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Didáctica y evaluación en los procesos educativos complejos (página 2)



Partes: 1, 2

Pero estos componentes didácticos, resultan
eficaces siempre y cuando se desarrollen en espacios
comunicativos y fertilizados por la transdisciplinariedad que une
y religa las partes en el todo y el todo en las partes, sin
reduccionismos. Con ello, la didáctica deviene al mismo tiempo,
autoconciencia heurística para un proceso
enseñanzaaprendizaje
creador, de autogestión, que no separe el
conocimiento de los valores,
que tenga en cuenta las posibilidades inagotables del lenguaje y los
recursos
narrativos, ensayísticos, poéticos, etc.,
así como el uso racional de las plataformas
tecnológicas, garantizando la preeminencia de los
educandos como sujetos que actúan, piensan, sienten
valoran, conocen y se comunican.

Transdisciplinariedad. Idea Rectora.
Premisas.
Principios integradores

Idea Rectora para la transdisciplinariedad: La cultura como
ser esencial del hombre y
medida de su ascensión, como sensibilidad humana y
humanidad concreta que vincula en indisoluble unidad lo
físico, lo biológico y lo social del hombre. Como
naturaleza
humanizada que integra en síntesis
los atributos cualificadores del hombre en relación con la
naturaleza ( ecosistema ):
conocimiento,
valores,
praxis,
comunicación, sobre la base de las
necesidades- los intereses – los fines – los medios y
condiciones- hasta el resultado, que es al mismo tiempo, comienzo
de un devenir que transcurre de modo espiriforme, en esencia,
contradictorio e incierto…

Esta idea rectora, es congruente con la tesis del
documento: "Elementos para la transdisciplinariedad", que
dice:

"Si la finalidad de la mirada transdisciplinaria del
mundo es la de colocar al hombre en el centro del universo en
relación con el conocimiento que éste ha generado y
genera, es importante aclarar la idea de complejidad.

Desarrollada por Edgar Morin,
la complejidad es una forma de pensar lo humano, el conocimiento
y el mundo, en su unidad fundamental, a partir de la diversidad.
En este sentido, la complejidad, del latín
complexus, "lo que está tejido junto", hace
alusión a una red interconectada de
fragmentos, de islas de saberes y conocimientos que posibilita la
comprensión del mundo desde una visión global y
solidaria, pero no totalizadora. La noción de complejidad
se une, a su vez, al origen de un modo de pensar conocido como
pensamiento
complejo, cuyo método se
funda sobre siete principios o
saberes necesarios para acometer la aventura humana de
reconexión del conocimiento.

El fin del pensamiento complejo será el de
religar los conocimientos humanos fragmentados, mediante la
aplicación de los siete principios. Lo anterior en un
contexto de planetarización, en el cual se define la
aventura humana como un proceso de simbiosis gradual entre el
destino de la especie y el devenir del planeta y el
cosmos.

Desde la perspectiva del pensamiento complejo, el hombre se
convierte en un viajero del conocimiento a la búsqueda del
sentido de su existencia, éste último ligado
irremediablemente a una compresión del destino del planeta
en el que habita y el cosmos del que es
parte"[2].

La cultura, es integradora y compleja per se, por eso,
en sus varias aristas, religa, en sí misma, los distintos
atributos cualificadores de la actividad humana: conocimiento,
valores, praxis y comunicación. Además, la
actividad expresa el ser de la realidad social, y ésta
integra en síntesis, lo físico, lo biológico
y lo social.

Esto significa que los Siete saberes son determinaciones
concretas de la cultura, y al mismo tiempo, principios
integradores del quehacer humano, tanto en su singularidad, como
en su universalidad. Por tanto los Siete saberes deben constituir
cauces transdisciplinadores, si seguimos el espíritu de
Morin; es decir, pueden tributar las ideas para la
conjunción sistémica y dinámica de las tres Áreas
(Área de formación para el mundo real, Área
de desarrollo
profesional específico, y la de Aprendizajes
integradores), así como su concreción en la
Estructura
Transdisciplinaria (Nodos transdiciplinarios) con las respectivas
materias curriculares.

Esto funda más aún, la cultura como idea
rectora, si tenemos en cuenta otro momento del documento citado:
"La transdisciplinariedad se propone ir más allá de
la mera integración o cooperación entre
disciplinas, para replantear la cuestión de la
interconexión de los campos del conocimiento desde una
perspectiva doble:

  • 1. Situar al hombre como el actor central de un
    viaje integrador del conocimiento, capaz de revelarle la
    comprensión de su destino como humanidad.

  • 2. Situar al conocimiento humano como un vasto
    océano interconectado de conocimientos y saberes
    solidarios, sin fronteras definidas, que constituye y refleja
    la más alta creación que como humanidad hemos
    sido capaces de lograr."(…) Hombre y conocimiento.
    Viaje y océano. Exploración e
    integración. Incertidumbre y comprensión.
    Aventura humana y comprensión de nuestra humanidad,
    esto es lo que pretende ofrecernos la
    transdisciplinariedad"[3].

De todo lo anterior se derivan cuatro premisas
encauzadoras de una eficaz didáctica transdisciplinadora:

1ra. Aval cultural del personal docente
para poder unir en
la diversidad y diversificar en la unidad, sobre la base,
además, de la comprensión del enfoque de
complejidad.

2da. Concebir la Cultura como idea rectora del proceso
transdisciplinador, en sus múltiples mediaciones,
señaladas al inicio de la fundamentación. Creo que
el propio Morin lo concibe así. Ante la pregunta:
¿Qué es para usted la finalidad de la
enseñanza?, Edgar Morin responde: "Enseñar la
cultura en un sentido muy amplio, la ciencia, la
literatura, la
historia…Es esa cultura la que
permitirá que cada persona
reflexione sobre su propio destino. No se trata únicamente
de acceder al conocimiento, sino de vivir la vida. Yo quiero
enseñar a vivir, ayudar a enfrentarse a los problemas de
la vida."[4]

3ra. Asumir los Siete principios de Edgar Morin, como
concreción de la cultura y desplegarlos en todo el
sistema:
Áreas de Formación para el mundo real (desarrollo
humano) – Desarrollo profesional específico –
Aprendizajes integradores – Estructura transdisciplinaria
(nodos) – Materias curriculares.

4ta. Concebir la transdisciplinariedad como un proceso
sistémico – complejo, a desarrollarse en toda la carrera,
pues su "(…) objetivo es
dar una orientación común a las disciplinas y
centrarlas en relación con las necesidades y aspiraciones
humanas". Se trata de ir a través de y más
allá de las disciplinas con el objetivo de buscar un nuevo
sentido a la aventura humana, a través del
redescubrimiento de la unidad fundamental del universo, de la
vida y del hombre"[5].

Ahora bien, cómo concretar la
transdisciplinariedad en cada Licenciatura, siendo consecuentes
con todo lo expuesto anteriormente:

1ro. A partir de una concepción, siguiendo las
ideas de Morin, que priorice la filosofía de la cultura y la Humanidad del
hombre, sobre la base de "Los siete saberes necesarios para
la
educación del futuro". Además, es congruente
con las tesis de principio de Morin. Creo, que esta obra, deben
conocerla a profundidad todos los maestros que trabajarán
en la Universidad,
independientemente de la materia que
impartan. ¿Por qué? Porque les ayudará a
aprehender un sentido cósmico, cultural y complejo del
hombre, la subjetividad humana y su mundo, necesario para poder
transdisciplinar.

Por otra parte, contribuye a integrar los temas que
sugiere Edgar Morin:

1.-El cosmos.

2.-La
tierra.

3.-La vida.

4.-La humanidad.

5.-La cultura adolescente.

6.-La complejidad.

7.-La literatura.

8.-El arte

9.-La filosofía.

2do. Como no ha tenido lugar una reforma del pensamiento
que soslaye la disyunción, la reducción, la
abstracción y el determinismo etc. se hace necesario,
acceder a nuevas perspectivas epistemológicas para
aprehender la complejidad de lo real. La teoría
de la complejidad y el pensamiento complejo asume "(…) la
heterogeneidad, la interacción y el
azar"[6]… como totalidad sistémica,
fundada en tres principios: "el dialógico, la recursividad
y el principio hologramático:

1. El dialógico: No asume la superación de
los contrarios, sino que los dos términos coexisten sin
dejar de ser antagónicos. Valora en grado máximo la
conexión como condición del sistema.

2. Recursividad. El efecto se vuelve causa, la causa se
vuelve efecto; los productos son
productores, el individuo hace
cultura y la cultura hace a los individuos.

3. El principio hologramático. Este principio
busca superar el principio de holismo y del reduccionismo. El
holismo no ve más que el todo; el reduccionismo no ve
más que las partes. El principio hologramático ve
las partes en el todo y el todo en las partes."[7]
El conocimiento profundo por los docentes de
estos tres principios desarrollados por Morin, es de capital
importancia para encauzar la transdisciplinariedad, pues ellos
mismos, por supuesto, como principios, son transdiciplinarios per
se.

3ro. Para transdisciplinar, en el proceso
enseñanza – aprendizaje es necesario un esquema
cognitivo flexible que advenga del propio espacio comunicativo
creado, en tanto proceso para la comprensión de sí
mismo, de sus circunstancias ecológicas y del mundo en que
está inserto, capaz de aprehender una ecofilosofía
que le permita hacerse transparente en el mundo y transparentar
el mundo en él[8]La comunicación
transdisciplinaria emerge del proceso mismo, siempre y cuando,
esté mediada por una didáctica crítica, descentrada, y fundada en la
complejidad. Todo debe fluir en el proceso enseñanza
– aprendizaje como conciencia
autocomprensiva que une lo diverso, y diversifica lo
único, con sentido cultural contextualizado.

4to. Principios integrativos transdiciplinarios per
se[9]y con posibilidades heurísticas
transdisciplinadoras, que en nuestro criterio, deben ser los
pivotes en que se funde la didáctica crítica para
la transdisciplinariedad:

I. Las cegueras del conocimiento.

Este principio media las tres Áreas, los nodos
transdiciplinarios y las materias disciplinarias. Tributa una
actitud
crítica y de sospecha, al mostrar que la verdad no es mi
verdad, que se construye y revela en espacios comunicativos, pues
somos vulnerables a los errores mentales, intelectuales,
de la razón, a las cegueras paradigmáticas, a la
incertidumbre del conocimiento y la necesidad del combate vital
para la lucidez.

Desarrollar una cultura crítica, de la sospecha,
a partir de la comprensión de las cegueras del
conocimiento, es preparar al hombre para la vida con sentido
cósmico – cultural.

Cuando los docentes toman conciencia de esto, en todas
las materias, ya sea matemática, economía, derecho, literatura, lógica,
historia, política, etc. en sus
contenidos dicho principio adviene, deviene, integra y
transdiciplina. Emerge espontáneamente, porque se ha
integrado a la cultura y procede como una forma de comportamiento
real y natural. Sencillamente advierte que todo conocimiento es
susceptible de errores, que la ceguera del conocimiento es tan
real como la certeza de exactitud y de verdad.

II. Los principios de un conocimiento
pertinente.

Constituye la apertura a una racionalidad con enfoque
complejo, en los marcos del contexto, lo global y lo
multidimensional, en el conocimiento del mundo y su
aprehensión cultural. Esto permite a los docentes concebir
su materia como parte de una totalidad compleja interconectada
con varias mediaciones, sin cuya relación su objeto
resulta abstracto. La pertinencia del conocimiento, se funda en
el hecho real que sin desechar la especialización
disciplinaria, está en condiciones de enriquecerla con la
revelación de nuevas conexiones e interconexiones que le
otorgan mayor nivel de concreción y nuevas posibilidades
de asunción integradora de conocimiento, valores, praxis y
comunicación. De este modo se renuncia a la falsa
racionalidad objetivizante heredada de la modernidad.

III. Enseñar la condición
humana.

Se trata de un principio transdisciplinador de todas las
ciencias,
incluyendo, por supuesto, las ciencias
sociales y humanistas, a partir de la comprensión de
la complejidad humana, en tanto síntesis concreta de lo
físico, lo biológico y lo sociocultural. Por eso en
la aprehensión del devenir humano, en relación con
el mundo, vincula o religa todos los conocimientos y saberes en
su expresión discursiva plural, es decir, la literatura,
el arte, la poesía,
etc., en tanto distintas formas de construir el mundo del hombre,
en una aventura común, donde orden, desorden, caos,
organización, son momentos de nuestra
relación con la biosfera y el
espacio – cosmos. Esto posibilita la internalización
de lo humano de lo humano, el sentido de pertenencia y de
participación comunitaria, así como la tolerancia
necesaria para comprender la diversidad cultural y la pluralidad
de individuos, como base del diálogo
cultural a nivel planetario que debe reinar.

Enseñar la condición humana, en todas sus
mediaciones complejas: la libertad, la
dignidad de la
persona, el decoro, la responsabilidad en sus decisiones, sus derechos, y las
vulnerabilidad y desafíos que le son inmanentes como
sujeto que piensa, siente, actúa, valora y se comunica, es
una tarea imprescindible en la empresa magna
de educar para la era planetaria . Los docentes pueden hacer
mucho desde sus disciplinas concretas. No es difícil, en
tan capital problema, encontrar los hilos integradores
conducentes a la transdisciplinariedad. Adviene y deviene si se
planifica con la racionalidad debida. Cada materia aporta sus
contenidos. Todas refieren de una forma u otra a la persona en
relación con el mundo y en contextos reales.

IV. Enseñar la identidad
terrenal.

Enseñar la identidad terrenal, está
estrechamente vinculada a la comprensión de la
condición humana, y las fuentes
inagotables del amor humano
para desarrollar una cultura del ser, en detrimento de la cultura
del egoísmo y del tener desmedido que enajena las
verdaderas fuerzas esenciales del hombre. Permite asumir una
nueva visión del desarrollo humano, como ascensión
del hombre sobre la base de una eticidad concreta (ética de
la comprensión planetaria) que haga "resistencia a la
vida prosaica, al consumismo, a la tiranía del dinero y a la
violencia" que
trae consigo, para de este modo lograr la plena
comprensión de la unidad y diversidad humana, sustentada
en una cultura del diálogo, que permita ser, compartir y
convivir juntos en la tierra
patria, en tanto puede desarrollarse una ciudadanía terrestre con pensamiento
policéntrico, libre de comportamientos racistas,
prepotencia y segregación.

La identidad terrenal hay que construirla y la educación
universitaria puede contribuir a ello, como bien argumenta
Morin.

Enseñar la identidad terrenal no es un problema
disciplinar, sino transdisciplinar. Las distintas materias poseen
contenidos ricos en determinaciones que cada docente puede
aprovechar convenientemente, en función
del desarrollo del sentido de pertenencia identitaria terrenal y
de comunión, que se quiere lograr.

V. Enfrentar las incertidumbres.

Hay que desarrollar una reforma de las mentalidades para
vivir y convivir en la era planetaria. Una era permeada de
incertidumbres en todos los órdenes del devenir humano.
¿Cómo enfrentar las incertidumbres? A través
de la comprensión, como "medio y fin de la
comunicación humana", capaz de asumir la trama de la
vida en sus contradicciones reales. Crear espacios comunicativos
para construir conocimientos en medio de las incertidumbres, y
revelar valores, cultivando la sensibilidad que todo ser humano
lleva dentro como semilla dormida que espera la ocasión
para despertar. La mundialización de la comprensión
es un cauce insoslayable para lograr tales fines.
Comprensión que no se da por generación
espontánea a través del consenso, sino mediante la
comprensión de la propia comprensión, si pensamos
sintiendo, y sentimos pensando, al margen de las
teleologías abstractas que solapan las incertidumbres,
para presentar un devenir rectilíneo y simplista, pleno de
"certezas y verdades" apriorísticas.

El pensamiento complejo, contrariamente al pensamiento
único y simplificador, concibe la vida como un horizonte
de opciones inciertas y ciertas, que espera, desespera y se
construye a cada instante.

Enseñar enfrentar las incertidumbres, es posible
hacerlo desde la disciplinariedad con vocación
transdisciplinaria, en la medida que cada docente presente su
materia y los temas que trabaja, en sus contradicciones reales, y
la comprensión del hombre se haga con perspectiva
compleja, que es al mismo tiempo, comprenderlo en su trama
polidimensional de retos , opciones y posibles
elecciones.

VI. Enseñar la comprensión.

La comprensión es la llave maestra de la
transdisciplinariedad. Comprender, herméuticamente, es
vincular, establecer nexos entre significante y significado.
Significar, contextualizadamente, las conexiones e
interconexiones que dan sentido al discurso para
la comunicación intersubjetiva. Esto puede vehicularse
transdisciplinariamente, desde las disciplinas, si
conscientemente los maestros entienden la necesidad de la
comprensión humana en la compleja trama de la
vida.

Se requiere de una cultura de la comprensión,
fundada en la educación comprensiva de la tolerancia para
asumir con eficacia los
obstáculos de la incomprensión y la
comprensión misma, los autoritarismos infecundos, la
ignorancia de los retos que presenta la trama de la vida, tanto a
nivel de conocimiento como a nivel de los valores, fundados en
ideas, argumentos, visiones diferentes, de carácter egocéntrico,
etnocéntrico, sociocéntrico, en detrimento de la
individualidad, la socialidad o la cultura de grupos. Es
necesario, entonces, en función de la comprensión
productiva con todos y para todos, asumir una conciencia de la
complejidad humana que presida las acciones con
apertura subjetiva incluyente, para comprender las incertidumbres
de lo real, del conocimiento, de los valores, en fin, la
incertidumbre de la ecología y de la
acción,
en pos de la humanidad planetaria que requiere el futuro de la
supervivencia de nuestro planeta: La humanidad como destino
planetario, es decir, la sensibilidad de la comprensión
para ponerse en el lugar del otro, sin dejar de ser, y sin
atomización ni homogeneidad estériles, por
ineficaces e inviables, humana y culturalmente.

VII. La ética del género
humano.

La ética de género humano, compendia en
síntesis concreta toda la cosmovisión humanista de
la obra de Edgar Morin, particularmente el contenido de "Los
Siete saberes necesarios para la Educación de futuro". Su
idea pedagógica rectora se generaliza teóricamente
en: Una Cultura del ser existencial para la convivencia humana,
sin autoritarismo e intolerancias estériles, como
prerrequisito para el advenimiento de una humanidad como
ciudadanía planetaria, donde la relación individuo
sociedad
– especie, se aborde en toda su complejidad de mediaciones,
determinaciones y condicionamientos contextuales planetarios. Una
ética que propicie la democracia
participativa y se construya en espacio comunicativos, sobre la
base de la razón y la sensibilidad
dialógicas[10]

Evaluación
y didáctica crítica, desde la
complejidad

El modelo
educativo de la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin, dando
respuesta a su visión compleja del mundo en
relación con el hombre y a su misión de
preparar al hombre para el trabajo
creador y la vida con sentido, concibe la evaluación
como un proceso inmanente al devenir mismo de la actividad
enseñanza- aprendizaje, y no como la fría medición de los resultados al final del
proceso.

La concepción de la construcción del conocimiento y la
revelación de valores en espacios comunicativos,
explícitamente hace de la evaluación un proceso
sistemático que no sólo mide conocimientos y
habilidades, sino que los produce y revela en la eterna aventura
de la de búsqueda científico- cultural y
compleja.

Los docentes, complexólogos y cultos por
antonomasia, son los encargados de desarrollar talleres,
seminarios, así como propiciar el aprendizaje
basado en proyectos, la
creatividad y
la resolución de problema; y sobre todo la
autogestión, la orientación para el aprendizaje y
los entornos creativos propiciadores de espacios comunicativos.
En este proceso la evaluación debe fluir como un elemento
esencial del devenir enseñanza- aprendizaje que no se
impone ni se dispone, sino se propone en el hacer mismo para que
tenga resultados creativos.

Algunas preguntas
para la autoevaluación

1. Fundamentos de la didáctica
crítica.

2. ¿Por qué una didáctica
crítica, consecuente con la concepción de la
complejidad de "Edgar Morin", debe propiciar la
transdisciplinariedad?

3. Fundamente el por qué la cultura es compleja y
transdisciplinaria per se.

4. ¿Por qué se afirma que "Los siete
saberes necesarios para la Educación del futuro", devienen
didáctica crítica para la formación
humana?

5. Explique brevemente el lugar que ocupa la
evaluación en el proceso enseñanza- aprendizaje, y
cómo debe planificarse en correspondencia con las
exigencias teórico- metodológicas del modelo
educativo que propone "Edgar Morin", en su teoría de la
complejidad.

6. A partir de sus aprehensiones de la complejidad,
elija un modelo didáctico y sométalo a
crítica, señalando sus fortalezas y
debilidades.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Dr. Sc. Rigoberto Pupo
Pupo

[1]     Luis Alves de Mattos.
Ámbito de la Didáctica.Compendio de didáctica
general.    Con la autorización de
Editorial Kapelusz.

[2] Abelardo Mancipas, Joaquín
Enríquez Flores. Elementos para la
transdisciplinariedad. Material de Multiversidad…

[3] Ibídem

[4] Edgar Morin. Repensar la reforma,
reformar el pensamiento. Entrevista
realizada por Rafael Miralles Lucena, profesor y
periodista. Universidad de Valencia. Material entregado.
Multiversidad…

[5] Ibídem.

[6] Reyes Galindo, R. Introducción general al pensamiento
complejo desde los planteamientos de Edgar Morin. Pontificia
Universidad Javeriana, Colombia,
p.6

[7] Ib.idem.

[8] Parece una utopía irrealista, pero
en mi criterio, ese elan cósmico €“ cultural
está en el núcleo del pensamiento de Martí, Marx, de Morin
y otros grandes humanistas de alto vuelo cogitativo, con
discurso plural aprehensivo. Por eso han hecho mucho y dicho
más…En esto se funda la tierra €“
patria, la cultura planetaria, patria es humanidad, etc.

[9] Nos referimos a la obra "Los siete
saberes necesarios para la Educación del futuro", de
Edgar Morin.

[10] En nuestro criterio, si somos
consecuentes con la concepción de Morin, no se debe
separar nunca la sensibilidad de la razón como hizo el
paradigma de
la Modernidad.

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