Democracia y política a la luz del pensamiento de Jacques Maritain
Hoy en día, en pleno siglo XXI, donde contamos
con la herencia del
renacimiento que
pone al hombre en la
cumbre de toda la vida de la sociedad,
donde hemos sido testigos de varios cambios paradigmáticos
en lo relacionado con la antropología, y cuando se han exaltado
desde la revolución
francesa los derechos del hombre y de la
dignidad
humana; y por otro lado cuando conocemos el desarrollo de
la ciencia
política
con Rousseau,
Tomás Moro y otros, asistimos al fracaso de la democracia en
algunos países. Es más, no escapan de nuestras
manos casos conocidísimos de algunos lugares y
países en donde actualmente se está ejerciendo una
política deshumanizada, legalista y opresora, y
también somos conscientes que muchas veces "en el gobierno del
pueblo, el pueblo no es escuchado".
Ante estos problemas,
cabe entonces preguntarnos: ¿nuestras democracias
realmente si son democráticas? ¿Y hasta qué
punto estas mismas democracias no están en detrimento de
la dignidad misma de la persona humana
que conforma la sociedad?
En este pequeño escrito me basaré en el
pensamiento
del filósofo contemporáneo francés
Jacques Maritain (1882-1973), quien de cara a la
situación social y política que le
correspondió vivir( plantea unas nuevas propuestas desde
el pensamiento humanista cristiano, logra realizar un discurso
político para llamarnos la atención sobre la esencia misma de la
democracia y sobre cómo la estamos entendiendo en una
sociedad postmoderna. Por lo tanto, cuando vamos a hablar de
"la Democracia y la Política a la luz del
pensamiento de Jacques Maritain" necesariamente debemos
recurrir a una visión cristiana de la historia y de un humanismo
fundado desde el Evangelio.
En primer lugar, hablaremos de la concepción de
democracia y su estrecha relación con el cristianismo
como Maritain lo formula.
Si deseamos tener una definición concreta de
democracia nos podríamos valer de la dada por Abraham
Lincoln, el
cual afirma que la democracia es "el gobierno del pueblo, por
el pueblo y para el pueblo". Implícitamente
encontramos en esta afirmación que el pueblo es el
conjunto de personas humanas que conviven en un mismo espacio y
que tienen intereses claros y comunes; en pocas palabras, el
pueblo es más que la simple aglomeración de masas,
pues comparten identidad.
Partiendo de este presupuesto
inferimos por las teorías
psicológicas, sociales y políticas,
además por la experiencia, que todo hombre necesita de las
demás personas, pues el ser humano es un ser abocado a la
intersubjetividad. En pocas palabras, la persona humana no puede
estar sola, no se concibe a alguien que se desarrolle como una
isla en el inmenso océano de la sociedad.
Ahora bien, en las teorías
políticas cuando se entablan estas relaciones
interpersonales se está dando origen a la sociedad,
fuente y origen de la política; no se entiende la
política ni las leyes sino
reconocemos la necesidad de vivir relacionándonos con los
otros. Es por eso que "La sociedad se forma como una cosa exigida
por la naturaleza"[1].
Con razón afirmaba Aristóteles: "el hombre es
un animal político". Para Maritain, cuando decimos que el
hombre es un animal político es porque la persona humana
reclama y solicita la vida social ya que esta es inherente a su
naturaleza. Recordemos que negarle a un hombre la posibilidad de
relacionarse con los demás, sería
prácticamente matarlo, pues no se podría realizar
el proceso de
socialización y no desarrollaría la
facultad natural de la intercomunicación.
En esta misma línea, la sociedad "es un todo de
todos (…) La sociedad es un todo cuyas partes son, a su
vez, todos, y es un organismo hecho de libertades, no de simple
células
vegetativas"[2].
Después de habernos planteado brevemente el por
qué de la sociedad y de la política, y siguiendo a
Maritain, reflexionaremos sobre lo que él llamaría
"valores
fundamentales en el ejercicio de una política humanista".
Aclaro que este punto no pretende ser un simple decálogo
prescriptivo de valores, sino que después de enunciarlos,
trataré de evidenciar su importancia en el fundamento de
una democracia de inspiración
humanística-cristiana.
Partimos del primer presupuesto ético y humanista
que fija Maritain, y éste es precisamente, el valor de
la dignidad humana. Partamos de una inquietud:
¿qué entiende Jacques Maritain por dignidad
humana? Para este filósofo francés, y basado
ciertamente en su inspiración cristiana, afirma que "…
la persona humana es la imagen de
Dios.
El valor de la persona, su libertad, sus
derechos, surgen del orden de las cosas naturalmente sagradas que
llevan la señal del Padre de los seres. La persona tiene
una dignidad absoluta porque está en relación
directa con lo absoluto…"[3]. Aunque esta
posición nos puede parecer un poco fideísta y hasta
que puede parecer rebatible con facilidad en la postmodernidad
atea y positivista, no podemos pretender hacer hablar a Maritain
sin las categorías fuertemente mencionadas por el
Evangelio y por la corriente neo tomista. En otra obra del mismo
autor, Maritain defiende la dignidad humana con los siguientes
términos:
Página siguiente |