- La
técnica de la intención
paradójica - Mecanismos de la
intención paradójica - Punto
de vista dinámico e intención
paradójica - Resumen
- Referencias
Introducción
La logoterapia, propuesta por Victor Frankl, nace del seno de
las terapias humanistas. Se centra en la búsqueda del
sentido de la existencia humana (Frankl, 1999). Enfoca aspectos
como el humor, el sentido de la vida, el
sentimiento de libertad, etc. que según Frankl
(1999), son inherentes a la esencia humana que deben ponerse al
servicio de la
terapia. La logoterapia utiliza algunas técnicas
terapéuticas como la intención paradójica y
la derreflexión. En este ensayo se
explica la técnica intención
paradójica, que por medio de la paradoja y el humor
intenta mitigar el sufrimiento que provocan ciertas conductas
patológicas.
La técnica de
la intención paradójica
Una paradoja es "una declaración en apariencia
verdadera que conlleva a una auto-contradicción lógica
o a una situación que contradice el sentido común.
En palabras simples, una paradoja es 'lo opuesto a lo que uno
considera cierto'" (Wikipedia, 2004). La intención
paradójica confronta nuestro sentido común ya que
es un proceso
mediante el cual el paciente es animado a hacer, o a desear
que ocurra aquello que precisamente teme (Frankl, 1984). Se
instruye al paciente a que intente reírse de su propio
sufrimiento y de esta manera afronte el temor que le provoca la
expectativa de fallar.
Por ejemplo, bajo este enfoque se le pide a la persona con
insomnio hacer exactamente lo contrario a lo que intenta. El
paciente de insomnio dice: "me acuesto y trato de quedarme
dormido, pero por más que intento no lo logro"
(www.talkaboutsleep.com). En la terapia, con la intención
paradójica, se le dice a la persona: "acuéstese y
trate lo más que pueda de mantenerse despierto". Por
alguna razón, la atención invertida le permite dejar la
batalla por dormir puesto que la orden le dice: manténgase
despierto. Dejando de luchar, el sueño llega más
rápido.
A decir de Frankl (1999), al aplicar la intención
paradójica se moviliza también la capacidad
exclusivamente humana del humor. "Cuando un paciente
está abrumado por un problema del cual no tiene una
visión clara, Frankl trata de exagerar cómicamente
el problema a los ojos del paciente al grado que le parezca
ridículo y cómico" (Michigan State University en
http://web.msu.edu,
2004). Por ejemplo, un paciente que teme sudar en la
presentación de un discurso es
animado a que muestre a los presentes cuánto es realmente
capaz de sudar, que moje de sudor a todo lo que se le arrime, que
intente salpicar a todos los presentes, pero al intentarlo,
relata Frankl, el sudor paradójicamente nunca llega, y lo
más importante es que la angustia desaparece.
La misión de
la intención paradójica es "amortiguar los
miedos individuales de los pacientes" (Frankl, 1984: 130).
Este autor explica que el miedo patógeno es sustituido
entonces por un deseo paradójico. Se refiere a que a
individuos con algún trastorno de ansiedad lo que los
bloquea es el miedo, pero no el miedo a algún objeto
externo, sino el miedo al miedo mismo, que entre
más se piensa en él, más aumenta y como
consecuencia sobreviene el fracaso en lo que se intenta. La
intención paradójica trata de desmontar ese
círculo vicioso ordenando desear precisamente lo
más temido. A una persona que tartamudea y le causa
angustia e inhibición, se le pide que tartamudee lo
más que pueda hasta que logre que los demás se
burlen de él. Al intentarlo, sucede lo mismo que con el
sudor, el tartamudeo por alguna razón desaparece.
Esta técnica ha sido utilizada en contextos diferentes
donde lo único en común es la angustia por la
expectativa de fracaso o por la expectativa de colapsarse por no
poder
responder adecuadamente a las situaciones que se presentan. Esto
último, nos explica Frankl (1984) es especialmente cierto
en algunos tipos de obsesiones y fobias caracterizados por su
gran despliegue de angustia.
Reporte de casos:
Una señora acude a terapia quejándose de no
dormir bien por el miedo a que su hijo se involucre en
riñas callejeras con otros jóvenes de su edad
cuando éste sale de noche. Después de unas sesiones
en que persistía el miedo un tanto exacerbado, y
después de que se había logrado ya cierta confianza
como para poder introducir el humor en la terapia, le dije que se
siguiera preocupando incluso más de lo que ya lo
hacía, que una madre que se preocupaba por sus hijos en
realidad estaba haciendo bien su "trabajo", que
me parecía que eso no era motivo de preocupación
sino de orgullo. Le dije que estaba bien que se siguiera
angustiando como toda "buena madre" lo hacía. Su
reacción fue por supuesto de risa mezclada con perplejidad
y confusión y a la vez de un aire de
sensación de ser comprendida por la alusión a la
tarea materna. A la siguiente sesión le pregunté
como se había sentido en los días previos a lo que
contestó: ¡ay doctor, dormí muy a gusto, ni
siquiera me acordé de su consejo..! Al parecer, el
problema es preocuparse por preocuparse.
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