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Determinando la Auditoría Pública (página 2)



Partes: 1, 2

Para ello se requiere una nueva actitud y una
nueva dirección en el pensamiento de
la auditoría. Porque los gobiernos y organizaciones
han impuesto una
direccionalidad en donde se privilegia reforzar la
auditoría, mediante el control, la
regulación, y supervisión; más se ha omitido
preguntarse:

¿Para
qué la auditoría?

En el campo de la auditoría nunca como hoy se escriben
y presentan tantas publicaciones relacionadas con el hacer o
quehacer de la auditoría, pero tal posicionamiento
se ha convertido en un problema, porque la cuestión no es
el "hacer" sino desentrañar el "para qué".

La indeterminación de la auditoría se ha
originado porque su práctica
profesional se ha reducido simplemente a repetir un
patrón, o expresado de otra forma "la aversión que
produce cualquier cambio cuando
llevas toda la vida trabajando de otra manera. Por esta
razón, para que se produzca el cambio se requiere la
participación de los integrantes de la parte alta de la
pirámide, pues si ellos no lideran y fuerzan el cambio
difícilmente este se producirá"[2].
Así como los antiguos aceptaban con base a "lo
generalmente aceptado" que el sol giraba
alrededor de nuestro planeta, o la Tierra era
plana, o tantas otras cuestiones que partían del error, la
ignorancia, o superstición. Además que todo
sistema
cultural o social presenta zonas oscuras, confusas u ocultas, por
esto ha surgido la ciencia,
que investiga lo que se ignora, aportando teorías
explicativas de una realidad que no se termina de conocer. Pero
la auditoría pareciera encontrarse en una realidad, de la
cual conoce el todo. En una dimensión donde no le afecta
los condicionamientos históricos, políticos, y
sociales, y en todo caso, si los percibe no ha estado
dispuesta a iniciar su determinación.

Actualidad significa un hecho o suceso que ocupa y atrae la
atención de la gente en un momento dado,
pero también actual significa que existe o sucede ahora,
es tiempo
presente. Convertir la auditoría pública en actual,
significa, darle actualidad o ponerla al día; esta es la
acepción y sentido de nuestra actualidad. Y en
consecuencia resultaría más acorde con su historia, indagar,
¿por qué su desactualización?

Porque un análisis breve nos indica que
"Tradicionalmente las reformas en contabilidad
pública se produjeron con cierto retraso respecto a las
realizadas en el ámbito privado. Y en la
consolidación de estados
financieros se aprecia, de forma evidente, una brecha
considerable entre el ámbito público y privado (.)
En el sector
público, no existe una normativa
equiparable"[3]. Como también se afirma que
no se ha abordado en la Administración
Pública como lo ha sido en el sector privado la
conveniencia de "Implantar en la
Administración Pública mecanismos de control
interno conforme a los principios del
buen gobierno
corporativo (.) y creación de comités de
auditoría"[4]. Aunque opuestamente Miguel
Barquero se pregunta "¿qué ha pasado en las grandes
entidades financieras americanas que han quebrado este pasado
ejercicio? ¿Los comités de auditoría y
auditores internos no detectaron nada
previamente?"[5]. Aunque predominantemente se
acepta "Ha operado en el sector público una
invasión de métodos de
control y gestión
del sector privado que no tiene cabida en la gestión
pública. Los métodos privados no pueden aplicarse
al sector público, sin más"[6].
Entonces, si se reconoce que el cuerpo teórico contable y
de auditoría en el sector público se encuentra en
la zaga, no resulta extraño que Rafael Medina
Jáber, afirme que exista una invasión; y en forma
más dramática se advierta de su eliminación,
"En palabras de Estefanía Moreira, la búsqueda de
un nuevo equilibrio
entre el Estado y el
Mercado, sin que
ninguna de las partes del binomio trate de ahogar a la
otra"[7].

Evidentemente existe una mayor cantidad de opiniones,
referencias, y contradicciones al respecto, pero la tendencia
prevalece y se demuestra en el III Congreso Nacional de
Auditoría en el Sector Público, que ha establecido
una mesa con el tema de "La colaboración de las firmas
privadas en la auditoría del sector público".
Afirmando que tal colaboración puede estar justificada en
las siguientes razones:

  • Por la demanda social de una mayor transparencia en la
    gestión pública.

  • Por el continuo crecimiento del número de entes que
    integran el sector público y la necesidad de ampliar
    las actuaciones de control.

  • Insuficiencia de medios propios en los órganos de
    control de las Administraciones Públicas.

  • Por razones económicas y de eficiencia en la
    gestión de los propios órganos de control.

Lo anterior nos conduce a plantear:

La crítica
a la estrategia de colaboración

Se afirma que esta estrategia surge
como una "nueva vía" en reacción a que "buena parte
del debate
político-económico de las últimas
décadas, así como algunas experiencias han
enfrentado al sector público y privado. Se les ha visto
como alternativas excluyentes más que como complemento
para la promoción del bien
común"[8] según Resolución de
la Conferencia
Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del
Estado, donde se debatió y presentó líneas
de orientación y cooperación en materia de
"Asociaciones entre lo público y lo privado; en
búsqueda de la complementaridad", con el propósito
de contribuir a que las instituciones
de los Estados Iberoamericanos estén dotadas de las
capacidades necesidades para asegurar la gobernabilidad
democrática y la consecución de los objetivos de
desarrollo
económico, bienestar y equidad
social.

Asimismo la
Organización Internacional de Entidades de
Fiscalización Superior (INTOSAI) y el Instituto de
Auditores Internos (IIA) en la conferencia anual del IIA
celebrado los días 10 y 11 de julio de 2007, se
"subrayó los objetivos comunes del control externo e
interno y la necesidad de una estrecha cooperación y un
intercambio de experiencias y un desarrollo
común en lo que se refiere a directrices y métodos
(.) Ambas instituciones subrayan su intención de cooperar
como partes iguales"[9].

Sin embargo, el estudio de la esfera privada y pública
representa incursionar en uno de los temas más debatidos e
importantes de la convivencia humana "El mismísimo
Norberto Bobbio, en el Diccionario de
Política,
nos recuerda que esta pareja de términos
(público/privado) ingresó en la historia
política y social de Occidente con dos conocidos
párrafos del Corpus iuris (instituciones, II, 4; Digesto,
I, I, I, 2). Desde entonces, el tema creció en importancia
hasta volverse una de las grandes dicotomías del
pensamiento político, tan importante como guerra y paz,
democracia y
autocracia, sociedad y
comunidad,
etcétera"[10].

En la administración pública, y
específicamente, en la auditoría o
fiscalización, se encuentra la posición que afirma
no distinguir lo público de lo privado. Y otra, apuesta
claramente por la superación de la dualidad con base en la
colaboración o complementaridad. La primera reduce la
realidad a costa de una insatisfactoria simplificación. Y
la segunda, se basa en el deseo de contar con dos imágenes
distintas, bajo el supuesto que cada dimensión ofrece, por
su propia naturaleza,
una imagen distinta,
que revela aspectos diferentes y que por lo tanto, se puede
ampliar el
conocimiento y la efectividad; a través de una
lógica
de convivencia, donde se valoran igualmente sus enfoques de cada
auditoría, respetando sus respectivas aportaciones.
Más, resulta importante conocer, si la complejidad de la
realidad pública corresponde necesariamente a un
planteamiento epistemológico, como un pluralismo cognitivo
de cada dimensión. En todo caso, se requeriría
incorporar la epistemología al discurso de la
auditoría, como una teoría
hacia sus formas del conocer (del origen, validez y límites
del conocimiento),
y metodológico (definir si la auditoría
pública y la auditoría privada cuentan
verdaderamente cada una de ellas con un método, si
es el mismo, y en qué forma convergen. Si la realidad
pública puede investigarse con los mismos procedimientos y
técnicas que se aplican en el sector
privado), es saber si la colaboración conduce a una
convergencia o síntesis,
así como la forma de su demostración. O, si la
complementación nos lleva a dos informes
distintos y completamente independientes, o si se cuenta con un
esquema integrador que permita unir la práctica de la
auditoría pública y la que se ejerce en lo
particular.

Las declaraciones de colaboración deben ir más
allá de simples buenas intenciones, y en todo caso, se
exige la claridad conceptual, si la divisoria entre la
auditoría pública y la auditoría privada
obedece a un convencionalismo, donde las diferencias no son
determinantes, y en consecuencia se puede transitar de un campo a
otro, como lo ha sido hasta la fecha, como una tradición
que no ha enfrentado verdaderamente su impugnación. O, si
la dicotomía es la expresión de una complejidad de
la administración, de la auditoría, y de lo
social.

Resultaría absurdo determinar la actualidad de la
auditoría pública sin conectarla con su
dimensión social e histórica, como tampoco es
posible dejar de lado las ideas o pensamientos que expresan los
auditores en artículos ensayos, o
entrevistas,
puesto que reflejan de alguna forma esa realidad.

En principio la noción de auditoría se nos
escapa con mucha facilidad. Por ejemplo, al decir solamente
"auditoría ambiental", el término auditoría
permanece implícito, o subordinado al concepto de
ambiental, y éste se convierte en dominante, al grado que
pareciera no importante determinar, qué es la
auditoría. En consecuencia, cuando nos referimos a la
auditoría (en la cotidianidad y profesionalidad),
empleamos este término como si fuera plenamente entendible
y unívoco. Derivado de la perdida del sentido de
modernizar el vocabulario y pensamiento en la auditoría, y
sobre todo, en relación con lo público. Porque la
realidad de la auditoría pública se muestra compleja
debido a la difumación entre lo público y lo
privado.

La complejidad puede comprenderse, entonces, a partir de la
simplificación de pretender que "la colaboración de
firmas privadas de auditoría en el sector público
puede estar justificada en (.) la demanda social
de una mayor transparencia en la gestión
pública"[11] según lo planteado en
la Mesa II del III Congreso Nacional de Auditoría
Pública en España. Lo
anterior ha significado que se establezca como dirección
mediante su agenda en la Administración y la
Fiscalización.

Pretender la complementaridad significa dar complemento a una
cosa, y complemento indica cualidad o circunstancia que se agrega
a otra para hacerla íntegra o perfecta. De tal forma que
la estrategia de colaboración intenta superar la dualidad
de la auditoría en un plano de igualdad, no
obstante que la supremacía de la teoría del sector
privado ha sido y es manifiesta. Desde textos clásicos de
la Administración donde se interrogaba "¿Qué
le puede enseñar el sector privado al sector no lucrativo?
El propósito de este capítulo es mostrar que
numerosas lecciones aprendidas acerca de planeación
estratégica se puede aplicar en el sector no lucrativo (.)
aunque existen más disimilitudes que
similitudes"[12]. A las Normas de
Auditoría, "A mi juicio, contrariamente a la
opinión mayoritaria que se deduce de la regulación
de los procedimientos en los OCEX en España, son
más las diferencias que existen entre la
fiscalización externa del sector público y la
auditoría del sector privado que sus similitudes (.)

Los Principios y Normas de Auditoría del Sector
Público de los OCEX no regulan de forma adecuada los
procedimientos y técnicas de fiscalización, porque
no tienen en cuentas las
diferencias existentes"[13], y por el contrario se
afirme "La única diferenciación que podemos
encontrar es el hecho de que se incluye como objetivo del
Control interno el cumplimiento de la legalidad (.)
en las diferentes normativas que rigen la profesión del
Control Externo del Sector Público (.) no presentan
discrepancias con las Normas Técnicas de Auditoría
emitidas por el ICAC para la regulación de la
auditoría de entidades "privadas""[14]. Por
que la aceptación "normal y general" ha conducido a
expresar que "cada vez teníamos más claro que la
única salida a nuestro problema era acudir a firmas
privadas de auditoría que solventaran, o al menos
aliviaran, el acuciante retraso que se seguía acumulando
en nuestro trabajo"[15] sobre todo cuando se
justifica como una "razón" en el III Congreso Nacional de
Auditoría en el Sector Público de España, al
reconocer la insuficiencia de medios propios
en los órganos de control de las Administraciones
Públicas.

La estrategia de colaboración se sustenta en la
igualdad. Pero la igualdad solamente se establece entre iguales,
no en desiguales. Y la auditoría pública ha estado
permanentemente desactualizada, dependiente, retrasada, y en la
insuficiencia.

Un ejemplo nos ilustra tal visión: Los estudiantes y
profesionales de la auditoría acuden a la lectura y
estudio de la revista de Auditoría Pública,
porque evidentemente es una publicación actual (en la
acepción que existe o sucede ahora, aunque si la
afirmación se basó en la otra significación
que nos remite a los hechos o sucesos que ocupan y atraen la
atención de la gente en un momento dado, un examen nos
indicaría que no todos los eventos que se
consideran "actuales" son importantes y necesarios, el
fenómeno mediático da cuenta de ello al colocar en
la opinión
pública una diversidad de asuntos y temas que en lo
general resultan superficiales, sin embargo, el camino de las
revistas especializadas tiene que ver con el desarrollo del
conocimiento, y la historia nos demuestra que éste
proceso no
está sujeto al interés de
las mayorías, aunque al final su resultado beneficie a
toda la sociedad), pero José Andrés Ruiz del
Molino, ganador de los XI Premios Auditoría
Pública, en su respuesta a la opinión de la
revista y
sugerencia que podría mejorarla, dice "Echo en falta
también que en la revista no haya editoriales sobre
cuestiones de actualidad. Aunque no sea una función de
la revista, tampoco sería una mala idea que, de forma
periódica, organizase algún seminario sobre
cuestiones de interés"[16]. Lo que nos
lleva a:

La crítica
de la determinación de lo público por lo
privado

La tarea de la auditoría pública
contemporánea consiste precisamente en ponerla en primer
plano, como exigencia primaria y fundamental. Si aceptamos que, a
través de la auditoría pública, la realidad
pública puede manifestarnos sus determinaciones,
límites, propiedades y categorías, debemos admitir
que no es tal de volver imposible a la auditoría
pública. Su tarea no queda fuera de la realidad
pública, sino que pasa en alguna forma a constituirla, y a
construirla. Se puede considerar también que el ejercicio
y práctica de la auditoría pública depende
de la realidad pública hacia la cual esta se dirige, y es
evidente que existe una relación entre la auditoría
pública y su realidad, que debe ponerse en claro, pero
esta relación no está determinada y se debe
determinar, y es por tanto un problema.

La realidad pública se manifiesta en la crisis actual,
pero en el ámbito profesional de la auditoría
pública se ha reducido, solamente, a crisis financiera,
tal como se señala "Como conclusión destacamos que
la normativa contable y auditora no ha sido uno de los elementos
principales detonantes de la actual crisis, a diferencia de la
acontecida a principios de la presente década con el ya
famoso caso ENRON, es decir, la vigente crisis es
básicamente financiera y de pérdida de
confianza"[17]. Aunque un analista
económico asevere "Lo que experimentamos no es una crisis
del capitalismo,
es una crisis de finanzas,
democracia, globalización y, a fin de cuentas, de
ética"[18], y un
filósofo afirme sobre el surgimiento de la crisis, que
desde la década de los años sesenta, asistimos a
una transformación que paulatinamente ha desembocado en la
gran crisis "No se trata, como se afirma en los medios de
comunicación, de una mera crisis política, o de
una crisis social, o económica, no. La crisis real es una
crisis histórica y es de tal envergadura que nos impide
ver sus resultados claramente. Es una crisis verdadera, de
allí su oscuridad"[19], cabe resaltar que
ésta afirmación fue realizada en el año
2005, y su importancia radica en no reducir el problema de la
crisis a una fecha, a un año, o una cuestión
pasajera y coyuntural. Porque si se desconoce el origen y la
magnitud de la crisis, entonces, cómo se podrá
sortear sus efectos y gravedad.

Se afirma que sólo podremos cambiar aquello que
conocemos. Y la ciudadanía ha creído que los
gobiernos y organizaciones, conocen y tienen la solución
para prevenir y combatir el fraude, la
corrupción, así como para superar la
crisis económica, mediante un conjunto de disposiciones y
lineamientos que se han convertido en guía, sobre todo,
para la auditoría pública o
fiscalización.

Tal como:

  • Administración de Programas y Controles
    Antifraude.

  • Convergencia Internacional de Medidas y Normas de Capital.
    Comité de Basilea.

  • Convención de las Naciones Unidas contra la
    Corrupción. CNUCC.

  • Declaración sobre Normas de Auditoría DNA
    (SAS-99) (AU-316). Consideración del fraude en los
    Estados Financieros.

  • Ley Sarbanes Oxley.

  • Norma Internacional de Auditoría NIA (ISA).
    Sección 240, Responsabilidades del Auditor de
    considerar el Fraude y Error en una Auditoría de
    Estados Financieros.

  • Mejora de la regulación y coordinación
    internación sobre los actores y mercados
    financieros.

  • Mayor vigilancia sobre las agencias de calificación
    de riesgos y sus posibles conflictos de intereses.

  • Creación de un colegio de supervisores para
    controlar a las instituciones financieras.

  • Armonización y revisión de las normas
    contables internacionales, especialmente sobre la
    aplicación del criterio del valor razonable.

Sí, la actualidad de la auditoría pública
no puede entenderse sin relacionarla con la crisis financiera
internacional, sus fraudes y la corrupción. Y tampoco podrán
resolverse sino se examina el sustento de la concepción,
cuyos principios básicos (reunión del G-20, 15 de
noviembre de 2008) son:

  • Reforzar la cooperación y trabajar en común
    para restaurar el crecimiento económico en el mundo y
    llevar a cabo las reformas necesarias en los sistemas
    financieros mundiales.

  • Sentar las bases de unas reformas que contribuyan a
    garantizar que una crisis global, como la que nos ocupa, no
    vuelva a producirse jamás.

  • Nuestro trabajo se va a guiar por una confianza compartida
    en la que los principios del mercado, unas condiciones de
    comercio y de inversión sin trabas y unos mercados
    financieros regulados de manera eficaz, fomenten el
    dinamismo, la innovación y el espíritu
    emprendedor que resultan esenciales para el crecimiento
    económico, el empleo y la reducción de la
    pobreza.

De los que se ha desprendido la consideración "A estos
principios generales no les podría poner ni una coma,
salvo que la crisis no "vuelva a producirse
jamás"".[20] Sin embargo, resultaría
insuficiente agregarle una coma, más bien
deberíamos cuestionar su enunciación total. Porque
al dejar de lado la crítica
sobre la auditoría, se privilegia el pensamiento "que los
contables y los auditores no están resultando
excesivamente afectados, debido a la intensa regulación y
supervisión de su actividad que nació como
consecuencia del citado caso ENRON. Para devolver esa confianza a
los mercados se
reconoce como primordial la contribución de los auditores
y los valores
que los mismos representan ante la sociedad al objeto de fomentar
una información financiera transparente,
fiable, de calidad e
independiente. Siendo ciertos los comentarios
anteriores"[21], o sea, la falacia de autoridad se
antepone con la expresión que "los comentarios son
ciertos" y se matiza con la tenue observación acerca del "nunca
jamás", pero "A raíz de la quiebra del 29
intervino el gobierno federal y aprobó la Ley de Bolsa y
los Valores. Se
redujo la compra a plazos y se hizo prácticamente
imposible manipular con el precio de las
acciones.
Gracias a la aplicación enérgica de los estatutos
establecidos por la Comisión de Bolsa y los Valores, la
mayoría de los expertos cree que nunca habrá otra
quiebra como la de 1929"[22].

Los centros del poder y los
gobiernos alientan la esperanza de la certidumbre con frases,
como: "se restaurará el crecimiento
económico"; "una crisis como la que nos ocupa no
volverá a suceder jamás"; y, "nuestro trabajo se va
a guiar por una confianza para fomentar el empleo y la
reducción de la pobreza". Pero
existe una desconexión entre lo que la gente ve y lo que
escucha, a menudo de boca de la propia autoridad acerca de lo que
ocurre. Por ejemplo "La compañía Ernest&Young
realiza periódicamente estudios sobre el fraude en las
organizaciones. Acaba de publicar su última investigación entre 2,250 empleados de
grandes compañías europeas, en un total de 22
Estados.

La encuesta pone
de manifiesto la falta de confianza generalizada de los empleados
en los directivos"[23]. La confianza implica la
existencia de transparencia entre gobernantes y gobernados. No es
cuestión de buenas intenciones, se requiere garantizar la
transparencia. La garantía incluye el derecho de acceso a
la información, pero también la promoción de
una cultura de
rendición de cuentas que cuente con las tres grandes
dimensiones: información, justificación y
sanción. Se ha creído que rendir cuentas es
solamente informar, pero también los representantes
(gobiernos, autoridades de fiscalización, etcétera)
tienen la obligación de explicar y justificar las
decisiones que toman, y esto no es una práctica
común. Ante los nubarrones que se ciernen en el escenario
económico y social, la transparencia debe guiar y
determinar la actuación de la auditoría
pública o fiscalización.

Lo público es aquello que es de interés general,
debe estar a la luz, todos deben
poderlo ver. No solamente la auditoría debe comportar
elementos claros y sencillos, la contabilidad pública
también. Redefinirlas es una exigencia. Si la
auditoría pública aspira a garantizar al ciudadano
la posibilidad de evaluar el manejo de los fondos públicos
de manera responsable y con probidad, no podrá prometer
soluciones
definitivas, ni seguridades y garantías infalibles, como
las disposiciones y lineamientos aprobados por los gobiernos e
instituciones que continúan prometiendo lo que no se puede
cumplir.

La trascendencia de escribir o reflexionar sobre la
auditoría, se encuentra en la palabra misma de
auditoría, que aparece estar autorizada para otorgarse su
propia validación o criterio de verdad. Así el
término de auditoría se presenta ineludible e
indisolublemente en cualquier actividad humana donde se ejerce la
revisión, como: auditoría ambiental,
auditoría ética, auditoría de calidad,
auditoría global, auditoría política,
auditoría
de sistemas, auditoría social, etcétera.
Además de los diversos tipos de auditorías que se enuncian en cada
país, pero no existe una uniformidad (claramente no se
trata de confundir la normatividad que ha regido el pensamiento
de la auditoría que "contra viento y marea" continua
sosteniendo, en lo esencial, la misma direccionalidad, con la
libertad
individual o grupal de auditores que promueven una
concepción particular de auditoría o que deciden si
adoptan las normas internacionales de auditoría, pero que
se ha carecido de la reflexión o fundamentación de
una Teoría de la Auditoría, que permita
re-construir la divisoria de lo público y lo privado para
observar de nuevo la realidad) al respecto, ni mucho menos existe
una historia de la auditoría que dé cuenta de cada
una de ellas. Porque las auditorías surgen y desaparecen,
es decir, tienen un principio y un final.

Al comienzo es la novedad convertida posteriormente en
moda y hasta
se llega a considerar como una panacea universal. Pero las
novedades con novedades se olvidan y pronto aparecen "nuevas
auditorías" (como la auditoría forense que afirma
ser una ciencia pero
no muestra ni demuestra que su conceptualización se
encuentra conforme a la estructura del
fenómeno científico) que afirman que
erradicarán los males de la administración.

Dejar atrás la auditoría del siglo XX, dominada
por la auditoría privada, que ha escondido que la realidad
pública es distinta; con un nuevo objeto que pide nuevos
instrumentos conceptuales y nuevos fundamentos teóricos.
La razonabilidad de las afirmaciones contenidas en los estados
financieros no ha servido para evitar los fraudes y la
corrupción, pero tampoco ha servido para una verdadera
rendición de cuentas y transparencia. Hoy por hoy sabemos
que no basta arrullarse en la fe de seguridad en la
auditoría. Para que la certidumbre vuelva a resurgir, es
necesario repensar lo público; si la auditoría
pública se dirige a cumplir con el interés general,
o tiene la capacidad de eliminar los intereses particulares,
partidistas, y aspectos negativos. Entonces, podremos comenzar a
investigar a fondo la estrecha interdependencia entre la realidad
y la auditoría. No hay duda de que esta exigencia se puede
acallar o pasar por alto, pero la supuesta independencia
y validez de la auditoría continuará originando
incertidumbres y dudas. Pero se le puede poner en primer
término, en función de restablecer el
vínculo entre el hombre y la
sociedad, y también entre el hombre y la
naturaleza, y en lo posible se recupere la gestión
pública mediante lo positivo y de construcción.

 

 

 

 

Autor:

Mario Alberto Gómez Maldonado

[1] III Congreso Nacional de Auditoría
en el Sector Público. Conclusiones. Revista de
Auditoría Pública, número 47, abril de
2009, p. 6.

[2] Barquero, Miguel. "El control interno en
trabajos de fiscalización". Revista Auditoría
Pública, número 47, abril 2009, p.56.

[3] Morán Méndez, Eloy.
"Reforma contable y auditoría pública". Revista
Auditoría Pública, número 48, julio 2009,
pp. 82-83.

[4] Barrio Tato, Luis y Barrio Carvajal,
Sandra. "El informe de
control interno en la Administración Pública".
Revista Auditoría Pública, número 46,
diciembre 2008, p. 60.

[5] Barquero, Miguel. Ídem. P.51.

[6] Medina Jáber, Rafael. "Hacia el
modelo de
evaluación de la gestión
pública". www.fiscalizacion.es 17 de febrero de
2008.

[7] Cabeza del Salvador, Ignacio.
"Reflexiones sobre la crisis económica y el papel de la
auditoría pública". Revista Auditoría
Pública, número 47, abril 2009, p. 31.

[8] www.clad.org.ve VIII Conferencia
iberoamericana de Ministros de Administración
Pública y Reforma del Estado. Madrid,
España, 23 y 24 de junio de 2005.

[9] www.intosai.org

[10] Garzón Valdés, Ernesto.
"Lo íntimo, lo privado y lo público". Cuadernos
de transparencia 06, Ifai, p. 5 (Texto
publicado previamente en la Revista Claves de Razón
Práctica, número 137, Madrid, España,
noviembre 2003).

[11] Revista Auditoría Pública,
número 47, abril de 2009, p.7.

[12] Steiner, George. A. Planeación
Estratégica. Ed. Patria, 2008, p. 311.

[13] Melián, José A.
"Relaciones y diferencias entre fiscalización y
auditoría. Razones para una reforma de las Normas de
Auditoría del sector Público". Revista
Auditoría Pública, número 39, julio 2006,
pp.37-40.

[14] Barquero, Miguel. Ídem, p.
53.

[15] Luque Roldán, José
María. "Una experiencia de adopción
de un sistema de control interno basado en la
colaboración con firmas privadas de auditoría".
Revista Auditoría Pública, número 47,
abril 2009, p.59.

[16] Ruiz del Molino, José A. Entrevista.
Revista Auditoría Pública, número 48,
julio 2009, p. 10.

[17] Cabeza del Salvador, Ignacio.
Ídem, p. 37.

[18] Zacaria, Fareed. "Manifiesto del
Capitalismo". Newsweek en español, 22 de junio de 2009, p.24.

[19] Iglesias González, Severo.
Entrevista. La Voz de Michoacán, 31 de octubre de 2005,
p. 12 E.

[20] Fernández Fernández,
Florencio. "¿Quo Vadis Economía?". Revista Auditoría
Pública, número 48, julio de 2009, p.36.

[21] Cabeza del Salvador, Ignacio.
"Reflexiones sobre la crisis económica y el papel de la
auditoría pública". Revista de Auditoría
Pública, número 47, abril de 2009, p.37.

[22] El martes negro. Libro del
Año 1980. Ed. Grolier/Cumbre, 1980, p. 294.

[23] www.fiscalizacion.es "Las manos en el
fuego", 28 de mayo de 2009.

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