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El empirismo sociológico del XIX (página 2)



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Dentro del estado
teológico, Comte señala que este corresponde al
intento de explicar la realidad natural a partir de una realidad
sobrenatural. En esta etapa se da el dominio de la
imaginación sobre la inteligencia,
es en sí un "estado ficticio". A su vez esta etapa tiene
tres estadios sucesivos: fase del fetichismo, fase del
politeísmo y por último, la fase del
monoteísmo. Esta última fase se caracteriza porque
es la fase más perfecta dentro de este estado
teológico, es un período orgánico, productor
de ricas y perdurables instituciones,
pero cuyo fundamento sólo será válido para
un pensamiento
aún mítico y simbólico. A la par con esta
dimensión intelectual o cognoscitiva que Comte presenta,
se distinguen en el hombre
otras dos dimensiones fundamentales: la activa y la
afectiva
. El estado
teológico en la dimensión activa se caracteriza por
las guerras de
conquista, y
en el plano afectivo se caracteriza por el predominio del
egoísmo, manifestado en un afán de inmortalidad y
en una felicidad individual y sobrenatural. Este estado se
comprueba en el desarrollo
humano en la infancia, ya
que todo hombre en esta
etapa es fundamentalmente mítico y
dogmático.

En el estado metafísico, se cambian las causas
trascendentes y divinas por entidades y esencias, inmanentes a
los fenómenos y abstractas. Acontece con la
unificación de todos los entes en uno solo: la
Naturaleza
. Cronológicamente podemos ubicar esta
etapa entre la Modernidad y los
albores de la Revolución. Socialmente, es una
época metafísico-jurídica, más
sensible a los derechos que a los deberes,
crítica
y revolucionaria. En la actividad se caracteriza por las guerras
defensivas y en la afectiva, por la anulación de la
egoísta concepción sobrenatural de la felicidad. Es
una etapa de transición entre el estado teológico y
el positivo. Este estado se comprueba en el hombre en la juventud, pues
este es por lo general más crítico y
abstracto.

El estado positivo implica el abandono de las
explicaciones sobrenaturales y últimas de la constitución de los fenómenos, y la
adhesión a la observación de los hechos, para la
posterior determinación por medio de las leyes
científicas. En el campo de la actividad es una etapa
industrial y científica, es en última instancia
pacifica y productiva. En lo afectivo, se alcanza el dominio de
la tendencia altruista, desarrollada por la acción
plenamente productiva y benéfica. Esto se comprueba en el
hombre en la madurez, donde este hombre es más positivista
y prudente. El estado positivo es la etapa auténticamente
orgánica, capaz de instaurar el nuevo orden social.
También en este estado las ciencias se
jerarquizan según la simplicidad y generalidad de su
objeto: a medida que su objeto de estudio es más complejo,
su extensión es más limitada; el
conocimiento de lo más simple permite pasar al
conocimiento
de lo que posee mayor complejidad, por eso, para Comte esta
escala
científica se inicia con la matemática
y la astronomía y culmina con la sociología. También encontramos en
los dos estados anteriores ciencias que ya eran calificadas como
positivas, pero solamente en esta etapa positiva se unifican
todas las ciencias en un constructo
sistemático-positivista.

  • e. Positivismo

La ciencia
positiva es la que toma como objeto de estudio los
fenómenos o datos sensibles,
procurando establecer leyes que regulen las relaciones entre
ellos, su sucesión y que al mismo tiempo
estabilicen estos fenómenos. Por esta razón, el
positivismo
rechaza toda pretensión metafísica
de explicar la realidad; prescinde así del
¿qué?, del ¿por
qué
?, y del ¿para qué? de los
fenómenos, y se interesa únicamente en el
¿cómo?, que es lo único
verificable. Comte se conforma con dar por supuesto que el hecho
empírico posee la realidad, y no es mera
representación subjetiva.

Las leyes tienen como finalidad la previsión de
hechos futuros; esta es una visión muy pragmática y
utilitarista de la ciencia
porque se tiene la ciencia ordenada a la satisfacción de
necesidades. Otra gran característica del conocimiento
positivo es la unificación de los fenómenos
diversos a leyes analíticas. También Comte somete
las ciencias a dogmáticos recortes y restricciones,
elimina toda investigación que trascienda el campo de
nuestra experiencia vital. En esta misma línea, Comte
establece seis ciencias fundamentales: matemáticas, astronomía, física, química, biología y
sociología. La filosofía no es considerada por Comte como
ciencia, pero la filosofía positiva es la misma
unificación sistemática y jerárquica de
todas las ciencias, comprendiendo el análisis de todas las ciencias y el
establecimiento de las condiciones de su unidad y positividad,
dándole a la filosofía positiva la categoría
de ciencia de las ciencias. Por último, vimos en la
jerarquización ya presentada de las ciencias que entre
biología y sociología no existe ciencia intermedia
porque Comte rechaza todo conocimiento humano que implique
introspección u observación interior
(psicología).

Uno de los mayores aportes de Comte en el campo social
fue el pretender establecer la sociología como ciencia
positiva. Para él la sociología es la ciencia
suprema y más útil: su objeto es el más
complejo y su conocimiento provee de plenitud al hombre.
Nuevamente Comte, inspirado en los tradicionalistas, concibe el
progreso social como perfeccionamiento del orden esencial y no
como creación novedosa. Respectivamente orden y progreso
determinan la división de la sociología en
"estática
social"
y "dinámica social". La dinámica
social comprende la aplicación sociológica de la
ley de los
tres estados ya mencionados. La estática social estudia la
anatomía
profunda de toda sociedad,
definiendo sus estructuras y
órganos naturales y permanentes (familia, trabajo, la
propiedad, la
religión…). El estado positivo
representa el establecimiento perfecto del tejido formado por
estos órganos, sobre las bases de la ciencia positiva y no
de la teología. Por ende, en la sociedad positiva el
poder
espiritual estará en manos de los sabios y de los
científicos, mientras que el temporal estará en
manos de los industriales.

  • g. La religión de la Humanidad y la
    moral

Comte instituye la "religión de la
Humanidad
". Con ella intenta sustraer del catolicismo
algunos elementos y los recubre del espíritu positivista.
Comte en este sentido reemplaza el Dios ficticio del cristianismo
por el Gran Ser, que es real y observable, y es este la
Humanidad, compuesta por todos los seres unidos en
contribución al progreso social. Es así como la
egoísta inmortalidad individual es sustituida por la
altruista inmortalidad en la memoria de
la Humanidad.

Comte también introduce como culmen de la
sociología la ciencia moral, que es
en última instancia una moral del sentimiento. La plena
incorporación a la Humanidad sólo se consigue a
través del sentimiento altruista. Por eso el amor es el
principio supremo de unidad y de progreso, y es solamente el
amor el que
nos permite superar la afirmación egoísta del yo y
reconocer a la Humanidad como el único y real sujeto de
la
moral.

Posteriormente a Comte, el positivismo tomó
caracteres diferentes a los propuestos por Comte. En la
filosofía francesa se destacan positivistas como
Littré, Renan, Levy-Bruhl y Durkheim. En
la filosofía Inglesa se reconoce a Jhon Stuart Mill.

Liberalismo y
Pragmatismo

El liberalismo es
fruto de una serie de acontecimientos ideológicos e
históricos, por ello se hace necesario comprender las
ideas y los hechos que explican su desarrollo en
el siglo XIX.

El liberalismo es entendido como una aplicación
de los ideales de la
Ilustración, donde la autonomía absoluta de la
razón se pone de manifiesto. El siglo XIX será el
escenario de aplicación del liberalismo clásico que
se había tenido en Locke, Hume, Rousseau y
Montesquieu.
Señalamos una pequeña diferencia entre el
liberalismo francés y el anglosajón: el primero es
de corte racionalista e inclinado al estatismo, mientras que el
segundo es más individualista y respetuoso con la
experiencia de la tradición. También es necesario
tener en cuenta para la comprensión del liberalismo la
cantidad de evolución económica por la que
atraviesan los siglos XVIII y XIX con el descubrimiento de las
leyes del mercado y los
presupuestos
elaborados por Quesnay y Adam
Smith.

  • a. El utilitarismo de J.
    Bentham

Bentham funda el utilitarismo apoyado en el pensamiento
liberal. En el utilitarismo se plantea que la utilidad ha de
reemplazar el antiguo derecho
natural y las teorías
del contrato social.
Así mismo, la moral debe ser elaborada sobre hechos
empíricos y no sobre invenciones. El utilitarismo ondea
pues la bandera de buscar lo útil y placentero y evitando
todo posible dolor y sufrimiento. Es así como el deber, el
bien y la justicia no
significan otra cosa que el aumento de la felicidad de los
individuos y de la comunidad, en
términos de incrementar el placer y disminuir el dolor.
Ello da una descalificación de la doctrina moral de la
antigüedad, que exigía una sujeción a los
placeres de la razón para obtener bien y virtud.
También este utilitarismo de Bentham realiza una
crítica a la moral kantiana del deber: "el deber es
indiscernible del interés,
no es algo distinto de aquello por lo que realmente puede
interesarse. El sistema
utilitarista de Bentham afirma que la única diferencia
entre el hombre virtuoso y el vicioso es que el primero
racionaliza los placeres, mientras que el segundo malgasta la
felicidad futura por los placeres inmediatos; es una diferencia
de previsión y de cálculo.

En cuanto a la función
social del utilitarismo tenemos que el principio hedonista
procura una mayor felicidad para el mayor número de
hombres posible. Bentham trata de integrar la utilidad individual
con la utilidad social, lo cual se lleva a cabo con un
cálculo aritmético de dolores y placeres en orden a
la felicidad pública.

El hedonismo en Bentham es de carácter cuantitativo, lo que realmente
interesa en tener placer y evitar dolor en mayor intensidad y
cantidad posible.

  • b. El liberalismo de J. Stuart
    Mill

Jhon Stuart Mill conoció por medio de su padre
James Mill la influencia de Bentham y de los economistas
ingleses, además del socialismo
utópico de Saint-Simon y
el positivismo de Comte.

El soporte de su filosofía es la lógica
inductiva, el fenomenismo epistemológico y la psicología
asociacionista. Mill concibe la libertad
humana de la mano de un positivismo determinista que hace
imposible conciliar las leyes científicas con la libertad
del hombre. Por eso sostiene que las acciones
están condicionadas por estados antecedentes, hasta el
punto que la conducta es algo
previsible.

Mill, al igual que Bentham, se ciñe al sistema
utilitarista, y reconoce en el utilitarismo un carácter de
principio evidente, que no admite demostraciones. Pero a
diferencia de Bentham, introduce el principio de la
determinación cualitativa de los placeres e intenta
demostrar que la moral del deber no es contraria a la moral
utilitaria, sino que puede ser reducida a esta.

En lo social, Mill es considerado como un puente entre
el liberalismo y el socialismo. Prueba de ello es que mientras
para los economistas liberales consideraban como algo natural e
inmodificable la
organización social basada en la propiedad privada,
para Mill la organización social es una forma
histórica variable que puede alterarse para mejorar la
situación de los trabajadores. Mill distingue, a partir de
esto, el sistema de producción, sometido a leyes fijas, y el
sistema de la distribución, en el que se pueden
introducir mejoras en orden a promover la igualdad
social.

  • c. Evolución posterior del
    liberalismo

Podemos considerar la doctrina de Stuart Mill como el
primer puente entre el liberalismo y el socialismo. Realmente la
diferencia entre liberalismo y socialismo es muy pequeña,
casi imperceptible. Radicaría la diferencia entre el deseo
de libertad y la aspiración a una mayor igualdad social.
Alexis de Tocqueville se plantea cómo, en la democracia
moderna, la pasión por la igualdad puede llevar a
despreciar la libertad. Además, en sus obras él
profetizó la aparición de una serie de elementos
sociales que se convierten en un peligro para la democracia: la
polaridad entre dos superpotencias, la sociedad de consumo, la
centralización burocrática, los
totalitarismos.

El liberalismo en el siglo XX adquiere más un
carácter de ideología que de debate
político. Por eso, hoy en día el término
liberalismo expresa el afán de defensa de la
libertad del hombre frente a los planteamientos colectivistas y
totalitaristas. Pero también sabemos que una adecuada
interpretación de la libertad procura un
desarrollo y ejercicio de la libertad verdaderamente
humana.

Principalmente se desarrolla en la América
Inglesa como herencia del
empirismo y
utilitarismo de Locke, Hume y Stuart Mill, pero con
perfeccionamientos dados por el pensamiento vitalista y
biologicista. En el pragmatismo
americano la validez y verdad de un conocimiento sigue
dependiendo de la vinculación de su contenido con la
experiencia; pero, ahora, esa vinculación no significa
sólo procedencia, sino finalidad: no se remite simplemente
a una experiencia pasada sino a una futura. Por eso, el
pensamiento es un fenómeno de la vida y para la vida. Lo
verdadero es lo que expresa la realidad, pero la realidad no es
algo concluso sino que va enriqueciéndose en la medida en
que progresa con nuestra experiencia. De este modo, la realidad
se configura en nuestra conciencia. Y
esta verdad, por lo tanto, nunca es definitiva: cambia a medida
que cambia la utilidad.

Charles S. Peirce volcó el espíritu
pragmatista en el campo de la lógica y la metodología. Peirce entendió con
ayuda del evolucionismo darwinista el pensamiento como actividad
vital, como instrumento de adaptación y de supervivencia.
Por último, Peirce plantea que las consecuencias
prácticas son las que determinan el valor de
verdad de una idea. Si tales consecuencias son idénticas
para distintas ideas, entonces dichas ideas no son más que
formas diversas de decir lo mismo.

William James llevó a cabo la defensa pragmatista
de los valores
espirituales. Concibió el mundo como universo
pluralista, ajeno de todo determinismo. El conocimiento
está encaminado a un fin: para la acción, para la
vida. Por eso, la utilidad es el criterio de la verdad. Pero lo
útil no es sólo lo materialmente beneficioso sino
todo aquello que fomenta el desarrollo y mejora la vida,
individual y social. Para William James, la religión es
benéfica para la vida porque alienta y estimula, educa y
moraliza. En último caso, la religión verdadera
será aquella que mejor disponga a los hombres para la vida
social.

Jhon Dewey ha elaborado un pragmatismo que es
considerado como "instrumentalismo". La verdad, para Dewey, es un
valor instrumental; nuestro conocimiento no crea la realidad
física, pero la configura y la dota de sentido, siendo
este conocimiento un esfuerzo de la vida por orientarse y
acomodarse. La filosofía de Dewey se convierte en
guía de conducta, en condición de la vida: en un
saber de la praxis. El fin
último de este conocimiento es el dominio de la Naturaleza y
la construcción de una realidad social
más perfecta.

En el fondo de todo el pragmatismo late un claro
escepticismo porque sitúa la utilidad práctica como
criterio definitivo de la actividad cognoscitiva. En este mismo
sentido, la verdad práctica se impone sobre la verdad
teórica, pero realmente la verdad práctica olvida
que por sí sola es incapaz de definirse, de valerse por
sí sola. Es así como, la utilidad, en cuanto
criterio absoluto, queda reducida a un concepto
vacio.

 

 

 

 

 

Autor:

Juan David Arias Ibarra

Partes: 1, 2
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