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"La prostitución es maligna, pero, los
políticos, nuestros prelados, nuestros economistas,
nuestros banqueros, militares, cambistas y los abogados, no son
diferentes de nuestras prostitutas, sólo que nos cuestan
más, y al final, nos proporcionan menos placeres".
(Lord Acton 1834-1902).
Uno dos de los dos lienzos más famosos del
pintor Gerard David se refiere al desollamiento, como castigo,
del juez Sisamnes.
El desollamiento del juez corrupto
por Gerard David
¿Quién
fue este juez?
Veamos
Según Heródoto, Sisamnes fue
un juez real, "por ello era corrupto", de la época del
reinado de Cambises II de Persia.
Este juez, como tantos jueces hacen,
aceptó el soborno en un juicio y dictó una
sentencia injusta.
Como consecuencia el rey lo mandó a
detener por prevaricador y ordenó que se le despellejara
vivo, una sentencia, para el entonces, considerada tan aplicable,
como justa.
Muchos, al leer este pasaje, secretamente,
añorarán épocas pasadas.
Su piel se
usó para tapizar el asiento en el que el magistrado
había presidido sus juicios, y en el que debía
sentarse su propio hijo, Otanes, al que Cambises
eligió para reemplazarle.
De hacerlo así, esto debía recordar
a Otanes el origen del cuero donde se
sentaba, para que lo tuviera en cuenta en sus audiencias,
deliberaciones y sentencias.
Bella historia, y justa
moraleja.
El juicio de Cambises por Gerard
David
Lo descrito, nos recuerda de la Espada de
Damocles en un contexto diferente.
Sisamnes fue el tema de dos pinturas
de Gerard David, "El Juicio de Cambises" y "El
desollamiento de Sisamnes" ambas pintadas en el 1498.
En conjunto, los lienzos forman el díptico
de Cambises.
Entonces, qué aprendemos ahora, de la
famosa Espada de Damocles
Damocles fue al parecer un cortesano
excesivamente adulador en la corte de Dionisio II, un
tirano de Siracusa (Sicilia) del siglo
IV AEC.
El adulón irrefrenable, propagó que
Dionisio era realmente afortunado al disponer de tan gran
poder y de
tanta riqueza.
Dionisio, deseoso de escarmentar al lisonjero, se
ofreció a intercambiarse con él por un día,
de forma que pudiera disfrutar de primera mano su suerte.
Esa misma tarde se celebró un
opíparo banquete donde Damocles gozó siendo servido
como un rey.
Sólo al final de la comida miró
hacia arriba y reparó en la afilada espada que
colgaba atada por un único pelo de crin de caballo
directamente sobre su cabeza.
De súbito se le quitaron completamente las
ganas de los apetitosos manjares y los bellos muchachos (la
homosexualidad, como la comida, eran, entonces,
pasatiempos comunes), y pidió al tirano abandonar su
puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan
afortunado.
La espada de Damocles es una frase
acuñada en alusión a este cuento para
ejemplificar la inseguridad en
que se instalan aquellos que ostentan un gran poder, pues no
sólo pueden perderlo de golpe, sino que además,
pueden perder la propia vida.
La espada de Damocles por Richard
Westall
Como secuela a esta fábula, tallas en
madera de la
espada de Damocles aparecen en libros
europeos desde los siglos XVI y XVII.
Horacio hace referencia a la espada y el
personaje en una de sus odas.
"Para aquel que ve una espada desenvainada
sobre su cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no
tendrán dulce sabor, y el canto de los pájaros, y
los acordes de la cítara, no le devolverán el
sueño, el dulce sueño que no desdeña las
humildes viviendas de los campesinos ni una umbrosa ribera ni las
enramadas de Tempe acariciada por los céfiros."
Horacio, Odas III, 1.
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