Partiendo de las características estructurales del
movimiento
político-cultural y las condiciones específicas
conjugadas para la creación de la GAN, no podemos
definirla como "sistema abierto",
"caja negra" ni mucho menos, "sistema cerrado"
autopoiètico.
Vemos al Proyecto GAN como
la constitución de una singular
cristalización de fuerzas político-culturales y
prácticas discursiva inscritas en la multiplicidad de
relaciones desiguales, y por lo tanto, en tensión
constante, de poder
inmanentes al dominio de la
"arena política"[1] de la Administración
Pública Venezolana.
Los estados de poder[2]inestables
contraídos por su medio por las fuerzas impulsoras del
Proyecto, determinaron que las elecciones intencionales que
organizaron los sentidos con
los que se elaboró su discurso,
permitieran articular a su favor las condiciones objetivas y
subjetivas de una concertación con los sectores
burocráticos y estamentales, y "clavar su bandera" en el
espacio institucional que se materializó en lo que
denominamos el museo sin paredes sea la GAN.
Ahora bien, no obstante haberlo ganado en la lucha
política, lo cual da cuenta del no – monolitismo del
aparato burocrático público, dicho espacio no es
campo
magnético que la aísla e inmuniza contra las
"malas influencias". Al contrario, en su seno juegan
diferencialmente la presencia y ausencia reales o
simbólicas de una multiplicidad de determinaciones y
condicionamientos de muy diverso signo, orden y complejidad;
éstos introducen una pluralidad de mediaciones,
mediatizaciones, desplazamientos y condensaciones al interior
mismo de los radios de operaciones en y
a través de los cuales se expresa lo
específicamente interno del Proyecto – GAN, la
policromía de sus relaciones con el cuerpo social e
institucional y los actores sociales que expresan proyectos
diferentes, antagónicos o no.
Estos reconstruyen, más o menos consciente o más
o menos inconsciente, esa realidad relacional, objetiva a sus
aspiraciones, necesidades, valoraciones y posiciones, y plantean
objetivos y
funciones
diferencial, generalmente opaca, que intentan articular la
lógica
del Proyecto a otros discursos que
luchan por su hegemonía en el campo de la producción cultural.
La lucha intraburocrática es el modo en que operan los
aparatos estatales públicos y privados. Ante ella la GAN
elabora respuestas concretas, la endogeniza, procesa y rearticula
estratégicamente, en tanto y en cuanto afecta su propia
autonomía relativa y la viabilidad de sus relaciones
internas y externas.
Lo anterior no autoriza a argumentar que la GAN está
compuesta por dos estructuras,
la "formal" correspondiente a la burocracia y, la
"informal" a las instancias de mediación colectiva -que
conviven y se comunican más o menos fluidamente. Esta no
es una organización dual en cuyo caso se
tendría como tarea prioritaria ensamblar exterioridades
que existen independientes una de la otra, y, aunque tenga
algún sentido afirmarlo, la "organización informal"
no surgió dentro de la "formal" gracias a las condiciones
naturales que esta le ofreció; tampoco a su costa hasta
alcanzar cuerpo propio en virtud de los cual se le concede un
salvoconducto institucional más no la legitimación ciudadana.
Esta vía es reduccionista y mitificadota. No nos
permite visualizar lo específicamente original en la
constitución connotativa de los significados a que se
refieren los términos formal e informal dentro del
universo
vocabular de la GAN. En este sentido, lo formal viene siendo
desformalizado y lo informal formalizado de tal manera que estos
desplazamientos convergen en la sustitución de unos
contenidos por otros; ello no significa la exclusión
victoriosa de lo formal por lo informal, sino la
redimensionalización de sus funciones diferenciales. Ambas
desaparecen como estructuras y se articulan como elementos de
poder-hacer del conjunto vital de la comunidad
laboral.
En otras palabras, si bien es cierto, las reglas del juego
institucional determinaron la configuración formal de la
estructura
jerárquico-administrativa que define la GAN como entidad
pública dependiente del CONAC, ella responde por su
autonomía relativa a través de una administración delegada.
Administración delegada tiene, dentro de los
términos de la "arena política", el carácter de un convenio de
no-intervención en los asuntos internos de la GAN. Ello le
ha permitido a ésta utilizar discretamente el andamiaje
burocrático, mediatizar la lógica de
dominación de la racionalidad tecnocrática y
avanzar, en armonía con los postulados y principios
endógenos del Proyecto mismo, hacia la conformación
de una estructura
organizacional que, lejos de generar comportamientos
acomodaticios, fuera funcional al cumplimiento de sus objetivos,
la creatividad,
compromiso existencial, espíritu de servicio y
solidaridad en la
convivencia humana del equipo de trabajo que le
da vida.
La estructura de poder de la GAN está sustentada, no en
el principio implacable del poder monolítico
tecnocrático y autoritario que reduce y automatiza el
proceso de
trabajo, separa al productor de su producto y
esquizofreniza la
personalidad humana. Al contrario, está fundada
firmemente en los procesos
decisionales de un sujeto colectivo que ejercita voluntariamente
la colaboración solitaria y practica cotidianamente su
voluntad de poder.
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