Las primeras ideas filosóficas en Cuba, necesidad de su conocimiento para el futuro ingeniero
- El ingeniero
en el presente: visión y perfil - El
pensamiento filosófico cubano y
latinoamericano - Martí
y Marx, raíces de la revolución socialista de
Cuba - Conclusiones
- Bibliografía
consultada o parcialmente transcripta
Introducción
Durante varios siglos la Filosofía de la Ciencia y
mucho más tarde la Filosofía de la Tecnología, junto a
la Sociología y la Historia, se han esforzado
por aclarar aspectos claves de la actividad científico
técnica, sobre todo de los procesos de
conocimiento
involucrados en ellos. Temas como el de la racionalidad
científica, la verdad y el error, los métodos de
investigación, la estructura de
los temas contemporáneos, los criterios del progreso
científico, ente otros; junto a otros más
sociológicos como la influencia de los valores
(morales, políticos, etc.) en la ciencia el
comportamiento
de las comunidades científicas, las políticas
científico tecnológicas hasta otros más
recientes como el papel del género en
la ciencia, por sólo colocar algunos ejemplos, han sido
cuidadosa y polémicamente elaborados desde la
Filosofía y otras disciplinas sociales.
La tecnología moderna apoyada en el desarrollo
científico (Tecnociencia)
ejerce una influencia extraordinaria en la vida social en todos
sus ámbitos: económico político, militar,
cultural. La Revolución
Científica del Siglo XVII, y la Revolución
Industrial iniciada en el Siglo XVIII fueron procesos
relativamente independientes. La fecundación recíproca y
sistemática entre ciencia y
tecnología es, sobre todo, un fenómeno que se
materializa a partir de la segunda mitad del siglo y se
acentúa notablemente en el siglo actual. El
tránsito que vivimos del siglo XX al siglo XXI es un
período profundamente marcado por el desarrollo
científico y tecnológico.
La mayor parte del mundo, sin embargo, apenas tiene
participación en la definición y ejecución
de los cursos científico técnicos. Se ha dicho que
la ciencia mundial está aún más concentrada
que la riqueza mundial. América
Latina, por ejemplo, tiene muy poca participación en
ciencia y tecnología: más del 2% de los
científicos e ingenieros que realizan tareas de investigación y desarrollo en el planeta y
algo más del 1% de los recursos que se
invierten con ese fin. Sobre todo desde los años sesenta
se viene insistiendo en que la salida del subdesarrollo
obliga a crear capacidades en ciencia y tecnología; pero
los discursos han
desbordado a las realizaciones prácticas.
Dentro de ese panorama la posición de Cuba es muy
singular: en relación a sus recursos económicos el
país ha hecho un esfuerzo extraordinario en ciencia y
tecnología lo cual expresa una voluntad política muy
definida. Cuba sigue apostando al desarrollo científico y
tecnológico como vehículo del desarrollo
social. La ambición por satisfacer las necesidades
humanas básicas
(en salud, alimentación, etc.) y
la necesidad de articular de modo beneficioso la economía cubana a la economía
internacional, son los móviles del desarrollo
científico y tecnológico cubano que descansa en un
esfuerzo educacional sostenido por casi 50 años.
El asunto de la comunidad
científica requiere una observación adicional desde el Tercer
Mundo. Las comunidades de la periferia de la ciencia se
caracterizan por la inferioridad numérica (casi nunca hay
lo que se suele llamar "masas críticas", es decir, el
número de personas que permitan articular un trabajo
colectivo); a esto se suma que las revistas, libros y otras
publicaciones se gestan en los países del "Centro" y el
arbitraje de
lo que se va a publicar se realiza según los criterios de
esos países. Así, lo que se juzga como relevante,
lo que se premia, las invitaciones a congresos,, becas, etc. se
definen con criterios del "Centro". Alguien ha dicho que la
ciencia es la más tradicional de las empresas
modernas.
Puede ocurrir que un trabajo sea relevante a nivel local (una
innovación técnica, el caso de una
fuente de energía) pero signifique poco en relación
a las prioridades del "centro". En ese caso el científico
encontrará escasas posibilidades de publicar, recibir
honores, etc. Esto conduce a las personas a frustraciones y es
parte de los estímulos a la fuga de cerebros que las
potencias desarrolladas cultivan con toda intención.
II. DESARROLLO
El ingeniero en el
presente: visión y perfil
La palabra "ingeniero" tiene su raíz en el
latín: "ingenium". Por "ingenium" se entiende las
disposiciones naturales de un ser humano o las cualidades innatas
de una cosa. A esta primera acepción siguen "inteligencia",
"talento", "genio".
Sólo en la quinta acepción, "ingenium" designa
tanto "invención" como "inspiración". De "ingenium"
deriva "ingeniosus": el que tiene talento. A mediados del siglo
XVI, "ingenioso" se aplicará a quien tiene habilidad para
la invención o la construcción. En realidad, esta
última extensión está implícita en la
palabra originaria "ingenium", formada por la partícula
in más el verbo gigno o geno
que quiere decir engendrar.
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