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La Ideología del Trujillato (página 2)



Partes: 1, 2

A partir del juramento del nuevo presidente, ocurrido el 3 de
marzo de 1930, se produjo una coalición de banderas
políticas que originó la
confederación de partidos bajo la fórmula
"Trujillo, Presidente; Estrella Ureña, vicepresidente." El
único partido Nacional Horacista, que movilizó su
poderosa militancia y buscó la postulación de
Vicini Burgos. Pero al negarse éste, buscó entonces
la alianza del partido progresista y lanzó la
fórmula "Velázquez, Presidente; Angel Morales,
Vicepresidente". Al convocarse las elecciones para mayo de 1930,
Rafael Leonidas Trujillo dirigió su manifiesto
público aceptando definitivamente su postulación y
señalando entre otras cosas: "no hay peligro en seguirme,
porque en ningún momento la investidura con que pueda
favorecerme el resultado de los comicios de mayo servirá
para tiranizar la voluntad popular a la cual yo sirvo en este
momento y a la que serviré lealmente en el porvenir".

Para su campaña Trujillo realizó un recorrido
por todo el país comenzó por Montecristi. Le
acompañaba Rafael Estrella Ureña y el cacique
Desiderio Arias. Mientras la confederación de los partidos
que auspiciaban su postulación se movía libremente
en campaña, la Alianza Progresiva era la coartada por
grupos de
militares. Tanto Velázquez como Morales tuvieron que
desistir de sus propósitos eleccionarios, al ser
víctimas de un atentado de muerte que los
obligó a tomar el exilio. De esta manera, quedó
abierto el camino para la "Confederación de Partidos",
para sus candidatos, y especialmente para Trujillo. El 24 de mayo
la Junta Central Electoral legalizó el proceso
declarando triunfadores a Trujillo y a Estrella Ureña. El
16 de agosto se juramentaron ambos, constituyendo esa fecha el
punto de partida de la Era.

Política
económica durante la era

Cuando Trujillo asumió el poder, la
situación económica era pésima en todos sus
aspectos. Por un lado las aduanas, las
entidades bancarias y las empresas
importantes eran controladas por los inversionistas de Estados Unidos.
Por otro lado el Estado no
contaba con reservas monetarias, a lo que se añadieron los
efectos económicos que produjeron el ciclón de San
Zenón y la depresión
económica mundial de 1929. La situación dio lugar a
que el gobierno
promulgara una ley de emergencia
en 1933, a través de la cual procuró negociar en
1934 el reajuste de la deuda externa.
Con ambas medidas comenzó a delinearse la política
económica del gobierno, explicada como "un sistema
capitalista particularizado" que descendió al nivel de
propiedad
personal, pues
Trujillo fue convirtiéndose en el gran propietario
territorial al mismo tiempo que
hacía de la dictadura el
instrumento para llevar a cabo su empresa
económica dentro de un marco jurídico. Al respecto
se ha señalado que el gobierno era sólo el servidor legal de
la empresa; el ejército, la policía de la empresa; y el
territorio nacional el ámbito de la misma, y el pueblo era
el trabajador, el productor y el consumidor
forzoso de esa empresa.

Como lo agropecuario era la base de la economía dominicana, el gobierno
trazó un plan de fomento
agrícola que incluyó la creación del
servicio de
investigaciones en la rama, y un sistema de
colonización agraria a base de colonos nativos e
inmigrantes que procedían en su mayoría de Europa. El
proceso de mejoras agropecuarias llevó a que le
régimen se lanzara a la expropiación violenta de
las tierras y los bienes de sus
adversarios.

En el plano financiero, la política de Trujillo
se manifestó desde los años 30 por un deseo de
autonomía respecto de los Estados Unidos. Ese deseo
comienza a percibirse en 1932 cuando se sustituye el dólar
por la circulación del peso dominicano equiparado con
este. El primer banco de capital
nacional creado por el gobierno fue el Banco de Reservas,
establecido mediante la compra de las sucursales del National
City Bank. El Banco de Reservas comenzó sus operaciones con
un millón de pesos con un carácter comercial y depositario de los
fondos oficiales. En 1947 se produjo la creación del Banco
Agrícola e Hipotecario con muy variadas funciones, tales
como la de "efectuar créditos a corto plazo destinados al
fomento de la agricultura,
la ganadería
y las industrias, y de
manera especial a favor de personas de modesta capacidad
económica". A la creación de estos bancos
siguió la de otros que operaban con capital nacional como
el Banco Central y el Banco de Créditos y Ahorros. Estas
entidades mejoraron de manera notable las actividades comerciales
y transformaron el sistema económico, pero la mayor parte
de los beneficios eran depositados en las cuentas
particulares de Trujillo como monopolizador que era de los
negocios
dominicanos. Estas monopolizaciones tenían que ver en
parte con los productos de
consumo
nacional: la carne, la leche, la sal,
el arroz, la explotación de madera, etc.
en algunos casos Trujillo no se adueñó totalmente
de ciertas producciones, como ocurrió con la carne y la
leche, dada la tradicional fortaleza de los terratenientes y
hacendados de la sociedad
dominicana; pero en cambio,
reguló con exclusividad de su distribución a través de la Central
Lechera Dominicana y de la Ganadería Industrial
Dominicana. Para monopolizar la distribución de la carne y
la leche, Trujillo acudió a la promulgación de
leyes para
eliminar los competidores; como también acudió a la
ley para incrementar la producción de arroz, alimento básico
del pueblo dominicano. La mayor parte de este renglón de
consumo era importado. Trujillo puso un fuerte impuesto a la
importación mientras dedicaba extensas
áreas de terrenos expropiados a su siembra. No solamente
logró con el arroz el abastecimiento interno, sino unos
excedentes que permitieron ampliar el comercio de
exportación. A través de un
pequeño cabotaje, Trujillo también
monopolizó las exportaciones.

El plan trazado por el gobierno de Trujillo para el desarrollo
económico abarcó el sector industrial que fue
nacionalizado, ampliado y particularizado. Del sector industrial,
el área azucarera estaba manejada casi exclusivamente por
empresas extranjeras. Trujillo decidió tener el control de los
ingenios my creó la ley de defensa del azúcar
que le permitía adquirir la mayoría de las
centrales azucareros, lo cual logró a base de fuertes
impuestos y de
una inmensa campaña de presión.
"La culminación de la campaña de Trujillo
adivinó la compra del emporio West Indian Sugar a fines de
1956 y la ratificación de esa operación en enero
del 57". Fueron cinco ingenios comprados por Trujillo, más
el Santa Fe, de la South Porto Rico Sugar. Las empresas de
Trujillo, Azucarera Haina, Azucarera Nacional y Azucarera Yaque,
pasaban a controlar desde entonces catorce de los
dieciséis ingenios existentes.

El incremento de las zonas cañeras en el área de
Santo Domingo produjo un efecto contrario al programa de
"dominicanización", ya que conllevó la
contratación de miles de braceros haitianos para ser
utilizados durante el corte de la caña. Muchos de esos
braceros no regresaban a su país, y al quedarse en el
territorio nacional provocaban el aumento demográfico. La
utilización de haitianos en la industria
azucarera demuestra que el "nacionalismo"
de Trujillo estaba condicionado a sus intereses particulares.

Paralelo a la monopolización del azúcar, se
tendió a cubrir otros aspectos industriales de gran
significado, pues se procuraba siempre sustituir la
importación, auspiciando las necesidades internas. Para
los últimos años de la década del 40, y
durante la década del 1950, los establecimientos
industriales no solo se triplicaron en comparación con
otros períodos, sino que cubrieron renglones variados:
alimentos,
bebidas, cigarros, textiles, impresos, muebles, calzados,
máquinas, vidrio, corcho,
productos minerales,
artículos eléctricos, construcción y reparación de
materiales de
transportes, etc. la mayoría de estas industrias operaban
ya como compañías privadas (cuyos gerentes o
propietarios representaban casi siempre los intereses de los
Trujillo) o bien compañías del estatales. De todas
maneras la industrialización permitió el que
desarrollo
capitalista se moviera en dos direcciones. Por un lado
aumentó la fortuna del tirano y de sus familiares, y por
otro lado amplió algunos niveles sociales polarizado en
dos grupos: el proletariado y la burguesía. Ambos
determinaron una correlación entre las relaciones de
producción y el aglutinamiento social de diferentes
grupos, cuya estructura
real se percibió con mayor claridad luego de derrocado el
régimen del trujillato. La industrialización
también provocó un aumento poblacional
desproporcionado en Santo Domingo, al propiciar el éxodo
de habitantes de diferentes lugares del país a dicha
cuidad, por concentrarse en ella la mayoría de las
industrias.

El desarrollo
educativo

Hay que destacar que dos aspectos del desarrollo educativo
producidos durante la Era de Trujillo. Apreciar la estructura del
sistema de enseñanza, y tomar en cuenta que al lado de
la instrucción o formación académica se
desarrollaba una orientación o formación de
variados matices. La educación fue
ampliamente expandida y sus mejores logros se relacionaban al
interés
que mostró el gobierno para dotarla de los mejores
medios y
recursos,
empezando por el humano. En un principio, la superintendencia
general de la enseñanza estuvo bajo la dirección del humanista dominicano Pedro
Henríquez Ureña, y llegó a contar con
equipos técnicos de planificación que como la misión
chilena dotó a la
organización y programación educativa nacional de la
filosofía más avanzada en América. La expansión educativa y
sus mayores logros tuvieron que ver con la edificación de
recintos escolares, y con una amplía campaña de
alfabetización. Aunque los resultados de dicha
campaña fueron exagerados por la propaganda,
puede pensarse que mejoraron el nivel de la sociedad.

Estructuralmente, el sistema
educativo comprendía los niveles primarios, intermedio
y secundario. El planeamiento
respondía al modelo creado
durante el período de la intervención de 1916-1942,
pero con algunas variantes como lo fue la enseñanza
especial que mereció la atención y el interés gubernamental
en conformidad con el planteo de algunas demandas acrecentadas
durante la Era. Entre los tipos de enseñanza especial
estaba la vocacional que respondía a la necesidad de
obreros técnicos; la educación dirigida
hacia la formación diplomática; y la
educación en oficios y bellas artes.
Otra variante fue la enseñanza para la formación
de maestros, ampliada cuantitativamente para complementar el
crecimiento de la escolaridad, cuyos resultados no fueron tan
buenos desde el punto de vista cualitativo. Innovaciones
significativas fueron las academias militares, en especial la de
cadetes, para las cuales se escogieron los mejores maestros de
todo el país; y la escuela para
trabajadores, denominadas "Universidades Libres" y cuyo
planeamiento obedecía a un horario nocturno. En
líneas generales, la enseñanza conlleva un
régimen disciplinario riguroso que envolvía tanto a
escuelas públicas como privadas. Lo disciplinario
incluía el adoctrinamiento como en el caso de las escuelas
primarias, y la sumisión como en los casos de los niveles
intermedios y secundarios. Aunque los programas
comprendían una gama variada de conocimientos
científicos y humanísticos bien planeados, un
objetivo
primordial era lograr la adhesión al régimen a
través de mecanismos trujillizantes infiltrados,
traspuestos y obligados mediante un clima educativo y
algunos tópicos de los programas de la metodología de la enseñanza. En este
sentido puede señalarse que la educación era
anti-democrática debido al fomento exclusivo del
trujillismo en las aulas, y anticientífica, porque no se
ajustaba a un análisis racional o sociológico.

El aseo, la uniformidad y la puntualidad eran reglas
disciplinarias como el canto escolar al izar la bandera, las
marchas, los concursos literarios, y la celebración de
efemérides. En la dirección de cada plantel
escolar, en las entradas, en los pasillos y los salones de
clases, el retrato de Trujillo era parte primordial de lo
trujillizante, que por lo regular también se fomentaba
constantemente en clases. Cada maestro al iniciar la
enseñanza solía escribir una idea alusiva a
Trujillo o a su Era conjuntamente con la fecha, mientras que en
el patio grupos de estudiantes ejercitaban marchas militares. Por
otra parte, en algunos salones el tema del día era la
lectura de
composiciones al Benefactor, como parte del nacionalismo
chauvinista que se fomentaba, y que siempre tendió al
cultivo sistemático del odio contra el revolucionario o el
opositor exiliado, pero en especial "dirigido a crear un estado
psicológico de guerra contra
la vecina república de Haití", lo que servía
al régimen "para justificar la existencia de un ejercito
de más de 20,000 hombres como para mantener explotadas las
masas trabajadoras negras". La contraparte al antihaitianismo
fomentado por la vía de la enseñanza lo era la
propaganda unilateral de la hispanidad, respecto de la cual
opinaba el mismo Trujillo: "En nuestra asociación
íntima con España,
fuente de donde brotan las energías espirituales y el
vigor inexhausto que nos permitirían construir un bloque
invulnerable a toda filtración foránea, reside no
solo en nuestra propia salvación sino también, en
parte escencialísima, la de todo el Occidente cristiano.
De ahí la necesidad de que no haya ese frente fisuras por
donde pueda el comunismo, y de
ahí también el deber que tenemos de eliminar todas
las diferencias que puedan existir entre nuestros países y
la Madre Patria, como consecuencia de discrepancias
ideológicas o situaciones forzosamente pasajeras". Estos
criterios explican en parte la insistencia en blanquear los
caracteres de la negritud dominicana mediante programas donde el
hispanismo no solamente quedo en la propaganda ideológica
y en nexos estrechados con el régimen del franquismo
español,
sino en el fortalecimiento de los valores
hispánicos a base de atraer refugiados y emigrantes
procedente de la Madre Patria. Los refugiados influyeron
notablemente en la enseñanza
universitaria.

La educación universitaria mereció durante la
Era una atención prioritaria dentro de la
programación cultural y el planeamiento educativo. El
gobierno no solo se empeñó en restituirle
históricamente el rango de universidad
primada, sino que la edificó como recinto,
dotándola tanto de un conjunto de modernos edificios como
de buenos recursos didácticos. Bajo la orientación
del educador Julio Ortega Frier la universidad alcanzó una
reorganización académica notable, aunque no
escapó de la manipulación trujillizante. Una
asociación de estudiantes universitarios (ANEU), surgida
en 1928, fue convertida para los años 1940 en una Guardia
Universitaria: un cuerpo militarizado que debía pertenecer
todo estudiante que ingresara al recinto.

La universidad le otorgó a Trujillo el doctorado
en honoris causa, aparte de que poseía el nombramiento de
catedrático en economía, el cual nunca
ejerció. Con su impulso o desarrollo, la Universidad de
Santo Domingo era una institución que tenía "ritmo
seminario
conventual" y donde la enseñanza estaba "anquilosada por
la mordaza política que impedía toda
discusión de temas que pudieran despertar
inquietudes".

La iglesia

El gobierno de Trujillo se convirtió en un
auspiciador cultural al buscar a través del fomento de los
diversos medios socioculturales en una adecuación
trujillizante. Aparte del medio educativo, el trujillismo
ideológico se valió de la iglesia, a la
cual manipulaba mediante el patrocinio de edificaciones
eclesiásticas y del respaldo que le dio a la
clerecía trayendo misiones de religiosos extranjeros con
las cuales reforzaba el catolicismo dominicano, la
dominicanización de la frontera y la
hispanidad, ya que los misioneros, en su gran mayoría,
procedían de España. Lo religioso quedo al
solidificar el culto a Trujillo, amén de que el laicismo
escolar introducido por Hostos fue sustituido por la
obligatoriedad de la catequización en el sistema
educativo. Puede señalarse que la manipulación
trujillista tendió a estrechar "los elementos religiosos y
políticos hasta la confusión", y que representantes
eclesiásticos se subordinaron al rejuego político
del régimen, hasta que fueron surgiendo las discrepancias
que enfrentaron la función
pastoral de la iglesia y los requerimientos cada vez más
exigentes del Estado. Pero esta discrepancia hay que entenderla
en el cauce de la crisis que en
los últimos años fue socavando aceleradamente al
trujillismo.

La situación se tornó mucho
más delicada para la tiranía cuando el clero
cambió su oposición a partir de la llegada del
nuevo Nuncio Papal, Arzobispo Lino Sanani, quien se había
destacado en Argentina por su lucha contra el régimen de
Domingo Perón. La
iglesia enfrentó la tiranía el 31 de enero con una
famosa pastoral, leída en todos los templos en que se
manifestaba su oposición a las represiones
políticas y el rompimiento de la alianza que habían
mantenido con el tirano.El dictador reaccionó airado,
Trujillo profirió insultos en contra de los religiosos y
organizó turbas que se dieron la tarea de agredir verbal y
hasta físicamente a los sacerdotes y a templos
religiosos.

Los medios de
comunicación

En el año que Trujillo asciende al poder uso los medios de
comunicación existentes para difundir su poder por
medios eficaces como lo fue la radio la
prensa
escrita, la
televisión, etc. como medio de comunicación la prensa estaba en poder
directo del Estado y era un mecanismo efectivo de propaganda que
enaltecía el personalismo de Trujillo. A través del
periodismo se
trazaban pautas, se lanzaban consignas y toda información era ajustada cuidadosamente al
programa ideológico trujillista. Los tres
periódicos de circulación nacional eran El
Listín, La Información y La opinión. Pero
también la prensa escrita asumía una
política requisitoria frente a los ciudadanos vistos como
desleales y funcionarios caídos en desgracia frente al
régimen, o se cerraba todo tipo de información que
pusiera en entredicho al Estado.

Como los periódicos, parecida era la función
radial introducida antes de la Era y cuyos programas
asumían mucho mejor la ofensiva propagandista y
doctrinera. En la radio la música laudatoria era
constante y como la danza era
Gloriosa y los merengues Salve San Cristóbal y
déjenlos que lleguen hablaban del tirano, de sus logros
como estadista y de su ideología política.

EL Racismo Contra Los
Haitianos su Historia, lo Legal y lo Justo

En República
Dominicana un grupo de
ensayistas trabaja en la deconstrucción de los
íconos tradicionales de la identidad
heredados del pensamiento
imperial eurocéntrico/colonizador que incidió en
las élites criollas, así como en el análisis
de la ideología trujillista, cuyos expositores se
apropiaron de dicho imaginario. Las discusiones sobre la historia en el ensayo de
esta antilla giran en torno al
antihaitianismo, la hispanofilia, el nacionalismo esencialista y
el racismo,
elementos que han sido centrales para una buena parte del
género
desde el siglo XIX y que continúan siéndolo desde
nuevas perspectivas y reconceptualizaciones.

Andrés Mateo, Odalis G. Pérez, Miguel
Pimentel, Néstor Rodríguez, Silvio Torres Saillant
y Miguel de Mena abordan los temas del blanqueamiento de la
sociedad dominicana y de la genealogía nacional, que ha
venido a plantearse de manera más abierta a partir de los
años setenta. Estos concuerdan en que el antihaitianismo
fue uno de los pilares de la ideología nacionalista y del
trujillismo. Su origen se remonta a los inicios del siglo XIX
como fruto de las diversas incursiones bélicas de
Haití a República Dominicana y de la
invasión de la antigua Saint Domingue a la otra parte de
la isla durante los años 1821 al 1844. Por ese motivo, el
discurso
desarrollado por los intelectuales
dominicanos que combatían el poder haitiano derivó
en uno racista, excluyente del otro, más negro en su
formación, aunque conviviera con él debido a las
diversas migraciones haitianas a la Isla. Como consecuencia de la
conflictiva relación entre ambos países y su
frontera, surgió una retórica defensora de una
nacionalidad
blanca, católica e hispanófila, en oposición
a la cultura
haitiana, que hizo crecer la visión indigenista que
sustentaron autores como Manuel de Jesús Galván en
su clásica obra Enriquillo. Según apunta
el historiador puertorriqueño Pedro San Miguel, a
raíz de los conflictos con
los haitianos, se estableció una dicotomía entre
los habitantes de las dos naciones, "en prácticamente
todos los niveles de la sociedad: al vodú haitiano se
opuso el catolicismo; ante el creole hablado en la parte
occidental, se levantó el idioma español de la
parte oriental; a la negrura haitiana se opuso el mulatismo y la
blancura dominicana". La recuperación del territorio fue
vista como una épica similar a la de la reconquista
española, inscrita en una visión
castellanófila de la historia, noción que tomo de
Inman Fox en La invención de España. Se
produjo así un discurso etnocéntrico que ignoraba
la realidad de "la imprecisión de los grupos raciales en
el Caribe", en concordancia con las taxonomías sobre la
raza elaboradas por el positivismo.
Con ello la modernidad
periférica se adueñaba de los mitos e
íconos culturales de la metrópoli.

"La hispanidad se convirtió en un mito
gigantesco, que convivía en la cotidianidad de la mentira
institucional de la dictadura", afirma el escritor Andrés
Mateo en su libro de
ensayos Al
filo de la dominicanidad
(1996), al referirse al discurso
prevaleciente en la era republicana. Este observa que
varios elementos configuran la invención de lo
dominicano:

"Primogénita de las Provincias ultramarinas de
España (…) Raíz de la hispanidad en el
Continente Americano (…) Primer asiento de europeos en las
tierras recién conquistadas (…) Primer solar
americano en que se cantó la Santa Misa Católica
(…) Asiento glorioso de la primera catedral americana
(…) Faro del saber en que se fundó la primera
Universidad del nuevo mundo (…) Primer cabildo americano
(…)

  El autor alude a los hechos que otorgaron un
papel seminal a la Isla durante la colonización y como
estos se convirtieron en elementos fundadores de lo nacional, de
sus relatos épicos y de su
historiografía.

Este importante escritor también ha resaltado el
interés que tiene el aspecto sexual en la
conformación de la dictadura y su imaginario. Mateo
señala que "La manipulación sexual de la figura
varonil de Trujillo, y su papel en la construcción del
mito, no ha sido estudiado en absoluto, aunque desde el principio
los publicistas del proyecto tejieron
una leyenda ambigua sobre la figura del "macho", que le
atribuía a su influencia sobre las masas un contenido
sexual". Coincide de esta forma con Miguel Pimentel, quien en su
libro Poder y política en la era de Trujillo
(1995) destaca que el dictador "se concebía a sí
mismo como el Padre de la Patria y el "macho nacional" que
tenía a su disposición a toda mujer". Partiendo
de La voluntad del saber de Michel Foucault,
Pimentel analiza la relación entre lo erótico, la
nación
y la figura del dictador que encierra a la familia en
una sola versión, la heterosexual, rasgo común de
los regímenes totalitarios, declara. En el álbum de
lo nacional dominicano se inscribió lo que Nelly Richard
denomina "la sublimación viril del mando".

En unión a esta visión patriarcal, el
etnocentrismo atravesó tanto la obra pública de
Trujillo como las prácticas discursivas de Joaquín
Balaguer. "Haití ha dejado de constituir para Santo
Domingo un peligro por razones de orden político. Pero el
imperialismo
haitiano continúa siendo una amenaza para nuestro
país, en mayor grado que antes, por razones de
carácter biológico", declaró en La isla
al revés: Haití y el destino dominicano,
obra
publicada en el año1983, justificando el nacionalismo
excluyente del dictador. "Toda la filosofía de la historia
de que se acompañó para su legitimación la "Era de Trujillo",
enarbolaba el nacionalismo, y clasificó en gestas
concretas (…) una cierta ética del
poder que lo presuponía", destacó Andrés
Mateo . Arturo Peña Batlle, el más importante
intelectual orgánico del régimen después de
Balaguer, por ejemplo, alabó el dominicanismo en la gesta
gubernamental de Trujillo al hablar de la deuda externa. El
historiador Roberto Cassá ha validado las distintas
gestiones que desde esta postura realizó el dictador,
aunque no con interés de rendirle tributo sino de definir
su dominio como
paternalista.

Los archivos
históricos de la nación,
las memorias y lo
identitario se nutren de estos ejes: antihaitianismo,
hispanofilia y racismo, concuerda Néstor Rodríguez,
escritor de la diáspora, en su obra La isla y su
envés
(2003), título que parafrasea el
nombrado texto de
Balaguer y en el que nos recuerda que éste no fue
sólo intelectual, sino hombre de
acción
que validó la matanza de haitianos de 1937.
Basándose en escritos de Jacques Derrida, Hommi Bhabha y
Etienne Balibar, éste asevera que la ciudad trujillista
está desierta, pues sus arcontes están
"incapacitados para dominar como antes el debate en
torno a la identidad dominicana". Ya es imposible sostener la
celebración de un mestizaje entre el elemento
ibérico y el indígena, excluyente del africano,
como el que se aprecia en la retórica empleada en la
poesía
"Anacaona" de Salomé Ureña, poeta fundadora de lo
nacional, afirma adscribiéndose al análisis de
Doris Sommer en su libro Ficciones
fundacionales
.

Silvio Torres Saillant, defensor de una epistemología caribeña opuesta a los
discursos
eurocentristas, y sostenida en las figuras de Franz Fanon,
José Martí y
Fernández Retamar, entre otros teóricos de la zona,
critica el discurso de Manuel Núnez expuesto en el libro
El ocaso de la nación dominicana. Reconocido
intelectual de la diáspora radicada en los Estados Unidos,
ataca severamente estas posiciones que entiende valida
Núñez y coincide con la postura de Odalis
Pérez, autor residente en la Isla, quien en su libro
La ideología rota también hace un extenso
análisis de esta obra. Torres Saillant denomina vandalismo
epistemológico al pensamiento elaborado por Balaguer y sus
seguidores intelectuales. "El trujillato", dice nos puso a todos
a creer que descendíamos directamente de los
conquistadores aunque la evidencia de la piel nos
vinculara a los esclavos" .

Lo racial, como vemos, conforma el factor más
importante de la discusión de estos ensayistas en torno a
la historia, la gesta de Trujillo y el nacionalismo. Se
intersecta, además, con la masculinidad, es decir, con el
género, con el sexismo, que es la más
difícil de desarraigar de todas las formas del
esencialismo, asevera el sociólogo francés Pierre
Bordieu en su trabajo sobre
la dominación masculina.

La igualdad de
los hombres y las mujeres ante la ley, independientemente de su
origen o color; el
concepto de
que los seres humanos somos todos iguales, parece que no
está muy claro, no sólo en las clases altas de los
países ricos, sino también en las clases altas,
medianas y bajas de los países pobres: es un
fenómeno socio-jurídico, que parece ocurrir en
la
República Dominicana, donde históricamente
hay un sentimiento de xenofobia contra los
haitianos, los cuales son considerados por muchos como seres
inferiores y tratados como
tales.

Para Adolfo Hitler y
sus teóricos de la genética(eugenesia), la presencia de razas
inferiores en la nación llamada a ser la metrópolis
del mundo, era un riesgo
inaceptable. Por esa razón se procedió a la
eliminación de los elementos "contaminantes de la raza
aria": los judíos.
Para los supremacistas blancos norteamericanos de los años
60, el aumento de la población afro americana y la
proliferación de activistas de derechos civiles que
pregonaban la igualdad de derechos entre negros y blancos eran un
peligro para la sociedad, por ello procedieron a formar el Ku
Klux Klan, una organización secreta destinada a intimidar
y eliminar físicamente a negros y activistas
blancos.

a) El Caso Dominicano:

I. Su turbulenta Historia:

La República Dominicana y Haití, que
comparten la isla de La Hispaniola, nunca han sido los mejores
vecinos. Con una historia marcada por el antagonismo mutuo y el
conflicto, las
dos poblaciones se han observado durante mucho tiempo con recelo.
Incluso ahora, con unas relaciones relativamente cálidas
entre sus gobiernos, los dominicanos y los haitianos
todavía tienen que superar este legado de hostilidad y
desconfianza.

Muchos dominicanos, temerosos de la enorme pobreza y el
sistema
político disfuncional de Haití, consideran que
su país se ha llevado injustamente la peor parte del
éxodo haitiano. Según una encuesta
publicada en una revista local
hace unos años, el 75 por ciento de los dominicanos
apoyaba la repatriación de la población haitiana,
mientras que sólo el 5 por ciento pensaba que los
haitianos eran "útiles" para el país. Sin embargo,
la agricultura dominicana y, en los últimos años,
la industria de la construcción dependen considerablemente
del empleo de
trabajadores haitianos. La propia supervivencia de la industria
azucarera, la segunda fuente más importante de ingresos por
exportación (después de la minería)
en la República Dominicana, emplea a muchos de miles de
cortadores de caña haitianos que trabajan por poco
dinero en
condiciones terribles.

b) Las poblaciones haitiana y
dominicana

Con unos siete millones y ocho millones y medio de
habitantes, respectivamente, Haití y la República
Dominicana son ampliamente comparables por el tamaño de su
población, pero Haití sólo tiene la mitad de
superficie que su vecino. Las diferencias
lingüísticas, culturales y las raciales percibidas
entre las dos poblaciones cristalizaron durante la época
colonial, cuando la República Dominicana estaba colonizada
por los españoles y Haití por los franceses. Los
haitianos de habla créole son descendientes de esclavos
africanos, mientras que los dominicanos-que también tienen
antepasados africanos-hablan español y muchos afirman
descender de españoles o europeos. A pesar de que no
existe una clara división racial entre los dos
países, la población haitiana se considera en
general "más negra" que la de la República
Dominicana.

En 1947 el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo,
ordenó matar a miles de haitianos que residían en
nuestro país, e importó comunidades enteras de
familias japonesas, turcas, húngaras y españolas
con la solapada intensión de "mejorar la raza".
Dada la existencia de 380 kilómetros de frontera entre los
dos países y las continuas dificultades políticas y
económicas en Haití, es improbable que pierda
importancia la cuestión de la inmigración haitiana. (No existen cifras
confiables sobre el número de haitianos y
dominico-haitianos que viven actualmente en la República
Dominicana, y se trata de una cuestión
polémica).-

Numerosas reivindicaciones históricas reales y
percibidas complican las relaciones entre dominicanos y
haitianos. Los dominicanos, por ejemplo, siguen resintiendo el
gobierno haitiano de su país durante 22 años, un
período descrito como duro y opresivo. Las luchas
anticoloniales tuvieron lugar en ambos lados de La Hispaniola a
principios del
siglo XIX. Los haitianos expulsaron a los franceses en 1804,
mientras que los dominicanos proclamaron su independencia
de España en 1821. Este período de autogobierno en
lo que ahora se conoce como la República Dominicana
(entonces llamado Santo Domingo) duró muy poco, sin
embargo. Al año siguiente, el ejército haitiano
invadió la parte oriental de la isla y la ocupó
hasta 1844. El héroe de la independencia dominicana, Juan
Pablo Duarte, lideró a las fuerzas que expulsaron a los
ocupantes haitianos y estableció la independencia de la
República Dominicana. La República Dominicana y
Haití no llegaron a una paz frágil hasta la segunda
mitad del siglo XIX, cuando acordaron delimitar la frontera que
divide la isla esto revelo que el el patriotismo dominicano se
erigió sobre la base de un concepto vago que
históricamente ha venido a llamarse
antihaitianismo.

Un testimonio histórico lo tenemos en el
fallecido Dr. Joaquín Balaguer, "un cortesano de la era de
Trujillo" quien gobernó República Dominicana
durante casi la misma cantidad de años que el dictador
bajo la misma línea conservadora, teorizó su
desprecio racista contra los haitianos argumentando que
los dominicanos aprendieron de los haitianos el robo y el
pillaje. es en su obra "La Isla al Reves",
donde estas
doctrinas falaces, siendo fuertemente criticado por los
intelectuales e historiadores, ya que todo que lee dicha obra con
facilidad puede prejuiciarse. En vista de esta historia
turbulenta y de las versiones distorsionadas de ésta
divulgadas en las escuelas y los medios oficiales desde los
tiempos de Trujillo — algunos dominicanos no dudan aún en
percibir una amenaza haitiana a la integridad territorial del
país. Incluso después de la abolición de las
fuerzas armadas haitianas, el recuerdo persistente de la
invasión haitiana sigue alimentando la paranoia
antihaitiana.

c) Prejuicio
racial y "antihaitianismo"

El prejuicio racial está profundamente enraizado
en la República Dominicana. Con la independencia, los
nacionalistas empezaron a establecer una identidad dominicana
independiente, definida en gran parte en solidaridad
contra la percibida amenaza haitiana. Los dominicanos
nacionalistas se autodenominaron "hispanos" y calificaron a los
haitianos de "negros," una distinción basada en el
prejuicio que ignora la diversidad racial de su país, e
intentaron enfatizar su distancia racial y cultural con
Haití. En consonancia con dichas opiniones, los
nacionalistas dominicanos pusieron rápidamente en marcha
iniciativas para "mejorar" el linaje dominicano mediante el
fomento de la inmigración europea.

Las primeras leyes de inmigración eran claramente
discriminatorias, con controles estrictos para limitar la entrada
de inmigrantes que no fueran de origen caucásico. El
General Rafael Trujillo, el dictador dominicano que asumió
el poder poco después de la ocupación
estadounidense, hizo alarde de su racismo y dejó claro que
consideraba inferiores a los haitianos. En 1937, con un brutal
abuso de poder, ordenó al ejército que masacrara a
todos los haitianos hallados fuera de las plantaciones de
azúcar. Las estimaciones de las bajas varían, pero
hasta los recuentos más conservadores reconocen que fueron
asesinados miles de haitianos.

Durante mediados del siglo XX, Trujillo alimentó
a la población dominicana con un régimen constante
de propaganda antihaitiana, y utilizó las escuelas y los
medios de
comunicación para divulgar estas ideas. Trujillo se
proclamó el defensor de la identidad
nacional y plantó las semillas de estereotipos sobre
los haitianos que se mantienen hoy en día en el discurso
cotidiano de la República Dominicana.

El compinche de Trujillo, Joaquín Balaguer, que
heredaría finalmente la presidencia, emprendió
ataques racistas similares y describió al haitiano como
"generador de pereza" quien es "indolente por naturaleza y
no aplica ningún esfuerzo especial a nada útil a no
ser que se vea obligado para obtener su subsistencia por ese
medio. Incluso ahora, las expresiones del sentimiento
antihaitiano son comunes en todos los niveles de la sociedad. La
llegada de inmigrantes haitianos, un objetivo popular para el
resentimiento, suele calificarse de amenaza a la soberanía nacional. Las declaraciones
inflamatorias por parte de funcionarios del gobierno, tales como
la ahora tristemente recordada llamada del ex presidente Balaguer
a todos los dominicanos para que establecieran una "unión
sagrada" contra una "invasión pacífica" de los
trabajadores inmigrantes haitianos, son un sello habitual de la
cultura política nacional. Los que simpatizan con la
terrible situación de los haitianos suelen calificarse de
antidominicanos. A parte de discriminar a los ciudadanos
haitianos, muchos dominicanos asumen que todas las personas de
raza negra son haitianos, o tienen sangre haitiana,
lo que se observa con el mismo resentimiento.

También se cree con frecuencia que todos los
trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar
y todos los residentes en bateyes son haitianos, aunque el
conjunto de la mano de la obra en la industria azucarera y la
población de los bateyes son étnicamente diversos,
lo que incluye segundas y terceras generaciones de
domínico-haitianos y hasta dominicanos sin ascendencia
haitiana. A pesar del evidente legado de racismo del país,
el gobierno dominicano se ha negado obcecadamente a reconocer el
problema.

En informe a
organismos de derechos humanos
intergubernamentales, por ejemplo, en lugar de comprometerse a
combatir el racismo, el gobierno niega la existencia de la
discriminación racial contra los haitianos.
En un informe típico, el gobierno informó al
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU en 1999:
"cabe señalar la inexistencia de prejuicio racial [en la
República Dominicana]… siendo incierto del todo el
discrimen que falsamente se supone contra los haitianos que
habitan el país. Ese argumento carece totalmente de
fundamento.

d) Lo Legal. Normas
internacionales de derechos humanos

La República Dominicana ha ratificado todos los
principales tratados
internacionales y regionales relativos a la protección
de los derechos humanos. Ha aceptado la competencia del
Comité de Derechos Humanos de la ONU, el organismo
encargado de supervisar la implementación del PIDCP,
permitiéndole que conozca denuncias individuales de
violaciones. Desde 1999, el gobierno dominicano también ha
reconocido la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el intérprete
autorizado de la Convención Americana. No ha ratificado,
sin embargo, ninguno de los tratados relacionados
específicamente con la protección de los
trabajadores inmigrantes.

e) El Codigo Penal y
la Ley 24-97: ¿contra el racismo?

Hasta la puesta en vigencia de la ley 24-97, compuesta
por 12 artículos, modificó y adicionó,
además de derogar varios artículos del actual
Código
Penal, introdujo por primera vez el tipo penal de
discriminación, articulo 9, modificando los
artículos 336,337 y 338, definiendo la misma cómo:
"… toda distinción realizada entre personas
físicas en razón de su origen, edad, de su sexo, de su
situación de familia, de
suestado de salud, de sus
discapacidades, de sus costumbres, de sus opiniones
políticas, de sus actividades sindicales, su
ocupación, de su pertenencia o de su no pertenencia,
verdadera o supuesta, a una etnia, una nación, una
raza o una religión determinada. Constituye
igualmente una discriminación toda distinción
realizada entre las personas morales en razón del
origen
, de su edad, del sexo, la situación de familia,
el estado de salud, discapacidades, las costumbres, las opiniones
políticas, las actividades sindicales, la pertenencia o no
pertenencia verdadera o supuesta a una etnia, una
nación, una raza, o una religión determinada
de los miembros o de alguno de los miembros de la persona moral.

La discriminación definida en el artículo
precedente cometida respecto de una persona física o moral se
castiga con prisión de dos años y cincuenta mil
pesos de multa, cuando ella consiste en:

1.-Rehusar el suministro de un bien o un servicio; 2.-
Trabar el ejercicio normal de una actividad económica
cualquiera; 3.- Rehusar contratar, sancionar o despedir una
persona; 4.- Subordinar el suministro de un bien o de un servicio
a una condición fundada sobre uno de los elementos
previstos en el artículo precedente; 5.- Subordinar una
oferta de
empleo a una condición fundada en uno de elementos
previstos en el artículo anterior".-

f) Discriminación En El Anteproyecto del
Nuevo Código Penal Dominicano.-
En la actualidad existe
un Anteproyecto de Nuevo Código Penal Dominicano que
dedica toda una sección al caso Su Art. 261 dice:
"Constituye discriminación todo trato desigual o
situación desigual o vejatorio entre las personas
físicas en razón de su origen, edad, sexo,
situación de familia, estado de salud, discapacidades,
costumbres, opiniones políticas, actividades sindicales;
pertenencia o no pertenencia, supuesta o verdadera, a una
etnia, nación, raza o religión
determinada. Constituye igualmente discriminación todo
trato desigual dado por parte de algunos o todos los miembros de
una persona moral a una persona física, en razón de
su origen, edad, sexo, situación de familia, estado de
salud, discapacidades, costumbres, opciones políticas,
actividades sindicales, pertenencia o no pertenencia, supuesta o
verdadera, a una etnia, nación, raza o
religión determinada. Esta propuesta es mejor que la que
tenemos en nuestro actual Código Penal, esperamos que sea
finalmente sancionado por el con el Congreso y promulgado de una
buena vez.

g) Lo justo: Para concluir:

Lo legal no es necesariamente justo, es una verdad, que
la realidad social nos grita con desesperación. El Estado
dominicano, debe por medio del sistema educativo, concientizar a
sus ciudadanos en materia de
leyes y politicas anti-discriminación: la realidad es que
si se realizara, el prejuicio racista se enfrentaría y se
combatería fuertemente, pero la costumbre, los usos, los
mitos que sostienen día a día nuestras variadas
tradiciones se vendrían abajo y nos volveríamos
realmente una ideal nación de diversidad… por lo que
sentencio que:

Primero: El racista antihaitiano en particular
asume todos los prejuicios trujillistas y descarga toda su rabia,
su odio, todo su desprecio contra un pueblo que ha sufrido todas
las plagas de la historia y no es responsable de sus desgracias.
El antihaitianismo ciego ni siquiera es capaz de identificar a
los verdaderos culpables, confunde a las víctimas con los
victimarios. Los primeros culpables de la tragedia haitiana son
el colonialismo y los colonialistas franceses y norteamericanos,
de los que nadie parece acordarse;

Segundo: El principal culpable de que haya en el
país dominico haitianos indocumentados de segunda y
tercera generaciones es el tirano Trujillo. Los cómplices
de la proliferación y el tráfico de haitianos
ilegales son las subcultura corruptas que utilizan a nuestras
fuerzas armadas, distribuidas en la guardia fronteriza,
además de los terratenientes, los productores de
azúcar, café,
arroz y cacao, los industriales de la construcción y sobre
todo los llamados pro haitianos, ONGs, grupos apandillados que
viven del fenómeno, que denuncian los abusos que se
cometen contra los haitianos-, no tienen arte ni parte en
ese comercio vil, sacando del horno a los pocos grupos que
enfrentan el problema con responsabilidad humanista;

Tercero: En cuanto a los indocumentados dominico
haitianos de segunda y tercera y quizás cuarta
generaciones, si los dejamos en el limbo en su condición
de bestias de carga (y no sólo a ellos sino a la gran masa
de nosotros que compartimos su condición miserable),
seguirán siendo aptos únicamente para cortar
caña amarga, desyerbar potreros y cavar zanjas,
además de trabajar en las zonas francas y las muy
lucrativas empresas turísticas y hoteleras. -No soy un
anti fronteras, aunque pienso que cada Estado tiene la
obligación por su seguridad
nacional de controlar la inmigración y proteger sus
delimitaciones geográficas, pero no a violar los derechos
humanos, no a abusar de los más pobres y débiles y
mucho menos, a culpar a los extranjeros que aportan al
país más que ellos (los políticos), de los
males que ellos con su irresponsabilidad provocan.

Exaltación de la
personalidad del Jefe

Aunque es un elemento común a todos los
regímenes totalitarios, en el caso de Rafael Leonidas
Trujillo, este envilecimiento llegó hasta el paroxismo, su
culto a la
personalidad por motu proprio y por los lambiscones que
siempre rodean el poder, fue exacerbado en demasía. Para
ejemplo, basta con mencionar el hecho de que en 1935, Mario
Fermín Cabral propone que se le cambie el nombre a la
capital del país y en su lugar se llame "Ciudad
Trujillo".

Sus muchos nombres y decenas de títulos hechos a
la medida de su ego, fueron recitados de memoria en
eucaristías, cultos religiosos, liceos, actos
públicos, pancartas, programas de radio y televisión, acrósticos por su
natalicio, canciones de moda, merengues
ripiaos y en epístolas al hombre mesiánico que
encarnaba la primera magistratura del estado.

Todavía quedan como recuerdo de ese pasado de
ignominia sus muchos obeliscos levantados al honor fálico
del Jefe, al patriarca que podía con todos los apetitos de
la carne, al macho cabrío, al berraco que cubría a
todas las hembras, a ese mismo que un degenerado por el
servilismo tenía que mojarle "accidentalmente" con la copa
los pantalones, pues en los cócteles su próstata
enferma delataba su incontinencia y ausencia definitiva de la
virilidad.

Él, el primer maestro decían algunos;
él, el primer constructor decían otros a coro; el
primer soldado, el primer médico, el primer ingeniero, el
primer gobernante, el mejor hijo, el invaluable esposo, el
solidario compañero, el generalísimo de 5
estrellas, porque no había espacio para más en su
hombro y en sus charreteras, el primer oficial, el primer marino,
el varón insigne, el benefactor de la patria, el padre de
la patria nueva, y para el Lic. Peynado "Una coartada de Dios
para estar en el mundo".

"No hay peligro en seguirme"

 Con esta frase comienza Trujillo su carrera
proselitista de 31 años. Cuánta ironía, pues
en el fondo, casi cierto, el peligro estaba en no seguirlo, en no
amancebarse con la sed de sangre de la bestia. Ahí
están las tumbas, o el rastro de martirio de los que no se
doblegaron. Ahí está para los que proclaman que el
Jefe se fue a destiempo, el asesinato de Jesús de
Galíndez por una biografía no
autorizada del semidiós. Ahí está la muerte de
Ramón Marrero Aristy, por no escribir lo que dictaran los
amigos del régimen. Ahí está el martirologio
de los que pedían a gritos una muerte temprana y piadosa
para no sufrir las torturas indecibles de la 40, el 9 y El
Sisal.

Pero si aún quedara espacio para más
dolor, están los miles de haitianos degollados en una sola
noche de 1937, los muchos dominicanos que acompañaron a
nuestros vecinos de la isla, tan sólo por ser negros o no
hablar claro; ahí está el monumento a la dignidad y el
decoro de las hermanas Mirabal y el ejemplo incorruptible de
Manolo.

Si usted es de los que están del lado de la
vuelta del jefe, en mi humilde opinión, tiene dos facetas:
O es por ignorancia, y entonces le perdonamos el pecado, pues
el jefe y sus continuadores son los dueños de esa culpa. O
usted es de los que están con el regreso de la bestia, con
conocimiento
de causa, entonces sencillamente no hay perdón y tan
amigos como siempre.

Trujillo, trujillitos y fantasmas

 Pero a 42 años del ajusticiamiento,
aún nos pesa el fantasma del Jefe, no hemos sido capaces
de enterrarlo totalmente, hemos corrompido tanto los
tuétanos de nuestra raíz como nación, que
algunos no sólo lo añoran, sino que lo prescriben
para nuestros desafueros como una necesidad correctiva, como una
purga necesaria para no sucumbir en el desbarrancadero en que
vamos cuesta abajo. Nuestra clase
política gobernante, nuestra intelectualidad servil y
mendigante ante el poder, nuestra ceguera ante lo bueno y nuestra
alabanza fatua ante los inicuos de turno, nos hacen cruelmente
olvidadizos ante el sacrificio que costó apearlo del
caballo, para querer subir ahora a otros, que aunque patanes con
ínfulas de gloria, se creen dueños de la voluntad
colectiva y herederos de un linaje sangriento que nos dejara el
más sanguinario de América.

Tenía razón en parte el Varón de
San Cristóbal: sus mejores amigos eran los hombres de
trabajo… pero estaba incompleta la frase. Eran los hombres del
trabajo sucio, y del que construye su fortuna con la miseria de
los otros, del que sube pisando al semejante más
débil, del que apenas puede respirar ante su atragantada
con la sangre de los justos. Tenía razón, en parte,
el Jefe, son sus amigos los que continúan gobernando,
basados en la ignorancia del otro que fue segregado por la
exclusión; son sus amigos los que se enriquecen con la
plusvalía de los que no tienen padrino en la burocracia del
Estado; son sus amigos los que en el lúgubre traspatio de
sus corazones de hiena, o en los botes de lujo de sus
orgías cosmopolitas, dan brillo a la placa que aún
reza: "En esta casa Trujillo es el jefe".

Qué solos estamos los hijos de Machepa, los que
recogimos limosna para matar a Chapita, los que cantamos henchido
de alegría.

"Espera quisqueyana", como si fuera el respaldo
reivindicador de la Era Gloriosa de Luis Pérez. Qué
solos seguimos los que pensamos que esa noche del 31 de mayo, lo
que no pudo Pupo Román lo pudieron los otros, los que se
calzaron las botas que no tienen regreso, porque era a morir o a
triunfar. Qué solos estamos todavía los que a
oscuras nos hermanamos a Amadito García Guerrero, al
francesito Roberto Pastoriza, al higueyano Livio Cedeño, a
Salvador Estrella, a Modesto y a Juan Tomás Díaz.
Los que pensamos que ganábamos para siempre la partida con
la sangre de Antonio y Ernesto de la Maza, con el arrojo de
Huáscar Tejeda, Amiama Tió, Antonio Imbert y el
mocano Tunti Cáceres.

Qué solos estamos los que matamos al Chivo,
porque ahora nos toca a todos, sin el amor patrio
de los conjurados, enterrar para siempre este
fantasma.

Conclusión

La era de Trujillo constituye un periodo de caracteres
económicos y políticos, implantando 30 años
de violencia y
sangre en nuestro país. Supo manejar todos los puntos
cardinales de nuestro país y administrar todas las
empresas del Estado.

De Trujillo podemos decir que era una hombre ambicioso,
sin escrúpulos ni sentimientos que solo buscaba su bien
particular a costa del pueblo que gobernó con puño
de hierro.

Podemos concluir diciendo que la Era de Trujillo es como
una cicatriz que vivirá por siempre en el recuerdo de
todos lo dominicanos aun en los que no la vivieron porque su
herida fue tan profunda que en las generaciones venideras
seguirá presente, el recuerdo de Trujillo es historia que
debemos de conocer y nunca olvidar."Después de muchos
años de desgracia, terminada la fatalidad y el desorden,
es tiempo de que pensemos mejor y de que busquemos hacer la
felicidad del pueblo dominicano por medio de la Rectitud, la
Libertad y
el
Trabajo".

Rafael Leonidas Trujillo. San Cristóbal 1891-1961
; Militar y político, nacido el 24 de octubre sus padres
José Trujillo Valdés (comerciante) y Altagracia
Molina. Desde pequeño en Trujillo se revelaron cualidades
de un hombre de carácter fuerte y dominante, aficionado a
los trabajos de carpintería y le gustaban muchos los
caballos. Su educación fue irregular y bastante limitada,
a los 16 años trabajó de telegrafista en
Baní y Santo Domingo. en 1913 se casó con Aminta
Ledesma una campesina de San Cristóbal, la familia no
tomó buen agrado al casamiento pues Trujillo no
tenía reputación de buenas moral.

La participación de Trujillo en
asuntos públicos empieza en este período de su vida
autodenominadose "horacista", se vinculó a los partidarios
de Horacio Vázquez oportunidad que aprovecho para dar
rienda suelta a sus ambiciones. Varias veces presidente de la
República Dominicana gobernó el país
directamente o través de hombres de confianza.
Coartó las libertades y toda oposición
política. Murió asesinado el 30 de noviembre de
1961 en la avenida George Washington cuando éste se
dirigía hacía San
Cristóbal.

Bibliografía

Peguero, Valentina; De Los Santos, Danilo: Vision
General De Historia Dominicana. Impreso en Rep. Dom. Editora
Corripio 1983.Martinez Almanzar, Juan Fco: Manual
De Historia Critica Dominicana. Impreso en la Rep. Dom. Centro de
Adiestramiento
de Investigación
Social (CASI) 1996; Antonio Benítez Rojo: La Isla que
se repite. Editorial Casiopea, USA, 1998; Francklin Franco
Pichardo: Los Negros, Los Mulatos y la Nación
Dominicana.

Joaquín Balaguer: La Isla Alreves; Manuel Arturo
Peña Batlle: La Patria Nueva; Manuel Núñez:
El Acoso a la Nación Dominicana

 

 

 

 

 

 

Autor:

Luís Manuel Benítez
Cabral

Asignaturas: Pensamiento Político e
Institucional Dominicano.

Profesor: Franklin J. Franco P

Coordinadora: Licda. Estrella
Rosa

Fecha: 15 de Diciembre 2008

Maestría en Administración y Políticas
Públicas

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE SANTO DOMINGO
UASD

Primada de América

Fundada el 28 de Octubre de 1538

Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales

Partes: 1, 2
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