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Las cruzadas medievales (página 2)



Partes: 1, 2

La dinastía selyúcida en su
periodo de mayor extensión

Para poder
comprender qué razones tenía la historia de Europa y
del Oriente Próximo para tomar semejantes
rumbos, debemos remontarnos a los años inmediatamente
anteriores al comienzo del fenómeno cruzado y ver
qué estaba sucediendo en el mundo de aquel entonces.

En torno al
año 1000, Constantinopla se erigía
como la ciudad más próspera y poderosa del mundo
conocido. Situada en una posición fácilmente
defendible, en medio de las principales rutas comerciales, y con
un gobierno
centralizado y absoluto en la persona del
Emperador, además de un ejército capaz y
profesional, hacían de la ciudad y los territorios
gobernados por ésta (el Imperio
Bizantino) una nación
sin par en todo el orbe. Gracias a las acciones
emprendidas por el Emperador Basilio II Bulgaroktonos,
los enemigos más cercanos a sus fronteras habían
sido humillados y absorbidos en su totalidad.

Sin embargo, tras la muerte de
Basilio, monarcas menos competentes ocuparon el trono bizantino,
al tiempo que en
el horizonte surgía una nueva amenaza proveniente
de Asia Central.
Eran los turcos, tribus nómadas que, en el transcurso
de esos años, se habían convertido al Islam. Una de
esas tribus, los turcos selyúcidas (llamadas
así por su mítico líder Selyuk), con todo el fanatismo
de los recién conversos, se lanzó contra el
"infiel" Imperio de Constantinopla. En la batalla de
Manzikert, en el año 1071, el grueso del
ejército imperial fue arrasado por las tropas turcas, y
uno de los co-Emperadores fue capturado. A raíz de esta
debacle, los Bizantinos debieron ceder la mayor parte
de Asia Menor (hoy el núcleo de la nación
turca) a los selyúcidas. Ahora había fuerzas
musulmanas apostadas a escasos kilómetros de la misma
Constantinopla.

Por otra parte, los turcos también habían
avanzado en dirección sur,
hacia Siria y Palestina. Una a una las ciudades
del Mediterráneo Oriental cayeron en sus manos,
y en 1070, un año antes de Manzikert, entraron en la
Ciudad Santa, Jerusalén.

Estos dos hechos conmocionaron tanto a Europa
Occidental como a la Oriental. Ambos empezaron a temer
que los turcos fueran a engullir lentamente al
mundo cristiano, haciendo desaparecer su religión.
Además, empezaron a llegar numerosos rumores acerca de
torturas y otros horrores cometidos contra peregrinos en
Jerusalén por las autoridades turcas. La paciencia iba a
agotarse en algún momento.

La Primera Cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa
entre cristianos y musulmanes
inspirada por el papado. Ya durante el papado de Alejandro
II, éste predicó la guerra contra el infiel
musulmán en dos ocasiones. La primera ocasión fue
durante la guerra de los normandos en su conquista
de Sicilia, en 1061, y el segundo caso se
enmarcó dentro de las guerras de
la Reconquista española, en la batalla de
Barbastro de 1064. En ambos casos el papa
ofreció la Indulgencia a los cristianos que
participaran.1

En 1074, el papa Gregorio VII llamó a
los milites Christi ("soldados de Cristo") para que
fuesen en ayuda del Imperio Bizantino tras su dura
derrota en la batalla de Mantzikert.2 Su llamada, si
bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante
oposición, junto con el gran número
de peregrinos que viajaban a Tierra
Santa durante el siglo XI y a los que la conquista
de Anatolia había cerrado las rutas terrestres hacia
Jerusalén, sirvieron para enfocar gran parte de la
atención de occidente en los
acontecimientos de oriente.3

En 1081, subió al trono Bizantino un general
capaz, Alejo Comneno, que decidió hacer frente de
manera enérgica al expansionismo turco. Pero pronto se dio
cuenta de que no podría hacer el trabajo
solo, por lo que inició acercamientos con Occidente, a
pesar de que las ramas occidental y oriental de la cristiandad
habían roto relaciones en 1054. Alejo estaba
interesado en poder contar con
un ejércitomercenario occidental que, unido a
las fuerzas imperiales, atacaran a los turcos en su base y los
mandaran de vuelta a Asia Central. Deseaba en particular usar
soldados normandos, los cuales habían conquistado el
reino de Inglaterra en 1066 y por la misma
época habían expulsado a los mismos bizantinos del
sur de Italia. Debido a
estos encuentros, Alejo conocía muy bien el poder de los
normandos. Y ahora los quería como aliados.

Alejo envió emisarios a hablar directamente con
el papa Urbano II, para pedirle su intercesión
en el reclutamiento
de los mercenarios. El Papado ya se había mostrado capaz
de intervenir en asuntos militares cuando promulgó la
llamada "Tregua de Dios", mediante la cual se prohibía el
combate desde el viernes al atardecer hasta el lunes al amanecer,
lo cual disminuyó notablemente las contiendas entre los
pendencieros nobles. Ahora era otra oportunidad de demostrar el
poder del papa sobre la voluntad de Europa.

En 1095, Urbano II convocó
un concilio en la ciudad de Piacenza. Allí
expuso la propuesta del Emperador, pero el conflicto de
los obispos asistentes al concilio, incluido el Papa,
con el Sacro Emperador Romano Germánico, Enrique
IV (quien estaba apoyando a un anti Papa), primaron
sobre el estudio de la petición de Constantinopla. Alejo
tendría que esperar.

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  • La sociedad europea, en su devenir, había ido
    acumulando un considerable potencial bélico. Por otra
    parte, el Islam se había erigido en un
    peligroso y fuerte enemigo. Ambas cosas se aunaron y dieron
    origen a las Cruzadas, proyectadas por la Cristiandad
    Occidental para salvar a la Cristiandad Oriental de
    los musulmanes. El resultado, sin embargo, quedó
    lejos de los propósitos y, en puridad, el movimiento
    cruzado, considerado históricamente, fue un fracaso
    discutible (aunque más de cien años de comercio
    demuestren lo contrario).

  • Steven Runciman lo resume así: Cuando Urbano
    II predicó su magno sermón en Clermont,
    los turcos estaban a punto de amenazar
    el Bósforo. Cuando el Papa Pío
    II predicó la última cruzada, los turcos
    estaban cruzando el Danubio .Rodas, uno de los
    últimos frutos del movimiento, cayó en poder de
    los turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las
    guerras con Egipto y Génova, y
    anexionada finalmente a Venecia, pasó a ellos
    en1570. Todo lo que quedó para los conquistadores de
    Occidente fue un puñado de islas griegas que
    Venecia mantuvo precariamente en su poder.

  • El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de
    la cristiandad, y por la acción de los Estados a
    quienes atañía más de cerca, Venecia y
    el Imperio de los Habsburgo, con Francia, la
    antigua protagonista de la guerra santa, ayudando al infiel
    de modo continuado.

  • Hubo ocho cruzadas desde el siglo XI hasta
    el siglo XIV.

Primera Cruzada

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Masacre de judíos
durante la Primera Cruzada. Biblia del siglo XIII.

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Captura de Jerusalén durante
la Primera Cruzada

  • Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los
    países cristianos se unieran para luchar contra el
    común enemigo religioso que era el Islam.

  • El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso
    en práctica. En 1095, la invitación a la
    lucha contra los turcos arribaría en embajadas
    francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas
    medievales más
    importantes: Francia, Inglaterra,Alemania y Hungría (Hungría
    no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el
    luto de 3 años del recientemente fallecido rey
    San Ladislao I de Hungría (1046-1095), quien
    antes de morir habría aceptado participar en la
    campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano
    II se sucedió en el penúltimo día
    del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27
    de noviembre de 1095, proclamó, al grito de
    '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la
    denominada primera
    cruzada 
    (1096-1099).

El paso de los cruzados por el Reino de
Hungría

La predicación de Urbano II puso en marcha en primer
lugar a multitud de gente humilde, dirigida por el
predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos
caballeros franceses. Este grupo
formó la llamada Cruzada
popular
de los pobres Cruzada
de Pedro el Ermitaño
. De forma desorganizada se
dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a
su paso. En marzo de1096 los ejércitos del
rey Colomán de Hungría (sobrino del
recientemente fallecido rey San Ladislao I de
Hungría) repelirían a los caballeros franceses de
Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro
causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la
ciudad de Zimony. Posteriormente entraría el
ejército de Pedro de Amiens, el cual sería
escoltado por las fuerzas húngaras de Colomán. Sin
embargo, luego de que los cruzados de Amiens atacásen a
los soldados escoltas y matásen a cerca de 4000
húngaros, los ejércitos del rey Colomán
fijarían una posición hostil contra los cruzados
que atravesaban el reino vía Bizancio.

A pesar del caos surgido, Colomán permitió la
entrada a los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk,
a quienes eventualmente también tuvo que enfrentar y
derrotar cerca de Nitra y Zimony, luego de que igual que los
otros grupos causasen
incalculables estragos y asesinatos. Luego de esto, los
húngaros detendrían las fuerzas del Conde Emiko
cerca de la ciudad de Mosony, y al poco tiempo, el rey
húngaro forzaría a Godofredo de
Bouillón a firmar un tratado en la Abadía
de Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar
por el territorio húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas
continuarían fuera de territorios húngaro
escoltadas por los ejércitos de Colomán y
continuarían hacia Constantinopla. A su llegada a
Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado
del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en
territorio turco, donde fueron aniquilados fácilmente.

La Cruzada de los Príncipes

Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los
Príncipes (denominada habitualmente en la
historiografía como la Primera Cruzada) cerca de
agosto de 1096, formada por una serie de contingentes
armados procedentes principalmente de Francia, Países Bajos y
el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos
por segundones de la nobleza, como Godofredo de
Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de
Tarento.

Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron
devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos por
éste frente a los turcos. Desde Bizancio se dirigieron
hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde
consiguieron una serie de sorprendentes victorias. Ya en Siria,
pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un
asedio de siete meses. Sin embargo, no la devolvieron al Imperio
Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí formando
el Principado de Antioquía.

Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén,
conquistando algunas plazas por el camino y sorteando otras. En
junio de 1099 sitiaron la capital, que
cayó en manos de los cruzados el 15 de
julio de 1099. En la conquista, los cruzados realizaron
una terrible matanza, que no respetó a judíos ni a
musulmanes, mujeres o niños.

Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y
muchos cruzados retornaron a sus países de origen. El
resto se quedó para consolidar los territorios
recién conquistados. Junto al Reino de
Jerusalén(dirigido inicialmente por Godofredo de
Bouillón, que tomó el título de Defensor
del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se
crearon además los condados de Edesa (actual
Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el
actual Líbano).

Tras estos éxitos iniciales se produjo una nueva oleada
de cruzados, que formaron la llamada cruzada de 1101. Sin
embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue
derrotada por los turcos mientras atravesaban Anatolia. Este
percance apagó los espíritus cruzados durante
algunos años.

Segunda Cruzada

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Divisiones políticas
de la zona en torno a 1140

Gracias a la división de los Estados musulmanes, los
Estados latinos (o francos, como eran conocidos por los
árabes), consiguieron establecerse y sobrevivir. Los dos
primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y
Balduino II fueron gobernantes capaces que extendieron el
reino a toda la tierra
entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso
más allá. Rápidamente se integraron en el
cambiante sistema de
alianzas locales y así pudieron verse enfrentamientos
entre la alianza de un Estado
cristiano con uno musulmán contra la alianza de otro
Estado cristiano con otro Estado musulmán.

Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba
decayendo entre los francos, cada vez más cómodos
en su nuevo estilo de vida
orientalizante, entre los musulmanes iba creciendo el
espíritu de liad o Guerra Santa,
principalmente entre la población, movilizada por los predicadores
contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la
presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con
sus reyes. Este sentimiento fue explotado por una serie de
caudillos que consiguieron unificar los distintos Estados
musulmanes y lanzarse a la conquista de los reinos
cristianos.

El primero de estos fue Zengi, gobernador
de Mosul y de Alepo, que
en 1144 conquistó Edesa, liquidando el primero
de los Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso
de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el Papa
Eugenio III, a través de Bernardo, abad de
Claraval(famoso predicador, autor asimismo de la regla de
los templarios) predicó en diciembre
de 1145 la Segunda Cruzada.

A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la
cristiandad, encabezados por Luís
VII deFrancia (acompañado de su
esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador
germánico Conrado III. Los desacuerdos entre
franceses y alemanes, así como con los bizantinos, fueron
constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes
llegaron a Tierra Santa (por separado) decidieron que Edesa era
un objetivo poco
importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí,
para desesperación del rey Balduino III, en lugar de
enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi),
eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey
de Jerusalén. La expedición fue un fracaso, ya que
tras sólo una semana de asedio infructuoso, los
ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a sus patrias.
Con este ataque inútil consiguieron que Damasco cayera en
manos de Nur al-Din, que progresivamente iba cercando los Estados
francos. Más tarde, el ataque por parte de Balduino II a
Egipto iba a
provocar la intervención de Nur al-Din en la frontera sur
del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin
del reino y la convocatoria de la Tercera Cruzada.

Tercera Cruzada

Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el
decadente califato fatimí de Egipto llevaron al
sultán Nur al-Din a mandar a su
lugarteniente Saladino a hacerse cargo de la
situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se
convirtiera en el amo de Egipto, aunque hasta la muerte de Nur
al-Din en 1174respetó la soberanía de éste. Pero tras su
muerte, Saladino se proclamó sultán de Egipto (a
pesar de que había un heredero al trono de Nur al-Din, su
hijo de sólo 12 años y quien a la postre
resultó envenenado) y de Siria, dando comienzo la
dinastía ayyubí. Saladino era un hombre sabio y
logró la absoluta unión de las facciones
musulmanas, así como el control
político y militar desde Egipto hasta Siria.

Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y
decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. El Reino de
Jerusalén, regido por el Rey Leproso, Balduino IV de
Jerusalén, y rodeado ya por un sólo Estado, se vio
obligado a firmar frágiles treguas seguidas por
escaramuzas, tratando de retrasar el inevitable final.

Tras la muerte del rey Balduino IV de Jerusalén,
el Estado se
dividió en distintas facciones, pacifistas o belicosas, y
pasó a convertirse en rey, debido al enlace matrimonial
que mantenía con la hermana del fallecido patriarca, el
general en jefe del ejército unido de Jerusalén:
Guy de Lusignan. El mismo apoyaba una política agresiva y
de no negociación con los sarracenos y abogaba
por su sometimiento y derrota en combate, cosa a la que sus
detractores se oponían habida cuenta de la inferioridad
numérica que los cristianos tenían ante las tropas
de Saladino. La radicalidad religiosa y el apoyo al brazo
más radical de la orden de los Templarios en sus ataques a
diversas localidades y estructuras
sarracenas desembocarían en un enfrentamiento final entre
Guy de Lusignan y el propio Saladino. De hecho, se hace culpable
a Guy de lusignan de la derrota y pérdida de
Jerusalén por su obsesión en enfrentarse al
ejército de Saladino y su falta de visión para la
protección de la ciudad y de sus habitantes.

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Krak de los Caballeros. Esta fortaleza, considerada
inexpugnable, controlaba el paso del interior
de Siria a la costa y estuvo bajo el mando de
los Caballeros Hospitalarios hasta 1271, cuando
perdidos los territorios cristianos, se les permitió la
salida de sus caballeros a Chipre.

Reinaldo de Châtillon era un bandido con
título de caballero que no se consideraba atado por las
treguas firmadas. Saqueaba las caravanas e incluso armó
expediciones de piratas para atacar a los barcos de peregrinos
que iban a La Meca, ciudad muy importante para los
musulmanes. El ataque definitivo fue contra una caravana en la
que iba la hermana de Saladino, que juró matarlo con sus
propias manos.

Declarada la guerra, el grueso del ejército cruzado,
junto con los Templarios y losHospitalarios, se
enfrentó a las tropas de Saladino en los Cuernos de
Hattin el 4 de julio de 1187. Los
ejércitos cristianos fueron derrotados, dejando el reino
indefenso y perdiendo uno de los fragmentos de la Vera Cruz.
Saladino mató con sus propias manos a Reinaldo de
Châtillon. Algunos de los caballeros Templarios y
Hospitalarios capturados fueron también ejecutados.
Saladino procedió a ocupar la mayor parte del reino, salvo
las plazas costeras, abastecidas desde el mar, y en octubre del
mismo año conquistó Jerusalén. Comparada con
la toma de 1099, esta fue casi incruenta, aunque sus
habitantes debieron pagar un considerable rescate y algunos
fueron esclavizados. El reino de Jerusalén había
desaparecido.

La toma de Jerusalén conmocionó a Europa y el
papa Gregorio VIII convocó una nueva cruzada
en 1189. En esta participaron reyes de los más
importantes de la cristiandad: Ricardo Corazón de
León (hijo de Enrique II y de Leonor de
Aquitania), Felipe II Augusto de Francia y el
emperador Federico I Barbarroja(sobrino de Conrado
III). Éste último, al mando del grupo más
poderoso, siguió la ruta terrestre, en la que
sufrió algunas bajas. Cerca de Siria, sin embargo, el
emperador murió ahogado mientras se bañaba en el
rio Salef (en la actual Turquía) y su ejército
ya no continuó hacia Palestina. Barbaroja durante su
estadía en el Reino de Hungría le
había pedido al príncipe Géza, hermano del
rey Béla III de Hungría que se
uniése a las fuerzas cruzadas, así, un
ejército de 2.000 soldados húngaros partió
al lado de los germánicos. Si bien luego de los conflictos
bélicos el rey húngaro habría llamado de
regreso a sus fuerzas, su hermano menor, Géza,
permaneció en Constantinopla y desposó a
una noble bizantina, puesto que no tenía buenas relaciones
con véla III.

Los ejércitos inglés
y francés llegaron por la ruta marítima. Su primer
(y único) éxito
fue la toma de Acreel 13 de julio de 1191,
tras la cual Ricardo realizó una matanza de varios miles
de prisioneros. Esta matanza militarmente le dio oxígeno
para seguir hacia el sur a su meta final: Jerusalén, y
además le valió el nombre por el que sería
reconocido en la historia, Corazón de León.

Felipe II Augusto estaba preocupado por los problemas en
su país y molesto por las rivalidades con Ricardo, por lo
que regresó a Francia, dejando a Ricardo al mando de la
cruzada. Este llegó hasta las proximidades de
Jerusalén, pero en lugar de atacar prefirió firmar
una tregua con Saladino, temiendo que su ejército diezmado
de 12.000 hombres no fuera capaz de sostener el sitio de
Jerusalén. Pensando en una próxima cruzada y en no
arriesgar militarmente una derrota que no le daría a los
cristianos la posibilidad del control posterior de la Ciudad
Santa, pactaron con el mismo Saladino, quien también
estaba cansado y diezmado, la tregua que permitía el libre
acceso de los peregrinos desarmados a la Ciudad Santa.

Saladino falleció seis meses después. Ricardo
murió en 1199 por una flecha a su regreso a
Europa. De esta forma, se cerraba la Tercera Cruzada con un nuevo
fracaso para los dos bandos, dejando sin esperanzas a los Estados
francos. Era cuestión de tiempo para que desapareciera la
estrecha franja litoral que controlaban. Sin embargo, resistieron
aún un siglo más.

Cuarta Cruzada

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Fortalezas templarías

Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de
Saladino en 1193, se sucedieron algunos años de
relativa paz, en los que los Estados francos del litoral se
convirtieron en poco más que colonias comerciales
italianas. En 1199, el Papa Inocencio
III decidió convocar una nueva cruzada para aliviar
la situación de los Estados cruzados. Esta Cuarta Cruzada
no debería incluir reyes e ir dirigida contra Egipto,
considerado el punto más débil de los estados
musulmanes.

Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados
debían tomar la ruta marítima, por lo que se
concentraron en Venecia. El dux Enrico Dandolo se
coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio
de Montferrato y con un usurpador bizantino, Alejo IV
Ángelopara cambiar el destino de la cruzada y dirigirla
contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la
deposición delbasileus del momento, Alejo III
Ángelo.

Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra
los húngaros en Zara, por lo que fueron excomulgados
por el Papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio,
donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus
en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las
promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda
clase de
disturbios. Fue depuesto por los propios bizantinos, que
coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la
intervención definitiva de los cruzados, que conquistaron
la ciudad el 12 de abrilde 1204. El saqueo de la ciudad
fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y
niños) fueron asesinados por los cruzados. Desvalijaron y
destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia
basílica de Santa Sofía. Europa occidental
recibió un aluvión de obras de arte y reliquias
sin precedentes, producto de
este saqueo.

Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se
desmembró en una serie de Estados, algunos latinos y otros
griegos. De éstos, el llamado Imperio de
Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio
Bizantino en 1261.

Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino,
organizado feudalmente y con una autoridad muy
débil sobre la mayoría de los territorios que
supuestamente controlaba (y nula sobre los Estados griegos
de Nicea, Trebisonda y Epiro).

La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los Estados
francos de Palestina. Por un lado, les privó de refuerzos
militares. Por otro, al crear un polo de atracción en
Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la
emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el
Imperio Latino, abandonando los Estados francos.

Las cruzadas
menores

Tras el fracaso de la cuarta, el espíritu cruzado se
había apagado casi por completo, pese al interés de
algunos papas y reyes por reavivarlo. Si los Estados francos
sobrevivieron hasta 1291 fue por la intervención
de los mongoles que ,al acabar con el califato
Abbasí en 1258 y conquistar la
región de Oriente Medio, dieron un respiro a los latinos,
al no ser los mongoles hostiles al cristianismo.

La convicción de que los reiterados fracasos se
debían a la falta de inocencia de los cruzados,
llevó a la conclusión de que sólo los puros
podrían reconquistar Jerusalén.
En 1212 un predicador de 12 años organizó
la llamada cruzada de los niños, en la que
miles de niños y jóvenes recorrieron Francia y
embarcaron en sus puertos para ir a liberar Tierra Santa. Fueron
capturados por capitanes desaprensivos y vendidos como esclavos.
Tan sólo algunos consiguieron regresar al cabo de los
años. El cuento era
popular en la Edad Media,
pero la mayoría de los historiadores creen que este cuento
se exagera, o que es un mito.

Quinta Cruzada

La V Cruzada fue proclamada por Inocencio
III en 1213 y partió en 1218 bajo
los auspicios de Honorio III, uniéndose a los reyes
cruzados Andrés II de Hungría. Como la IV
Cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el
éxito inicial de la conquista de Damieta en la
desembocadura del Nilo, que aseguraba la supervivencia de
los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e
intentaron atacar El Cairo, fracasando y debiendo abandonar
incluso lo que habían conquistado, en 1221.

Sexta Cruzada

La organización de la VI Cruzada fue un tanto
rocambolesca. El papa había ordenado al emperador Federico
II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El
emperador había asentido, pero había ido demorando
la partida, lo que le valió la excomunión.
Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias
sobre el trono de Jerusalén) partió
en 1228 sin el permiso papal. Sorprendentemente, el
emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un
acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey de
Jerusalén en 1229 y también
obtuvo Belén y Nazareth.

Séptima Cruzada

En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta
vez de forma definitiva), lo que movió al devoto
rey Luís IX de Francia (San Luís) a
organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se
dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho
prisionero en Mansura (Egipto) con todo su
ejército.

Octava Cruzada

Vuelto a Francia, el mismo rey emprendió la llamada
VIII Cruzada (1269) contra Túnez, aunque en realidad
era un peón en los intereses de su hermano Carlos de
Anjou rey de Nápoles, que quería evitar la
competencia de
los mercaderes tunecinos. La peste acabó con el rey
Luís y gran parte de su ejército en Túnez
(1270).

Aunque algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya
no se organizaron más y, en 1291, los cruzados
evacuaron sus últimas posesiones
en Tiro, Sidón y Beirut tras la
caída de San Juan de Acre. A fin de cuentas, el
único triunfo relevante de la Cristiandad durante los dos
siglos de más de ocho cruzadas fue la toma de
Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera cruzada
en el año 1099, la cual, a pesar de las innumerables
matanzas de sarracenos, judíos (hombres, mujeres y
niños), logró sostener la Ciudad Santa por muchos
años, y encontró los objetivos
marcados inicialmente por los defensores de la idea de
reconquistar la tierra llamada santa para los cristianos de
Europa.

Guerras con la
calificación de Cruzada en territorio europeo

Las Cruzadas Bálticas

Fueron una serie de campañas emprendidas por los
líderes cristianos de Alemania, Dinamarca y Suecia, entre los
siglos XII y XVI, con el objetivo principal de subyugar y
convertir a los pueblos paganos de la cuenca
del Báltico y contra otros pueblos cristianos
considerados igualmente infieles. Uno de los actores principales
de dichas campañas fue la Orden Teutónica, que
había sido previamente creada en Palestina.

Las cruzadas en el Báltico responden a un movimiento
social desarrollado en el Imperio Alemán a mediados del
siglo XII. Este movimiento se conoce como Drang nach
Osten
.

Cruzada contra los albigenses

En 1209 el Papa Inocencio III proclamó
la cruzada albigense con el fin de eliminar la
herejía de los cátaros y erradicarlos del sur
de Francia.

Cruzadas en la Reconquista española

Algunos momentos del periodo final de la Reconquista
recibieron del Papa la calificación
de cruzada, dada su condición de
enfrentamiento de reinos cristianos contra reinos
islámicos. No obstante, la
motivación de la búsqueda de tal
denominación no era tanto el interés por lograr la
presencia de nobles europeos del otro lado de los Pirineos (muy
poco importante), como la de obtener algún tipo de
derechos fiscales
para la monarquía (sobre los ingresos del
clero o como Bula de Cruzada). Las ocasiones
principales fueron la batalla de las Navas de
Tolosa (1212), en la que estuvieron presentes casi todos los
reyes cristianos peninsulares, y la Guerra de
Granada (1482-1492)

 

 

 

 

Autor:

Ayaniel Jose Suarez González

Freddy Cadenas

Sigfredo

Republica Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

C.P "Monseñor Vicente Valera Márquez

Trujillo Edo Trujillo.

Partes: 1, 2
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