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Trabajo de manejo agroecológico de plagas (página 2)



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Estudios realizados en soya y caña de azúcar
han comprobando que el monocultivo de altera el equilibrio de
las lluvias, que se concentran más en un determinado
periodo del año y se hacen más intensas, pero
torrenciales. Además, esas aguas, en la ausencia de la
biodiversidad
para equilibrar y aprovisionarse de ellas, corren con mayor
intensidad para los ríos o para el manto freático.
Existen, también, estudios que muestran el aumento de las
temperaturas medias así como el aumento de la incidencia
de las sequías en regiones de monocultivo. Esto, sin
llevar en consideración que, en el caso de la caña,
el principal agravante son las quemadas que expiden gas
carbónico a la atmósfera.

Existe un creciente interés de
preparar biocombustibles, que no es más que combustible o
energía producido a partir de productos
agrícolas, por lo que mas bien se debería llamar
agro-combustibles o agro-energía. Este objetivo
obliga a aumentar la concentración de la tierra a un
solo cultivo y generar mercancía para mantener las tasas
de lucros en las grandes transnacionales y el modo de vida
consumista de los países ricos, sin ninguna
preocupación por el medio
ambiente, el calentamiento
global u otras cosas, que afectan al hombre. Por
ello, propone que para evitar los problemas
provocados por la producción en monocultivo y enfrentar de un
golpe la escasez de
combustibles es preciso cambiar tanto la matriz de
transporte,
cuanto la matriz energética, y, sobre todo, trabajar con
la idea de soberanía energética.

La política de
incentivar el monocultivo es dar curso a una gran alianza
producida entre tres tipos de capitales transnacionales: las
empresas
petrolíferas (que desean disminuir la dependencia del
petróleo), las automovilísticas (que
desean seguir con ese patrón de transporte individual para
obtener lucro) y las empresas del agro-negocio (como Bunge,
Cargill y Monsanto) que desean continuar monopolizando el
mercado
mundial de productos agrícolas. Ahora, ese imperio del
capital
internacional quiere hacer una alianza con los grandes
propietarios de tierra en el
sur, especialmente en Brasil, para
utilizar grandes extensiones de tierra para la producción
de agro-combustibles. Las grandes extensiones de tierra
fértil ominadas por el monocultivo es perjudicial para la
naturaleza y
para el medio ambiente,
porque destruye otras formas de vegetales, es decir, destruye la
biodiversidad y la seguridad
alimentaria del mundo.

Uso intensivo de
plaguicidas

El hombre ha tratado de modificar la naturaleza para
satisfacer sus necesidades. Por ejemplo, para reducir las
pérdidas producidas por las plagas ha hecho uso intensivo
de los plaguicidas con resultados mixtos; unos buenos y otros
malos. Sin duda, el uso de agroquímicos tóxicos ha
contribuido a incrementar la disponibilidad de alimentos para
el hombre y el
uso de DDT ha evitado que más de mil millones de
individuos padezcan malaria. Sin embargo, la agricultura
moderna ha incrementado también la disponibilidad de
alimentos para muchos otros organismos, entre ellos las plagas.
Se dice que las plagas para los cultivos comerciales empezaron a
ser un problema cuando se inició la agricultura
intensiva.

Por plaguicidas químicos nos referimos a una
amplia gana de sustancias tóxicas destinadas al combate de
organismos vivos a los que se considera plagas, sea insectos,
hongos,
malezas, roedores, mosquitos entre otros, denominándose
según su objetivo: insecticidas, fungicidas, herbicidas,
rodenticidas. Los plaguicidas también se clasifican por su
pertenencia a un grupo
químico (organoclorados, organofosforados, carbamatos,
piretroides en cuanto a insecticidas) con distintas
características de su persistencia en el ambiente y de sus
rasgos toxicológicos.

Los insecticidas artificiales se empezaron a usar
intensivamente en la década de los cuarenta, y desde
entonces, el número de especies de insectos que atacan los
cultivos comerciales se ha incrementado significativamente. Las
plagas menores se convierten en plagas mayores, al eliminarse
algunas especies predadoras naturales, o bien cuando los insectos
se vuelven resistentes a algunos insecticidas después del
uso prolongado de una determinada substancia. Por ejemplo, el
cultivo del algodonero, en un principio era atacado por dos
especies de insectos, posteriormente se incrementó en 5 el
número de especies que se tuvieron que controlar y,
actualmente se considera necesario aplicar insecticidas contra
diez plagas.

La guerra
química
que se ha librado contra los insectos perjudiciales, durante
más de 50 años, con la falsa expectativa de
eliminar completamente las plagas ha dañado más al
ambiente de lo que ha logrado ahuyentar las amenazas de las
pestes. El efecto más indeseable derivado del uso intenso
de plaguicidas es el envenenamiento de las especies silvestres
que no era los blancos intencionados de estos tóxicos,
especialmente aquellas especies silvestres que habitan ambientes
acuáticos.

El uso intensivo de plaguicidas químicos crea una
serie de problemas
ambientales y de salud
pública vulnerando los derechos humanos
de amplios sectores de la población, incluyendo niños y
trabajadoras y trabajadores agrícolas migratorios. En
México, el
mercado de plaguicidas abarca a por lo menos 278 plaguicidas
autorizados (en 1996), que se formulan de diversos modos y se
ofrecen en cientos de marcas
comerciales; y que la industria
nacional calculaba un volumen de unas
50,000 toneladas anuales, en 1988 Es un mercado dominado por grandes empresas
transnacionales de la Industria Química, de origen europeo
(Bayer, Zeneca, Agrevo, Novartis) y estadounidense (Dupont,
Monsanto) principalmente, aunque con la
globalización de la economía mexicana, también se
encuentra la presencia de corporaciones japonesas e
israelitas.

Las empresas que dominan el mercado mundial de
plaguicidas han ido consolidándose al comprar empresas
productoras de semillas, y en los últimos años de
laboratorios de Ingeniería
genética, en una estrategia que
busca tener mayor influencia en la oferta del
sistema
alimentario mundial. Según las últimas estimaciones
10 empresas transnacionales controlan el 88% de las ventas a nivel
global, estimadas en 31 mil millones de
dólares.

El dinamismo en el sector agroexportador se define como
un mayor uso de plaguicidas en los principales cultivos de
exportación de la región, por
ejemplo las bananas se utilizan 24.653 toneladas en América
Latina (A.L.) y 68.651 en el mundo, en el caso de los
cítricos es mayor, en A.L. 32.560 y en el mundo 98.731
(Fuente: FAO, 2001). Si a estas cifras le sumamos el monopolio que
sufre la región latina con la invasión de las
transnacionales del rubro la crisis
aumenta, algunos datos a nivel
continental nos muestran como se van reproduciendo e
interrelacionando los poderes económicos: MONSANTO dispone
de 64 empresas, DUPONT de 63, NOVARTIS (ahora Syngenta de 58) y
ZENECA (ahora Syngenta) de 44.

La Red de Acción
en Plaguicidas y sus Alternativas para América
Latina (RAPAL), informó, a través de su directora
María Elena Rozas, que los plaguicidas más
dañinos usados en agro-exportación en
América Latina son sumamente peligrosos, ya que producen
efectos crónicos como cancerígenos,
teratógenicos, tumorígenos. Algunos de los
plaguicidas más dañinos usados en
agroexportación en América Latina son
Carbofurán, Glifosato, Metamidafos, Paraquat,
Clorpirifós, Monocrotofos, entre otros.

La exposición
continuada a cantidades pequeñas de agrotóxicos por
largos períodos de tiempo genera
daños crónicos son terribles para todas las formas
de vida en el planeta. Algunos de ellos son lesiones cerebrales y
del sistema nervioso,
enfermedades
cardiovasculares, afecciones renales y hepáticas
(hígado), algunos tipos de cáncer, mutaciones
genéticas y teratogénesis, problemas
endócrinos y reproductivos y depresión
del sistema inmunológico (defensas).

El uso de plaguicidas también provoca impactos
ambientales y de salud en América
Latina como daños agudos y crónicos,
aparición de plagas, enfermedades y hierbas
resistentes, disminución de la biodiversidad, muerte de
insectos benéficos, contaminación de aguas superficiales y
subterráneas.

Ente los principales efectos ambientales podemos
mencionar: Resistencia de
insectos, hongos y malezas, derivando en un aumento de las dosis,
aplicaciones y mezclas de
plaguicidas en una espiral del veneno que contamina y aumenta los
costos de
producción de los cultivos.

  • Residuos de plaguicidas organoclorados en especies
    de la vida silvestre. En aves predadoras y migratorias,
    resultado de la deriva de la aspersión aérea y
    de la bioacumulación de estos compuestos en la cadena
    alimentaria.

  • Afectación de la biodiversidad en insectos,
    por uso de insecticidas; y empobrecimiento biológico
    de los suelos por la afectación de la microflora y
    microfauna del suelo, especialmente en el uso de fumigantes,
    que crean un "vacío" biológico que pasa a
    llenarse con la colonización de patógenos y
    enfermedades, a la que se aplican nuevas aplicaciones de
    fungicidas.

  • Contaminación de agua superficial y
    subterránea: En el caso del agua subterránea
    por la contaminación por herbicidas poco estudiado en
    México, por lo que es necesario fortalecer un sistema
    de monitoreo de la calidad ambiental abierto a la consulta
    pública y la participación
    ciudadana.

  • Manejo inadecuado de materiales y residuos
    peligrosos. Los envases de plaguicidas vacíos
    así como los residuos peligrosos generados en su
    producción y formulación.

  • Destrucción de la capa de ozono
    estratosférico, que filtra las radiaciones solares. Es
    el caso del bromuro de metilo, usado como fumigante del suelo
    y para la conservación de granos almacenados; que
    forma parte de las sustancias controladas por el Protocolo de
    Montreal, y ante el cual el gobierno mexicano debe establecer
    cuotas máximas de importación a partir del
    2002, y buscar su pronta eliminación, teniendo como
    fecha límite el 2015, fecha sujeta a la
    revisión en futuras reuniones

Uso intensivo de
fertilizantes

Fertilizantes son todas aquellos productos
químicos que se aplican al suelo para
volverlos mas productivos y alcanzar mayor rentabilidad
en la producción.

El suelo, es un recurso vital para la producción
de los alimentos y subsistencia del hombre, sin embargo se pierde
a ritmos alarmantes. La agricultura contemporánea, con
todas sus artificiales distorsiones, se ha convertido en una
seria amenaza para el propio suelo que la sustenta. Los frutos de
esta agricultura intensiva, moderna o industrializada ha
provocado problemas ecológicos como: Pérdida de
fertilidad, erosión y
contaminación de los suelos.

La agricultura actual desconoce el inmenso potencial
genético ya que los agricultores utilizan semillas de
variedades de "alto rendimiento", que llevan a la
utilización obligatoria de altas dosis de fertilizantes
químicos (sin fertilizantes no hay tales "altos
rendimientos") que hace que los cultivos sean más
susceptibles al ataque de plagas y enfermedades. Lo que incide a
la búsqueda de plaguicidas cada vez más potentes.
Es un círculo de veneno.

El exceso de fertilizantes químicos, altera en
las plantas la
absorción de micro elementos (nutrientes). Esto afecta sus
funciones
normales y, en consecuencia, las hace menos resistentes al ataque
de plagas y enfermedades. A esto hay que sumar, además,
los pesticidas que incorporan a la planta sustancias
tóxicas. Se crean, así, otras disfunciones y,
también, cambios complejos en el suelo que van: desde la
alteración de la población de microorganismos,
hasta trastornos en la dinámica de las reacciones
químicas del suelo. En el caso de "Aldrin" es que una
sola aplicación permanece en el aire por 27
años y en contacto con el suelo se transforma en
"Dieldrín", que tarda 48 años en
degradarse.

En el suelo existen microorganismos que se nutren de la
materia en
descomposición. La presencia de sustancias contaminantes
extrañas impacta, negativamente, en este proceso
natural. Crea desequilibrios y, a la vez, altera
fisiológicamente a los cultivos. Como es lógico,
por el consumo de
productos agrícolas en tales condiciones, se pueden
adquirir enfermedades. Es urgente, pues, pensar en preservar todo
nuestro potencial genético, que es enorme. No se debe caer
en el uso precipitado de "semillas mejoradas" que han sido
mejoradas para tecnologías que requieren un alto consumo
de insumos químicos, y no para nuestros suelos que reciben
una agricultura de subsistencia.

El nitrógeno es un factor de producción
muy importante porque determina el rendimiento. Sin embargo, se
ha comprobado que el uso de este nutriente afecta a la calidad del
agua y de la
atmósfera. Por un lado, las aguas con altas
concentraciones de nitratos producen un tipo de algas que
consumen el oxígeno
e impiden el desarrollo de
la fauna. Por otro,
los gases que
emiten los cultivos con índices de nitrógeno muy
elevados favorecen el calentamiento global de la tierra y
provocan problemas respiratorios a las personas con asma.

Una de las enfermedades más graves derivadas de la
ingestión de nitrógeno es la metahemoglobinemia o
enfermedad de los niños azules. Se trata de una
patología que afecta principalmente a los bebés y
que provoca una ausencia de oxígeno en la sangre. La
proliferación de casos relacionados con la
intoxicación de nitratos ya ha llevado a muchas industrias
conserveras y de potitos a elevar su grado de exigencia a los
agricultores para evitar daños en la salud
pública

Conclusiones

  • Las grandes empresas transnacionales están
    motivando el desarrollo de los monocultivos a fin de ofertar
    los llamados "biocombustibles" que no son otra cosa que
    "agro-combustibles" con el único fin de mantener el
    mercado y garantizar sus ganancias, descuidando con ello, la
    estabilidad del ecosistema.

  • Los monocultivos deterioran el ecosistema (sequias,
    inundaciones, erosión de los suelos) y afectan a la
    seguridad alimentaria del hombre.

  • El desarrollo de los monocultivos incide
    directamente en el creciente uso de plaguicidas y
    fertilizantes químicos, lo que conlleva a un
    descontrol ya que permite el paso del umbral ecológico
    de los organismos vivos provocando que estos se conviertan en
    plagas y, la creciente perdida de biodiversidad (vegetal y
    animal).

  • El uso de plaguicidas químicos como forma
    dominante en el control de plagas y la aplicación
    intensiva de fertilizantes químicos, es parte de la
    estrategia comercial de las Corporaciones que dominan la
    industria química, y de la aplicación de
    estrategias de especialización productiva de los
    ecosistemas en monocultivos extensivos con una
    concepción no sostenible de la productividad
    agrícola, que transfiere los costos sociales,
    ambientales y de salud pública deteriorando la calidad
    de vida y los derechos humanos de los afectados.

  • El uso intensivo de plaguicidas químicos
    agrícolas se puede reducir aplicando una estrategia
    integrada, con un control agroecológico de plagas que
    integra una variedad de técnicas, tales como el
    control biológico (con el uso de una amplia gama de
    agentes biológicos, incluyendo a insectos predadores y
    parasitoides, y hongos), de control cultural, de
    selección de variedades resistentes, del uso de
    insecticidas botánicos, de una fertilización
    biológica; estrategia que implican un cambio en la
    concepción productivista para armonizar la
    búsqueda de la rentabilidad con la protección
    de la biodiversidad y un máximo de calidad
    ambiental.

Recomendaciones

Frente al problema de la contaminación ambiental y riesgos a la
salud provocado por el uso de fertilizantes y plaguicidas
químicos es necesario un cambio
profundo de las políticas
públicas responsables del control del uso
de estos agrotóxicos, a fin de que permita el pleno
ejercicio de los derechos humanos, incluido
el derecho a la salud y a un medio ambiente adecuado para el
desarrollo y bienestar de las personas de las presentes y futuras
generaciones; para ello se requiere:

  • La aplicación de una Política
    Preventiva que estimule la Participación ciudadana y
    la inclusión de todas las empresas productoras de
    plaguicidas.

  • La elaboración de un Manual de uso de
    plaguicidas químicos por tipo de plaguicida y por
    cultivo, en el que se incluya cantidad (volumen),
    número de aplicaciones y extensiones tratadas.
    Así como, el nivel de peligrosidad, riesgo y cuidados
    en su manejo.

  • Programas prioritarios de
    reducción de uso de plaguicidas químicos en las
    regiones de mayor contaminación.

  • Apoyo a la expansión de la
    agricultura orgánica

Bibliografía

BEJARANO, F. 2007. Derechos Humanos Ambientales y
plaguicidas químicos

CARLOS VICENTE. 2007. A quien le interesa el
monocultivo. Red Grain para la revista
BIODIVERSIDAD. Localizado en: http://www.defensahumanidad.cult.cu

FAZ, A. (1980). Principio de Protección de
Plantas. Editorial Científica Técnica. La Habana.
1980

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El monocultivo: apoderamiento de la herencia
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Mexico.

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F,

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SUAREZ R. 1986 Protección de Plantas. Editorial
Pueblo y Educación. La Habana.
1986.

UNIVERSIDAD DE ARIZONA. 2001. Los plaguicidas en el
Ambiente. Toxicología Ambiental. Evaluación
de Riesgos y Restauración Ambiental. Mexico.

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Ing. Miguel Everaldo Contreras,
UPR

MSc. Ma. Arelis Ramos
Alonso

MSC. María L. Hernández
Gort

"Año 50 de la Revolución"

UNIVERSIDAD DE PINAR DEL
RÍO

"HERMANOS SAÍZ MONTES DE
OCA"

FACULTAD DE FORESTAL Y
AGRONOMÍA

Partes: 1, 2
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