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La sociedad humana ante la globalidad (página 7)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Las compañías grandes canalizan su
inversión adonde "puedan mejorar el
desempeño de su operación mundial,
ya sea porque ello les dé acceso a recursos
naturales o porque contarán con externalidades ligadas
a la disponibilidad de capital humano o
de infraestructura física o
tecnológica," creen Bekerman et.
al.
[453] Adelante defino
externalidades.

"La
organización industrial centrada en la autoridad
ejercida en un cuadro jerárquico rígido, con
intereses divergentes y una distribución desigual de la información, cede el lugar a una
relación de colaboración tecnológica basada
en la reducción de las asimetrías de la
información y el acuerdo sobre criterios que norman la
calidad de los
procesos y
productos y
exigen la participación de proveedores
cada vez más especializados," indica
Casalet.[454]

Los procesos productivos se fragmentan y las unidades se
especializan, para aprovechar ventajas competitivas en cada
ubicación factible y tener "mayor independencia
entre la localización industrial y los encadenamientos
productivos. Se pueden identificar las tendencias tanto
centrífugas hacia la descentralización cuanto centrípetas
hacia el agrupamiento de actividades en áreas
especializadas, en las que se maximiza la desintegración
vertical de los procesos productivos y las relaciones de
compraventa entre empresas," dice
la misma autora.[455]

Se observa trasformación estructural
autogenerada, apoyada en evolución tecnológica, productividad,
libertad de
mercado y
capacidad competitiva. Ensancha la gama de posibilidades entre
las que se puede elegir y la posibilidad de diversificar
especialidades productivas, crear empleo y
diluir riesgos por
colapsos de mercado y recesos cíclicos, bajo el principio
"no poner todos los huevos en una canasta."

Esto origina sectores dinámicos con cobertura y
fuerza
suficientes para remolcar actividades tradicionales, reconvertir
a las obsoletas e informales, absorber el exceso de fuerza de
trabajo y
diluir incongruencias sectoriales y regionales. Son los que se
deben promover.

67. Intervención estatal
acotada

Liberalismo no
implica ausencia de planificación, mientras ésta no
reprima ni frene la economía, sino que sirva para organizarla y
señalar caminos de acción;
mantener estabilidad, evitar desequilibrios, prevenir
catástrofes o atenuar sus consecuencias, y determinar
adónde dirigir el esfuerzo y cómo repartir los
beneficios. La discusión no es si debe aplicarse, sino el
carácter y profundidad que ha de
asumir.

La teoría
de la mano invisible supone que los mercados son
perfectos, i.e., que prevalece situación
ideal y recobran su equilibrio
mediante proceso
similar a la homeostasis.

Un mercado perfecto cumple cinco requisitos:
número de vendedores y compradores tan numeroso que
ninguno en forma individual puede influir en el precio; las
condiciones en que actúan los vendedores y compradores son
idénticas para todos; ofrecen producto
tipificado, homogéneo; vendedores y compradores tienen
libre acceso, y todos disponen de información veraz,
abundante y oportuna.

En la vida real los mercados adolecen de
múltiples fallas: prácticas
monopolísticas
: influencia de uno o pocos vendedores;
prácticas monopsonísticas: de uno o pocos
compradores; diferenciación de productos en
calidad, presentación, ubicación, servicio,
publicidad, etc.
confieren carácter
monopolístico;[456]
externalidades: circunstancias ajenas a las empresas que
les brindan economías o deseconomías, tales como
servicios de
salud y educación, tecnología no
protegida, bienes
públicos, entre las favorables; contaminación de aire y agua entre las
negativas;[457] participación del
Estado
, como oferente o demandante de bienes y servicios;
aglomeraciones industriales; leyes,
reglamentos
y burocratismo que constriñen
las actividades, e información defectuosa, nula,
insuficiente, falsa, alterada o privilegiada.

Además, el cumplimiento de las leyes de mercado
se condiciona a que el cuadro permanezca invariable: caeteris
paribus
. Tampoco ocurre en la práctica, donde todo se
modifica continuamente, surgen dificultades, y cada quien
actúa por su cuenta y riesgo: entabla
guerra con
competidores; procura optimizar eficiencia, ser
competitivo y vencer; se esmera por lograr la relación
más conveniente entre eficiencia y posición en el
mercado. Esta lucha genera entropía en los mercados, es decir,
pérdida de energía.

Eficiencia consiste en el mejor aprovechamiento
de los recursos
disponibles: se manifiesta en productividad. Depende de
la organización, administración y especialización de
las unidades. La posición en el mercado deriva de
dar a los clientes lo que
desean, atraerlos y conservarlos; penetrar en el mercado;
adaptarse a él y sus mecanismos. En eso consiste la
eficacia[458]

La competitividad es óptima
cuando eficiencia y posición en el mercado son las mayores
alcanzables; vulnerable, si existe alta eficiencia y
baja participación; desaprovechada, con escasa
eficiencia y posición elevada, y pésima,
si ambos conceptos son bajos.

Al ampliarse y estabilizarse productividad y competitividad
se incrementa la rentabilidad, lo cual confiere a las
empresas flexibilidad para capitalizarse y
desarrollarse.

La misión de
cada empresa es
conseguir la productividad, competitividad, rentabilidad y flexibilidad
óptimas alcanzables.

Como la eficiencia de la economía en conjunto
está sujeta a la de las unidades que la forman, los
gobiernos, por muy liberales que se proclamen, implantan políticas
de protección y apoyo a sectores estratégicos o
vulnerables, como agropecuario, empresas pequeñas y
medianas (PYMEs),
así como a ejes de la economía: siderurgia e
industrias de
alta tecnología en naciones prósperas; azúcar,
estaño
o café,
en áreas subdesarrolladas, y petróleo, quienes lo tienen.

Se inspiran en el principio de la mejor
alternativa
(second best), de Lipsey et.
al
., el cual asienta que si en una economía existe
una falla de mercado ineludible, la solución óptima
es que intervenga el gobierno.[459]

Dadas las fallas causadas por el globalismo en
áreas subdesarrolladas, conviene intervención
estatal selectiva, acotada por el mercado, para vigorizar marco
institucional, infraestructura, educación y
tecnología y así apuntalar la competitividad de
sectores clave. Es "elemento fundamental de las políticas
de desarrollo de
los países desarrollados y de los países emergentes
de Asia,"
señala De Maria y Campos.[460]

Incluso existe acuerdo sobre buenas
prácticas
en el seno de Organización Mundial de Comercio (OMC), que admite
favorecer a PYMEs, desarrollo local y regional, protección
de medio
ambiente, generación de empleo, equidad social
y desarrollo
humano.[461]

La política de fomento
es aplicable en el neoliberalismo, si bien su enfoque varía en
tres puntos.[462]

Primero, en lugar de actuar sobre mercados de productos,
se orienta a mercados de factores, con objeto de gestar innovación y adquirir capacidad
competitiva. Es decir, se promueve la asignación de
recursos, en vez de estimular la producción, como en el proteccionismo.
Asimismo, se educa, capacita y motiva al factor
humano.

Segundo, se opta por la intervención indirecta
del Estado, quien
deja de ser protagonista y participa como guía,
facilitador e inductor; orienta, auxilia y estimula a la mano
invisible —de particulares— y así participa en los
movimientos del mercado.

Tercero, se promueve el talento empresarial como pivote
de desarrollo, para lo cual se alientan investigación, organización,
tecnología, innovación, informática y desde luego
planificación. La intención es enriquecer la
competitividad y no aumentar la producción como
fin.

68. Fomento planificado

Las fallas de mercado son colosales en toda
economía rezagada: se patentizan en distorsiones,
desequilibrios e irregularidades. La estructura
productiva es mórbida, deforme y mantiene situación
caótica estacionaria, que Nurske llama equilibrio de
subdesarrollo
.[463] Agudiza asimetrías
entre regiones, sectores y estratos, pues el avance de unos se da
en detrimento de otros.

El aparato económico mexicano afrontará
serios retos en los próximos 30 a 45 años: la
población pudiere alcanzar entre 130 y 140
millones de personas en 2030 y de 140 a 155 millones en 2045, por
lo que la demanda de
bienes y servicios avanzará a ritmo acelerado; los
compradores exigirán calidad y precio atractivos;
será imperativo cuidar y regenerar los recursos naturales,
y se acentuará la competencia
externa.

El programa de
fomento tiene que especificar tendencias y definir
¿qué país se puede construir?,
¿adónde dirigir la economía a largo
plazo
?, ¿qué objetivos y
metas perseguir
?, con el enfoque sistémico, realista
y globalista reiterado y con respeto a las
culturas nacional y regionales.

Sentado lo anterior hay que precisar qué planta
productiva es factible erigir; identificar actividades
estratégicas, necesarias y dinámicas, y establecer
mecanismos para organizar, promover, orientar, proteger y apoyar
su desarrollo. Es indefectible bajo las reglas actuales de
competencia, que modifican y complican el mercado e introducen
nuevas fallas, pues la revolución
en computación, informática y telecomunicaciones altera los procesos de
organización, financiamiento, producción y comercialización.

Exige reconocer que se vive "el colapso de las estructuras
tradicionales de organización, manifiesto en las
reducciones de tamaño, la subcontratación, las
alianzas estratégicas, la reingeniería
de procesos y los equipos virtuales o dispersos
geográficamente, evidencia [sic] fuerzas tanto en
el sector
público como en el privado que tienden a aplazar y
comprimir organizaciones
para que cuesten menos y funcionen mejor," como suscribe Van
Wert.[464]

El plan sólo
es concebible como política de Estado, integral, de plazo
largo, enfilado al interés
colectivo, por lo que se han de desterrar proyectos
unitarios, aislados, cercenados por sexenios, fincados en la
búsqueda de prestigio personal.

El círculo vicioso de atraso se vigoriza por
estructura defectuosa del Estado e ineficacia de instituciones
y programas
gubernamentales, reflejados en anomia e ingobernabilidad, que son
tan destructivas como los fenómenos naturales y
económicos, por erosionar la competitividad
sistémica y dificultar, interrumpir o retrasar el
avance.

La posibilidad de éxito
está sujeta a que se reforme el Estado, las
instituciones sean competentes y se mantenga ambiente
cordial, seguro y
propicio, en los términos expuestos en Capítulo
51
, que patrocine competitividad
sistémica.

Al Estado y su brazo ejecutivo, el gobierno, corresponde
velar por el funcionamiento óptimo de la sociedad.
Tienen la responsabilidad de que su mano visible
organice y oriente la estructura económica y las
relaciones entre regiones, sectores y empresas, amén de
ordenar, proporcionar y vigilar flujos de factores, productos e
información, en un clima de
colaboración e integración.

Les compete establecer marco institucional eficiente;
construir, mantener y reforzar la infraestructura; brindar
servicios
públicos eficaces; crear y robustecer ventajas
comparativas; recomendar su aprovechamiento; alentar desarrollo
tecnológico y aplicación de innovaciones; orientar
la asignación de recursos a usos más redituables;
consolidar la posición de las empresas nacionales en el
ámbito interno y en el externo; así como crear
condiciones para que las empresas operen con eficiencia
administrativa, capacidad tecnológica, eficiencia
productiva y competitividad local e internacional. En suma,
están obligados a fomentar y vigorizar la competitividad
sistémica.

Deben implantar esquemas que las empresas aprovechen
para definir sus programas estratégicos; suscitar efecto
multiplicador que se propague por todo el sistema; marcar
el ritmo del aparato productivo nacional; compartir
información, tecnología y procesos; asesorar en el
control de
operaciones y
del mercado (logística, tecnología,
innovación, finanzas,
distribución, mercadotecnia,
publicidad), y cancelar o descentralizar etapas inconvenientes de
producción.

Es imperativo considerar tanto aspectos relacionados con
la asignación más conveniente de recursos, que
asegure alta productividad, como el logro de resultados concretos
en empleo, ingreso, finanzas sanas, estabilidad monetaria y
balanza de pagos
superavitaria.

La política de fomento no depende sólo de
consideraciones soberanas. Existen compromisos entre gobiernos,
lo mismo en organismos regionales (TLCAN, UE) que
internacionales (ONU, OMC,
FMI, BM). Ante
ello la planificación ha de hacer compatible la
economía nacional con la internacional, en busca de
posición provechosa en el concierto mundial.

Los eslabonamientos alcanzan su máxima
expresión en la integración entre naciones.
Reconvertir la planta productiva planetaria, fincada en cadenas y
redes, se rige
por decisiones de los consorcios trasnacionales poderosos, y
enorme cantidad de transacciones se realizan en el espacio
cibernético, sin importar linderos territoriales. Por
tanto, dicha política debe formularse en armonía
con los intereses del universo de
involucrados: sociedad civil,
corporaciones, gobiernos y ONGs. Es sólo un tramo de la
escalera por la que se asciende en el aprovechamiento eficiente
de los recursos y la creación de empleo productivo bien
remunerado en los ámbitos local, regional, nacional y
global.

El engarce de economías tan disímiles como
EUA y México en
el Tratado de Libre
Comercio de América
del Norte (TLCAN) establece cuadro propicio para relaciones
interindustriales —entre sectores distintos— basadas
en ventajas de ambos países, distintas a las relaciones
intraindustriales —dentro del mismo sector— que
predominan entre Canadá y EUA por su semejanza. Deben
planificarse científicamente.

"La ampliación del mercado y la
complementación productiva abren nuevas oportunidades para
lograr las economías de escala y la
especialización que permitan alcanzar mayores niveles de
competitividad internacional. […] La integración
regional ofrece ganancias potenciales pero no determina su
magnitud ni la forma en que se distribuirán entre los
países socios. Una de las condiciones para que todos los
países socios alcancen los mismos beneficios potenciales
[…] es que se logre la convergencia, incluso, la coordinación de las políticas
industriales nacionales," opinan Bianchi et.
al
[465]

El programa de fomento comprende protección
del medio
—que abordo enseguida— y
planificación ambiental, abierta en tres
vertientes: actividades rurales, actividades urbanas y
ciudades, infraestructura y energía
, que examino en
las tres últimas partes de este trabajo.

69. Protección del
medio

Ligada al dilema económico se halla la tarea
gubernamental 5. Administrar, proteger y desarrollar el medio
ambiente
, cuyos elementos básicos son oxígeno, agua y suelo.

Oxígeno es el más importante, por
ser mínimo el tiempo que un
ser humano subsiste sin él. Aún así
permanentemente se le enrarece mediante combustión de materias fósiles y
procesamiento químico de hidrocarburos,
que causan lluvia ácida —acumulación de
ácido sulfúrico— y efecto-invernadero
—acumulación de gases por
combustión de materiales,
que eleva temperatura
del planeta y nivel de los mares, ocasiona lluvias intensas e
inundaciones en zonas costeras y sequía en el interior.
Otro enemigo son los gases impelentes (aerosoles), que
asociados a erupciones naturales como las volcánicas,
corroen la capa de ozono
que filtra los rayos ultravioleta del sol y reduce la
protección contra los
mismos.[466]

La contaminación del aire se vuelve alarmante
en Londres en siglo 19°; en Los Ángeles y
Tokio a mediados del siglo 20°, y luego se extiende por
doquier.

En Conferencia sobre ambiente humano,
organizada por ONU en 1972, se especifica que los Estados "tienen
la responsabilidad de asegurar que las actividades dentro de su
jurisdicción o control no causen daño al
ambiente de otros Estados o a áreas fuera de los límites de
la jurisdicción nacional." De cualquier modo, "no se ha
hecho el intento de formular una Ley tratado de la
atmósfera
multilateral," aseveran Pearson et.
al.
[467] Poco después ONU emprende
Programa ambiental, con los objetivos de evitar el
efecto-invernadero y el adelgazamiento de la capa de
ozono.[468]

México emite en 1971 Ley federal para
prevenir y controlar la
contaminación ambiental
, sustituida en 1983 por
Ley federal de protección al ambiente, y crea
dependencia especializada que culmina en 1994 en Secretaria del
Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca
(SEMARNAP).[469]

Son imperceptibles sus resultados y el mal se agrava por
la amplitud del territorio, ignorancia e inconciencia de la
población, legislación inadecuada, vigilancia
ineficaz, falta de planificación territorial y fondos
insuficientes.

En México se emiten 3.8 toneladas de
bióxido de carbono por
habitante, semejante al promedio mundial de 4 toneladas, aunque
inferior al de países adelantados, donde supera 10
toneladas.[470]

La industria
manufacturera es de las más contaminantes y es
mínimo lo que hace para impedir el daño. Husted
et. al indican que la inversión en servicios
ambientales es casi nula: 0.5% del capital total,
porque "las leyes mexicanas no prevén de manera
explícita modelos de
responsabilidad por daños
ambientales."[471]

Varios motivos inhiben el gasto privado en mejoramiento
ambiental: financiero, 59%; tecnológico, 12%; falta de
incentivos,
10%; incosteabilidad 8%, y otros, 11%, informan Mercado et.
al.
[472]

El planificador tiene que establecer normas
mínimas que obliguen a gobiernos, empresas y particulares
a proteger la atmósfera, así como vigilar que se
respeten o caso contrario se apliquen las sanciones
correspondientes.

Agua y suelo se degradan cada
día.

La insuficiencia de agua potable
se vuelve crítica. A fines de siglo 20º el orbe
disponía de 8,300 metros cúbicos por habitante
(M3/H) al año. La frontera entre
escasez y
abundancia es 5,000 M3/H. La mitad de los pobladores están
debajo de esta cifra—aviso de restringir el consumo— y
15% disponen de menos de 1,000 M3/H —situación
desesperada.[473]

Los desiertos cubren 30% de la superficie mundial.
Durante el siglo 20º se eliminó 40% de la selva
húmeda y se extinguió 20% de flora y fauna. La
desertización ocasiona cambios atmosféricos y
favorece incendios
forestales.

Todos los gobiernos y la comunidad
mundial deben asumir su compromiso de administrar, proteger y
regenerar el medio ambiente y tomar acciones
firmes para planificar su aprovechamiento, cuidado y control,
especificados en programa ambiental de aplicación
universal, que tenga como requisito fundamental que el desarrollo
económico sea sustentable y se mantenga equilibrio
entre población, recursos y su explotación, en los
términos expuestos en Capítulo 30,
supra
.

En Capítulo 70 examino la
situación de agua y suelo en México.

Octava parte

Actividades
rurales

70. Territorio mexicano

Los colonizadores españoles se impresionan por
las riquezas naturales del territorio mesoamericano invadido. Su
interés es explotarlas. A los frutos originarios
maíz,
calabaza,
frijol, chile, maguey, jitomate, cacao, algodón, tabaco y otros—
agregan trigo, arroz, avena, cebada, café, caña de
azúcar más un sinfín, que se aclimatan con
éxito, e introducen cría de
ganado.[474]

Tales antecedentes originan dos mitos: que
México posee inmensa riqueza natural, equiparable
al cuerno de la abundancia, dibujado en el contorno de
la
república, y que su vocación es
agrícola, porque el grueso de la población
labra el campo.

Ambas leyendas se
imprimen en el alma
colectiva. Los devotos de la patria las refieren con orgullo y
lamentan que no se aprovechan por ineptitud y corrupción gubernamental.

En 1937 Alanís Patiño advierte que las
condiciones físicas son desfavorables para actividades
primarias, cuando éstas ocupan 67% de la población
y aportan 20% del producto bruto,[475] con
productividad bajísima, que sumada a veloz crecimiento de
población y agotamiento de recursos ya entonces incuba
miseria.

"La ilusión producida por la creencia en una gran
riqueza inexplotada tuvo a la postre un efecto desmoralizador en
los sectores más importantes de la nación,
pues la imagen de un
pueblo miserable que vive en medio de tan grandes riquezas
tenía que conducir necesariamente al menosprecio del
carácter y las aptitudes de ese mismo pueblo," escribe
González Santos.[476]

Falso que exista abundancia de recursos naturales, como
demuestro adelante, sobre todo si se reflexiona en que la
población se cuadruplica entre 1950 y 2000.

Falso que exista vocación agrícola, ya que
lo contradicen el medio físico, la distribución de
fuerza de trabajo y el tiempo dedicado a labranza. Lo ilustro en
Capítulo 68, infra. La mayoría de
trabajadores eran campesinos hasta mediados de siglo 20°,
porque no había otros caminos en la economía feudal
heredada.

Cierto que la pobreza rural
obedece a desorden, corrupción, derroche, discontinuidad de
programas, errores y la cadena de sucesos y circunstancias
descritos en este ensayo. Se
compendia en falta de planificación espacial.

El territorio nacional mide 1.967,183 kilómetros
cuadrados. Lo cruzan el Trópico de Cáncer y la faja
desértica y selvática que rodea el planeta. Es muy
accidentado: la cuarta parte tiene pendientes superiores a
25°, impropias para explotación
agrícola.[477] Darle viabilidad productiva
requiere inversión en infraestructura, instalaciones
urbanas, habilitar suelos,
viviendas, desarrollo social
y servicios, que escasea.

Se distinguen cuatro zonas: árida, 53%,
en centro y norte; trópico seco, 17%, en costa
sur del Pacífico; templada, 17%, comprende dos
franjas que forman una ye, localizada al centro, y
trópico húmedo, 13%, Veracruz, sureste y
península de
Yucatán.[478]

La disponibilidad anual de agua es 190,000 M3:
87% superficial y 13% subterránea.[479] La
cifra por habitante, 1,900 M3, es alarmante, muy abajo de la
frontera entre escasez y abundancia citada: 5,000
M3/H.

La lluvia es exigua: 800 milímetros
anuales promedio, de los que 70% se pierde por
evaporación. "Más de la mitad del territorio
mexicano localizado en el norte y en el altiplano recibe
sólo 9% de la precipitación media anual, pero
concentra 75% de la población del país, 70% del
[PIB]
industrial y 40% de las tierras agrícolas de temporal. En
tanto, casi 70% de la precipitación anual ocurre en el
sudeste, donde vive 24% de la población," informa Quadri
de la Torre.[480] El temporal dura de tres a
cuatro meses, entre junio y septiembre. Es evidente la
"sobreexplotación de acuíferos y obliga a hacer
transferencias entre cuencas. La contaminación, por otro
lado, ha reducido el potencial de uso de varios acuíferos,
ríos y cuerpos de agua."[481]

El líquido tiene tres enemigos, que aquí
se ensañan: consumo excesivo, desperdicio y
contaminación. Resultan de pésima administración, irresponsabilidad,
incongruencias y conductas que destruyen, degeneran, ensucian,
derrochan y merman los recursos. Es urgente planificar el
aprovechamiento racional de agua y garantizar su
abastecimiento.

El suelo apto para agricultura es raquítico: 14% del
total. En cuarenta años perdió 2 millones de
hectáreas.[482] Para
pastoreo es 41%. Perdió 6
millones.[483] Los bosques cubren 29% del
territorio. Descuido, ineficacia, corrupción y
contubernios auspician depredación incontenible: en 40
años se perdieron 10 millones de
hectáreas.

México se desertiza con rapidez por varias
causas: erosión,
que afecta 81% de la superficie;[484]
prácticas nocivas (explotación exhaustiva, cultivo
en pendientes, aplicación inmoderada de pesticidas y
fertilizantes, drenaje defectuoso, quema de suelos, etc.);
pastoreo excesivo, y destrucción de bosques (tala
incontrolada, conversión de tierras, corte de leña
e incendios).[485]

El problema es eterno: "con la conquista
española, el equilibrio de recursos y población
cambió abruptamente. Los conquistadores talaron grandes
cantidades de árboles
para utilizarlos como material y combustible. Sus arados
penetraban más profundamente en la tierra que
los palos para cavar de los indígenas, y su ganado y sus
ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos sistemas de riego
y molinos harineros concentraban o redistribuían las
afluencias del agua. Ninguno de los nuevos procedimientos
era desastroso en sí mismo pero el efecto combinado a
través de los años fue una disminución
acelerada del terreno agrícola," comenta
Gibson.[486]

El grueso de los mexicanos no racionaliza la
trascendencia de cuidar el medio. Les incumbe su provecho
inmediato. Su perspectiva temporal se limita a su esperanza de
vida o cuando mucho la de sus hijos. Confían en que otro
resuelva los problemas,
atenidos al criterio "el que viene atrás que arree,"
desprendido de ignorancia e hijismo.

Es impostergable la explotación inteligente y
sustentable del medio, lo cual exige vigilarlo, cuidarlo,
restaurarlo y enriquecerlo, con base en programa territorial que
fundamente el ¿dónde?, referido a uso
rural del suelo, actividades económicas urbanas, ciudades,
infraestructura y energía, en cuatro dimensiones:
nacional, regional, sectorial y
global.[487]

La región es unidad espacial
idónea de planificación. ONU la concibe
"eslabón entre la colectividad local y la nacional, [que]
constituye un término de referencia apropiado para la
equilibrada integración de los proyectos de desarrollo de
trascendencia nacional con los que se basan en la iniciativa
local."[488]

Cada región es un sistema complejo, integrado por
varios módulos: físico, cultural, político,
económico, étnico, social, etc., con componentes y
atribuciones singulares, cuyo plan maestro debe estar desmenuzado
en programas correspondientes a tales módulos, donde se
especifiquen necesidades, problemas y carencias
específicas, posibilidades y recursos, objetivos,
políticas y proyectos, determinados y atendidos desde
dentro, apoyados, coordinados por y bajo vigilancia del organismo
central. Es aconsejable planificación descentralizada,
como corresponde a la organización federativa
mexicana.

Lo ideal sería delimitar regiones según
sus características particulares. Es irrealizable. Lo
práctico consiste en apegarse a la división
política en Estados, municipios y localidades y delinear
zonas bien definidas.

A partir de ellas hay que formular programas
regionales
, que llenen dos funciones
enunciadas por Della Porta:[489]

Función técnica: desmenuzan el
espacio en detalle, que el plan nacional no hace; muestran el
espectro sociocultural en sus múltiples partículas;
proporcionan vasta información cuantitativa y cualitativa,
que permite conocer variables y
parámetros del conjunto para disponer del mapa
íntegro de localización espacial, y sirven de base
para fijar objetivos locales, congruentes con los
nacionales.

Función política: despliegan
aspiraciones y deseos de la colectividad local: permiten
comprender la dialéctica social y conciliar los
contrastantes intereses locales con los nacionales.

"Una planificación regional apropiada proporciona
una estructura den- tro de la cual pueden aprovecharse los
recursos
humanos, naturales y económicos de una zona para la
ejecución de programas de desarrollo tanto nacionales como
locales. La planificación, concebida de este modo, como
las buenas prácticas presupuestarias y administrativas,
pueden convertirse en instrumento de buen gobierno para
beneficio de un pueblo con su participación," opina
ONU.[490]

La noción instrumento de buen gobierno
involucra el contenido regional de la planificación en la
solución del dilema político y la
democratización de la sociedad, tratados en
Quinta parte.

En el sistema territorial se enlazan e
interactúan recursos, gobiernos, sectores, empresas,
hogares y personas, que componen la estructura espacial, cuyas
interrelaciones se generan intra e ínter
las cuatro dimensiones: nacional, regional, sectorial y
global.

La cuestión ¿dónde ubicar
una actividad? rebasa localidad, región y país y
obliga a detectar el lugar del planeta más conveniente
para localizar fases de las cadenas productivas, sin importar
linderos políticos. En eso consiste globalizar.
De aquí la importancia de dar dimensión
global al plan nacional y sus programas.

Lo dicho suscita dos géneros de decisión:
activa: establecer una o varias fases de la cadena
productiva en otra región o nación-Estado, y pasiva:
recibirla(s) de fuera.

En un país subdesarrollado es típica la
segunda, aunque se dan casos de participación en otros
territorios. Compañías mexicanas tienen
subsidiarias en el extranjero.

Al programa territorial toca precisar líneas de
ordenamiento y control en las cuatro dimensiones territoriales,
con cuidado de mantener balance entre elementos
ecológicos, culturales, políticos, étnicos,
sociales, demográficos y económicos. Lo abro en las
vertientes enunciadas: uso rural del suelo; actividades
económicas urbanas,
y ciudades, infraestructura y
energía
.

71. Uso rural del suelo

La primera vertiente de planificación espacial es
uso rural del suelo. Para abordarlo hay que partir del
régimen de tenencia, por sus implicaciones físicas,
jurídicas, culturales, humanas, sociales,
políticas, económicas e institucionales.

En la civilización azteca las tierras pertenecen
al monarca, quien asigna cierta "extensión llamada
calpulli, repartida en parcelas entre las familias del
poblado, quienes estaban obligadas a cultivarlas," relata
Mendieta y Núñez.[491]

En la colonia los conquistadores permiten a los indios
conservar su organización y les asignan superficies con
pastos o monte para cría de ganado. Los ubican a la salida
exitum, en latín— de las aldeas: por eso se
llaman ejidos. "Todas las propiedades de los pueblos
indígenas […] eran comunales, pertenecían al
núcleo de población y no a los poseedores de ellas
individualmente considerados."[492]

Las mejores tierras se conceden a españoles. "A
los indígenas se les dio únicamente la tierra
indispensable para la satisfacción de sus necesidades que
[…] eran mínimas." Si se considera el crecimiento
demográfico, "surgió el problema de la tierra desde
la época colonial, de tal modo que cuando México
realizó su independencia, llevaba ya ese problema como una
fatal herencia del
régimen pasado," comenta dicho
autor.[493]

El imperio hispano se mantiene ajeno al desarrollo
industrial de Europa. Por ello
Nueva España
tiene estructura feudal, que México hereda al
independizarse.

Es obvio que la agricultura es pilar de la
economía y la población rural significa 90%. Antes
de la reforma juarista la Iglesia
Católica acapara la mitad de las tierras y el resto los
latifundistas, informa Lucas Alamán.[494]
Durante la gestión
de Porfirio Díaz pasa a los hacendados,
versión local de señores medievales.

La revolución de 1910 "fue una
revolución agraria, motivada por la injusta
distribución de la tierra (por el escandaloso
acaparamiento de la propiedad),"
señala Mendieta y Núñez.
[495]

Al principio de siglo 20° las actividades
agropecuarias se mantienen como columna de la
economía.[496] Se efectúan con
procedimientos rudimentarios, productividad ínfima y
desperdicio nefasto.

En 1915 se promulga Ley agraria. Su consigna es
distribuir la tierra entre campesinos "que la trabajan con sus
manos," lema atribuido a Zapata, que todavía ostenta el
escudo del Estado de Morelos.

La Constitución de 1917 reconoce tres
formas de tenencia: pequeña propiedad, comunidad
indígena
y ejido. Prohíbe el
latifundio y fija tope de 100 hectáreas a superficies de
riego y 200 a las de temporal; de allí lo de
pequeña propiedad.

El ejido se conserva con una diferencia respecto a su
concepción original: incluye tierras de labor,
además de pastos y monte. "Su goce no es comunal, se
reparte en parcelas a los ejidatarios, individualmente
considerados, con la obligación de cultivarlas, pues si
dejan de hacerlo durante dos años consecutivos pierden su
derecho sobre ellas."[497]

El reparto de tierras alcanza montos inconcebibles:
Lázaro
Cárdenas asigna 18 millones de hectáreas;
López Mateos, 10 millones; Díaz Ordaz, 26 millones.
La suma total asignada es 103 millones de hectáreas
ejidales y comunales: más de la mitad del territorio
nacional. La mayor parte son impropias para cultivo. La
superficie sembrada total es de sólo 20
millones.[498] Esta cifra muestra lo falaz
de la acción.

Se levanta "una estructura agraria desfavorable para el
desarrollo económico, y aún para el bienestar
social. Combatiendo el latifundio, caímos en el
minifundio, que para los fines del desarrollo es todavía
peor. Y en formas petrificadas de tenencia y en una
situación crónica de inseguridad. O
sea que, llevados por altos ideales de justicia
social, dimos un bandazo regresivo," deplora Fernández y
Fernández.[499]

"La inmensa mayoría de las unidades productivas
que se crearon como consecuencia del reparto de tierras no
contaban con las condiciones productivas ni organizativas
necesarias para responder a los requerimientos productivos que
demandaba el proyecto de
sociedad que se pretendía conformar, donde la
industrialización era el eje central," anota Morales
Ibarra.[500]

"El Estado tenía que suplir esta deficiencia y
hacerle llegar a los ejidos los recursos necesarios a fin de que
pudieran operar y generar los excedentes que se demandaban [y]
creó un serio conflicto
estructural, ya que […] más de la mitad de los recursos
productivos estaban en manos de productores que no tenían
los medios
suficientes para responder a las exigencias competitivas que
exigía el contexto capitalista,"
añade.[501]

La explotación agrícola actual se
estratifica en tres categorías, indica Casco
Flores.[502]

Comercial intensiva. De propiedad privada y
corte empresarial. Prevalece en regiones noroeste, centro-norte y
noreste, donde existen grandes obras de riego. Los predios son de
5 hectáreas o más. Es mecanizada y obtiene alto
rendimiento. Se orienta a mercados nacional y externo.

Intermedia extensiva. Tiene ligero cariz
comercial. Es fundamentalmente propiedad privada. Los predios son
de 2 a 5 hectáreas. Se encuentra en zonas
Pacífico-centro y Golfo-centro, donde predominan clima
templado y temporal abundante.

Tradicional. De subsistencia y autoconsumo. En
su mayoría ejidal y comunal. Utiliza técnicas e
instrumentos primitivos. Predios menores de 2 hectáreas,
en terrenos pobres, áridos, montañosos o
selváticos. Se ubica en regiones centro,
Pacífico-sur, sureste y península de
Yucatán. Cubre 80% de la superficie: tipifica al campo
mexicano.

Aquí se incuba la miseria de 25 millones de
indios, ladinos y mestizos, quienes producen lo indispensable
para no morir. Sus posibilidades de concurrir al mercado son
mínimas y esporádicas, pues no disponen de
producción excedente, competitividad ni medios de
comercialización. Su aspiración es que el temporal
sea favorable y conseguir sustento. No les preocupa cuidar ni
restaurar el ambiente. Explotan el suelo de manera irracional y
exhaustiva y lo empobrecen cada vez más. Muchos alquilan
sus predios o los trabajan como medieros (aparceros).
Cuando obtienen sobrantes recurren a intermediarios que abusan de
ellos. Ni siquiera tienen certeza de que permanecerán en
el terreno que ocupan, ya que en cualquier momento la reforma
agraria se las quita para adjudicarlo a otros, por errores,
invasiones o satisfacer peticiones. Es común que sean
desahuciados por quienes detentan poder e
influencia: por vía legal o violenta. Algunos grupos expulsan a
quienes no simpatizan con su cultura,
ideología o religión, como los
rebeldes de EZLN en Chiapas, que
han desplazado a muchas familias.

El campesino es
apegado al terruño. Mas cuando carece de medios para
sobrevivir, migra a otras áreas aunque sean
inhóspitas, que le acogen por algún tiempo, en
tanto se agota el suelo; a metrópolis, donde siempre hay
posibilidades de subsistir, o a EUA. Un quinto de la
población cambió lugar de residencia en la
república mexicana en 2000. Las regiones expulsoras se
hallan en centro-norte y sur. Las receptoras son DF, frontera
norte, Estado de México y Quintana
Roo.[503]

Contradictoriamente, existen recursos sin aprovechar.
Sobresalen los marinos, disponibles en litorales de 11,600
kilómetros, pródigos en especies animales. Su
captura aporta apenas 0.2% del PIB total, por falta de
tradición, leyes aberrantes y falta de políticas
idóneas.

Cada presidente ofrece impulsar el campo: crea o cambia
dependencias, anuncia instrumentos y programas de financiamiento,
tecnología, asesoría, precios de
garantía, seguros, insumos,
canales de comercialización, etc., casi siempre refrendos
de anteriores. Fallan por burocratismo, ineficacia,
incongruencia, estrechez financiera, discontinuidad, favoritismo
y corrupción. El medio es propicio para negocios
ilícitos, a tal grado que hace medio siglo BANJIDAL
(Banco Nacional de
Crédito
Ejidal), orgullo del cardenismo, era llamado
BANDIDAL.

En los setentas se reconoce que la política
desarrollista está sesgada a industria, en menoscabo del
campo. Con pretensión de corregirlo se promulga Ley
federal de reforma agraria
; se incrementa más de 300%
real la inversión pública en el sector
agropecuario, y de 100% real el crédito. No se especifica
qué se pretende ni se sigue una pauta sistemática.
La producción asciende sólo 40%.

El resultado fue que "alto número de unidades de
producción ineficiente se mantuvieran gracias a los
subsidios que compensaban los bajos niveles de productividad,
frenando el desarrollo productivo del sector en su conjunto,"
estima Morales Ibarra.[504]

En 1981 se emite Ley de fomento agropecuario,
intento fallido que "cae en el añejo círculo
vicioso estatista y productivista como opción del
desarrollo rural."[505]

En los ochentas se recorta el subsidio federal a la
agricultura de 25% a 3% del PIB del sector. "Esta
situación se tradujo en un estancamiento de la
producción [que llevó a recurrir] por primera vez a
volúmenes extraordinarios de importación de productos agropecuarios,"
informa el mismo autor.[506]

Grave defecto de la política agraria es su
paternalismo, que da continuidad al implantado en la
colonia. Su contraparte es hijismo: individuos
subsidiarios, atenidos a Papá Gobierno;
abúlicos, morosos, irresponsables, exigentes, abusivos:
menores de edad eternos. Se les sobreprotege y se les dicta
qué pueden hacer. Se les impide crecer y
madurar.

Esa ley padece
además estrechez visual: inculca la supuesta
vocación agrícola y descuida actividades con
ventajas inmejorables: ganadería,
pesca, artesanías y agronegocios.

El criterio socialistoide del agrarismo desdeña
el aspecto comercial: juzga herético ver al ejido y
tierras comunales con enfoque empresarial, que se manifieste en
innovaciones administrativas, tecnológicas e
institucionales y actualicen, hagan productivo, competitivo y
redituable al sector tradicional. Adelante regreso al
tema.

La fantasía zapatista de que todo labrador tenga
tierra para trabajarla con las manos es demagogia. Un
problema económico y técnico se trata con caridad
populista. Desemboca en minifundismo, irracionalidad,
hijismo e inseguridad en la tenencia del
suelo.

Triste paradoja: la reforma agraria cataliza el atraso y
pobreza del
campo. Coadyuva a que el sector agropecuario caiga en
picada.

72. La contrarreforma

En 1992 se modifica el artículo 27 constitucional
y se libera la propiedad de la tierra, lo cual cancela el reparto
agrario; se autoriza privatizar el ejido, y se eliminan
restricciones a la inversión. Los motivos aducidos son dar
certidumbre a la propiedad, capitalizar la actividad
agropecuaria, proteger y fortalecer la vida ejidal y
comunal.[507]

El titular del ejido adquiere dominio sobre su
parcela para enajenarla, emplearla como aval embargable, formar
asociaciones, recibir inversión privada y convertirla en
activo productivo redituable, en vez de ser símbolo de
emancipación. Se quitan cadenas que
constreñían al agricultor a unidades
minúsculas, incapaces de lograr economías de escala
y de concurrir al mercado.

Complementariamente se establecen: Programa de
Certificación Ejidal
(PROCEDE) Apoyos y Servicios
a la Comercialización Agropecuaria
(ASERCA);
Programa de Apoyo al Campo (PROCAMPO), y Alianza
para el Campo
, con el propósito de crear estructura
de producción agropecuaria acorde con las condiciones
pactadas en Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), que abordo en
Capítulo 78, infra.

Son cambios indispensables, mas incompletos: "es
necesario crear las alternativas para un desarrollo que vaya
más allá de los parámetros productivos y sea
capaz de responder a los graves y añejos problemas
sociales. […] Tiene que superar el tradicional enfoque
sectorizado y productivista que se le confirió desde el
inicio del proceso de industrialización, lo que
inevitablemente lo ubica en una posición de
marginación y subordinación," sostiene Morales
Ibarra.[508]

David Ibarra asevera: "los propósitos de los
enfoques actuales de las políticas parecen inobjetables en
sí mismos: mejorar la asignación de recursos en el
sector agropecuario, facilitar los procesos de inversión y
reconversión productiva, fortalecer los derechos de propiedad y
otras instituciones de mercado, ajustar los precios a las
cotizaciones internacionales, reducir las cargas
fiscales."[509]

Es más, "las reformas no se emprendieron
gradualmente, ni se reparó por entero en los costos laterales
de transacción expresados en menor crecimiento de la
oferta, mayor
polarización intrasectorial y debilitamiento de las
capacidades de absorber productivamente la mano de obra. Desde
luego muchas de esas dislocaciones son inevitables, pero en
alguna forma pudieron y pueden atenuarse facilitando los acomodos
y acelerando la reconstrucción institucional durante el
período de
transición."[510]

Es consecuencia de que el gobierno mexicano aplica
tácticas aisladas, caprichosas, sin fundarse en un plan
integral de largo plazo, a pesar de que los artículos 25 y
26 constitucionales lo establecen como obligación.
Emprende acciones urgentes o de lucidez sexenal e ignora lo
trascendente, sin inquietarse por lo que acontezca
después.

El costo salta a la
vista: en 1950 las actividades agropecuarias ocupan 61% de la
población activa; aportan 23% de PIB y 80% de la exportación. En 2004 emplean 15% de
trabajadores y contribuyen con 4% del PIB y 3% de la
exportación. La proporción de agricultores
disminuye; pero su número se eleva de 5 a 8 millones. La
productividad por trabajador se contrae 40%. Menor productividad
aunada a presión
demográfica cercena 90% del ingreso por labriego en ese
lapso, expresión de la escalada de miseria rural. Exacerba
el desequilibrio entre población, recursos naturales y
tecnología.

La pérdida de recursos y productividad exige
mayor esfuerzo y explotación intensa de la naturaleza
para al menos satisfacer la demanda de alimentos,
materias primas y energía.

Los antagonistas del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) arguyen que éste
desprotegió al sector primario. Es falso: "el comercio exterior
agropecuario de México ha crecido aceleradamente en los
últimos años y sobre todo en el período que
comprende el TLC," anota
Alonso. El problema es que "ha tenido un profundo impacto
negativo sobre la población mayoritaria del campo por el
mal manejo gubernamental de los instrumentos que permite el
propio Tratado para dosificar importaciones
[… y] por utilizar los precios internacionales como rectores
del mercado interno, en una competencia desigual para los
productores locales."[511]

"Al reducir el Tratado la protección a los granos
y oleaginosas debilitó aún más la
competitividad de la agricultura mexicana, de suyo sin ventajas
comparativas en esos productos frente a Estados Unidos y
Canadá. Los productores de básicos han perdido por
ello dramáticamente con el TLC, particularmente en
maíz y frijol, que sin un período de
transición y apoyos adecuados se encuentran en
desventaja."[512]

La globalidad acentúa diferencias entre
categorías del agro mexicano, en menoscabo de la labranza
tradicional, que requiere auxilio específico, programado,
sistémico, sensato, sin paternalismo ni soluciones
demagógicas.

"La apertura ha mostrado de manera abrupta y
drástica las debilidades del sector, que ahora está
obligado a hacer un esfuerzo especialmente intenso de cambio
estructural que incluya lo productivo y lo tecnológico,
sin dejar de lado lo organizacional e institucional, no
sólo para ser congruente con el ajuste
macroeconómico sino, sobre todo, para cumplir un papel
dinámico en las nuevas estrategias para
el desarrollo nacional, la liberación del comercio y la
integración
económica," advierte
Cebreros.[513]

La contrarreforma marcha con lentitud: en enero de 2001
la secretaria del ramo informa que faltan 65 millones de
hectáreas por regularizarse y aún no se certifican
48% de los 103 millones de hectáreas
repartidas.[514]

En agosto de 2002 una funcionaria cercana al presidente
advierte que existen 362 conflictos
agrarios en 10 Estados. Lo considera "polvorín a punto de
estallar," que expone la inseguridad prevaleciente en la tenencia
de la tierra.[515]

La cuestión agraria mexicana ha engendrado tres
sucesos sangrientos: independencia, reforma y
revolución. Debe evitarse el cuarto, que
está latente, mediante programa integral de desarrollo
agropecuario, dentro del sistema nacional de
planificación.

73. Racionalidad frente a
desafíos

En octubre de 2001 el congreso aprueba Ley de
desarrollo rural sustentable
. Busca enmendar deficiencias de
su antecesora de 1992, proteger al campo de competencia
desleal externa y dar seguridad al
abasto alimentario. Es otra lista de buenas intenciones:
no puntualiza objetivos, políticas, estrategias,
programas, metas ni medios para alcanzarlos.

Es impostergable programar usos agropecuarios del suelo,
a la vista de los desafíos vislumbrados para los
próximos 30 a 45 años, cuando la población
pudiere ser de 130 a 142 millones de personas en 2030 y de 140 a
150 millones en 2045: la demanda de alimentos y materias primas
avanzará a ritmo acelerado; se exigirán alimentos
de alta calidad; la presión de la demanda hará
necesario importar bienes primarios a tasa creciente, y los
recursos naturales sufrirán fuerte desgaste.

Se enmarcan en el globalismo, el cual eslabona procesos
productivos y mercados a escala mundial en busca de ventajas
comparativas y eficiencia óptima, a los que debe
engancharse el sector rural. Pueden verse como amenaza e
inmovilizarse ante ella, o como oportunidad para trabajar y dar
al suelo el mejor aprovechamiento susceptible.

Adaptarse al orden económico vigente implica
establecer equilibrio entre rentabilidad (aspecto
económico) y bienestar-bienser (aspecto humano). Implica
introducir innovaciones tecnológicas; proteger el medio;
explotar recursos en forma racional; lograr avances cuantitativos
y cualitativos, y sobre todo crecimiento productivo con equidad
social.

El paradigma
consiste en aprovechar la naturaleza con eficiencia y eficacia;
trabajar con productividad, competitividad y rentabilidad;
suministrar provisión adecuada de alimentos, materias
primas, bienes y servicios, y generar flujo creciente de ingresos, en
congruencia con los objetivos culturales, económicos y
sociales, a fin de cerrar disparidades con el medio
urbano.

Planificar el agro obliga a descubrir síntomas de
su atraso, rasgos distintivos, orígenes y causas, esto es,
diagnosticar el síndrome y predecir su secuela. Hay que
empezar por la taxonomía
del territorio, a escalas local, regional y nacional, que
describa características de aire, suelo, agua, clima,
infraestructura y mercados.[516] Ha de incluir
factores disponibles, situación, atributos y usos
recomendables; cultivos y métodos de
explotación; actividades no agrícolas;
disponibilidad de innovaciones tecnológicas,
administrativas, organizativas e informáticas; descripción y evaluación
de mecanismos de comercialización, financieros,
técnicos, instrumentales y educativos, complementado con
datos
demográficos, sociales, institucionales y
económicos.

Es esencial darle tratamiento regional, ya que cada zona
tiene características culturales, necesidades, recursos y
capacidades singulares. "La unidad espacial constituida por la
nación es generalmente muy vasta, muy difícil de
manejar, muy difusa, excesivamente diferenciada en sus distintos
sectores, y demasiado alejada del plano local para que represente
una unidad espacial eficaz en la planificación y fomento
locales," expresa Ginsburg.[517]

A partir de la taxonomía se ha de analizar el
funcionamiento del ciclo
producción-comercialización-consumo de bienes y
servicios rurales, con visión sistémica, en cada
región.

Con este material se elaboraría el programa de
usos rurales del suelo, enfocado a eficiencia —mejor
aprovechamiento de recursos — y eficacia —resultados
más beneficiosos para cada
comunidad.[518]

Eficiencia depende de organización,
administración y especialización de las unidades
productoras, con afán de elevar su productividad
individual y la general del sector. Se enfoca a
medios.

Eficacia depende de la adaptación al
mercado y sus mecanismos, los cuales inducen movimientos de la
oferta en la dirección y ritmo que marca la demanda.
Se relaciona a fines.

Para dar solidez al sector son esenciales:
funcionamiento estable del mercado y capacidad de las unidades de
atraer, conquistar, mantener o ampliar inversión y
mercados. Cada una tiene que encontrar la relación
más conveniente entre posición en el mercado y
eficiencia, lo señalo en Capítulo 67,
supra. Del modo con que trabaje depende su
competitividad: óptima, cuando su posición
y eficiencia son las mayores alcanzables; vulnerable, si
logra alta eficiencia y baja participación;
desaprovechada, con posición elevada, pero
eficiencia pobre, y pésima, si ambos conceptos
son bajos.[519]

Es trascendental ampliar y estabilizar
productividad y competitividad, para
incrementar rentabilidad, de la que depende su capacidad
de capitalizar y desarrollarse.

Han de operar además con flexibilidad,
para adaptarse a circunstancias y movimientos de los mercados
agropecuarios, muy volátiles, sujetos a fenómenos
meteorológicos, políticos y
económicos.

Toda transición provoca desajustes y
desequilibrios. Introducir innovaciones tecnológicas y
reorganizar unidades con mayor tamaño y productividad como
parte de la contrarreforma agraria, la cual desplaza trabajadores
que no son absorbidos y tienen que emigrar. Se debe resolver con
obras de infraestructura (caminos, obras hidráulicas,
vivienda, locales, bodegas, etc.), actividades suplementarias,
que menciono luego, y subsidios justificables.

El programa debe contener directrices, políticas,
estrategias, tácticas, proyectos e instrumentos que
guíen a las unidades a operar con la mira apuntada hacia
aquellos cuatro conceptos: productividad, competitividad,
rentabilidad
y flexibilidad.

Estimular productividad y competitividad exige
tecnología moderna. Química, ingeniería
genética y biotecnología aportan procedimientos para
modificar calidades y volúmenes de producción
primaria; elevar rendimientos y disminuir costos unitarios
(crucial en cultivos básicos: maíz, arroz, frijol);
proteger el ambiente, y satisfacer la demanda en ascenso. El
éxito se refleja en alta rentabilidad y por ende en
posibilidad de capitalizarse y crecer.

Para hacer frente a los desafíos es aconsejable
renovar el sistema ambiental: reorganizar zonas cuyos recursos
están mal aprovechados y carecen de condiciones para hacer
frente a la modernidad
económica y social; rehabilitar zonas antes activas, que
fueron abandonadas, y colonizar y fomentar zonas deshabitadas con
viabilidad para desarrollar actividades agrícolas en
condiciones sustentables, y en suma reconvertir usos de suelo,
cultivos y productores.

La intención es alentar el desarrollo
armónico de comunidades con seis propósitos de
largo alcance: establecer condiciones propicias para brindar
ocupación e ingreso estables al campesino; crear
mecanismos para amortiguar o diluir efectos de fluctuaciones
estacionales, cíclicas y eventuales; disponer de
dispositivos para absorber excedentes de empleo; reemplazar
actividades inconvenientes y decadentes por modernas y
promisorias; asegurar abasto de bienes básicos y
estratégicos, y rescatar, restaurar, adaptar e incorporar
superficies devastadas, degradadas, mal utilizadas, inexplotadas
o abandonadas.

74. Diversidad productiva

La diversidad ecológica —variedad de
especies complementarias de plantas y
animales— constituye riqueza vital de la naturaleza. De ella
dependen su fortaleza, estabilidad y desarrollo. Este concepto se
proyecta a la actividad económica como diversidad
productiva
, que confiere utilidad —capacidad para
satisfacer necesidades— y valor —de cambio:
monetario— a los recursos primarios.

Si el campo se concibe sólo como espacio de
actividades agropecuarias se desdeñan sus oportunidades,
se mutilan sus fortalezas y se limitan sus facultades para
enfrentar debilidades y amenazas. La economía rural es
capaz de eludir o resistir desequilibrios derivados de
fenómenos meteorológicos, políticos,
económicos o tecnológicos en la medida en que se
diversifica.

Indicio del fracaso del campo mexicano es su exiguo
catálogo de productos: maíz ocupa 40% de la
superficie cultivada; frijol, trigo, arroz y sorgo 25%. Es
evidencia de vocación agrícola pobre.

Las labores agropecuarias no son fuente
principal de ingreso de ejidatarios. Encuesta
levantada en 1995 ilustra que aportan 50% en promedio; 36%
provienen de otras actividades, y 14% de empleo migratorio. En
parcelas menores de dos hectáreas las proporciones son
22%, 58% y 20%.[520] No es actitud
premeditada: responde al instinto de supervivencia. En zonas de
temporal —80% de la superficie cultivada— se trabaja unos
cuantos meses al año. Para subsistir realizan otras tareas
o emigran a urbes y EUA.

Lewis aconseja "proporcionar toda la ocupación
que se pueda en actividades no agrícolas. Éste es
no sólo el medio más claro de incrementar la
producción no agrícola, sino que puede ser
también una acción necesaria para aumentar la
propia fertilidad del suelo. Si pudiera sacarse del campo parte
de la población, devolver tierras al bosque, usar
más suelos para controlar la erosión, y ampliar los
períodos de barbecho, el producto agrícola, por
definición, aumentaría, aunque no necesariamente de
inmediato."[521]

Con óptica
actual Escalante Semerena et. al. sugieren efectuar
"nueva conceptualización del desarrollo rural que
considere el carácter heterogéneo y complejo del
espacio rural y las cambiantes condiciones del campo en el
contexto de la mundialización de las economías y la
creciente presencia de flujos internacionales de
mercancías y personas. […] Como parte de ella,
deberán formularse políticas con mayor capacidad
para fomentar el desarrollo económico y social en el
sector rural."[522]

El sector campesino es el que más resiente los
desequilibrios, asimetrías y distorsiones que aquejan a
una economía subdesarrollada. Dadas su cobertura
territorial, trascendencia, complejidad y vulnerabilidad debe ser
ordenado y regulado en los términos del plan rector y sus
programas, a los que corresponde implantar procedimientos,
brindar información y crear incentivos para sustituir
cultivos tradicionales por actividades viables como frutas,
legumbres, flores, especias, pesca, ganadería y
agronegocios —artesanales, de trasformación y de
servicio— alternos o suplementarios, que compartan inercias,
ventajas comparativas y añadan utilidad y
valor a los
recursos en su lugar de origen. Es provechoso introducir figuras
cooperativas
de producción, empaque y
comercialización, para aprovechar capacidad, habilidades y
externalidades y conseguir economías de
concentración.

El propósito no es tener diversidad productiva,
sino apuntalar la estructura económica y crear riqueza
regional.

La planificación ha de ser sistémica,
insisto, pues el territorio es sistema complejo y se deben
atender todas sus partes, de forma consistente, para que haya
equilibrio y simetría en la operación y desarrollo
sectorial y regional. Las actividades rurales dependen de las
urbanas tanto como éstas de aquéllas. Su
interdependencia se capta, comprende y aprovecha en el grado en
que se conozcan el universo
productivo integral y cada una de sus cadenas y
eslabones.

La estrategia de
desarrollo agropecuario ha de hacerse en correspondencia con las
de industria y servicios, de tal forma que compartan y se
trasfieran sinergias. En esto consiste el enfoque
sistémico.

Los programas de gobierno se hacen deshilvanados e
incongruentes por no haber política
económica de Estado ni sistema de
planificación. Abundan dependencias y organismos
federales, estatales y locales con funciones de atención agropecuaria, que actúan de
manera aislada, sin enmarcarlas en un plan maestro, que les
dé orden, dimensión y sentido.

Con el globalismo la reciprocidad productiva traspasa
las fronteras nacionales: la producción se organiza en
función
del mercado planetario. Esto ofrece oportunidades a todos los
sectores, al vincular actividades con la mira de lograr
eficiencia y eficacia óptimas. Se debe aplicar en el medio
rural y darle todos los usos de que es susceptible, en busca de
las reiteradas eficiencia y eficacia óptimas.

Es trascendental que el plan agropecuario cubra las
cuatro dimensiones —local, regional, nacional y global— y
determinar posibilidades de cada lugar, en correlación
entre ellas y con el conjunto y establecer cadenas productivas
que hagan factible alcanzar tales objetivos.

La última cita de Lewis previene que el producto
agrícola aumenta, aunque no necesariamente de
inmediato.
La política agraria mexicana busca impacto
inmediato, que de popularidad al presidente en
su sexenio. No importan consecuencias ulteriores.
Reparto masivo de tierras y programas de alcance efímero
lo demuestran. Urge política de Estado, que le imprima
contenido integral con horizonte de 30 a 45
años.

Fomentar el progreso rural es responsabilidad compartida
de Estado, sociedad civil y agricultores. Debe fincarse en marco
regulatorio, institucional y operativo que impulse avance real,
con participación solidaria. Las unidades deben ser
capaces de sostenerse por sí mismas y crecer, en
relación armoniosa y redituable con actividades
urbanas.

Obstáculos sobresalientes son inseguridad en la
tenencia de la tierra, desorganización y canales de
comercialización inadecuados.

Al primero ya me referí. En cuanto a
organización y comercialización es imprescindible
la especialización e integración de productores
pequeños bajo el concepto de empresas agropecuarias y de
agronegocios, mediante proyectos que definan ventajas
comparativas, oportunidades, debilidades, fortalezas y amenazas,
así como mecanismos para aprovechar fuerzas positivas y
eludir las negativas.

Corresponde a los gobiernos federal, estatales y
municipales instituir, instrumentar y controlar el sistema de
planificación en sus esferas de responsabilidad,
así como coordinar a productores y proporcionarles
información, orientaciones, asistencia técnica y
asesoría para que ellos elijan
dónde se establecen, qué
siembran, cómo, cuándo, con
qué
factores y a quién
venden.

La ejecución de programas y proyectos, selección
de cultivos y métodos de labranza compete a los
productores, organizados según la ley vigente. Es
básico confiar en que sus decisiones sean correctas,
guiadas por las dos manos —la del Estado y la que mueven ellos:
la invisible— que les impele a actuar racionalmente,
en lo posible.

El sector rural no debe ser carga onerosa para la
hacienda pública ni para los ciudadanos, a quienes a la
larga se trasfiere en forma de impuestos,
inflación y receso.

Modernización agraria significa adaptar las
actividades rurales para que sean capaces de valerse por
sí mismas. El gobierno deja de ser paternalista. Los
campesinos alcanzan mayoría de edad y destierran el
hijismo: planifican, se organizan, toman decisiones,
asumen riesgos.

De cualquier modo, no se les puede dejar en desamparo,
pues es sector básico, estratégico y vulnerable. El
Estado ha de proporcionar crédito, seguros, maquinaria,
canales de comercialización, avíos, aperos,
instrumentos, fertilizantes, plaguicidas y demás insumos
en condiciones accesibles, pero con un costo, no a
título gratuito
, amén de concederles
condición fiscal
especial, que les proteja contra prácticas perniciosas
externas.

"No es posible instrumentar una política de largo
plazo para fomentar la exportación, si no se contemplan
instrumentos de apoyo a la actividad agrícola en general,
sobre todo si se considera que todos los países
desarrollados cuentan con esquemas de apoyo y fomento, incluidos
apoyos y transferencias," apunta Gatzionis
Torres.[523]

Ibarra asevera: "la política económica
está forzada a reconocer que una parte importante de los
segmentos productivos registran atrasos u operan en condiciones
que les torna imposible competir, sobre todo con países de
agricultura moderna e intensamente subsidiada. El problema
estriba en decidir política y económicamente si se
permite que dichos segmentos desaparezcan o bien si se les
subvenciona y se les hace sujetos de programas integrales de
modernización a fin de convertirlos, cuando sea posible,
en unidades productivas viables."[524]

La decisión depende de que los proyectos rindan
beneficios sociales y económicos, requisito
obligado.

Ibarra añade: "sacar a la agricultura nacional de
su condición de atraso, descapitalización y
crisis no es
una cuestión exclusiva, ni siquiera principalmente
financiera o presupuestaria." Lo que se necesita es "construir un
complejo sistema de política económica que
resultase compatible con la dirección central del cambio
económico."[525]

Es impostergable hacer frente a los desajustes causados
por la
globalización, desde luego, pero en forma razonada,
gradual, con enfoque sistémico, de largo plazo, para
alcanzar objetivos realistas.

La población rural tiene principios,
valores,
tradiciones, hábitos y costumbres propios. Los programas y
proyectos deben respetar el contexto cultural de cada comunidad.
De aquí la trascendencia de que la planificación
esté consciente del multiculturalismo y abarque las cuatro dimensiones
—local, regional, nacional, global— de forma que en cada una
se tomen las decisiones apropiadas a las características
de cada sitio y las mecánicas de producción y vida
rural funcionen sin obstáculos, desajustes ni distorsiones
ocasionadas por la miopía de imponer acciones desde el
centro.

Vista desde el ángulo federalista "la
regionalización puede ser un mecanismo útil para
distribuir un poder central inoperante en entidades menores que
funcionen eficazmente; para desenmarañar y racionalizar
una compleja serie de jurisdicciones locales antagónicas y
hacerlas funcionar más eficazmente; como instrumento
oficial para aprovechar la energía de la naturaleza y
ponerla al servicio de los habitantes de una región; como
medio de regular el crecimiento saludable de una zona y estimular
su desarrollo mediante la acción oficial," asegura
Abrams.[526]

A fin de orientar e inculcar nuevas habilidades,
actitudes y
capacidades hay que inducir adaptación cultural, para que
los campesinos descubran sus facultades por sí
mismos, las aprovechen para actuar como agentes del cambio y
progresar desde su ámbito, por voluntad propia. Hay que
adiestrarles y motivarles para que acepten, conozcan y apliquen
tecnología, equipo e insumos apropiados y se incorporen a
la explotación comercial.

Es recomendable crear asociaciones de productores y
esquemas de organización cooperativa de
producción, tecnología, empaque y
comercialización encargadas de crear, alentar y orientar
el espíritu y habilidades empresariales, así como
para añadir valor a la producción.

Se trata de construir estructura productiva coherente,
acorde a circunstancias geográficas, sociales, culturales,
políticas, institucionales, económicas y
tecnológicas de cada unidad, localidad, región y
Estado.

Planificar el medio rural significa crear ambientes
propicios para que los recursos naturales rindan los resultados
económicos y sociales más provechosos según
condiciones de cada lugar. Tiene que estar en relación con
objetivos culturales y sociales que confluyan en mejor calidad de
vida y cerrar la disparidad medio rural/medio
urbano.

Una metamorfosis así toma plazo largo, 30 a 45
años, por lo que se tiene que obrar con paciencia,
constancia, empeño, dedicación y flexibilidad, a
fin de adaptar oportunamente las acciones a la
realidad.

El plan debe auspiciar relaciones políticas y
sociales sanas, que atenúen posibilidades de fricciones y
desequilibrios. Es preciso familiarizar a las dependencias de
gobierno federales, estatales y municipales, a las comunidades y
al público en general con las potencialidades y ventajas
del plan y motivarlos a cooperar en su instrumentación.

Novena parte

Actividades
urbanas

75. Explotación minera

La segunda vertiente de planificación territorial
comprende actividades tipificadas como urbanas, por requerir
procesos secundarios y terciarios de producción que las
aleja del agro.

Examino en primer lugar explotación de minerales,
recurso abundante en Mesoamérica, donde antes de la
conquista se extrae oro, plata,
cobre, plomo,
estaño y mercurio, se
hacen aleaciones y
se elaboran objetos.[527] Al llegar los
colonizadores se afanan en obtener metales
preciosos, muy codiciados en su época mercantilista, y
desatienden el beneficio de materias industriales, que crece
sólo al ritmo del consumo.

Nueva España abastece dos tercios de la plata y
casi un décimo del oro extraído en las posesiones
hispanas de América.[528] El real de a
ocho
de plata acuñado aquí es la moneda del
imperio español de
mayor circulación en el mundo: se conoce como Mexican
dollar.
[529]

El trazo territorial de la colonia obedece a la
ubicación de instalaciones mineras. Humboldt reseña
que operan "cerca de 500 reales o realitos,
célebres por las explotaciones de minas que hay en sus
inmediaciones." López Rosado consigna que existen unas
3,000 minas.[530]

Con la guerra de independencia varias instalaciones se
abandonan, derrumban o inundan; la extracción de plata se
corta a la mitad, y la de oro disminuye 25%. Aún
así, la rama es la mayor generadora de ingreso. Por ello
el gobierno concede beneficios fiscales a fin de revivirla, que
atraen capitales franceses, ingleses y americanos, quienes se
adueñan de ella y la reaniman en
1861-1880.[531]

"La minería
mantuvo un lugar central en la política gubernamental
desde tiempos coloniales y permaneció como centro de
atención de políticas económicas aplicadas
por diversos gobiernos, fueran éstos de corte centralista
o federalista durante los primeros años independientes o,
posteriormente, de tipo conservador o liberal," relata Alma
Parra.[532]

El sector registra auge y aporta un tercio del ingreso
por exportación durante el gobierno de Porfirio
Díaz. Se descubren placeres de oro en Baja California y se
decuplica su extracción. La de materias
minerometalúrgicas asciende en cuatro tantos.
México descuella como productor de cobre, plomo, cinc y
antimonio.[533]

La revuelta de 1910 interrumpe su marcha y no la
reanuda, por lo que de aportar 6% del PIB en 1939, pasa a menos
de 1% en la actualidad, y de contribuir con más de 10% de
las exportaciones en
los sesentas, hoy significa menos de
1%.[534]

La riqueza mineral no se aprovecha por insuficiencia de
inversión en exploración y desarrollo, exceso de
leyes y reglamentos, así como costos excesivos de
energía, servicios, agua, permisos para uso de explosivos,
derechos e impuestos. Revitalizarla exige estímulos
fiscales, crédito, inversión en activos fijos e
incentivos a la exploración, investigación y
desarrollo, con base en un programa apropiado, en el marco del
plan general.

(Examino industria petrolera en Capítulo
93
, infra.)

76. Vicisitudes de la
economía

Díaz del Castillo describe con veracidad la
actividad económica en Tenochtitlan en
1568:[535] "Desde que llegamos a la gran plaza que
se dice el Tatelulco, como no habíamos visto tal cosa,
quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías
que en ella había y del gran concierto y regimiento que en
todo tenían. […] Las cosas que allí se
vendían […] eran tantas de diversas calidades que para
que lo acabáramos de ver e inquirir, que como la gran
plaza estaba llena de tanta gente y toda cercada de portales en
dos días no se viera todo."[536]

"No se produjo ninguna transformación inmediata o
drástica en los mercados indígenas a raíz
del establecimiento de la colonia española," escribe
Gibson.[537] "Ningún organismo secular
español se dedicó a la erradicación de las
artesanías indígenas. Ningún misionero se
dedicó a enseñar a los indios nuevas maneras de
modelar cerámica,"
agrega.[538]

Se evita fomentar ramas que afecten intereses de
España. "Las colonias hispanoamericanas eran consideradas
como un simple mercado complementario de la economía
peninsular, reservado, exclusivamente, a los comerciantes de la
Metrópoli," apunta López
Rosado.[539]

Quienes elaboran bienes para los nativos subsisten como
gremio de producción india, que crece con
rapidez, porque gustan a los hispanos, quienes los demandan y
estimulan su oferta.

Los aborígenes adoptan tecnología y equipo
de los conquistadores, mejoran sus artesanías e introducen
nuevas, de lo que resulta variado mestizaje industrial. "Todos
los más indios naturales de estas tierras han aprendido
muy bien todos los oficios que hay en Castilla entre nosotros, y
tienen sus tiendas de los oficios y obreros, y ganan de comer a
ello," escribe Díaz del
Castillo.[540]

Nueva España es la colonia más rica del
imperio en 1800. Su economía presenta similitudes con la
de EUA y ambas exportan sumas equiparables, revela Coatsworth,
quien cuestiona: "¿Por qué empezó la
economía mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la
producción que la de Estados Unidos?" Él mismo
responde: "las raíces del atraso económico de
México se encuentran en las estructuras de la
producción manufacturera novohispana. Padecía de
una organización vertical, centralizada y fragmentada. Era
presa de limitaciones fiscales y trabas burocráticas y
carecía de medios de distribución y comunicación
eficientes."[541]

Chávez Orozco opina parecido: la
industrialización enfrentaba obstáculos
difíciles de eludir: "desfavorables instituciones
políticas, régimen comercial opresivo; clima y
geografía
adversas; monopolio de
la riqueza en manos del clero y el carácter colonial,
cerrado y feudal de la
economía."[542]

Ambos autores hacen hincapié en deficiencias
estructurales, que en cierto modo perviven y obstruyen el avance
en siglo 21°.

Al conseguir su independencia la nación tiene
alta deuda externa en
mora, no dispone de capital, instalaciones, tecnología ni
equipo y está asolada por inestabilidad política,
guerras
intestinas, invasiones extranjeras y nacionalismo.

El escenario cambia con Porfirio Díaz, quien
instaura paz, reconoce la deuda externa y emprende
enérgica política de fomento y apertura. Atrae
capital de fuera; amplía la red ferroviaria; introduce
electricidad;
crecen producción y exportación agrícolas;
se actualiza la minería; arrancan las ramas textil,
harinera, cervecera, tabacalera y otras; se dispara la construcción, y en 1900 nace la
siderurgia.

A pesar del avance, al empezar siglo 20º la
economía mexicana aún revela "dependencia desmedida
de la minería como vínculo con el exterior; una
diversificación incompleta del sector exportador basado
prácticamente en productos agropecuarios y en una precaria
infraestructura productiva; una industria volcada al mercado
interno, pero dependientes de importaciones y de políticas
proteccionistas," observa Parra.[543]

La revuelta de 1910 atrofia la economía. En los
treintas, restaurada la paz, la política gubernamental se
enfoca a industria manufacturera y en los cuarentas se implanta
el paradigma desarrollista descrito en Tercera parte,
supra
.

77. Estructura industrial

El sector industrial revela tres deficiencias
notables:

Planta inadecuada. Las estrategias de fomento
industrial han sido dispersas, reactivas, improvisadas,
incongruentes, extemporáneas e inconclusas. La estrategia
desarrollista patrocinó unidades incompetentes,
improductivas, con mala administración, costos elevados y
calidad defectuosa, como apunto en Capítulo
27
.

Monografias.com

Alta concentración. Las plantas
se aglomeran en unas cuantas ciudades, en forma anárquica,
por capricho y tradición. Suscita contrastes regionales,
sectoriales y de ingreso. Es vector de darwinismo
geográfico y social.

La ciudad de México (DF y 17 municipios de Estado
de México) genera un tercio del PIB y aloja a la mitad de
las 500 empresas mayores. Es núcleo de la economía
regional, nacional e internacional. Parnreiteren la cataloga como
ciudad global.[544]

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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