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Psicopedagogía (página 2)




Enviado por Nohelys vasquez



Partes: 1, 2

En el vínculo emocional con el adulto el
niño comienza a manifestar sus reacciones emocionales
positivas, en las que expresa la necesidad de comunicación. Así, cuando el
niño mira o escucha atentamente al adulto se produce una
reacción motora: puede agitarse, comenzar a mover brazos y
pies, o quedarse tranquilo por un breve tiempo,
generalmente acompañado de una expresión de
sonrisa; estas manifestaciones se conocen como el complejo de
animación.

A partir de esta etapa, el adulto busca constantemente
respuestas del niño, en este intercambio le exige cada vez
más al niño, que primero responderá con
balbuceos, gorjeos y algunas palabras. Después comienza a
desarrollar la comprensión del lenguaje,
donde comprende más palabras que las que puede emitir; por
ejemplo, se le pide que traiga un objeto o se le pregunta donde
esta el mismo, el niño lo trae o lo señala pero no
sabe pronunciar el nombre de dicho objeto.

En el intento por agarrar los objetos, el niño
comienza a desarrollar la coordinación manual, si se le
enseña un sonajero a un bebé, este lo
seguirá con la mirada, solo hasta después de los
tres meses y después de muchos intentos logrará
agarrarlo, después podrá sujetarlo y finalmente
será capaz de agitarlo y golpear con él.

Ya en los últimos meses de esta etapa, el
niño ha perfeccionado la coordinación, puede
incluso agarrar objetos pequeños con el dedo índice
y pulgar en forma de pinza, es cuando los niños
pueden agarrar pequeños granos. En esos intentos por
apoderarse de los objetos, el lactante realiza movimientos con
todo el cuerpo que lo ayudan a fortalecerse.

En esta etapa el niño logra desde el control de la
cabeza, el tronco, se sienta, gatea y finalmente logra permanecer
de pie, primero con apoyo y luego sin este. En esta etapa, la
madre y los adultos que se relacionan con el niño, no solo
van a satisfacer sus necesidades, en el fuerte vínculo
emocional que se establece en esta etapa, ellos además lo
enseñarán a relacionarse con la realidad que lo
rodea. Es frecuente que al caminar con el niño cargado por
la casa, se le llame la atención hacia objetos y personas nuevas,
todas estas acciones
buscan una respuesta por parte del pequeño.

EDAD TEMPRANA (12 meses a 3
años):

Los logros del lactante le permiten al niño
desempeñar un papel mucho más activo en su
relación con el ambiente: se
desplaza libremente, siente gran curiosidad por el mundo que lo
rodea y lo explora con entusiasmo, busca ser cada vez más
independiente.

El adulto, a partir de este momento, pasa a asumir un
rol de colaborador. Esto no quiere decir que se le reste
importancia al papel que juegan los padres en la educación del
niño, estos además de satisfacer necesidades
básicas, son mediadores que permiten que sus hijos
conozcan la función
que históricamente se les ha brindado a los objetos por
parte de la sociedad, esta
etapa se caracteriza por ¿Qué es esto?, el
niño sólo va a saber cómo usar una cuchara o
un lápiz y la función de estos (ya la cuchara no la
utiliza para golpear, o el vaso para colocar los objetos dentro
de el, el niño es capaz de llevárselo a la boca
para comer o beber), en la interacción con el adulto al manipular
estos objetos. La manipulación de los objetos pasa ahora a
convertirse en la actividad fundamental de esta etapa. A partir
de este momento los intereses del niño estarán
encaminados al dominio de nuevas
acciones con los objetos. Aquí el adulto asume un papel de
educador ayudante, que al enseñarle la función
social de los objeto, contribuirá que asimile
además normas de
conducta en la
sociedad.

En el accionar con los objetos, el niño comienza
a separar los objetos de su función social para comenzar a
utilizarlo simbólicamente, utiliza un lápiz como un
carrito, una cajita como una cocinita. Aquí él
conoce la designación social del objeto pero lo utiliza
para sustituir a otro, que no tiene a su alcance en la
situación del juego o esta
socialmente prohibido para su edad.

El lenguaje en los primeros momentos esta
básicamente ligado a las acciones con los objetos y
depende de la interacción con los adultos en esta etapa el
niño escucha con mucho interés
las conversaciones y estas poco a poco comienzan a regular su
comportamiento. En esta etapa el lenguaje se
enriquece, la comprensión de las palabras y las
órdenes verbales sencillas, pueden regular la conducta del
niño. El lenguaje
activo también se incrementa.

En el desarrollo de
la
personalidad comienza aparecer formas elementales de
reconocimiento de sí mismo como un ser independiente,
cuando el niño primero se reconoce en su aspecto externo y
después pasa al mundo interior, es cuando el niño
se identifica a sí mismo en una foto, aparece entonces la
autoconciencia. En el lenguaje comienza a utilizar los pronombres
personales, "mío", "yo".

Reconocerse a sí mismo, independizarse del adulto
y a la vez querer ser como ellos, unido a las protestas por la
atención constante por parte del adulto; genera
contradicción entre las crecientes posibilidades del
niño, las formas elementales de actividad con los objetos
y las relaciones con los adultos. La necesidad de
satisfacción independiente se convierte en motivo de
perretas, negativismo y reacciones de rebeldía, lo que
caracterizará la crisis del
desarrollo en esta etapa. El manejo de los padres de esta
situación es trascendental para el posterior desarrollo de
la personalidad
del individuo,
ante dicha crisis se debe procurar mayor independencia
en el niño, si se deja que realice aquellas actividades
para las cuales está preparado (bañarse y comer
solo, elegir la ropa que se va a poner y/o comprar).

PREESCOLAR (4 años hasta los 6
años):

En el caso de esta etapa, el niño adquiere
facilidad para manejar el lenguaje y las ideas le permiten formar
su propia visión del mundo, a menudo sorprendiendo a los
que lo rodean. El lenguaje egocéntrico, es cuando el
niño al jugar sólo o acompañado planea en
voz alta las acciones que él mismo va a

Esta situación es motivo frecuente de
preocupación de los padres pues piensan que el niño
está hablando sólo. Este no aparece por mucho
tiempo para acompañar las acciones del niño, poco a
poco comienza a convertirse en un instrumento del pensamiento en
la búsqueda de solución de problemas que
se le presentan en la situación de juego, desarrolla su
capacidad para utilizar símbolos en pensamientos y acciones, y
comienza a manejar nociones como edad, tiempo, espacio. Esta es
la etapa del pensamiento preoperacional, es decir, la etapa en la
cual se empiezan a utilizar los símbolos y el pensamiento
se hace más flexible.

Despunta el aprendizaje
del mundo de las relaciones y del lugar que se ocupa en
éstas y en el mundo en general, a partir de la
asimilación de reglas que son trasmitidas por la familia
como agente de socialización. Esta asimilación de
reglas se lleva a cabo a través de la actividad
fundamental de esta etapa: el juego de roles. Este consiste en la
simulación por parte del niño de las
actividades que realiza el adulto en su vida cotidiana. Es cuando
juega a la casita y asume el papel de mamá o
papá.

Si bien, a finales de la etapa comienzan a establecer
relaciones de amistad, las
relaciones fundamentales son con sus padres, aunque ya se va
viendo cómo se va ampliando progresivamente el marco de
las relaciones sociales que promueven la socialización del
individuo.

Aquí ocurre un enriquecimiento del lenguaje y aparece
el lenguaje explicativo, el cual posibilita relatar un grupo de
acciones sin necesidad de ejecutarlas durante el juego. Los
niños absorben valores y
actitudes de
la cultura en la
que los educan. Van viviendo un proceso de
identificación con otras personas; es un aprendizaje
emocional y profundo que va más allá de la observación y la imitación de un
modelo. En
esta etapa se destaca que el papel de los adultos en la
preparación para el ingreso a la escuela, es
fundamental. La inserción en un mundo desconocido, con
nuevas exigencias, puede generar crisis de adaptación en
los niños preescolares.

EDAD ESCOLAR (6 años a11
años):

El período escolar tiene como evento central el
ingreso a la escuela. A esta edad el niño debe cambiar su
ambiente cotidiano, donde quedan fuera aquellas personas que
forman su familia y su
mundo hasta ese momento. Con el ingreso a la escuela el
niño se inserta a la actividad de estudio, que a partir de
ese momento va a establecerse como actividad fundamental de la
etapa.

Este hecho amplía aún más el
contacto del niño con la sociedad a la que pertenece, la
cual impone exigencias que requieren del desarrollo de nuevas
habilidades y destrezas para su superación
exitosa.

El niño se enfrenta y adecua a un ambiente nuevo
en el cual deberá lidiar con demandas desconocidas hasta
ese momento para él, aprender las expectativas de la
escuela y de sus profesores y lograr la aceptación de su
grupo. Es en la escuela donde se le van a entregar las herramientas
necesarias para desenvolverse en el mundo adulto.

El desempeño del escolar se puede ver afectado
en función de si se ha logrado o no las tareas del
desarrollo de las etapas anteriores, ya que este período
puede hacer evidente algunos problemas que son el resultado de
dificultades en los métodos
educativos de la familia. Ese niño, que en las etapas
anteriores no le brindaron la posibilidad de desarrollar su
autonomía, utilizándose métodos
sobreprotectores, autoritarios o permisivos, pudiera presentar
dificultades para adaptarse a la escuela.

Además de la actividad de estudio, en esta etapa
es esencial el juego. El papel del juego consiste en dar
oportunidades de aprendizaje. En él, el niño tiene
la posibilidad de ir ganando confianza en sus capacidades, entrar
en contacto con el grupo de pares y relacionarse con ellos,
aprendiendo a aceptar y respetar normas. El juego brinda modos
socialmente aceptables de competir, canalizar energía y
actuar en forma agresiva.

En esta etapa el juego de roles se complejiza y permite
la aparición del juego de reglas (damas, parchis,
escondidos), el cual implica respeto a la
cooperación social y a las normas, existiendo
sanción cuando ellas se transgreden. Este juego es el que
va a persistir en la adultez.

Progresivamente, va teniendo lugar una
corregulación de la conducta entre el niño y sus
padres. Éstos realizan una supervisión general en el control, y el
hijo realiza un control constante. La eficiencia de
esta regulación está determinada por la claridad de
la
comunicación entre padres e hijos, las reglas claras,
sistemáticas y consistentes.

El maestro en este período comienza a tener una
mayor importancia, como figura sagrada, que inmediatamente se
convierte en el modelo a imitar. Los maestros imparten valores y
transmiten las expectativas sociales al niño y a
través de su actitud hacia
él colaboran en el desarrollo de su autoestima. Se
ha demostrado que aquellos profesores que muestran confianza en
la capacidad del niño, incentivan el trabajo y
el desarrollo de potencialidades, a la vez que favorecen un
autoconcepto y una autoestima positivos. Esto se produce de esta
forma, porque en esta etapa la figura del maestro constituye un
modelo para el escolar, y este se esforzará constantemente
para lograr el reconocimiento del maestro.

El escolar llega a esta etapa ávido de
conocimientos y de interpretar las relaciones entre los
diferentes objetos y eventos de la
realidad. Es precisamente el maestro el portador de estos
conocimientos, por lo que se convierte en alguien muy importante
para el alumno, el cual tratará de imitarlo. Queda
demostrado el importante papel que juega el maestro en la
transmisión de normas y valores al niño.

El grupo, en los escolares, comienza a tener una
importancia cada vez mayor para el niño, ya que es en la
interacción con ellos donde descubren sus aptitudes y es
con ellos con quienes va a medir sus cualidades y su valor como
persona, lo
que va a permitir el desarrollo de su autoconcepto (es el sentido
de sí mismo, se basa en el
conocimiento de lo que hemos sido y lo que hemos hecho y
tiene por objetivo
guiarnos a decidir lo que seremos y haremos) y de su autoestima
(es la imagen y el valor
que se da el niño a sí mismo). Las opiniones de sus
compañeros acerca de sí mismo, van a tener peso en
su imagen personal.

El intercambio con los compañeros permite al
niño poder
confrontar sus opiniones, sentimientos y actitudes,
ayudándole a examinar críticamente los valores
que ha aceptado previamente como incuestionables de sus padres, y
así ir decidiendo cuáles conservará y cuales
descartará.

A partir de los seis años, el niño
comienza a operar a través de conceptos
científicos, por lo que tendrá iniciar el conocimiento
de la esencia y diferencia de objetos y fenómenos de la
realidad. Para llegar a la esencia es necesario partir de
situaciones concretas.

Esto quiere decir que puede resolver problemas,
utilizando la representación mental del hecho sin
necesidad de operar sobre la realidad para resolverlo. Sin
embargo las operaciones
concretas están estructuradas y organizadas en
función de fenómenos concretos, sucesos que suelen
darse en el presente inmediato.

Si al niño se le pone en una situación
problemática, el puede resolverla sin necesidad de mover
objetos para hallar la solución, sólo
representándose la solución en su
imaginación, siempre y cuando los objetos para resolver el
problema estén presentes en el espacio físico en el
que se encuentra el escolar en ese momento.

ADOLESCENCIA (11 años y 20
años).

Una vez que el escolar llega a los 11 años,
comienza a transitar por una etapa en la que vivencia profundos y
significativos cambios internos y externos, en la cual tiene
lugar uno de los momentos más críticos del
desarrollo de su personalidad.

En este período ocurren algunos cambios
físicos que contribuyen a una imagen personal cambiante e
inestable Todos estos cambios son percibidos por el (la)
adolescente, quien va experimentando sentimientos en
relación a ellos, los que se manifiestan en el área
afectiva, social y en la cognitiva.

El adolescente es capaz de fundamentar juicios y exponer
ideas emitiendo criterios críticos. Esto gracias al
desarrollo de reflexiones basadas en conceptos científicos
obtenidos en etapas anteriores y enriquecidas con la actitud
activa de los adolescentes,
hacia el conocimiento de la realidad.

Dentro de las características distintivas de esta
etapa, sobresale la inestabilidad emocional, que se expresa en
constantes dificultades en la interrelación con los
adultos, irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre
introversión y extroversión; todo esto ha
contribuido a la visión comúnmente difundida de
esta etapa como crítica
o caótica, contrastando con la etapa anterior (edad escolar)
en que la personalidad del niño y su configuración
física son
muy estables y predecibles.

Uno de los sentimientos que caracterizan al adolescente
es el de ser incomprendido, lo cual se relaciona con una percepción
de no ser niño ni joven, que viene dada porque el
adolescente comparte algunas características de los
adultos(como puede ser la capacidad de procrear, y de
desempeñarse en alguna profesión), pero socialmente
no se les permite expresarla como tal. Esto provoca un conflicto
entre lo que potencialmente el adolescente puede hacer y lo que
socialmente le es permitido.

Esto produce un quiebre en las relaciones
interpersonales en las diferentes áreas (familia,
amistades). Comienza a enfatizarse el afán de
independencia que marca conflictos en
las relaciones con los padres, ya que esto también oscila
entre arranques de independencia y actuaciones infantiles que
requieren protección y dependencia. Esta posición
intermedia, en la que el adolescente no es ni niño, ni
adulto, sus necesidades de independencia (aunque depende de los
padres), y la búsqueda constante de identidad, son
elementos fundamentales que caracterizan la crisis en este
período.

Esta es una de las características fundamentales
del los grupos
informales, ya que la mayoría de los intereses del
adolescente están dirigidos hacia la actividad que
realizan estos grupos, los cuales definen los intereses que van
surgiendo en los adolescentes. Además el grupo de amigos
deviene en una fuente muy importante de satisfacción de
necesidades que el individuo no satisface ni en la familia ni en
la escuela.

Igualmente las posiciones morales que adopta el
adolescente dependen de las exigencias vigentes en el grupo. A
pesar que el adolescente tiene sus propias ideas y juicios
morales, estos sólo se expresan en función de lo
que el grupo acepta o no. Así, el adolescente no
sólo se apropia de valores y normas, sino de patrones de
conducta, modas, ideales, estereotipos, etc.

Claro que en esto también interviene un agente de
socialización que con su labor puede influir en los grupos
informales. Nos referimos a la comunidad. En
una comunidad se puede encontrar cómo confluyen numerosos
grupos informales, así como interactúan numerosas
familias y además puede estar presente la escuela. La
comunidad es un agente socializador muy complejo, en el cual se
integran varios agentes de socialización.

Las características de la comunidad en la que se
inserta el individuo, ejercen una influencia sobre los grupos
informales y la familia, y por transitividad, ejercerá una
influencia en el adolescente. Esta debe ser la encargada de
transmitir las normas de control social, que serán
establecidas en función de los criterios de los miembros
de la comunidad.

Se reafirma la importancia de un adecuado clima y de una
integración de todos los factores en la
comunidad para la adecuada función educativa que esta
desempeña para el desarrollo de la personalidad del
adolescente.

La sociedad debe entonces a orientar y promover la
integración entre la familia, la escuela y la comunidad,
para que la comunicación fluya adecuadamente y todos estos
agentes participen conjuntamente en el proceso de
socialización del adolescente. Esto adquiere vital
importancia puesto que si cada uno trabaja por su lado se pierde
la posibilidad de ejercer una única influencia positiva en
el adolescente que permita una resolución constructiva de
la crisis que se da en esta etapa.

Se consideran logros de la adolescencia,
la actitud activa en la búsqueda de conocimiento, el
desarrollo de formaciones superiores como la
autovaloración, los ideales y la
motivación profesional, que se dan fundamentalmente en
las relaciones con sus amigos, pero siempre como resultado de la
influencia de la familia y los maestros en etapas anteriores y
del manejo adecuado de las situaciones críticas que
generan los cambios de esta etapa. De ahí la importancia
de dirigir concientemente las influencias educativas de todos los
agentes socializadores.

JUVENTUD (20 Años hasta los 35
años):

La resolución de la crisis del adolescente,
permite el paso a una etapa en donde el individuo se vuelve
más independiente y toma más responsabilidad en sus actos. En la juventud el
individuo comienza a desprenderse de los grupos, dejando de ser
estos, el regulador externo de su conducta. Aparece entonces, una
autodeterminación consciente, que posibilitará la
regulación interna del comportamiento.

A partir de este momento se toman decisiones acerca de
la profesión o trabajo que
realizará el resto de su vida, que estarán
estrechamente relacionadas con el contenido de los ideales en
esta etapa. El joven se convierte en el centro de su propio
ideal, se incluyen además modelos de
figuras familiares con fuerte vínculo afectivo,
compañeros y personalidades históricas.

Otro logro importante es la posición valorativa
que el joven tiene acerca de la realidad que lo rodea. Aparece
entonces una concepción del mundo más estructurada
que permite al joven comprender y emitir juicios sobre diversas
situaciones, relacionados a componentes morales, vistos como
sistemas de
normas y valores. Esta concepción del mundo es la
posición que se asume ante la situación determinada
y que permite llegar a emitir juicios de valor y una
actuación en correspondencia con estos juicios. El joven
desarrollará a plenitud todas sus capacidades en
cualquiera de las actividades en las que se desenvuelva, ya sea
en el estudio o en el trabajo. Su desempeño se caracteriza
por un alto grado de expresión en su actividad
creadora.

En el ambiente escolar, sus vínculos afectivos
son más activos y
comunicativos. Las relaciones con sus compañeros y
profesores se estructuran teniendo en cuenta su
preparación. En el marco laboral, el grupo
comienza a jugar un valioso rol. Los compañeros de
trabajo, a partir de este momento, le transmitirán nuevas
experiencias y pautas de comportamiento.

En este período, la familia de origen ya no ocupa
el lugar fundamental que tenia en las etapas anteriores. El joven
es más independiente, y el papel que juega la familia es
de consejero y orientador. Ya el joven está en capacidad
de tomar sus propias decisiones y responsabilizarse con su propia
vida. El incremento de la madurez y el autocontrol en esta etapa,
se expresa en relaciones más activas y
afectivas.

La comunidad, al igual que en el adolescente,
contribuirá a garantizar la transmisión de reglas y
normas que posibiliten el ajuste a las exigencias del medio. De
esta manera, la comunidad continúa ganando importancia en
la influencia que ejerce en sus miembros como agente
socializador.

MADUREZ O ADULTO MEDIO (35 años hasta
comienzos de los 60):

Las personas se comprometen con metas de largo alcance y
problemas prácticos de la vida real, que posiblemente se
asocien a las responsabilidades frente a los demás. En
esta etapa el desarrollo intelectual está en
relación con el reconocimiento que las personas hacen de
lo que es importante y significativo para sus vidas.

En la edad adulta media, el individuo, se dedica a
ejercer sus responsabilidades, lo mismo pueden ser sociales o
familiares. Tienen los propósitos de lo que hacen y se
preocupan menos por tareas que no tienen ningún
significado para ellos.

Aquí la personalidad alcanza su máxima
expresión de integración y complejidad, o sea,
queremos decir que la personalidad para esta etapa ya se ha
estructurado completamente y ha alcanzado la madurez. En esta
edad, se concentran en sus obligaciones
ante sus familias y la sociedad, y desarrollan aquellos aspectos
de la personalidad que fomentan estas metas.

La influencia de los agentes socializadores en esta
etapa es menos directa, aunque continúan contribuyendo al
desarrollo de la personalidad. Así la familia, el grupo de
amigos y la comunidad se comportan de forma similar a como
incidían en la etapa juvenil, pero exigiéndole una
mayor responsabilidad
social. En el caso de la familia, el adulto además de
recibir las influencias de la familia de origen, es el encargado
de cumplir funciones
educativas y de sostén económico de su pareja y su
descendencia.

El centro laboral, es importante para el desarrollo de
la personalidad, porque, en función de la
satisfacción con la realización de la actividad y
la valoración social de sus resultados, el individuo se
empeñará en la constante autosuperación. La
decisión de permanecer o no en el trabajo puede depender
del crecimiento intelectual y personal que éste aporte. Es
aquí donde el adulto medio establece las relaciones
sociales más sólidas.

ADULTEZ MAYOR (A partir de los 60
Años):

Las relaciones sociales mantienen su importancia en la
etapa siguiente para los ancianos (conocida también como
vejez o
tercera edad que comprende a partir de los 60 años hasta
la muerte),
como para las personas de todas las edades, lo que su
énfasis radica en la familia y las relaciones que
establece con otros individuos de la tercera edad ya que en esta
etapa el individuo se jubila.

Al avanzar la edad, ocurren varios cambios
físicos, incluyendo alguna pérdida del color, textura y
elasticidad de la
piel;
adelgazamiento y encanecimiento del cabello; disminución
de la talla corporal; adelgazamiento de los huesos;
pérdida de la agudeza visual necesitando anteojos para
leer; se produce una disminución de la capacidad auditiva,
en especial los sonidos de frecuencia más alta; disminuyen
de modo gradual la fuerza y la
coordinación motora. La "práctica constante" de
algunas habilidades resiste los efectos de la edad. Las personas
de edad avanzada experimentan un debilitamiento general de las
respuestas y del procesamiento de información.

Estos cambios no son sinónimo de desempeño
deficiente, a pesar de ellos, existen otros aspectos
característicos de este período que igual
posibilitan su desempeño social, entre los que se destaca,
la experiencia acumulada, o habilidades que durante años
permanecieron estancadas o desplazadas por la necesidad de asumir
otras responsabilidades sociales (habilidades manuales,
artísticas, etc.). Es frecuente encontrarse adultos
mayores que se dediquen a participar activamente en actividades
comunitarias.

En esta etapa la familia y la comunidad son los
máximos responsables de mantener al adulto mayor activo
socialmente. La familia es aún la fuente primaria de apoyo
emocional. En ella el adulto satisface una necesidad muy
importante que aparece por primera vez en esta etapa y que es la
necesidad de autotrascendencia.

Esta necesidad viene dada porque el anciano hace
conciente la cercanía de la muerte y por
lo tanto busca quedar en los otros, sentir que su vida no ha sido
en vano y que ha hecho cosas importantes y por lo cual
será reconocido.

La familia juega un papel fundamental, porque es dentro
del hogar donde el adulto va a desarrollar sus actividades. Es
necesario crearle un ambiente que favorezca el crecimiento
personal. Esto se puede lograr dando oportunidades para que
continúe manteniendo una activa participación en
las decisiones familiares, se puedan sentir útiles y para
que continúen fortaleciéndose los vínculos
afectivos.

Desarrollo
psicomotriz y anatomofisiológico

Desarrollo psicomotriz:

La experiencia corporal, desde las primeras edades
evolutivas, se abastece de contenidos emocionales y afectivos, lo
cual permite que emerjan con mayor facilidad las diversas
funciones cognitivas y motrices claves para el desarrollo de cada
estadio evolutivo.

Es decir; las experiencias que el niño va
teniendo con su cuerpo en relación a su medio permiten,
como señala Piaget,
elaborar esquemas y éstos a su vez le permiten diferenciar
y continuar sus experiencias hasta llegar a la elaboración
definitiva de su yo corporal. Por tanto, se hace imprescindible
en las primeras etapas evolutivas, la experiencia de emplear la
totalidad del cuerpo en el juego simbólico; el
comportamiento motor, la
espontaneidad, el gesto, la postura, etc., como los medios
expresivos básicos por excelencia y por encima de la
palabra.

 Una vez iniciado el crecimiento como individuo,
unido a la consolidación y al mismo tiempo a la
abstracción del esquema corporal, se van uniendo las
imágenes que se hacen con respecto al
cuerpo, las cuales suelen ser fruto de los reflejos que se
reciben de los objetos (mundo objetal) como de los sujetos (mundo
social). A raíz de este proceso de conjugación
entre las nociones de esquema e imagen de la corporeidad, se
construye un nivel de conciencia
corporal adecuado a cada edad evolutiva por la que se
atraviesa.

Etapas del Esquema Corporal:

  • La primera etapa:

Contemporánea al nacimiento y hasta alrededor de
los 2 años, o período maternal; cuando el
niño comienza a enderezar y a mover la cabeza como acto
reflejo y después endereza el tronco, estas actividades lo
conducirán hacia las primeras posturas de
sedestación, la cual le facilitará a su vez la
prehensión.

  • La segunda etapa:

De los 2 y hasta los 5 años aproximadamente, es
el período global del aprendizaje y del uso de su cuerpo.
Aquí, la prehensión se va haciendo más
precisa, asociándose a los gestos y a una
locomoción cada vez más coordinada, la motilidad y
la cinestesia de manera asociada, permiten al niño una
utilización crecientemente diferenciada y precisa de su
cuerpo entero.

  • La tercera etapa:

De los 5 a los 7 años, período de
transición. El niño pasa del estadio global y
sincrético al de la diferenciación y análisis, los datos sensoriales
especialmente los visuales, permiten pasar progresivamente de la
acción
del cuerpo a la representación, afirmándose la
lateralidad, el conocimiento de derecha e izquierda, la
independencia de la mano con relación al tronco y el
dominio de la postura y la respiración

  • La cuarta etapa:

De los 7 a los 11 años, constituye la
elaboración definitiva del esquema corporal. Se
desarrollan y consolidan las posibilidades de relajación
global y segmentaria, la independencia de los brazos y piernas
con relación al tronco, la independencia de la derecha
respecto a la izquierda, la independencia funcional de los
diversos segmentos y elementos corporales y la transición
del conocimiento de sí, al conocimiento de los
demás, esto tiene como consecuencia el desarrollo de las
diversas capacidades de aprendizaje así como la
relación con el mundo exterior, ahora el niño tiene
los medios para conquistar su autonomía.

Desarrollo anatomofisiologico:

Las particularidades anátomo-fisiológicas
de los más pequeños determinan algunas condiciones
que han de ser tomadas en cuenta en la realización de las
actividades psicomotrices, y que se derivan de las posibilidades
de su sistema nervioso
y actividad nerviosa superior, y de las condiciones
psicológicas requeridas para tales actividades.
Así, por ejemplo, cuando los niños realizan
ejercicios de este tipo, es recomendable no excederse del tiempo
asignado a esta actividad (que depende de su edad), que durante
ella las acciones que ejecuten aumenten paulatinamente, y que
estas tengan un carácter en las que no se exija su
realización rápida o el cambio brusco
de un movimiento a
otro, condiciones todas que de vulnerarse pueden conducir
fácilmente a la fatiga y a la pérdida del
interés.

Desde este punto de vista, la consecución o
habilitación de condiciones que posibiliten la
concentración de los niños en lo que hacen, y la
ausencia de estímulos externos excitantes que los
distraigan (como puede ser, incluso, la visualización
previa de los objetos que van a utilizar en la actividad, como
pelotas, aros o bastones) son condiciones educativas
básicas para el desarrollo de las actividades
psicomotrices, que están muy estrechamente relacionadas
con las particularidades de su actividad nerviosa superior. Sin
embargo, las condiciones de tipo psicológico y
pedagógico juegan el rol fundamental para la
realización exitosa de tales actividades psicomotrices,
destacándose, en primer lugar, las que se corresponden con
la motivación.

Implicaciones
educativas
higiene del proceso
pedagógico

La atención a la salud de los niños no
es una actividad que competa solamente al médico o la
enfermera del centro infantil, sino que es una tarea de primer
orden del educador, que ha de tener en su currículo de formación contenidos
que le permitan realizar esta función desde su perspectiva
de educador, sin suplantar el rol que le corresponde a los otros
profesionales.

En realidad las tareas que competen a esta
función van a estar en estrecha relación con las
condiciones estructurales y organizativas de los centros, de su
horario general de actividades, de su rutina diaria. A los fines
de este material se ha de considerar a un centro infantil que
posee todos los grupos etarios, que tienen un horario completo y
que realiza todas las actividades que le corresponden a su rutina
diaria.

Una tarea inicial dentro de esta función de
preservar la salud de los niños consiste en atender a la
estructuración higiénica del ambiente, lo cual es
condición indispensable para garantizar un lugar propicio
para la sana actividad de los niños, física y
emocionalmente, en un medio circundante adecuado a su actividad y
movimientos.

La estructuración higiénica del ambiente
no es responsabilidad directa del educador, esto compete
más al personal médico e
higiénico-sanitario, pero no por ello el educador
está exento de asumir esta función en la medida en
que su competencia le
permite actuar. Dentro de esta tarea es necesario
considerar:

La planificación de actividades ha de tomar en
consideración numerosos aspectos que garantizan la
estabilidad emocional y conductual de los niños, tanto en
lo que corresponde a la duración de las actividades, su
alternancia lógica
en la rutina diaria, las particularidades de la actividad
nerviosa superior de los niños, entre otros factores. De
esta manera el proceso educativo se desenvuelve de manera
organizada y tranquila.

Dirigir los procesos de
satisfacción de necesidades básicas (alimentación,
baño, aseo, y sueño).

En los centros de régimen diario extendido los
niños permanecen prácticamente gran parte del
día en la institución, y por lo tanto requieren de
la atención a sus necesidades básicas, que pueden,
o han de estar incluidas en la rutina diaria del
grupo.

El educador no puede estar ajeno a la realización
de estas actividades enfocadas al cuidado del niño, pues
en cualquiera de ellas se da un proceso educativo de
formación de hábitos, el cual ha de dirigir y
orientar de forma apropiada. En este sentido tiene variadas
tareas entre las que están el organizar adecuadamente los
procesos de alimentación, baño, aseo y
sueño, con vista a realizar los mismos en un ambiente
adecuado desde todos los puntos de vista, tanto higiénicos
como psicopedagógicos).

La medida en la cual el educador dirige este proceso va
a estar estrechamente relacionada con el modelo curricular, pero
aún en aquel en que su rol en el proceso de aprendizaje
del niño es más distante, siempre ha de tener la
máxima responsabilidad en la
organización y orientación del trabajo
educativo que se realiza con los niños. Es por ello que
dentro de esta función general de trabajo se ubican tareas
importantes a llevar a cabo.

Cuando cuidamos a alguien nos cuidamos a nosotros
mismos. Los muñecos y peluches que tenemos en la casita
cumplen esta función de objetos en los que los
niños y niñas se proyectan, mientras los cuidan,
consuelan, obligan a comer, etc. Pero son los animales los que
mejor sirven para ello porque tienen vida. Los caracoles, los
pollitos, las ratitas, los gusanos de seda, etc. han ido entrando
en clase y
enganchando afectivamente a todo el alumnado. Los animales son
elementos de comunicación de primer orden para aquellos
niños y niñas que tienen dificultades de
relación con los demás o un comportamiento algo
revoltoso. La inquietud de los primeros días se calmaba
cuando los caracoles acariciaban el alma de los
chavales a través de sus pequeñas manos. Creo que
la baba del caracol, las plumas de los pollitos, el cuerpo de los
gusanos de seda y el pelo de nuestras ratitas, tienen algo que
produce un efecto apaciguador, curativo y saludable. Por ello se
hace necesario llenar nuestras aulas de seres vivos en esta etapa
infantil.

Conclusión

Queda demostrado que el grupo es el mediador principal
en la relación del hombre con la
sociedad y dentro de él se dan procesos que lo hacen un
espacio social único e irrepetible y que participan en la
modificación o aparición de nuevas concepciones,
valoraciones y actitudes.

Los agentes de socialización, tienen gran
relevancia en el desarrollo de la personalidad, están
presentes a lo largo de toda la vida del sujeto, pero no todos
influyen de la misma manera en todos los momentos por los que
atraviesa el desarrollo de la Personalidad.

Cada etapa evolutiva se caracteriza por regularidades y
logros que sientan las bases a nuevos periodos, la
situación social de desarrollo definirá en
última instancia la influencia de los agentes
socializadores en el desarrollo de personalidad.

El desarrollo psicomotriz va en relación con la
experiencia corporal, ya que las primeras edades evolutivas, se
abastece de contenidos emocionales y afectivos, lo cual permite
que emerjan con mayor facilidad las diversas funciones cognitivas
y motrices claves para el desarrollo de cada estadio
evolutivo.

Es decir; las experiencias que el niño va
teniendo con su cuerpo en relación a su medio permiten, y,
elaborar esquemas y éstos a su vez le permiten diferenciar
y continuar sus experiencias hasta llegar a la elaboración
definitiva de su yo corporal. Por tanto, se hace imprescindible
en las primeras etapas evolutivas, la experiencia de emplear la
totalidad del cuerpo en el juego simbólico; el
comportamiento motor, la espontaneidad, el gesto, la postura,
etc., como los medios expresivos básicos por excelencia y
por encima de la palabra.

Bibliografía

Bozhovich, L. I.

La personalidad y su formación en la
edad infantil. La Habana.

Editorial Pueblo y Educación.

Pagina Web

http://www.monografias.com

 

 

 

 

 

 

Autor:

Maire Pérez

Enviado por:

Nohelys Vásquez

Araure, Enero de 2010

República Bolivariana de
Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la
Educación Superior

Universidad Bolivariana de Venezuela –
Misión
Sucre

Araure – Portuguesa

Partes: 1, 2
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