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Impacto de los libros de autoayuda en el desarrollo de la sociedad en el siglo XXI (página 2)



Partes: 1, 2

Abandonar el alcohol.
Amasar fortunas. Ser exitoso en el trabajo.
Hacer el amor
espléndidamente. Lograr un cuerpo perfecto. Alcanzar
armonía espiritual. Los títulos abruman y los
textos colman las góndolas de las librerías, los
supermercados, las farmacias, las estaciones de servicio. Se
ofrecen como guías de viaje, como manuales de
supervivencia. A diez, veinte, treinta pesos. Sólo se
trata de leer unas cuantas páginas. La tentación es
fuerte, por eso son un éxito.

¿Sirven los libros de autoayuda? En el mundo literario
la opinión es casi unánime: las críticas
destrozan estos textos, tratándolos, en el mejor de los
casos, como un género menor. La otra opción es
simplemente ignorarlos, aunque encabecen las listas de
best-séllers durante meses. Pero más allá
del estilo de la narración o la riqueza del lenguaje,
estos libros tienen sentido. Eso, sostienen algunos
psicólogos, psiquiatras, filósofos. Y otra cosa en
la que todos también concuerdan: no hacen mal a
nadie.

"El ser humano busca siempre un referente externo de lo que le
pasa. El libro de
autoayuda es una producción cultural, y si está bien
escrito es de mucha utilidad, porque
instruye, orienta, hace compañía", asegura el
psiquiatra y psicoanalista Humberto Gobbi. Y agrega: "La lectura de
estos textos en general es el paso previo de otras actividades,
como seguir un curso, un taller o hacer una consulta profesional.
Funcionan como estímulos o palancas para hacer otras
cosas".

La filósofa Esther Díaz no los defiende ni los
ataca, pero sí los justifica. "En algunos casos pueden ser
muy útiles. Conozco personas que mejoraron su calidad de
vida con ellos. Es cierto que la gente que los lee
probablemente nunca lea algo de filosofía dura, pero esta es una buena
forma de entrar al maravilloso mundo de la lectura. Por
otra parte, habla bien de una persona buscar
ayuda aunque sea así, porque significa que no se dio por
vencida. Igual, hay que tener presente que no son mágicos
y tienen sus límites".

De esto habla Abel Fainstein, presidente de la
Asociación Psicoanalítica Argentina. "La autoayuda
es posible. Estos libros sirven
porque dan instrumentos, orientaciones y pautas generales para
solucionar los problemas de
la gente. Pero hay que saber que tienen un tope de utilidad que
está en el propio dinamismo del inconsciente. El ejemplo
más claro se da con un masoquista cuyo límite
justamente es que no va a autoayudarse. La idea de que uno puede
arreglar sus cosas es muy tentadora, pero no hay que
entusiasmarse demasiado, estos libros no resuelven toda la
vida".

Para el psicólogo Juan Carlos Volnovich, el éxito
de estos libros se debe a la necesidad de comprensión,
afecto y espiritualidad en una sociedad
acostumbrada al consumo de
bienes
materiales:
"La gente busca ávidamente espiritualidad, algo con lo
cual sentirse comprendida. Tiene que ver con la falta de espacios
afectivos.

Estos libros no aportan nada nuevo, refuerzan estereotipos,
convenciones. Y provocan una mezcla de satisfacción y
frustración, por eso se consume uno tras otro".

Y para eso está el mercado (ver
recuadro…). O los propios autores. Enrique Mariscal, por
ejemplo, publicó 15 obras (300.000 ejemplares): "Mis
libros son de compromiso social, de transformación
personal, de
ampliación perceptiva, inteligencia
práctica, desarrollo
emocional, auto ironía, lenguaje
metafórico, simbología, buen humor,
inspiración y pensamiento de
síntesis", dice.

Y sigue: "No escribo para entretener o eludir los problemas
sino para encontrar la armonía desde una visión
positiva de las dificultades. Debemos aprender a vivir en la
incertidumbre y la confusión sin enloquecer. La gente
busca seguridad,
salvamento de emergencia, no quiere sufrir más. Mis libros
convocan potencialidades de la identidad que
se expresan con siete palabras esenciales: alegría,
conciencia,
gratitud, libertad, paz,
renacimiento y
servicio.
¿Existen libros de auto complicación? ¿Hay
salvavidas de plomo?".

1.4 SOBRE
MÉTODOS Y CONCEPTOS LOS LIBROS DE AUTOAYUDA EN LA SOCIEDAD
EN EL SIGLO XXI

Una vez que tenemos claro el objetivo que
queremos lograr, y decidimos tomar una actitud activa
para lograrlo, ya tenemos ganada la mitad de la carrera. Pero la
pregunta ineludible con la que nos encontraremos es
¿Cómo lograrlo? Es claro que con intención
solamente no se pueden alcanzar los resultados deseados: para
aprender a tocar un instrumento, hay que ir a un conservatorio, o
comprar un libro de enseñanza, o conseguir un profesor
particular, o pasársela por meses practicando y
practicando.

Puede haber varios caminos, pero lo que seguro no sirve
es quedarse con la intención "quisiera aprender a tocar" y
esperando sentado a que el aprendizaje
llegue solo.

Cada uno de esos caminos es un método. Y
lo mismo se aplica a los cuatro niveles expresados en el punto
anterior. Centrémonos en las metas respecto a nuestra
personalidad.
¿Qué métodos
hay para seguir si queremos superar un trauma, desarrollar la
creatividad, o
aprender a ser más calmo y paciente? Muchos, sin duda. Y
muchos más aún los que podemos crear, ajustados a
nuestra situación específica, si entendemos la
mecánica.

Están los métodos del psicoanálisis, de la psicología
conductista y la logoterapia.

Los métodos que proponen los autores de inteligencia
emocional, y los de libros de autoayuda en general.

También hay métodos más
específicos como los trabajos con sueños, auto
hipnosis, sugestión subliminal, terapias con flores, y
otros tipos de terapias.

Si vamos a una librería, con seguridad encontraremos
infinidad de literatura con alternativas
para la solución de nuestro problema. ¿Cuál
elegir? Cada uno deberá ir reconociendo en su propia
experiencia qué métodos le han dado mejores
resultados. Conocerlos, conocerse, y aprender a crearlos y
ajustarlos según necesidad.

Pero lo más importante que deseo transmitirles
aquí, es que hay que ser siempre conscientes del alcance
de los métodos. No se puede pretender todo de un
método. Como la palabra lo indica, es sólo un
camino hacia nuestro objetivo, pero el camino debemos recorrerlo
nosotros. Si nos limitamos a seguir el método por un
tiempo, y no
alcanzamos nuestro objetivo, nos sentiremos frustrados, y
estaremos igual o peor que cuando empezamos.

La clave es correr el método hacia un costado y en el
centro poner a nuestro camino. Ir concentrados en avanzar, y
cuando sentimos que el método no tiene más que
aportarnos, abandonarlo, y quizás pasar a otro, pero
encontrándonos más avanzados que cuando empezamos.
Y esto se logra a través de la adquisición de
conceptos.

Sólo cuando lleguemos a asimilar un concepto y
volverlo parte de nuestras rutinas cerebrales habituales,
podremos dejar de lado los métodos y dar por cumplido un
objetivo.

Veamos un ejemplo para ser más claros: Supongamos que
nuestro objetivo es aprender a ser más organizados.

Como primer método, adquirimos una agenda. Comenzamos a
anotar todas nuestras obligaciones
en ella. Tratamos de acordarnos de consultarla permanentemente.
Nos parece que vamos bien, que ya estamos más organizados.
Pero un día perdemos la agenda, o simplemente nos
aburrimos de ella y de a poco dejamos de usarla. No habremos
avanzado nada en nuestro camino a la
organización. El método dejado de lado,
ningún aprendizaje,
ninguna rutina cerebral nueva: un fracaso.

¿Qué falló? Que no adquirimos el
concepto. Si en lugar de centrarnos en el método (en este
caso la agenda) nos hubiésemos centrado en la
adquisición del concepto de organización, dándole importancia a
cada momento en el que recurríamos a la agenda con la
intención de hacer las cosas bien, grabándolos en
nuestro cerebro; y si de
a poco hubiésemos intentado recordar los compromisos sin
necesidad de leerlos, los resultados habrían sido muy
distintos. El concepto se/ habría instalado en nuestro
cerebro, aunque sea parcialmente porque a veces las cosas no son
tan fáciles, pero estaríamos más avanzados
que cuando empezamos. Si de esta forma llegado un momento
perdemos la agenda o la dejamos de lado por aburrimiento o por
sentir que ya cumplió su función,
no sería un fracaso. Sería un paso más en el
camino. Puede ser que no seamos ya los más organizados del
mundo, pero hicimos un aprendizaje.

Nuestro cerebro se habituó a pensar en los compromisos,
a estar atento, a entender los tiempos, a afinar la memoria y
la responsabilidad. Estamos mejor que antes. El
método cumplió su objetivo porque ayudó a
fijar el concepto en nuestra mente.

Como conclusión, si hemos probado un método para
cambiar algún aspecto de nuestra personalidad, y nos
falló no debemos echarle la culpa al método y
buscar otro. Si nosotros no nos ponemos en actitud de aprendizaje
todos van a fallar, por buenos que sean. Si en cambio los
ponemos en su lugar (como una ayuda, un camino), y mantenemos por
encima de todo la conciencia de lo que estamos haciendo, y la
incorporación de conceptos y nuevas rutinas,
llegará el momento en que ya sea un hábito
adquirido, y no requiera más energía de nuestra
parte.

No tiene sentido comprar miles de libros, seguir miles de
técnicas, para intentar superar un
determinado problema de nuestra personalidad. Si no ponemos
conciencia y voluntad en incorporar el concepto de nada
servirá. No esperemos que el método haga el trabajo por
nosotros. No es magia: es esfuerzo.

1.5 EFECTOS
COLATERALES DEL ÉXITO

Tras una vida vertiginosa, repleta de escollos salvados sin
tregua, esta licenciada de Esade y promisoria ejecutiva de
ventas de
una empresa
sueca, consumó inadvertidamente sus más acariciadas
quimeras de triunfo. Fue inadvertido porque el día que la
ascendieron al sillón ambicionado, sintió algo que
no pudo explicarse. Un sentimiento demasiado ajeno a su manera de
ser, sanguínea y temperamental. Hipotérmica,
reaccionó con una cabal indiferencia. Las felicitaciones
de sus compañeros y familiares le parecieron un
guión de película donde la protagonista era otra.
Todo fue muy distinto de lo que había previsto.
Sólo pudo sentir anhedonia, es decir, una incapacidad de
percibir satisfacción y placer.

Había sido una precoz luchadora, no se conformaba nunca
con menos, si podía lograr más. A la salida de los
exámenes solía decir que le habían ido mal
para enterarse después que había obtenido la mejor
nota. Cualquier discordancia con la perfección era
inexcusable. Con ojos radiantes, afirmaba que su meta en la vida
era "triunfar" por el mero hecho.

Adicción a los objetivos Al
ir creciendo se transformó en una corredora de fondo,
obsesionada con la ilusión de alcanzar objetivos seriales,
sin darse espacio para disfrutar del placer de obtenerlos.
Interiorizó y apuntaló la creencia de que su
valor personal
estaba equiparado a sus logros. Al ir consiguiendo con facilidad
todo lo que se proponía empezó a darse cuenta de
que la diversión se terminaba al llegar a la meta. El
triunfo se transmutó en pérdida. Se acabó el
juego. La
diversión se desvaneció bruscamente. ¿ Y
ahora qué? Se apoderó de ella la conciencia del
vacío, la incapacidad de disfrutar de los laureles. Lo
nunca imaginado, no le vio la gracia a su éxito y se
hundió en depresión.

El viaje es mejor que el destino Su esfuerzo reflexivo la
ayudó a entender que el proceso era la
meta en sí misma.

Podía ser mucho más divertido que el objetivo.
Descubrió la conveniencia de deleitarse con la acción
y prolongar el desarrollo de los acontecimientos previos a la
consecución de sus propósitos.

De un plan orientado a
la caza de objetivos era preferible pasar a un énfasis en
el proceso. Orientación al proceso frente a
orientación al objetivo.

Vislumbrar nuestro cielo Dicen los sabios que cada persona
tiene su propio cielo. Pero la búsqueda de este cielo a
menudo está fuertemente contaminada por variables
tóxicas que encubren nuestros profundos deseos. El
encuentro con el éxito nos fuerza a un
balance que en ocasiones puede ser desalentador y poner al
desnudo la frustración por habernos equivocado de cielo.
Descubrir en carne propia la dolorosa evidencia de que la meta no
nos aportó la armonía y la ventura ambicionadas.
Advertir que se ha alcanzado la meta equivocada. Una buena
digestión Digerir saludablemente el éxito depende
de ciertas habilidades que recomendamos.

. Saber convertir la lucha por el éxito en algo
gratificante en sí mismo.

. Tener bien claro que perseguir el éxito es más
substancial que el éxito.

 

. Reconocer que los resultados son mejores si lo estamos
pasando bien.

. Aprender a saborear al máximo el presente.

 

. No saltarse el presente en pos de un hipotético
futuro.

 

. Definir correctamente lo que significa el éxito para
nosotros, prescindiendo al máximo de las influencias
externas.

1.6 NIVELES DE
LOS LIBROS DE AUTOAYUDA EN LA SOCIEDAD EN EL SIGLO
XXI

Nuestra propia personalidad: Ella es lo que más de
cerca nos toca comprender, dominar y encaminar. Tenemos un
poder bastante
amplio sobre ella, aunque muchos aspectos, regidos por el
inconsciente, los tenemos marcados a fuego y se nos presentan
como indomables. Con paciencia, técnica, y sobre todo con
el objetivo firme de modificarla para que se acerque a nuestro
ideal, podemos ir avanzando. No importa si nunca llegamos, lo que
importa es que nuestro camino vaya para adelante, y no sea
estanco ni entrópico. Pero, ¿Cómo es
la
personalidad perfecta? ¿A qué debemos apuntar?
Cada uno de nosotros tiene que encontrar la respuesta, pero no
debemos buscarla lejos de lo que somos hoy. Sería
inútil y frustrante pretender tener la personalidad del
vecino, opuesta a nuestras tendencias naturales. Intentar
convertirnos en el más sociable del barrio, si somos
tímidos, o en un gran deportista si tenemos tendencias
intelectuales
y nunca habíamos cultivado nuestro físico. Es
contraproducente luchar contra esas cosas, porque son reflejo de
nuestra configuración genética.
Somos así, y contra eso no hay que luchar. Hay que
aceptarlo. La personalidad perfecta es nuestra propia
personalidad pero depurada, enriquecida, despojada de sus
defectos. Si quisiéramos mejorarle el sabor a un guiso,
sería ridículo pretender convertirlo en una torta,
porque quedaría espantoso. Lo correcto sería
condimentarlo y agregarle ingredientes adecuados, para
convertirlo en un guiso delicioso, el mejor de todos, pero guiso
al fin. Lo mismo ocurre con nuestra personalidad. Cada uno tiene
que preguntarse y tener claro ¿Cómo sería MI
personalidad perfecta? El equilibrio y
el amor son
las pistas fundamentales que deben guiar estas respuestas.

Nuestra vida: Más allá de nuestra forma de ser,
somos también responsables de// decidir y conseguir lo que
queremos que sea de nuestra vida. Planificar si queremos
casarnos, formar una familia, de
qué quisiéramos trabajar, qué nos
gustaría hacer, dónde quisiéramos vivir.
Visualizar un ideal para dentro de 10 años, 20, 30 y
40.

Si dejamos que el mundo decida por nosotros, tenemos las de
perder. Sólo a los peces muertos
se los lleva la corriente.

No se trata de tener un plan detallado. Vivir atado a un
cronograma no es la mejor manera de vivir. La vida necesita de
naturalidad. Como veremos más adelante, necesitamos
percibir las señales
que nos envía el universo y
dejarnos guiar por ellas. En definitiva, pierde el que intenta
dominarlo todo, pero también pierde el que deja todo a la
deriva. El secreto está en el equilibrio. En tener
conceptos generales de nuestra vida perfecta, y dirigirnos hacia
ella, mediante los caminos que el destino va abriendo ante
nuestros ojos, y siempre abiertos a modificar el rumbo si
vislumbramos otro mejor.

Nuestro entorno: Además de tomar las riendas de nuestra
personalidad y de nuestra propia vida, es positivo que
también intentemos influir para mejor en todo lo que nos
rodea. Comenzando por nuestra propia casa, creando en ella un
ambiente
amoroso y de felicidad. Continuando con toda nuestra familia, y
nuestros amigos, ayudándolos en todo lo que esté a
nuestro alcance para solucionar sus problemas, fomentando la
virtud, tendiendo siempre nuestra mano, sabiendo escuchar, dar, y
recibir. También podemos y debemos ayudar a las personas
necesitadas, cuidar nuestro barrio, y nuestra ciudad. Tenemos que
entender que no somos individuos aislados, somos parte de un
sistema. No
podemos estar bien/ si nuestro entorno está mal. No
podemos bailar en medio de la suciedad. Y no hay que esperar que
las cosas cambien solas, hay que actuar activamente para lograr
un avance.

El mundo entero: Deseemos un mundo próspero sin hambre
ni guerra.
Preguntémonos cómo sería el mundo ideal.
Pero que no quede todo en un sueño.

Vayamos hacia allá. Todos y cada uno de nosotros somos
los responsables de llevar a la humanidad a buen puerto.
¿Quién si no? No hay que delegar en otros las
responsabilidades y sentarse de brazos cruzados a esperar un
cambio. Tenemos que ser el cambio. Y si es posible no sólo
un grano de arena. La Tierra, el
hogar de nuestros tataranietos, nuestro planeta, es nuestro
proyecto, no
podemos desentendernos de él. Nuevamente en este nivel
–el más ambicioso de todos- cada uno debe
preguntarse qué puede hacer por el mundo, cuál
puede ser/ su papel en el progreso, y dar lo mejor de sí
para lograrlo.

Lo importante de reconocer dentro de nuestras mentes los
conceptos que componen nuestro ideal en estos cuatro niveles, no
es que lo vayamos necesariamente a lograr. Lo importante es que
con el tiempo nos vayamos acercando a ese ideal. Que cada
día, con cada acción, con cada aprendizaje, nos/
sintamos más y más cerca de él.

Que la vida no corra por su cuenta para donde sea, que
nosotros la guiemos hacia una dirección luminosa. Que la vida sea un
proceso de permanente mejoría.

El primer paso, en conclusión, es saber lo que queremos
hacer de nuestras vidas, y tomar las riendas para que esto se
haga realidad.

Dejar de mirar hacia el costado y poner sobre nosotros mismos
la responsabilidad de lo que suceda. Hacernos cargo, tomar una
actitud protagónica. Emprender el// cambio, y comenzar a
avanzar.

1.7
CONCLUSIÓN

. Nos enseña la importancia de descubrir la felicidad
en nuestras vidas, de cómo compartir el tiempo en el
entorno familiar, social y laboral, ya que
los seres humanos de ahora viven en la rutina, el estrés,
los problemas familiares, sociales, económicos, etc.

. La enseñanza, producirá grandes cambios en
nuestras vidas, sobre todo en la manera de pensar y de
cómo actuar frente a diferentes circunstancias de la vida,
además descubrir nuestro darma, que es la misión que
debemos realizar en la vida.

. Es una jerarquización para alcanzar la felicidad,
pasando por diferentes procesos, cada
una relacionada con la anterior, hoy en día la gente para
conseguir la felicidad trate lo posible, cada una ellas a su
manera.

. Solemos vivir como si no fuéramos a morir, acumulando
cosas materiales y metas que creemos nos harán felices,
pero de lo que nos damos cuenta es de que hoy podría ser
el ultimo día de nuestras vidas, en este libro de
autoayuda nos habla como se puede encontrar la verdadera
felicidad, el camino es largo y no es fácil, por lo que
deberíamos pensar un momento si me fuera a morir hoy al
menos quisiera haber sido feliz, aun hay tiempo, si empezamos
ahora, solo es cuestión de decidirse a hacerlo.

BIBLIOGRAFIA

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