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El cielo irrepetible (página 2)



Partes: 1, 2

Como nuestras manos se muerden

Marchemos entre la gente

Hasta llegar a nosotros

Dejándonos quizá
destruir

Luego nos evaporaremos de nuestros
cadáveres

Y nos juntaremos en las nubes

Como dos humos distintos

Y en el mundo se incendiarán los
bosques

Para que dos fogatas se den las
manos

Ahora

No desancles tus dedos

Cierra este primer párpado en tus
oídos que las sirenas silban

Y puedes tener frío

Y tiemblo también de frío de
sólo ver la gente

Acumulada ante nosotros como la escarcha en
los vidrios

Y tengo miedo de que mi voz se hiele en mi
aliento

Y que mi silencio sea un antifaz
transparente

En las palabras ajenas

Amiga

Compañera

Novia

Piel de mi carne

Yo mismo y quizá

Lágrima o tú
solamente.

VII

Necesito un jirón de tu voz para
amordazar la noche

La noche sangra la noche sobre la piel de mi
alma

Y mi alma muere
equivocada con la sangre suya de la
noche

La noche inunda la noche como en tu voz
vive tu voz

Tú me señalas con el
índice de tu silencio el viento de la noche

Las olas de mis brazos rompen en la playa
de río de esta noche

Y tu dedo se alarga con mi deriva
inevitable

Tú me puedes salvar

La noche ya me llega al cuello

El silencio alarida su brazo oblicuo y
negro e instantáneo

Cuando reviso mis oídos

Bajo mis ojos impotentes de las ventanas
vacías

Voy a la bodega de mi mente a sacar el
polvo a las imágenes

Estuviste tanto conmigo que nunca tuve
tiempo de
recordarte o sospecharte

Me sobra tiempo para morir

Me sobra tiempo para recordar

Me sobra tiempo para esperar

Me sobran noche y silencio para morir las
mil veces

De mi amor sediento
y vacío

Me sobra el pecho de mi ansiedad y mi
angustia

Para la última espada conocida del
silencio que me sobra

Que sobrará

Y el polvo.

VIII

Voy a tildar en tu tierra con un
racimo de estacas

Los ámbitos para mis
cosas

Y bosquejaré un itinerario para el
calvario del beso

Luego te ungiré de silencio y te
untaré de mis ojos

Amor

En los volcanes la lava
agazapada

Soporta su mordaza

Los árboles
traman en la savia las nuevas hojas

El viento reserva mechones para los corales
nuevos

Los pájaros visitan el silencio de
las ramas

El viento musica su arroyo para los
peces
rituales

Amor mío

En las bodegas del silencio se despereza el
embrión de una palabra

Se están secando los grillos de una
voz no estrenada

Es cierto amor

La primavera llega a tu vientre

Y tus ojos florecen y tus manos

Se pueblan de pájaros festejando las
frutas.

IX

Quiero enjuagar mis caricias en tu
pelo

Y secarme en tus manos

Guardar en los tímpanos de mi
piel

El rumor de la tuya ahora
callada

Y enmascarar la distancia tras un
vidrio

Porque tengo los dedos transparentes como
una hache

Y miedo de hacer flamear tu
imagen

Si te beso en el agua

Aunque sólo una brevedad de
mí cabe en ti

Eres en las cosas viejas un tiempo
larguísmo

Y se han empañado

Amarillentas

Como versos secos

Como los armarios antiguos

Con añejo olor a madera

Y estás encima de todo o todo
está detrás de ti

Desfigurado y desteñido como las
calles tras los visillos

Y me alzo con mis horas viejas
guardadas

Con olor a naftalina de
recuerdos

Deshilachadas y arrugadas como el eco sucio
de mí mismo

Remedado

Y busco en los bolsillos de cada día
sido

Y el perfume de tu mano se anticipa a mi
conciencia

Y miro mi alma raída ampollada de
quemarse

Con callos de ser siempre ella

Creciendo de sí misma como un vapor
nuevo

Y veo una nube transparente y
limpia

Resucitando desde un charco de
barro

Entonces estás
translúcida

Como el calor que me
eleva espacial y fantástica

Como el silencio

Y tengo miedo de escucharte en
sueños

Porque tu voz podría
despertarme.

X

Esta noche izaré tus ojos como
pájaros

Para enfrutecer mis cielos
áridos

Y mis noches secas

Volveré con tus manos a media
asta

Abandonadas como nidos viejos

Frías o calientes pero
vacías

Aunque importantes

Pero ellas sin ti

Como huellas de pasos ya dados

Y abandonados

Traeré el trofeo de tu perfume como
una bandera rota

Y tu sangre marchitada

Y un hueco en las venas para mi
savia

Porque te quedará de mis
lanzas

La prolongación de las
abejas

Y luego serán mías las gotas
de miel

Como una bandera de la tierra

Y tus panales jugosos como campanas
recién inauguradas

Que cantarán por tus ojos un
título de tu hijo.

XI

Las velas perfuman tenuemente los
muros

Y las cosas

Nombrándolas de formas

—Como la noche necesaria para las
estrellas—

Las velas titulan las cosas

Como los cantos y palabras dictan los
silencios

Las velas desjugan su itinerario total de
caminos

Las fogatas dejan resucitar el
humo

Como rápidos
álamos

Pero quedan los huesos de las
cenizas como testigos del fuego

¿Quién se alzará o
qué

—Como un árbol heraldo de
la
tierra—

Sobre los ladrillos de mis
ruinas

Para nombrar mis torres?

Tú eres la noche necesaria para mis
estrellas.

XII

Tu vientre de durazno gira su
quietud

Y se enrolla sobre los latidos del eco
caído

Llegas a toda la semilla
agarrada

Tus paredes acantaran el hijo de
agua

El hijo de frente

Coronado

El hijo de eco que te
grité

Cueva

El hijo de sombra

Cueva dolorida de antorchas

El incendio del hijo.

XIII

El sol ha madurado en las ramas del cielo
como una fruta

Algún día el cielo
floreció de estrellas

Alguien diría que en el azul de los
árboles

Han amanecido las frutas

Yo diría que el sol ha
madurado en las ramas como un higo

Tú dirías que el sol ha
madurado en los brazos del cielo como un nido

Yo te escucharía

Y vería ascender tus hombros
azules

Despeñarme en un ocaso

Con el cielo en mis brazos

Con el sol en tus ojos

Y el sol maduraría en el
cielo

Como un hijo.

XIV

Mi tristeza estaba en mí como la
noche en las cajas cerradas

Y faltaba la cadena de tus cosas

Y mi conciencia de tus
cosas

Para desterrar el silencio de mi
campana

Con la perpetuidad del mar en los
caracoles.

XV

A veces persigno un beso en los
cráneos de tus templos

Dentro hierven los coros

Y tiemblan las imágenes

Y vibra el humo lácteo del incienso
amontonado

Tú me das los árboles de tus
manos

Yo lluevo a ti y arrastro las hilachas de
mis dedos

Murmuro en tus calles

Mi amor llueve

Tu ciudad de amor se moja

Despierto tu conciencia en el techo de cada
poro

Apago la leña en tus ojos

Y me llevo la ceniza

Sin la efe en que agoniza el
fuego

Corro

Y corro los harapos de mi piel como una
sombra

Y llueve en tus calles

Y corro y corro

Y me entumbo en tus
sótanos.

XVI

Hay un silencio para mí

Lo emites tú

Emerge de tus ojos como una
mirada

Hay una paz para mí

La voy a beber a tu arroyo

Tus manos laten entre las
mías

Como el último pájaro que
parpadea en las hojas por la tarde

Hay un amor para mí

Lo guardas tú como una
vela

Tácitamente encendida todo el
día

Hasta que llegue la noche de la llama
verdadera

Y en el altar que guardas

Tú hagas la misa

Hay una noche para mí

La tienes tú para mis botes a la
hora de las quillas

Hay una nueva paz para mí

Los corales lentos luego
detenidos

Donde las anclas fatigadas

Rezan su herrumbre

Como un pez siempre conocido

Comprobado tras las redes.

XVII

Bosquejaré una enredadera de
besos

Que trepen por las columnas de tus
piernas

Y lleguen hasta el musgo del techo y se
tejan en él

Como el humo se arrastra hasta las
nubes

Para unir sus manos

Y allí el instante encontrará
su lentitud

Y se demorará la sensación
inmutable de tu cercanía

Subsistiendo a los segundos
irriendables

Como gases o
fantasmas

Y se abultará un grito en mi
garganta

Y será tan grande que no me
abandonará

Y asfixiaré una palabra que
tú también evitarás decir

Y me preguntarás si escucho tu
silencio

Y entenderás el
mío

Y serás dueña de mi tristeza
inevitable

Y estaré contento

Y se empañarán las
cosas

Y serán nosotros nuestras
lágrimas

Cuando caigan en las bocas
juntas

Porque tu sal será mía y
estaré en tu sabor

Y hormaré en ti como las cosas
contenidas

Y seré un verso amordazado entre tus
páginas

Como una campana seca

O la lengua quieta
de un campana

Y crecerá el empalago de un sonido
presentido

Y te cantaré tu
melodía

Y derramarás la
mía

Como un revoloteo agonizante de alas de
campana

Que irán
enloqueciendo hasta despertarse del desmayo

E ignorantes del tiempo

Que la felicidad nos emboscaba

Pensaremos fugazmente

¿Cuánto hace que
podíamos amarnos?

Y no sabremos ni siquiera de nuestro
principio

Y nuestro amor se estirará desde un
incierto cuando

Y nos sabremos unidos

Sin entender la intrincada
unión

Y veremos plumas caídas de la locura
de los pájaros

Y el agua
estará dura y chata en los estanques

Y tendremos frío

De pensar haber estado menos
juntos.

XVIII

Tú eres como el único frente
del espejo

Ignoro el silencio infinito

Para oponer a una palabra tuya

No sé el grito imposible

Para aplacar tu silencio

Eres como la única manera del
abismo

Puedo empezar por tus ojos

Y terminar en tus manos

O comenzar por tu boca

Para arribar a tu vientre

—No eres como el túnel de la
música

Que tiene dos entradas—

Si te amara mañana
persistirás

Al margen de los días

O mi amor será la sombra

En tu trayecto por las horas

Pueden agregársete las
veces

Pero las viejas no se herrumbrarán
de polvo

Pueden adherírsete
silencios

Pero no han de agriarse tus
palabras

Pueden adosársete mil
noches

Pero no estarán roncos los violines
derretidos

Eres como una calle

De neblina final no resuelta

El frío podrá
remedarte

Como la sed imita el sorbo

Pero seguirás siendo

Como una hora que corre por el
tiempo

Huyendo de su espalda sin abrigo

Que besa la nada del intiempo.

XIX

Arde como una vertiente

En mi charco desteñido de
polvo

Para mi alma turbia tu imagen

Que es como un farol en la
niebla

Yo apoyo mis besos

Como góndolas en ti

Y tú te enturbias como
tiritando

Cuando yo apoyo mis besos como palomas en
tus iglesias

Muchas veces me quedo dormido como un
frasco

De donde escapa el fantasma del perfume por
el hábito

Hasta que lo olvidemos

Y podamos volver a comprobarlo

Y despierto sorprendido de tu
vientre

Que trama el hijo

Como una rueca frutal

Porque luego él será como las
hiedras y trepará hasta tus ojos

Y yo lo aprenderé tras las
ventanas

Como la mañana pobre que chorrean
las claraboyas

Pero un día escalará por las
columnas hasta tus ojos

Y podrá verme en tu vientre
guardando su tumba como una vela

Porque habrá resucitado de tu
vientre al cielo de tus ojos

Y él será la hiedra que
crecerá como el humo

Adosado a tus cráteres a tus
volcanes

Mientras su sombra se aferra en nuestras
almas

Como la humedad cicatriza los muros de los
templos

A veces me quedo dormido

Y al despertar pienso mientras tú
sueñas

Y escucho cantos que se atreven en tus
senos

Como las mariposas del panal que
sueñas

Y escucho en sus cúpulas cómo
el jugo se enrolla

Para nuestro inimposible uno y
otro

Para nuestra sola persona

Para nuestra sola carne

Cuando te miro de cerca eres como de
naranja

Como si estuviese acostado

En un cielo nocturno completado

O una playa

No importa que no pueda
sumergirme

Hasta el primer tamaño antes de la
nada

Me basta con sospecharte de uvas

Y pensar que en cada lugar tienes un
árbol de mil manos

Que esperan como flores el rocío de
los míos

Me basta con rozar un gong en una uva de tu
vientre

E incendiarte de ecos con mi
antorcha

Puedes ser íntegramente mía
como mil estrellas simultáneas de mis ojos

Con sólo convertirme en un pecho de
tu abrazo

Un pez de tu vena

Mango de tu puño

Para la noche en que eres valiente como la
guarida de una grieta

Para la noche doble de los
túneles

En que deletreo a tientas los misterios de
las vainas comprobadas

Las velas son pinceles velocísimos
que hacen las cosas

Son puñales de la noche

Pero las velas no pudieron
hacerte

Los ojos de mis manos te tuvieron antes de
las velas

Porque eres perpetua de mis ojos

Como las lágrimas como los
párpados

Ha llegado la primavera y tú me
emites de tus grutas

Como el canto del agua
próxima

Porque he quedado como el eco del
perfume

Y yo corro por el páramo preparado
de árboles

Como la playa perfecta que saben las
olas

Que se llevan el secreto de los
castillos

Como la herida que tienen los
puñales

Antes de la herida

Y te despierto para decirte que el invierno
ya pasó

Y que en las guitarras de las
ramas

Crecen las frutas como un canto

Pero

Tú que eres la tierra tiemblas
aún por el arado

Como un corazón

Y yo detengo el agónico ariete de la
sangre

Para apaciguar las olas

Que aletean aún contra los
muros.

XX

El silencio se enturbia con mi voz
empañada y polvorienta

Como un río donde tú has
cruzado

Tu perfume susurra como un humo suave y
lento

Yo te recorro lentamente como un pez que se
adosa a los muros de su pecera

Y transcurro olas

Y desenredo espumas después del
pequeño remanso de tu vientre

Como un cerrojo del hijo

Y no me importa un cielo aturdido de
nubes

Y voy olvidando el silencio

Como un frío que muere en la
dentadura de las llamas

Porque mis botes descifran las
olas

Como cuando mis manos despiertan tus
formas

Porque más que todo

Me apoyo como el cielo en nuestro amor de
horizonte

Y corrí por las montañas como
el viento

Y quedé sobre el abismo colgado de
los árboles del bosque

Y ahora con los escombros de los gajos
quebrados

Mis nubes se deshojan sobre ti

Como un pájaro de fuego que
será reemplazado

Porque sus alas que nos
empujaron

Se están quemando en tus
altares.

XXI

Estás en mis ganas de
llamarte

Como un gesto de grito en la voz

Y te llamo

Y vengo contigo desde las horas tendidas
que yacen duras

Vengo con las cosas que quiero en sus veces
que ya fueron

Y te llamo

Y estoy triste y solo

Y contento porque sé que
vendrías

Y estás conmigo ayer

Y hoy desde ayer

Y dudo de ti seguro de
creerte

Tan sólo porque quiero renovar tu
comienzo

Y vuelvo a llamarte

Y pienso que vienes

Y que quizá me llamas y que piensas
que voy

Y que me escribes un verso
triste

Y más que triste tuyo

Con toda la tristeza que no
existe

Con la misma tristeza con que estoy
alegre

De que sea hoy de mañana

Y de que las últimas palabras que
guardaste

Fueron mías.

XXII

Voy navegando el río de tu cuerpo y
mi boca rema

Donde una brisa canta su túnica de
sombras

He desenrollado el vértigo de dos
remansos

Deletreé los ladrillos laterales de
los aljibes

Mientras los peces
atónitos

Se enrollaban en la columna de mi pecera
como una hiedra

Ésa es mi primera paz

Tus ojos

Transcurrí tus brazos como arroyos
mansos

Luego pedregosos y turbulentos

Ésas son mis primeras
olas

Tus manos

Resolví los peces intrincados con
las anclas

Y tu imagen se
derritió entre las olas

Como las cosas tras el humo
caliente

Hasta que bajaron tus ojos

A revolotear sus vértigos y
enloquecerse

Y tu amor rodó como un pájaro
herido

Como mis besos heridos que ya no
remaban

Que parpadeaban sus últimas alas
moribundos

Y el agua se desangraba en racimos de
mariposas

Y quedó el mar paladeando

Y cabeceando contra los muros

Con la primera quietud del árbol
caído sumergida

Y las frutas mejores hundidas con los
peces

Ése es mi amor

Nosotros

Mi nueva paz como tus ojos
rescatados

Como el río alisado tras las
piedras.

XXIII

Abro ritualmente los párpados de un
templo habitual

La mañana ha abolido el silencio
como una llave

Mi alma es un cráneo

Acércate a ella

Puedes encender la fogata de tus
manos

Tiene ecos arrinconados como horas
antiguas

Tú puedes desengrillarlos como
ablandarías las imágenes
en el agua

Así Así Quédate
ahora

Gotea poco a poco las palabras

¿Ves? Las mariposas amordazadas se
liberan

Mi alma no es un cráneo
ya

Tú la has convertido en una
mente

Cierro el templo con un gesto
nuevo

Mirando por última vez la
noche

No extrañaré sus
estrellas

Cierro las puertas con la mañana
adentro

Ahora quiero besarte

Ya el templo es un puño
eterno

Tiene un candado de sol que encadena la
noche

Ya la luna no sabrá de
nosotros

Lacraré mis manos con las
tuyas

Me he traído al templo una
lágrima para recordar tu antes

Acércate

Muchas gracias por la mañana de mi
alma

La noche está arrinconada en el
silencio

Conserva muchos ojos pero le faltan
estrellas

Ahora revisemos las velas limpiemos las
imágenes

Resucitemos el púlpito

Y ocupemos los bancos uno a
uno

Ya pasará el temor

Besaré el ara

Inaugurarás el
cáliz

Y la misa será.

XXIV

Ahora que hemos sido ya nosotros seamos
cada uno

Aunque las manos sangren y el silencio
aturda

Aunque me llames y te llame no responda ni
respondas

Aunque nos amemos siempre tengámonos
ya nunca

Aunque el corazón se
atragante como un puño apretado

Aunque no cicatrice el rastro del recuerdo
y siga ecando

Y aunque desde esas huellas en un sendero
caminado que no caminaremos

Nos prolonguemos hasta el instante como si
nos deshilacháramos

Libera mis pasos desenjaularé los
tuyos

Nuestro abrazo desgarrado no estará
destejido

Y en él nos seguiremos abrazando ya
lejanos

Mas el desabrigo será desiertamente
frío

Aunque te extirpen de mí te
quedarás conmigo

Aunque me amputen de ti perduraré en
tu fondo

Y aunque quedemos en las almas como el humo
de los barcos

Será triste tristísima
nuestra realidad de solos.

XXV

En el silencio transparente tus
imágenes brotan desde la arena

Como las burbujas de los peces

Y flamean como una llama indecisa de su
forma

Yo ni siquiera intento
atraparlas

Me arde en el alma ya cuarteada la arena
que segrega

El silencio estático me
encandada

El líquido cristal de sus paredes
imprime voces
sospechadas

Yo podría rogarte pero el silencio
ha llegado como la noche a tus manos

No sé cuántas imágenes
olearon la blandez de su humo

A veces lentamente corrijo una
sonrisa

Amontono una lágrima

O cierro la puerta de un dedo sobre tu
palabra contenida

Entonces

Como humea del fuego de la herida una
polvareda de sangre bajo el agua

Se resbala desde un
rincón

Hacia donde la sangre murmura

La ascención de un
escalofrío

O un frío

O mi soledad que se revuelve para impedirme
olvidarla

Yo sigo flotando en mi silencio

Dudando de la verdad de las
imágenes

Con los errores que mis lágrimas
imprimen a tus gestos

Con la ignorancia de los
últimos

Y la duda del que vino conmigo.

XXVI

Quiero atizar los escombros

De tu ciudad derruida

Para que ardan de nuevo

Las quietas llamaradas de tus
torres

Y tus inválidos muros
cicatricen

Y puedas esgrimir el abrazo de tus
bordes

Para que lague en tus valles

Y se desparrame por tus lugares

El eco de mi realidad

Mientras en mi visita perpetua

Ponga mi mano en tus parches

Para amordazar los latidos de los ecos de
voces viejas

En tus tambores.

XXVII

Tu presencia se esparce en mis
ámbitos

Como la arena en el viento de cada
noción de tu piel

De cada palabra

Y un himno de sol quiebra el
silencio de las nubes

En mi alma

Mientras el eco del antiguo
vacío

Se alza como un arco iris

Que se disipa

Hasta que todo es tú

Y estás en todo

O te quedas en mis ventanas

Y la mañana se contagia de los
vidrios.

XXVIII

Mis olas acumulan en tus golfos

Los peces muertos de mi amor
vivo

Y las rocas de las
playas y la playa

Están quebradas de musgo y sal
quedada

Y los peces de mi amor llegan marcados en
las olas intermitentes

Y puedes confundirme con el
cielo

Y puedo verte en la arena de mi
alma

Donde los peces de mi amor
crecen

Para el día de amarte

Y en un momento la luna

La luna del amor

Y las playas arrasadas en el momento de la
luna del amor

Y los musgos destrozados

Y la arena de mi alma

Transpira por los labios de mis
olas

Y no recobraré la arena de mi
alma

Y no recuperarás la arena de tus
playas

Y la mano rota de un barco

Desesperada

Con las astillas de sus manos mordiendo la
costa allá lejos

En ese momento de la luna del
amor

En ese momento apretado del amor que
bosteza

Cuando la luna cae como un grito en el
agua

Y rompe las olas de mi amor

Y mi amor queda quebrado en la
espuma

En la espuma de las esquirlas de mi
amor

Has llegado tú

Tú de mi amor

Tras la luna de mi amor como un
ciclón

Y eres el país extraño donde
puedo levantarme tras el viento

Y eres la imagen pura de Dios

Que se pierde en un instante

Cuando vuelvo a caer en los escombros de
las olas

En la playa hecha trizas

Y los peces ya muertos de mi
amor

Y el musgo.

 

 

 

 

 

Autor:

Jorge Lemoine y Bosshardt

Partes: 1, 2
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