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Los valores en la sociedad y la importancia en la formación de la educación pedagógica (página 2)



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Otros serán los valores
jurídicos mismos de todo ordenamiento
normativo.

El fin no es más que el punto propuesto de
llegada o el punto a donde, últimamente, hemos llegado. El
final de una ruta. El punto desde donde ya no podremos avanzar
más. El logro último de una acción,
de una existencia, de un ser. Pero también, no hay que
olvidarlo, significa el punto a donde "queremos" llegar. El punto
propuesto por nuestro propio raciocinio como escenario en donde
se logran los ideales que queremos alcanzar. El fin lleva
también implícito el concepto de
deseo, de anhelo, de aspiración.

Por esta ambigüedad de la expresión no es
raro encontrarnos autores tan importantes como el mismo
Aftalión afirmando que la Justicia, el
bien común, la paz, la equidad, la
seguridad, nunca
pueden ser considerados como fin, pues nunca podrán
alcanzarse. "El fin es una situación propuesta a nuestra
libertad como
término de llegada, situación a la que se llega
efectivamente cuando el fin se realiza. Un fin es un estado al que
se llega y que, una vez alcanzado, es preciso abandonar, ya que
la libertad creadora de la vida no puede detenerse. Un fin
determina un futuro.

Las utopías consisten precisamente en presentar
la justicia como un fin que se va a alcanzar en un momento dado
de la historia, y de
ahí en adelante, no habrá más injusticia
sobre la tierra. Lo
que sucede en realidad es que la historia no se detiene, y una
vez se logra un fin aparecen nuevos fines y la justicia va a
estar jugando en la prosecución de cada fin perseguido.
Era la idea de San
Agustín: él sostenía que la justicia no
se iba a alcanzar nunca en la tierra, y
tenía razón, porque la justicia está fuera
de todas posibilidades de ser alcanzada por la
historia

Humana ya que no es un fin.

Con un argumento tan aparentemente sólido como el
anterior, deberíamos cerrar toda discusión. Pero
no. Los fines sí son puntos de llegada, pero
también son ideales, utopías, si se los quiere
llamar de esa manera. Son ese estado a donde queremos llegar, sin
importar si lo alcancemos o no. Y ¿qué tienen que
ver ellos con los valores?
Compartimos, plenamente, lo dicho por el Doctor Rodrigo Noguera
Laborde: ""Al definir el derecho dijimos que este consiste en el
ordenamiento social fundado o inspirado en la justicia y en la
equidad, en la seguridad y el bien común, y que por lo
tanto tales valores constituían los fines del derecho,
esto es lo que el derecho persigue para que el ordenamiento
social sea

posible. Esos fines del derecho son los valores
jurídicos, porque responden a la noción de valor……."

Está claro. Lo que quiere el derecho lograr
está representado en él como valor. Porque las dos
ideas son correspondientes. Son una unidad
dialéctica.

Pero conozcamos un poco el valor, para incursionar
después en los valores jurídicos.¿Qué
es el valor? ¿Qué lo diferencia o lo identifica?
¿Existe o vale? ¿Cómo lo conocemos?Sobre el
valor, aclaremos primero que todo, así suene ya a lugar
común, que no hay unanimidad ni una doctrina que sea
aceptada siquiera por la mayoría. Por eso nos vamos a
centrar en exponer muy someramente las que nos parecen más
acertadas. El valor es un tema muy antiguo de la
meditación iusfilosófica, pero la
denominación de "valor" es nueva, tanto como la disciplina
específica de la Axiología. (Otros opinan que el pensar
sobre el valor sólo fue una desviación sin
razón del único objeto de la filosofía que es el "ser). La
axiología, que tendría hoy dos grandes tendencias
(una Objetivista y la otra Subjetivista) parte con Max Scheler
(1874 – 1924). Los valores para Sheler no son iguales a las cosas
ni al ser. Tampoco son actos psíquicos. Son "cualidades"
especiales, peculiares a las que no encontramos otra
justificación que las que se basan en sí mismas.
Para conocerlos o aprehenderlos "basta dirigir a ellos la mirada.
La "intuición fenomenológica de esencia" es para
Scheler la intuición de valor, la forma de conocer los
valores. La "intuición emocional" es la manera de conocer
los valores de la misma forma que la intuición sensible es
la de conocer, según Husserl, los objetos sensibles o la
intuición intelectual la de conocer los objetos ideales.
Pero los valores que no están en la mente de los humanos
sino que están en las cosas mismas, pueden estar en muchas
cosas a la vez. Por ejemplo la valentía, la belleza, etc.
Pueden estar en varias personas o en el caso de esta
última en varios seres, incluso inanimados. Esa es la
causa para que Scheler concluya creyendo que los valores son
"cualidades irreales de las cosas" y termine colocándolos
en el "topos uranos, ¡un transmundo que ya estaría
lejos de la realidad que se suponen representan los valores que
habitan en él! Por otro lado también podemos
enunciar como característica de los valores la Polaridad.
En efecto, según el mismo Scheler, se puede afirmar que
los valores (excepto la verdad y el error) se presentan
bipolarmente. Significa lo anterior que los valores se presentan
por parejas, uno con polo negativo y otro con polo positivo, en
medio de los cuales hay toda una suerte de gamas o gradaciones.
Así, por ejemplo la belleza y la fealdad, la
valentía y la cobardía, la decencia y la
grosería, etc., etc. Entre la valentía y la
cobardía existen unos grados incontables que
conformarían el esquema bipolar. Otra
característica de los valores es la Jerarquía.
Ellos son unos de mayor jerarquía que otros, unos
están en más alto nivel que otros. Esa
jerarquía que cada valor tiene, es inversamente
proporcional a la "fuerza" del
mismo valor, es decir a la tendencia de ese valor a su
realización.

Entre más jerarquía tenga un
valor, menor realización tendrá. Entre más
jerarquía tenga un valor, menos lo veremos como cualidad
de cosas existentes. Para Scheler los valores de jerarquía
inferior son los de "utilidad".
Más arriba estarán los valores "vitales". Por
encima de los anteriores, los valores espirituales
(estéticos y éticos) y por último los
religiosos. En síntesis,
para Scheler los valores son cualidades especiales de las cosas,
existen por sí mismo (los apreciamos porque valen), los
conocemos por intuición emocional, como cualidades
existirían en el topos urano, tienen como
características principales presentarse en forma bipolar y
jerarquizada.Otra tesis que
podemos auscultar es la de Jean Paul Sartre. Ese es
el tema de una de sus obras más conocidas, EL SER Y LA
NADA (L´ÚTRE ET LE NÉANT) o ensayo de una
ontología fenomenológica.
"Habría dos tipos o dos formas de ser: el ser "en
sí" y el ser "para sí. El "ser en sí" es el
ser de las cosas, es un ser compacto, completo, perfecto,
autosuficiente, sustentado en sí mismo; la cosa es lo que
es y no le falta nada para ser, ni le sobra nada de lo que es. En
cambio, el ser
para sí, el "pour soi"" no tiene ninguna de esas
características. El "para sí corresponde
descriptivamente a eso que llamamos "hombre, o sea
que es libertad, conciencia, etc.
No es compacto pues es, en definitiva, un vacío, una nada;
no es completo porque en ningún momento de su vida termina
de constituirse, debe hacerlo permanentemente; no es
autosuficiente porque en ningún momento es, sino que
siempre está debiendo llegar a ser, en virtud de cosas y
situaciones que le son externas… Es lo que no es y no es lo que
es".

La idea de los valores tanto como la de Dios es una idea
contradictoria por cuanto pretenden presentarse "en un ser que
sea en sí y para sí, simultáneamente…
Tomemos por ejemplo la idea de la justicia: Esta es la idea de
una sociedad
humana pero perfecta. En ella se habría llegado a un
estado de acabamiento de la historia por haberse alcanzado y
realizado de una vez para siempre la justicia. Así la
justicia debería ser por un lado absoluto, eterno,
perfecto, etc. – tal como Dios -, pero, por otro lado, debe ser
una característica de una sociedad de hombres, es decir
finita, realizándose imperfectamente cada día,
temporal, etc. Así vista resulta también una idea
contradictoria…" Por esta razón Sartre descarta el tema
de los valores como tema ideológico.

Y si quisiéramos seguir analizando teorías
sobre el valor lo podríamos hacer, pues

Ellas son tan variadas como los mismos valores. Pero,
mejor concluyamos.

El valor parece estar ligado a la existencia. Es, como
dicen los existencialistas "relativo a la existencia".
También está unido a coyunturas o situaciones, como
quiera que podemos insertarlo en lo cultural y de ellos no
podemos teorizar con pretensión de poseer la verdad
revelada o haber dicho la última palabra. El trato con el
mundo va condicionando nuestra forma de sentir, de tener emociones con
respecto a lo valioso, pero la existencia "pura" del valor queda
intacta. Podemos cambiar nuestra consideración sobre, por
ejemplo el matrimonio
monogámico, por grupos u
homosexual dependiendo de la situación, pero el valor de
lo correcto o lo incorrecto permanece intacto. Sólo cambia
nuestra percepción
del valor con respecto a algo. Su bipolaridad es innegable y su
jerarquización resulta, a todas luces, relativa. Pero hay
algo que es cierto: El valor sin la emoción sería
como el ruido si no
existieran aparatos auditivos, como la luz sin la
visión y como el amor a Dios
sin el alma.

Los valores son el resultado del desarrollo de
la formación del hombre y sus concepciones del andar entre
lo bueno y lo malo hasta alcanzar aquellas relaciones tanto
personales como conductoras de la sociedad que en fin poseen una
tendencia educativa que va a regular y a sancionar aquellos
valores negativos que se reflejan en el actuar de determinados
grupos y en contradicción con el bien concebido en la
sociedad.

Dentro de los valores, tenemos la pedagogía y cuando se habla de una
pedagogía para educar en valores es impreciso y absurdo,
ver los mismos, como algo independiente, dado que el valor es
parte del contenido y este es uno de los componentes de la
didáctica, pero sí es necesario
comprender las particularidades de la formación y el
desarrollo de los valores y sus relaciones en el proceso
docente-educativo.

Los valores no se enseñan y aprenden de igual
modo que los conocimientos y las habilidades, y la escuela no es la
única institución que contribuye a la
formación y desarrollo de éstos. Otra peculiaridad
de la
educación en valores es su carácter intencional, consciente y de
voluntad, no sólo por parte del educador, sino
también del educando, quien debe asumir dicha influencia a
partir de su cultura, y
estar dispuesto al cambio. De ahí la importancia y la
necesidad de conocer no sólo el modelo ideal
de educación,
sino las características del estudiante en cuanto a sus
intereses, motivaciones, conocimientos, y actitudes, las
que no están aisladas de las influencias del entorno
ambiental. Una comprensión clara de los límites
objetivos del
entorno, del modelo a que aspira la sociedad y de la subjetividad
del estudiante permite dirigir mejor las acciones
educativas y dar un correcto significado al contenido de los
valores a desarrollar.

La formación de valores constituye un problema
pedagógico complejo solamente comprensible a partir de un
análisis psicológico de la naturaleza del
valor en su función
reguladora de la actuación humana. En su
conceptualización sicológica el valor debe ser
analizado teniendo en cuenta su naturaleza objetiva-subjetiva. La
comprensión de la naturaleza objetiva-subjetiva del valor
es fundamental para su educación.

El valor en tanto significación de un hecho es al
mismo tiempo
objetivo y
subjetivo. ¿Quién atribuye significado? El ser
humano. Por tanto, el valor como significado atribuido tiene una
naturaleza subjetiva, toda vez que existe individualmente en los
seres humanos capaces de valorar; pero al mismo tiempo tiene una
naturaleza objetiva en tanto constituye parte de la realidad
social e histórica en la que se desarrolla el ser
humano.

En este sentido los valores tienen además de una
existencia individual, una existencia supraindividual ya que
forman parte de la realidad social como relación de
significados entre los hechos de la vida social y las necesidades
de la sociedad, e histórica como sistema de
valores oficialmente instituidos en una sociedad
concreta.

La formación de valores constituye hoy un proceso
básico para la elevación de la calidad
educacional.

La educación en valores.

En relación con los valores y la
educación, es necesario considerar dos conceptos: el valor
de la educación y la educación en
valores.

El valor de la educación.

Al abordar la problemática de los valores, es
necesario partir de una premisa: estos constituyen un contenido
de la educación, y a su vez un proceso básico para
la elevación de la calidad de la educación que
recibe la nueva generación.

Es indispensable tener en cuenta que la educación
debe concebirse como un valor en sí misma. Entre los seres
animados, el hombre es
el único que nace para ser educado, y para sobrevivir
necesita aprender a adaptarse al medio, a ser autónomo y a
utilizar adecuadamente su libertad; en tal sentido, la
educación se convierte en una necesidad que debe
satisfacer, y como tal en un valor de importancia
vital.

La reflexión del profesor sobre
el valor educativo de las acciones en el proceso, significa de
igual modo intencionar y valorar el método de
aprendizaje no
como simple procedimiento,
sino pensar en la
comunicación, las relaciones
interpersonales, es analizar el componente sociohumanista de
la ciencia que
se enseña y de cómo hacerlo, lo que representa
brindar un enfoque integral, holístico, complejo y
dialéctico al aprendizaje, es reconocer que no existen
"dos culturas" separadas, sino reflexionar sobre la totalidad de
ésta, en su historia, en sus contradicciones, en su
actualidad, en sus métodos,
en sus consecuencias e impactos y, por supuesto en su ética. Se
trata de reflexionar en el valor de la
Educación.

Los caminos y las vías no pueden justificar los
fines, es evidente que un buen uso del diálogo,
de los métodos participativos, del ejemplo del profesor,
son condiciones necesarias para una adecuada labor de
formación, pero también son condiciones, la
precisión en el diseño
curricular de las intenciones a través del análisis
del contenido, los objetivos propuestos, etc., es decir, tener
claro los fines que se proyectan en lo educativo y diseñar
la realización del proceso de formación. La
formación sociohumanista tiene su propia
significación y lógica
y, de lo que se trata es de incorporarla como parte del sistema
educativo, no separarla de la realidad a que se enfrenta el
estudiante como aprendizaje, y en este sentido, el profesor debe
prepararse y dirigir el proceso en esa dirección, intención que no depende
de la casualidad ni de los criterios particulares de éste,
sino de todo el proceso de formación, y de la necesidad
que lleva implícita como exigencia de la
sociedad.

Si se tiene en cuenta que en el origen de toda miseria
humana está la ignorancia, y que la educación da al
ser humano las herramientas
para que se realice como persona,
individual y socialmente; la educación adquiere un alto
grado de significación. Es necesario que el educando, el
educador, los padres de familia, la
sociedad y las autoridades responsables, den a este proceso toda
la importancia y sentido que tiene como uno de los derechos fundamentales del
ser humano. Después del derecho a la vida no es posible
que esta se viva humanamente sin una educación integral
que capacite al ser humano, para elegir y decidir personal y
autónomamente, además, para que se realice como
persona.

La educación en valores.

El proceso educativo es fundamentado y enmarcado por los
valores, por tanto, el mismo debe ocuparse no solo de trasmitir
conocimiento,
sino de refinar la conciencia para que el hombre de hoy sea capaz
de escuchar en cada situación la exigencia que contiene.
De aquí que el desarrollo del pensamiento,
junto con la formación de los sentimientos y valores, debe
entenderse como una unidad, integrarse y no contraponerse. Ello
deviene uno de los objetivos esenciales para elevar la calidad de
la enseñanza en su conjunto.

Muchos de los intentos y experiencias por lograr una
pedagogía que eduque en valores (entendido el
término como educar subrayando los valores,
intencionándolos dentro de las acciones formativas),
pueden fracasar cuando no se tiene claridad de lo antes expuesto,
ya que podría desvirtuarse el objetivo de la propia
educación, ejemplo de ello:

  • Cuando se piensa que explicando hechos
    históricos y actuales de la realidad, o incorporando
    nuevas asignaturas por sí sólo, su conocimiento
    produce valores o cambios en la conducta y personalidad del
    sujeto, es decir, que sólo mediante saberes se forman
    y desarrollan los valores.

  • Cuando se buscan comportamientos en hechos aislados,
    como participación en actividades orientadas, sin
    objetivos bien definidos, ni comprendidos y asumidos por el
    sujeto tanto en lo racional como en lo emocional.

  • Cuando se piensa que formar y desarrollar valores
    sigue las mismas reglas del aprendizaje de conocimientos y
    habilidades.

  • Cuando se considera que no es necesario
    incorporarlos como un componente de la labor educativa de
    manera explícita e intencional en el proceso de
    formación, pues ellos se forman y desarrollan
    automáticamente a través de la correcta
    relación alumno-profesor.

Los valores no son pues, el resultado de una
comprensión y, mucho menos de una información pasiva, ni tampoco de actitudes
conducidas sin significación propia para el sujeto. Es
algo más complejo y multilateral pues se trata de la
relación entre la realidad objetiva y los componentes de
la
personalidad, lo que se expresa a través de conductas
y comportamientos, por lo tanto, sólo se puede educar en
valores a través de conocimientos, habilidades de
valoración, reflexión en la actividad
práctica con un significado asumido. Se trata de alcanzar
comportamientos como resultado de aprendizajes conscientes y
significativos en lo racional y lo emocional.

Si no ha habido formación integral, ética y
moral, se adoptan valores de manera empírica y no
siempre correcta, y muchas veces después de haber sufrido
en carne propia fracasos y sanciones; o lo que es peor, se vive
en función de antivalores. Precisamente, esto hace que sea
urgente el asunto a tratar, ya que no solo es necesario formar en
la personalidad
de los estudiantes una alta sensibilidad hacia los contenidos
éticos y axiológicos que los movilicen libre y
conscientemente y no de forma mecánica y personal; si no es vital, educar
convicciones y sentimientos que propenden al desarrollo de una
conciencia moral, la cual
permite la movilización de las riquezas del alma. Es
importante cultivar la creencia en el mejoramiento
humano.

El centro educativo ofrece un tiempo, un espacio, y un
ambiente en la
vida del educando, en donde los valores pueden desarrollarse
adecuadamente después de la familia.
Allí existe un ordenamiento jurídico
explícito en funciones y
reglamentos, un orden jerárquico definido que determina
niveles de competencia y
autoridad; un
conjunto de derechos y deberes para toda la comunidad
educativa; un sistema de relaciones interpersonales; de
comportamientos uniformes, costumbres propias, saludos, fiestas,
creencias y tradiciones; en resumen, toda una cultura educativa
que no siempre es adoptada por el estudiante de manera consciente
y voluntaria.

A la escuela le corresponde desempeñar un papel
determinante en la formación de valores; para ello es
necesario efectuar transformaciones en el trabajo
educativo, por lo que resulta fundamental orientarlo de forma
voluntaria para potenciar en cada alumno, aquellos aspectos que
le permitan conocer significativamente el momento
histórico que vive. Hay que persuadirlos y llevarlos a la
participación consciente y activa de su propia
formación; donde la realización de toda actividad
tenga un significado para sí.

Vale decir que los pedagogos deben estar preparados para
lograr este tipo de aprendizaje. No basta con su grado de
profesionalidad, o con absolutizar el valor de su ejemplo
personal, ni la fuerza que emana de ser modelo para los alumnos.
Aunque esto es importante no puede reducirse a eso nada
más, es imprescindible reflexionar acerca de la
pertinencia de incorporar en la impartición de cada
disciplina una fuerte carga axiológica.

La enseñanza de los valores debe estar en los
contenidos de los programas de las
distintas carreras y promovidos por las instancias nacionales de
la educación
superior. Alrededor de la educación en valores
está la idea de negar la necesidad de una pedagogía
propia de los valores, puesto que consideran que los valores
están siempre presentes en el proceso de formación,
siendo suficiente una buena relación alumno-profesor, el
ejemplo de éste, la comunicación eficaz, etc. Es cierto que el
proceso de enseñanza-aprendizaje siempre forma y
desarrolla valores, el asunto a reflexionar está:
¿en qué valores se quiere incidir en el proceso,
para qué, y cómo? La dificultad consiste entonces
en eliminar el llamado "curriculum
oculto" o "contenido oculto", la cuestión radica en la
necesidad de explicitar, sistematizar e intencionalizar en
el proceso de enseñanza-aprendizaje, "lo educativo", que
por supuesto integra el proceso formativo.

 

 

 

 

 

Autor:

Lic. Loida Modesta Hernández
Mainegra

Partes: 1, 2
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