Breve caracterización de la superación de docentes en Cuba hasta el siglo XIX
La superación de docentes en
América
Latina y en Cuba,
están vinculadas por características afines. Este
proceso ha
estado muy
unido a toda la formación profesional y ha utilizado tanto
las vías institucionales como las no institucionales. Para
profundizar en el análisis de la superación de
docentes en la actualidad y conocer sus perspectivas futuras, es
menester el estudio de los antecedentes históricos de
dicho proceso.
En el periodo precolombino las civilizaciones más
avanzadas en América
Latina, tuvieron sus sistemas
educacionales con características propias, pero a la vez
compartieron rasgos comunes, puede decirse que "toda la educación estaba
impregnada de un espíritu religioso y de un fuerte
sentimiento discriminatorio para con la mujer"
(Hernández, R. y Vega, E., 1995:12).
Los mayas, aztecas e
incas tuvieron
en común la enseñanza basada en la oralidad y en el
vínculo con la práctica, la asunción por
parte del Estado de la educación de las
nuevas generaciones de conjunto con la familia, el
carácter religioso y militar, la discriminación social y por el sexo;
además la no existencia de instituciones
para la formación y superación de maestros, quienes
eran esencialmente un personal
capacitado por su experiencia práctica y su prestigio, y
eran principalmente autodidactas.
A diferencia de estas civilizaciones, más
organizadas y avanzadas, los grupos
aborígenes cubanos no poseían el desarrollo
suficiente, político, económico y cultural, lo que
se reflejaba en su educación. En la zona oriental de la
isla se asentaron grupos de origen arauco, agroalfareros con un
mayor grado de sedentarismo y de madurez en las relaciones de
intercambio y en su superestructura, en medio de una organización social gentilicia.
También existían otra población aborigen de menos desarrollo,
siboneyes, denominados preagroalfareros y que se ubicaban
geográficamente en la zona central y occidental de la
isla. Se presume que su origen era también arauco y que su
organización social era muy simple.
Al decir de algunos autores "en todos los casos se trata
de comunidades cuyo nivel socioeconómico las hacía
capaces de asimilar y transmitir técnicas y
rituales procedentes de sus antepasados, pero que al encuentro
con los conquistadores quedaron desarticuladas y rota toda
posibilidad de desarrollo" (Curbelo, M., 2004: 58)
En relación con el desarrollo social
y económico, la educación de los aborígenes
cubanos se afianzaban en la espontaneidad, los menores imitaban
las acciones y
comportamientos de los mayores en estrecho vínculo con la
naturaleza,
el aprendizaje
era eminentemente práctico y por medio del trabajo, con
predominio de la oralidad y en marcos de integralidad, pues los
educandos conocían y aprendían todo lo relacionado
con sus clanes.
La familia
constituye la institución fundamental sobre la que
descansaba la educación en estas comunidades, donde
jugó un papel importante el cacique y el behique. Este
último aparece como una figura con cierta función
educativa ya que ofrece una interpretación de la vida y la
espiritualidad. Estos ritos se efectuaban esencialmente mediante
cantos y bailes (areitos) y sobre ellos se ha dicho que
"independientemente de sus características formales y su
finalidad, si resulta evidente que constituían un medio de
conservación y transmisión de la herencia cultural
en general –tradiciones, mitos y
creencias- y un vehículo de formación a
través del cual operaba la educación" (Curbelo, M.,
2004: 62)
Se puede resumir afirmando que "la educación en
estas comunidades era no escolarizada y no disponía de un
personal designado por su grupo social
para enseñar" (Hernández, R. y Vega, E.,
1995:22).
Con la llegada de los colonizadores europeos a las
tierras americanas quedó trunco el proceso normal de
desarrollo de estas culturas nativas, originándose un
proceso de transculturización al que se le agregó
el componente africano, chino, entre otros. Este proceso donde se
sincretizan diferentes religiones,
costumbres, tradiciones de todo tipo, permite el surgimiento de
una identidad
propia, la criolla, que se reflejó en diferentes esferas
de la vida y por supuesto en la educación.
Los conquistadores europeos trajeron al Nuevo Mundo la
filosofía y costumbres de una
civilización en proceso de disolución de las
relaciones feudales hacia las relaciones capitalistas de producción, con cambios en la
producción agraria y la economía comercial que provocó la
búsqueda de otras rutas. La aparición de la
burguesía y el desarrollo cultural y científico
técnico, así como el surgimiento de Estados
nacionales estimularon el desplazamiento de las concepciones
hegemónicas de la Iglesia
Católica por el humanismo
renacentista.
Se apreció una decadencia de la
escolástica en Europa y el
surgimiento de estudios laicos que se interesan por la
aplicación del conocimiento a
la práctica y a la vida. Los más importantes
pedagogos del Renacimiento
procedían de la burguesía y se basaban en
proporcionar a una minoría una cultura
universal, con gran sentido pragmático y en defensa de
individualismo.
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