Vinculación universidad y sociedad. Las artes en la UNAM: la necesidad de una inmediata transformación
Introducción
El 22 de enero de 1977, la revista
Proceso publicó un artículo en el que se
citaba la leyenda inscrita en el pórtico de la Escuela Nacional
de Artes Plásticas (ENAP), de la UNAM[1]La
inscripción hacía alusión al estado
deprimente, precario, de abandono e inútil en que se
encontraban la enseñanza y producción artísticas en esa
época y añadía: «… el [arte] de
mañana depende de nosotros».
Por la forma en que se usa el pronombre personal en esta
consigna, podemos deducir que el autor fue un joven estudiante de
alguna licenciatura en el ámbito artístico. Pero,
considerando también que las inscripciones son una clara
manifestación de algún tipo de ideología, debemos asumir que este joven no
estaba solo. Y otra cosa, que realmente estaba preocupado por las
artes en el México en
que le estaba tocando vivir. Junto a él, pudieron estar
otros que manifestaron su honda preocupación por el campo
de conocimiento
al que habían decidido entrar, en aquella alarmante
inscripción que, junto a otros fenómenos
desencadenó una serie de acciones
tendientes a reestructurar las artes plásticas en la
ENAP.
Y no era para menos su preocupación. Algo estaba
pasando en la ENAP de la UNAM en 1976.
«Primero el 17 de noviembre —cuando debía
iniciarse el año escolar— un grupo de
estudiantes del séptimo semestre de la carrera [de artes
visuales] impugnó algunas materias e irregularidades en la
impartición de las mismas.
Luego, a los pocos días, las críticas se
generalizaron entre maestros, alumnos y
autoridades…[2]». El alboroto fue tal que
todas estas personas llevadas por la efervescencia y la
preocupación de aquellos a quienes les interesaba el
asunto: «…acordaron suspender las labores
académicas, para convocar al Primer Congreso de
Reestructuración Académica, que se efectuó,
en su primera etapa, del 8 al 20 de diciembre [de
1976][3]».
La «Reestructuración
académica», a decir de la convocatoria al congreso
tenía como objetivo
principal «establecer la posición filosófica
y crítica
ante la realidad de nuestra época, así como los
objetivos de
la enseñanza del arte en la ENAP. Como base fundamental
para le revisión, reestructuración, e
implantación de un nuevo plan de estudios
que supere los aspectos académicos y administrativos que
confronta el actual, que defina y caracterice adecuadamente su
estructura
general; el carácter de las áreas que la
integran; sus objetivos particulares y los campos
específicos en que puedan actuar los egresados, así
como la clase de
asignaturas, contenidos y la metodología apropiada que permita una
enseñanza óptima[4]Se harían
reestructuras a los planes de estudio de las carreras de Diseño
Gráfico, Comunicación Gráfica y Artes
Visuales.
Los objetivos de esta reestructuración eran
propiciar un reencuentro con la escuela mexicana y el muralismo
que ya habían sido olvidados.
Entre diferencias internas, desacuerdos y algunas
inconformidades, el congreso se llevó a cabo y algunos tal
vez, auguraban una nueva época en el arte mexicano. Surgen
aquí algunas preguntas: ¿Qué fue de ese
estudiante que exhibió su consigna frente al edificio de
la otrora Academia de San Carlos? ¿Qué logros se
realizaron en los 28 años que han transcurrido dentro de
la Escuela de Artes de la UNAM?
¿Qué efectos tuvo ese congreso en la posteridad?
¿Cuál es el estado en
que se encuentran las artes en el México del año
2005? «Depende de nosotros» concluía la
consigna escrita. Y ese «nosotros» involucraba y
comprometía directamente a los estudiantes de las
diferentes carreras englobadas en el campo de las artes. Debemos
asumir que algunos de aquellos alumnos llegaron más tarde
a ocupar algún puesto administrativo o en el cuerpo
docente en la escuela en la que habían estudiado.
¿Qué hicieron para cumplir con el deseo y la
preocupación que manifestaron con tinta en una fría
noche de invierno de 1977?
Revisaremos a continuación la realidad de las
artes en la UNAM, tras 28 años de aquél
fenómeno para ver qué ha cambiado y valorar la
participación de cada uno de los grupos
involucrados en la transformación en este aspecto de la
vida mexicana.
Desarrollo
Es indiscutible el hecho multicitado de que a
través de la historia de la humanidad,
las escuelas han tenido un vínculo constante e
«íntimo» con la sociedad. Sea
por intereses bélicos, religiosos, tecnológicos o
de salud, las
escuelas han representado en todas las culturas el reflejo de la
preocupación de la sociedad por la formación de sus
ciudadanos constituyentes, por un lado; y la esperanza de esa
misma sociedad en la comunidad
estudiantil para una mejor aplicación de los conocimientos
obtenidos y consecuentemente, un óptimo desarrollo de
la sociedad misma al que se llama progreso.
Página siguiente |