Introducción
Toda vez que el concepto de
sexualidad
comprende tanto el impulso sexual, dirigido al goce inmediato y a
la reproducción, como los diferentes aspectos
de la relación psicológica con el propio cuerpo y
de las expectativas de rol social, en la vida cotidiana, la
sexualidad va mucho más allá de la finalidad
reproductiva y de las normas o
sanciones que estipulan la sociedad.
Además de la unión sexual y
emocional entre las personas de diferente sexo o
heterosexualidad, existen también relaciones entre
personas del mismo sexo u homosexualidad, con una larga tradición,
pues ya existían en la antigua Grecia y en
muchas otras culturas. El banquete, de
Platón, es un diálogo
sobre las ventajas de la relación homosexual sobre la
heterosexual e incluye un mito sobre el
origen de Eros. Por su parte, el término "lesbianismo"
proviene del nombre de la isla griega de Lesbos, lugar en que
vivió Safo, que escribió poemas de
amor dirigidos
a mujeres.El estudio de la sexualidad, sin embargo, no cuenta con
esa larga historia. La
Sexología, rama interdisciplinaria de la Psicología,
relacionada con la Biología y la
Sociología, ha tenido un gran auge al
obtener, ya en muchos casos, el respaldo de la propia sociedad,
hecho que se iniciara con los movimientos de liberación
sexual de finales de la década de los años 60y
principios de
los 70.
Los cristianos, por su parte, plantean que existe
una postura espiritualmente auténtica y
científicamente correcta frente a la sexualidad y la
procreación humana, de la que carece enormemente la
medicina
actual, pero que es esencial recuperar para el autentico respeto hacia la
vida humana en nuestra cultura.
Unos pocos médicos cristianos asumen que,
a pesar de estas convicciones, sobre el valor de la
sexualidad humana y de la castidad, deben aprender cómo
tratar a todos los pacientes con total respeto humano, incluyendo
a aquellos que tomen decisiones que ellos pueden considerar
inmorales.
En el caso de los católicos y algunos otros cristianos
de iglesias reformadas, que son contrarios a la
contracepción hormonal (la píldora y otros métodos),
han decidido no prescribir contraceptivos hormonales. En la
defensa de sus posiciones alegan también las reacciones
adversas de estos medicamentos y, en este sentido, reclaman que
las pacientes deberían ser informadas sobre todo este tema
como un principio ético básico: las mujeres y sus
maridos necesitan tener la mejor información médica disponible para
poder tomar
decisiones sobre planificación
familiar que estén de acuerdo con sus propios valores y su
conciencia
moral.
Sin embargo, los cristianos insisten en sus convicciones de
que la sexualidad y la fertilidad están unidas tanto
físicamente como espiritualmente, de modo que argumentan
que cuando la pareja separa esta ligazón, el marido puede
comenzar a ver a su esposa como un objeto de placer sexual que
debe estar siempre disponible para su propia satisfacción.
Curiosamente, en ningún caso plantean que también
la mujer puede
mirar al marido con esa propia intención.
En contraposición a las ideas acerca de que la planificación familiar solo puede hacerse
por medios
naturales, es decir, con períodos de abstinencia en el
período fértil del ciclo
menstrual de la mujer, al
enfrentarse al problema de que muchas parejas y muchos
médicos utilizan la fecundación in vitro y otros
procedimientos
semejantes para lograr un hijo deseado, señalan que tanto
la pareja como el médico se ven impelidos de afrontar
dilemas morales insospechados, tales como qué hacer con
los embriones crío-conservados.
Sobre este tema existe una orientación
específica para los católicos, dada por el Papa
Pablo VI en su Encíclica Humana Vital, emitida en
1968. Aunque la referida Encíclica no pertenece al
género
de magisterio infalible, sino al ordinario, por lo que no solo
podría aparecer en la Iglesia otro
documento de otro Papa que admitiera una doctrina diferente a la
propuesta por Pablo VI, los católicos,
manteniendo todo el respeto que se merece la autoridad
eclesiástica, tienen el pleno derecho a disentir de ella.
Por supuesto que para disentir es necesario tener razones muy
sólidas. Después de veinticinco años de
publicada la Encíclica Humanae Vitae, gran parte
de los católicos del mundo entero acuden al uso de
anticonceptivos para una adecuada
planificación familiar, e incluso, no pocos de ellos,
también acuden al aborto cuando los
anteriores han fallado. Más recientemente, el Papa
Juan Pablo II, en su Encíclica Evangelium
Vitae, también se ha pronunciado sobre el tema.
A pesar de estas diferencias de enfoque del problema,
incluyendo los que consideran que las relaciones
sexuales que solo buscan placer, o que una opción
sexual diferente constituye desequilibrios de la salud, solo en los casos de
malestar o de conflicto de
la propia persona con sus
tendencias, o en aquellos casos en los que se pone en riesgo la
integridad física y moral de
terceros, se reclama el tratamiento psicoterapéutico. En
cuanto al placer, resulta difícil poder calificarlo como
intrínsecamente malo, estructuralmente
considerado.
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