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Trabajo de narrativa (página 2)




Enviado por Istalle Crast



Partes: 1, 2

Entre sol y sombra…

Un beso

Capítulo 1

Alatthy abrió los ojos para
encontrarse con una imagen vestida de
blanco. Sintió como la piel
sufría por el frío y su cabello corto era
humedecido por la nieve. Miró con tristeza la poca ropa
que cubría su cuerpo de cinco pies con tres pulgadas. No
había salido ese día con intención de ir de
paseo al Polo Norte.
Comenzó a caminar, luchando por mover sus pies a cada
paso. La nieve le cubría hasta las rodillas haciendo de
esa misión de
rescate, una casi imposible. Tenía que encontrar a quien
había pedido auxilio de prisa o no terminaría esa
con los dedos completos. Ya se podía imaginar la cara de
Eucilp, al ver sus pies negros y congelados. Se quedaría
ronca explicando que no era su culpa, y el cómo minutos
antes había estado
calientita, bajo un sol radiante, escuchando a una abuelita en
Chiapas,
México. La
llamada de auxilio le hizo dar el salto sin más, como era
costumbres entre los de su raza, había ido del calor al
frío sin planificación alguna. Comprendía que
luego pagaría el precio por tal
acción,
dispuso en su mente la regulación de la temperatura de
su cuerpo y sintió el desgaste de energía.
Tenía treinta a cuarenta minutos, antes de quedar como un
palito helado. Se sonrió ante la foto mental, los labios
pequeños completamente violetas, los ojos abiertos con un
brillo suplicante, las mejillas de un color lila claro
sin vida. Sería todo un espectáculo de
cadáver, más una burla completa a su ineficiencia
como ángel de la guarda.

Escuchó un grito y las palabras que
le siguieron en "Arameo" le provocaron un escalofrío,
tenía una idea de quién hablaba, pero era
más el latido en su corazón el
que le avisaba que estaba en lo correcto. "Jehui", susurró
el nombre con dolor y aprensión, él no podía
estar metido en ese lugar, estaba muy lejos de los suburbios que
controlaba. Sin embargo, no podía negarse la verdad al
sentir los rastros de poder que le
aseguraban su sospecha, el poder que estaba en el ambiente y que
golpeaba su piel como si de ráfagas de viento se tratase,
lo podría reconocer mil años
después.

Detuvo la caminata y medito en lo que le
esperaba adelante, se enfrentaría sola a un demonio de
categoría siete, muy enojado y sin apoyo de ningún
tipo. ¿Estaba loca? Posiblemente. En la tierra
sólo había dos docenas, tal vez un poco más,
de demonios de ese nivel. El hecho de que conociera a la
mayoría por nombre y forma humana, era desconcertante. Por
otra parte, nunca se había enfrentado sola a uno de ellos.
Las palabras que le siguieron la obligaron a moverse
"Pequeñas alimañas, les sacare el
corazón y serán capaces de verlo latir mientras lo
hago cenizas."
Sí, era Jehui, el perfecto arameo y la
sangrienta descripción no dejaban duda de ello. Con
una maldición se preparo para dar el salto, tomando unos
segundos para trasvasar tiempo y
espacio, con el deseo de llegar para salvar a quien se
había metido con un monstruo.

( ( ( ( (

Una explosión hizo vibrar los
árboles, Jehui observó a su
alrededor, sin sorprenderse al ver a Alatthy, con su cabello
corto, rubio como el sol. La mirada
color caramelo cargada de horror, en segundos había
cuadrado su cuerpo en posición de defensa, y estaba lista
para arremeter contra él.

– Carajo, el único ángel que
conozco que sale al rescate de los malos.- dijo él con
ironía.

– ¿Malos?

– Sí, mira lo que hicieran con mi
pequeño Nerón…

– Nerón Claudio Druso César
Gemánico, es inmortal. Lo ha demostrado estando a tu lado
durante siglos así que guarda tu grito de guerra para
otros que puedan defenderse.

-Ya no… renuncio a su…
inmortalidad para salvar la vida de alguien.

-Espera estamos hablando del mismo
piromaniaco que prendió fuego a Roma y que a
vivido siglos amarrado a tu falta, porque no hay nada ni nadie
más que tu, con la capacidad de sobrevivir a su
locura.

-El mismo, pero en la última
década su hija lo había ablandado. Había
comenzado a ser el que un día fue de joven, cuando la
crueldad y el poder no habían hecho destrozos en su
alma y
mente.

– ¿Hija?

-Señorita; ¿nos va a
salvar?

-Cállense, son unos idotas como se
atreven a meterse con Jehui. No me digan que le vieron cara de
idiota y pensaron que sería dinero
fácil.- Ella vio como uno de los tres hombres
asentía y sintió la vibración del
gruñido animal, los humanos buscaron a su alrededor, pero
no podían saber que el sonido
salía de la garganta del demonio de siete pies y tantas
pulgadas, que tenía un peso de varios kilos en hierro, con un
cuerpo corpulento, lleno de músculos entrenados para matar de mil
formas diferentes. Alatthy era consciente de la imagen que
veían los humanos. La imagen humana de Jehui era buena,
con un físico limpio piel oscura y ojos y cabellos negros.
El brillo en su mirada estaba lejos del que los ojos
demoníacos podían mostrar. Aún así
era una forma hermosa y delicada. El problema estaba en que los
hombres habían intentado atrapar un gatito sin saber que
era un león enjaulado. Seguían sin comprender como
un hombre de una
altura promedio, tenía a uno de ellos atrapado del cuello
y levantado del suelo. No
sabían que se perdían el espectáculo de los
ojos negros con fuego brillando en el centro de sus pupilas, las
uñas en forma de garras y el dragón tatuado
recorriendo el pecho desnudo con vida propia, buscando su
próxima victima. Todo muy intimidante, pero un total
desperdicio en seres que no le podían ver.

-No sabía que el inmortal se estaba
procreando. ¿Lo reportaste…?

-¿Qué tu crees? Además
te recuerdo que aquello que sucedió en mi casa no debe
interesar a la tuya.

-Cierto, pero aún no comprendo como
has terminado en este lugar perdido de la mano de Dios, con tu
secretario y sin guardaespaldas.

-Cazadores… los lobos tienen
problemas, los
árboles están siendo cortados cuando la ley PGWL que los
protege está recién firmada. Los humanos
están destruyendo la tierra y
utilizando todas las trampas que pueden crear para salirse con la
suya, por unos malditos billetes.- dijo con desprecio, mirando a
quien aún sostenía por el cuello. -Aclaro, yo vine
con toda mi gente, estos idiotas lograron separarnos con un par
de avalanchas de poca monta.

-¿Avalanchas? No
señorita… juro que nosotros no tenemos nada que ver
con eso. Crecimos en este lugar y sabemos lo peligroso que es
provocar un derrumbe de nieve. Además es poco el control que se
puede tener sobre una avalancha cuando esta comienza.

-Los hombres son bolsas de testosterona sin
neuronas. Jehui, suelta a los caballeros y observa lo que te
rodea. Ellos intentaron aprovechar una situación de por si
sospechosa, lo siento por Nerón, pero esto es muy
elaborado… – se detuvo al escuchar como el viento llevaba
un zumbido a sus oídos. -¡Al suelo…!- Jehui
se lanzó al suelo arrastrando con él al hombre que
no había soltado en ningún momento durante la
discusión. Se escuchó unos gemidos y el llanto del
hombre que miraba horrorizado al monstruo que le sostenía.
Parecía que al tirarse al suelo, Jehui había
lanzado todo su poder a protegerlos y la forma humana que le era
tan familiar había desaparecido.

-No me voy a ilusionar pensando que me
salvas la vida hoy buscando un pedacito de mi
corazón.

-¡Idiota! Te quieren matar y tu
acosándome sexualmente.

-Corazón, estás cubriendo mi
cuerpo con tu pequeño monumento a la mujer
hasta ahí llega todo pensamiento
racional.- Lo vio levantar su mano y enredar sus dedos en
algunas hebras del cabello femenino. La sensación fue para
ambos electrificante, una sorpresa que provoco que dejaran
escapar un gemido de placer ante el exquisito dolor.

-¡DEMONIO…! ¡Un
demonio…!- el hombre los
saco de su ensoñación y ambos intentaron a una vez
detenerlo antes que saliera de la esfera de protección.
Alatthy ahogo un gemido de horror al ver como la cabeza se
desprendía del cuerpo, para luego caer al suelo con un
sonido seco.

-Están usando aire. Cuidado, mi
energía esta a punto de acabarse y de seguro esperan
encontrarme solo.

-¿Cuántos demonios conoces
que utilicen el aire de esta forma?

-No muchos, pero si conozco más
ángeles
con ese poder.- dijo él con ironía.

-Lo mismo estaba pensando. Creo que el
ataque esta dirigido al movimiento y
por tu protección ellos están ciegos, no saben
nuestra ubicación precisa. ¿Cuánto tiempo
tenemos?

-Cinco minutos, pero creo que es menos si
atacan directamente… parecen estar cambiando de estrategia.- Ella
tuvo que asentir al ver como se formaban pequeños tornados
a su alrededor, no dudaba de que estos fueran cargados de
sangrientos propósitos.

-¿Qué te podría
matar?

-Si no fuera por todo esto me
sentirá muy ofendido ante tu pregunta. Mira que es algo
delicado para nosotros los demonios que nos pregunte un
ángel precisamente eso.

-A mi nivel o edad me importan un…
comino lo que pueda ofender a un demonio tan viejo como tu;
¿las bandas de aire te matarían?

-No, pero unas gotas de sangre de
ángel en ciertos puntos de mi anatomía
eliminarían mi esencia de forma rápida y
segura.

-Carajo… y me lo vienes a decir
ahora. Estoy cubriendo tu cuerpo precisamente con mi cuerpo, que
si no se te olvida es el cuerpo de un ángel.

-Un muy hermoso cuerpo, diría
yo.

-¡Idiota a la máxima potencia! Si nos
empalan te has podido jo…- Él hizo lo único
que creyó la callaría, la beso con pasión.
Selló sus labios con los propios en un gesto desesperado,
que salió fuera de todo control. La tensión en el
cuerpo femenino desaprecio, entregando un sabor dulce al paladar
que evoco largas noches de húmeda pasión junto a
unas sensaciones vibrantes, que tentaban al demonio salvaje que
fue en sus años de juventud. No
pudo resistir liberar un gemido ronco mientras frotaba sus
caderas contra las de ella. Por primera vez en siglos
sintió con fuerza al
dragón que vivía en su piel, éste intentaba
salir de su cuerpo para unirse a ella. El grito de ella fue
suficiente para sacarlo de su ensoñación, el dolor
estaba presente en sus facciones y sus ojos lo miraban como nunca
lo habían hecho; con miedo.

-Maldición…

-Muévete Alatthy…- el aviso
llegó tarde ambos estaban bajo ataque y los habían
encontrado como adolescentes,
con las hormonas
revueltas y las manos en lugares… picantes. Él
sintió el golpe y vio el rostro bajo la mascara, pero no
puedo comprender por qué ese rostro.- No lo mires al
rostro, está usando una mascara.

-¿Qué? Ella no
entendía muy bien que había querido decir, pero
intento seguir sus instrucciones. Noto varias sombras entre los
árboles y siguió en línea recta contra
ellas, intentando alcanzarles antes de que les cerraran todas las
salidas. Tenía que detener la magia en el aire.

-Cuidado con las sombras.- dijo ella
mientras corría intentando escapar del centro formado por
pareces de viento.

-¿Qué sombras?- Él la
vio atacar el espacio vació, en ese momento supo que la
trampa era para ella, lo que explicaba la mascara que
sonreía con malicia ante él.- No comprendo el por
qué de estar contra ella, es un pez muy pequeño a
mi lado.

-Jehui, no creas que has engañado a
alguien con ese nivel dudoso. Hay muchos rumores que afirman
sobre tu control de poder, siendo éste absoluto y que tu
nivel realmente no ha podido ser medido por varios miles de
años.

-No deberías estar haciendo caso a
chismes de esquinas. Tu nivel cinco no se puede comparar conmigo,
esto es suicidio.
Ambos lo sabes, la pregunta es qué ganas
enfrentándote a mí.- El intento mantener la
atención de Katashie, no podía dejar
que se acercara a Alatthy, no le gustaba para nada la falta de
información. ¿Cómo
sabía quien iría a ayudar en esa situación?
O peor aún; ¿qué estaban haciendo en otras
partes del mundo para creer que podían salir impunes de
ese ataque?

-Cierto que no estamos al mismo nivel, pero
no es tu cuello el que deseo rebanar. Así que espero poder
hacer lo que llevo siglos deseando… esa niña nunca
debió haber nacido…- el odio en sus palabras y la
locura en su mirada no auguraban nada bueno.

-¿Padre…?

-Maldición… – fue un susurro,
pero suficiente para que Katashie se moviera con
rapidez.

-No esperaba que regresaras tan pronto.
Tengo que protegerte mi pequeña.- sus gestos y mirada
cargada de ternura la desalmaron. Jehui vio con horror como ella
bajaba su espada y con pasos titubeantes se acerco a quien
apretó con mayor fuerza la empuñadura de su
espada.

-Mira que eres terca, te dije que no le
miraras.

-Pero es mi padre…

-No, no lo es. Yo me encargue de que tu
padre no volviera a pensar en sus queridos humanos.- dijo el
sorprendiendo a ambos oyentes.

-¿Qué?

-Es un secreto guardado a gritos, soy el
que mato a tu padre en la última batalla.

-Pero…- Alatthy parecía
realmente confundida.

-Dejando eso aclarado, éste no es tu
padre.- ella lo miró horrorizada y desvió la mirada
hacía el impostor con los ojos cargados de
lágrimas. El silencio cargado de electricidad, fue
roto por el gemido de dolor de ella. Aun con el
conocimiento de lo que encontrarían, ambos miraron el
vientre femenino y el como una katana negra y ensangrentada
salía de éste. Jehui se acercó para
ayudarla, sin embargo ella dio unos pasos atrás asustada.
El movimiento, pareció herirle en el pecho, pero no tuvo
tiempo para pensar en el significado de ese dolor, al sentir que
le herían de igual manera desde la espalda.

-Disfruta de mi sangre Jehui.- dijo
Katashie con una risa maliciosa.

-Maldición…- La vio asentir y
se dejo caer al suelo rodando con impulso y sintiendo como el
metal salía de su cuerpo, la vio tomar fuerza con su
movimiento. Ambos atacantes se sorprendieron al verse ante una
agresión por quienes estaban mortalmente heridos. Ella con
una sonrisa sinistra movió su espada de forma horizontal,
para luego mirar burlona a quien hasta ahora pensó
había ganado. Mientras, Jehui dio la vuelta en el suelo
una vez más a gran velocidad para
luego mover su espada de forma vertical, la hoja tomo fuego con
la fricción del aire, tanto él como su
dragón compartieron una oscura satisfacción al ver
como su sable envuelto en llamas abría por la mitad al
atacante de Alatthy que gritaba en agonía.

"Bien hecho pequeño"- la
voz de su dragón ronca y llena de emoción le
sorprendió, era mucho el tiempo que no le escuchaba.-
"Pendiente, la niña está mal herida y con la
sangre envenenada."

-Luego hablaremos tú y yo…-
Jehui se volteo para encontrar a Alatthy sobre el cuerpo de
Katashie. La katana había desaparecido, de seguro al morir
su atacante ésta desapareció con él. Lo que
dejaba claro que eran uno y el otro parte del mismo ente,
asegurando veneno en el cuerpo herido. El se movió con
rapidez para tomarla en brazos y llevarla al
Santuario.

"Detente mocoso
impertinente…"-
la voz de su dragón lo detuvo,
se miró el cuerpo cubierto de sangre y lanzó una
maldición por su torpeza. – "Exacto, tu sangre
la mataría en unos segundos."

La saturación de la herida en su
vientre fue hecha con fuego, luego tomo trozos de nieve para
lavarse toda la sangre que aún quedaba sobre su pie. No
podía tomar ningún riesgo, con la
protección de ella baja, temía exponerla al
contacto con su sangre, lo que la mataría mucho más
rápido que cualquier espada. Con toda su atención
en lavar la sangre, se sorprendió al escuchar una risa
apagada unida a un gemido de dolor, al levantar la vista se
encontró con ella sonriendo, de seguro burlándose
de él.

"Preciosa…"

-Bella…- Jehui supo que estaba
metido en problemas cuando su dragón estaba así de
activo y en sincronía de pensamiento
con él.

-No te apures… ya me pongo en pie yo
solita.- dijo Alatthy irónica.

-¡No! Puede que tengas veneno en tu
sangre.

-¿Envenenamiento y tú
poniéndote guapo? No me lo puedo creer, que he hecho para
merecer a este idiota de pareja ante la calamidad.

"¿Está
delirando?"

-No, siempre es así de irrespetuosa.
Alatthy, no puedo tocarte con mi sangre. Recuerda lo peligrosa
que es, puede matarte sé que estás en shock y tal
vez el veneno no te permita ver lo grave de tu situación.
Juro que pronto iremos al Santuario.- Ella asintió y
comenzó a tararear una melodía que a él le
era conocida. No era la primera vez que la veía refugiarse
en ese tarareo.

"Esa hembra está tan loca como
tú."

-Lo sé…- dijo con
resignación.

-Podrían dejar de hacer eso,
tú y la mierda de mascota esa. Me están dando dolor
de cabeza con su cuchicheo de viejas.

-¿Lo escuchas?

-Siempre he sabido que está vivo,
pues lo veo moverse por tu piel desde la primera vez que te vi en
tu forma verdadera. Tampoco se me olvida que el desgraciado me
mordió mientras tú te comportabas como un maldito
adolescente. ¡Y que por si las moscas, me gustaba
más cuando no sabía que era un idiota
machista!

-¿¡Qué!?

"¿¡Qué!?"
– dijeron ambos a la vez mientras ella se desmayaba
aún con una sonrisa burlona en los labios, disfrutando de
seguro del horror que había provocado en ambos.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Istalle Crast

Partes: 1, 2
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