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Manejo de cadáver en situación de desastre (página 2)




Enviado por efrain alfaro



Partes: 1, 2, 3

La uniformidad de procedimientos
mediante la creación de estándares y guías
comunes que abarquen todo el proceso. En
este caso se deben aplicar protocolos o
guías de procedimientos uniformes que contengan información de utilidad y que se
usen desde el momento del rescate, la identificación y la
entrega del cuerpo a la familia,
hasta los procedimientos que se deben seguir en el aspecto
psicológico y legal después de la tragedia.

Preparación del plan

En general, los planes para enfrentar el manejo masivo de
cadáveres en situaciones

de desastre deben tomar en cuenta las siguientes
directrices.

Situación actual:

– recurso humano entrenado y disponible para enfrentar el
proceso de manejo, identificación y disposición de
los cuerpos;

recursos
financieros asignados en el presupuesto para
el manejo de emergencias y dentro de ellos tener presente el
rubro para el manejo de cadáveres el recursos
logísticos y materiales.

Identificar los posibles escenarios de la emergencia:

– tipos de desastres que más comúnmente
podrían afectar a la región y la probable
mortalidad que podrían causar.

– acceso a recursos en el momento de la emergencia: personal
voluntario para la recuperación de los muertos,
contenedores refrigerados para que sirvan como morgues
provisionales, espacio donde se podrían enterrar los
cuerpos, fuentes de
recursos extra presupuestarias.

Planificar las características generales de la
respuesta administrativa, tales como las instituciones
y los funcionarios clave en la toma de
decisiones, y la formación de un comité
único para el manejo del tema, entre otros. Los planes no
deben complicarse con detalles, ya que la situación
varía de acuerdo con el desastre y no puede ser igual a la
esperada, por lo que se necesita de cierta
improvisación.

Subdividir los planes en unidades autosuficientes. La
respuesta adecuada no suele requerir que todo el personal
especializado (por ejemplo, los administradores de las morgues)
esté familiarizado con todos los aspectos del plan.

Difundir ampliamente el plan. Todos los involucrados en el
manejo de los cadáveres deben conocer la existencia de
este plan y estar familiarizados con el mismo, especialmente en
lo que tiene que ver con su papel durante la emergencia. Este
punto requiere una capacitación constante, más en el
aspecto de conjunto que en el plano profesional individual.

Realizar ejercicios periódicos para poner a prueba el
plan. La ausencia de una prueba real anula en gran medida la
validez del mejor de los planes abstractos.

Tener como referencia los datos
básicos proporcionados por el Centro de Operaciones de
Emergencia del país, que incluyan datos
demográficos básicos y epidemiológicos.

Preparación técnica del
personal de
trabajo (necesidades materiales, vestimenta,
instrumentos y equipos, campamentos o locales temporales de
trabajo, alimentación)

Necesidades materiales

Al producirse el evento que provoca el desastre hay que
movilizar recursos de inmediato pero ello está en
relación directa con el tipo de hecho, su magnitud y sus
resultados y como es lógico, con las posibilidades reales
de respuesta que tenga la región o el país en
cuestión, lo que puede, también, condicionar la
solicitud de ayuda externa, incluso la internacional.

Si ha existido una buena preparación deben estar bien
identificadas las necesidades a las que hay que dar respuesta
para una contingencia; por ello, si de esa labor previa resulta
que es imprescindible la solicitud de ayuda externa con expertos
y recursos para enfrentar un desastre (que por su magnitud y gran
número de fallecidos supera la capacidad de respuesta de
la localidad) no debemos dilatarla. Hay que hacerla inmediata-
mente, bien sea a las autoridades nacionales o mediante
éstas a la comunidad
internacional pues, por muy rápida que sea la respuesta,
siempre se va a demorar más de lo que realmente esperan
los necesitados.

En el campo del manejo masivo de víctimas fatales, el
tipo de evento ocurrido influye mucho en la capacidad de
respuesta.

Estas valoraciones son aplicables en forma específica a
cada tipo de evento y resultan variables
según las condiciones que lo acompañen; la
situación específica de la región influye en
la respuesta, en particular, el grado de desarrollo de
la infraestructura

local y del país afectado, por lo que no se pueden
plantear 'recetas' y se deben valorar las conductas para cada
caso en forma individual.

El propio hecho de que los cadáveres sean rescatados
tempranamente o, en caso extremo, que ya estén en fase de
putrefacción en el momento del rescate, cambia por
completo la estrategia del
trabajo
médico-legal. Se suma a ello la posibilidad de que sea
necesario emprender una búsqueda de los mismos en forma
compleja por estar ya sepultados los cuerpos por el propio evento
del desastre, como en los deslizamientos o aludes, o por haberse
afectado sustancialmente la integridad de los cuerpos lo que
dificulta su identificación visual, como en los incendios o
derrumbes, o por ser de muy difícil acceso el lugar donde
se encuentran, como es el caso de los terremotos,
entre otras variantes causales.

Así las cosas, según el panorama real, en cada
caso cambian las necesidades materiales para enfrentar la tarea
del manejo masivo de los fallecidos, los que a veces se
multiplican en el hecho y se convierten en varios restos o
fragmentos corporales, muchas veces quemados (como casi siempre
ocurre en los accidentes de
aviación o, incluso, en los de tránsito), o hay que
cavar durante días en los aludes o avalanchas para
poder
encontrar los cuerpos.

Pero, tanto en las situaciones más complejas como en
las que pudieran ser calificadas de sencillas por estar todos los
cuerpos visibles y bastante bien conservados (si es que el
término de "sencillas" fuere aplicable) quedan
establecidas como necesidades básicas la mayoría de
las que pasaremos a comentar más adelante.

Vestuario y otros medios
personales

Según el tipo de desastre ocurrido y las condiciones de
trabajo en que se realice el manejo de las víctimas
fatales, puede necesitarse un tipo de vestuario más o
menos adecuado a las condiciones particulares del evento, pero en
general casi siempre es suficiente con el que normalmente se usa
en las salas de operaciones o quirófanos, o el propio de
las salas de autopsias o, simplemente, un vestuario convencional
o habitual de trabajo según las condiciones irregulares
del terreno.

A pesar de que ya existe en el mercado ese tipo
de ropa desechable y su uso en muchas condiciones es el
recomendable, en otras, debe optarse por los textiles
tradicionales debido a su resistencia,
sobre todo al asistir a las diligencias de levantamientos de
cadáveres.

También se recomienda para estos casos el empleo de
calzado cerrado tipo bota, así como tener puesto cinto,
correa o faja en la cintura para evitar lesiones por grandes
esfuerzos en la manipulación de los cuerpos, acto
inevitable en la mayoría de los casos, a pesar de contarse
con el personal auxiliar indispensable; además, puede
complementarse el vestuario con el uso de impermeables o capas en
casos de tormentas con lluvia.

Generalmente, consideramos que el empleo de tapabocas, aunque
puede haber sido difundido en algunos textos, casi nunca es
necesario y más bien entorpece la labor de
manipulación de los cuerpos durante el levantamiento y las
tareas de depósito o preparación, ya que en cierto
modo limita la ventilación y agota tempranamente a los
actuantes. Debe recordarse que transcurrido un tiempo
prudencial dicho aditamento no cumple ninguna función de
filtro o protección y, en nuestro caso, generalmente no
hay peligro de contaminación inversa por la vía
respiratoria, pues se trata de cadáveres y restos en los
que no existe movimiento
respiratorio, por lo cual no se puede plantear un peligro a
distancia para su manipulador. Las emanaciones de gases y, sobre
todo, los fuertes olores existentes son lo que más
molesta.

Pueden existir otras valoraciones durante la
realización de las necropsias que, por lo general, son
mínimas en los desastres en proporción al
número de víctimas: si se sospecha o se plantea
como posible la existencia de una víctima positiva para
VIH

o que se trate de un enfermo de tuberculosis o,
incluso, cualquiera de las enfermedades

Infectocontagiosas conocidas. La recomendación es que
siempre deben tomarse las medidas
higiénico-epidemiológicas de protección,
exista tal sospecha o no, pues partimos del principio de que
puede existir la enfermedad y no haber sido diagnosticada o
tratarse de un portador del germen causal, por lo que debemos
protegernos en todos los casos.

Por tales razones, no es necesario disponer de otras medidas
extraordinarias ni el uso permanente del tapabocas durante la
manipulación de los cadáveres y sus restos en el
manejo masivo en desastres, y el asunto se resuelve
tapándose la boca y la nariz de manera selectiva en cada
momento. En casos de autopsia, se
recomienda que:

  • 1- Sólo esté en la sala o local el
    personal que realiza dicha apertura.

2- Se use un chorro de agua durante
la maniobra sobre la zona de corte.

3- Se haga la apertura con sierra manual y no con
sierra eléctrica.

4- Se prescinda de la apertura del cráneo si ello no es
determinante, y

5- Se neutralicen las secreciones con sustancias especiales,
por ejemplo, hipoclorito.

Lo anterior no se contradice con el empleo de filtros o
caretas antigás o antitóxicas cuyo uso para
determinadas situaciones de desastre más que aconsejable
resulta vital, no sólo en los casos en que ya existen
gases tóxicos en el lugar del hecho, sino también
en aquéllos en que su escape es un hecho potencial,
así como en los incendios con generación de humo
tóxico, entre otros.

El uso de gorros de salón o quirúrgicos, que
aunque no imprescindible es aconsejable para las labores dentro
de las salas de autopsia, generalmente no tiene ningún
sentido para la diligencia de levantamiento de los cuerpos y sus
restos. Según las circunstancias, lo que puede
recomendarse es el uso de cascos o de algún tipo de
protección en la cabeza ante el peligro de caídas
de objetos o golpes durante la manipulación de los
cadáveres en el lugar del desastre, para así evitar
o reducir el riesgo de
provocar lesiones craneoencefálicas importantes en los
participantes en la diligencia.

En casos de trabajo a campo abierto, en elevaciones con fuerte
inclinación en el terreno, debe tenerse en cuenta el
peligro de que una piedra u objeto puesto en movimiento en los
planos altos alcance una fuerte velocidad en
la caída y en su avalancha pueda provocar graves
traumatismos a los sujetos que están laborando en las
partes declives.

El grupo de
trabajo médico-legal para situaciones de desastre, en
forma similar a los grupos
especializados de salvamento y rescate, no sólo debe
contar con ropa y calzado apropiados para esas difíciles y
variadas condiciones de trabajo, sino que deben complementarse
con otros medios o aditamentos, variables según el caso,
como son las linternas o lámparas de iluminación, los cinturones o chalecos con
material refractivo o con bombillos acoplados con
baterías, los aditamentos sonoros como silbatos o
parlantes portátiles con sirena integrada, las
cantimploras o cualquier otro depósito de agua
portátil, las cuerdas, los cuchillos, los guantes de
cuero o lona,
los radios manuales y los
medios de orientación como las brújulas o, incluso,
hasta los modernos GPS y
distanció metros, entre otros, que faciliten la
difícil tarea que les está encomendada. En algunos
casos pueden requerirse detectores de radiaciones u otros
sensores hoy
existentes y, en lugares muy fríos, los abrigos o mantas,
incluso eléctricas, y otros aditamentos de acuerdo con las
condiciones de trabajo existentes.

Instrumental y equipos

Consideramos en esta sección todo el instrumental, los
equipos y los distintos medios técnicos de trabajo que
pueden ser necesarios de forma general para poder desarrollar las
labores propias del manejo masivo de cadáveres en
situaciones de desastre, algunos de los cuales ya han sido
mencionados en los apartados precedentes como parte del transporte,
las comunicaciones
y el vestuario.

Debe pensarse que el equipo de rescate, bien sea de los
bomberos o de cualquier

otra institución militar o civil, debe contar con el
equipamiento básico necesario para el rastreo, la
remoción de escombros, el corte, la compresión o la
descompresión, la extinción, la iluminación
y otras actividades básicas asociadas con sus funciones, lo que
está estrechamente vinculado a la labor de
exploración y levantamiento.

Igualmente, debe contarse con camillas, en la mayoría
de los casos plegables y que sean lo más livianas posible,
pues generalmente el rescate de los cuerpos se produce en
terrenos irregulares donde resulta imposible el uso de las
habituales camillas con ruedas. A pesar de ello, éstas se
pueden colocar en puntos intermedios de recepción ubicados
en terrenos estables alrededor del lugar del desastre e, incluso,
a veces, hasta pueden sustituir las habituales mesas de
trabajo.

No obstante, se aclara que no existe ninguna violación
ética
cuando en situaciones de desastre con un número masivo de
cadáveres y una vez agotadas las capacidades de
depósito en las áreas clásicas destinadas
para estos fines, se decide usar otras y que, por no existir las
condiciones adecuadas en ellas, los cuerpos o sus restos sean
colocados en el suelo, de forma
individual, organizada y respetuosa.

Aun en esas circunstancias existen reglas mínimas; por
ejemplo, se proscribe el depósito de los cuerpos por
almacenamiento en
pilas o por
amontonamiento de los cadáveres, colocados unos sobre
otro, en cualquier circunstancia de depósito. Lo anterior
no se contradice con la posibilidad real de colocar cuerpos unos
sobre otros en el momento del traslado de un punto a otro en los
vehículos de que se disponga o en situaciones extremas de
refrigeración, lo que sí es
totalmente admisible.

La autopsia no se practica de forma sistemática en los
desastres y se reserva sólo para aquellos casos en que
pueda aportar datos importantes, tanto para el esclarecimiento
del hecho como para la identificación de las
víctimas. No obstante, se sabe que en casos de
personalidades u otros sujetos en que las circunstancias lo
aconsejen, se debe realizar dicha investigación de gran trascendencia
científica, no sólo para el esclarecimiento del
hecho sino para la búsqueda de otros aspectos de interés;
por lo tanto, es necesario contar con las condiciones para
cumplir tal objetivo y,
por eso, como parte de los preparativos para este tipo de
contingencia debe contarse con el instrumental mínimo de
autopsia (bisturí, pinza, escoplo, costó tomo,
cuchillete, cerebrótomo, explorador, martillo, sierra y
cucharón, entre otros) y las condiciones elementales para
poder realizarla eficientemente (local con mesa, agua y luz) y, mejor
aún, realizarla en una morgue y por personal
calificado.

Un tallímetro o cualquier aditamento que permita
realizar la medición de la longitud del cadáver,
así como las reglas o cintas métricas que permitan
comprobar medidas específicas como el tamaño del
pie, entre otras, resultan imprescindibles para la labor de
identificación, así como las escalas cuando se hace
la documentación fotográfica y de
filmación.

Los instrumentos ideales con que debe contarse para la
autopsia son escalpelo o bisturí con mango, pinzas de
distintos tipos, cuchilletes, cerebrótomos, costó
tomos o sus sustitutos, cucharón, exploradores, lupas,
señalizadores, escalas, cincel y martillo, sierras manual
o eléctrica, entre otros. No obstante, en más de
una ocasión, el médico tendrá que realizar
la autopsia con lo que esté disponible, con gran creatividad y
mucha inteligencia,
a veces sólo con un cuchillo común de cocina como
único instrumento para realizar un correcto estudio del
exterior y el interior de un cadáver o sus restos, lo que
en la práctica se comprueba que es realizable.

Lo adecuado para recolectar las muestras biológicas
para el estudio toxicológico, histopatológico,
microbiológico o para cualquier otro laboratorio
son bolsas de distintos tamaños, preferentemente
plásticas, y frascos de vidrio y de
plástico,
preferentemente con tapa y de distintos volúmenes, pero en
cualquier caso, bien limpios. Estos frascos deben estar siempre
bien identificados y el material que contienen debe ser
preservado o conservado de manera eficiente, bien sea por el
frío o, cuando por las características de las
muestras y el estudio proceda hacerlo, mediante una sustancia
como el formol, aunque en algunos casos puede ser alcohol o
cualquier otro líquido para conservación que no
interfiera luego con el tipo de investigación que se
realizará.

Como parte de la investigación científica del hecho,
debe quedar constancia de nuestra actuación y por ello la
necesidad de medios de documentación, como las
cámaras fotográficas y de filmación ya
referidas, así como los elementos complementarios como el
trípode y determinados lentes para tomas particulares,
todos los cuales se deben tener en cuenta en la planificación o buscarlos para enfrentar la
calamidad

Campamentos o locales temporales de
trabajo

Dependen del tipo de hecho que haya ocurrido, su magnitud,
el estado de
los cuerpos y restos, así como de la proximidad y las
vías de comunicación con lugares que cuenten con
recursos materiales y profesionales para enfrentar este tipo de
evento, además del contexto social propio del lugar.

No obstante, y para el caso particular de la búsqueda y
el rescate de los cuerpos y sus restos, al atender los desastres
en campo abierto, en ocasiones, dicha actividad puede durar
días y, en ocasiones, semanas o meses, razón por lo
cual hay que ubicar asentamientos temporales para el desarrollo
de esta tarea para el personal que la lleve a cabo, además
de servir de paso intermedio en el traslado de los cuerpos y sus
restos por dicho lugar, lo que se deberá tener en cuenta
en los planes que se confeccionen para estos casos.

En iguales condiciones, puede que el examen y el
depósito de los cuerpos y demás acciones
médico-legales haya que llevarlas a cabo en locales
impropios, como en naves o galpones ubicados en un punto cercano
al lugar del desastre, para facilitar y agilizar de ese modo las
acciones. En otros casos, el propio evento inhabilita las
edificaciones y estructuras
que existían para esos fines o simplemente resulta
imposible el acceso al lugar, como puede ocurrir en un terremoto,
por lo que las tareas también tendrán que ser
llevadas a cabo en esos locales impropios, aun estando dentro de
la misma ciudad o población, lo cual es una eventualidad que
debe preverse.

En otros casos, no había tales instituciones donde ha
ocurrido el evento, o ni siquiera en la población
más cercana, o las existentes resultan incompetentes por
su capacidad o funcionalidad para enfrentar el evento, por lo que
deben crearse condiciones temporales en otros locales o, incluso,
a campo abierto, en carpas o casas de campaña, para el
desarrollo de todas las acciones propias para estos casos, lo que
tendrá que estar previsto en los planes que se elaboren
para cada zona en cuestión.

En cualquier circunstancia, deben tenerse en cuenta las
vías de acceso a los locales de trabajo
médico-legal y las posibilidades en el suministro de agua
y la iluminación, por lo cual se definen al menos tres
áreas de trabajo necesarias:

  • a)  de depósito,

  • b)  de exposición, y

  • c)  de examen.

Estas áreas tendrán dimensiones o
características variables según el evento y las
posibilidades reales existentes en cada lugar.

Al recibirse los cuerpos y sus restos luego del levantamiento,
o al ser simplemente traídos directamente cuando no se ha
realizado tal diligencia, hay que organizar su depósito
provisional para facilitar la identificación, como se
verá más adelante, casi siempre en un lugar
abierto, como puede ser un patio o plazoleta, hasta que se haga
la descripción elemental inicial y, unida a
ella, su clasificación según la tetralogía
identificativa o cualquier otro elemento discriminador utilizado,
lo que veremos más adelante al referirnos a la
identificación.

También puede ser que ya desde ese momento el cuerpo
sea identificado al presentarse para su reconocimiento los
familiares o allegados, y entonces se puede proceder a su entrega
siguiendo para ello los trámites legales según cada
país.

Otra opción es que se decida su depósito hasta
tanto los reclamantes cumplan con

los procedimientos judiciales establecidos, o simplemente el
cuerpo o los restos pasen a un lugar de depósito por no
estar identificados o, incluso, en espera de un embalsamamiento
para una salida hacia el exterior.

Por último, un examen más detallado que incluya
el exterior del cadáver o la descripción minuciosa
de los restos o fragmentos encontrados o, incluso, la apertura de
cavidades para la precisión de informaciones recibidas o
la toma de muestras para estudios de laboratorio, o la
práctica de una autopsia en toda su dimensión,
pueden ser posibles según el caso, razón por la
cual se justifica planificar estos tres locales o áreas de
trabajo para todos los casos.

No obstante, debe tenerse en cuenta que éstos no
serán los únicos espacios necesarios, pues debe
contarse con lugares donde se hagan las labores documentales y
de

archivo provisional de la información, las entrevistas a
familiares y otras personas, las conferencias de prensa y las
reuniones de información a los peritos, familiares y
reclamantes, además de los locales necesarios para
manipular y recibir la alimentación, los
locales donde estén los servicios
sanitarios y la enfermería
(aunque esta última sea mínima) entre otras
acciones propias de este tipo de actuación, lo que ya fue
en parte visto en las explicaciones dadas para cada parte de la
diligencia.

Para todos estos locales o espacios debe tenerse en cuenta lo
ya escrito en otras publicaciones científicas sobre los
asentamientos temporales, muy en particular los elementos
higiénicos y epidemiológicos que regulan la
actividad, el control de acceso
a los mismos, el problema del agua y la disposición de
excretas, así como el depósito de los restos y la
dirección del viento y el flujo de trabajo
para la ubicación geográfica, entre otros muchos
factores importantes.

Agua y alimentación

Aunque existen libros y
muchas publicaciones especializadas sobre este tema para las
grandes contingencias, el agua y los
alimentos se
convierten en un asunto vital para que la misión sea
sostenible y por eso el que tenga la tarea de organizar este plan
debe tener en cuenta de forma priorizada este aparte.

Si bien la alimentación y el suministro de agua a las
víctimas y sobrevivientes de

la catástrofe son por sí mismos un
fenómeno complejo, no dejan de ser también un
problema complejo en relación con el grupo de trabajo que
la enfrenta, Bajo ninguna

circunstancia podemos permitir que por una manipulación
inadecuada del agua y los alimentos se cree una situación
de enfermedad que limite o detenga las tareas de búsqueda,
rescate, identificación y preparación de los
cuerpos y restos que se está llevando a cabo.

Deben tenerse en cuenta todas las indicaciones existentes para
estos casos, pero de modo especial hay que señalar algunos
aspectos propios para el trabajo
médico-legal que son específicos, como es el
consumo de
agua durante el desarrollo de las tareas y el uso de guantes.
Generalmente se tienen guantes puestos, muchas veces guantes
quirúrgicos, y al quitárselos tienen que ser
reutilizados, además existe la imperiosa necesidad de ir
al baño durante las largas jornadas de trabajo, lo que
hace que no se cumpla la planificación habitual sobre su
consumo, el que puede llegar a ser hasta tres o cuatro veces
superior.

Por tales razones y también para ahorrar tiempo, la
forma de suministro de agua durante la jornada laboral debe
permitir que su consumo pueda llevarse a cabo sin necesidad de
quitarse los guantes, no sólo con frascos y vasos
desechables o bebederos fijos que se manipulen con los pies, sino
que si fuere necesario, debe encargarse esta tarea a alguna
persona que la
haga en forma más eficiente, pero en ningún caso
con recipientes abiertos y que puedan contaminarse
fácilmente.

En el caso de los alimentos, deben también distribuirse
con iguales medidas de seguridad,
evitando aquéllos que puedan descomponerse con facilidad y
adaptándose

a las condiciones del lugar de trabajo y las
climatológicas que pueden sugerir un tipo determinado de
suministro. En algunos eventos, cuando
el frío es muy intenso hay que tratar de ayudar con los
alimentos a conservar lo más que se pueda la temperatura
corporal, para hacer factible el trabajo el mayor tiempo posible,
aunque a veces, a pesar de eso, los turnos de trabajo tienen que
ser muchos más cortos que los habituales, todo lo cual
puede cambiar el pronóstico de trabajo en relación
con las condiciones normales.

Búsqueda
de información del lugar, el hecho y posibles
víctimas

Búsqueda de información

Hoy más que nunca la información se convierte en
un pilar fundamental para la toma de decisiones, lo que tiene un
gran valor en los
desastres. El simple hecho de conocer cuál es el evento al
que nos estamos enfrentando o saber cuántas son las
probables víctimas fatales o el estado de los
cuerpos y sus restos o las condiciones meteorológicas
reinantes (por citar sólo algunas de las variables
participantes) es suficiente para que nuestra conducta
varíe significativamente de un caso a otro.

Del lugar, el hecho y sus riesgos

Al tener conocimiento
de un desastre es necesario contar con una información
preliminar que nos permita organizar mejor la
implementación de nuestro plan de contingencia. Se supone
que este fue preparado en condiciones normales y tiene diferentes
variantes contempladas según el lugar, el tipo, la
magnitud, las condiciones de operatividad, los recursos
disponibles y demás aspectos propios de este tipo de
evento para cada localidad.

El médico u otro profesional que haya sido convocado
para enfrentar las labores de coordinación para el manejo masivo de
víctimas fatales en una situación de desastre, debe
intentar conocer y estimar con la mayor precisión posible
y tempranamente:

  • 1- El tipo de hecho que se ha producido;

  • 2- Cuándo y dónde ocurrió el
    mismo;

  • 3- Estimado real o potencial de víctimas y
    cuántas fatales;

  • 4- El lugar donde se encuentran las víctimas
    ya rescatadas, incluidas las fatales;

  • 5- El acceso posible al lugar del hecho,
    víctimas con vida y depósito de los
    cuerpos;

  • 6- El tiempo estimado para realizar el
    levantamiento;

  • 7- El estado de los cuerpos y las presuntas
    identificaciones; la presencia de extranjeros;

  • 8- Los peligros potenciales propios del lugar y
    derivados del desastre;

  • 9- Las condiciones meteorológicas presentes y
    estimadas, y

  • 10- Los recursos con que se dispone para hacer frente
    a la contingencia.

Presuntas víctimas

Al conocerse el desastre puede que inicialmente no se tenga
idea del número real de víctimas, entre ellas los
fallecidos, ni se posea tampoco su identidad o,
por el contrario, que se conozca el estimado de las
víctimas y su relación nominal o presunta
identidad, por lo que podría o no establecerse un plan
más acertado para iniciar las labores de rescate e
identificación. En cualquier circunstancia, una vez se
sepa cuáles serían las personas que potencialmente
pudieron haber muerto en el desastre, se debe proceder de
inmediato a buscar toda la información necesaria para
conformar las fichas de
identificación correspondientes para cada caso, lo cual es
una de las tareas más importantes que deben ser orientadas
por el coordinador en esta etapa.

Las fuentes más frecuentes para obtener la
información elemental serían las siguientes:

  • 1- Entrevistas a personas con vínculos
    cercanos a la víctima:

– familiares, amigos, vecinos y compañeros de estudio,
deporte o
trabajo;

– médicos y estomatólogos (odontólogos)
de asistencia;

– enfermeras, fisioterapeutas y podólogos
personales;

– sastres, costureras, modistas y vendedores de ropa
personales;

– fotógrafos, joyeros, peluqueros y masajistas
vinculados a la víctima, y

– supervivientes y testigos del hecho.

2- Búsqueda, recepción y revisión de
documentos,
tales como:

– documentos de identidad personal;

– fichas o registros, en
especial con impresión dactilar;

– fotografías y vídeos vinculados a los sujetos
y sus pertenencias;

– expedientes y documentos médicos, de laboratorios y
radiográficos;

– documentos dentales, como radiografías y carta dental u
odontograma, entre otros, y

– facturas o registros de compras de
artículos, como ropas, relojes y joyas

3- Además, otros posibles materiales para
comparación serían:

– vestuario y calzados para medidas, deformidades y estudios
de olores;

– peines de uso personal con pelos adheridos o pelos de otra
procedencia;

– objetos preservados tocados por el sujeto momentos antes del
suceso;

– manchas biológicas preexistentes del sujeto en
diferentes objetos;

– familiares directos para estudios de hemogenética
forense, y

– moldes dentales o prótesis estomatológica, o
de otro tipo.

Teniendo en cuenta que la identificación se establece
con base en la comparación de los datos obtenidos de los
cuerpos y los restos estudiados con los que se tengan de las
presuntas víctimas del desastre, resulta imprescindible
poseer una ficha de identificación o expediente de datos
organizados de cada una de las personas que se presume estuvieron
involucradas en el hecho. Esto nos permite clasificarlas para una
más rápida diligencia médico-legal; es mejor
aun si esta información puede ser procesada en computadoras y
con programas
especiales confeccionados para estos casos.

La recolección de la información sobre las
presuntas víctimas es un momento muy importante de
la
investigación, pues, excepto en casos muy precisos
como ocurre casi siempre con el personal de la aviación u
otros de alto riesgo en que estos datos son recopilados
intencionalmente antes del desastre. Por lo general, la
confección de la ficha de identificación o de los
expedientes de los datos se elabora con posterioridad al
desastre. Es decir, se hace en un momento psicológico muy
difícil para las personas que deben aportar la
información básica por ser las más allegadas
a las presuntas víctimas.

Por esto, a veces se niegan inicialmente a cooperar como por
no querer reconocer la realidad de la muerte de
su ser querido o, incluso, se producen errores en los datos
suministrados debido a la situación en que se encuentran
estas personas.

Siempre que se pueda, se debe realizar la entrevista
en un ambiente
adecuado, utilizando todos los recursos posibles para lograr la
cooperación del sujeto, incluso con apoyo de psiquiatras y
sicólogos si fuere posible y necesario, y tratando de
evaluar en la entrevista el
grado de seguridad que éste tiene sobre la
información que está ofreciendo.

Debe tenerse en cuenta que un dato equivocado puede ser
suficiente para conducir por un camino errado la
identificación en proceso y que, al tratarse siempre de
grupos cerrados de víctimas, el error en un caso puede
traer consigo su multiplicación.

Cuando se hace la entrevista a varios informantes sobre el
mismo caso, se deben establecer los rangos de la
información que finalmente será utilizada sobre la
divergencia existente entre los datos ofrecidos. Generalmente se
toman los máximos y los mínimos, por ejemplo, la
estatura de 165 a 170 cm o la edad entre 22 y 24 años, por
citar sólo dos parámetros elementales de
identificación. En algunos casos, se decidirá
qué parte de los datos ofrecidos no tiene la confiabilidad
necesaria para descartarla provisionalmente de la ficha final que
se va a usar o dejarla con una nota aclaratoria.

Debe tenerse en cuenta un error muy común en esta
diligencia que se presentan cuando las personas entrevistadas
tratan de ubicar algo en el cuerpo de la presunta víctima
y lo que es derecho lo sitúan a la izquierda y viceversa.
Esto responde a la posición de frente en que uno
está parado en relación con el objeto que se mira,
por lo que no es raro que el entrevistado diga que le faltaba el
canino superior derecho cuando en realidad el ausente era el
izquierdo, o que de niño había sufrido una fractura
en el antebrazo izquierdo cuando en realidad fue el derecho.

Es recomendable para la recolección de la
información emplear alguno de los tantos formularios
desarrollados por los expertos en todo el mundo para estos fines,
adecuado a las características y el vocabulario de la
región donde ocurrió el desastre. Se supone que es
del dominio del
médico que está realizando la entrevista, pues debe
recordarse que una misma palabra puede tener significados
totalmente diferentes de una región a otra, o pueden
existir palabras cuyo significado no aporte ninguna
información al entrevistador. Por citar un ejemplo,
tenemos las palabras "choco" y "rubio" que se usan para describir
el color amarillento
o al menos claro del cabello, pero que siendo sinónimos no
resultan comprensibles para quienes no las conozcan
adecuadamente.

Igual ocurriría con "rengo", "renco" y "cojo", y
así sucesivamente con muchas otras más. Como parte
de la información importante para una
identificación, aunque variable según las
circunstancias, puede estar la búsqueda de los datos
personales más elementales, que dependen de la fuente
entrevistada, pero, en general serían los siguientes:

  • 1- Del vestuario que llevaba: tipo, cantidad, color,
    medidas, características, marcas y otros detalles.

  • 2- De las prendas que se ponía: tipo,
    cantidad, forma y color, características, marcas e
    inscripciones, entre otros.

  • 3- De los documentos que portaba: tipo, cantidad,
    ubicación y características, entre otros
    detalles.

  • 4- De los documentos que no portaba: fotos que
    ofrezcan buena información y sirvan para la
    superposición; ficha deca o mono dactilar del sujeto,
    y

5- Expedientes médicos y otros documentos con datos
clínicos diversos.

  • 6- De la caracterización individual de la
    presunta víctima:

Edad, sexo, raza y
estatura (tetralogía de identificación);
cicatrices, manchas, lunares y tatuajes; color natural del
cabello y por tinción y sus características;
presencia de bigote, barba y sus características;
prótesis dentales, dentigrama y otros estudios dentales;
grupo sanguíneo, Rh y otros datos hemogenéticos;
estudios imagino lógicos y otros relevantes de
laboratorio; datos sobre traumatología, malformaciones y
prótesis ortopédicas; existencia de enfermedades conocidas y
otras prótesis que presente; operaciones
quirúrgicas a que fue sometido y secuelas que
tenía; y otras informaciones particulares para cada
caso.

La recolección de toda la información anterior
se constituye en la base sobre la cual se sustentará la
comparación con los datos obtenidos del examen de los
cadáveres y sus restos, para tratar así de
establecer la identificación por comparación
según las coincidencias correspondientes.

Esta información podrá guardarse en computadoras
para las cuales existen ya bases de datos
específicas, o ser creadas para dicho acontecimiento. De
lo contrario, en ausencia de ese medio técnico, de todas
formas hay que organizar dicha información para ser
procesada con relativa facilidad en la medida que se hayan
obtenido datos similares del examen de los cuerpos que se han ido
rescatando. Para ello existen varios métodos de
trabajo que cada experto debe conocer según los recursos
de que disponga.

Trabajo
médico legal

  • a) métodos y procedimientos
    para la identificación de los
    cadáveres.

Procedimientos para la identificación
de cadáveres.

La situación del desastre es casi siempre variable de
un caso a otro y con ello también varían las
condiciones y posibilidades para la identificación, las
que van desde la

Integridad y la conservación de los cuerpos, hasta si
éstos son de la localidad o hay un predominio de
extranjeros entre ellos. Esto, unido a la presencia o no de
expertos en desastres disponibles, particularmente peritos
forenses expertos en identificación, así como las
posibilidades de búsqueda de la información
necesaria para poder establecer las comparaciones concretas que
nos permitan establecer la identidad sospechada.

Por todas esas razones es necesario conocer la metodología general para establecer la
identidad de las víctimas de los desastres, partiendo
desde lo más elemental hasta llegar al empleo de los
recursos más sofisticados para resolver un caso en
particular, aspectos que consideraremos más adelante.

Por presentación para reconocimiento

Una vez realizado el levantamiento del cadáver se
procede al resto de los estudios, dentro de los cuales siempre
está el examen del exterior del cadáver y su
vestuario, pues aunque haya existido una presunta identidad
durante el levantamiento, se debe confirmar y legalizar en este
momento después del examen exhaustivo que se practica.

Después de dicho examen se procede a la
clasificación de los cuerpos según los intereses de
cada caso, casi siempre al menos por sexo, edad y color de la
piel y, si es
necesario, hasta por su longitud (aproximación a la talla
o estatura), si es que tienen un grado de integridad que
así lo permita. Otro dato que puede resultar importante
para la clasificación es el color y la longitud del
cabello; luego, aspectos específicos propios de cada
situación como son cicatrices, prótesis de
cualquier tipo, lunares, incluso hasta datos del vestuario y las
prendas, entre otros.

Los restos humanos se pueden colocar organizadamente en grupos
o subgrupos conformados según los elementos de
identificación que posean individualmente, en una
explanada, una superficie o un patio divididos artificialmente en
zonas, o incluso, depositarlos dentro de un contenedor o
vehículo con refrigeración.

Para dar un ejemplo, en cada grupo por sexo se tienen varios
subgrupos mínimos. Los hombres pueden dividirse
según su edad en cuatro rangos que permiten hablar de
niños,
jóvenes, adultos y viejos (definiendo en cada caso
cuál es la edad que se va a utilizar como límite);
en cada uno de ellos se puede hablar, de acuerdo con el color de
la piel, de negros, mestizos y blancos (sin la necesidad de un
rigor antropológico); y éstos se pueden
sub-clasificar según el color del cabello, negro,
castaño o rubio ('choco' en otros países), y
así sucesivamente con cada característica que
utilicemos como elemento diferencial.

En un desastre aéreo con más de 150 fallecidos,
se puede hacer una búsqueda

rápida de un caso según la clasificación
anterior, pues con tres datos mínimos de edad, sexo y
color de la piel, entre las 150 víctimas, sólo
pueden existir 4 o 5 que tengan las mismas coincidencias, las que
luego pueden ser discriminadas al emplear algún dato
más como la simple longitud del cabello. Todo esto es
válido para una clasificación similar del sexo
femenino y otros subgrupos que se deseen incorporar como
elementos discriminantes.

Una vez ordenada la mayoría de los cuerpos de esta
manera simple, aunque pueden quedar algunos que no lo permitan o
simplemente ser restos pequeños sin ningún dato de
clasificación, se está en disposición de
mostrarlos a sus familiares, amigos, conocidos o personas que
puedan ayudar a su identificación, lo cual constituye en
esencia la llamada 'diligencia de presentación para
reconocimiento' que, como puede apreciarse, lleva una fase previa
de organización para saber qué es lo
que se va a mostrar.

Esta diligencia consiste en presentar el cuerpo o sus restos,
después de haber sido examinados y organizados por el
perito y registrada la información en su expediente
correspondiente, a las personas que puedan reconocer de
quién se trata, dejando constancia en los documentos de
los elementos que aporta el sujeto sobre los cuales plantea la
presunta identificación.

La identificación se realiza cumpliendo determinados
principios
elementales que se resumen en:

  • 1- realizar la diligencia previa conversación
    y preparación psicológica del observador, para
    comprobar su conocimiento real de la presunta
    víctima;

  • 2- Hacerla siempre en forma individual y no en grupos
    de personas ni cuerpos;

  • 3- Emplear un local adecuado, con la necesaria
    iluminación y privacidad;

  • 4- Colocar de forma limpia y adecuada el cuerpo
    cubriendo las zonas afectadas que puedan influir
    negativamente sobre el sujeto observador;

  • 5- No despojar al cuerpo, durante la diligencia, del
    vestuario ni de prendas u objetos que puedan influir en la
    observación directa, en particular lentes

(Espejuelos);

  • 6- Mostrar directamente las zonas que puedan ofrecer
    alguna información específica ya orientada
    desde la entrevista previa, como cicatrices, tatuajes,
    lunares y manchas, o hasta la dentadura y las prótesis
    en casos concretos; u verificar cada información que
    aporte el actuante, aun cuando no sea visible en el momento,
    como son las posibles intervenciones quirúrgicas,
    y

  • 7- Dejar constancia escrita, y si es posible filmar
    la diligencia, aclarando los elementos aportados por el
    observador y las posibles contradicciones.

Una vez concluida la presentación para reconocimiento,
la que en ocasiones se realiza en forma consecutiva con
más de un observador individual, se procede a la
comprobación de los elementos que sean necesarios.
Finalmente, dictaminar sobre la coincidencia o no de los datos
aportados si esto fuere necesario, por ejemplo, cálculo de
la edad, determinación de un trabajo dental
específico, comprobación de un defecto del pie que
influya en el calzado o verificación de una
apendicetomía, entre otros.

Está científicamente demostrado que la inmensa
mayoría de las identificaciones

se puede realizar mediante esta técnica, excepto en los
casos en que la putrefacción, las quemaduras (en
particular, la carbonización) o las propias lesiones
sufridas (como la fragmentación del cuerpo) impidan o
dificulten dichas apreciaciones tan valiosas.

Por estudios antropológicos

Aunque la inmensa mayoría de los cadáveres de
muerte
reciente por desastres, son identificados por la
presentación para reconocimiento, no es menos cierto que
un pequeño número de estos cuerpos quedan
pendientes de un trabajo posterior más profundo, bien sea
debido a su estado de destrucción, sobre todo facial, o a
que no poseen los suficientes elementos discriminatorios que
permitan establecer una identidad con certeza, entre los que
está el estudio antropológico.

En el caso de las víctimas cuya muerte ocurrió
hace mucho tiempo, resulta muy probable que sea necesario un
estudio técnico comprobatorio, pues la simple
presentación para reconocimiento no resolvería casi
nunca el problema. Estamos hablando de casos que están en
alguna de las fases de la putrefacción, incluso puede ser
en franco estado de esqueletización. Este aspecto es casi
inexistente en los casos de desastres, pero teóricamente
puede presentarse cuando se trata de accidentes aéreos de
naves desaparecidas en lugares selváticos o de
difícil acceso en los que, cuando se logra su
ubicación o se logra llegar por las vías
terrestres, ya ha transcurrido suficiente tiempo para que se
presente la putrefacción y que llegue, incluso, a la
esqueletización. Igual consideración puede hacerse
en aludes y deslizamientos en los que la recuperación de
los desaparecidos sea tardía.

De manera general, se habla entonces de una identidad en el
vivo y otra en cadáver,

y en esta última se subdividen los casos según
esté el cuerpo o sus restos en una fase de muerte reciente
o de muerte lejana, que es lo mismo que decir que esté en
estado de putrefacción cadavérica o que no lo
esté; esta última en algunos de sus conocidos
estadios hasta llegar al último, el de la
esqueletización.

Como dijimos anteriormente, es improbable que en un desastre
se trate de restos óseos, pero eso no significa que no se
utilice la antropología, pues como se sabe dicha
ciencia no
sólo se dedica al estudio de las osamentas sino
también forma parte de su misión el estudio de los
sujetos vivos y, de manera parecida, de los cadáveres
recientes (somatoscopia y somatometría).

Siempre debe establecerse la identidad absoluta, con certeza
de que es quien buscamos, aunque en nuestras acciones sólo
comprobemos identidades relativas, edad, sexo, raza, estatura,
pero que éstas sean suficientes para lograr identificar la
presunta víctima del desastre.

Un esquema general, casi similar para el vivo y el
cadáver reciente, comprende:

  • 1-  Interrogatorio intencionado a los que aportan
    información;

  • 2-  Estudios somatoscópicos (incluye biotipo,
    cicatrices, tatuajes y estigmas);

  • 3-  Desarrollo y características del cabello
    (incluye longitud, color y aspecto);

  • 4-  Aspecto y desarrollo genital (definición
    de genitales externos);

  • 5-  Evolución e información dentaria
    (dentigrama y antropología dental);

  • 6-  Desarrollo e información ósea
    (desde puntos de osificación hasta fracturas);

  • 7-  Estudio somato métrico (desde el
    tamaño del pie hasta la estatura), y

  • 8-  Posibles estudios por comparación imagino
    lógica.

Para el caso de la esqueletización, se recomienda
seguir un esquema de trabajo que se resume a
continuación:

  • 1-  Confección de una ficha previa para
    comparación;

  • 2-  Preparar el material biológico para su
    estudio, en particular, las osamentas;

  • 3-  Realizar maniobras que permitan las observaciones
    óseas (otoscopia);

  • 4-  Ubicar los traumatismos pre, peri y post mortem
    de interés para la identificación;

  • 5-  Buscar enfermedades y anomalías
    óseas referidas o sospechadas;

  • 6-  Realizar las mediciones (optometría) y
    comparaciones necesarias;

  • 7-  Estudios imagino lógicos corporales y de
    senos craneales;

  • 8-  Estudios odontológicos y
    estomatológicos, incluida la antropología
    dental;

  • 9-  Realizar la superposición
    craneofotográfica, si procediere;

  • 10-  Valorar la reconstrucción
    escultórica, si procediere, y

  • 11-  Otras pruebas posibles según el caso.

Estas pruebas apoyan
o excluyen la identidad y en muchos casos una sola puede ser ya
excluyente, pero, en general, para afirmar la identidad se
practican varias de ellas y el hecho de que todas sean
coincidentes puede permitirnos establecer de forma
categórica la identidad, lo que debe aparecer consignado
en el dictamen, el cual puede ser complementado con otros
aportes. Con frecuencia se confunde la interpretación de algunas de las pruebas,
como la superposición craneofotográfica que
sólo tiene un valor categórico excluyente y cuya
simple coincidencia no confirma que se esté en presencia
de la persona que se intenta identificar.

Como ya se mencionó, se parte de buscar primero la
comparación de la tetralogía

Identificativa, es decir, la edad, el sexo, la raza y la
estatura, para luego buscar otros elementos más que pueden
permitir establecer con mayor certeza la identidad previamente
dictaminada. Naturaleza
humana del hueso y su identificación particular,
así como si es derecho o izquierdo (lateralidad), a lo que
sigue valorar cuántos esqueletos pueden ser cuando se
trata de varias osamentas. Ya en la observación directa del hueso se describe
la aparición y fusión
de las epífisis, si cada una de las suturas craneales
está soldada o no, el estudio del trabeculado óseo
y el avance del canal medular, la existencia de malformaciones y
enfermedades óseas, las referencias a elementos raciales y
del sexo apreciables en los huesos, sobre
todo en el cráneo y la pelvis, así como la
existencia de traumatismos recientes o antiguos en la osamenta
que hayan provocado la deformidad típica.

Por otros métodos

También se puede practicar cualquiera de los siguientes
estudios:

  • 1-  Citología,

  • 2-  Laparoscopia,

  • 3-  Hemogenética forense,

  • 4-  Biología molecular, en particular,
    ADN,

  • 5-  Trazado de escritura y u otros.

Identificación por ADN

Antecedentes históricos

Los sistemas de
identificación mediante herramientas
moleculares se iniciaron con los sistemas de determinación
de filiación o paternidad por grupos sanguíneos,
los cuales se heredan de manera mendeliana. La información
que se logra con los grupos sanguíneos tiene un rango muy
bajo de acierto debido al número reducido de combinaciones
de los marcadores. Luego se utilizaron los marcadores de
tipificación celular HLA, sistema muy
complejo con el que se verifica la compatibilidad para trasplante
de tejidos y poco
accesible a laboratorios forenses. Sin embargo, ambas
metodologías no logran proveer la variabilidad necesaria
para individualizar a los sujetos y, por lo tanto, no son
utilizadas en identificación.

En los cromosomas de
cualquier especie se encuentran varias regiones conocidas como
micro satélites,
con un nivel de variabilidad muy alta en las poblaciones, lo cual
permite su uso como marcadores
moleculares. La variabilidad de estas zonas radica en
diferencias exhibidas por el material genético en la
secuencia nucleotídica misma a través de
sustituciones de nucleótidos o en la distinta longitud
generada por una misma secuencia que se repite un número
diferente de veces, como fuera demostrado por primera vez por
Wyman and White (1980).

A pesar de la evidente utilidad que brindaría el uso de
los micros satélites para filiación y, por lo
tanto, para identificación, razones de orden estrictamente
técnico no permitieron su aplicación. A mediados de
los años 80 comenzaron a desarrollarse sistemas de
identificación de individuos basados en el estudio de
polimorfismos de ADN, los cuales
reflejan la amplia variación de secuencias localizadas en
diferentes regiones del genoma, y se lograron desarrollar
sistemas específicos para cada especie, incluso la especie
humana.

A partir de 1990, los análisis mediante la utilización de
la técnica de PCR fueron ganando espacio en los
laboratorios forenses debido a la relativa simplicidad de sus
técnicas, menor costo e
interpretación sencilla de los resultados, pero sobre todo
por requerir ínfimas cantidades de ADN. La técnica
de identificación por ADN ha logrado aceptación
científica para las pericias forenses y se ha validado por
su poder de discriminación, especialmente en los casos
de exclusión de relación biológica.

Como primera instancia, dentro de los sistemas de
identificación por ADN se recurre al análisis del
material genético de tipo nuclear ya que tiene como
característica principal el ser muy informativo debido a
que la herencia es
mendeliana, es decir, se transmite a la descendencia la mitad del
contenido genético proveniente de cada progenitor.

La dificultad que se presenta radica en la susceptibilidad que
tiene la molécula de

ADN a la modificación química con
sustancias tales como la formalina, a la pérdida de su
estructura por
acción
de hipoclorito de sodio y, por último, si no ha sido
digerido por los procesos
naturales de degradación enzimática, con el tiempo
comienza a fragmentarse por pérdida de sus regiones con
alto contenido de adeninas y guaninas.

En otras palabras, si las muestras que se van a utilizar para
obtener los perfiles polimórficos propios de cada individuo son
recientes o han sido conservadas apropiadamente, el sistema del
CODIS dará resultados. Si las muestras o tejidos de los
cuales se debe obtener el ADN para el análisis han estado
almacenadas a temperatura ambiental, el ADN seguirá
fragmentándose con lo cual se pierde la posibilidad de
establecer cuáles son los perfiles genéticos.

En algunas muestras, como pequeñas manchas de sangre o semen,
saliva, pelos, cadáveres antiguos o restos provenientes de
desastres de tipo masivo, las técnicas de

ADN constituye la única posibilidad de lograr una
caracterización genética
(Hagelberg et al., 1991; Comey et al., 1991, 1993; Blake et al.,
1992; Uchihi et al., 1992; Walsh et al., 1992). Por otro lado,
también existe un patrón hereditario de un tipo
especial de ADN presente en los organismos celulares conocidos
como mitocondrias. Debido a que la información contenida
en la secuencia mitocondrial se hereda a partir de la vía
materna exclusivamente, se establece el vínculo de
parentesco entre individuos maternalmente relacionados (Giles et
al., 1980) y permite diferenciar un individuo de otro de distinto
linaje. Esta característica, sumada a que cada célula
contiene una gran cantidad de mitocondrias, que el ADN
mitocondrial es menos susceptible a las modificaciones
químicas y físicas mencionadas anteriormente
además de caracterizarse por presentar una región
con elevado índice de mutación (región
hipervariable), hace que este sistema sea de suma utilidad,
principalmente en los casos de material ampliamente degradado.
Para las relaciones de parentescos maternos en humanos se utiliza
la secuencia del genoma mitocondrial humano publicado en 1981 por
el laboratorio de Anderson.

Proceso de identificación con ADN

Actualmente, en casos de identificación humana se
realizan trabajos con métodos

Antropológicos tradicionales así como
moleculares, lo cual incrementa el número de casos
positivos de identificación. Para el caso de Mesa Redonda
se utilizó este tipo de criterio por existir la necesidad,
ya que se estaría afrontando un caso de
identificación tipificada como desastre masivo, en el cual
los niveles de complejidad son muy elevados. Cabe resaltar que el
porcentaje de error en la asignación por métodos
clásicos es del 15%.

Es por esta razón que se decide utilizar como
herramienta de identificación las metodologías
relacionadas con el análisis de ADN humano. Estas
técnicas han demostrado mundialmente tener una alta
confiabilidad de asignación de restos correspondientes a
individuos no identificados en desastres masivos, lo que sin
lugar

a duda siempre va a depender del tipo de muestra, el grado
de conservación de la muestra y el tiempo de exposición
de la muestra a agentes externos (por ejemplo, fuego), así
como al medio
ambiente.

El uso de metodologías relacionadas con el ADN
mitocondrial generalmente queda restringido a muestras de amplio
rango de deterioro, así como a restos óseos muy
antiguos, que sin dejar de ser metodologías mucho
más complejas, permiten resolver o aproximar la
mayoría de estos casos; esto se debe a
características técnicas muy específicas,
pero que tienen la limitante de no ser tan informativas como son
las metodologías para ADN nuclear.

Cuando la identificación no se logra por los
procedimientos antropológicos debido a la pérdida
de caracteres fenotípicos, el proceso de
identificación de los restos, análisis por ADN,
visualización de técnicas desarrolladas,
elección de técnica más informativa y mejor
validada, aplicación de técnicas en los tipos de
ADN según criterios de necesidad y disponibilidad
inherentes a cada muestra sólo sería posible
mediante técnicas moleculares (prueba de ADN), proceso muy
complejo que requiere la utilización de equipos de alta
tecnología
y profesionales altamente especializados.

En relación con el proceso de identificación,
debe contarse con información previa sobre el tipo de
grupo que se va a estudiar catalogada por tipo de
población:

Población cerrada: el número de restos
coincide con el número de víctimas registradas.

Población abierta: el número de restos no
coincide con el número de víctimas registradas, en
muchos casos puede ser mayor.

La identificación con el método de
ADN se basa en la correspondencia que existe entre los marcadores
genéticos de los progenitores y su descendencia –
herencia genética de padres y madres a sus hijos -. Para
establecer esta correspondencia deben obtenerse los perfiles
genéticos de los familiares directos. El perfil
genético es una combinación única de las
variantes de los marcadores heredados de los progenitores, la
mitad de la madre y la otra mitad del padre. La técnica
moderna de amplificación por un proceso conocido como PCR
permite obtener ADN de células de
tejidos vivos así como de tejidos de personas que han
fallecido, incluso de aquéllos por muerte debida a
exposición a temperaturas elevadas.

En los estudios realizados bajo este contexto, la comunidad
científica ha demostrado la posibilidad de establecer los
parentescos utilizando tres metodologías con

ADN:

1. Mediante los marcadores llamados micro
satélites en ADN nuclear del genoma del núcleo de
la
célula, y que constituye el perfil genético del
individuo;

2. Con marcadores que se encuentran
exclusivamente en el ADN del cromosoma sexual del varón,
que son heredados por los hijos varones, y

3. Mediante la comparación de la
secuencia de regiones muy bien estudiadas del

ADN mitocondrial, herencia que se da solamente
por línea materna, es decir, entre una madre y sus hijos,
así como entre los hermanos por parte de la madre, del
grado de preservación del ADN. Cuando las muestras de
tejidos son muy antiguas la probabilidad
de éxito
es mayor si se trabaja con el sistema de ADN mitocondrial.

En aquellos casos en los cuales se tienen restos de quemados,
los reportes internacionales indican que se puede llegar a tener
un promedio de 50% de éxito en la obtención de los
perfiles.

Procedimientos para aceptación de casos, manejo de
la evidencia y cadena de custodia en la prueba de ADN

El propósito de estos procedimientos es garantizar que
se mantenga la cadena de custodia de la evidencia, que
ésta sea protegida contra pérdida, deterioro o
cambios perjudiciales, y proveer de la logística necesaria para procesar un
número elevado de muestras.

Aceptación de casos

Las decisiones para la aceptación de los casos de
estudio mediante análisis de ADN se basan en la
administración adecuada de sus limitados recursos. El
laboratorio de ADN es fundamentalmente uno de los diversos
servicios que se emplea para la correcta identificación de
las personas; se debe autorizar el análisis de ADN cuando
los demás recursos no suministren la información
que permita la identificación.

Sin embargo, en los casos que pudieran requerir del
análisis deben obtenerse las muestras antes de que se
manipule la evidencia y mantenerlas como evidencia latente
debidamente almacenada y custodiada. Se requiere la constitución de una red regional que pueda
apoyar el manejo de muestras, con condiciones de análisis
compatibles entre los distintos laboratorios. La red regional debe incluir en
sus planes operativos el intercambio permanente de los
biólogos y los genetistas para poder enfrentar casos
masivos con trabajo en
equipo. Del mismo modo, la red debe manejar las bases de
datos de la población propia de la región.

Levantamiento y
recuperación de los cadáveres

Levantamiento de cadáveres.

Desde el mismo momento en que se conoce el hecho, se inicia
una de las diligencias más complejas y menos
profesionalmente trabajadas en los desastres que es la del
levantamiento de los cadáveres. Casi siempre se convierte
en una tormentosa y desorganizada recolección de los
cuerpos y restos productos del
desastre llevada a cabo por muchas personas diferentes y en muy
pocos casos por los médicos actuantes en la
operación del desastre.

A pesar de ser una de las diligencias más importantes
en la investigación de un hecho presuntamente criminal
desde el punto de vista médico-legal y criminalística y, por ende, judicial, en la
mayoría de los desastres tal sospecha de criminalidad no
se valora adecuadamente en su inicio y ello trae como
consecuencia que se obvia el levantamiento con gran frecuencia.
Tristemente, en los que aún existe la posibilidad de tener
algún origen criminal, como son los desastres de
aviación unidos a actividad terrorista, también se
pasa por alto la diligencia por la falta de cultura para
la actuación.

También se carece del suficiente personal para su
realización eficiente en un corto plazo, debido a una
presión
social muy elevada de retirar con premura del lugar las
víctimas fatales.

Por otra parte, resulta muy difícil cumplir con el
suficiente rigor científico los principios bien conocidos
de trabajo en el lugar del hecho en estas contingencias, sobre
todo por la presión sicológica y política con que se
enfrentan estos eventos.

Esto provoca que se convierta en un objetivo priorizado,
aunque sin base científica

alguna, el retirar rápidamente los cuerpos y sus restos
del lugar, aún con el riesgo de destruir con esa
precipitada medida las evidencias que
puedan existir para esclarecer el hecho o facilitar incluso la
identidad de las víctimas con mayor rapidez, especialmente
en casos de fragmentación de los cuerpos.

No obstante los pesimistas comentarios anteriores (que no son
más que el reflejo de una realidad vivida por muchos
años) el médico o el profesional a quien se le haya
confiado la difícil tarea de llevar a cabo la
coordinación y la realización del levantamiento
debe conocer su metodología y, sobre todo, contar con el
personal profesional y de apoyo necesario para cumplirlo
eficazmente. Aún en el caso de que dicho levantamiento no
pueda ser conducido adecuadamente y con el enfoque
científico establecido, el médico o profesional
encargado debe tratar de salvar al máximo la
información que pueda, apoyado sobre todo en la
documentación de los hechos con la fotografía
y el vídeo. Aunque no sea con aparatos profesionales, toda
esta memoria
gráfica del hecho y su actuación puede ser luego
vital para que los expertos puedan resolver los problemas
médico-legales propios de los desastres que inicialmente
no siempre se prevén.

Una vez realizada la diligencia de levantamiento del
cadáver y transportado éste al lugar donde se han
de continuar las demás diligencias, se procederá al
resto de los estudios, dentro de los que siempre estará en
forma priorizada la identificación de las víctimas,
cuya metodología explicaremos más adelante. Sin
embargo, anotamos que las demandas periciales para cada caso en
cuestión pueden ser otras y, por tanto, nuestra
previsión sobre las condiciones de trabajo y los locales
necesarios para ello.

Independientemente del tipo de desastre, hay que tener en
cuenta las condiciones mínimas para llevar a cabo el
estudio y el depósito provisional de los cuerpos, muchas
de las cuales ya fueron referidas, principalmente al abordar los
aspectos sobre vestuario, instrumental y medios de
conservación, campamento y locales de trabajo y
transporte, pero otras más pueden surgir según las
circunstancias.

Entre el grupo de condiciones mínimas que se deben
tener en cuenta para los locales de trabajo en situaciones de
desastre fuera de un instituto médico-legal, como antes
mencionamos, está el control de acceso a los mismos y las
posibilidades en el suministro de agua y su iluminación,
por lo cual se definen al menos tres áreas mínimas
de trabajo: las de depósito, de exposición y de
examen, cuyas dimensiones o características serán
variables según el evento y las posibilidades reales
existentes en cada lugar.

  • c) Traslado de los
    cadáveres

Traslado de los cadáveres y los
restos

Una vez realizada la diligencia de levantamiento de los
cuerpos y los restos, se pueden ir concentrando en un punto
próximo al lugar del desastre para ser estudiados
allí o ser llevados luego hasta el lugar donde
definitivamente se hará su estudio y depósito. Esto
dependerá de muchos factores, entre ellos, la cantidad de
fallecidos que hayan sido rescatados y su estado, la distancia
del lugar del desastre a la morgue o la sala de autopsias
más cercana, bien sea de un hospital o instituto
médico-legal, y las capacidades de refrigeración de
estas instalaciones, entre otros factores importantes.

Los cadáveres y los restos deben estar bien embalados
en bolsas con su correspondiente identificación, y deben
ser transportadas en camiones o furgonetas, preferiblemente
cerradas y, si existen las condiciones, refrigeradas. En este
último caso, se sugiere que la temperatura de
conservación sea de 4ºC. Se advierte que no se debe
incurrir en el error de proceder a la congelación de los
cuerpos, pues dificultará las tareas que de inmediato
deben cumplirse, relativas a la descripción detallada de
los mismos para poder hacer su identificación y
también interfiere en los casos en que se solicite una
autopsia, aunque esto sea sólo en parte de las
víctimas levantadas, según los intereses existentes
para cada caso en particular.

Como comentamos anteriormente, no debe realizarse el traslado
de los cadáveres o sus restos de forma individual, ni en
ambulancias o carros de transporte sanitario, pues si bien esto
último es inadecuado en circunstancias normales, resulta
prohibitivo en situaciones de desastre. En cualquier caso, a
pesar de que los cuerpos estén colocados en el interior de
bolsas herméticamente cerradas, es aconsejable proteger el
piso del vehículo con alguna cubierta que evite la posible
contaminación con líquidos que puedan destilar
dichas bolsas, sobre todo cuando se trate de cuerpos desechos o
amasijos, o peor aún cuando ya se ha iniciado el proceso
de putrefacción.

Igualmente, se tratará de enmascarar la
identificación de los vehículos que se estén
usando para el almacenamiento de los cadáveres y sus
restos, tal y como se explicó en el punto correspondiente
al transporte, para evitar situaciones posteriores.

  • d) Disposición final de los
    cadáveres (área de depósito) Bajas
    temperaturas, embalsamientos, enterramientos o
    sepulturas.

Área de depósito

Se trata del lugar donde se colocarán los cuerpos a
medida que vayan llegando desde el lugar del levantamiento, que
en los países tropicales o con temperaturas elevadas es
recomendable que sea una cámara refrigerada para
así tratar de evitar la putrefacción temprana de
los cuerpos y sus restos, favorecida por los traumatismos
generalmente existentes.

No obstante, puede que no existan tales condiciones o, al
menos, no desde el inicio de la diligencia; pero ya sea con o sin
refrigeración, debe existir un orden de colocación
de los cuerpos que ayude desde ese momento en la
identificación por su clasificación y hay que
buscar que el lugar reúna las condiciones mínimas
para estos casos, que van desde la privacidad imprescindible
hasta no colocarlos al sol para retardar en lo posible su
putrefacción.

Es muy recomendable colocar los cuerpos en espacios
preconcebidos atendiendo a su clasificación por grupos
según el sexo, el color de la piel y la edad, a los que se
les pueden ir sumando otros elementos de identidad sencillos como
su biotipo y el color y el largo del cabello, para después
agregar otros que requieren mediciones como la estatura y el
tamaño del pie, entre otros.

Existen varios programas cibernéticos para el manejo
masivo de esta información y el control del
depósito de los cuerpos y sus restos en estas situaciones
de desastre. Sin embargo, aun en ausencia de computadoras, existe
un método clásico con el uso de tarjetas con
bordes perforados, en las cuales a cada una de las perforaciones
de los bordes se le da el valor de un elemento de los que se
recojan para la identificación y con el paso de un
sencillo alambre o varilla rígida por alguno de los
orificios de la tarjeta se puede manejar la información de
cientos de casos de forma rápida y eficiente.

Si se ha determinado que identifiquemos el orificio 1 con los
hombres, el 2 con las mujeres y el 3 cuando quede impreciso el
sexo, al entrar un caso masculino se rompe el borde del orificio
1, el cual se convierte por tanto en un canal que al pasar la
varilla o alambre entre las tarjetas, todas las que cumplan la
condición de ser de casos identificados como masculinos
van a caer sobre la mesa de trabajo cuando se levanten las
tarjetas simultáneamente en dicha operación, por lo
que en cientos de tarjetas, en segundos, se sabrá
cuáles cumplen la condición de ser de hombres. Esta
operación se repite de forma sucesiva para cada
condición y cada vez serán menos las tarjetas con
las cuales tendremos que trabajar para un caso en
cuestión; el universo se va
reduciendo a medida que sean más los parámetros de
identidad con que se cuenta, a lo cual volveremos de nuevo cuando
abordemos el tema de la identificación.

Área de exposición

Siempre que se debe hacer una identificación existe la
posibilidad de tener que hacer una presentación para el
reconocimiento, diligencia que aparece recopilada en muchos
códigos procesales del mundo y que es un elemento
importante de trabajo médico-legal cotidiano, no
sólo en situaciones de desastre.

Por eso es importante contar con un área de
exposición donde se pueda mostrar a los familiares, amigos
o personas que puedan ayudar en la identificación,
primero, las fotos de las
prendas, el vestuario o los elementos de identidad destacables
encontrados en el examen de los cuerpos y sus restos; en una
segunda fase se muestran las fotos de los cuerpos, especialmente
el rostro si reúne las condiciones mínimas para
poder aportar elementos de identidad; en una tercera fase se
muestran directamente dichos objetos e incluso, finalmente, el
propio cuerpo o resto cadavérico para intentar así
concluir la diligencia de presentación para reconocimiento
y lograr la identificación deseada.

Como es lógico, esta diligencia debe realizarse con el
mayor de los cuidados, de forma progresiva y teniendo en cuenta
los elementos éticos que exige, y con la reparación
psicológica necesaria del familiar o la persona que va a
colaborar en la misma y la inteligencia de la
interpretación de sus resultados necesaria para toda
actuación médico-legal.

Insistimos en esto últimos, pues no basta con que la
persona a la que le mostramos la foto, la prenda o el vestuario
o, incluso, el cuerpo o parte de sus restos, diga que pertenecen
a tal o cual persona o que es ella en particular, sino que se
hace necesario practicar un interrogatorio intencionado para ver
el porqué de su respuesta y verificar el grado de
conocimiento real que posee sobre lo que está diciendo.
Esto se debe observar en mayor detalle aunque se trate de la
identidad del cuerpo o alguno de sus restos directamente, pues la
tensión nerviosa o el simple rechazo a aceptar la muerte
de un familiar o amigo cercano pueden conducir a respuestas
desacertadas, sin que tengan relación con la realidad.

Bajas temperaturas

Es un método clásico empleado ancestralmente y
que se puede llevar a cabo mediante el empleo de cámaras
frías, de mantenimiento
o congelación, o simplemente intentando mantener bajas
temperaturas con el uso de hielo, fundamentalmente el llamado
hielo seco que es el más recomendado, o mediante cualquier
proceso de equilibrio
térmico que logre similares resultados.

En el caso de las neveras o cámaras frías, sobre
todo las profesionales que existen en frigoríficos, barcos
y otras instalaciones especializadas, o bien los camiones o
contenedores refrigerados, muy de moda hoy en
día, debe tenerse un control de la temperatura a la cual
se coloca el cuerpo y sus restos, pues según el momento de
trabajo médico-legal esto puede ser variable.

Por ejemplo, en los momentos iníciales en que se
están examinando con fines periciales dichos cuerpos o
restos, nunca deben congelarse, pues eso dificulta la labor

que se debe llevar a cabo; además, el propio proceso de
enfriamiento provoca una deshidratación de los tejidos que
lleva implícito casi siempre un cambio de
color, todo lo cual puede ser un elemento negativo para la
interpretación de lesiones e incluso para la diligencia de
presentación para reconocimiento que puede producirse en
estos casos.

Los procesos de congelación acelerados pueden ser la
causa de lesiones post mortem, incluso hasta de fracturas
craneales; o durante la manipulación de los cuerpos en
estas condiciones de congelación pueden provocarse
también, con traumas mínimos, similares fracturas,
todo lo cual puede influir negativamente en la
investigación y dificultar la interpretación
médico-legal de los resultados obtenidos en el examen
practicado. La colocación de un cuerpo o resto sobre otro
durante el proceso de congelación puede provocar una
imagen
distorsionada de la cara de la víctima, que resulta
difícil enmendar en esas condiciones; también, el
proceso de congelación-descongelación facilita la
putrefacción.

Procesos químicos

La preparación de los cuerpos o sus restos mediante
procesos químicos es muy conocida desde la
antigüedad, expresión de la cual son las famosas
momias egipcias y otras que han sido descubiertas en tumbas
durante excavaciones arqueológicas.

Si bien la inyección de sustancias, sobre todo soluciones de
formol, en el interior de los vasos sanguíneos ha sido de
las más frecuentes, es posible también obtener
resultados similares con otras soluciones e, incluso, con el
empleo de otras sustancias colocadas en el interior de las
cavidades o adheridas al exterior de los cuerpos o partes, entre
otras modalidades.

Partes: 1, 2, 3
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