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El juez venal y el narcisismo patológico: Un estudio




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

    1. Los jueces
      venales bajo sitio
    2. Los
      jueces, sustitutos divinos
    3. La
      patografía y lo que ofrece a las ciencias del
      comportamiento humano
    4. Las
      experiencias de Schreber
    5. En
      resumen
    6. Bibliografía

    "La prostitución es maligna, pero, los
    políticos, nuestros prelados, nuestros economistas,
    nuestros banqueros, militares, cambistas y los abogados, no son
    diferentes de nuestras prostitutas, sólo que nos cuestan
    más, y al final, nos proporcionan menos placeres".

    (Lord Acton 1834-1902).

    Uno dos de los dos lienzos más famosos del
    pintor Gerard David se refiere al desollamiento, como castigo,
    del juez Sisamnes.

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    El desollamiento del juez corrupto
    por Gerard David

    ¿Quién
    fue este juez?

    Veamos

    Según Heródoto, Sisamnes fue
    un juez real, "por ello era corrupto", de la época del
    reinado de Cambises II de Persia.

    Este juez, como tantos jueces hacen,
    aceptó el soborno en un juicio y dictó una
    sentencia injusta.

    Como consecuencia el rey lo mandó a
    detener por prevaricador y ordenó que se le despellejara
    vivo, una sentencia, para el entonces, considerada tan aplicable,
    como justa.

    Muchos, al leer este pasaje, secretamente,
    añorarán épocas pasadas.

    Su piel se
    usó para tapizar el asiento en el que el magistrado
    había presidido sus juicios, y en el que debía
    sentarse su propio hijo, Otanes, al que Cambises
    eligió para reemplazarle.

    De hacerlo así, esto debía recordar
    a Otanes el origen del cuero donde se
    sentaba, para que lo tuviera en cuenta en sus audiencias,
    deliberaciones y sentencias.

    Bella historia, y justa
    moraleja.

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    El juicio de Cambises por Gerard
    David

    Lo descrito, nos recuerda de la Espada de
    Damocles en un contexto diferente.

    Sisamnes fue el tema de dos pinturas
    de Gerard David, "El Juicio de Cambises" y "El
    desollamiento de
    Sisamnes" ambas pintadas en el 1498.

    En conjunto, los lienzos forman el díptico
    de Cambises.

    Entonces, qué aprendemos ahora, de la
    famosa Espada de Damocles

    Damocles fue al parecer un cortesano
    excesivamente adulador en la corte de Dionisio II, un
    tirano de Siracusa (Sicilia) del siglo
    IV AEC. 

    El adulón irrefrenable, propagó que
    Dionisio era realmente afortunado al disponer de tan gran
    poder y de
    tanta riqueza.

    Dionisio, deseoso de escarmentar al lisonjero, se
    ofreció a intercambiarse con él por un día,
    de forma que pudiera disfrutar de primera mano su suerte.

    Esa misma tarde se celebró un
    opíparo banquete donde Damocles gozó siendo servido
    como un rey.

    Sólo al final de la comida miró
    hacia arriba y reparó en la afilada espada que
    colgaba atada por un único pelo de crin de caballo
    directamente sobre su cabeza.

    De súbito se le quitaron completamente las
    ganas de los apetitosos manjares y los bellos muchachos (la
    homosexualidad, como la comida, eran, entonces,
    pasatiempos comunes), y pidió al tirano abandonar su
    puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan
    afortunado.

    La espada de Damocles es una frase
    acuñada en alusión a este cuento para
    ejemplificar la inseguridad en
    que se instalan aquellos que ostentan un gran poder, pues no
    sólo pueden perderlo de golpe, sino que además,
    pueden perder la propia vida.

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    La espada de Damocles por Richard
    Westall

    Como secuela a esta fábula, tallas en
    madera de la
    espada de Damocles aparecen en libros
    europeos desde los siglos XVI y XVII.

    Horacio hace referencia a la espada y el
    personaje en una de sus odas.

    "Para aquel que ve una espada desenvainada
    sobre su cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no
    tendrán dulce sabor, y el canto de los pájaros, y
    los acordes de la cítara, no le devolverán el
    sueño, el dulce sueño que no desdeña las
    humildes viviendas de los campesinos ni una umbrosa ribera ni las
    enramadas de Tempe acariciada por los céfiros."

    Horacio, Odas III, 1.

    Los jueces venales
    bajo sitio

    Partes: 1, 2

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