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La Situación de la mujer en el Sistema de Ciencia y Tecnología desde el punto de vista Nacional e Internacional (página 2)



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Al ocuparse de la naturaleza,
la ciencia
contemporánea, lo hace por medio de un conjunto de
mediaciones que a lo largo de su desarrollo la
propia ciencia y la
técnica han venido construyendo: modelos,
teorías, instrumentos, tecnologías,
y es gracias a ellas que se realiza la
investigación (Núñez, 1999).

Agazzi, 1996, resume este proceso,
planteando que el ideal de la ciencia antigua fue la observación, el de la ciencia moderna el
descubrimiento que apela fundamentalmente al recurso de la
experimentación y la matematización, en tanto la
ciencia actual realiza la investigación en sentido
estricto.

Diferencias de
géneros en la ciencia y tecnología

La ciencia contemporánea aún
continúa empeñada en la tarea de identificar las
diferencias sexuales en habilidades cognitivas. La
búsqueda de diferencias en los cerebros masculinos y
femeninos que expliquen y justifiquen la desigual presencia de
hombres y mujeres en ciertos ámbitos científicos
sigue siendo un importante programa de
investigación en biología y psicología: estudios
de dimorfismo sexual, análisis de los condicionamientos
genéticos, hormonales y de estructura
cerebral que ocasionan diferentes disposiciones en los dos sexos
para distintas tareas (González; Pérez,
2002.)

El sueño de las mujeres es la igualdad.
También en el mundo de la ciencia, la investigación
y la tecnología, que ha sido un terreno
históricamente vedado a las mujeres, y cuyos criterios
científicos han venido marcadas siempre por un sesgo
decididamente masculino.

Una abrumadora mayoría de mujeres en todo el
planeta sufre, por el hecho mismo de haber nacido mujer. Y han de
añadir este maltrato vital en todos los sentidos, a
ser pobres, o pertenecientes a una minoría, o cualquier
otra discriminación.

En todos los ámbitos de su vida y en todo el
mundo casi por igual, la mujer vive en
condiciones de sometimiento e inferioridad en relación con
las posibilidades de realización de los varones de su
propio entorno; ello se asienta en los principios
estructurales de una organización social injusta y ha tenido su
reflejo históricamente en el campo de las ciencias. El
papel de reproductora que la naturaleza le encomendó a la
mujer ha pesado de forma aplastante sobre el ejercicio de sus
derechos
más elementales como persona y
también, como investigadora (VI Congreso
Iberoamericano de Ciencia, Tecnología y

Género, 2006)

Aunque las mujeres representan un 51% de la población mundial, constituyen, dentro de
la sociedad, una
minoría cualitativa, siendo muy baja la tasa de
inserción de la mujer en el sistema de
ciencia y
tecnología.

Partiendo de esta realidad, los estudios de CTG se
ocupan de analizar las causas que producen esta situación
con el objetivo de
realizar propuestas que ayuden a aumentar la integración de la mujer en las actividades
tecnocientíficas. Este análisis se focaliza en
varias vertientes:

Desde la vertiente pedagógica, se observa que las
mujeres no eligen, de manera mayoritaria, cursar disciplinas
científicas y tecnológicas. Por tanto, se analizan
aspectos como: la manera en que se enseña la ciencia y la
tecnología en la escuela, los
contenidos que se imparten en estas disciplinas, las actitudes de
quien los imparten hacia las estudiantes, etc. para, en base a
este análisis, diseñar propuestas que contribuyan a
revertir esta situación y conseguir, así, una
presencia mas equilibrada de hombres y mujeres en estas
disciplinas (Farré, 2000).

Desde una vertiente socio-institucional, se observa que
la presencia de mujeres en instituciones
dedicadas a la educación o
práctica científica es muy limitada. Estudios
realizados sobre este fenómeno concluyen que existe una
discriminación no aceptada por la cual a
las mujeres no les es tan reconocida su calidad
profesional como a sus colegas hombres, no pudiendo acceder a los
niveles jerárquicos superiores y son obligadas a realizar
trabajos menos notorios y mas rutinarios (Farré,
2000).

Historia de la mujer
en ciencia y técnica

La historia pone de manifiesto
cómo las oportunidades de las mujeres han variado con el
tiempo y con
las barreras estructurales e institucionales existentes desde el
nacimiento de la ciencia moderna.

El acceso a las instituciones científicas estuvo
vedado para las mujeres hasta fechas increíblemente
cercanas. En Grecia
sólo se les aceptaba en algunas escuelas
filosóficas. Durante la Edad Media
apenas los conventos proporcionaban refugio a las mujeres que
deseaban dedicarse al estudio. El nacimiento de las universidades
europeas, entre los siglos XII y XV, redujo las oportunidades de
las mujeres pues, debido a su carácter clerical, vetaban su ingreso.
Tuvieron que pasar varios siglos para que como grupo, y no
alguna que otra excepción, fueran admitidas en las
universidades. En las universidades suizas no se las
aceptó hasta la década de 1860, en las francesas
hasta la de 1880, en las alemanas hasta la de 1900 y en las
inglesas hasta 1870. Las universidades norteamericanas, de
más reciente creación, no eran muy diferentes.
Creadas a partir del siglo XVII, la primera universidad que
admitió mujeres fue la de Oberlin, en 1837, pero en un
departamento separado del resto y sin que pudieran obtener
título. En España,
las puertas de las universidades se abrieron para la mujer en
1868, pero una ley de 1880
introdujo el requisito de que la superioridad diera permiso
expreso para que una mujer ingresara. El libre acceso sin permiso
no se permitió hasta 1910 y ninguna española pudo
enseñar en la universidad hasta 1916, cuando Julio Burrell
creó la Cátedra de Literaturas Románicas en
la Universidad de Madrid para
Dña. Emilia Pardo Bazán (González;
Pérez, 2002).

Las academias científicas tardaron más
aún en admitir mujeres; (Marjory Stephenson y Kathleen
Londsdale) fueron las primeras en ser admitidas en la Royal
Society
en 1945, a pesar de que tenía casi
trescientos años de existencia. En 1979, Yvonne
Choquet-Bruhat fue la primera mujer en entrar en la
Académie des Sciences francesa, fundada en 1666.
Las primeras mujeres españolas en acceder a las academias
científicas fueron María Cascales (Real Academia de
Farmacia, en 1987) y Margarita Salas (quien leyó su
discurso de
ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales en 1988). En el camino se habían quedado figuras
como Marie Curie, que perdió, por dos votos, la
posibilidad de entrar en la Academie de Sciences de
París un año antes de que le concedieran su segundo
Premio Nobel, en 1910 (González; Pérez,
2002).

3.2. Recuperación de las mujeres en la
historia de la ciencia y la tecnología

Una parte importante de los primeros esfuerzos por
reconsiderar el papel de las mujeres en la ciencia y
tecnología lo constituye la reescritura de la historia
para recuperar del olvido mujeres o tradiciones
típicamente femeninas que, pese a haber hecho
contribuciones destacables en el ámbito
científico-tecnológico, han sido silenciadas por la
historia tradicional, bien debido a distintos tipos de sesgos,
bien debido a concepciones estrechas de la historia de la ciencia
que reconstruyen la disciplina
sobre los nombres de grandes personajes y teorías o
prácticas exitosas y dejan de lado otras actividades y
contribuciones en modo alguno colaterales al desarrollo de la
ciencia (González; Pérez, 2002).

La historia de las mujeres tecnólogas tiene sus
propios problemas y
dificultades. Entre ellos está el ocultamiento
sistemático de las mujeres que, en muchos casos, ha sido
promovido por la legislación sobre patentes. Al no tener
la mujer derecho de
propiedad, es el padre o el marido o algún otro
hombre el que
aparece en los registros de
patentes como responsable de invenciones hechas por mujeres. Por
otra parte, las historias de la tecnología han pasado por
alto el ámbito de lo privado, es decir de lo femenino, en
el que se utilizaban tecnologías propias de las tareas
tradicionalmente determinadas por la división sexual del
trabajo,
teniendo como consecuencia que inventos
relacionados con la esfera de lo doméstico y la crianza, y
realizados por mujeres, no han contado como desarrollos
"tecnológicos"

Muchas de ellas hicieron contribuciones notables a los
problemas científicos de los que se ocuparon, y la
historia de la ciencia ya no podrá ser contada sin
referirse a sus aportaciones.

Un caso paradigmático de figura femenina olvidada
y recuperada para la historia de la ciencia es la de Rosalind
Franklin. Sus fotografías por difracción de
rayos X fueron
claves para que Watson y Crick pudieran proponer el modelo de
doble hélice del ADN que les
proporcionaría el Premio Nobel en 1962 junto a Maurice
Wilkins. Sin embargo, silenciada por la historia de la ciencia y
una temprana muerte, y
ridiculizada en la narración autobiográfica que
Watson (1968) hace del episodio, su contribución no tuvo
ningún reconocimiento (ninguno de los galardonados la
recordó en la entrega de los premios, su nombre ni
siquiera aparecía en las reconstrucciones en
enciclopedias, libros de
texto y museos
de ciencia) hasta la publicación de la biografía que escribe
Anne Sayre (1975), en la que se cuenta una historia muy distinta,
la de la difícil situación de una
científica, mujer y judía, en una
institución (el King"s College, de Londres)
tradicionalmente masculina y claramente anglicana
(González; Pérez, 2002).

Situación de
la mujer en
ciencia y tecnología
internacional

En cuanto a la situación de la mujer en la
ciencia, como en muchas otras áreas profesionales,
ésta se encuentra con muchas dificultades debido a que se
le atribuyen socialmente obligaciones
como: el cuidado de los integrantes de la familia y
el cuidado del lugar donde viven los hombres. Las consecuencias
de asumir lo anterior llevan a una sociedad que considera que
el trabajo de cabeza corresponde al hombre, mientras que
a la mujer le corresponde el trabajo de
cuerpo. Estos roles, que se observan a nivel de todos
los países, en mayor o menor transparencia según la
cultura
propia, se están desarrollando en una sociedad que la
integran tanto hombres como mujeres, y, por tanto, son aceptados
de alguna manera por ambos (González; Pérez,
2002).

Hoy, las científicas europeas e hispanoamericanas
ocupan muy pocos puestos de decisión; sus trabajos a
menudo se minimizan, obtienen menos fondos y becas para
investigar; y están peor remuneradas que sus colegas
masculinos. Y ello a pesar de que al principio de su carrera
igualan en número a los hombres. La escasa
representación de las mujeres en la ciencia amenaza el
objetivo de lograr la excelencia científica, además
de ser un desperdicio y una injusticia. Incluso en los
países donde la discriminación es menor, las
mujeres representan sólo entre el 13 y el 18% de los
profesores titulares en las universidades. Hay países del
1% y también del 0% (VI Congreso Iberoamericano de
Ciencia, Tecnología y Género,
2006)

En América
Latina, se observa que en algunas ramas de las ciencias ya
están siendo mayoría y su rendimiento es igual o
superior al de los varones. Sin embargo esta supremacía
femenina comienza a desvanecerse a nivel de doctorado y
postdoctorado, especialmente si se realizan en el extranjero: en
ciencias básicas y tecnológicas, la
participación femenina cae entre 25 y 54%, dependiendo del
país

En los siete países latinoamericanos las mujeres
que egresan de la universidad promedian el 56%, mientras que
entre los investigadores de los sistemas
nacionales de Ciencia y Técnica, la cifra cae a 39% (II
Taller Internacional de Estudios Sociales de la Ciencia y la
Tecnología, 2001).

En estudios realizados sobre la situación de la
mujer en las disciplinas científicas y tecnológicas
en el ámbito universitario latinoamericano, teniendo en
cuenta el tiempo de permanencia; por categorías
jerárquicas, teniendo en cuenta la edad; por la carrera
científica comparando con otras disciplinas
académicas; por accesibilidad a becas y recursos
recibidos para realizar trabajos de investigación y por
inserción en centros oficiales, intentando detectar la
presencia o ausencia de discriminación. Los resultados
obtenidos fueron:

  • A medida que aumenta el nivel jerárquico
    disminuye la presencia de la mujer. Esto ocurre incluso en
    las carreras donde la presencia de las mujeres en las aulas y
    en los niveles jerárquicos inferiores es
    mayoritaria.

  • Al disminuir la edad, aparece un mayor equilibrio
    entre el número de hombres y mujeres.

  • Se detecta menos presencia de mujeres en centros de
    investigación oficiales.

  • Las mujeres acceden a menos ayudas económicas
    personales y los proyectos que se asignan a investigadoras
    están menos dotados económicamente.

  • Las disciplinas científicas elegidas
    mayoritariamente por las mujeres son la biología y la
    medicina y continúan siendo las disciplinas del
    área de humanidades, las más
    solicitadas.

Según el estudio de la UNESCO, al considerar la
categoría de investigador como el indicador más
generalizado, "en la mayoría de los países se
advierte que la participación femenina oscila entre el 28
y el 49%, cuando a mediados de los "90 estos porcentajes estaban
entre 8 y 10 puntos más abajo".

Según la investigadora María Elina
Estébanez, autora del estudio de Unesco, el acceso a
cargos de liderazgo es
otro obstáculo para las científicas. Este hecho es
a su juicio "uno de los principales indicadores de
la desigualdad de género en la ciencia ¨

Por ejemplo, aun cuando las mujeres en el Conicet
(Argentina) superan el 51%, al mirar en detalle las cifras se
observa que la presencia femenina sólo predomina en las
tres primeras categorías del escalafón (asistente,
investigador adjunto e independiente).

En las superiores (investigador principal y superior),
su participación se reduce al 15%. Y en el directorio de
ocho personas, sólo una es mujer.

La conclusión es que las mujeres superan
ampliamente a los varones como colaboradoras en los equipos de
investigación, mientras que ellos llevan la delantera como
jefes de proyecto.

Un estudio del propio Conicet siguió a un grupo
homogéneo de hombres y mujeres que partieron en la misma
categoría científica. Al cabo de nueve años,
ellos habían ascendido en una proporción mucho
mayor. Y la mayoría de las mujeres que recibieron
promociones eran solteras.  "Las mujeres aún llevan
primordialmente la carga doméstica y el cuidado de los
hijos. Eso dificulta que tengan la misma dedicación que
los hombres que no realizan este tipo de actividades", explica a
SciDev.Net la física mexicana Lilia
Meza.

Para las mujeres que atienden a su familia esta
diferencia con los hombres se traduce en actitudes de rechazo de
parte de investigadores, particularmente jefes de grupos de
investigación (Muñoz, 2002).

Se observó, pues, una tendencia común
entre los diferentes países estudiados: tanto hombres como
mujeres usan y son objeto de la ciencia y la tecnología,
pero, principalmente son los hombres quien las realizan, y esto
determina los intereses que esta ciencia y tecnología
persigue.

Este estudio puso de manifiesto la presencia de barreras
formales e informales, entendidas como la discriminación
ya desde niñas (orientación dirigida hacia ciertas
actividades consideradas mas "femeninas") y a la falta de modelos
científicos femeninos; que provocan la siguiente cadena de
acontecimientos: menos posibilidades tanto económicas como
de información impiden el poder
progresar en la carrera científica, lo que provoca una
menor accesibilidad a puestos de responsabilidad, imposibilitando que se pueda
revertir esta situación. Incluso se observa, por el
contrario, que las mujeres que acceden a altos niveles
jerárquicos, suelen adoptar "modelos masculinos", no
siendo sensibles a la problemática con la que las mujeres
se enfrentan ni presionando para que se produzcan cambios
(Muñoz, 2002).

También se ha realizados estudios del tratamiento
discriminatorio que la Antropología como ciencia ha dado a la
mujer y el trato desigual que recibe una mujer antropóloga
en el seno de su comunidad
científica y académica. En el primer caso, hasta la
década de los años setenta la Antropología
solo mencionaba al hombre sin incluir a la mujer ni distinguir
entre ambos, en sus estudios. En el segundo, las
antropólogas han sufrido y sufren discriminación a
muchos niveles: de reconocimiento profesional, de
retribución económica, posibilidad de progresar en
su carrera, accesibilidad a becas o posibilidad de realizar
estancias en el exterior, etc. También se observó
que en la Antropología existen limitaciones que, como
profesionales, tienen que superar las mujeres para realizar sus
actividades de manera completa, debido a la obligación que
les atribuye la sociedad de tener que cuidar de su familia y de
su ambiente/espacio familiar. Otro de los
obstáculos a los que tienen que enfrentarse las mujeres es
a la falta de confianza que hacia su calidad profesional reciben
por parte de la sociedad y que las obliga a tener que estar
demostrando, en todo momento, su validez (Farré,
2000).

4.1. Exclusión implícita de la mujer en
la ciencia y la tecnología

En nuestros días ya no se puede hablar de
exclusión explícita de las mujeres de las
universidades y los centros de investigación. Ni siquiera
del peso ideológico de la convicción de que la
mujer sea intelectualmente inferior que el hombre, en
términos generales. Sin embargo, existen mecanismos
más sutiles, implícitos, que contribuyen a mantener
y legitimar la segregación de la mujer.

Obras como las editadas por Pnina G. Abir-Am y Dorinda
Outram (1989), y por G. Kass-Simon y Patricia Farnes (1993), o la
escrita por Margaret Rossiter (1982), han analizado la estructura
de la comunidad científica y el papel y dificultades de la
mujer en ella; y han identificado dos formas de
discriminación: la territorial y la jerárquica. En
virtud de la discriminación territorial, se relega a las
mujeres a ciertas áreas de la actividad científica,
áreas marcadas por el sexo, tales
como computar datos
astronómicos, o clasificar y catalogar en historia
natural. Eso se traduce, entre otras cosas, en que determinadas
carreras sean más "femeninas" que otras y en que ciertos
trabajos, "feminizados", adquieran menor valor que
otros. O también en que determinados trabajos se
consideren "rutinarios" o no se estimen "teóricos" –es
decir, importantes– por el hecho de ser realizados por
mujeres

También existe la discriminación
jerárquica, según la cual científicas
capaces y brillantes son mantenidas en los niveles inferiores de
la escala de la
comunidad o topan con un "techo de cristal" que no pueden
traspasar en su profesión. La historia muestra que esto
no es un fenómeno reciente. Disciplinas nuevas admitieron
en su seno a las mujeres hasta que se profesionalizaron, como en
el caso de la medicina en
general y de la obstetricia en particular (González;
Pérez, 2002)

4.2. Las razones femeninas

Son varias las explicaciones que las propias
científicas esgrimen cuando analizan los obstáculos
para iniciar una carrera en ciencias, permanecer en ella o
ascender profesionalmente.

Además de la dificultad de compatibilizar las
demandas laborales con la exigencia familiar, la productividad
científica en términos de publicaciones se ve
también afectada por la maternidad.

Esto lleva a un círculo vicioso: la escasez de
mujeres en cargos de decisión dificulta la
implementación de políticas
y medidas que estimulen una mayor participación femenina
en ciencia y tecnología. 

Buscando enfrentar el problema, científicas de la
región han estimulado la discusión sobre el papel
de las mujeres en la ciencia a través de foros y estudios,
además de generar redes de intercambio a nivel
regional (Anónimo, 2006).

La influencia de la educación que reciben
desde niñas y la falta de modelos femeninos en la ciencia,
determina que las mujeres no elijan dedicarse a estas
disciplinas. Y como a esa ausencia de modelos femeninos, se suma
la tendencia de las científicas a adoptar modelos
masculinos, endureciendo aún más la
situación. Esto conlleva a la necesidad de destapar y
luchar como colectivo contra la discriminación que existe
hacia la científica y su trabajo (Farré,
2000).

4.3. Tendencia actual de la mujer en el contexto de
globalización

Los nuevos significados que provoca en la vida material
y espiritual de las mujeres la transnacionalización de la
economía capitalista es omitida, con
bastante frecuencia, en los debates teóricos y en las
discusiones acerca de los modelos de economías y el
proceso de globalización. Sin embargo, sin tener en
cuenta los cambios valorativos es muy difícil impartirle
coherencia a una lectura del
mundo contemporáneo donde el nacionalismo,
la religión,
los conflictos
interétnicos y de géneros tienen una influencia
equivalente a los aspectos económicos e internacionales.
Con una visión centrada exclusivamente desde la
economía, la política
institucionalizada o las relaciones
internacionales, no es posible explicar, dar sentido y
proponer alternativas a los problemas multidimensionales que se
presentan hoy (Alfonso, 2006).

La globalización neoliberal capitalista ha
producido cambios tan vertiginosos, y tantas rupturas
teóricas y cotidianas que no es de asombrar, como dice
Noam Chomski, el estado de
desesperación, ansiedad, falta de esperanza, enojo y temor
que prevalece en el mundo fuera de los sectores opulentos y
privilegiados y del sacerdocio comprado que cantan alabanzas a
nuestra magnificiencia, una característica notable de
nuestra cultura contemporánea, si se puede pronunciar esta
frase sin vergüenza (Chomski, 1996).

A medida que el capital global
se centraliza cada vez más por el control
trasnacional, los estados nacionales pierden poder y los
trabajadores son cada vez más marginados y excluidos, la
situación de la mujer llega a un punto en que no pueden
controlar sus medios de
producción ni su fertilidad. La
«feminización laboral»,
tendencia que se manifestó en la economía
mundial a partir de la postguerra y alcanzó auge en
los años 60, adquiere ahora nuevos matices: las mujeres
constituyen la fuerza
principal de trabajo para el creciente sector de los servicios,
donde realizan tareas de bajo estatus y poco salario.
Según datos del PNUD, el 71% de las mujeres empleadas
formalmente se concentran en cinco grupos ocupacionales,
educación, enfermería, oficina, ventas y
servicios, la mayoría en los puestos peor remunerados. El
ingreso promedio de las mujeres todavía equivale a
sólo el 70% del de los hombres, aunque en los
últimos años, el ingreso de las mujeres ha tenido
un continuo incremento respecto al de los hombres por la
reducción constante de los ingresos y los
puestos laborales tradicionales para los hombres. Aun así,
para las mujeres aumentan las listas de trabajos con jornada
partida y de contratos
temporales sin seguridad
social, oportunidades de promoción o jubilación. Son raros
los programas de
trabajo que tengan en cuenta el cuidado de los niños y
las bajas por maternidad. La mayor parte del trabajo de las
mujeres está excluido del cálculo
del Producto
Nacional Bruto (Valdés, 1996).

El feminismo como
movimiento
político, símbolo y valor de la mujer no ha
escapado a este hecho. La institucionalización del
feminismo, hecho que se presenta como un paso a favor de la
mujer, ha sido la manera de encubrir las aun no resueltas
contradicciones y relaciones de poder entre hombres y mujeres,
que van más allá de las diferencias de
género y sexo. Estos llamados "feminismos
institucionales", por lo general, presentan un claro abandono a
la búsqueda de soluciones
revolucionarias para la emancipación de la mujer, y asumen
la convicción de que desde dentro del sistema, con la
presión
que se ejerce sobre sectores del poder influyen de manera directa
en las soluciones y toma de
desiciones de esos grupos a favor de las necesidades e
intereses de las mujeres (Valdés, 1996).

Situación de
la mujer en ciencia y tecnología en Cuba

Las reflexiones sobre el tema de la mujer, que es como
empieza a manifestarse la preocupación por el
género, aparece en fecha tan temprana como mediados del
siglo XIX (1860) y de manos de una mujer literata, la poetiza
Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien escribe "La mujer
(cualidades del carácter de la mujer)" y como
preocupación aislada está presente en trabajos de
relevantes pensadores del XIX cubano, entre los que se encuentra
Enrique José Varona

La educación de la mujer surge como un problema
moderno, que no puede pasar inadvertido ante la vista del
sociólogo y Varona lo analiza en trabajos como "Las
niñas en la segunda enseñanza", (1887) y en "Ideas de Mlle de
Scudery sobre la educación de la mujeres", (1882). En este
último se apoya para solicitar una reforma sobre la
educación de la mujer, en cuanto la considera un ente
moral que
influye directamente sobre la sociedad, y cuya influencia puede
alterar o conservar el orden social por el rol preponderante que
juega en el hogar, pero no la aproxima a la instrucción
masculina. Es importante señalar que la instrucción
diferenciada era un criterio dominante en la época, es una
de las formas en que se manifiesta la discriminación de la
mujer. Un ejemplo que revela datos evidentes sobre este tipo de
prejuicio
social corresponde con el período de 1885-1889, donde solo
se graduaron seis mujeres en la Universidad de la
Habana.

Luego de 1959, el triunfo de la revolución
determina un cambio de
expectativas sociales, roles y status en el caso de la mujer, que
se integra de forma masiva al movimiento revolucionario y es
beneficiaria de un grupo de conquistas en el terreno de la
educación, la salud y principalmente el
trabajo. El derecho al trabajo es una de las conquistas de
género más importante que obtiene la mujer y que se
constituye en el fundamento de un proceso de
transformación cualitativa que va experimentando la mujer
cubana. Ello unido al derecho gratuito a la educación y a
la cultura, le permite en un tiempo relativamente corto, avanzar
en el terreno de su independencia
económica y social, así como en su
participación en el ámbito público y en
actividades tradicionalmente masculinas (Anónimo,
2004).

El proceso de creación de Cátedras de la
Mujer en los centros de Educación
Superior, reúne a especialistas de las más
diversas esferas de la ciencia alrededor de la labor de
investigación y difusión de la perspectiva de
género. Por supuesto, que muchas de las cátedras
creadas, declaran su objeto de investigación vinculado a
otros temas como por ejemplo la familia y que incluso la de la
Universidad de la Habana asume el calificativo exclusivo de mujer
(Muñoz, 2002)

Estas representan el 45,2% de los trabajadores en el
sector civil, el que más ocupa en la economía
cubana.

Sobresale también su abrumadora presencia entre
los administrativos y, sobre todo, entre los técnicos y
profesionales con el 66,4 por ciento, lo que las coloca entre las
personas con más alta calificación. Han ganado un
terreno en la promoción a cargos de dirección representando el 35,96% entre los
parlamentarios en Cuba.

La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) se
creó para velar por las necesidades de las féminas
de la Isla, de acuerdo con sus posibilidades y diferencias con
respecto al hombre, y tiene la potestad de plantear demandas al
gobierno sobre
formas de promover su avance (Fernández, 2004).

En los campos de la Ciencia y Tecnología en Cuba
hemos avanzado mucho y las desigualdades actuales no son por
concepto de
género.

El acceso a carreras científicas es por igual
para hombres y mujeres, sin embargo, al ingresar a su vida
profesional las muchachas sufren un retraso en su
formación académica, durante su período de
maternidad, lactancia,
criar hijos pequeños, el resto de la carga familiar,
etcétera (Anónimo, 2004).

En algunos casos los indicadores muestran que las
muchachas son mejores alumnas en la Enseñanza secundaria y
universitaria, tienen índices académicos mejores.
Cuba exhibe otros impresionantes indicadores, por ejemplo, las
mujeres somos 65 % de la fuerza científico técnica
del país

Realmente en Cuba no se perciben situaciones de
desigualdad. Sí existen aún problemas con el acceso
de las mujeres a cargos de dirección, para lo cual se
cuenta con un plan de
formación y superación de mujeres, con capacidades
demostradas para ascender a altos niveles de decisión, en
todos los ámbitos del país y no sólo en
Ciencia y Tecnología (González; Pérez, 2002;
Anónimo, 2002)

  • Desempeño de la mujer en la
    Acuicultura.

La Red Latinoamericana de
Mujeres del Sector Pesquero y Acuícola convocada por
Infopesca y con el financiamiento
de la FAO realizaron un estudio dirigido a obtener un diagnóstico sobre la situación del
trabajo femenino en el sector pesquero y acuícola
patagónico. Donde se evidenció que para la
mayoría de las mujeres el acceso a trabajar en el sector
pesquero no es por tradición familiar. La actividad
pesquera que ocupa mayor cantidad de mano de obra femenina es el
trabajo en plantas pesqueras
en todas las localidades encuestadas La mayor parte de las
mujeres no se identifica con ningún grupo de
contención social, salvo las investigadoras y docentes que
se inclina por actividad sindical (Anónimo,
2005).

En el Centro de Preparación Acuícola
Mampostón, existe desigualdad de género en cuanto a
la capacidad de realizar tareas de pescas propiamente dichas,
implantadas por las mismas mujeres. En cuanto a la Ciencia y la
Tecnología, vemos que la mujer realiza un excelente
desempeño que incluso sobrepasa a los
hombres, realizando tareas de capacitación e investigación.
Representan en cuanto a cargos de dirección el 50%, como
jefes de grupo el 53,3% y en las tareas de investigación
el 70%, con respecto a los hombres respectivamente.

Conclusiones

  • A lo largo de la historia la presencia de mujeres en
    las disciplinas científicas y en la tecnología
    ha sido inferior a la de los varones.

  • Las mujeres superan ampliamente a los hombres como
    colaboradoras en los equipos de investigación,
    mientras que ellos llevan la delantera como jefes de proyecto
    a nivel internacional.

  • Las mujeres constituyen la fuerza principal de
    trabajo para el creciente sector de los servicios, donde
    realizan tareas de bajo estatus y poco salario.

  • En Cuba no se percibe desigualdad de géneros,
    pero si existe problemas en cuanto a cargos de
    dirección para la mujer de forma general.

  • En el Centro de Preparación Acuícola
    Mampostón, las mujeres superan ampliamente a los
    hombres en cuanto a cargos de dirección e
    investigación.

Bibliografía

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Autor:

Dra. MVZ. Daima Caridad Muñoz
Calderón

País: Cuba

Fecha de elaboración:
2009

Partes: 1, 2
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