La comida y la bebida: Patógenos específicos en la pandemia de la obesidad
¿Problemas, con quién?
Del sexo, ni hablar.
La gordura, ¿adaptación descarriada?
La paradoja
Bibliografía
La comida y la bebida: Patógenos
específicos, en la pandemia de la obesidad, que
a los expertos, sorprendentemente, "sorprenden"
Recientemente, he notado una preocupante
tendencia por parte de profesionales que se consideran a
sí mismos autoridades y "expertos" en los trastornos de
comer, especialmente, en lo que concierne a la obesidad.
Fuente de la juventud
por Lucas Cranach
La tendencia, referida, coincide con avances en
las neurociencias que mapean las regiones en el cerebro que se
activan con ciertos comportamientos complejos, como son la
predisposición a reñir de ciertos animales de
laboratorio, y
aún personas, cuando se someten a pruebas para
evaluar, precisamente esas mismas propensiones, o lo opuesto.
Asimismo se reportan los procesos y
mecanismos de acción
de sentimientos como el regodeo por los infortunios de otros,
antes ciertas circunstancias, o el doble propósito de
ciertas hormonas, como
la oxitocina que, además de estimular la respuesta
amorosa, despierta el deleite hostil, y los sentimientos de
envidia.
Lo que roba especificidad a su acción, por
todos celebrada.
Muchos otros hallazgos, de considerable interés,
se publican todos los días incluyendo los sentimientos de
justicia e
injustica que compartimos con otros primates y animales sociales,
y detalles acerca del deterioro de la salud de la
generación que hoy se considera vetusta.
Pero, ¿en la
obesidad.?
En lo que, a la obesidad concierne,
todavía persiste una idea del tipo "Fuente de la
Juventud", por medio de la cual, si sólo pudiéramos
encontrar la pócima que la curará, la
píldora que, tomándola, nos permitirá perder
todo el peso que anhelamos — comiendo, lo que sabemos, no
debemos comer y — lo más importante —
haciéndolo así, sin engordar y sin tener que
movilizar nuestros cuerpos mas allá de la distancia a la
nevera, o hacer más esfuerzo que presionar el botón
del control remoto de
la
televisión, para ejercitarnos.
Cuando leemos acerca de los problemas de
salud de los "baby boomers" — la generación de
los nacidos en la posguerra norteamericana — los expertos que
escriben, hacen hincapié en señalar el gran
número de entre los mismos que hoy padece de limitaciones
físicas, las que, de manera sensible las culpan a una vida
de negligencia y descuido en hábitos personales
saludables.
La susodicha tendencia que he notado.
El ejercicio y la comida, siempre se mencionan
dentro de sus consideraciones, pero la comida y sus efectos
negativos se soslayan de tal manera que, los peritos, dan la
impresión de que, de hacerlo contundente, y directamente
— el mismo hecho de hacerlo — les ocasionaría
problemas. Esa es la tendencia: Soslayar culpar las comidas
rápidas y las bebidas con azúcares por su
participación en la pandemia de la obesidad.
Desuello del juez prevaricador,
Sisamnes, por Gerard David
¿Problemas,
con quién?
¿Con el lobby poderoso
de las cadenas de comidas rápidas o fast food, o
con el de las bebidas azucaradas, que hoy se consumen por galones
por todas las edades, en todas partes del mundo?
Es posible que la última
explicación tenga cierta validez, ya que los
industrialistas, que mercadean las comidas repletas de HFCS,
azucares y aceites de palma, son los mismos que donan
generosamente a los científicos para sus investigaciones
y, a menudo, a sus cuentas bancarias
discretas.
La venalidad es parte del ser humano. Todo se
compra, todos se venden, dicen los que son, venales, ellos
mismos.
Entonces, nos quedamos con la impresión
decidida de que, en el caso de la obesidad epidémica, si
la comida contribuye algo para su origen, difusión y
progresión, que ésta no puede ser la comida que
ellos venden.
Lo mismo es el caso con las bebidas azucaradas y
con los desayunos "saludables" de cereales repletos de azúcar
y calorías vacuas. Ellos, todos, contribuyen a la "ideal,
salud general" de todas las edades. Esa es la idea.
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