Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Los talleres de Educación no formal en el Centro de Salud Mental Agudo Ávila (página 2)




Enviado por Emilia claes



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

Para entonces en Italia e Inglaterra, la
Reforma, con respaldo legal ha avanzado en el cierre de los
Hospitales Psiquiátricos; en EEUU, la Ley Kennedy en
Salud Mental
instala los Centros Comunitarios de Salud Mental; en Francia se
desarrolla la Psiquiatría de Sector, con énfasis en
la población a cargo y en la programación local; y la Reforma
Española se desarrolla con énfasis en la acción
de profesionales en Salud Mental.

Desde aproximadamente 1990, asistimos a un periodo,
caracterizado por nuevas expectativas de reestructuración
de la Asistencia Psiquiátrica, propósito de
privilegiar el desarrollo de
servicios
integrados a la red común de atención sanitaria, con énfasis en
el desarrollo de dispositivos comunitarios y de lograr el
desarrollo de un modelo
centrado en el tratamiento precoz, continuo y eficiente y en
rehabilitación y reinserción.

Recientemente, los talleres surgen como dispositivo
clínico y como una alternativa más eficiente y
ajustada de dejar de lado la "Institucionalización", como
Modelo Clásico de la Psiquiatría Esto
suponía la idea de que el Enfermo Mental
Crónico
, es un sujeto que requiere de la
separación de su medio habitual para que sea contenido ,
protegido y custodiado.

Para el caso del Hospital Psiquiátrico Dr. Agudo
Ávila –que será el estudio de caso de la
presente investigación– este se convierte en Centro
Regional de Salud Mental a principios del
2000. Lo cual significa que el viejo hospital psiquiátrico
con su lógica
de asilar debía ser reestructurado para mantenerse en pie.
Su función
seguía siendo necesaria: toda persona que no
encuentra contención y autocontención en el
sistema y se
descarrila por estas razones, encuentra o no una forma de
readaptarse mediante el tratamiento psiquiátrico.

No obstante, la historia del hospital es un
reflejo de la evolución de los conocimientos
científicos y de las distintas escuelas en el tratamiento
de la locura y también de los avatares del desarrollo
económico y social del país.

Se destaca en este periodo la integración de la Psiquiatría al
Hospital y a la Comunidad;
surgen Equipos de Reforzamiento Psicosocial de la Atención
Primaria, (que desaparecen luego de un corto tiempo) se
crean los COSAM (Centros Comunitarios de Salud Mental Familiar),
muy diversos en su infraestructura, dependencia y tipo de
trabajo, en
algunos verdaderamente territoriales de Psiquiatría
Comunitaria logrando experiencias valiosas y sólidas que
son vigentes.

Este trabajo de revisión bibliográfica, pretende
rescatar algunos antecedentes relevantes, de las experiencias en
Talleres terapéuticos de Educación No formal
en nuestro país, considerando que ya existen varios
referentes pero escasos antecedentes escritos.

El análisis de la información obtenida se apoya en los
antecedentes empíricos en relación al tema, como
así también algunas teorías
atingentes al tema de socialización e inclusión
social.

Luego, como resultado de una reflexión inicial de la
descripción y análisis que hacen
algunos de estos espacios, se proponen algunas ideas generales a
considerar en la formulación de un Proyecto o
Programa de
Salud Mental que plante como condición de posibilidad este
tipo de espacios en pos de la recuperación subjetiva de
los pacientes para su futura reinserción
social.

I.2) Motivo de elección del tema

Históricamente ha existido una evolución en la
forma de explicar, entender y afrontar los trastornos mentales,
determinado por el momento histórico, las clases
sociales, científicas, culturales y religiosas de cada
época.

En el siglo XVIII el "loco" aparece como personaje
social nuevo, circulando por las calles "charlatanes" que
desvarían, "tontos", personajes incompresibles para la
razón.

Más entrando en el siglo XIX, con el diagnóstico y tratamiento
psiquiátrico, el loco perdió parte de su
condición humana y adquirió la categoría de
enfermo, de simple portador de síntomas de una
extraña enfermedad, que debían ser eliminados por
que él era peligroso, y por eso era preciso detectarlo
precozmente, internarlo, tratarlo y curarlo.

En el siglo XX la enfermedad mental es considerada como un
"desorden interior" de quién la padece, que puede producir
un "desorden exterior" en la familia, en
el trabajo, en
la sociedad. Por
eso era preciso corregir ese "desorden interior", sobre todo para
normalizar la conducta desviada
y reestablecer el orden natural de las cosas. Se los colocaba en
una posición de inferioridad social y dependencia a la
familia, al
psiquiatra o al manicomio, se les negaba el derecho de gobernarse
a así mismo, incapacitándolos.

En este contexto social, político y económico
actual, las necesidades primarias tales como la salud,
educación, vivienda y trabajo parecen no alcanzar a la
totalidad de la población de nuestro país.

Es por ello, que en un intento de profundizar desde una mirada
crítica
a las políticas
de institucionalización y de encierro, se tratará
de visualizar mediante el material recogido en el trabajo de
campo las prácticas que se llevan a cabo a partir de los
talleres donde participan los usuarios de Salud Mental..

La inquietud que dio lugar a la presente investigación
radica en el equilibrio
entre los derechos y las obligaciones,
y su implicancia en cuanto al alcance del concepto de
ciudadanía en una institución
neuropsiquiátrica estatal y pública.

Es decir, se tratará de analizar con qué tipo de
derechos cuentan los pacientes dentro de la institución
analizando el "adentro" y el "afuera" de la misma, su posibilidad
de proyección subjetiva, alcances y limitaciones.

Por esto, al tratar de relacionar las tres esferas de la
ciudadanía (social, política y civil)
resulta necesario contextualizar el estudio en la modernidad y en
los sucesos históricos que la acompañaron
–tal es el caso de la Revolución
Francesa en 1789 y sus pilares que la caracterizaron -la
igualdad, la
libertad y la
fraternidad.

Por lo tanto, el enfoque del trabajo estará
contextualizado por un gran recorrido histórico desde las
concepciones clásicas del concepto de la locura, pasando
por el medioevo, deteniéndonos en la modernidad hasta la
actualidad.

La cuestión residirá entonces, en el grado de
inclusión con que se define la ciudadanía
como concepto – reconociéndolo como defensa, respeto y
promoción de los derechos humanos.
Es decir, tomando como herramienta que efectivice las situaciones
de vulnerabilidad y puedan alcanzarse condiciones de vida dignas,
en un marco de consolidación de la cultura
democrática y del Estado de derecho
en el siglo XX.

Vale la pena destacar que las diferencias son rasgos
que individualizan a cada persona, ya sean estas
naturales o culturales; mientras que las
desigualdades son producto de
diversas posesiones de derechos patrimoniales, posiciones de
poder y
sujeción. Por lo tanto las primeras han sido contempladas
por los Derechos fundamentales -ya que conforman las identidades
de cada sujeto- mientas las segundas muy por el contrario han de
ser reducidas y compensadas por los derechos fundamentales
sociales para que la igualdad aun en su mínima
expresión se torne en realidad.

Se tratará desde esta mirada de las
diferencias deliberar sobre el estatuto de
ciudadanía desde las tres esferas dadas: civil, social y
política, confrontándolo con otros conceptos
pertinentes para el desarrollo de la
investigación en el ámbito de la
institución pública antes mencionada.

I.3) ANTECEDENTES

Historia de la educación en
hospitales

Según los datos registrados
en Riquelme[1]la primera aula hospitalaria
surgió en Francia, producto de las necesidades emergidas
desde el contexto de la Primera Guerra
Mundial, creándose las denominadas "Escuelas al
aire libre". A
finales de la Segunda Guerra
Mundial, por decreto de Estado en el
año 1965, Francia instaura la obligación de atender
educativamente a todos aquellos niños,
niñas y jóvenes hospitalizados. Actualmente en
Chile, la educación hospitalaria es desarrollada por
docentes con
tres años de formación especializada para el
desempeño en contextos hospitalarios.

Otro referente dentro de este tipo de educación lo
constituye la experiencia española. Los primeros datos que
se tienen registrados de la praxis
hospitalaria en este país datan de la década del
50, época que en forma casi espontánea surgen los
primeros esfuerzos por parte de congregaciones como la orden
hospitalaria San Juan de Dios, la cual proponía la
mantención de los niños y niñas afectados
por la epidemia de poliomielitis dentro del sistema escolar.

No fue hasta el año 1982 que el gobierno español
promulgó la "Ley de integración social de los
minusválidos", en la cual se establecía la
obligación y el derecho de todo niño y niña
de recibir educación, independientemente de su estado de
enfermedad.

En el contexto latinoamericano, la trayectoria de la pedagogía hospitalaria de mayor
antigüedad se encuentra en nuestro país, en el cual
se gesta la primera fundación de atención escolar
dentro de un recinto hospitalaria; la escuela
hospitalaria Nº 1, en el Hospital Dr. Ricardo
Gutiérrez Galló, en el año 1946 y la escuela
Nº 2 Profesor Dr.
Juan Garrahan, en el año 1987.

En el contexto actual, aparecen como referentes no de la
historia específica de la Educación sino de los
Talleres de Educación No Formal, una serie de ponencias
que se llevan a cabo todos los años en el Congreso de
Salud Mental y Derechos Humanos, organizado por la Universidad de
Madres de Plaza de Mayo. En el evento, que se da una vez al
año concurren trabajadores sociales, psicólogos,
psiquíatras, comunicadores sociales haciendo
público el trabajo que realizan dentro de las Instituciones
Psiquiátricas. La gran mayoría de los trabajos
provienen de los Hospitales del conurbano Bonaerense
destacándose las experiencias del proceso de
Desmanicomialización en países como
Brasil y
Uruguay.

No obstante, la producción teórica resulta nueva
aún por lo cual los referentes más destacados de la
Educación en Hospitales Psiquiátricos son los
breves trabajos mencionados en los párrafos
anteriores.

1.4) Tema: "Los talleres de
Educación no formal en el Centro de Salud Mental Agudo
Ávila: aportes para la construcción de ciudadanía de sus
internos"

Problema de investigación:

¿Qué papel juegan los talleres de
educación no formal en relación a los derechos
civiles, sociales y políticos de los internos del Hospital
de Salud Mental Agudo Ávila?

Situación problemática:

La salud mental requiere de la posibilidad del ejercicio pleno
de la ciudadanía garantizado por las normas
constitucionales. Salud mental y ciudadanía son elementos
que van unidos desde el trabajo con los derechos humanos. En las
instituciones psiquiátricas las posibilidades de
unión entre estos dos elementos es el concepto de
desmanicomialización. Esto implica un cambio de
óptica
de la problemática -en relación a los derechos
civiles, sociales y políticos- , que pretende más
bien, enfrentarla retrocediendo en la cadena normativa de las
definiciones científicas reconocidas tradicionalmente. En
estas definiciones aparecían las instituciones
psiquiátricas como lugares cerrados, impenetrables, sin
posibilidad de plantear estas instancias como los procesos de
desmanicomialización. Desde una postura
superadora, aparece la idea de plantear o de reubicar este
concepto en la interfase entre las ciencias
sociales y las ciencias de la
salud, constituyendo allí la noción de sujeto como
pieza clave.

Así como también este concepto plantea que la
ciudadanía de las personas con sufrimiento psíquico
y/o trastorno mental , no debe estar desvinculado del conjunto de
esfuerzos desarrollados por la sociedad por su ciudadanía
e integración, coordinando los esfuerzos de todas las
instituciones sociales, uniendo los profesionales, usuarios y
familiares.

Es por ello, que dentro de este axioma surge la
reformulación de políticas en el área de la
salud mental que apunten a la transformación de los
sistemas cerrados
manicomiales en políticas de
desinstitucionalización.

El punto de partida de este proyecto se sustenta en la idea de
soporte del concepto de ciudadanía desde el protagonismo,
participación y toma de
decisiones de los actores involucrados (usuarios de salud
mental, personal que
trabaja en salud mental pública y privada, voluntarios,
talleristas, equipo interdisciplinario etc..). Así mismo,
el rol de las instituciones en relación a las condiciones
que determinan la sustracción de los derechos civiles,
sociales y políticos.

La propuesta está dirigida al análisis de los
talleres donde concurren los pacientes/usuarios de salud mental
dentro del Centro regional de salud mental "Agudo Ávila"
de la ciudad de Rosario.

Esta modalidad de trabajo llevada a cabo a partir de los
talleres, intenta generar un corte a la cronificación y el
hospitalismo que se generan en las instituciones
psiquiátricas sostenidas a través del tiempo -como
único método de
abordaje las internaciones de larga estadía- la
cronificación y hospitalismo que aparecen tanto en los
pacientes y usuarios de salud mental.

Finalmente, en nuestro país, los procesos de
desmanicomialización constituyen referentes
ineludibles al momento de delinear diferentes propuestas de
reforma del sistema psiquiátrico donde se propone
también esclarecer a la opinión
pública sobre los prejuicios e intereses espurios que
retardan estas nuevas prácticas modernas y humanas.

El tema se torna complejo por la diversidad de variables,
contextos y actores institucionales y sociales que comprende.

En síntesis,
este trabajo de investigación intenta acercarse a una
reflexión en términos de ciudadanía civil,
social y política en relación a los derechos y
obligaciones que poseen los internos y usuarios de las
instituciones de Salud Mental pública –en el caso
del Centro Regional de Salud Mental "Agudo Ávila" ubicado
en el macrocentro de la ciudad de Rosario.

Objetivos

Generales

  • Analizar los conceptos de ciudadanía civil, social
    y política a partir de una propuesta de
    Educación no Formal en el centro de Salud Mental Agudo
    Ávila de la ciudad de Rosario.

  • Indagar el rol y la función de la
    institución psiquiátrica en las condiciones
    sociales y de existencia de los usuarios de salud mental.

Específicos

  • Explorar qué conceptos son asociados a la
    ciudadanía civil, social y política desde las
    actividades planteadas en los talleres que se realizan en la
    institución mencionada.

  • Examinar las condiciones que se establecen en la
    posibilidad de reinserción social de los pacientes
    desde una mirada de la educación no formal.

  • Indagar sobre las condiciones que contribuirían al
    desarrollo de la ciudadanía civil, política y
    social dentro de la institución pública
    seleccionada.

Preguntas al problema

¿Qué tipo de concepto de ciudadanía
civil, social y política es sostenido desde la
institución seleccionada? ¿Qué actividades
se presentan en la institución para análisis de los
conceptos de ciudadanía civil, social y política?
¿Cuál es el objetivo de
los talleres en las instituciones psiquiátricas
seleccionadas?, ¿Qué derechos y obligaciones tienen
los pacientes dentro de este tipo de institución?
¿Qué papel juega la desmanicomialización y
la desintitucionalización dentro de la institución
seleccionada?

I. 5) Justificación del paradigma

La propuesta que se llevará a cabo en el presente
trabajo será de corte cualitativa y exploratoria desde el
paradigma interpretativo.

Si bien el concepto de paradigma admite pluralidad de
significados y diferentes usos, aquí nos referiremos a un
conjunto de creencias y actitudes,
como una visión del mundo "compartida" por un grupo de
científicos que implica una metodología determinada. El paradigma es un
esquema teórico, o una vía de percepción
y comprensión del mundo, que un grupo de
científicos ha adoptado. Kuhn[2]lo describe
como "un modelo o patrón aceptado" por una comunidad de
científicos que raramente concurren en desacuerdo con su
manera específica de hacer ciencia. Es
una manera de entender el mundo, explicarlo y manipularlo.

Tradicionalmente la investigación en educación
ha seguido los postulados y principios surgidos del paradigma
"tradicional" o "clásico" de investigación
expresado mediante las tendencias racionalistas, positivistas,
empiristas, cuantitativas, predominantes en la
investigación socio-educativa hasta la década del
60. 

El positivismo es
una escuela filosófica que defiende determinados supuestos
sobre la concepción del mundo y del modo de conocerlo:

a) El mundo natural tiene existencia propia,
independientemente de quien lo estudia.

b) Está gobernado por leyes que
permiten explicar, predecir y controlar los fenómenos del
mundo natural y pueden ser descubiertas y descritas de manos
objetiva y libre de valor por los
investigadores con métodos
adecuados.

c) El objetivo que se obtiene se considera
objetivo y factual, se basa en la experiencia y es válido
para todos los tiempos y lugares, con independencia
de quien lo descubre.

d) Utiliza la vía
hipotético-deductiva como lógica
metodológica válida para todas las ciencias.

e) Defiende la existencia de cierto grado de
uniformidad y orden en la naturaleza[3]

En el ámbito educativo su aspiración
básica es descubrir las leyes por las que se rigen los
fenómenos educativos y elaborar teorías
científicas que guíen la acción
educativa.

Por su parte, el paradigma cualitativo representa las
tendencias interpretativa, fenomenológica, hermenéutica, naturalista,
etnográfica, que figura en la investigación
socio-educativa desde la década de los años
setentas[4]

Otros autores diferencian un tercer paradigma que denominan
paradigma crítico para agrupar las tendencias de
la investigación de denuncia, de investigación
acción, de la producción o descubrimiento de
teorías para el mejoramiento, cambio y
transformación.

En el marco del paradigma interpretativo se propone
el paso de la observación típica del positivismo a
la comprensión. "La observación es considerada
insuficiente para acceder a la realidad simbólicamente
estructurada del mundo de la vida, tal cual lo define Habermas.
El investigador posee, en principio, un acceso similar al mundo
de la vida que cualquier lego en ciencias sociales, pues
pertenece ya al mundo social cuyos componentes intenta
describir"[5].

El cambio de perspectiva en el abordaje del objeto de estudio
respecto de la ciencia
natural, tiene su razón de ser en el hecho de que la mira
ya no se ubicará sobre el mundo objetivo sino en el
contexto del mundo de la vida que tiene una relación de
copresencia con el mundo objetivo.

Por lo tanto, la observación exterior de los
fenómenos ya no puede ser la estrategia de
conocimiento,
sino que deberá pasarse a la comprensión de las
estructuras
significativas del mundo de la vida por medio de la
participación en ellas, lo que permitirá recuperar
la perspectiva de los participantes y comprender el sentido de la
acción en un marco de relaciones
intersubjetivas[6]

Así, el presupuesto
fundamental del paradigma interpretativo[7]parte
de concebir a los fenómenos sociales claramente distintos
de los naturales. En tal sentido no pueden los primeros ser
entendidos en términos de relaciones predominantemente
causales, lo que lleva a subsumir a los hechos sociales a leyes
universales. En cambio, se entiende al fenómeno social
como aquello imbuido de significados, intenciones, actitudes y
creencias.

La concepción positivista, que emplea controles
rígidos a situaciones "artificiales" y que en su
aplicación, el investigador intenta operar de tal forma de
mantener distancia y neutralidad respecto al hecho estudiado, muy
lejos está de los métodos
cualitativos. Estos, por el contrario, actúan sobre
contextos "reales" y el observador procura acceder a las
estructuras de significados propias de esos contextos mediante su
participación en los mismos.

Para la presente investigación se tuvo en cuenta este
último aspecto realizando una labor interpretativa a
partir de los datos obtenidos en la institución.

El punto de partida de la presente investigación ha
sido visualizar cómo aparece el concepto de
ciudadanía en las instituciones psiquiátricas.
Dentro de las mismas, se utilizó como caso el Hospital
Psiquiátrico Dr. Agudo Ávila de la ciudad de
Rosario, aunque sin afán generalizador.

Esta institución de carácter público alberga alrededor
de 80 pacientes con diversas patologías y es por un lado,
una de las tres instituciones públicas dependientes de la
provincia de Santa Fe y por el otro, la única de
carácter público de la ciudad. La misma está
ubicada en el macrocentro de la ciudad de Rosario próxima
al Hospital Escuela Centenario y a las Facultades de Medicina,
Farmacia, Bioquímica
y Odontología. En la misma, se realizaron
observaciones no participantes en los talleres que
concurren los internos. Estas observaciones se realizaron con una
frecuencia de una a dos veces por semana dependiendo de las
actividades que se realizaban en la institución.

Los talleres observados fueron "la oficina de
trabajo
" y "la asamblea". Estos espacios
constituyen una instancia de apoyo colectiva en la que concurren
la mayoría de los internos por modus propio.
Paralelamente a las observaciones, se realizaron entrevistas al
personal que participa y coordina este tipo de espacio.

Desde una labor interpretativa y sostenida desde el paradigma
cualitativo, el material obtenido de las entrevistas y
observaciones tiene como objetivo la contraposición con
los supuestos básicos subyacentes y presupuestos
previos a la investigación que conforman el marco
teórico del presente trabajo.

Cabe destacar que la modalidad empleada en estos espacios
denominados "instancias colectivas" constituye una vía de
acceso de educación no formal –
entendiéndola como un dispositivo de entrada y
salida- del cual nos ocuparemos en la próxima
sección.

CAPÍTULO II

Marco
teórico conceptual

Sobre la noción de
ciudadanía

2.1) Perspectiva histórica

Lewkowicz postula que el ciudadano "es el sujeto
constituido en torno de la
ley"
es decir; el ciudadano como subjetividad es reacio a la
noción de privilegio o de ley privada. La ley en ese caso
es pareja: prohíbe y permite por igual a todos.

El ciudadano es un individuo que
se define por esta relación con la ley. Es, en principio,
depositario de la soberanía, pero ante todo es depositario de
una soberanía que no ejerce. La soberanía emana del
pueblo; no permanece en el pueblo. Para ser ciudadano de un
Estado-nación
hay que saber delegar la soberanía. El acto ciudadano por
excelencia es el acto de representación por el cual delega
los poderes soberanos en el Estado
constituido. Y para poder delegar, el ciudadano tiene que estar
educado. Es decir, se trata de educar las capacidades de
delegación. ¿Qué es, en este caso, "educar
las capacidades de delegación"? Es forjar la conciencia
nacional. El sujeto de la conciencia, que había sido
instituido filosóficamente dos siglos antes, deviene
sujeto de la conciencia nacional a partir del siglo XIX. Es el
aparato jurídico el que exige que los ciudadanos se
definan por su conciencia[8]

El significante ciudadano, al igual que el de
democracia, se refieren al sujeto que se trasciende a
sí mismo y se conecta con los otros en una nueva forma de
existencia: la comunidad. Ambos conceptos nos hablan de la
proyección desde el sujeto hacia algo que no es él
mismo y que lo hace ser de otro modo, y esto nos introduce en el
tema de la dimensión ética de
la práctica de la democracia[9]

Según Touraine (1994) [10]en la
modernidad pueden distinguirse dos conceptos de
ciudadanía:

  • La primera está relacionada con el espíritu
    republicano, con la sociedad política de la libertad y
    la igualdad. Hace referencia a los deberes que el ciudadano
    debe asumir para beneficio de la comunidad. El ciudadano es
    miembro de un estado nacional, es el artífice de la
    soberanía popular que otorga legitimidad a ese
    estado.

  • La otra idea de ciudadanía afirma los derechos del
    individuo, no como miembro de una comunidad política,
    sino como Hombre, con el sentido de universalidad que le
    otorga a este concepto la Declaración de Derechos del
    Hombre y del Ciudadano. Este enfoque brinda a los individuos
    garantías frente a los poderes y las instituciones, y
    eventualmente contra ellos. Es decir, apela al derecho
    natural y lo vuelve inalienable frente a los posibles abusos
    del derecho positivo.

Pero ambos principios (la soberanía popular y los
derechos del hombre) se
unifican en una misma noción a partir de la idea de sujeto
como ser racional, y de la definición de la sociedad como
construcción también racional.

Esta construcción racional se circunscribe al concepto
de nación,
de estado- nación, síntesis a partir de la cual la
ciudadanía reduce el individuo al ciudadano, a ese que
acepta las leyes y necesidades del estado, que tiene derechos,
pero sólo si además cumple sus deberes.

La idea de ciudadanía propia de la modernidad remite la
acción del individuo al interés
general, al beneficio colectivo, refiere su identidad a la
condición de ser miembro de un colectivo: la sociedad, que
coincide además con el estado nacional. Se trata de una
sociedad bien delimitada por fronteras geográficas,
lingüísticas, étnicas y
tradicionales[11]

En la polis griega y su filosofía, aquello hacia lo que se
trascendía eran los valores
puramente ideales, cuya existencia no dependía de lo que
hacían los individuos sino por el contrario, se
imponían compeliéndolos a la acción. Esos
valores eran: el bien común, lo universal, el ser esencial
del hombre, su concepto: el zoon
politikon
[12]

Por su parte, la tradición de pensamiento
judeo cristiana, tiene en Dios el horizonte de esa trascendencia.
La vida de la comunidad es trascendencia hacia Dios, es la
realización de su designio; por esa vía, el
individuo se vuelve uno con lo infinito, se hace
Persona.

En el pensamiento de la
Ilustración, las realidades trascendentes a que da
lugar la vida de la comunidad son: la libertad, la historia, la
voluntad general; mediante ellas el individuo se convierte en
ciudadano.

Como vemos, tanto en la idea moderna de
ciudadanía, como en la judeo cristiana o la
griega, se responde al problema de los valores
que se realizan en la vida de la comunidad con una noción
abstracta de la vida colectiva.

Es decir, con una idea de la comunidad colocada
más allá de las comunidades realmente existentes y
de los beneficios reales que esa interacción humana
alcanza[13]

La ciudadanía es, principalmente, un estatus conformado
por el acceso a los recursos
básicos para el ejercicio de derechos y deberes. La
no-discriminación en el acceso a esos recursos
constituye la condición necesaria y suficiente de la
ciudadanía. Caso contrario los titulares de derechos
permanecen en una situación de precariedad expresada
ésta como déficit de ciudadanía.

Esto último implica, según nos dice Roland Anrup
y Vicente Oieni entender a la ciudadanía como un proceso
de subjetivización y personificación que regula,
enseña y forma al ciudadano.

La ciudadanía nace en 1789 con la Revolución
Francesa y su principal fundamento es reconocer como ciudadano
francés a cualquiera persona a condición de que
aprendiera la lengua y
obedeciera las leyes francesas. La ciudadanía francesa
desde entonces, ha aparecido como la representación del
estado abierto, libre y tolerante el cual no tenía
problemas en
adoptar a los individuos que quisieran ser parte de él
[14]

Esta ciudadanía encuentra su fundamento en una idea
central de la modernidad: aquella que concibe al hombre como un
individuo que es libre e independiente y toma decisiones sobre su
propio destino y con su voz contribuye políticamente al
bienestar de la sociedad. En lo fundamental es esta imagen del
ciudadano la que se ha convertido en un ingrediente importante
para la fórmula a través de la cual, las sociedades
occidentales se conciben a sí mismas.

2.2) La ciudadanía civil, política y
social

La historia del concepto moderno de ciudadanía y la
historia política de las modernas sociedades occidentales
son coetáneas. Los cambios en los contenidos de la
ciudadanía se encuentran estrechamente ligados a las
transformaciones políticas que experimenta a lo largo del
tiempo el Estado en su relación con la sociedad. Las
modalidades en que se ha dado dicha relación, determinan
patrones diferenciados de incorporación de demandas
sociales, que se reflejan a su vez en el establecimiento de
patrones diferenciados de políticas
sociales[15]

Sidicaro & Tenti Fanfani (1998) sostienen la idea ya
desplegada por Paviglianitti en el sentido que la
ciudadanía exige articular tres facetas de esas
mediaciones: la primera es la de compartir los bienes
materiales, la
segunda la de compartir los bienes simbólicos y la
tercera, la de ejercer los derechos políticos y
sociales.

Esto implica que no basta con que se repartan los bienes
materiales y simbólicos, la participación se
deshumaniza si no tiene como fundamento la distribución del poder. Esta es la esfera
de la ciudadanía en sentido clásico.

El tejido social está atravesado por relaciones de
poder; "los hombres no se relacionan automáticamente
entre sí por relaciones de igualdad; por el contrario,
estamos inmersos en relaciones de poder que se transforman
fácilmente en relaciones de dominación,
opresión o explotación.  Tampoco existe una
abstracta igualdad preexistente entre los hombres sino que se la
reconstruye reiteradamente en el tiempo histórico-social.
Así entendida la sociedad, la ciudadanía no es un
hecho dado y terminado para siempre, sino más bien una
condición a ser construida e instaurada continuamente,
para que permanezca"[16].

Sidicaro afirma que "el emblema del ciudadano supone el
problema del estado, no hay ciudadano sin estado. No hay
ciudadano sin un estado que tenga las características de
universalismo en sus formas de comportamiento, que al actuar reconoce a todos
como iguales, que actúa equilibradamente en su justicia y
eficientemente en sus formas de desarrollo de políticas
frente a la sociedad, sin privilegios y
ocultamientos"[17].

La ciudadanía es una calificación del ejercicio
de la condición humana. El gozar de los derechos civiles,
políticos y sociales es la expresión concreta de su
ejercicio. No existe el individuo en abstracto, la esencia y la
existencia de los hombres sólo adquieren sentido a partir
de las mediaciones
histórico-sociales[18]

El concepto de ciudadanía implica al mismo tiempo tanto
derechos como obligaciones, derechos contra el ejercicio
arbitrario del poder estatal y obligaciones en relación
con las actividades del Estado; denotando un aspecto particular
del status social
del individuo o grupo. El derecho de ciudadanía nace, en
el siglo XVII, como ciudadanía civil, con el derecho de
propiedad, a contratar y ser contratado, etc. Y como
ciudadanía política, el derecho a elegir y
ser elegido, pero nada dice en cuanto a la participación
en los resultados, es decir en el producto social
alcanzado[19]

El objetivo de la ciudadanía consiste en asegurar que
cada cual sea tratado como un miembro pleno de la sociedad de
iguales y este principio coincide con el auge del capitalismo
que, sin embargo, genera desigualdad. Pero, los derechos civiles
al comienzo eran indispensables para la economía competitiva del mercado, porque
confieren capacidad de juicio para luchar por lo que se quiere
poseer. En tanto que los beneficios que recibían los
más desfavorecidos no derivaba de un status de
ciudadanía, no eran reconocidos como derechos, sino como
caridad, beneficencia o ayuda, donde el objetivo del derecho y la
política era aliviar la molestia de la pobreza sin
alterar el modelo de desigualdad, del que la pobreza era el
resultado más obviamente desagradable.

La última fase de la evolución de la
ciudadanía sería la tendencia actual hacia la
igualdad social, en este marco entrarían la
realización de los derechos sociales: derecho a un
estándar mínimo de bienestar e ingresos, que
comprenden desde el derecho a una renta mínima hasta el
derecho a compartir la riqueza social[20]

Esta idea de ciudadanía social implica un
nivel mínimo de bienestar como título universal que
se considera suficiente y más allá del cual
disminuyen el sentido y las capacidades de participación,
una suerte de soporte mínimo para la acción social,
la estabilidad y la integración: el derecho a una cantidad
módica de bienestar económico y seguridad, el
derecho a compartir la herencia social y
a vivir como un ser civilizado de acuerdo con los niveles
predominantes de la sociedad.

En este sentido, la ciudadanía social guarda
relación directa con las cuestiones distributivas debido a
que garantiza ciertos derechos a conseguir beneficios materiales
relacionados con el status de ciudadanía, cuya
función intenta mitigar las desigualdades relacionadas con
la desigual distribución de la propiedad
privada y las recompensas del mercado en las sociedades
clasistas[21]

Para una gran parte de las personas, ser ciudadano es tener
derecho a poseer aquello que otros poseen. Hoy ser ciudadano no
es apenas estar al amparo del estado
en que el sujeto nació y tener dentro de él
derechos políticos, civiles y sociales. La
ciudadanía se refiere a las "prácticas sociales y
culturales que dan sentido de pertenencia" Y lo que da sentido de
pertenencia es la posibilidad de tener acceso a lo mismo que el
grupo de referencia, tanto en materia de
bienes cuanto de servicios[22]

El desarrollo de la ciudadanía se vincula con la idea
de los derechos que se garantizan. En las discusiones
sobre la democracia
surgen dos ideas "la primera consiste en reflexionar la
democracia como un entramado de relaciones formales, por medio de
las cuales se vota cada cantidad de tiempo y luego, los
representantes así determinados se encargan de dirigir
cuestiones de gobierno. La segunda hace pensar sobre si es
meramente ciudadano político o además esta
caracterización se sustantiva. Por otra parte, se cuenta
con otros derechos más directamente asociados a las
personas (educación, salud, vivienda). Se genera una forma
distinta de definir, a partir de ciertos valores, el problema de
la democracia y el de la constitución de la
ciudadanía."[23].

Los tres ciclos o estadios de la moderna
ciudadanía correspondieron, según Marshall (1998) ,
a los diversos períodos de constitucionalización de
los derechos civiles (siglo XVIII, con la
superación de la
organización estamental del "Antiguo Régimen",
tras las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa),
políticos (siglo XIX, con la
institucionalización del liberalismo
democrático y la representación electoral), y
sociales (siglo XX, con la consolidación del
igualitarismo en los estados del bienestar en las democracias
industriales). En sentido general, el proceso de
modernización en el mundo occidental comportó el
paso de los criterios de adscripción a los criterios de
logro.

En la época premoderna las dimensiones civiles,
políticas y sociales estaban amalgamadas y profundamente
permeadas por la concepción religiosa del orden mundano.
Con posterioridad, el mercado se institucionalizó
paulatinamente como gran regulador de la vida económica,
lo que procuró una relativa autonomización de las
esferas pública y privada[24]

En las actuales sociedades democráticas avanzadas del
mundo occidental, los ciudadanos son titulares de derechos
civiles, tales como los morales de derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión, o los materiales como el de la
propiedad privada.

También disponen de derechos políticos
inherentes a la vida democrática, como son los de
asociación y de participación
(representación y voto), y disfrutan de derechos sociales,
bien sean los relativos a la salud, a la educación o al
bienestar necesario para poder desarrollar un tipo de vida
percibida como digna por el conjunto social.

Todos esos derechos están amparados por las
instituciones estatales, las cuales asumen la responsabilidad colectiva de su promoción y
tutelaje. Ahora bien, dicha igualdad de estatus no esconde
diferencias de clase ni
desigualdades materiales[25]

Moreno (2003) explica que la ciudadanía es la
condición de pertenencia y participación en la
politeya, u organización política donde se
integran los miembros de la sociedad. Tal concepto hunde sus
raíces etimológicas en la antigua polis
griega. En la historia social subsiguiente, y con carácter
general, se ha identificado a la politeya con el
conjunto de instituciones políticas de la sociedad. Su uso
no debe hacerse necesariamente sinónimo al de estado en su
sentido moderno, el cual corresponde a una fase relativamente
reciente del devenir de la humanidad.

Más allá de su plasmación en el derecho positivo
de las modernas democracias, la ciudadanía hace referencia
a un conjunto de prácticas y usos que otorga la cualidad
de componentes activos a los
individuos en su comunidad de referencia. En las modernas
democracias liberales el orden político está
legitimado por las decisiones de sus ciudadanos libres y
responsables [26]

2.3) Implicaciones del estatus de
ciudadanía

La ciudadanía civil se construye no a partir del orden
jurídico, sino de los fines comunes derivados de la
cooperación y la acción solidaria.
Cooperación entre diferentes y solidaridad entre
iguales[27]

La ciudadanía civil compromete y discurre por la
vivencia, no impone la universalidad. Transforma al ciudadano
estatal en parte activa del proceso de toma de decisiones y lo
dota de autonomía. Postulado que le permite asumir
responsablemente la crítica.

No es una imposición del Estado, expresa una
relación entre bien común, sentido ético de
la acción, responsabilidad y la conciencia del yo
ciudadano. Se construye en el espacio de lo público, sitio
por excelencia donde se articula el debate de las
opciones y se resuelven los asuntos de interés general. Su
plenitud se logra cuando se relaciona la práctica social
de ser ciudadano con la instauración de una democracia
radical.

Para Adam Smith, la
sociedad civil
era el lugar adonde todos los individuos podían practicar
su egoísmo transformándose en comerciantes y luchar
por aquello que supone un beneficio y afirma los actos ajenos
solo en cuanto pueden servir a sus intereses
propios[28]

Asimismo, Gramsci definió la sociedad civil como el
momento donde el Estado produce su hegemonía y legitima su
coacción. El sitio donde se reconocen el conjunto de los
organismos vulgarmente llamados privados y que corresponden a la
función de hegemonía que el grupo dominante ejerce
en toda sociedad.

La ciudadanía civil, trata de romper la falsa
dicotomía entre lo nacional estatal expresión del
gobierno y lo nacional popular concreción de la comunidad.
No existe tal dualidad[29]

En los hechos, la práctica de una democracia radical
conlleva transformar la inicua sociedad civil en sociedad
política. Los movimientos sociales tienen esa
dimensión, expresan en su lógica las
contradicciones presentes en toda lucha política donde se
enfrentan proyectos
antagónicos y contrapuestos.

2.4) Deberes y derechos en el estatuto de
ciudadanía

Como se mencionó en páginas anteriores, Marshall
dividía a la ciudadanía en tres partes: la civil,
política y social. El elemento civil consistía en
los derechos necesarios para la libertad individual
—libertad de la persona, libertad de
expresión, de pensamiento y de religión, el derecho
a la propiedad, a cerrar contratos
válidos, y el derecho a la justicia—. Este
último es de una clase distinta a la de los otros porque
es el derecho a defender y hacer valer todos los derechos de uno
en términos de igualdad con otros y mediante los procedimientos
legales.

Esto nos demuestra que -las instituciones asociadas más
directamente con los derechos civiles son los tribunales. Con el
elemento político me refiero al derecho a participar en el
ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo
investido de autoridad
política, o como elector de los miembros de tal cuerpo.
Las instituciones correspondientes son el parlamento y los
concejos del gobierno local. Con el elemento social me refiero a
todo el espectro desde el derecho a un mínimo de bienestar
económico y seguridad al derecho a participar del patrimonio
social y a vivir la vida de un ser civilizado conforme a
los estándares corrientes en la sociedad. Las
instituciones más estrechamente conectadas con estos
derechos son el sistema
educativo y los servicios sociales[30]

Al mismo tiempo, es evidente que esta idea presupone un
ciudadano activo que apenas ha existido, y que si hubiera
existido los estados probablemente lo hubieran considerado como
un problema. Tampoco se ha realizado la idea de la
ciudadanía abierta como la libertad de la que los
individuos hacen uso para moverse libremente, residir donde
quieran y allí gozar del estatus de
ciudadano[31]

Sin embargo, en estos últimos años, se han
venido gestando otras formas de participación política.

Los cambios en el funcionamiento de los partidos
políticos y el descreimiento de un sector importante
de la población en sus promesas electorales han generado
nuevas formas de participación y de representación
que suelen ser definidas como "apartidarias" y se construyen
alrededor de problemas puntuales. Se conformaron, así,
organizaciones
no gubernamentales (ONGs), organizaciones vecinales, movimientos
sociales, fundaciones y demás, que albergan a sectores que
no se sienten representados por los partidos políticos
tradicionales o que incluso se autoconvocan para lograr
modificaciones en el sistema de representación
tradicional[32]

Generalmente, se utiliza la expresión
"participación política" para designar esta serie
de actividades que realizan los ciudadanos, relacionadas con el
manejo de las cuestiones públicas. Las cuales pueden hacer
referencia a la emisión del voto, a la
participación en marchas, a la firma de petitorios, al
apoyo a determinado candidato o a la difusión de cierta
información, entre otras.

Por otra parte, estas diferentes formas de
participación comportan, a su vez, distintos grados de
compromiso personal: están desde quienes participan como
espectadores más o menos marginales – por ejemplo,
asistiendo a un mitín político – hasta
quienes adoptan una posición más
protagónica, por ejemplo, presentándose como
candidatos a algún puesto electivo. Estas formas
constituyen identidades dentro del marco de la ciudadanía
en la comunidad [33]

La presencia del discurso
modernizador señala a la escuela como el lugar en el que
se debe formar al individuo que requiere el nuevo orden
político basado en la soberanía nacional y en la
representación popular. Este nuevo individuo es el
ciudadano, a quien se pretende formar dentro de los
parámetros de la razón y la virtud republicana,
proceso que se llevó a cabo desde varios espacios y
lugares, pero es la escuela la que va ocupar un lugar de primer
orden pues se consideraba que en la medida en que la anhelada
ilustración avanzara a través de la
educación[34]

El espacio escolar era visto como el lugar ideal que
contribuía a la formación de un ciudadano capaz de
defender el nuevo orden social y participar en política
sin dejarse engañar ni manipular. También era
necesario disciplinar al ciudadano para que se comportara, tanto
en público como en privado, de acuerdo a las nuevas
exigencias y valores de un mundo "moderno".

Desde sus inicios ilustrados, la escuela tuvo como misión
contribuir a dar consistencia política (al tiempo que
identidad cultural) a la ciudadanía. En este sentido se
piensa que lo que da coherencia a la educación
pública es aprender a vivir en común en un
mundo compartido con otros; es decir, contribuir a formar
ciudadanos más competentes cívicamente y
comprometidos en las responsabilidades colectivas, lo que
entraña pensar y actuar teniendo presente la perspectivas
de los otros. La educación de la ciudadanía
reformulada puede servir para estos propósitos, al tiempo
que para seguir dando vigencia a la escuela
pública[35]

La educación para la ciudadanía,
históricamente, ha formado parte del núcleo de la
escuela
pública, que ha considerado que una de las tareas
básicas de la escuela es preparar a las jóvenes
generaciones para vivir y ejercer el oficio de ciudadano en una
comunidad configuradora de la nación.

La cuestión central en educación, es cómo
la ciudadanía, debidamente reformulada hoy, recogiendo la
tradición (modelo laico de origen jacobino), pueda ser un
modo de conciliar el pluralismo de la escuela común y la
tradición multicultural[36]

En este contexto, también es evidente que el mismo
concepto de ciudadanía ha de ser reformulado, pues si en
la modernidad era más un estatus que se concede a
determinados miembros (y, como tal, excluyente, como vemos
actualmente con los emigrantes), hoy es una cultura a construir,
que la educación ha de hacer posible. Si en la modernidad
fue un proceso de inclusión en una cultura común,
también era excluyente para los grupos que no
compartían dicha cultura o racionalidad.

A su vez, en su conformación teórica y
práctica ha estado ligada a los derechos civiles dentro de
cada nación-estado, en una constelación
postnacional se tiene que ampliar para conectarse con los
derechos humanos[37]

2.5) Ciudadanía, cultura e
identidad

Castells afirma que las identidades, en lo referente a actores
sociales, se crean según el proceso de construcción
de sentido atendiendo a un atributo cultural, o a un conjunto
relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre
el resto de las fuentes de
sentido. Por ello, advierte, aún cuando estas identidades
pueden tener origen en las instituciones, sólo se
convierten en tales, si los actores sociales las interiorizan y
construyen sentido en torno a esta
interiorización[38]

Para Gramsci hablar de ciudadanía implica, la
definición de un concepto, implícito o
explícito, de hombre y de cultura. Respecto a la cultura,
plantea que no puede ser un privilegio privativo de las clases
dominantes ya que la enseñanza es sostenida con los impuestos
directos pagados por el proletariado, cuyos hijos
difícilmente acceden a los niveles superiores. Su
preocupación por buscar una respuesta a las necesidades y
demandas culturales de las clases trabajadoras le lleva a la
búsqueda de una cultura nueva que llegue a convertirse en
hegemónica. Lo primero es romper con el significado del
concepto mismo, con lo que la palabra cultura representa en ese
Estado. Señala: "hay que deshabituarse y dejar de
concebir la cultura como saber enciclopédico, en el que
tan sólo se ve al hombre bajo la forma del recipiente que
hay que llenar y atiborrar de datos empíricos, de hechos
mortificantes y sin hilvanar que él podrá
después encasillar en su cerebro… 
(…) La cultura es algo muy distinto, es organización,
disciplina del
propio yo interior, es toma de posición de la propia
personalidad,
es conquista de
una conciencia superior, por la cual se llega a comprender el
propio valor histórico, la propia función en la
vida, los propios derechos y deberes
"
[39]

Su definición de cultura acaba con una clara referencia
a la toma de conciencia y clarificación para la lucha
política, para el cambio: "Estudio y cultura no son
para nosotros otra cosa que conciencia teórica de nuestros
fines inmediatos y supremos, y del modo como podremos llevarlos a
la práctica"[40].

La preocupación de Gramsci por la cultura es la de
llevar a la clase obrera a la gestión
social, a convertirse en clase dirigente, pretende llevar a todos
a una filosofía superior de la vida. Lewkowicz dirá
que "crear una nueva cultura no significa hacer sólo
individualmente descubrimientos originales, sino también,
y especialmente, difundir críticamente verdades ya
descubiertas, socializarlas, por así decirlo, y por tanto
convertirlas en bases de acciones
vitales, elementos de coordinación y de orden intelectual y
social. Que una masa de hombres sea conducida a considerar
unitariamente el presente real es un hecho filosóficamente
mucho más importante y original que el hallazgo por parte
de un genio
filosófico de una nueva verdad que se conserve como
patrimonio de pequeños grupos
intelectuales
"[41].

El objetivo está en posibilitar que cualquier ciudadano
pueda convertirse en gobernantes y que se le den las condiciones
generales para que pueda llegar a serlo; la democracia
política tiende a hacer coincidir a gobernantes y
gobernados, a establecer el consenso entre gobernantes y
gobernadillos, proporcionando a estos últimos las
capacidades y la preparación adecuadas para este fin; el
objetivo no es otro que hacer un intelectual de cada miembro de
un partido político[42]

Como es evidente, las instituciones educativas existentes son
inadecuadas a estos fines, por lo cual será necesario
buscar vías alternativas, posibilidades diferentes de
organización y difusión de la cultura, surgidas
desde abajo, de entre las capas más bajas económica
y culturalmente pero más elevadas en
número[43]

Lewkowitz afirma que la institución propia para definir
ese ser en conjunto representado como el pueblo es la historia.
La historia es una institución del siglo XIX que establece
que un pueblo es tal porque tiene un pasado en común. El
fundamento del lazo social es nuestro pasado en común. Es
una institución sumamente poderosa porque, en la medida en
que el pueblo se define por su pasado en común, la
historia deviene el reservorio de las potencias. Y la
elección política dependerá de cuál
de las potencias contenidas en germen en el pasado nacional es
llevada al acto. Se entiende que, si un pueblo se define por un
pasado en común, si ahí está su identidad y
sus posibilidades, entonces la política no puede ser otra
cosa que transformar en acto eso que era en potencia en el
pasado nacional. Ahí radica el fundamento de la
solidaridad entre historia y representación. El soberano
se hará representar a partir de una comprensión del
ser en común como determinado por su historia. Entonces,
deviene ciudadano[44]

Este concepto de ciudadanía tiene también su
correlato en un concepto de identidad propio de la modernidad,
referido a un territorio y que es, en casi todos los casos,
monolingüística. Los estados-nación tomaron
como expresa tarea la construcción de una identidad
nacional, que tomó forma por encima de las diferencias
étnicas o culturales que afectaban a su población.
La ciudadanía que corresponde a esta identidad nacional se
afianza sobre la figura del derecho a ser considerado igual;
todos los ciudadanos son iguales ante la
ley[45]

Como lo menciona Rebellato la historia como memoria de
"la violencia
desatada por la conquista de América, la marginación y
opresión de los indígenas, de las mujeres, de los
enfermos psiquiátricos, de los discapacitados, de los
tóxicodependientes, de quienes ya no tienen ni donde vivir
ni de qué vivir
", de los excluidos social y
culturalmente[46]

Vale la pena rescatar la concepción desarrollada por
García Canclini de "hibridación", como
proceso que da cuenta del cambio de reglas para definir la
integración: "la hibridación es la
modificación de las identidades en amplios sectores
populares, que son ahora multiétnicos, migrantes,
políglotas y que cruzan elementos de varias
culturas".
El proceso de hibridación permite entender
la integración como un campo de lucha. Es decir no creemos
que haya que dejar de hablar de integración, sino
más bien deconstruir dicha noción analizando los
efectos que produjo su inscripción en los distintos
discursos
político-pedagógicos en que fue
históricamente construida[47]

CAPITULO III

El "manicomio".
La institucionalización de la locura

"¿Qué condición más miserable
que la de vivir así, sin tener nada propio, pendiente de
otro la comodidad, la libertad, el cuerpo y la vida"

ESTEBAN DE LA BOETIE "Discurso sobre la
servidumbre voluntaria"

Foucault (1976) nos dice que "no fue preciso llegar al siglo
XVII para encerrar a los locos, pero sí es en esta
época cuando se los comienza a internar,
mezclándolos con una población con la cual se les
reconoce cierta afinidad. Hasta el renacimiento,
la sensibilidad ante la locura estaba ligada a la presencia de
trascendencias imaginarias. En la edad
clásica[48]por vez primera, la locura
es percibida a través de una condenación
ética de la ociosidad y dentro de una inmanencia social
garantizada por la comunidad del
trabajo"[49].

Es así, como el hospital se configura entre los siglos
XVI y XVIII, como el lugar institucionalizado con una doble
función, por un lado ser el instrumento que va a dar
respuesta al problema de la pobreza, a la enfermedad y la
marginación, sirviendo de albergue para pobres, locos,
desvalidos y todo tipo de marginados y excluidos, y al tiempo se
convierte en un instrumento de control
social.

A principios de XIX se va configurando el "manicomio" como la
institución específica para la atención del
enfermo mental desempeñando diferentes funciones: por un
lado, una función médica de tratamiento y
curación, cuya eficacia es
escasa por los efectos de masificación, su escasez de
personal y precariedad de los medios y
condiciones y por el otro, una función social, de asilo y
refugio protegido para aquellos que no contaban con medios ni
capacidades para afrontar la vuelta a su comunidad. Es así
como el manicomio acabará estructurándose como una
institución total.

El objetivo terapéutico, el tratamiento médico y
el cuidado irán
perdiendo peso e irá primando cada vez más la
función de control social.

Es allí donde Foucault (1976)
se interrogará de la siguiente manera: ¿por
qué el ejercicio físico del castigo (que no es el
suplicio) fue sustituido, junto con la prisión que es su
soporte institucional, al juego social
de los signos del
castigo y a la fiesta locuaz que los hacía
circular?"[50]

En su obra "Vigilar y castigar", Foucault
(1989) organiza su análisis con base a cuatro ejes
principales, a saber: Suplicio, Castigo, Disciplina,
Prisión. Dentro del capítulo dedicado a la
"disciplina" hace referencia a "Los medios del buen
encauzamiento" y "El panoptismo".

A través de la metáfora del panoptismo, tomada
de Jeremías Bentham, quién plasma este modelo de
vigilancia social construyendo esta idea a partir de una
metáfora de la sociedad que la denomina Panóptico,
forma arquitectónica que permite un tipo de poder del
espíritu sobre el espíritu, una especie de
institución que vale tanto para las escuelas como para los
hospitales, las prisiones, los reformatorios, los hospicios o las
fábricas. El panóptico era un sitio en forma de
anillo en medio del cual había un patio con una torre en
el centro. El anillo estaba dividido en pequeñas celdas
que daban al interior y al exterior y en cada una de las celdas
había, según los objetivos de
la institución, un niño aprendiendo a escribir, un
obrero trabajando, un prisionero expiando sus culpas, un loco
actualizando sus locuras, etc. En la torre central había
un vigilante y como cada celda daba al mismo tiempo al exterior
como al interior, la mirada del vigilante podía atravesar
toda la celda.

Foucault por su parte, apunta al conjunto de mecanismos que
operan en el interior de todas las redes de procedimientos de
lo que se sirve al poder. El panoptismo ha sido una
invención tecnológica en el orden del poder, como
la máquina de vapor en el orden de la producción.
Esta invención tiene esto de particular: que ha sido
utilizada en un principio en niveles locales: escuelas,
cuarteles, hospitales etc..

Deleuze (1991) afirma que Foucault situó a las
sociedades disciplinarias entre los siglos XVIII y XIX;
estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del XX, y
proceden a la organización de los grandes espacios de
encierro. El individuo no deja de pasar de un espacio cerrado a
otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después
la escuela, después el cuartel, después la
fábrica, de tanto en tanto el hospital, y eventualmente la
prisión, que es el lugar de encierro por
excelencia[51]

Como él mismo lo destaca: "La disciplina 'fabrica'
individuos; es la técnica específica de un poder
que se da en los individuos a la vez como objetos y como
instrumentos de su ejercicio. No es un poder triunfante que a
partir de su propio exceso pueda fiarse en su superpotencia; es
un poder modesto, suspicaz, que funciona según el modelo
de una economía calculada pero
permanente"[52].

El ejercicio de la disciplina se despliega según
Foucault en tres aspectos fundamentales: la vigilancia
jerárquica, la sanción normalizadora y el examen.
La vigilancia se ejerce partir de la mirada sobre el otro, con la
finalidad de vigilar permanentemente su comportamiento, para que
éste no se desvíe del cauce normal. "El aparato
disciplinario perfecto permitiría a una sola mirada verlo
todo permanentemente".Se ha aprendido a confeccionar historiales,
a establecer anotaciones y clasificaciones a hacer la contabilidad
integral de estos datos individuales. Se instala, entonces como
rasgo característico de la modernidad una sociedad
disciplinaria
, panóptica que tiene como objetivo
central formar cuerpos dóciles, susceptibles de sufrir
modificaciones a través de tres operaciones:

  • La vigilancia continua y personalizada

  • Mecanismos de control de castigos y recompensas

  • La corrección, como forma de modificación y
    transformación de acuerdo a las normas prefijadas.

La vigilancia, dentro del panoptismo desempeña un rol
destacado, dado que la misma sobre los individuos no se ejerce al
nivel de lo que se hace sino de lo que se es o de lo que se puede
hacer. La vigilancia tiende cada vez más a individualizar
al autor del acto, dejando de lado la naturaleza
jurídica o la calificación penal del acto en
sí mismo.

En este sentido, Foucault habla de la arquitectura de
la vigilancia que haga posible que una única mirada pueda
recorrer el mayor número de rostros, cuerpos, actitudes la
mayor cantidad posible de las cedas; así la tarea
principal que le compete a la vigilancia es "vigilar a los
individuos antes de que la infracción sea cometida" por
eso se la simboliza por un ojo siempre
abierto[53]

El panoptismo más allá de ser simbolizado a
través de la metáfora enunciada anteriormente, se
corporiza en la realidad de las diferentes instituciones, de este
modo Foucault detalla quisiera mostrar cómo es que existe
este panoptismo al nivel más simple y en el funcionamiento
cotidiano de instituciones que encuadran la vida y los cuerpos de
los individuos: el panoptismo, por lo tanto, al nivel de la
existencia individual. Así el individuo pertenece a un
grupo y el grupo se desenvuelve en las distintas instituciones
que conforman la sociedad disciplinaria, como la prisión,
la escuela, el hospital, la fábrica etc.

Tales instituciones son denominadas por el autor
estructuras de vigilancia y todas tienen: un fin
común el fijar o vincular a los individuos a un aparato de
normalización de los hombres; un objetivo
basado en ligar al individuo al proceso de producción,
formación o corrección de los productores que
habrá de garantizar la producción y a sus
ejecutores en función de una determinada norma y un efecto
común que es la exclusión del
individuo[54]

Las instituciones no deben ser clasificadas en estatales y no
estatales sino definidas como una red institucional de
secuestro que
rigen la dimensión temporal de la vida de los individuos y
la existencia de los mismos.

Así sus funciones se centran en el control del tiempo,
basado en la apropiación y explotación de la
cantidad del mismo y en el control del cuerpo, basado en un
sistema determinado encargado de formarlo y valorizarlo. En este
sentido, Foucault afirma en esta sociedad. En el siglo XIX el
cuerpo adquiere una significación totalmente diferente y
deja de ser aquello que debe ser atormentado para convertirse en
algo que ha se ser formado, reformado corregido, en un cuerpo que
debe adquirir aptitudes, recibir ciertas cualidades y calificarse
como cuerpo capaz de trabajar. Es importante desatacar que,
más allá de que todas las instituciones que
conforman esta red son especializadas, el funcionamiento de cada
una supone una disciplina general de la existencia que supera
ampliamente las finalidades para las que fueron
creadas[55]

Dentro de las instituciones de secuestro Foucault califica al
poder como, económico, político, judicial, y
epistemológico. Éste último es entendido
como un poder de extraer un saber de y sobre estos individuos ya
sometidos a la observación y controlados por estos
diferentes poderes.

Así lo menciona: "históricamente, el proceso
por el cual la burguesía devino en el siglo XVIII la clase
políticamente dominante encontró abrigo tras la
instalación de un marco jurídico explícito,
codificado, formalmente igualitario, y a través de la
organización de un régimen de tipo parlamentario y
representativo. Sin embargo, el desarrollo y la
generalización de los dispositivos disciplinarios
constituyen otra vertiente, oscura, de este proceso. (.) las
disciplinas corporales y reales constituyeron el subsuelo de las
libertades formales y
jurídicas"
[56].

Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XIX y principios
del XX, en forma paralela empezaron a surgir diferentes
críticas tanto por su situación y condiciones como
por su poca efectividad. Pero no fue hasta después de la
Segunda Guerra
Mundial cuando se formó un movimiento
para transformar la situación de la atención
psiquiátrica. Fue un intento de reconvertir e incluso
suprimir el hospital psiquiátrico y la búsqueda de
un nuevo contexto en donde situar a las personas con enfermedad
mental y atender sus problemas: la comunidad.

III.2) La locura como manifestación de la
individualidad.

Definir la locura

"Los hombres son tan necesariamente locos
que habría que estar afectado por otro giro de locura para
no estarlo
" Pascal

Foucault menciona en el prólogo de "La historia de
la locura en la época clásica" que el hombre
europeo desde el fondo de la Edad media
tiene una relación con algo a lo que llama confusamente:
Locura, Demencia, Sinrazón
[57]Lo
menciona en estas palabras: "La demencia es, pues, en el
espíritu, al mismo tiempo el completo azar y el
determinismo total; todos los efectos pueden producirse
allí, porque todas las causas pueden provocarla. No hay
trastorno en los órganos del pensamiento que no pueda
suscitar uno de los aspectos de la demencia. Hablando
propiamente, no tiene síntomas; antes bien, es la
posibilidad abierta de todos los síntomas posibles de la
locura
…"[58].

Por tanto, hablar sobre la locura y la cordura es
contraponerlas directamente. Algo análogo a la
distinción entre la luz y la sombra:
las cuales se excluyen mutuamente pero no puede comprenderse una
sin la otra.

A lo largo de la historia ha despertado el interés de
numerosos artistas. La expresión de enajenación, extrañamiento de
sí mismo y del mundo circundante, pavor o furia de los
enfermos mentales, los "locos", queda recogida en cuadros de
Gericault, Picasso, El
Bosco, Goya o Klimt entre otros.

De la obra pictórica amplia y extensa de Francisco de
Goya se desprenden las siguientes tres obras que ilustran
claramente la temática de la locura: "¿Locos en
el manicomio?", "Casa de locos" y "Corral de locos".

Monografias.com

"¿Locos en el
manicomio?"[59]

El nombre de la obra presuntamente atribuida a Francisco de
Goya se titula "¿locos en el manicomio?". Aunque la
autoría de la obra y el tema son dudosos -podría
tratarse de presos en la cárcel- otras pinturas de Goya
guardan semejanza formal y temática con ésta obra.
Las condiciones de locos y presos no debían ser muy
diferentes en la época.  Eso puede visualizarse en el
cepo de los pies en los internos[60]

Monografias.com

Casa de Locos Francisco de Goya (1815-19)
[61]

El mundo de la locura será una obsesión
constante en Goya tras sufrir la enfermedad en 1792 que le
dejó sordo. Algunas de las estampas de los Caprichos
están pobladas por una extraña fauna digna de
ser encerrada y en algunas pinturas -véase Corral de
locos- también aparece la locura como eje principal. Las
Pinturas Negras culminan una temática en la que
Casa de locos tiene un papel destacado,
quizá por las actitudes de los personajes que la integran.
Numerosas figuras desnudas se dispersan por una amplia y
abovedada estancia. Observamos a un rey con corona y cetro, un
papa con la tiara bendiciendo, un militar, un cornudo y un jefe
salvaje junto a un embozado y diversos dementes en diferentes
actitudes. Como ocurre en todas las tablas de la serie de
"caprichos"[62] de la Academia –Corrida de
toros, Procesión de disciplinantes y Auto de fe de la
Inquisición
son sus compañeras- la
individualización de las figuras y sus expresiones se
convierten en auténticos protagonistas, más
aún por la dificultad al aplicar una pincelada tan
rápida y poco precisa[63]

Monografias.com

Corral de Locos (1793-94) Francisco de
Goya

Esta obra se expone en el Museo Meadows (Dallas). Se trata de
un óleo sobre lámina metálica de 43.5 por
32.4 cm. La pintura
ilustra a dos locos desnudos que combaten mientras sus
compañeros les animan o continúan en su mundo de
locura. La escena se desarrolla en una amplia estancia sin techo,
soportando así los dementes las inclemencias del tiempo.
Corral de locos pertenece – junto al Naufragio o El
incendio
– a la serie de pequeñas hojalatas pintadas
por Goya en su periodo de convalecencia durante el invierno de
1792. Cargada de dramatismo, nos presenta la situación de
un grupo de enfermos mentales sin ninguna asistencia,
peleándose unos, animando o mirando hacia el espectador
otros. El pintor conoció en alguna oportunidad un
lugar de este tipo, mostrándonos quizá su miedo a
un estado de locura que provocaría el ingreso en un lugar
así. No olvidemos que la fuerte enfermedad que le
dejó sordo en 1792 tuvo que trastornar tremendamente el
carácter y la
personalidad del maestro, ofreciéndonos ahora una
visión de sus miedos y sus
anhelos
[64]

Es así como interiormente en el tema de la
locura, aparecen categorías que la acechan como:
la normalidad y la anormalidad. Dichos
conceptos, normal y anormal constituyen delimitaciones para la
separación de los grandes conceptos de cordura y locura
respectivamente y que, coinciden con conceptos como: sagrado y
profano (Renacimiento),
razón y sin razón (Época Clásica);
sanidad y enfermedad (o patología) sensatez e insensatez,
correcto e incorrecto, que se configuran según la
época y su moralidad.

Pero si analizamos la etimología del término
loco este aparece como adjetivo: "Dícese de quien
está afectado de un alto nivel de independencia
intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento,
lenguaje y
acción que los conformantes han establecido
observándose a sí mismos; del que no está de
acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es
inusitado. Vale la pena señalar que una persona es
declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su
propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este diccionario no
se siente más convencido de su salud mental que cualquier
internado en un manicomio, y salvo –demostración en
contrario- es posible que en vez de la sublime ocupación a
que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los
puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser
Noé Webster, ante la inocente delectación de muchos
espectadores desprevenidos[65]

En un pasaje posterior de su obra, Bierce define a la
Locura, como ese "don y divina facultad" cuya
energía creadora y ordenadora inspira el espíritu
del hombre, guía sus actos y adorna su vida.

Para el caso de la Real Academia Española
la etimología de la palabra remite a lo siguiente:
loco

1. adj. Que ha perdido la
razón.

2. adj. De poco juicio,
disparatado e imprudente.

3. adj. Dicho de cualquier
aparato o dispositivo: Que funciona descontroladamente.

4. adj. Que excede en mucho a
lo ordinario o presumible.

5. adj. Dicho de las ramas de
los árboles: Viciosas, pujantes.

6. adj. Fís. Dicho de
las poleas u otras
partes de las máquinas:
Que en ocasiones giran libre o inútilmente.

7. m. y f. coloq. Nic. y Ur. Entre
jóvenes, u. para dirigirse o llamar a otro.

8. f. Hombre
homosexual.

9. f. coloq. eufem. Arg.,
Cuba y Ur.
Mujer informal y
ligera en sus relaciones con los hombres.

10. f. coloq. eufem. Arg. y
Ur. prostituta.

~ de atar.

1. loc. adj. coloq. Dicho de
una persona: Que en sus acciones procede como
loca.

~ perenne.

1. loc. adj. Dicho de una
persona: Que en ningún tiempo está en su
juicio.

2. loc. adj. coloq. Que
siempre está de chanza.

a locas.

1. loc. adv. a tontas y a
locas
.

a lo ~.

1. loc. adv. coloq. Con
inconsciencia o sin reflexión.

cada ~ con su tema.

1. expr. coloq. U. para
comentar la excesiva insistencia de alguien sobre algo
[66]

Como se puede ver la etimología del término
"loco" adquiere una diversidad de significados, de
acuerdo al contexto en que se lo aplique.

No obstante, la definición de loco en el siglo XIX se
enmarca, en un principio, dentro de unos usos sociales
dónde es el comportamiento individual el que marca la
caracterización del loco. Así, un loco se
reconocía socialmente como tal por su
comportamiento[67]

La conciencia moderna tiende a otorgar a la distinción
entre lo normal y lo patológico el poder
de delimitar lo irregular, lo desviado, lo poco razonable, lo
ilícito y también lo criminal. Foucault (1996)
dirá: "todo lo que se considera extraño recibe,
en virtud de esta conciencia, el estatuto de la exclusión
cuando se trata de juzgar y de la inclusión cuando se
trata de explicar. El conjunto de las dicotomías
fundamentales que, en nuestra cultura, distribuyen a ambos lados
del límite las conformidades y las desviaciones, encuentra
así una justificación y la apariencia de un
fundamento"[68]

Lo que hasta ahora venía siendo una frontera clara
entre la locura y normalidad empieza a desdibujarse con el
surgimiento de una nueva ciencia: la psiquiatría.

En relación a eso: "La clínica aparece como
dimensión esencial del hospital, entendiendo por
clínica a este respecto a la organización del
hospital como lugar de capacitación y transmisión de saber.
Pero sucede también que, con la introducción de la disciplina en el espacio
hospitalario, que permite curar así como registrar,
capacitar y acumular conocimientos, la medicina ofrece como
objeto de observación un inmenso campo, limitado por un
lado por el individuo y por el otro por la población. Con
la aplicación de la disciplina del espacio médico y
por el hecho de que se puede aislar a cada individuo, instalarlo
en una cama, prescribirle un régimen, etc., se pretende
llegar a una medicina individualizante. En efecto, es el
individuo el que será observado, vigilado, conocido y
curado. El individuo surge como objeto del saber y de la
práctica médica
[69]

El Bosco en su obra "La extracción de la piedra de la
locura" puede ilustrarnos lo mencionado recientemente por
Foucault.

Monografias.com

"La extracción de la piedra de la locura" (EL BOSCO)
1485. Museo El Prado.

En la misma aparecen cuatro personajes sumamente llamativos.
La leyenda escrita en el cuadro dice: "Saca fuera la piedra.
Mi nombre es Lubbert Das".
Este supuesto nombre puede
traducirse por "bajito y castrado" o según algunos
sería el equivalente en Flandes a persona simple y boba.
El cuadro está pintado como un tablero redondo, cuya forma
representaba en aquel tiempo el mundo redondeado en consonancia
entre hombre y cosmos. Que El Bosco eligiera precisamente esta
forma para hacer una denuncia contra el fanatismo de los hombres,
es ciertamente intencionado y se encuentra a menudo en su
obra[70]

Analizando uno por uno los personajes, de izquierda a derecha
tenemos un supuesto cirujano que opera brutalmente al paciente
extrayéndole la "piedra de la locura". Va
ataviado con traje largo y un embudo en la cabeza. De su
cinturón cuelga una bolsa de dinero. El
siguiente es el paciente intervenido, con cara de simplón,
paticorto y barrigudo, que se deja hacer. Otro es un fraile, que
habla al paciente y sostiene una jarra.

Por último, apoyada sobre una mesa está una
religiosa con su hábito que observa la intervención
quirúrgica entre aburrida y curiosa y sobre su cabeza
mantiene un libro cerrado.
Todos estos elementos son una clara denuncia de la credulidad de
algunos y del descaro de otros para ganar dinero. El
crédulo es el operado, que cree que le van a curar la
locura sacándole una piedra del cerebro. Su bolsa de
dinero está atravesada por un puñal (significa que
está siendo estafado). El "cirujano" tiene su bolsa bien
rellena (ha ganado dinero mediante el engaño al tonto) y
el embudo del revés simboliza que sólo recibe, no
da (a cambio de no hacer nada realmente, cobra una suma de
dinero). El fraile, cómplice del timo, implica a la
Iglesia en la
fabricación de falsas creencias, miedos y misterios para
obtener beneficios económicos de los ignorantes. La
religiosa, sostiene el libro cerrado, símbolo de la
incultura y la desinformación, también lleva una
bolsa colgada[71]

No obstante, la presencia de la pintura en la obra de Michel
Foucault (1926-1984) se puede visualizar en dos textos: uno sobre
las Meninas en Las palabras y las cosas que hace
mención a la destaca obra del pintor Velásquez y en
La historia de la locura cuya primera parte comienza con
la descripción de La nave de los locos, de
Jerónimo Bosch.-más conocido como EL Bosco
(1450-1516).

En la Edad Media la imagen era la de la Nave de los
Locos
: la locura no se encierra; se envía a un viaje
infinito sin puerto (El Bosco), pero no cumple un papel
social.

Monografias.com

La nave de los locos (El Bosco) 1503-0504.
Museo de Louvre. París. Francia[72]

Existe una hipótesis según la cual La Nave
de los Locos
podría haber formado parte de una serie
dedicada a los Pecados Capitales, cuyas tablas
estarían perdidas excepto una, la Muerte del
Avaro
. Esta pintura, por tanto, podría representar el
pecado de la
gula, sin embargo ha sido cortada por arriba y por abajo,
limitando las posibilidades a la hora de interpretar la escena
puesto que faltan personajes. La nave está llena de monjas
y frailes, alrededor de una mesa, con instrumentos musicales.
Tanto la música como las
cerezas del plato aluden a la lujuria. Todos cantan y beben; una
monja hace proposiciones al borracho caído. La nave no
tiene proa ni popa, lo que indica que no tiene dirección. Hombres desnudos nadan a su
alrededor y piden bebida. En el centro, los personajes parecen
querer morder un enorme buñuelo colgado, mientras otro
trepa por el mástil para atacar a un pollo asado. El
mástil es un árbol, del que flota un pendón
con la media luna de los turcos. Entre el follaje vemos una
lechuza, que simboliza la herejía.

"La nave de los locos" es una composición
literaria inspirada en el viejo ciclo de los Argonautas, que ha
vuelto a cobrar vida entre los grandes temas de la mitología en los albores del Renacimiento,
"cuando Sebastián Brant escribe el poema Narrenschiff
(1492), concebido como un espejo donde cada uno pueda ver su
contrahechura, y Jerónimo Bosco, en los últimos
años del siglo, compone un cuadro del mismo título.
El Bosco conoció seguramente el poema de Brant, pero no
tuvo necesidad de inspirarse en él, puesto que la
metáfora de la nave era usada comúnmente en la Edad
Media. Una imagen popular era la barca de la Iglesia, tripulada
por prelados y clérigos, transportando a salvo su carga de
almas hasta el puerto de la Gloria. En un poema alegórico
del siglo XIV, "el Peregrinaje de la vida del hombre", de
Guillermo de Deguilleville, la nave de la religión lleva
un mástil que simboliza el crucifijo, con castillos que
representan las órdenes religiosas. La de la nave es una
imagen familiar, pues, entre los pintores y poetas de los siglos
XIV y XV"[73].

La "Stultífera Navis", la Nave de los Locos,
es un objeto nuevo que aparece en el mundo del Renacimiento: un
barco que navega por los ríos de Renania y los canales
flamencos. Los locos vagan en él a la deriva, expulsados
de las ciudades. Son distribuidos en el espacio azaroso del
agua
(símbolo de purificación).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter