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Los cuatro temperamentos básicos (página 2)




Enviado por Elsa Ramirez



Partes: 1, 2

La inseguridad.
Aún cuando su personalidad
extrovertida lo hace ver como una persona segura de
sí misma en realidad es una persona muy insegura.

Generalmente el sanguíneo no teme el daño
personal y a
menudo se arriesga a realizar desmedidas hazañas de
osadía y heroísmo. Sus temores giran en torno más
bien del fracaso personal, el rechazo o la desaprobación
de los demás.

Conciencia flexible. Ya que el sanguíneo tiene la
capacidad de convencer a los demás, con lo cual se granjea
la reputación de ser el timador más grande del
mundo, no le resulta difícil convencerse de que todo lo
que quiere hacer está perfectamente bien. Tiene la
tendencia a torcer la verdad o a exagerar. Para el
sanguíneo "el fin justifica los medios" y
normalmente el fin es el de él. Es por ello que
frecuentemente pisotea tranquilamente los derechos de los demás
y pocas veces titubea ante la posibilidad de servirse de
otros.

Colérico

El colérico es de un temperamento ardiente,
ágil activo, práctico y de voluntad fuerte que se
tiene por autosuficiente y muy independiente. Tiende a ser
decidido y lleno de opciones, y le resulta fácil tomar
decisiones por su cuenta, y por cuenta de otros también.
Al igual que el sanguíneo, el colérico
también es extrovertido, pero es mucho menos
intenso.

El colérico se encuentra a gusto con la actividad. Para
él la vida es actividad. No necesita que el medio lo
estimule; antes bien él estimula al medio que lo rodea con
sus ideas, planes, metas y ambiciones inacabables. No se dedica a
actividades que no tengan un propósito concreto
porque tiene una mentalidad práctica y aguda, capaz de
tomar decisiones o de planificar actividades útiles en
forma instantánea y acertada. No vacila ante la presión de
la opinión ajena, sino que adopta posiciones definidas
frente a las cuestiones, y con frecuencia aparece organizando
cruzadas contra alguna injusticia social o alguna
situación subversiva.

Al colérico no le asustan las adversidades; más
aún, éstas tienden a alentarlo. Su tenaz
determinación generalmente le hace tener éxito
donde otros fracasan porque él sigue empeñado en la
tarea cuando otros se desalientan. El colérico es un
líder
nato, lo que los expertos en administración empresarial llaman un
líder natural fuerte.

La naturaleza
emocional del colérico es la parte menos desarrollada de
su temperamento. No siente compasión por otros
fácilmente, ni lo demuestra ni lo expresa. Con frecuencia
se siente incómodo frente a las lágrimas ajenas, o
simplemente le disgustan, y en general es insensible a sus
necesidades.

Demuestra poco aprecio por la música y el arte.
Preferentemente busca los valores
utilitarios y productivos de la vida.

El colérico reconoce rápidamente las
oportunidades y con igual rapidez descubre la mejor forma de
sacarle provecho. Tiene una mente bien organizada, aunque suelen
aburrirlo los detalles. Como no es muy dado al análisis, sino más bien a una
estimación rápida, casi intuitiva, tiende a poner
la mira en la meta que
quiere alcanzar sin tener en cuenta las posibles trampas y
escollos en el camino.

Tiende a ser dominante y autoritario y usa a la gente sin
vacilación a fin de lograr sus fines. A menudo se le
considera oportunista.

Toda profesión que requiera liderazgo,
motivación y productividad es
adecuada para el colérico, siempre que no le exija
demasiada atención en cuestiones de detalles y
planificación analítica.

Generalmente le gustan las tareas de construcción porque es una actividad muy
productiva y es frecuente que el colérico termine siendo
capataz o supervisor. El colérico es desarrollista por
naturaleza sueña con construcciones y maquinarias abriendo
caminos.

La mayoría de los financistas son coléricos.
Formulan sus ideas y tienen ese espíritu de aventura que
los lleva a lanzarse en direcciones nuevas. No se limitan tampoco
a sus propias ideas; a veces oyen hablar de alguna idea
progresista y ellos la toman como bandera. Sin embargo, una vez
que el colérico ha iniciado un nuevo negocio, no es
difícil que se aburra muy pronto a pesar del éxito,
por dos razones: cuando el negocio crece bajo su dinámica dirección necesariamente surgen muchas
cuestiones de detalle. Pero como los coléricos son malos
delegando responsabilidad terminan haciéndolo todo
ellos mismos.

Cuando descubre que está tan ocupado que le faltan
manos para hacerlo todo, opta por buscar a alguien que le compre
el negocio.

Es pues común, que un colérico inicie entre
cuatro y diez negocios en el
curso de su vida.

El colérico no es un perfeccionista sino un productor.
Prefiere hacer veinte cosas con un setenta u ochenta por ciento
de perfección a hacer unas pocas con un cien por cien.

El colérico tiende a desenvolverse muy bien en el
comercio, en
la enseñanza de asignaturas prácticas,
en la política, en funciones
militares, en los deportes. Por otra parte,
raramente encontraremos un cirujano, un dentista, un
filósofo, un inventor, un matemático o un relojero
colérico. Normalmente es tan optimista que rara vez
fracasa- excepto en su propia casa.

DEBILIDADES DEL COLÉRICO.

El enojo y la hostilidad. El colérico es
extremadamente hostil. Algunos aprenden a controlar su ira, pero
una erupción de violencia es
siempre una posibilidad en ellos. No les lleva mucho tiempo
comprobar que los demás generalmente se asustan de sus
estallidos de enojo y de que por lo tanto pueden valerse de su
ira como un arma para conseguir lo que quieren- y generalmente lo
que quieren es salirse con la suya.

El enojo de los coléricos es enteramente
diferente a la de los sanguíneos. La explosión del
colérico no es tan fuerte como las del sanguíneo ya
que es menos extrovertido, pero puede ser mucho más
peligrosa.

El colérico puede herir a los demás con
toda intención y gozarse de haberlo hecho. La esposa del
colérico generalmente le tiene miedo, y éste tiende
a aterrorizar a los hijos. El colérico da portazos, golpea
la mesa con el puño, usa la bocina del automóvil
sin discreción.

Cualquier persona o cosa que se le cruce en su camino,
que retarde su progreso, o que deje de funcionar en la medida de
sus expectativas, no tardará en experimentar la
erupción de su cólera.
Y a diferencia del sanguíneo, al colérico no se le
pasa el enojo fácilmente, sino que por el contrario puede
arrastrar su encono durante un tiempo increíblemente
largo. Tal vez sea ésta la razón de que a los
cuarenta años de edad ande con úlceras
estomacales.

Cruel cortante y sarcástico. Nadie pronuncia con
su boca comentarios más ácidos que
el colérico sarcástico, el cual está
preparado con un comentario cortante que es capaz de aniquilar a
los que se sienten inseguros y demoler a los menos combativos.
Raras veces titubea cuando quiere cantarle las cosas claras a
alguien o hacerlo papilla. En consecuencia, va dejando un reguero
de casos psíquicos y de personas heridas por donde
pasa.

Frío y sin afecto. De todos los temperamentos el
colérico es el que evidencia menos afecto y se neutraliza
ante la idea de hacer alguna demostración pública
de afecto; su rigidez emocional rara vez le permite derramar
lágrimas.

Insensible y desconsiderado. Similar a su natural falta
de amor es la
tendencia del colérico a ser insensible a las necesidades
de los demás y desconsiderado acerca de sus
sentimientos.

Porfiado y terco. La firmeza y la decisión
natural del colérico es una característica
temperamental que puede ayudarlo en el curso de su vida, pero
también puede convertirlo en un hombre
porfiado y terco. Como tiene un sentido intuitivo generalmente
toma resoluciones rápidamente (sin consideración y
análisis adecuados), y una vez que ha tomado una
decisión es prácticamente imposible que cambie de
parecer. El colérico se muestra neutral
en muy pocas cosas y terco en todo.

Astuto y dominador. Una de las características
del colérico es su inclinación a proceder con
astucia a fin de lograr lo que quiere. Raras veces acepta un no
como respuesta y con frecuencia recurre a cualquier medio
necesario para alcanzar su meta. Si tiene que adulterar las
cifras y torcer la verdad, raras veces vacila, porque para
él el fin justifica los medios. Cuando necesita un favor,
puede transformarse casi en un sanguíneo en su capacidad
persuasiva, pero en el momento que se le da lo que busca, se
olvida de que te conoció.

Melancólico

El melancólico tiene el temperamento más rico de
todos. Es un tipo analítico, talentoso, perfeccionista,
abnegado, con una naturaleza emocional muy sensible. Nadie
disfruta más del arte que el melancólico.

Por naturaleza tiende a ser introvertido, pero como predominan
sus sentimientos, lo caracterizan una serie de disposiciones de
ánimo. A veces lo elevan a las alturas del éxtasis
que lo llevan a obrar en forma más extrovertida. Sin
embargo, en otros momentos está triste y deprimido, y en
esos momentos se vuelve escurridizo y puede incluso, volverse
antagónico.

El melancólico es un amigo muy fiel, pero a diferencia
del sanguíneo no hace amistad con
facilidad. Pocas veces se esfuerza por conocer a la gente;
más bien se limita a esperar que acudan a él.
Quizás sea el de temperamento más confiable, por
cuanto sus tendencias perfeccionistas no le permiten hacerse a un
lado o abandonar a otros cuando cuentan con él. Su
reticencia natural a tomar la delantera no es indicación
de que no le guste la gente.

Como a todos, no sólo le gusta la gente sino que tiene
un gran deseo de ser aceptado por ellos. Las experiencias
desalentadoras lo llevan a rehusar a la gente por lo que parecen;
por ello tiende a sospechar cuando lo buscan o le hacen
atenciones.

Su excepcional capacidad analítica lo impulsa a
diagnosticar acertadamente los obstáculos y los peligros
de cualquier proyecto en el
que participa.

Esto contrasta marcadamente con el colérico, que pocas
veces ve los problemas o
dificultades, pero que confía en que va a poder resolver
cualquier crisis que se
le presente. Estas características a menudo hacen que el
melancólico no quiera iniciar algún nuevo proyecto
o que se vea en conflicto con
los que quieran iniciarlo.

Cuando una persona ve los obstáculos en lugar de los
recursos o metas,
es fácil que se descorazone antes de empezar. Dicho de
otra manera el melancólico es un pesimista nato.

El melancólico suele descubrir su mayor sentido de la
vida entregándose al sacrificio personal. Con frecuencia
elige una vocación difícil, que requiera mucho
sacrificio personal. Pero una vez que ha elegido, tiende a ser
sumamente metódico y persistente en el cumplimiento de la
misma, y es más que probable que realice grandes cosas si
su tendencia natural a quejarse del sacrificio que significa no
lo deprime hasta el punto de hacerlo abandonar totalmente.

Toda vocación que requiera perfección,
abnegación y creatividad es
adecuada para el melancólico. La mayoría de los
grandes compositores, artistas, músicos, inventores,
filósofos, teóricos,
teólogos, científicos y dedicados educadores del
mundo han sido predominantemente melancólicos.

La capacidad analítica necesaria para proyectar
edificios, concebir proyectos
requiere el temperamento de un melancólico. Pero
también pueden ser artesanos de primera: carpinteros,
albañiles, plomeros, horticultores, científicos,
abogados, escritores, mecánicos, ingenieros. Pueden ser
miembros de toda profesión que proporciona un servicio con
sentido humanitario.

DEBILIDADES DEL MELANCÓLICO

Negativo, pesimista y crítico. Las admirables
cualidades del perfeccionismo y la escrupulosidad conllevan con
frecuencia la seria desventaja del negativismo, el pesimismo y de
un espíritu de crítica.

Normalmente, la primera reacción de un
melancólico ante cualquier cosa va a ser negativa o
pesimista. Éste sólo rasgo limita la
actuación vocacional del melancólico más que
ningún otro.

Apenas se le presenta una nueva idea o un proyecto nuevo
su habilidad analítica se enciende y comienza a imaginar
toda clase de
problemas y dificultades que en su opinión podrían
surgir al poner el proyecto en práctica.

Para la industria esto
es una ventaja, porque mediante este rasgo el melancólico
puede anticipar los problemas y prepararse para ellos. Pero para
él mismo es una desventaja porque le impide largarse por
su cuenta y sacar ventaja de su creatividad.

Es raro que una persona predominantemente melancólica
inicie un nuevo negocio o proyecto por su cuenta; en cambio es
fácil que sea utilizado por personas menos dotadas pero de
temperamento más emprendedor.

El melancólico es capaz de experimentar el
"arrepentimiento del comprador" antes de comprar la
mercancía, y no como los otros que la experimentan tiempo
después.

Los melancólicos deben luchar constantemente contra su
espíritu de crítica que proyectan hacia los que lo
rodean como hacia sí mismo, razón por la cual suele
sentirse sumamente disconforme consigo mismo.

Egocéntrico, susceptible, y quisquilloso. El
melancólico es más egocéntrico que cualquier
otro temperamento, pues todo lo interpreta en relación
consigo mismo. Si, por ejemplo, se anuncia en su trabajo alguna
nueva disposición, inmediatamente reacciona alarmado
pensando que es a él al que quieren agarrar.

Tiende además a compararse con los otros en apariencia
exterior, en talento, en intelecto, sintiéndose
invariablemente deficiente porque jamás se le ocurre que
se compara con los mejores rasgos del otro y hace a un lado sus
puntos débiles.

Este rasgo de egocentrismo, juntamente con su carácter sensible, hace que el
melancólico sea muy susceptible y quisquilloso por
momentos. Se puede ofender a un melancólico con solo
mirarlo.

Vengativo y propenso a sentirse perseguido. El talentoso
cerebro del
melancólico puede ser terreno fértil para conceptos
creativos y positivos, o la fuente de pensamientos perjudiciales.
Aun cuando no es tan expresivo como el sanguíneo o el
colérico en su enojo, es perfectamente capaz de alentar un
rencor de ebullición lenta y de larga duración que
se manifiesta en pensamientos vengativos y en meditaciones de
auto persecución.

Si se alienta esto por un tiempo suficiente el resultado puede
ser el que se transforme en un maniático depresivo o por
lo menos que explote de ira, de un modo que resulta enteramente
distinto de su naturaleza normalmente suave.

Las líneas negativas de pensamiento
hacen que el melancólico tome decisiones poco realistas.
El noventa y cinco por ciento de las veces su línea de
pensamiento vengativa y opresiva saca el problema fuera de toda
perspectiva.

Temperamental, depresivo, antisocial. Una de las
características más prominentes del
melancólico se refiere a los vaivenes de ánimo. En
algunas ocasiones se siente transportado a tales alturas que obra
como si fuese un sanguíneo y en otras, se siente tan
deprimido que quisiera deslizarse por debajo de las puertas.

A medida que aumenta en años aumentan los momentos de
insatisfacción, amargura y depresión,
a menos que haya a prendido a auto controlarse.

Legalista y rígido. Ningún temperamento es tan
susceptible a ser rígido, implacable e intransigente,
hasta el punto de ser totalmente irrazonable, como el
melancólico.

Es el mártir natural de su causa. Es incapaz de falsear
la información en los formularios de
impuestos o
cualquier otro. Es intolerante e impaciente con los que no ven
las cosas como las ve él; en consecuencia le resulta
difícil formar parte de un equipo y con frecuencia se
desenvuelve sólo en el mundo comercial.

Impráctico y teórico. El melancólico es
un idealista por lo que a veces tiende a ser impráctico y
muy teórico por lo que le convendría someter
siempre sus proyectos a la prueba de la viabilidad y le conviene
asociarse con personas de otro temperamento que se
complementen.

Flemático

El flemático es un individuo
tranquilo, sereno, que nunca se alarma y casi nunca se enoja. Sin
duda alguna es la persona con la cual es más fácil
llevarse y es, por naturaleza, el más simpático de
los temperamentos. Para él la vida es una alegre y
agradable experiencia, sin emoción, en la que evita
comprometerse todo lo posible. Es tan tranquilo y sereno que
parece no agitarse nunca, cualesquiera que sean las
circunstancias que lo rodean.

Es el único tipo temperamental que es invariablemente
consecuente. Bajo su personalidad tranquila el flemático
experimenta más emociones de las
que aparecen en la superficie, y tiene capacidad para apreciar
las bellas artes y las cosas buenas de la vida.

Al flemático no le faltan amigos porque le gustan las
personas y tiene un sentido del humor natural y satírico.
Es del tipo de persona que puede hacer que los demás se
desternillen de la risa mientras él permanece
imperturbable.

Posee una capacidad especial para descubrir el lado
humorístico de los demás, y de las cosas que hacen
los demás, y tiene una actitud
siempre positiva hacia la vida.

Tiene buena retentiva y puede ser un buen imitador. Una de sus
grandes fuentes de
diversión consiste en provocar a los demás o en
burlarse de los otros tipos temperamentales.

El flemático tiende a ser más bien espectador, y
procura no comprometerse mucho con las actividades de los
demás. Más aún, cuesta mucho lograr que tome
parte en alguna actividad que no sea su rutina diaria. En general
el flemático es de buen corazón y
compasivo, pero raras veces deja traslucir sus verdaderos
sentimientos. Sin embargo, toda vez que su interés ha
sido despertado, y resuelve poner manos a la obra, sus
capacidades de calidad y
eficiencia se
ponen de manifiesto.

No se ofrece voluntariamente para ocupar la posición de
líder, pero, cuando se ve obligado a ocuparla, da muestras
de ser un líder sumamente capaz. Ejerce una influencia
conciliadora sobre otros y es un planificador nato.

El flemático es un maestro en todo aquello que requiera
de una paciencia meticulosa y la presencia de la rutina
diaria.

La mayoría de los maestros de la escuela primaria
son flemáticos. Esto se aplica también al nivel
secundario y superior, donde tienen preferencia por las matemáticas, la física, la gramática, la literatura, etc.

Otro campo que apela al flemático es la ingeniería. Le atraen los planos y los
cálculos, es bueno como ingeniero civil tanto en estructuras
como en sanitaria, ingeniero químico, ingeniero
mecánico, dibujante, estadística, etc. Tienen además
excelentes aptitudes artesanales, por lo que suelen ser buenos
mecánicos, torneros, carpinteros, electricistas,
relojeros, especialistas en cámaras fotográficas y
otros instrumentos de precisión.

Suelen también ser excelentes capataces, supervisores o
dirigentes de personal pues son diplomáticos y no provocan
roces.

El flemático es organizado, jamás concurre a una
reunión desprevenido o tarde, tiende a trabajar bien bajo
presión y es extremadamente confiable. Es frecuente que el
flemático conserve el mismo trabajo toda la vida.

Como tiende a luchar con el problema de la inseguridad
personal, el flemático puede preferir ocupaciones con
beneficios de jubilación u otras seguridades. Por ello lo
atraen los cargos en la administración
pública, en las fuerzas armadas, en funciones de
gobierno y otras
semejantes. Es raro que el flemático inicie alguna
actividad comercial por su cuenta, aún cuando está
capacitado para ello.

DEBILIDADES DEL FLEMÁTICO

Sin interés, lento y ocioso. La debilidad más
evidente del flemático es su aparente falta de empuje o de
ambición. Si bien pareciera que siempre hace lo que se
espera de él, raras veces hace más de lo necesario.
Hace pensar en que tiene un metabolismo
bajo, o lento, y con frecuencia se queda dormido en el momento
que se sienta. Raramente propicia alguna actividad, y en cambio
busca excusas para evitar tener que comprometerse en las
actividades de los demás. Incluso su ritmo tiende a
disminuir con el paso de los años.

El flemático generalmente se levanta temprano, se va a
su trabajo o actividad diaria de buen humor, y habiendo cumplido
un horario corrido, regresa "completamente agotado". Con
frecuencia duerme una larga siesta, tras lo cual se sienta frente
al televisor (que maneja a control remoto),
y en el curso de la tarde se duerme y se despierta según
los programas.

Por último, después de las noticias de la
noche, su mujer lo
despierta y lo ayuda a meterse en la cama, donde se duerme
profundamente hasta la mañana siguiente. Y esto todos los
días invariablemente.

Autoprotección. A nadie le gustan las heridas, y esto
resulta particularmente cierto en el caso del flemático.
Si bien no es tan sensible como el melancólico, tiene
piel bastante
delgada y, por lo tanto, aprende a protegerse a una edad muy
temprana.

Es bastante frecuente que aprenda a vivir como una tortuga,
erigiendo un duro caparazón protector que lo escude de
todo dolor o afrenta externos.

Mezquino y avariento. Esta es una característica de las
que solo pueden dar fe las personas que viven con un
flemático, pues su actitud siempre cortés y
correcta para con los demás, hacen que el resto de las
personas no se percaten de ella.

El flemático cuida cada centavo y actúa como un
avaro, excepto cuando se trata de comprar algo para sí
mismo. Normalmente es el que da las propinas más
pequeñas.

Terco, terco y terco Nadie es más terco que el
flemático; pero es tan diplomático, hasta en eso,
que a la gente le puede pasar desapercibido.

Casi nunca se enfrenta con otra persona, ni se niega a hacer
algo, pero de algún modo se las arregla para eludir la
responsabilidad. Ante una situación familiar el
flemático jamás grita o discute. Se limita a
arrastrar los pies o se planta y se niega a moverse.

Indeciso y temeroso. Debajo de la amable superficie del
flemático diplomático late un corazón
sumamente temeroso.

Esta tendencia a temer le impide, con frecuencia, aventurarse
por su cuenta para sacar el mayor provecho de sus
potencialidades.

Habiendo hecho un recorrido por las características de
cada uno de los temperamentos, se pasará en el siguiente
capítulo a comentar, tomando algunos casos, cómo
influyen ellos en la conducta
cotidiana de las personas.

 

 

 

 

 

Autor:

Elizabeth

Partes: 1, 2
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