- Perspectiva
lógico-metafísica: "realidad física"
según Aristóteles - Perspectiva
psicológica: "realidad psíquica individual"
según el Psicoanálisis - Perspectiva
holística: "sincronicidad" según C. G.
Jung - Perspectiva
trascendente: "providencia" según Tomás de
Aquino - Algunos corolarios
finales - Bibliografía
Introducción
Cada vez que realizo un trabajo
monográfico encuentro de suma utilidad comenzar
buscando el significado etimológico de los términos
clave en los que me centraré. Es así como puedo dar
un primer paso de acercamiento al tema. En este caso así
lo hice, y me sorprendí cuando ví que el
término latino futurus deriva directamente
del verbo sum [1]que en nuestra lengua
significa "soy" y "estoy". Había imaginado que
tendría relación directa con el "tiempo", y no
en cambio en
primer lugar con el "ser". ¿Acaso el sentido
etimológico me estaría orientado nada más y
nada menos que directamente a la cuestión de las
relaciones entre el "ser" y "tiempo"? Por lo pronto, antes de
entrar en el ámbito metafísico, preferí
volver a la dimensión semántica del término.
En ese momento me vino a la mente que en Latín,
como en muchas lenguas
antiguas, un mismo verbo incluye la noción de existencia y
la noción de tiempo. Tal es el caso del verbo
sum; por eso en nuestra lengua puede traducirse como
"soy" y también como "estoy". Y mientas que "soy" alude al
ser ó existir, el término "estoy" incluye tanto al
"ser ó existir" (que aquí, por fines
didácticos los tomaré como sinónimos) y como
así también al "tiempo presente". Por eso, "estoy"
no significa otra cosa que "soy-ahora". Y eso en latín se
dice simplemente sum.
Entonces, si futurus deriva directamente de
sum, el significado del término nos remite a un
ser ó existir que "aún no es, pero que será"
ó al menos que "puede ser". En otros términos, el
"futuro" en cuanto "aún no, pero luego puede que
sí" implica tanto una negación ("ahora no"), como
también una afirmación de lo posible ("luego puede
que sí") [2]
Pero podría ocurrir que tal "posibilidad"
(futuro) llegue a realizarte ó no. Esto nos remite al
segundo término clave que acompaña el título
de este ensayo.
El término latino
cóntingens, del que se deriva
"contingente", viene del verbo contíngo (de
cum = con, y tángo =
tocar)[3] que significa curiosamente "tocar",
y también "acontecer, suceder". Para mí fue una
nueva sorpresa encontrarme con estas raíces
semánticas. Y lo primero que pensé fue que
–aunque no siempre ocurre– quizás había
aquí alguna relación entre acepciones tan distintas
que pertenecían a un mismo término. Y, sin
pretender forzar la interpretación, vi que bien podrían
ser tomadas ambas acepciones como complementarias.
Efectivamente, apelando una vez más al sentido
común, cuando decimos que algo es "contingente"
–usando el término casi como sinónimo de
"posible"–, nos imaginamos que aquello en cuestión
puede llegar a acontecer y a ser alcanzado, ó mejor,
"tocado" por nuestras manos –ya de modo literal, ya de modo
figurado según el caso–.
Tomemos ahora ambos términos clave. Y antes que
nada cabe preguntarnos, ¿por qué hablamos de
"futuros contingentes"? ¿Acaso podría haber
futuros que no fueran meras posibilidades sino que fueran
necesarios, esto es, que estuvieran determinados en tiempo y en
el espacio?
Si supusiéramos que los futuros están
determinados, la única "posibilidad" que cabría
respecto de ellos radicaría en nuestras "suposiciones"; y
éstas a su vez serían consecuencia directa de
nuestra incapacidad de conocer los acontecimientos futuros de
antemano con certeza absoluta. Dicho en breve: lo que llamamos
"contingencia" de los acontecimientos futuros no sería
sino una de las expresiones de nuestra ignorancia en el presente
respecto de aquello que sucederá.
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