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Microhistoria Italiana de Carlo Ginzburg (página 2)



Partes: 1, 2

La microhistoria, según Revel, no es una
ampliación ni disminución de los hechos ni de las
representaciones, sino que es una metodología analítica que implica
ver los hechos históricos desde un punto de vista
determinado. Es una especie de "proyección", la que
entiende como una palabra derivada de la fotografía, tal y como se hace cuando se
enfoca y se amplía un elemento particular dentro de una
composición pictórica. En ella, al ampliar o
disminuir el foco y la apertura del lente, podemos ver que el
objeto principal tiene una influencia dentro de la
fotografía en su conjunto. Puede hacer ver borrosos los
otros elementos (mal enfocados), puede hacer sombra contra un
muro o bien puede ser más difuso que su alrededor. En el
estudio microhistórico sucede lo mismo. La escala no es lo
más importante, sino que las nuevas perspectivas que se
abren mirando desde abajo hacia arriba cambian completamente la
percepción del mundo. Implica dejar de lado
la construcción apriorística
que tradicionalmente utiliza la historia social y observar
como una cámara fotográfica apuntada por el
sujeto, el mundo que lo rodea.

Esta nueva forma de hacer historia, en el sentido que
aporta Burke, no debe ser entendida como una mutilación de
lo macro, sino más bien, como un punto de vista de la
totalidad de la sociedad.
Plantea ciertos elementos que deberían reformularse en un
trabajo
microhistórico, tales como la comprensión social
(en tanto construcción histórica, y creo en lo
personal,
sociológica) de las "estrategias" que
los sujetos utilizan para enfrentar a la sociedad, para salir
airosos en la elaboración de sus proyectos.
Paralelo a ello, busca la reformulación del contexto
histórico que se genera en una investigación microhistórica, bajo
dos aspectos. Primero, la negación de la
construcción individual de representaciones culturales,
para llevar a cabo una identificación contextual basada no
desde el individuo
hacia afuera, sino que desde los elementos que caracterizan al
sujeto desde la macroestructura. En segundo término, la
reconstrucción del contexto entendido como una
multiplicidad de ellos, dependiendo de los distintos mecanismos
que influyen en el punto de vista del sujeto o actor.

La premisa de la microhistoria es la reducción de
la escala (objeto de estudio), se trata de un análisis microscópico y de un
estudio intensivo del material documental. Se cree que este tipo
de observaciones y estudio, va a revelar factores no observados,
u ocultos, de la historia mundial o nacional.

Comienzo y
características de la microhistoria
italiana

Después que Italia sale de
la segunda Guerra
Mundial, sobre mediados del siglo XX, la
historiografía italiana, port guerra, es
marcada fuertemente por movimientos políticos y sociales
de izquierda. La historiografía italiana de los
años cincuenta y sesenta, es una historiografía muy
politizada; es una historiografía donde hay debates muy
fuertes de todos los temas de la izquierda: se discute mucho
sobre los orígenes del capitalismo,
sobre la unidad y el papel del estado
italiano, sobre la peculiaridad del desarrollo
capitalista en Italia, sobre la formación del mercado interno
italiano, etc.

Algunas características relevantes de la
microhistoria italiana son; Su objetivo no es
estudiar las cosas pequeñas, ni las pequeñas
anécdotas, ni tampoco los pequeños procesos, los
microhistoriadores italianos dicen, no estudiamos pueblos
sino "en" los pueblos
, pero también estudian obras de
arte, biografías de ciertos
individuos, un sector de la clase obrera
de un pequeño poblado, en un periodo de cincuenta
años. Es un error identificar a la microhistoria italiana
con la historia local y regional del mexicano Luís
González González. El nivel micro no es el objetivo
de la microhistoria italiana, no es de lo que quieren dar cuenta.
Para los italianos se debe partir de la hipótesis macrohistórica y de
problemas
macrohistóricos y luego descienden al nivel micro para
usarlo, sobre todo, como espacio de experimentación
historiográfica, es decir, como un lugar donde someter a
prueba las hipótesis macrohistóricas, pero siempre
para retornar finalmente al nivel macrohistórico, que es
el que les interesa. Pretenden reformular hipótesis
macrohistóricas más sutiles, más complejas,
más elaboradas y más capaces de dar cuanta de los
hechos y procesos reales que estudian, apoyándose para eso
en el experimento microhistórico referido.

El autor Carlos Aguirre Rojas, al referirse a la
microhistoria italiana, sostiene que es toda una compleja
propuesta historiográfica que incluye tanto el paradigma del
cambio de
escala (procedimiento
micro-histórico que replantea la complicada
dialéctica entre los niveles macrohistóricos y
microhistóricos, como el "análisis de redes" y  la
revisión de los vínculos entre el caso y la norma).
La riqueza de ésta microhistoria reside, en parte, en el
hecho de que sus exponentes están jugando constantemente
con el movimiento que
se despliega entre la macrohistoria y la microhistoria, en esa
dialéctica esencial que se construye y que los
historiadores deberían siempre reconstruir, entre
interpretaciones de los modelos
generales y los diversos experimentos
microhistóricos. Lo que mueve al microhistoriador italiano
no es el amor al
terruño, como la microhistoria mexicana de Luís
González González, ni tampoco un interés
hacia la localidad o región que estudia. El
microhistoriador italiano se vale de la localidad o región
sólo como espacio de experimentación o como
laboratorio
del experimento y trabajo microhistórico.

Los microhistoriadores italianos, consideran que se debe
afrontar el problema de la dimensión adecuada para
examinar los fenómenos históricos, de lo contrario,
se tiende a caer en mecanismos automáticos de
explicación. En tal microhistoria, existe una
relación entre los niveles micro y macro
de análisis de un objeto de estudio. Me refiero a que las
situaciones locales y las situaciones personales, para la
microhistoria italiana, no son más que el reflejo del
nivel macro, es por lo que esas situaciones sólo pueden
ser utilizadas por lo que ellas poseen de general o como
ejemplos.

La consideración de la pequeña escala
(micro), es útil y se propone como un modo de captar el
funcionamiento real de mecanismos que, en el nivel macro, dejan
demasiadas cosas sin explicar. Es el descubrimiento de nuevas
fuentes que
permanecieron durante mucho tiempo
descuidadas, que van desde la cultura oral
hasta la fotografía, desde las cartas privadas
hasta los procesos criminales, proponen una investigación
que no se acople al rígido funcionamiento de normas, sino
más bien, a los procesos concretos de adaptación de
las normas a los funcionamientos reales. Las historias personales
son vistas como la ocasión concreta de medir el peso y la
amplitud de los espacios que se abren entre las reglas del
individuo, de la familia,
del grupo, de la
iglesia, del
poder
político, de la moral, que
se encuentran en conflicto
entre sí. Y es a partir de estos fragmentos, que se
vuelven realmente comprensibles los procesos de
cambio.

Aguirre Rojas identifica dos ramas de estudio en la
microhistoria italiana, una es la que se ha dedicado mucho a la
historia económica, un poco a la historia de la familia, a la
historia demográfica y a la historia social. Es la rama
representada principalmente en los trabajos de Edoardo Grendi y
Giovanni Levi. La segunda rama, es la que se ha desplegado sobre
todo en el ámbito de la historia cultural y está
representada por Carlo Ginzburg. Es de éste último
autor, y su microhistoria, de lo que hablaré el resto del
presente trabajo.

¿Quién es Carlo
Ginzburg?

Nuestro autor, representante de la microhistoria italiana,
nació en 1939 en Turín, Italia. En el seno de una
familia de intelectuales
y luchadores por la libertad. Se
doctoró en Filosofía por la Universidad de
Pisa en 1961. Dio clases en la Universidad de Bolonia y en la
Universidad de California, Los Ángeles
(1988–2006); asimismo enseña ocasionalmente en
la Scuola Normale Superiore di Pisa. Sus campos de interés
van desde el Renacimiento
Italiano hasta la historia moderna de Europa. Sus
contribuciones atañen a la historia antropológica,
al arte, a la literatura y a la
historiografía. Su punto de vista es muy original, erudito
y provocador.

En 1979, Ginzburg hizo una petición al Papa Juan Pablo
II para que abriese los Archivos de la
Inquisición. No logró respuesta, hasta que en 1991
un grupo de universitarios lograron acceso para revisar el
material de los archivos. Estos se abrieron en enero de 1998 para
investigadores bien calificados. Pero su actividad política más
notoria fue la que produjo su brillante escrito Il giudice e lo
storico. Considerazione in margine al processo Sofri (1991) donde
expuso la injusticia del juicio al intelectual izquierdista
Adriano Sofri, acusado de terrorismo con
pruebas
dudosas.

Carlo Ginzburg, cuyos padres eran de origen judío,
firmó una petición en enero de 2007 contra el
proyecto de
ley,
presentado por el Justice Ministro de Justicia
Clemente Mastella, que penalizaba a los negadores del Holocausto. Lo
hizo con Paul Ginsborg, Marcello Flores, Sergio Luzzato, Claudio
Pavone, Enzo Traverso. Argumentaban que la legislación de
Italia era suficiente para enfrentarse con tales actos. La ley
fue enmendada.

Su obra más reconocida en español ha
sido El queso y los gusanos, 1976, que reconstruye la
cosmogonía de Menocchio un molinero campesino del
norte de Italia a partir de dos juicios que le hizo la
Inquisición en 1583 y 1599, y elabora nuevas teorías
interpretativas. También ha tenido eco sus ensayos
plurales de Mitos,
Emblemas e Indicios: Morfología
e historia, donde muestra la forma
de analizar evidencias.

Su
microhistoria

Carlo Ginzburg, rechaza el etnocentrismo, pero no
rechaza el estudio de la historia serial, le interesa
fundamentalmente el análisis producto de
una documentación limitada, ligada a un
individuo ignorado por la historia. Furet había sostenido
que la historia de las clases subalternas en las sociedades
preindustriales puede ser analizada solamente desde una
perspectiva estadística. Reducir la escala de observación significa transformar en un
libro lo que,
para otros estudiosos, sólo es una simple nota a pie de
página. En su obra "El queso y los gusanos",
Ginzburg se propuso reconstruir el mundo intelectual, moral y
fantástico del molinero, a través de la
documentación producida por aquellos que le habían
mandado a la hoguera.

El autor señala que los historiadores, cuando
estudiaban el pasado, lo hacían abordando "las grandes
gestas de los reyes", en la microhistoria se investiga sobre lo
que los historiadores callaron o ignoraron del pasado. Pero al
hacer microhistoria el investigador se encuentra con algunos
obstáculos tales como; la escasez de
testimonios sobre las clases subalternas del pasado, el cual es
el más significativo.

El propio Ginzburg, afirma que desde que comenzó
a aprender el oficio de historiador comprendió que
escribir historias quería decir también contar
historias, recordemos la influencia de su madre que era
escritora. Pero uno de los riesgos en
contar las historias, es que cuando se cuenta la historia de un
individuo, se puede hacerlo de muchas maneras, conviven distintos
puntos de vista, y seguramente la
investigación cambia de acuerdo a qué aspecto
contar o desde dónde mirar al protagonista. El historiador
debe someterse a las "leyes que impone
el material" para, de ésta manera, lograr "conservar todas
las huellas" que nos deja el personaje a través del
documento. Teniendo en cuanta el carácter cultural que Ginzburg le da a la
microhistoria.

Se trata de experimentar una narrativa al contar los
hechos históricos de un personaje, para luego poder
inferir en la historia de la época en la que vivió
tal personaje. Su sistema
político, social, cultural, económico,
judicial, el mundo circundante del individuo. Advirtiendo el
papel de las clases subalternas en esa estructura
social.

Para Carlo Ginzburg, la construcción del conocimiento
histórico se formula de manera circular, en tanto
construcciones de conocimiento, interpretaciones y
reinterpretaciones, a posteriori, de dichas construcciones, por
lo que la cultura y todas sus esferas nunca son completamente
hegemónicas, sino que se interrelacionan
simbióticamente. Por ejemplo: la cultura popular no
está construida preponderantemente desde la élite
ni viceversa, sino que existe una retroalimentación de sistemas
culturales que genera una ambigüedad, la cual es una cultura
híbrida. La construcción cultural
microhistórica, se basa fundamentalmente en la
visión del sujeto de la sociedad, imbricada con las
representaciones culturales y sociales inherentes a su
experiencia de vida. Reivindica al sujeto como un actor que puede
generar estrategias de comportamiento
en base a la disociación de significante y significado. El
autor cree en el rescate del individuo como conciencia
histórica independiente de la totalidad, y no basado
sólo en una visión globalizante de la sociedad,
entiende que si la documentación ofrece la posibilidad de
reconstruir no sólo masas diversas, sino personalidades
individuales, sería absurdo rechazarla. Es darles
historicidad y capacidad de acción
a los sujetos subalternos, otorgándoles libertad de
decidir y de nutrirse de características
específicas de las culturas existentes en la
sociedad.

Paradigma
indiciario

Autores como Justo Serna y Anaclet Pons, mencionan que
son tres los significados que se le atribuyen a la microhistoria,
son tres los hallazgos. Uno hace referencia a las fuentes, otro a
los objetos de investigación y el último alude al
método de
conocimiento y a las inferencias a aplicar. Una cosa es lo
excepcional normal, es decir, el documento no serializable pero
significativo por revelador; otra cosa distinta es buscar un
objeto de investigación que, por su condición
extraña pueda descubrir en negativo, o por fragmentos,
hechos y procesos históricos normales, colectivos; y otra
es el indicio como mecanismo de creación de un paradigma
cognoscitivo, la huella escasa pero reveladora a la que hay que
dar con audacia un significado.

El paradigma indiciario, fue definido a partir
de un artículo cuyo autor es Carlo Ginzburg, aparecido en
1979. Si, por ejemplo, se desea estudiar las clases populares o
subalternas, principalmente las del siglo XVI, como es el caso
del molinero, seguramente el protagonista de nuestro estudio y
relato, no sabe leer ni escribir (que no es el caso del molinero)
la visión de las propias víctimas sobre su cultura
sometida y reprimida es algo que nunca se encontrará
fácilmente. Entonces como historiador hay que hacer una
labor casi como la del detective, recurriendo al paradigma
indiciario, que al permitir rastrear e interpretar los indicios,
las huellas y los rasgos aparentemente insignificantes que han
sobrevivido de esta misma cultura popular, resistiendo a la
recodificación y banalización de la cultura
dominante, harán posible hacer "hablar a los silencios" y
desconstruir dicha visión folclorizada de lo popular,
restituyendo en profundidad toda su riqueza y complejidad.
Partiendo entonces de la idea de que al historiador de la cultura
popular le corresponde la tarea de buscar esas huellas
aparentemente insignificantes, secundarias, que se filtran en el
discurso
dominante, pero que son preciosas y esenciales, porque permiten
reconstruir ese punto de vista de las clases populares
sistemáticamente negado y borrado por la cultura de elite.
Carlo Ginzburg no sólo va a explotar y aprovechar este
paradigma indiciario, sino que también lo va a teorizar y
a hacer explícito con todas sus ricas y diversas
consecuencias metodológicas e historiográficas
principales.

María Elena Bisonte, plantea que el paradigma
indiciario orienta la percepción hacia lo menos evidente,
se basa en la interpretación de indicios. Es un tipo de
saber que partiendo de fragmentos mínimos de la
experiencia, como las huellas de las aves en la
arena o las marcas en la
piel de un
enfermo, fue sin embargo, el germen de la escritura y de
la medicina. Ya
textos del griego Hipócrates, considerado padre de la
medicina, aconsejaba que lo primero que debía ser tomado
en cuenta por el médico era la cara del enfermo, y
describía el rostro del moribundo: los ojos y
pómulos hundidos, las orejas frías, el tiritar, el
color y la piel
seca de la cara, su color plomizo, etc. La fuerza de los
indicios consiste en establecer un contacto existencial, tanto
con el objeto que designa como con el sujeto que lo
percibe.

El autor Federico Guillermo Lorenz, representa a
Ginzburg como el cazador que pone la mirada analítica en
los rastros dejados por sus presas, donde es posible leer pesos,
colores, sexo y rumbos.
No obstante, son conclusiones que se infieren a partir de
elementos menores (una rama rota, una marca en el
barro, etc.) a veces ignoradas por algunos, pero que adquieren
sentido dentro de un esquema de pensamiento y
un bagaje cultural que son patrimonio del
cazador.

Esta forma de mirar los datos es para
Ginzburg parte de una antiquísima tradición
cultural: "detrás de ese paradigma indicial o
adivinatorio, se vislumbra el gesto tal vez más antiguo de
la historia intelectual del género
humano: el del cazador que, tendido sobre el barro,
escudriña los rastros dejados por su presa.

Los rastros aparentemente inconexos, es más,
su misma condición de datos, adquieren sentido a
través de los ojos del observador: el cazador
habría sido el primero en "contar una historia" porque era
el único que se hallaba en condiciones de leer, en los
rastros mudos (cuando no imperceptibles) dejados por la presa,
una serie coherente

Un indicio es un detalle, la estructura,
una totalidad. Las aproximaciones indiciales o semióticas
tienen preferencia por los aspectos cualitativos, el caso, el
hecho singular. Además, son compatibles con un saber
conjetural, razón por la cual, se interesan por la huella
como por el proceso que la
generó, ubicándose en las antípodas de
la ciencia
natural moderna, fundada por Galileo.

Relación
con el paradigma marxista

Según el autor Julio Alvarez Ponce, explica que
el núcleo fundador de esta nueva disciplina,
que es la microhistoria, se formó en Italia durante los
primeros años sesenta. Muchos de sus integrantes, como
Giovanni Levi, Carlo Ginzburg y Franco Ramella, si bien tuvieron
un origen ideológico marxista, criticaron tempranamente al
Partido Comunista Italiano, pasando a formar parte de grupos de
acción radicales antisistémicos y anticomunistas al
mismo . En los setenta el grupo comenzó su largo
camino hacia la notoriedad gracias a la revista
Quaderni Storici y en los ochenta a través de la
colección Microstorie.

Federico Guillermo Andrade Marambio, menciona la
crisis
política, social y cultural de los sesenta, contexto en el
que surge la microhistoria italiana. La reducción de la
escala de análisis de un hecho histórico,
dándole paso y favoreciendo a los grupos pequeños:
comunidades campesinas, grupos familiares, aldeas, etc. Sumado a
la tendencia política de estos historiadores, la cual
está orientada al marxismo. Es
lo que lleva a la elección de los objetos de estudios de
Carlo Ginzburg.

Considero que es un aporte importante, el de la
microhistoria, que les brinda a los historiadores interesados en
investigar, "mirando debajo de la alfombra", lo que
ocurrió en el pasado, aquellos procesos y hechos
ignorados, tapados o deformados que influyeron en una sociedad
determinada. En un aspecto, existe una relación con el
paradigma marxista, si consideramos el planteo de "clases" que
realiza Marx con el de
cultura de clases subalternas y cultura de elite planteada por el
italiano Carlo Ginzburg. Desde el paradigma marxista, se propone
analizar la realidad política, social y cultural de los
agentes teniendo presente la existencia no azarosa de clases
sociales. La sociedad, principalmente la europea industrial
del siglo XIX, analizada por Marx se divide en clases, esto es,
que existe la burguesía, que son aquellos propietarios de
los medios masivos
de producción, son los que conforman las
elites que entiende Ginzburg. En el otro extremo, posiciona al
proletariado, son los que no poseen los medios masivos de
producción, solamente son propietarios de su fuerza de
trabajo, la que tienen que vender o alquilar al Sr.
Burgués para poder sobrevivir en condiciones lamentables y
de explotación, según analiza Marx. Son las clases
subalternas de Ginzburg.

La microhistoria, principalmente la de Carlo Ginzburg,
es capaz de aportarnos conocimientos "olvidados", yo diría
realmente ocultados, que nos pueden arrojar mucha claridad en la
tarea de comprender y analizar los procesos históricos y
sociales.

El queso y los
gusanos

En esta obra, Carlo Ginzburg, analiza la vida de un
personaje desapercibido de la historia, son de esas vidas
desarrolladas por las personas que pertenecen a las clases
subalternas de la sociedad, los que, al momento de investigar y
narrar los grandes acontecimientos sociales que marcaron la
historia, no poseen voz y son olvidados u ocultados por las
grandes olas historiográficas. El Queso y los
Gusanos
, se publicó en Italia en 1976 y le
valió a Ginzburg el reconocimiento de sus pares. El
nombrado autor había tomado conocimiento de los documentos del
proceso contra el molinero en 1963, pero tardó siete
años en tomar la decisión de transcribirlos y dar
cuenta de tal interesante historia, que sin duda, describe a un
personaje singular y pinta su entorno social, político,
económico y cultural.

El nombre del protagonista de ésta obra era
Domenico Scandella, al cual llamaban Menocchio. Nació en
el año 1532 en Montereale, un pueblito ubicado en la zona
de Friuli, donde vivió casi la totalidad de su vida, por
lo que la obra está localizada temporalmente y
espacialmente en la Italia del siglo XVI. Menocchio era casado y
tuvo once hijos, de los cuales cuatro murieron. Sus actividades
laborales eran la de molendero, carpintero, cerrar, hacer muros y
otras cosas, pero principalmente era molinero y vestía con
ropa apropiada para el desarrollo de tales actividades. Información que fue posible de recoger, por
Carlo Ginzburg, al acceder a los informes
escritos por el vicario del inquisidor.

El molinero tenía como característica
atípica de la época, el que sabía leer,
escribir y contar, es más, también sabía
algo de latín, se supone que había asistido a una
escuela
pública o al menos recibido educación formal. Fue
lo que le permitió en 1581 ser elegido alcalde de su
municipio, además de haber ejercido como administrador de
la parroquia de Monterale, cargo conocido como camarero.
Pero en el año 1583, Menocchio fue denunciado al "Santo"
Oficio, donde lo acusaban de haber pronunciado palabras
heréticas e impías sobre Cristo. De acuerdo a
declaraciones que habían pronunciado sus hijos, el
molinero tenía una diferencia y mantenía rencillas
con el padre de la parroquia, por lo que se presume que fue
éste quien lo denunció. Menocchio no
reconocía a las jerarquías eclesiásticas
ninguna autoridad
especial en cuestión de fe, afirmaba no creer en los
curas, papas ni en los prelados. Todo lo que pensaba, lo
discutía y polemizaba por las calles y hosterías,
situación catalogada de muy grave por la iglesia. Podemos
observar en Menocchio como un subalterno al poder ejercido por la
iglesia católica a través de la inquisición.
Es la clásica microhistoria que nos propone Ginzburg, al
analizar e investigar la vida de los subalternos como un discurso
ocultado, el que da cuenta desde lo micro a lo macro de la
época (siglo XVI).

Investigando la declaración de algunos testigos,
con los cuales discutió Menocchio, por ejemplo el
zapatero, declararon que el molinero afirmaba que no era pecado
blasfemar de los santos, pero si de Dios. Además de
realizar afirmaciones catalogadas como "extrañas" por sus
acusadores, tales como; "el aire es Dios,
la tierra es
nuestra madre, todo lo que el hombre
imagina y ve es Dios, cuestionaba la maternidad y virginidad de
María, la madre de Jesucristo, éste último
podía ser hijo de algún hombre ya que
las mujeres no paren siendo virgen etc". Mientras discutía
y pronunciaba tales afirmaciones, se recogían testimonios
que se anotaban y se informaba al "Santo" Oficio. Algunos amigos
y abogados de Menocchio, ante la sospecha que él
tenía de que se estaba preparando algo en su contra, le
aconsejaron presentarse espontáneamente ante el "Santo"
Oficio y contestar todas las preguntas que éste le
hiciese, o declarar que las afirmaciones que hacía y
discusiones que mantenía, no las creía ni pensaba
de esa manera.

En 1584, el molinero fue arrestado, ante
instrucción sumarial, por el propio inquisidor, donde
sufrió su primer interrogatorio, en él
reconoció que había mantenido discusiones acerca de
temas considerados sagrados para la iglesia, pero afirmaba no
haber obligado a que las creyeran. El Vicario tenía la
duda de que si Menocchio hablaba en serio y si estaba mentalmente
sano, lo cual comprobó que afirmativamente estaba sano y
hablaba en serio, descartando el rumor de locura esparcido por
uno de sus hijos para salvarlo de la inquisición.
Finalmente el molinero fue puesto en prisión, ante
distintos interrogatorios y con ayuda de sus hijos y algunos
amigos para que éste declarara a favor del "Santo" oficio,
Menocchio seguía manteniendo su postura y fue transferido
a un interrogatorio con la presencia de autoridades municipales,
de esta forma, intervenían otras autoridades que no fuesen
las eclesiásticas.

En los siguientes interrogatorios, Menocchio denunciaba
la opresión que ejercían los ricos sobre los
pobres. Es donde encuentro una relación directa con el
plateo del paradigma Marxista que surgiera dos siglos
posteriores, tal paradigma asegura y demuestra la existencia de
dos clases sociales, la burguesía y el proletariado, la
primera poseía los medios masivos de producción y
explotaba u oprimía a la segunda, ya que ésta
sólo poseía su fuerza de trabajo para poder
comercializar, es lo que también se reconoce como la
alienación o enajenación de la producción social
del trabajo. Además, el molinero, hablando en
latín, declaraba que el uso de ésta lengua era un
desacato a los pobres, ya que en los litigios los hombres pobres
no entienden lo que se dicen y se ven aplastados por aquellos que
pueden hablar y entender latín. Observo nuevamente la
intención de Ginzburg, anclado en el marxismo, como
rescatar y sacar a la luz la
situación de las clases subalternas al poder. Menocchio
declaró que existía abuso de poder en donde la
iglesia era cómplice de tal situación. Opinaba que
no se debía reconocer ni jerarquía ni religión, ya que como
les respondió Jesucristo a los Judíos
sobre la pregunta ¿a quién tenían que amar?
diciéndoles que solamente debían amar a Dios.
Sostenía que cuando nacemos todos estamos bautizados, ya
que éste último es sólo una invención
de los sacerdotes. Sobre el matrimonio
opinaba que no lo había hecho Dios, por el contrario, era
una invención de los hombres, sólo basta con que el
hombre y la mujer se den
fe.

Es en cuanto a la crítica
a la religión de los hombres y el matrimonio un enlace con
el paradigma marxista, ya que Marx opinaba que la religión
era el "opio de los pueblos" y el matrimonio es una
institución burguesa para preservar e incrementar las
propiedades, poder y bienes
materiales.

Sobre los evangelios, el molinero pensaba y
discutía que en parte eran verdad y en parte mentira, ya que
hasta los propios evangelistas se contradecían como se
puede ver en algunos pasajes donde uno afirma una cosa y otro
otra totalmente distinta. Fue confirmado y anotado durante el
proceso que Menocchio le había dicho a sus paisanos que
las sagradas escrituras habían sido recuperadas para
engañar a los hombres. Cuestionaba la veneración
hacia las reliquias e imágenes
que se encontraban en las iglesias, los santos eran hombres de
bien, con buena conducta y buenas
obras, es por lo que Dios los había convertido en santos.
Declaró que Cristo solamente había sido un hombre
común y corriente, y que todos los hombres son hijos de
Dios. La mayoría de estas declaraciones las hizo durante
un único y largísimo interrogatorio. Del que
Ginzburg, consultando con documentos en los archivos, extrajo
importantes y relevantes informaciones sobre lo que pensaba y
obraba un hombre simple, sin poder, perteneciente a las clases
subalternas, pero que sabía leer y escribir, es decir, que
poseía una importante cultura y preparación
intelectual para la época.

Ginzburg afirma que la localidad de Friuli, sobre
mediados del siglo XVI, era una sociedad con
características arcaicas muy marcadas. En donde las
grandes familias de la nobleza feudal mantenían un peso
preponderante en la región. Aun existían instituciones
como la servidumbre llamada de mesnada se habían
mantenido hasta cien años atrás, mucho más
tiempo que en las regiones circundantes.

Pero también en la localidad de Friuli,
sobrevivían algunos grupos denominados
anabaptistas, estaban compuestos por hombres de oficios
como artesanos, curtidor y tejedor de lanas, los que se juntaban
a leer las escrituras y hablar de la renovación de la
vida, de la pureza del Evangelio y de la absolución de los
pecados. Ginzburg supone que Menocchio puede haber pertenecido a
éste grupo perseguido, o al menos, prohibido por el
"Santo" Oficio. Puedo destacar como, a pesar de la
opresión de la iglesia, era posible que grupos de personas
letradas se atrevieran a desafiar las normas sociales y
religiosas impuestas por la iglesia. Además de poder
explorar sobre la realidad y vida social de Menocchio a
través de la interpretación de los documentos
escritos que hiciera Ginzburg, también aparecieron, en los
documentos que delatan el juicio, el nombre de un personaje que
tiempo después se hiciera conocido por todos nosotros, fue
un tal Martín Lutero, que, según los documentos, no
apreciaba mucho a los sacerdotes.

El autor de la presente obra, destaca lo extraordinario
de Menocchio al mantener una postura crítica hacia el
poder de la iglesia durante, según calcula Ginzburg,
treinta años y seguirla sosteniendo a lo largo de todo el
interrogatorio y juicio, esto es posible por una energía
moral e intelectual muy importante. Cuando interrogaban a
Menocchio, se podía analizar el raciocinio con el que
él declaraba, al no esperar milagros ni revelaciones
divinas. Cuando mandan a requisar la casa de Menocchio, para
investigar que libros
leía y hacer esas escandalosas afirmaciones, el autor de
El Queso y los Gusanos, sospecha que no se encontraron
libros prohibidos ni comprometedores, ya que no se
encontró en archivo alguno
ningún inventario que
diera cuenta de la bibliografía prohibida. Este
descubrimiento, podría decir de la vida privada del
molinero, da cuanta de que seguramente en sus tiempos libres,
la lectura era
muy importante para él. Posteriormente se reconocen
algunos libros que se encontraron en la vivienda, pero no son
usados en contra de Menocchio ya que uno de ellos era la Biblia
escrita en lengua vulgar, además de otros títulos
de lectura
permitida. En este punto, no deja de sorprenderle a Ginzburg que
en una pequeña aldea se leyera tanto como lo hacía
el molinero, también se registra el largo diálogo
que mantuviera Menocchio con el sumo Sacerdote del "Santo"
Oficio, al discutir e intercambiar ideas con éste
último sobre distintos pasajes de las escrituras
bíblicas.

Pasaron seis largos interrogatorios a Menocchio, y en el
sexto, el molinero sostiene ante el inquisidor que él
deseaba un mundo nuevo y otro modo de vivir, decía que la
iglesia no andaba bien y que se debía hacer algo para que
no hubiera tanta pompa.

Los interrogatorios terminaron el 12 de Mayo. Se
volvió a encarcelar al molinero de Friuli, el 17 de Mayo
rechazó al abogado que le habían asignado y
envió a sus jueces una larga misiva en la que pedía
perdón por sus errores pasados, que era la carta que sus
hijos le habían pedido inútilmente tres meses
antes. Por la caligrafía de la carta, Ginzburg
puede inferir que no se trataba de la escritura de alguien que
había recibido estudios superiores, por lo que no era
ágil con la pluma ni se acoplaba a los trazos y letras
usadas en la época. El mismo día en que Menocchio
envía su carta, se reúnen los jueces para emitir la
sentencia. En donde, por unanimidad, declaran al molinero hereje,
los jueces argumentaban que Menocchio había hablado cosas
heréticas y, de éste modo, se había
pronunciado en contra de la iglesia católica. El molinero
fue condenado a abjurar públicamente todas las
herejías sostenidas, a cumplir diversas penitencias
"saludables", a llevar de por vida un hábito con una cruz
en signo de penitencia y a pasar en la cárcel el resto de
su vida. Durante dos años estuvo encerrado en la
cárcel de Concordia, donde Menocchio pide una
misericordia, la que fue negada por el inquisidor, Ginzburg
describe prolijamente el contenido de esas líneas. Al
recibir y leer la carta, el obispo de Concordia y el inquisidor
de Friuli vieron signos de una
auténtica conversión, conmutando la sentencia y
enviándolo a vivir en su comunidad
natal de la que no le era permitido salir. Posteriormente fue
elegido nuevamente camarero (administrador de la
iglesia).

Cuando en 1593 el obispo de Concordia pasó por
Montereale, pidió examinar la cuenta de los camareros de
los últimos siete años, resultando que entre los
deudores se encontraba también Menocchio, lo que era una
situación frecuente y el obispo no había advertido
que el molinero era aquel hombre juzgado nueve años
atrás. Aquel mismo año Menocchio, junto a uno de
sus hijos, había adquirido un nuevo molino, de lo que
Ginzburg da cuenta que el molinero se encontraba en una buena
posición económica. Pero un tiempo después,
Menocchio debió enfrentarse a problemas económicos
al morir el hijo que lo mantenía. Por lo que tuvo que
vivir de otros oficios tales como maestro de escuela,
guitarrista de fiestas, lo que no le estaba permitido por
sentencia, ya que eran oficios prohibidos para un condenado,
porque se entendía que tenia contacto social y era
difícil de controlar por el inquisidor. Situación
que llevó a que el "Santo" Oficio se ocupara nuevamente de
él. Dos años después se lo detiene
nuevamente y se cree que seguía teniendo la misma
opinión que lo llevara a la cárcel. En 1599
Menocchio fue arrestado y encarcelado y el 12 de julio compadece
ante el inquisidor. Habían transcurrido más de
quince años desde la primera vez que Menocchio fue
interrogado por el Santo Oficio. De los cuales, también
tres años de cárcel. Menocchio era ahora un viejo:
delgado, cabello blanco, barba gris tirando a blanca, vestido
como siempre de molinero, ropas y gorro color gris claro.
Tenía 67 años. Finalmente, en 1599, después
de muchas acusaciones el molinero Menocchio fue condenado a
morir, él y su alma, en la
hoguera.

Es lo que Carlo Ginzburg rescata con la presente obra,
lo que se sabe de Menocchio, lo que se puede inferir sobre su
vida, obra, trabajos, lecturas, forma de pensar, vestir, etc.
Pero de tantos otros que no se sabe y que, seguramente, se pierde
importante información. Además aporta valiosa
información sobre los lugares en donde se desarrolla la
vida del protagonista, que es el molinero, brindando
descripciones sociológicas acerca de sus amigos, vecinos,
hijos, es decir, su entorno social. Se puede inferir sobre la
coyuntura de la época, y los cambios en la vida laboral y
personal de Menocchio. Lo que más me impresionó al
respecto, es la valentía y, si se quiere, osadía
del personaje para decir lo que pensaba, sumado a la inquietud
intelectual para leer e investigar en las escrituras sagradas (y
también otros textos) pero de una manera crítica,
haciendo y haciéndose preguntas.

El autor Julio Albarez Ponce, al referirse a la obra
El queso y los gusanos, sostiene que Carlo Ginzburg se
vale de la presentación de una investigación
judicial, concebida también como una investigación
de corte policial.

Pero también, la crítica de Justo Serna y
Anaclet Pons, al opinar de la obra de Ginzburg, la describen como
una narración que atrae, seduce, la impresión que
extrae el lector es que el narrador le conduce hasta allí,
a aquel lugar inaccesible temporal y espacialmente. Hay
dramatismo, hay escenificación, hay actuación y hay
observación. Y hay además, conjeturas razonables y
aventuradas, interpretaciones e intromisiones autoriales que
detienen el relato y que dan la medida de una imaginación
y de una intuición audaces. Lo consideran como un
investigador que conforme narra, añade también las
conexiones que dan sentido a las huellas inconexas con las que
tropezó en principio. Supongo que se corre el riesgo de
"pasarse" de subjetividad, que tantos problemas nos acarrean a
los que hacemos ciencias
sociales.

El mismo Carlo Ginzburg, sostiene que el retraso de la
información, investigación y documentación
en microhistoria, se debe a la persistencia difusa de una
concepción aristocrática de la cultura. Muchas
veces ideas o creencias originales se consideran por
definición producto de las clases superiores, y su
difusión entre las clases subalternas como un hecho
mecánico de escaso o nulo interés. Los
historiadores no pueden entablar un diálogo con los
campesinos del siglo XVI. Por lo que tienen que acudir a las
fuentes escritas y eventualmente algunos hallazgos
arqueológicos, pero estos escritos y hallazgos se
encuentran relacionados con individuos vinculados a la cultura
dominante. Lo que significa que las ideas, creencias y esperanzas
de los campesinos y artesanos del pasado llegan, "cuando llegan",
al historiador a través de filtros intermedios y
deformantes. Los términos de estos problemas cambian si
nos proponemos estudiar no la cultura producida por las clases
populares, sino la cultura impuesta a las clases
populares.

La narración del autor de El Queso y los
Gusanos
, no es lineal y a veces se ve perjudicada por el
propio esfuerzo de Ginzburg en ser original. Quizás el
capítulo que más se ajusta a los estudios
sociológicos es el séptimo. Una sociedad arcaica,
ya que presenta de manera convencional el contexto
espacio-temporal, social y político del Friuli de la
época.

Por último, destaco el importante rol
"liberalizador" de la alfabetización (teniendo en cuenta
de que Menocchio pertenecía a las clases subalternas),
algo muy acorde con las raíces marxistas de
Ginzburg.

Conclusión

Como palabras que pretenden concluir y cumplir con las
inquietudes planteadas al momento de realizar el presente
trabajo, sostengo que la microhistoria tiene como premisa la
reducción de la escala de su objeto de estudio,
tratándose de un análisis microscópico y de
un estudio intensivo del material documental, relevándose
factores no observados u ocultos de la historia mundial o
nacional.

Con el surgimiento de la microhistoria italiana, sobre
mediados del siglo XX, en un contexto de crisis política,
social y cultural. Se plantea una relación entre los
niveles micro y macro de análisis de un
objeto de estudio. Para la microhistoria italiana, las
situaciones locales y las situaciones personales no son
más que el reflejo del nivel macro, es por lo que esas
situaciones sólo pueden ser utilizadas por lo que ellas
poseen de general o como ejemplos. La consideración de la
pequeña escala (micro), es útil y se propone como
un modo de captar el funcionamiento real de mecanismos que, en el
nivel macro, dejan demasiadas cosas sin explicar. Es el
descubrimiento de nuevas fuentes que permanecieron durante mucho
tiempo descuidadas, que van desde la cultura oral hasta la
fotografía, desde las cartas privadas hasta los procesos
criminales, proponen una investigación que no se acople al
rígido funcionamiento de normas, sino más bien, a
los procesos concretos de adaptación de las normas a los
funcionamientos reales.

Para poder investigar lo micro, y con el problema de la
documentación, es que se hace necesario acudir al
paradigma indiciario, donde se plantea orientar la
percepción hacia lo menos evidente, se basa en la
interpretación de la huellas que deja una presa y que el
cazador les otorga significado. Lo mismo ocurre con las huellas
que deja un personaje y el investigador, buscando en los
documentos, trata de encontrar los indicios que den cuanta de la
vida del personaje en cuestión.

La microhistoria italiana, en este caso la de Ginzburg,
tiene su base en la izquierda italiana y, en un aspecto, existe
una relación con el paradigma marxista, si consideramos el
planteo de "clases" que realiza Marx con el de cultura de clases
subalternas y cultura de elite planteada por el italiano Carlo
Ginzburg.

Para finalizar, es por demás interesante la
historia del molinero escrita en "El Queso y los
Gusanos
". Allí Ginzburg, muestra su particular
microhistoria teniendo en cuenta los aspectos culturales del
personaje y su entorno. Destaco fundamentalmente la
narración hecha prolijamente por Ginzburg acerca de la
sociedad de Friuli, poblado al que pertenecía Menocchio,
el rol del "Santo" Oficio, su relación con la historia
mundial, la importancia de la educación y
curiosidad por la lectura del molinero, la valentía para
permitirse hacer y hacerse preguntas y optar por mantener una
opinión crítica basada en sus conocimientos. Es lo
que genera la narración propuesta por Ginzburg, el hecho
de poder entender con más claridad los aspectos macro de
la historia del siglo XVI, principalmente en Europa, a
través de la interpretación y búsqueda de
indicios en documentos que dan cuenta de la forma de pensar,
vestir y actuar de un personaje olvidado por la historia
global.

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En Internet:

 

 

 

 

 

 

Autor:

Lic. Prof. Marcelo Leonardo Tardy

Licenciado y Profesor en
Sociología. Estudiante de la
Maestría en Historia UNSJ. FFHA.

Partes: 1, 2
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