- Situación en
Argentina - Situación en el
mundo - Acción
mundial contra el estigma y la
discriminación - Recortes
periodísticos - Estudio
encargado por sanidad - Discriminación
contra enfermos de SIDA - Conclusión
final del Trabajo - Fuentes
La discriminación de los infectados ha
existido desde la aparición de esta enfermedad, y aunque
se sepan las formas reales de contagio esta discriminación no ha acabado. Con lo cual
queda en evidencia que la falta de información no es la causa de la
discriminación.
La discriminación es como una medida
de prevención fallida, que consiste en suponer que
apartándose de un sujeto o grupo de
sujetos a quienes se supone infectado, se está a salvo del
contagio. Es decir, no sólo se ubica el virus en
determinada persona o
grupos, sino
que se supone que todo el virus esta allí contenido,
condensado y que no hay más que eso. Se cree haber
atrapado, por así decirlo, todo el virus. De este modo en
lugar de la angustia de no saber quien puede tener el virus, se
tiene miedo frente a quien supuestamente lo tendría todo,
pero a la vez tranquilidad frente a quien no tendría nada.
Así, el que discrimina traza un mapa falso de la
enfermedad a partir del cual cree poder saber
por donde ir y por donde no ir para estar completamente
tranquilo.
La discriminación existe por la
ignorancia acerca del tema y miedo hacia las personas infectadas,
aún cuando miles de veces se ha visto en los medios de
comunicación que el VIH/sida no es
contagioso por un simple apretón de manos, la gente sigue
evitando relacionarse con personas contagiadas.
Actualmente sabemos que esta enfermedad se
contagia por contacto de algún fluido corporal como la
sangre o con
otro fluido en el cuerpo. No se contagia por simple contacto
físico ni por el aire. A pesar de
ello la gente sigue teniéndole fobia a la gente con
VIH.
Situación en
Argentina
Entre el SIDA y
el trabajo
media un abismo y parece imposible de salvar. Una
legislación insuficiente y contradictoria ampara todo tipo
de estrategias para
mantener al virus bien lejos. El trabajo es el
ámbito en que la discriminación a enfermos e
infectados por el HIV es más frecuente. Lo denunció
por primera vez la
Organización Internacional del Trabajo en 1989, y en
nuestro país lo viene confirmando año tras
año la Fundación Huésped. En 1999, de las
348 denuncias recibidas en su Servicio
Jurídico por conductas discriminatorias, 146 (el 42%)
tuvieron lugar en el ámbito de trabajo. La segunda causa
de denuncias -discriminación en la cobertura de las obras
sociales- quedó bien lejos, con 59 casos.
No es casualidad: en la Argentina,
la mayor cantidad de enfermos de SIDA tiene entre 25 y 29
años, seguidos por los de entre 30 y 34, es decir, adultos
jóvenes en plena vida laboral
activa.
Mientras, avanzan los tratamientos
que aseguran una mejor calidad de
vida para los enfermos y portadores y sus posibilidades de
seguir trabajando. Con la misma velocidad, se
multiplican las conductas discriminatorias y disminuyen las
acciones
preventivas concretas.
No hay estadística ni comprobación
práctica que convenza a los empleadores: el SIDA no tiene
lugar en las empresas, y las
razones que se adivinan detrás de la obstinación
incluyen los costos de brindar
asistencia a un enfermo, los problemas que
puede ocasionar el miedo al contagio entre el resto de los
empleados y, silenciados pero efectivos, los prejuicios y el
propio temor.
Situación en el
mundo:[1]
En América
Latina, donde según las últimas cifras de
ONUSIDA viven 1,7 millones de ceropositivos, la mayoría de
los países cuentan con leyes contra la
discriminación hacia los enfermos de sida, pero no
contemplan sanciones.
-
Nuestra opinión, que no se contemplen sanciones es como
que si daría lo mismo que sigan o no sigan discriminando a
los infectados, pareciera como que si no le importara a nadie. Si
son leyes se tendrían que cumplir y por consiguiente si
estas no se cumplen tendría que haber algún tipo de
sanción.
La excepción sigue siendo
Cuba, donde
los ceropositivos son internados y confinados en unidades
hospitalarias especializadas, política que, a decir
de las autoridades, ha permitido controlar la
epidemia.
Algunos ceropositivos pueden llevar una
vida normal en Cuba cuando su caso es sometido a una
comisión pluridisciplinaria que decide si representan o no
"un peligro social".
Página siguiente |