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Bases Histórico-Filosóficas de la Psicología (página 2)



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Platón, discípulo de Sócrates,
formuló la primera teoría del
conocimiento. Cuatro preguntas lo movieron:
¿Dónde puede hallar la verdad el hombre?,
¿Cuál es el origen y la composición del
universo?
¿Cuál es la finalidad del hombre sobre
la tierra?,
¿Cuál es el origen de la creación del
hombre? Como podemos observar, Platón se
planteaba preguntas relacionadas con la posibilidad de conocerse,
propio del campo de la psicología y la
filosofía, así como el origen de las
cosas y lo que más ha ocupado últimamente las
páginas de los libros: la
finalidad del hombre, cual es su misión en
la vida si es que hay alguna, qué papel nos corresponde y
para que estamos vivos.

Esto nos lleva a la logoterapia actual que intenta dar
respuesta a la finalidad del hombre en el mundo. El hombre en
busca de sentido
de Víctor Frankl, intenta dar con la
respuesta y da para toda una teoría
sobre el sentido de las acciones
humanas que, como vemos, las ideas no son tan nuevas como se
pudiera pensar, aunque se puede ver que después de las
guerras
mundiales, con el sufrimiento causado, el tema cobra
importancia.

Continuando con Platón,
concluye éste que sólo la razón lleva al
hombre a la verdad. Según él, todo acto
cognoscitivo es una reminiscencia. En resumen, se trata
de un proceso de
anamnesis mediante la cual se reconstruye la verdad a
través del recuerdo. Se puede considerar innatista porque
para él, el
conocimiento no procede de la experiencia sino de un saber
preexistente, prenatal y connatural al intelecto. Aunque no
directamente relacionado, el recuerdo en el psicoanálisis le puede dar sentido a la
existencia humana al retomar las riendas de la conciencia,
secuestradas por un recuerdo reprimido inconsciente, donde la
reminiscencia viene a salvar al sujeto de la neurosis que lo
aqueja.

Al universo lo componen dos mundos. Platón le
atribuía a las ideas una realidad substancial, lo que
confiere a su doctrina un carácter ontológico y cognoscitivo.
Expone un dualismo metafísico al decir que existen dos
niveles del ser, el mundo sensible y el mundo de las ideas. Pone
a las ideas como algo superior a lo sensible y la finalidad del
hombre es reintegrarse al origen divino de donde procede. El
alma va
más allá de lo personal y
corpóreo y la concibe como una idea que une a todos los
demás y que además es preexistente al
cuerpo.

Con platón inicia esa separación
cuerpo-mente que a su vez sirve para la tipología
de ciertos trastornos de personalidad
donde la dominancia de uno sobre otro implica un trastorno u
otro, como la esquizofrenia
donde la separación de mente y cuerpo es su
característica principal. A Platón, que si bien
intentó respuestas metafísicas a sus
planteamientos, se le reconoce el haber tratado de responder a
preguntas que hasta la fecha tienen al hombre ocupado y que
orientan a muchos a la psicología. Se puede decir que
orientarse por la psicología es un intento por responder
las preguntas ya milenarias.

Base del pensamiento
occidental, Aristóteles sustituyó la
desvaloración del mundo material llevada a cabo por
Platón por una fuerte atención a la realidad natural y a la ciencia.
Acabó negando el dualismo metafísico
platónico y acabó fuera de la Academia al morir
Platón. Para él, la realidad no está
escindida sino que forma un todo coherente. Sólo hay un
mundo único y está constituido precisamente por
aquella naturaleza
material que Platón consideraba indigna de ser objeto de
estudio. En este sentido cada ciencia es
independiente y autónoma con respecto a las otras ya que
cada una tiene un objeto de estudio y su objetivo era
construir una enciclopedia del saber.

Esta es la base de una corriente del
positivismo a través del método
inductivo
, partir del mundo material de cuyos
fenómenos se pueden lograr generalizaciones y
posteriormente leyes. Es hasta
Aristóteles donde se remontan las raíces del
conductismo
que, tal como Aristóteles se le opone al mundo de las
ideas a Platón, el conductismo se le opone al
psicoanálisis al pretender asentar como verdadero solo a
lo que pueda ser mesurable y observable.

Es Aristóteles quien acuña la idea de
sustancia, la forma de las cosas, independiente de sus
particularidades o accidentes.
Habla de cuatro causas: material, eficiente, formal y
final.

Con la teoría del silogismo de Aristóteles
nace la lógica
que verifica la validez o falsedad a los razonamientos.
Aquí podemos ver cómo el positivismo
tiene su anclaje en estas ideas y al lado del método
inductivo también echa mano del método
deductivo
. Así pues, se puede decir que
Aristóteles es uno de los primeros científicos por
proponer el método
científico y brindar las ideas principales que lo
sustentan.

Maestro de Alejandro
Magno, Aristóteles imprimió su huella en la
historia pues las
conquistas de su discípulo impusieron la forma de actuar
más pragmática, pero una forma de pensar menos
utilitarista aunque de principio parezca esto
irreconciliable.

El Helenismo,
surgido en esta época (alrededor del 334 a. C.) pone a la
filosofía como un estilo de vida
a adoptar por el mundo. Se le atribuye, y en este sentido se
relaciona con la psicología, un carácter curativo,
una función
terapéutica. Esta nueva tarea de la filosofía era
garantizar al hombre la tranquilidad del espíritu y
producir una vida contemplativa, indiferente, por encima de las
ocupaciones y de las emociones
causadas por la vida ordinaria. El filósofo, como intenta
el psicólogo moderno, se convierte en el médico de
espíritu, el farmacéutico de las angustias, el
cirujano de las opiniones.

Aunque Platón no creía que cualquiera
pudiera acercarse a la filosofía, para Epicuro, un
personaje de esta época, cualquier edad es adecuada. Le
atribuye a la filosofía otra función: buscar la
felicidad puesto que este es el principal problema del individuo, y
eso depende de cada uno y no de los dioses. El placer es lo
único a lo que nos debemos orientar. Aborda también
ideas de la muerte a la
que no hay que temerle porque no existe mientras existamos y no
existimos una vez muertos. Es interesante como el principio
del placer
y su obstáculo el dolor, así como
la dicotomía vida-muerte se
pone sobre la mesa de discusión y le aportan al
psicoanálisis moderno su punto medular.

Con una serie de pensamientos en este sentido, sobre la
función de la filosofía, la forma en que el hombre
debe comportarse, el papel del dolor, del placer, la
distinción de las necesidades del hombre, la
contemplación e introspección y la reflexión
en general sobre el hombre, llegamos hasta San
Agustín. Con su reflexión sobre la
creación y el misterio del tiempo,
además de su reflexión sobre el pecado y su
papel, contribuye indirectamente a los principios del
humanismo
actual sobre el aquí y el ahora. Nos dice que el tiempo no
lo podemos definir completamente. Solo tenemos una noción
vaga por lo que sólo el presente cobra importancia, puesto
que sólo éste parece existir. Con la imposibilidad
de acceder al pasado, así como al futuro, no nos queda
más que el presente para la solución de nuestros
problemas.

Santo Tomás de Aquino pone el acento sobre otro
punto crucial de la psicología. ¿Somos
dueños de nuestros actos? ¿Es la voluntad una
capacidad humana que se sobrepone a todos sus instintos?
Sí. La Razón para Santo Tomás es el medio
por el cual podemos llegar a la verdad. Retoma pensamientos
aristotélicos lógicos, pero su más grande
contribución es su apego a la fe y su conciliación
con la razón. Es decir podemos llegar a conocer a Dios no
solamente a través de la fe pura sino a través del
razonamiento. Su contribución a la psicología es
precisamente su acento en el papel de la voluntad y la
razón que luego será objeto de discusión
entre diferentes corrientes psicológicas ya que mientas
unas ponen el énfasis en los impulsos inconscientes como
las psicoanalíticas, otras, retomando a Santo Tomás
ponen el énfasis en lo consciente y volitivo de la
conducta
humana como las humanistas.

Importantes son las reflexiones sobre la locura que hace
Erasmo de Rótterdam. La experiencia de la locura puede ser
fuente de regeneración. Nos dice cómo el deseo
místico de renunciar al cuerpo para vivir una
espiritualidad pura puede llevar a la locura. Nos dice
también que la locura patológica nace cuando la
mente no está en sintonía con el cuerpo. Veamos que
esta es precisamente la definición de esquizofrenia, una
separación entre mente y cuerpo y que sus reflexiones
contribuyeron a tipificar la psicosis y
contribuyeron enormemente a la psiquiatría.

Martín Lutero, en sentido similar, expone dos
dimensiones del hombre, una espiritual y una corporal, aunque
esta dicotomía cuerpo mente viene ya desde platón
cuando despreciaba al cuerpo y le daba toda la importancia a las
ideas. Cabe señalar que Lutero afirmaba que actos, obras y
comportamientos no influyen en la espiritualidad. Así
pues, ve a los actos y comportamientos como hipócritas, es
decir, podemos inferir que hay una preponderancia de las ideas y
un desprecio por los actos físicos o
corporales.

Ya un tanto diferente es Nicolás de Cusa que con
su reflexión sobre la imposibilidad de conocer la verdad
pone las bases para un indeterminismo al considerarla
incomprensible. La verdad, en cuanto absoluta, única y no
relativa escapa a la comprensión humana. Suena como un
intento de poner lo inconsciente, aunque no en estas
palabras, como lo que nos impide conocer nuestra persona a fondo.
Asimismo, pone sobre la mesa la dicotomía que luego se
torna dialéctica al afirmar que Dios es máximo como
mínimo, tanto luz como
obscuridad, tanto afirmación como negación, como
luego se sistematiza en el psicoanálisis con su descripción de lo consciente e
inconsciente.

En el devenir de las ideas siempre está la
discusión entre los polos opuestos, alma-cuerpo,
mente-actos, razón-irracionalidad, voluntad-determinismo,
etc. Y en esta oscilación aparece Descartes al
cual se le ubica como el parte aguas entre las ideas medievales y
las modernas, entre la metafísica
y la ciencia. Cabe señalar que la lucha interna de
Descartes era en realidad su inclinación al escepticismo
al cual trata de neutralizar con la imposibilidad de poner en
duda al pensamiento del cual tiene la certeza total aunque de una
manera totalmente deductiva. Con su idea de pienso luego
existo
, pone sobre todas las cosas al racionalismo.
Intenta formalizar el método del pensamiento y ponerlo al
servicio de la
ciencia. Después aparecerán dentro del mismo
positivismo, los empiristas, que ponen el acento sobre los sentidos
más que en la razón. Se instala pues una
discusión entre racionalismo y empirismo, que
se emparenta con el dualismo deducción/inducción aunque esto ya cae
más en el método que en el campo propiamente
psicológico.

Dentro de los empiristas más representativos
tenemos a John Locke.
Para él, la hipótesis innatista es sobre todo
inútil. No hay nada en el pensamiento que antes no haya
pasado por los sentidos es lo que lo define mejor. Así
pues, no existe ninguna verdad universal, ni siquiera los
principios básicos de la lógica, y agrega: los
niños y
los locos no conocen ningún principio de lógica,
prueba de que lo lógico no puede ser innato como se
infería en las ideas de Descartes.

Y le contesta anticipadamente a Freud por tres
siglos al afirmar que no cabe ni siquiera suponer la idea de
pensamientos inconscientes puesto que para él, el acto del
pensamiento implica conciencia. Tampoco hay principios
prácticos o éticos universales, todo
dependerá de la experiencia individual. En síntesis,
para Locke y otros empiristas, la mente es una tabula
rasa
que sólo se escribe con la
experiencia.

Después de un largo brinco por los filósofos más orientados a lo social
como Voltaire,
Hume, Rosseau, y otros que discuten sobre el mundo de las ideas
como Kant y Condillac,
llegamos hasta los materialistas que de cierta manera le imprimen
un cambio a la
manera de concebir al mundo en general.

Con Feurbach, poco mencionado por cierto, podemos
encontrar una explicación al superyó
freudiano. Para él, Dios es la inteligencia
que se piensa a sí misma. Los hombres han atribuido a Dios
las características de su inteligencia, es decir los
atributos de Dios son los instrumentos de la inteligencia humana.
Sin embargo lo considera necesario, pues pensando a Dios, el
hombre se reconstruye a si mismo. Con esta encarnación de
Dios Feurbach sienta las bases para explicar la teología y
explicaciones metafísicas y las empieza a ubicar como
objeto de estudio científico que luego retoma Freud en
varios escritos aunque sin aludir directamente a autores
anteriores.

Sin duda Schopenhauer
contribuye a la psicología como pocos con sus conceptos de
sublimación y nirvana poniendo al
descubierto las tendencias enmascaradas del hombre y su lucha por
alcanzar el placer. Sin querer, da paso al mecanismo de la
represión y el principio dinámico
de la psique al proponer la transformación de la
energía sexual en actividades psíquicas
superiores. A él también se le debe la introducción de la filosofía budista
con el término Nirvana que posteriormente viene a
representar un concepto del
psicoanálisis reconocido por Freud. Es interesante como
para Schopenhauer todas las manifestaciones del amor son
manifestaciones del instinto sexual, aunado al principio de que
el hombre, incluso creyéndose libre, está en
realidad determinado por instintos biológicos
fundamentales.

Augusto Compte contribuye a la comprensión del
desarrollo
humano tanto filogenético como
ontogenético al ver a la inteligencia desde un
punto de vista histórico el cual está regulado por
leyes necesarias. Las etapas que expone son, teológica,
metafísica y científica, cada una de las cuales
describe un modo de ver al mundo. Con este entendimiento podemos
entonces conocer cómo es la inteligencia del niño,
del adolescente y del adulto en lo general, pudiendo con ello
contribuir a la psicología del
desarrollo
.

Casi diciendo ello y superyó
aparece la dialéctica de Nietzsche con
lo dionisiaco y lo apolíneo. Para
él, Dionisio y Apolo son, respectivamente, símbolos de vida y muerte, fuerza vital y
racionalidad, salud y enfermedad, instinto
e intelecto, oscuridad y luz, devenir e inmovilidad, ebriedad y
sueño.

No es sino hasta que aparece Freud que se puede ver una
sistematización y coordinación de todos los conceptos hasta
antes vaga y aisladamente expuestos. A través del
psicoanálisis Freud articula conceptos como eros
y tánatos, amor y odio, vida y muerte, como entes
inseparables de una misma unidad. La polaridad psicológica
entre amor y odio es similar a la polaridad física entre fuerzas
de atracción y repulsión pero también de
complementariedad para darle sentido a la dialéctica
hegeliana.

Así pues, hablando en términos de la
física y tratando de que la psicología tuviera un
sustento científico, la conducta no es
más que la resultante de un sistema de
fuerzas. Así pues, toda pulsión amorosa comporta
una cuota de agresividad, y toda pulsión agresiva lleva
implícitas fuerzas amorosas. La guerra, para
Freud, es parte de la naturaleza
humana, retomando incluso a los presocráticos.
Sólo una humanidad totalmente racional, sin emociones
podría realizar la paz perfecta. Como es inconcebible una
humanidad sin emociones la paz es irrealizable.

Como un sustento posterior para el humanismo aparece
Bergson, y recordando a San Agustín, retoma el tiempo y
sus reflexiones. La dimensión del tiempo está
escandida en el presente donde transcurre así mismo todo
tipo de recuerdos. En este sentido todo acto debe verse como
parte del presente y a lo más podemos poner como secuencia
temporal la sensación y luego la acción
pero unidas en el momento presente cuyo enlace está en el
cuerpo. Si aceptamos un pasado y un futuro es de todas maneras el
cuerpo actual el que las sintetiza. Esto puede servir de sustento
a las terapias como las humanistas y las de corte marxista
freudiano como la vegetoterapia reichiana.

El pragmatismo de
Peirce y James sirve como sustento para el conductismo. Para
ellos la realidad psicológica no se circunscribe en la
pura irracionalidad o racionalidad. Su pragmatismo
continúa la tradición inglesa que rechaza toda
doctrina de infalibilidad de la razón humana. Cabe
señalar que estos autores desde Locke son productos de
su contexto de capitalismo e
industrialización donde las banderas de libertad
humana e individualismo, así como de la defensa de la
propiedad
privada a ultranza, son indispensables para sostener el sistema
naciente que reclama ideas en su mismo sentido. Rechazan la
metafísica encontrada en la supuesta verdad de las
palabras y se inclinan por la observación, propia y necesaria del
positivismo.

Croce viene a poner el énfasis en el
método histórico lo cual es retomado por algunas
corrientes psicológicas para quienes la verdad está
en la historia de cada individuo.

No es sino hasta con Husserl que se intenta poner fin a
esa separación entre sujeto y objeto. Ni el sujeto
está separado del objeto ni este del primero. La verdad no
es unidireccional sino que es una síntesis de ambos.
Propone una actitud
fenomenológica, desprejuiciada, desinteresada y crítica
a la que llama epojé. La relación entre un
sujeto y un objeto es un fenómeno singular, pero no ser
propone ser escéptica sino poner al objeto en
relación al sujeto y el sujeto adaptado al objeto porque
uno no puede concebirse sin el otro.

El estructuralismo con Lacán le da un giro a
la verdad y al sujeto en el sentido de la lingüística. El sujeto deja de serlo
al enredarse en una trama de símbolos que le quitan su
identidad y no
le permiten actuar con singularidad sino en relación con
reglas sintácticas ajenas al sujeto que a la vez es un
significante que lleva a otro como una entrada de diccionario a
otra en una cadena interminable de significantes cuyo
último significado se desvanece y jamás llega a lo
concreto o a
su referente objetivo. De sujetos pensantes pasamos a ser sujetos
pensados por la estructura
lingüística donde hasta la identidad yoica
está determinada por metonimia.

La verdad para Lacán es, sin embargo,
aprehensible, pero no en la verdad de las palabras sino en los
silencios entre una y otra. Es donde el sujeto realmente se
encuentra, en la falta, en el vacío o en el silencio. Es
decir, se hace la diferencia entre lo real, lo imaginario y lo
simbólico. De lo real no podemos decir nada, lo imaginario
solo es relativo y lo simbólico es ilusorio ya que se
desvanece. Nociones como éstas vienen a darle un giro a la
psicología que se percibe que no dejará de
evolucionar mientras el hombre exista y se pregunte, e intente
como se ha hecho desde el principio "conócete a ti
mismo".

De las grandes corrientes psicológicas como el
psicoanálisis, el conductismo y el humanismo, así
como de sus derivadas,
podemos decir que sus ideas más representativas no han
surgido de la noche a la mañana, que tienen un largo
periodo de discusión y que cada una tiene un campo
respetable y hasta complementario en la historia de las
ideas.

Si bien cada campo exige una forma de concebir al
hombre, de proponer sus propios criterios de verdad, de utilizar
su propio método y hasta de elegir un objeto formal, el
psicólogo por su parte debe mantener una actitud
crítica y a la vez abierta a todas las corrientes y estar
preparado para contribuir a una u otra. Por otro lado, el hecho
de conocer las bases filosóficas históricas de la
psicología le da al psicólogo una visión
más amplia que seguramente se reflejará en su
quehacer diario con sus pacientes y su bienestar que es en
última instancia la misión de su
profesión.

Referencias

Del Río, E. (1997) Filosofía para
principiantes.
México Ed. Grijalbo.

Atlas Universal de Filosofía (2006) Manual
Didáctico de Autores Textos Escuelas y Conceptos
Filosóficos.
Ed. Océano. España.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Psic. Julio Cabrales
Nevárez

Universidad Autónoma España
de Durango

Enero, 2009

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