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La grasa que adelgaza: Otra mentira acerca de la obesidad (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

En los seres humanos este factor es de utilidad para los
recién nacidos, quienes están inclinados a las
pérdidas de calor por
razón de su pequeño volumen.
Resultado de la relación existente entre superficie y
grosor y de su regulación térmica, ya que, siendo
inmaduros no pueden titiritar.

Bajo la piel, los
bebés poseen depósitos visibles de grasa parda,
especialmente en la espalda, los hombros y en la nuca.

Tejido cuyo único propósito es el
de generar calor.

Pero, cuando se llega a la edad adulta, las cosas
comienzan a lucir muy diferentes.

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Termogénesis

Autopsias de adultos revelan, o una carencia
total de grasa parda, o cantidades insignificantes de la misma,
mezcladas con grasa blanca.

Lo que resultó en la suposición de
que otros tejidos eran
responsables por la generación del calor cuando fuera
necesario.

Por ejemplo los músculos son capaces de generar calor por
el estremecimiento, y asimismo por la termogénesis no
temblorosa.

Por serendipia, la
grasa parda se descubre

En el año 2002, un nuevo método de
imaginería computarizada para examinar el cuerpo humano
se descubrió, llamado Tomografía de Positrones
Asistida por Computadora (o
PET-TC).

Este procedimiento
envuelve tomar radiografías del individuo
luego de haber sido inyectado con trazadores radioactivos que
detectan zonas metabólicas calientes — un hito de la
presencia de tumores cancerosos.

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Imágenes de grasa parda
activada

Algunas de las imágenes
obtenidas por este método, a veces eran distorsionadas,
por la presencia de constelaciones de motas brillantes alrededor
de las clavículas, los hombros y la espalda.

Vestidos sólo con batas de hospital, los
pacientes tendían a sentirse fríos durante los
exámenes.

Pero, cuando la temperatura
del cuarto se hacía más caliente, las
extrañas motas desaparecían.

Los radiólogos, entonces, empezaron a
sospechar que las motas no eran más que áreas de
grasa parda activadas en respuesta al frío ambiental.

¿Cómo decidieron esta teoría?

Nadie lo sabe, pero lo que sería cierto es
que el interés en
la grasa parda creció de inmediato, y varios grupos de
investigadores comenzaron a estudiarla.

Recientemente una profusión de
artículos se ha publicado demostrando que algunas personas
poseen conglomerados, pequeños y bien definidos, de grasa
parda. Cada uno de estos conglomerados siendo nutrido por
sistemas
vasculares densos y por una red satélite de
tejido nervioso.

Análisis de muestras de este tejido han
demostrado que estos contienen termogenina, sello distintivo de
la grasa parda.

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Termogénesis del recién
nacido

Hoy se acepta, sin reservas, que los adultos de
nuestro género
poseen grasa parda. Y que esta puede activarse bajo ciertas
circunstancias.

El problema es que no todos los seres humanos la
tienen y no todos la activan.

Mientras que solamente números
pequeños de individuos han sido examinados para determinar
su presencia, los investigadores han comenzado a formular
conclusiones tentativas acerca de quienes la pueden tener en la
mayor proporción.

La edad es un factor. En un estudio reciente,
grasa parda metabólicamente activa, se detectó en
la mitad de un grupo de
individuos de edad entre los 15-35 años. Pero estaba
presente en sólo dos de 24 personas de edades 38-65
años de edad.

Lo que es bajo.

También se determinó que aquellas
personas con menos grasa parda tenderían a ser más
gruesas.

¿Podemos, entonces concluir — como
tantos han hecho — que la grasa parda protege contra la
gordura?

Hasta el momento, nadie puede asignarle a este
dilema una relación de causa a efecto.

Existe siempre la otra posibilidad de que la
obesidad
conduce a la disminución de la grasa parda.

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Ratón modificado genéticamente
para no poseer grasa parda

La investigación conducida en algunos animales de
laboratorio,
soporta la idea de que la falta de grasa parda puede que sea
la causa más que la consecuencia de la
obesidad.

Por ejemplo. Ratones modificados
genéticamente para eliminar la termogénesis
demuestran una tendencia a la obesidad. Lo que, para muchos
investigadores significa, que la delgadez — como
condición o estado — es
resultado de una actividad mayor proveniente de la grasa
parda.

Es posible que los genes asignan — a algunas
personas dichosas, en el azar de la lotería
metabólica de nuestra existencia — a ser delgados,
mientras que a otras las consigna a una vida de combatir la
gordura cuesta arriba.

Se conoce, al último respecto, que existe
una diferencia genética
en la cantidad de grasa parda activable que los animales gordos
poseen.

¿Por qué no es posible que sea lo
mismo con los seres humanos? Se preguntan los investigadores.

Lo que presenta la cuestión de:
¿Podemos enjaezar el poder de esta
grasa para disminuir la circunferencia de nuestras cinturas?

Esto puede lograrse — al menos en teoría
— aumentando la cantidad disponible que tenemos de grasa parda,
estimulando su actividad a temperaturas normales, o —
preferiblemente — de ambas maneras.

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Terapia de reemplazo hormonal

Reemplazo
hormonal

Algunos científicos creen que el foco de los esfuerzos
debe de ser en la prevención del decline natural de la
grasa parda que ocurre normalmente, a medida que la gente
envejece.

La mayoría de casos de la obesidad, dicen ellos,
equivocadamente, que aparecen en la edad media y
más adelante. Período de la vida cuando la
actividad de esta grasa comienza a disminuir.

Lo que no es así.

Entonces, — sueñan los investigadores — si se puede
identificar la hormona responsable por este fenómeno
fisiológico, se podría tratar de poner revertir
este proceso.

¿Cuál puede ser esta hormona? Nadie ni lo sabe
ni lo imagina.

Pero existen pistas para seguir, dicen los "expertos".

Algunas de las drogas
utilizadas para el tratamiento de la diabetes,
conocidas como glitazonas o tiazolidinediones, se reconoce que
aumentan la grasa parda en ratas y que asimismo estimulan la
formación de células de
grasa parda humana, en el laboratorio.

Sin embargo, cuando se usan en el tratamiento de la diabetes,
estas drogas no
activan la grasa parda ni causan pérdidas de peso.

Otra manera de intentarlo, es analizando el mecanismo que
causa la grasa parda a activarse cuando la temperatura es
fría.

En animales y adultos humanos esta activación se
estimula por medio de la descarga de la hormona conocida como la
norepinefrina, que interactúa con un receptor en la
superficie de las células llamado el receptor beta-3
adrenérgico.

Los perros y los
roedores pierden de peso cuando se les administran drogas que
estimulan estos receptores. Sin embargo, este efecto no ha podido
lograrse en los seres humanos.

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Puede que así sea porque la mayoría de los
adultos poseen muy poca grasa parda activa en sus cuerpos.

Si nuestras reservas naturales de grasa parda se han agotado,
quizás un enfoque más radical será
necesario: Crear estas células en el laboratorio para que
sean implantadas quirúrgicamente en quienes las
necesitan.

Un grupo de investigadores está analizando un compuesto
llamado proteína morfogénica 7 (PM-7),
también conocido como proteína
osteogénica.

Este compuesto se conoce por sus propiedades en la
estimulación de la formación de huesos y
cartílagos, con una versión, producto de la
ingeniería
genética, ya en uso en la cirugía
ortopédica.

Hace poco tiempo que se
demostró que si células embriónicas,
derivadas de
la médula ósea de ratas eran tratadas, con PM-7 que
éstas se convertían en células grasas
pardas.

Cuando, más adelante, estas células eran
trasplantadas a una cepa especial de ratas que acepta tejidos de
individuos con lo que no están relacionadas, éstas
formaron islas de células de la grasa parda.

Para confirmar este procedimiento, los investigadores, ahora
planean extraer células de grasa blanca, por medio de la
liposucción, para tratarlas con PM-7.

Las células pardas resultantes, serían
reimplantadas en el donante original. A ver qué
sucede.

La liposucción puede que no sea la única fuente
de células grasas pardas.

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Células de grasa blancas

Un equipo de investigadores de la escuela de
medicina de
Harvard ha determinado que durante el desarrollo
embrionario, las células grasas pardas no provienen
del tejido graso, sino que se originan de células
precursoras del tejido muscular.

Los investigadores ya han aislado el gene catalítico de
estas actividades, llamado PRDM-16, que enciende y apaga estas
células y las dirige al sendero de la producción de células de grasa
parda.

Éste representa el regulador principal de la
formación de las células grasas pardas humanas.

Recientemente, un grupo de investigadores
tomó células de la piel de ratones, a las cuales
les agregaron PRDM-16 y otro gene adicional y trasplantaron las
células alteradas en los mismos ratones de donde
provinieran.

En escáneres PET-CT subsiguientes, los
ratones demostraban la presencia de manchas pequeñas en
donde los trasplantes de tejido se habían vuelto islas de
grasa parda.

Ahora se desea determinar si lo mismo
sucedería con seres humanos, ya que se cree que los mismos
mecanismos son operacionales en nuestra especie.

Pero, manipulando la grasa parda, sea esto por
medio de la cirugía o por otros métodos,
puede que no sea algo exento de riesgos. El
incremento del gasto energético en el cuerpo desencadena
un estado de energía metabólica elevado, lo que nos
puede exponer a la acción
de los radicales libres, generados por este mismo proceso, lo
que, concebiblemente puede acelerar el proceso del envejecimiento
y provocar ciertos canceres.

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"Gordos" que son flacos.

Así, que, en lugar de tratar de
incrementar la cantidad de grasa parda artificialmente, con todos
sus riesgos posibles, ¿por qué no hacerlo
exponiéndonos más a menudo a temperaturas
frías o disminuyendo el calor ambiental del lugar donde de
se vive o trabaja?

Estas medidas pueden que resulten en ganancias
netas para nuestra cintura y para el planeta.

A menudo, las temperaturas frías estimulan
el apetito y nos hacen comer más. Y aún no sabemos
qué mecanismos compensatorios, todavía
desconocidos, se despertarán si nos sometemos a cambios
drásticos de nuestra fisiología.

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Cazador nocturno que nunca es gordo.

Que la existencia de la grasa parda en el adulto
de nuestro género se ha establecido es maravilloso, lo que
aún no nos dice es nada concreto
acerca de su importancia.

Lo que es cierto es que este descubrimiento
abrirá, como ya lo ha hecho, una serie de nuevas teorías
y especulaciones terapéuticas para enjaezarlo y ponerlo al
servicio de
planes dietéticos, patrocinados por la industria de
perder de peso, que son, a menudo, insensatos.

¿Es posible que algún día la
figura perfecta provenga del uso de una píldora que
promueva la formación de grasa parda en el cuerpo?

¿Quién lo sabe? Pero, no lo
creemos.

En
resumen

La "globesidad" u obesidad global, como la OMS
caracteriza esta epidemia, es un problema de proporciones enormes
que afecta ambos sexos y a todas las edades.

Como lo hemos demostrado en abundancia, los
factores involucrados en su propagación y presencia son
biológicos, sociales, psicológicos, y
económicos.

Consignarlo, de nuevo, a la esperanza de que una
nueva píldora lo resuelva es una quimera carente de toda
justificación científica.

El rol de la termogenina es el de convertir la
energía derivada de lo que comemos en calor.

Pero, entendamos que ésta fue una
adaptación que permitió a ciertos animales
poder ser activos y cazar
durante las noches frías de los entornos glaciales. No
parece que fuera una adaptación para nuestra propia
especie, ya que se ha demostrado repetidamente, que su existencia
beneficia mayormente a los niños
muy jóvenes y que tiende a desaparecer con el proceso del
envejecimiento normal.

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Bebé: ¿Sin grasa
parda?

Acerca de la generalización de que el
envejecimiento nos hace ganar de peso es una falacia que debe de
ser rebatida ya que ignora el hecho de que es un fenómeno
que no se aprecia en todas las sociedades
humanas y que, cuando se evidencia es porque existen muchos otros
factores asociados que, de ser ignorados, distorsionan el proceso
mismo de la vejez
normal.

Así visto, entonces, el atracón
nocturno del que tanto hemos hablado en mis contribuciones al
tema de la obesidad — y que de acuerdo a ciertas de las
especulaciones que hemos considerado en esta lección —
podría ser entendido como un método
terapéutico para la cura de la obesidad y no la causa de
tantas miserias a nuestra especie, una que es distintamente
diurna.

La grasa parda no puede considerarse
método de tratamiento para la obesidad hasta que este
asunto se haya demostrado de manera conclusiva y contundente.

Y, finalmente, que, de acuerdo a las
especulaciones examinadas, nunca existirían bebés
que fueran obesos.

La evidencia contra esta última
aserción absurda, es apabullante como todos sabemos.

¡Pamplinas!

Fin de la lección.

Bibliografía

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  • Larocca, F: (2007) El patrón
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Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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