicación, además
procurará por una información completa, que refleje
los testimonios de las diversas partes involucradas en un
acontecimiento.

Deberán permitir que los individuos o las
instituciones mencionados en una información puedan
ejercer su derecho de réplica, si están en
desacuerdo con ella o si consideran que lesiona sus
intereses.

No solamente los empresarios y trabajadores
empíricos de la comunicación, si no también
quienes se han preparado profesionalmente tienen la
responsabilidad principal en la defensa de la ética y de
los valores de la comunicación.

Y es obvio que para que los profesionales puedan
introducir en su actividad dichas pautas éticas deben
conocerlas y estar sensibilizados hacia ellas.

La eficacia última de los códigos
éticos depende en gran medida del compromiso efectivo de
los profesionales.

El debate sobre
la ética de los medios se ha reabierto en las sociedades
occidentales a principios del nuevo siglo, cuando parecía
un tema relativamente clausurado. Lo ha hecho con inusitada
fuerza, dejando de ser una preocupación exclusiva de las
organizaciones de medios y de comunicadores y pasando a ocupar y
preocupar a un buen número de colectivos y agentes
sociales de todo tipo. Así, se plantea la importancia
creciente de los medios de comunicación y cómo
influyen cada día más y en más
ámbitos de la vida de nuestras sociedades, lo que hace no
sólo oportuno sino imprescindible plantearse los criterios
éticos que deben guiar de algún modo su actividad,
así como la responsabilidad que todos tenemos a la hora de
que tales criterios se apliquen.

Sin embargo, si todos los ciudadanos comparten la
responsabilidad de mejorar día a día los propios
medios de comunicación, no hay duda alguna de que los
estudiantes y futuros profesionales de la comunicación son
los que están llamados a conocer y aplicar las
recomendaciones éticas.

Los principios de comportamiento ético de los
diversos medios de comunicación, usualmente son
incorporados dentro de un código de conducta que forma
parte del contrato de
trabajo de los comunicadores y editores con su
periódico o compañía de radiodifusión
y televisión.

Hay que señalar que las normas de conducta
establecidas en un código de ética no sustituyen el
cumplimiento de las leyes que en materia de comunicación,
y en otros órdenes, sancionan el desempeño de los
medios, así como de sus propietarios, directivos,
administradores y trabajadores. Al contrario, las
complementan.

La ética proporciona un marco de trabajo para
dirigir las funciones esenciales de los comunicadores, establecer
políticas y desarrollar estrategias para
velar por el correcto ejercicio profesional.

Al suscribir un Código de ética, los
profesionales de la comunicación deben asumir la
responsabilidad individual de promover y respetar su contenido,
en todas sus dimensiones, como parte del compromiso y de la
responsabilidad social que el ejercicio del periodismo y la
comunicación social exigen.

Bibliografía

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paidos, Revista
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Número 40


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Mexicana de derecho a la Información.

Trejo Delabre, Raúl, Un código de
ética para los medios mexicanos. De la crítica, a la ética (Cal y Arena,
México,
1997).

Trejo Delabre, Raúl: http://mediocracia.wordpress.com/ y http://raultrejo.tripod.com

 

 

 

 

Datos del autor

Cesar Manuel Santos Fajardo es licenciado en ciencias de
la comunicación por la Universidad Autónoma
Metropolitana, en la ciudad de México; maestro en Tecnología
Educativa, por la Universidad Autónoma de
Tamaulipas.

Ha recibido una cantidad significativa de diplomados y
cursos de actualización pedagógica y disciplinar,
destacando los diplomados en planeación
y evaluación
institucional, en comprensión de textos en ingles, en
preparación para el toefl, en innovación educativa y el diplomado en
habilidades didácticas.

En la Universidad Juárez Autónoma de
Tabasco, ha sido profesor
investigador desde el año de 1986, tanto en el nivel de
licenciatura como de maestría. Coordinador del Centro de
Comunicación y Mercadotecnia
y Director de Relaciones Públicas y
Difusión.

Jurado en exámenes profesionales, de
oposición y de competencias. Así como asesor de
tesis y trabajos recepcionales.

Ha impartido cursos al Colegio de Bachilleres de
Tabasco; Secretaria de Educación, Cultura y Recreación; el Tribunal Federal Electoral,
Diario Presente; Diario Tabasco Hoy; Televisión
Tabasqueña, Instituto de Difusión
Tecnológica y de Telebachillerato; Secretaria de
Educación Pública.

Ha impartido conferencias a nivel nacional e
internacional, en Barcelona, España, y
en La Habana, Cuba.
Además de diversos eventos
desarrollados por la Organización de Estados
Iberoamericanos.

Ha publicado una serie de artículos en revistas
universitarias y del Consejo de Ciencia y
Tecnología del estado de Tabasco. Al igual que en
monografias.com; es miembro de comités
editoriales de revistas universitarias como Perspectivas Docentes
y Cinzontle. Actualmente está en proceso de edición
un libro sobre
medios de comunicación, tecnología educativa
y divulgación de la ciencia.

Obtuvo premios nacionales e internacionales en la
producción y dirección de videos de corte
científico, en España, Francia y en
Holanda.

En los medios de comunicación, ha trabajado en la
XEW; Radio Educación; en la Dirección General de
Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaria
de Gobernación; en la Secretaría de Desarrollo
Urbano, Vivienda y Ecología; en la
Comisión Federal Electoral; Canal 11 del Instituto
Politécnico Nacional; en la ciudad de México. En
Tabasco, ha escrito en periódicos como Milenio Tabasco y
el Correo de Tabasco, así como en EXA radio.

 

 

 

 

Autor:

Cesar M. Santos Fajardo

Partes: 1, 2
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