- Regularidades generales del
desarrollo físico en cada periodo - Desarrollo psicomotriz y
anatomofisiológico - Implicaciones educativas
higiene del proceso pedagógico - Conclusión
- Bibliografía
Introducción
El problema de la periodización del desarrollo
psíquico durante la infancia
constituye una de las cuestiones teóricas más
importantes de la psicología infantil,
debido a que la definición de tales períodos del
desarrollo y el establecimiento de las condiciones que
actúan para el tránsito de uno a otro permite
revelar y determinar cuáles son las fuerzas motrices de
dicho desarrollo, y de esta manera resolver lo que hay que hacer
para posibilitar el cambio de una
a otra etapa.
Así, la estrategia que se
adopte para organizar el sistema de
influencias que permitirá la máxima
expresión de las potencialidades del desarrollo
dependerá de la apropiada solución que se dé
al problema de la periodización.
En el momento del nacimiento el niño puede
ejecutar movimientos involuntarios, impulsivos,
espontáneos; estirarse al despertar, pataleo, gritos;
generalmente suelen aparecer ante estímulos sensoriales.
Estos movimientos se caracterizan por ser reacciones totales y se
producen involuntariamente; todas las reacciones del
recién nacido se producen de una manera refleja e
incondicionada de ahí que una de las
características fundamentales de esta etapa sean los
reflejos incondicionados. Se define como reflejos incondicionados
a las reacciones congénitas que se producen en un
organismo inmaduro, dichos reflejos son los que
garantizarán la supervivencia del niño ante las
nuevas exigencias del medio. Un caso que permite ejemplificar
esto es el del reflejo de succión: cuando se le tocan los
labios al niño hace movimiento de
succión, el que le permite alimentarse.
En los primeros momentos el recién nacido
succiona indiscriminadamente lo mismo si se le acerca a la boca
el seno materno, un dedo, o un biberón; en la medida que
el niño va reconociendo los estímulos del medio va
diferenciando las acciones que
debe cometer ante cada uno de ellos. Así reflejos que
denotan inmadurez van desapareciendo poco a poco a partir de los
tres meses, los que evidencian progreso y madurez en la
aparición de otras funciones.
Regularidades
generales del desarrollo físico en cada
periodo
LACTANCIA (0 a 12 meses):
En el momento del nacimiento el niño puede
ejecutar movimientos involuntarios, impulsivos,
espontáneos; estirarse al despertar, pataleo, gritos;
generalmente suelen aparecer ante estímulos sensoriales.
Estos movimientos se caracterizan por ser reacciones totales y se
producen involuntariamente; todas las reacciones del
recién nacido se producen de una manera refleja e
incondicionada de ahí que una de las
características fundamentales de esta etapa sean los
reflejos incondicionados. Se define como reflejos incondicionados
a las reacciones congénitas que se producen en un
organismo inmaduro, dichos reflejos son los que
garantizarán la supervivencia del niño ante las
nuevas exigencias del medio. Un caso que permite ejemplificar
esto es el del reflejo de succión: cuando se le tocan los
labios al niño hace movimiento de succión, el que
le permite alimentarse.
En los primeros momentos el recién nacido
succiona indiscriminadamente lo mismo si se le acerca a la boca
el seno materno, un dedo, o un biberón; en la medida que
el niño va reconociendo los estímulos del medio va
diferenciando las acciones que debe cometer ante cada uno de
ellos. Así reflejos que denotan inmadurez van
desapareciendo poco a poco a partir de los tres meses, los que
evidencian progreso y madurez en la aparición de otras
funciones.
El adulto juega un papel importante en los primeros
meses de vida, inicialmente el niño depende completamente
de sus padres para satisfacer sus necesidades
fisiológicas. Estas necesidades se expresan primeramente a
través de reflejos incondicionados, los cuales el adulto
tiene que interpretar a partir de la situación en que se
encuentre el recién nacido; por ejemplo, el llanto del
niño no siempre está provocado por la misma
necesidad básica, el niño puede llorar por hambre,
por sueño, por incomodidad, etc. El papel del adulto en
este caso está en diferenciar el significado de cada uno
de estos "llantos".
Esta interacción comienza a hacerse más
compleja tomando un significado social, un ejemplo es cuando el
recién nacido llora por que tiene hambre, está
buscando satisfacer una necesidad básica de alimentación, la
madre al darle el pecho le proporciona además caricias,
miradas, conversa con él; en esta relación no solo
se estimulan los órganos de los sentidos,
comienza además un proceso de
trasmisión de sentimientos. Tanto es así que a
partir de este contacto, el llanto del niño se va
transformando y va cambiando el objetivo que
persigue: pasa de ser una simple manifestación de una
necesidad básica como alimentarse, a expresar necesidades
sociales y afectivas cada vez más complejas, como recibir
el cariño y la atención de sus padres.
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