La vida del hombre moderno
no tiene sentido fuera del marco de las organizaciones,
ya que en ellas tiene lugar su nacimiento, su educación y el
desarrollo de
la vida laboral, y todas
las actividades que realiza durante su existencia.
Las organizaciones son complejas debido a que son entes
tangibles que requieren de la dirección de personas, cada una de las
cuales aporta atributos diferentes a las mismas por lo tanto, es
de vital importancia seleccionar a las personas idóneas
para trabajar dentro de una organización, considerando varios aspectos,
entre los cuales se encuentran las características de
la
personalidad.
Sin embargo, no siempre resulta fácil, puesto que
existen infinidad de métodos,
técnicas y estrategias que
pueden utilizarse a la hora de seleccionar personal; sin
embargo, ninguna de ellas alcanza un cien por ciento de
fiabilidad, ya que dependen en mayor o menor medida de la
aplicación de instrumentos de autoevaluación o de
la percepción de evaluadores, estando los
resultados, en ambos casos, permeados de la subjetividad de quien
los aplica.
Si bien es cierto que existen puestos que pueden ser
desempeñados sin ningún problema por cualquier tipo
de persona, porque
las características de la personalidad
no resultan significativas a los efectos de su desempeño, existen otros puestos que
sí requieren de una selección
minuciosa, ya que un error puede resultar sumamente costoso para
la
organización.
En el mundo empresarial moderno, es una práctica
común la aplicación de técnicas diversas
para seleccionar personal, que se sustentan en el estudio de la
personalidad y las competencias de
cada aspirante. Si bien ninguna técnica es totalmente
efectiva para conocer al futuro empleado plenamente, se puede
afirmar que estas técnicas permiten hacer una
selección sustentada sobre bases científicas que
propician una mayor calidad de los
RRHH.
Todo lo anteriormente explicado tiene una importancia
mucho mayor cuando se trata de la selección de directivos
y especialistas de cuya pericia profesional depende el éxito
de la gestión
empresarial. Es por ello que la práctica actual en la
gestión
de los RRHH es disponer de un perfil de competencias para cada
cargo que propicie la ponderación de las
características personales y competencias de los
aspirantes contra un patrón previamente diseñado,
en correspondencia con las exigencias del desempeño
esperado.
La gestión empresarial en la actualidad, exige el
desarrollo de un numeroso grupo de
competencias y conocimientos que propicien llevar a cabo
exitosamente todos los procesos
directivos, en especial, aquellos en que los directivos y
especialistas se ven en la necesidad de negociar con terceros, un
acuerdo mutuamente ventajoso o la solución de un conflicto de
intereses.
Negociar con eficacia es un
imperativo para las empresas
contemporáneas ya que el entorno cada vez más
competitivo y cambiante, pone reiteradamente a los empresarios en
situaciones donde dos partes tienen intereses contrapuestos, pero
también tienen una zona de conveniencia mutua donde la
diferencia puede resolverse.
Si dicha diferencia no se negocia con eficacia
será preciso recurrir a la intervención legal, lo
que por lo general trae aparejado cuantiosos gastos en
litigios que se extiende a veces por mucho tiempo,
dilatándose la solución del problema; y desatando
en el peor de los casos una situación de conflicto donde
las partes suelen desgastarse y rara vez encuentran una
solución mutuamente favorable. Es por ello que el estar
dotado de habilidades para negociar con eficacia es una necesidad
profesional de los directivos hoy día.
El concepto de
negociación en el marco de la
dirección tiene ahora una connotación que va mucho
más allá de las situaciones de compra/venta, es por
ello que la mayoría de los especialistas
contemporáneos reconoce que "…los
diplomáticos, los empresarios, los ejecutivos y los
representantes laborales, también negocian diariamente en
sus trabajos." (Añez y Castañeda, 2005).
Cada día son más los estudiosos del tema
que asienten que todos negociamos permanentemente en el decursar
de la vida, en todas las áreas de acción
que la integran.
Los puntos de vista acerca de la negociación se
asumen de acuerdo al carácter de las personas que intervengan en
la misma, a sus conocimientos, a sus aspiraciones y, por su
puesto a sus debilidades y aspiraciones. La habilidad de una
persona determinará la medida en la que evita los factores
negativos y consigue resultados satisfactorios para sus
aspiraciones.
Por tales motivos el desarrollo de las competencias que
le permitan realizar negociaciones eficaces, es de medular
importancia para todas las personas, pero muy especialmente para
aquellas que ocupan posiciones profesionales o directivas en
empresas cuyo desempeño integral depende de la eficacia de
sus negociaciones.
Dentro del universo de las
competencias profesionales que deben poseer cuadros y
especialistas, las competencias emocionales ocupan hoy día
un lugar especial, ya que no han sido incorporadas aún a
la formación académica de pregrado, y por lo
general se incorporan de forma empírica por el sujeto, sin
que medie un programa
elaborado y dirigido pedagógicamente para su desarrollo en
las primeras etapas de la vida.
Página siguiente |