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Tratamiento de la disfagia en pacientes con Parálisis Cerebral



Partes: 1, 2

    1. Resumen

    2. Las cuatro fases de la deglución son: fase preparatoria,
      fase oral, fase faríngea y fase
      esofágica

    3. Signos y síntomas de la disfagia en
      niños

    4. Terapia utilizada

    5. Material y método

    6. Análisis de los resultados

    7. Discusión

    8. Conclusiones

    9. Referencias

    Resumen

    La Parálisis Cerebral es un síndrome
    neurológico que surge como resultado de una lesión
    en un cerebro en
    desarrollo,
    donde unido a las distintas alteraciones motoras que causa son
    frecuentes también los problemas en
    la alimentación.

    La persistencia de reflejos primitivos, pueden
    interferir en la alimentación de un niño con
    parálisis cerebral, limitando sus capacidades para
    masticar y deglutir el bolo alimenticio, donde la sialorrea
    incrementa el riesgo de
    broncoaspiración.

    Tomando como punto de partida estos elementos, el
    presente trabajo tiene
    como objetivo
    realizar un estudio comparativo en 50 pacientes con
    Parálisis Cerebral teniendo en cuenta el compromiso
    motor
    (espástica, discinética, atáxica,
    hipotónica y mixta) atendidos por 2 ciclos (56
    días) de tratamiento de una hora diaria, durante el
    período comprendido entre enero/2007-diciembre/2008 para
    demostrar los avances alcanzados en el proceso de
    alimentación.

    Como resultados significativos se obtuvieron notables
    mejorías en los procesos de
    masticación, deglución y control de la
    sialorrea, utilizándose para la evaluación
    la Escala de
    Praxis
    Articulatorias, todo lo cual fue posible por el tratamiento de la
    disfagia incluido en el Programa de
    Intervención Logopédica concebido para dicha
    clínica.

    PALABRAS CLAVES: Disfagia, Parálisis
    Cerebral, alimentación.

    Introducción

    Dentro de los trastornos
    neurológicos que afectan al cerebro en desarrollo se
    encuentra la Parálisis Cerebral, con una incidencia del 2%
    en los países desarrollados y entre 2.5% y 5% por 1000
    nacidos vivos en los países en desarrollado
    [1]sin que se evidencie una tendencia a disminuir
    a través de los años. [2]

    La definición más acertada y precisa es la
    que se refiere a un ¨trastorno del tono postural y del
    movimiento, de
    carácter persistente (pero no invariable),
    secundario a una agresión no progresiva en un cerebro
    inmaduro¨ (Bobath, 1965). [3]

    De esta definición se deduce que bajo el concepto de
    Parálisis Cerebral se incluye un grupo
    heterogéneo que se clasifica según la literatura en:
    espástica, discinética, atáxica,
    hipotónica y mixta, que obedece a etiologías
    diferentes, presentándose con aspectos clínicos
    diversos y cuyo pronóstico es también
    variable.

    Constituye una de las lesiones de origen
    neurológico que con más frecuencia es atendida en
    la Clínica de Neurología Infantil del Centro
    Internacional de Restauración Neurológica, donde
    unido a las distintas alteraciones motoras que causa son
    también frecuentes los problemas en la
    alimentación.

    El acto físico de la alimentación
    constituye un proceso fisiológico complejo que depende de
    dos factores relacionados entre sí: la estructura y
    la función. Las habilidades funcionales de la
    alimentación cambian durante la maduración
    neurológica, ya que las estructuras
    anatómicas que son indispensables para las habilidades
    competentes de la misma crecen y cambian su relación
    física una
    con otra y en consecuencia, influyen en su
    función.

    Durante la alimentación es importante mantener
    una nutrición
    adecuada y proteger la vía respiratoria.

    Los reflejos primitivos presentes en el lactante normal
    (succión, deglución, reflejo perioral, reflejo
    faríngeo y mordisqueo) son esenciales para la
    supervivencia y son parte del desarrollo normal de un
    niño. La persistencia de estos y otros reflejos
    primitivos, tales como el reflejo tónico-asimétrico
    del cuello, pueden interferir en la alimentación de un
    niño con parálisis cerebral.
    [4]

    Respuestas anormales tales como el reflejo de
    mordisqueo, reflejo de succión-deglución, falta de
    lateralización de la lengua,
    inestabilidad mandibular o mordida fásica en reiteradas
    ocasiones pueden limitar de forma severa la capacidad del
    niño portador de una parálisis cerebral para
    alimentarse, es decir masticar, colocar y deglutir el bolo
    alimenticio de forma segura. El excesivo babeo es otro de los
    factores que influye negativamente en este proceso; la sialorrea
    es un factor que produce dificultades en la deglución e
    incrementa el riesgo de broncoaspiración.
    [5]

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