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Democracia, autoritarismo y liberación



Partes: 1, 2

     

    1. El
      origen anarquista del marxismo cubano
    2. La
      alternativa a la militarización del Estado será
      una democratización de la sociedad
    3. El
      déficit democrático de la Revolución
      cubana
    4. La
      batalla contra la burocracia será contra el
      autoritarismo que se encuentra detrás
    5. Las
      políticas de Estado que tienden a reproducir las viejas
      estructuras de opresión
    6. La
      cultura autoritaria y sus capas geológicas
    7. Socialismo
      estatista: modelo de hegemonía política
      (autoritario)
    8. Historia
      reciente de la cultura autoritaria en la sociedad
      cubana
    9. La
      dialéctica del poder constituyente en una sociedad en
      transición (1989-2012)
    10. Lo
      opuesto a un déspota no será un demócrata
      sino un libertario
    11. La
      utopía del socialismo libertario en Cuba
    12. Consideraciones
      al final

    Comentarios al
    inicio

     La política tiene por
    contenido apenas la confirmación de ciertas
    asimetrías de poder en la
    sociedad. En
    tal sentido, toda relación política supone en
    particular la existencia de un régimen de autoridad que
    dejará resueltas dichas asimetrías de poder entre
    los actores sociales. Los medios de
    solución de tales asimetrías nos refieren al
    empleo de la
    fuerza. El
    empleo de la fuerza es siempre un acto de violencia
    –sea física,
    simbólica o moral— contra
    aquéllos que ofrecen resistencia ante
    quiénes tratan de imponer su voluntad. La política
    es, por tanto, ajena a la condición humana de la gente.
    Continuar en esta línea de análisis nos obligaría a describir
    las artes sórdidas de un verdugo.

    Estamos pues contra toda política.

    La relación no política se presenta en espacios
    muy reducidos de la vida cotidiana en una sociedad clasista. Lo
    que importa es fomentar las condiciones que validen su presencia
    en toda la sociedad. (Sobre tal dilema discutimos en este
    artículo.) El triunfo de una revolución
    popular en Cuba (1959)
    implicó la politización de la sociedad hasta
    extremos no imaginables para otros contextos sociales. (En esa
    fecha llegará Raúl Roa a solicitar no se
    socializara el cepillo de dientes.) El modelo de
    sociedad –tipo hombre-masa–
    que se articularía después de 1959 llegará a
    convertirlo casi todo en política. Desde luego, la
    política sólo llegará a subsumir a la
    sociedad  allí donde las relaciones
    asimétricas han podido constituirse en totalidad de la
    sociedad misma. Entonces lo difícil sería emprender
    la batalla por la humanización de una sociedad
    sobrepolitizada al extremo cuando no se disponen de otros
    recursos que
    los políticos.

    La única estrategia
    posible para asegurar la victoria sería la
    antipolítica.

    Entendimos antes por antipoesía cierta ideología estética. Propongo ahora entender por
    antipolítica la negación del autoritarismo que
    estará contenido en la realpolitik. La simple lectura del
    ensayo "El
    socialismo y
    el hombre en
    Cuba" del Che Guevara,
    por ejemplo, bastaría para entender el sentido y alcance
    de esta nueva categoría[1]. Che Guevara se refiere
    allí a la existencia previa de una vanguardia
    política que acabará por fusionarse con la multitud
    en una sociedad no política (comunista). El empleo de los
    métodos
    convencionales que impugna el Che Guevara en dicho ensayo,
    asimismo, vendría a confirmar esta categoría. Una
    categoría que, además, oficia de
    argumentación del artículo.

    Discutiré acá la visión dogmática
    que invisibilizan hoy las luchas clasistas en Cuba.

    Según Paulo Freire,
    las clases oprimidas tienden a naturalizar las relaciones de
    opresión[2] . Este hecho suele ser manipulado por la
    élite política del poder. Por ejemplo, la actual
    política disciplinaria del Estado cubano
    –cuya consigna será: "unidad, productividad y
    eficiencia"–
    intenta reducir las prácticas de resistencia que se
    enfrentan a aquellas estrategias del
    gobierno que son
    opuestas a la soberanía popular. Pongamos las cosas en su
    sitio: Los modos de asegurar un mínimo de gobernabilidad
    política sobre el régimen jerárquico
    existente en la sociedad cubana, en la actualidad, van siendo
    articulados dentro de una estrategia estatista de "retorno al
    pasado" por políticas
    de Estado. Estas políticas buscan criminalizar a toda
    oposición, así como se empeñan en la
    manipulación de las reformas en curso.

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