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Análisis museográfico: el Mvsevm Monserrat (página 2)




Enviado por M. Rox



Partes: 1, 2

Tampoco constituye algo estático y acabado, tal
es así como lo señala José Linares, para
quién "el objeto de patrimonialización está
siempre sujeto a cambios productos de factores externos y
supeditados además, a una continua alimentación con
la identidad cultural, la cual existe en el grado en que
permite el reconocimiento de ellos, en su condición de
bienes culturales" (Linares, 1994: 170).

Todo lo que conocemos en la sociedad en la que estamos
inmersos es pasible de ser considerado un patrimonio. Aunque para
ser considerado un patrimonio cultural deberíamos
tener presente algunas premisas. En la conferencia mundial sobre
Políticas Culturales celebrada en México, en 1982,
se consideró como patrimonio "no sólo el
conjunto de los monumentos históricos sino la totalidad
dinámica y viva de la creación del
hombre".

La actividad humana que puede estar considerada como
patrimonio se refiere a la conducta individual y colectiva y los
productos de las actividades mentales y físicas de los
miembros del grupo. Pero es necesario acotar que no todo
sería parte de lo que denominaríamos patrimonio
cultural
. En la Constitución de la República
de Cuba, Linares rescata que por patrimonio cultural se
comprende "aquellos bienes muebles e inmuebles que son
expresión o testimonio de la creación humana o de
la evolución de la naturaleza y que tienen especial
relevancia en relación con las humanidades, mencionando
específicamente la arqueología, la prehistoria, la
historia, la literatura, la educación, el arte, las
ciencias y la cultura en general…" (Linares, 1994:
171).

El artículo explícito y amplio consigna
los distintos tipos de patrimonio: el material o
tangible y el inmaterial o intangible,
como por ejemplo la danza, el idioma, la música de cada
lugar forman parte de su patrimonio porque están realmente
ligados a su idiosincrasia y a su identidad nacional o
regional.

Por ello mismo el patrimonio se va acrecentando
día a día, como lo señala Calaf Masachs
todos los días se produce cultura y por ende se produce
patrimonio, pues cultura, patrimonio e identidad constituyen un
triángulo inescindiblemente relacionado, pero no como un
circuito cerrado, sino más bien como una red interminable
que incorpora permanentemente nuevos elementos a ser considerados
como parte del patrimonio.

Josep Ballart rescata un artículo que la
Constitución de la República Española de
1931 incluyó que "toda la riqueza artística e
histórica del país, sea quien fuese su dueño
constituye tesoro cultural de la Nación y estará
bajo la salvación del Estado". Este artículo es
claro en definir lo referente al patrimonio tangible,
también incluye los "lugares notables por su belleza
natural o por su reconocido valor artístico e
histórico". Pueden ser como los objetos que señala
Ballart que permanecen a pesar del paso del tiempo, y dado que
éstos son una esencia de la historia, es posible entender
la dimensión material del patrimonio como "historia
materializada".

Es un activo valioso que supervive al paso del tiempo y
que sirve para relacionar las distintas generaciones, de
ahí su valor identitario.

Pero en este devenir, donde seleccionamos algunas cosas
y descartamos otras, hay un cambio constante, y lo que valoramos
hoy otras personas pueden no valorarlo, pueden tener diferentes
perspectivas de lo que podrían considerar algo valioso
patrimonialmente hablando. Aún en una misma sociedad, al
mismo momento para quiénes algo constituya parte del
patrimonio, puede no ser considerada por otros como tal, o al
menos carecer de conciencia sobre el valor patrimonial de
determinado bien o expresión cultural. Aquí es
necesario destacar que no cualquier persona está en
condiciones de determinar qué constituye patrimonio y
qué cosas no lo constituyen, la valoración es
siempre hecha por integrantes de una disciplina pertinente
quiénes realizan la selección con un criterio
determinado. Esto lleva a marcar también que el Patrimonio
es una selección y una jerarquización de bienes y
por ello se articulan los procesos de selección
colectiva.

El patrimonio por sí mismo carece de valor,
porque es el ser humano el que se lo confiere y, dado que los
valores y los criterios de selección son variables en
función del tiempo y de los diferentes contextos desde los
que se los considere como tal, su valorización puede
llegar a relativizarse según el contexto.

Si bien Néstor García Canclini critica que
el patrimonio sea siempre de la elite que va a tener la capacidad
de legitimarlo, (García Canclini, 1993) es un hecho que
muchas veces es así, y como sistema de significaciones que
constituye, en los procesos de patrimonialización el
objeto sale muchas veces de sus circuitos y es raptado de la vida
cotidiana para ser incluido dentro de esta
patrimonialización. La selección que se hace o
recorte, también obedece a buscar un refuerzo de
identidad.

Es en lo referente al patrimonio cultural no tangible
donde se observa el proceso más complicado, muchas
expresiones que son producidas por la sociedad sus propios
actores -o productores- no tienen conciencia de que sus acciones
pueden ser factibles de patrimonialización.

El museo, la
museología y la museografía

En esta parte del informe se intentará definir un
concepto de "museo".

En el artículo 3, de los Estatutos de
fundación del Consejo Internacional de Museos (ICOM) de
1947 proclama que "se reconoce la cualidad de museo a toda
institución permanente que conserva y presenta colecciones
de objetos de carácter cultural o científico con
fines de estudio, educación y deleite".

Años después, en 1989, la Asamblea General
del ICOM ratificó un nuevo concepto que se incluía
en sus estatutos. Como se lee en el Título 2,
Artículo 3 en donde se aclara que "un museo es una
Institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio
de la sociedad. Que adquiere, conserva, comunica y presenta con
fines de estudio, educación y deleite, testimonios
materiales del hombre y su medio" (Hernández
Hernández, 1998).

En el Artículo 4 se explicita qué lugares
pueden estar contenidos dentro de lo que se considera
museo:

a) Los institutos de conservación y
galerías de exposición dependientes de archivos y
bibliotecas.

b) Los lugares y monumentos arqueológicos,
etnográficos y naturales y los sitios y monumentos
históricos, teniendo la naturaleza de un nuevo museo por
sus actividades de adquisición, conservación y
comunicación.

c) Las Instituciones que presentan especímenes
vivientes tales como jardines botánicos y
zoológicos, acuarium, vivarium, etc.

d) Los parques naturales, los arqueológicos e
históricos.

e) Los centros científicos y planetarios
(Hernández Hernández, 1998: 69).

Estas definiciones resultan bastante clarificadoras, no
obstante necesitamos hacer algunas precisiones que nos ayuden a
comprender aún más qué es esa
institución a menudo alejada, ensimismada, sofisticada y
hasta sacralizada en nuestras percepciones. El museo es
más allá de un simple reservorio de contenidos
expuestos arrebatadoramente a un paseante que los observa
pasivamente.

Por empezar remarcaremos que un museo está
constituido por la sumatoria de contenidos (colecciones),
continente (edificio), personal interno (especialistas,
administrativos, técnicos, subalternos, etc.) y personal
externo (público) (Hernández Hernández,
1998: 71).

Pero un museo no debe constituir un recinto donde los
elementos de la muestra se expongan de forma anodina,
descontextualizada o fríamente, ya que la misión
del mismo es de formación y educación de quienes lo
visitan.[1] Por ello, cobran importancia dos
disciplinas netamente relacionadas con la puesta en
funcionamiento y el mantenimiento del museo: la
museología y la
museografía.

Sobre la Museología, el ICOM, la define
como una ciencia aplicada, la ciencia del museo, que estudia la
historia del museo, su papel en la sociedad, los sistemas
específicos de búsqueda, conservación,
educación y organización. Es decir, se preocupa por
la teoría o funcionamiento del museo.

La Museografía estudia su aspecto
técnico: instalación de las colecciones,
climatología, arquitectura del edificio, aspectos
administrativos, etc. Por lo que puede decirse que es una
actividad técnica y práctica, definiéndosela
entonces como la infraestructura en la que descansa la
Museología.

Museología y Museografía, ambas se
incluyen entre las ciencias sociales. Los límites para
diferenciarlas son muy difusos y se complementan mutuamente, en
la práctica es muy difícil separar los problemas
atinentes a una y otra, tanto que algunos autores proponen
considerarla como una sola y única disciplina.

Sobre Patrimonio Mundial:

La idea de la protección de los bienes nacionales
evolucionó a partir de la Segunda Guerra Mundial como una
necesidad de preservar tanto el patrimonio natural como el
cultural. Fue ese el período en el que aparecieron las
primeras organizaciones nacionales interesadas en dictar leyes y
convenios que asegurasen la integridad de aquellos bienes. Por
supuesto, los bienes a los que se hacía referencia en un
principio tuvieron que ver con el patrimonio tangible, y
fundamentalmente cultural.

Así surgió la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), primera organización de tipo internacional
integrada voluntariamente por naciones de todos los continentes,
con el fin de resguardar bienes de interés, recomendando y
apelando a la buena voluntad de los gobiernos.

Desde un principio UNESCO se propuso promover la
identificación, la protección y la
preservación del patrimonio cultural y natural de todo el
mundo considerado especialmente valioso para la humanidad, los
que revistieren la característica constitutiva de ser un
valor universal excepcional. Los sitios seleccionados
para integrar la lista del Patrimonio Mundial son aprobados en
base a sus cualidades como mejores ejemplos posibles del
patrimonio cultural y natural.

Así identifica, por una parte el Patrimonio
Cultural
, donde incluye monumentos, grupos de edificios y
sitios que tienen valor histórico, estético,
arqueológico, científico, etnológico o
antropológico; Y por otra parte en el Patrimonio
Natural
se consideran formaciones físicas,
biológicas y geológicas. Para ser incluidos en la
Lista de Patrimonio Mundial, los bienes deben tener un
valor universal y cumplir por lo menos con uno de los diez
criterios de selección fijados por UNESCO.
[2]

En los objetivos explicitados por la UNESCO se detallan
en la misión de incitar a los estados a presentar sitios
de sus territorios nacionales para incluirlos en la lista de
Patrimonio Mundial, a que establezcan planes de gestión y
sistemas de presentación de informes sobre el estado de
conservación de los sitios, así como también
suministrar asistencia técnica y formación
profesional para el resguardo de los mismos.
[3]

UNESCO no invierte dinero, son los propios estados los
que deben realizar inversiones para el mantenimiento de ese bien,
pero es el prestigio que significa para una nación ser
poseedora de un sitio reconocido en la Lista, lo que implica una
serie de acciones encaradas a la conservación y
exhibición del bien en cuestión. Ya que, en caso de
que las condiciones de conservación o las intervenciones
no llegasen a ser adecuadas, UNESCO podría retirar la
declaración correspondiente.

Recordemos que UNESCO no obliga, tiene que apelar a la
buena voluntad de los estados por medio de
recomendaciones, textos sin poder vinculante donde se
invita a que el estado ponga atención a determinado sitio
de interés para asegurar la conservación del mismo.
También, las declaraciones, que constituyen
compromisos de tipo moral, donde se explicita la necesidad de
proteger determinado bien.

El hecho de que un bien sea incluido en la lista de
UNESCO genera una sensibilización al estado encarando
acciones para su cuidado y conservación, pero por otra
parte también una sensibilización del
público hacia ese sitio que, con las acciones adecuadas,
puede llegar a significar ingresos adicionales por el movimiento
turístico. Por otra parte la organización
internacional colabora brindando apoyo en la elaboración y
aplicación de un plan global para la preservación
del bien, aconsejando y dando los expertos, si se lo requiriere,
formación técnica a los equipos locales.

Desarrollo del
trabajo

El Museo Monserrat se halla situado en la calle
Obispo Trejo 294, CP X 5000, Centro de la ciudad de
Córdoba y surgió en el 2001, un año
después del Museo Histórico de la UNC en
el Rectorado, inaugurados ambos a raíz de la
inclusión de la Manzana Jesuítica en la
Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Por lo mismo su misión además de educar
científicamente, difundir la historia del colegio y
fomentar proyectos museológicos de investigación y
conservación, también tuvo la impronta de encausar
organizadamente la afluencia turística que
reportaría tal distinción que los proyectara
internacionalmente.

No obstante, no fue una organización surgida de
la noche a la mañana, existieron antecedentes e intentos
previos de llevar adelante una fundación que reuniera
objetos históricos y diera difusión a la historia
de la institución educativa.

El museo es una de las 16 entidades que integran el
Programa de Museos de la UNC dependiente de la SECyT. El
vicerrector del colegio, el Ing. Aldo Guerra, es a la vez el
director del museo y representa a la entidad en las reuniones que
se realizan los días martes junto a los demás
directores de museos universitarios.

El Programa de Museos es un proyecto que busca articular
los museos universitarios con actividades vinculadas al cuidado
del patrimonio y a la calidad de los servicios brindados a la
comunidad. Involucra líneas museológicas como
preservación, investigación y comunicación.
Se propone también realizar de manera coordinada
actividades de divulgación científica, conformando
un espacio de formación, con la idea de que la
educación científica genera un desarrollo cultural
y un modo de integrar los distintos sectores sociales que
promueva la participación.[4]

El objetivo básico es lograr un diseño de
plan de  gestión de las  colecciones, y la
capacitación de los recursos humanos existentes, mejoras
en la atención al público, ampliación de
horarios, mejor administración, etc.

El edificio y la Manzana Jesuítica en
general gozan del afecto de la población de la ciudad como
quedó demostrado en el concurso de las siete
maravillas cordobesas
que encaró la Agencia de
Cultura de la Provincia junto a un medio
local.[5]

Constituye un ejemplo de museo universitario,
aquellos que María Marco Such reconoce como laboratorios
al servicio de la comunidad universitaria y el vínculo
más directo entre ésta y la sociedad. Las
colecciones fueron concebidas para ser utilizadas en la
enseñanza, en la investigación y también
para fomentar el desarrollo del saber humano. Y posee
además el caudal que significa poder contar con el
material humano proveniente del campus universitario,
especializado y con una elevada cualificación profesional
en diferentes áreas.

Para esta autora los museos universitarios (con toda la
capacidad que posee un organismo como la universidad) constituyen
"laboratorios de una nueva forma de educación, mucho
más práctica y multidisciplinar, un centro de
reunión de diferentes profesionales y un ejemplo vivo para
lo que serán en un futuro". Porque la universidad en
sí constituye un museo vivo. (Marco Such, 2002:
67)

El
edificio

El edificio tiene importancia histórica dentro
del espacio de la ciudad referido como la "Manzana
Jesuítica
". Si bien el Colegio fue fundado en 1687 y
comenzó a funcionar tras real autorización en 1695,
su primer emplazamiento no era el actual, sino que se situaba en
la esquina anterior frente a la Iglesia de la
Compañía de Jesús, donde se halla hoy en
día el Colegio de Santa Teresa de Jesús, de las
hermanas Carmelitas.

Mudado en 1782 a su ubicación actual en calle
Obispo Trejo esquina Duarte Quirós, esa es su
localización desde hace más de 200
años.[6] El edificio que, tras el trazado
de la calle Duarte Quirós a fines del siglo XIX,
sufrió una fragmentación y modificaciones propias
del paso del tiempo.

Así con la apertura de la calle, que en su
momento se llamó "San Luis", efectuada en 1875 por
cuestiones urbanísticas, a partir de un decreto provincial
del 13 de julio de 1854 suscrito por el entonces gobernador Alejo
Carmen Guzmán, se perdió para siempre el espacio
correspondiente al refectorio, la cocina, despensas, botica y
otras habitaciones y dependencias.

La última gran reforma edilicia se llevó a
cabo en 1927 cuando por las remodelaciones encargadas por el Ing.
Rafael Bonet[7]rector del Colegio, el arquitecto
Jaime Roca.[8] amplió el tamaño del
edificio, remodeló su fachada, incorporando entre otras
cosas la famosa torre del reloj y encuadrando la
construcción en el estilo arquitectónico de la
restauración nacionalista, basado en la arquitectura
colonial hispánica.[9]

El edificio fue declarado Monumento Histórico
Nacional por ley 12.365 del 25 de julio de 1938, su custodia
está a cargo de la Comisión Nacional de Museos,
Monumentos y Lugares Históricos. Fue declarado Patrimonio
Cultural de la Humanidad por la UNESCO el 1 de diciembre de
2000.[10]

Precisamente por esas fechas el edificio tuvo algunas
modificaciones edilicias de tipo interno. La biblioteca del
colegio situada en la planta baja en el ala del costado norte del
patio mutó su lugar con el museo propiamente dicho que
pasó a ocupar aquella parte, además del espacio que
correspondiera a los boxes del gabinete
psicopedagógico.

La biblioteca en tanto fue llevada al patio trasero del
edificio, ocupando parte de una oficina donde primeramente se
había establecido el museo, además de algunas ex
aulas que ocupara por muchos años la Facultad de Derecho.
La reforma edilicia interna es apenas perceptible, pero sí
es notable el cambio general del decorado interno del edificio
desde su designación como Patrimonio de la Humanidad,
tratando de hacer más evidente su valorización
histórica como monumento: pintura, trabajos de destaque
del tipo de muros, y puertas de vidrio para comunicar visualmente
con el rectorado, integrándolo en ese contexto reciclado
de la "Manzana Jesuítica".

Se observan ventanas o "vidrieras" entre la Sala del
Museo Monserrat y la Biblioteca Jesuítica, que
forma parte del Museo Histórico de la UNC,
evidenciándose los muros de cal y canto descubiertos a ex
profeso. Hasta hace pocos años el circuito de visita
guiada de la Manzana Jesuítica era uno solo, e integraba
ambos museos, pero por disposición de la dirección
del colegio se decidió hacer un recorrido independiente
dentro del Monserrat, con una tarifa propia.

El uso de puertas de vidrio y ventanales, aparte del
hecho de integrar visualmente el espacio con el museo vecino,
genera también cierta desconexión
arquitectónica con el tiempo histórico que se
intenta recrear en la muestra, rompiendo con la armonía
del edificio original.

La
colección del museo

Se enmarca dentro de lo que María Marco Such
considera como "museos universitarios" sus colecciones
son de distinta naturaleza y llegaron a conformar un acervo a lo
largo de muchos años de acumular objetos, en distintas
etapas y con aportes provenientes de distintos
adquirientes.

Se exhiben en el museo instrumentos del siglo XIX y
aún de tiempo anterior, objetos que pertenecieron al
Gabinete de Física y que atestiguan un importante cambio
en el nivel científico de la formación impartida
por el establecimiento a lo largo de las distintas décadas
de labor de enseñanza.

Así por ejemplo, cuando los franciscanos se hacen
cargo de las instituciones educativas jesuíticas, como
parte de la renovación del plan de estudios, se decide
adquirir una gran colección de máquinas de
física, oportunamente ofrecida a la Universidad por Don
Martín José de Altolaguirre, en 1798. Este
instrumental había sido traído por los dominicos
desde España en el navío San Fernando, proveniente
de Cádiz. Además proponía donar valiosos
tomos de física y recreación filosófica.
Como la universidad no disponía de fondos suficientes, y
tampoco presentaba demasiado interés por los mismos, pues
por entonces carecía de carreras relacionadas con la
física, el Colegio Monserrat realizó las gestiones
correspondientes para que se le permitiese adquirir el
instrumental. [11]

Es muy significativo como se expone este hecho en un
panel gigante, un ploteado que ocupa una moldura de una ventana
desaparecida. El panel reproduce en texto de letra manuscrita,
aunque no en el tipo de letra original sin duda posiblemente
procesal, sino en tipografía Script generando una
ilusión de que se estuviera leyendo sobre la
fotografía de un documento original, lectura que no
sería posible para las personas no entrenadas en
Paleografía para llegar a entender lo que se expresara en
el texto. Además del recurso del fondo de simular la
textura de una hoja de documento antiguo con su coloración
y requiebres simulados de papel añejo.

También, es necesario reconocer como importante
fuente de información y de identificación con la
Universidad, ya que su patrimonio es parte de la referencia
documental de su historia. La realidad es que cada
institución o establecimiento perteneciente a la
Compañía de Jesús poseía su propio
archivo concerniente a la dirección del mismo. El Real
Colegio Convictorio de Monserrat no fue en ello una
excepción. Incluso los posteriores gestores de la
institución, luego de la expulsión de los Jesuitas
en 1767, continuaron la tarea archivística. Pero el correr
de los años y los sucesivos cambios jurisdiccionales del
Monserrat, han hecho que una parte importante del Archivo del
colegio, se perdiera para siempre.

Aunque, a pesar de ello, todavía se conservan
más de doscientos cuerpos documentales que se han ordenado
y dividido en dos fondos: Fondo Colonial y Siglo XIX, y
el Fondo Siglo XX [12]Estos documentos
pueden ser consultados por los investigadores que requieran ese
material, solicitando por nota a las autoridades del museo y con
los cuidados exigidos para el tratamiento con documentos
antiguos, como por ejemplo el uso de guantes de latex para evitar
el deterioro de las hojas.

Básicamente la colección se fue formando
con el acopio de objetos de soporte educativo y con documentos
administrativos propios, necesarios en su devenir como
institución al servicio de la formación de alumnos.
Muchos de los objetos principales de la muestra provinieron de la
compra a los objetos ofrecidos por Altolaguirre a fines del siglo
XVIII, pero también hay numeroso instrumental adquirido a
principios del siglo XX. En los carteles de referencia que
acompañan a los objetos se repite con frecuencia la fecha
31 de marzo de 1915, obtenida sin duda de los libros de gasto de
la institución durante ese período.

En el museo se expone instrumental de laboratorio de
física para realizar comprobaciones de experiencias
teóricas, como electricidad, magnetismo, calor, etc.
colección que se fue ampliando según los
requerimientos de la enseñanza a lo largo de los
años.

El guión
museológico

El tema del museo es el rescate de la historia del
colegio, muy relacionado desde sus orígenes a la
universidad jesuita. Por medio de los objetos y documentos
expuestos se puede aproximar al visitante al modo de vida
académica en los inicios de la
institución.

En lo que se refiere al museo en si, se presenta la
muestra algo anárquicamente expuesta, más que
reunir los objetos obedeciendo a su disciplina, se los
trató de acomodar de acuerdo al espacio disponible.
Instrumentos musicales junto a instrumental histórico de
física y una maqueta del Acrópolis de Atenas,
pueden llegar a provocar la sensación de un simple rejunte
de objetos, de muy disímil período o
función. Pero es amplia la predominancia de los aparatos
de física experimental.

Por otra parte hay que aclarar que los objetos se
exponen con un cartelito indicador trilingüe (castellano,
inglés y textura Morse para ciegos) donde se consigna
nombre, fecha, procedencia, y función del objeto, y se
describe brevemente su funcionamiento. Esto se complementa con
los paneles colgados en los muros donde se completa la
información relacionada al fenómeno físico
trabajado por el aparato. Así en los paneles se explica
sobre electromagnetismo, calor, aceleración,
presión, etc, junto a los aparatos
correspondientes.

En sí no es un museo que involucre los grupos
sociales explícitamente, ni que dé demasiados
indicios sobre los alumnos que estudiaron en la
institución o los docentes que impartieron sus cursos.
Sabemos que en los tiempos coloniales no podían ingresar a
la universidad personas cuyos cuatro abuelos no fueran europeos.
Los aborígenes y mestizos quedaron en su mayoría
privados de acceder a algún tipo de
instrucción.

Desde ya, podemos afirmar que se realiza un corte en la
selección que no incluye referencia a determinado grupo
étnico. El museo se interesa más por la ciencia y
hace hincapié en explicar experiencias científicas,
que en revelar indicios más bien humanos de las personas
que pasaron por la institución.

La
comunicación de la exhibición

Al iniciar la visita al museo se observan una serie de
paneles donde sucintamente se explican los temas, el origen y
misión del Museo, así como la historia del
establecimiento y su vinculación con la universidad y la
relación con los edificios de la Manzana
Jesuítica
. Las visitas se pueden realizar en diversos
horarios. Los horarios de atención al público en la
sala de exposición son de martes a viernes de 10:00 a
12:30 hs. y de 14:00 a 16:30 hs, y los sábados de 9:30 a
12:30 hs.

Además está previsto que se realicen
visitas guiadas los días martes y jueves a las 11:00 y
15.00 horas y los días sábados a las 11:00 y 12:00
hs. También está la posibilidad de un horario de
visitas especiales en lengua de señas los días
miércoles a las 10:00 hs, con la correspondiente reserva
previa.

Sobre los muros del Museo cuelgan paneles con
información pertinente tanto del acervo del museo, como la
síntesis explicativa del fenómeno que se relaciona
con el aparato expuesto. También, como se expresó
más arriba, se realizan visitas guiadas en horarios
determinados.

El folleto que se entrega al visitante no es sobre el
museo, es de información general e histórica del
edificio. Este rasgo es significativo, en realidad la sala del
museo opera más como una oficina de recepción donde
se congregan los visitantes, y tanto en las visitas guiadas como
en la folletería se hace un fuerte hincapié en el
edificio en sí, el cual como antes ya se mencionó
es la pieza más valiosa del museo.

Como contraparte "el Monserrat" está
incluido en el folleto del Museo Histórico de la
UNC
, cuyo recorrido guiado inicialmente lo incluía, y
que actualmente está separado por decisiones tomadas por
la dirección del colegio.

En la sala del museo, que no tiene un nombre de
reconocimiento a personaje alguno, hay carteles con la
indicación de no tocar el material de la muestra. Sobre
algunos de los aparatos se lee: "no toque las máquinas
expuestas, gracias". La entidad cuenta con un depósito o
reserva de objetos para ser incluidos a posteriori en la muestra.
El catálogo virtual es de uso interno del personal del
museo. Respecto a los documentos y libros de la muestra me fue
posible consultar el inventario que está en la biblioteca
del colegio.

La sensación que tuve al entrar al museo es que
el personal es bastante dispuesto a colaborar con las inquietudes
del visitante, aunque, no siempre es fácil de localizar.
Retorné en otras oportunidades y a veces quién
está encargado de las visitas guiadas no estuvo presente,
y éstas no se efectuaron, permitiéndoseles a los
visitantes que deambularan por los patios del primer piso sin
poder interiorizarse sobre qué era lo que
veían.

En lo personal creo que un visitante no especializado,
un escolar o extranjero tendrían dificultad, incluso para
quiénes no hemos hecho de las ciencias físicas y
naturales nuestra área de interés nos es poco
posible disfrutar de la muestra del museo, a fin de relacionarlo
con conocimientos de los que carecemos.

En realidad el personal es limitado y no de
dedicación exclusiva, incluyendo dos responsables del
museo y dos pasantes.[13] Según lo que pude
apreciar el movimiento de visitantes también es menor al
registrado en el Museo del Rectorado.

Por otra parte, la muestra del museo me pareció
muy breve y la colección no tiene suficiente espacio
físico para exponerse adecuadamente.

Impresiones sobre
la visita guiada

En otra oportunidad que visité el museo me
interesé por presenciar el itinerario de la visita
encabezada por un guía. La duración fue de 20
minutos y se realizó sobre el resto del edificio y no
sobre la sala del museo en sí. Por medio de esta visita se
puede conocer algunos detalles al observar por ejemplo la Sala de
Profesores del colegio. Varias veces se refirió el
guía con el concepto de "museo viviente" donde
"todo se usa", es necesario para el desempeño diario de
las actividades académicas. Porque en esa sala, por
ejemplo, diariamente se reúnen personas.

Uno de los detalles más interesantes del
recorrido fue detenerse frente a un muro que ha sido horadado
para que a través del mismo sea posible observar la
llamada "Celda de reflexión y castigo", una
construcción, que como aclara el cartel indicador data del
siglo XVII, funcionó como celda de reflexión en el
período Jesuítico y para el castigo de los
estudiantes en la época de la orden
franciscana.

El personal relacionado al museo no me pareció
tan entrenado. En un momento del trayecto la persona que
ofició de guía confundió algunas
fechas.

El guía además mencionó por lo
menos una vez el hecho de que el edificio constituye un
patrimonio reconocido por la UNESCO.

La visita incluyó la observación de las
aulas, los patios, las esculturas expuestas, como por ejemplo una
descripción del escudo del colegio al que se
refirió indicándolo en dos
oportunidades.[14]

En el primer piso en el Salón de Actos, el ya
mencionado ángulo rodeado de una reja que impide el acceso
al mismo, resguarda un piano de cola, una réplica de la
imagen de la Virgen de Monserrat.[15] y una
colección de piedras, formaciones sedimentarias y
fósiles, que debieron formar parte de la muestra del
gabinete de Ciencias Naturales.

Concluida la breve visita guiada por el edificio en
forma general, se retornó al punto inicial, el espacio de
recepción del museo y se permitió a los asistentes
entrar al mismo donde, lo curioso, realizan solos sin la
asistencia del guía el reconocimiento de los objetos
expuestos.

Patrimonialización y
mercantilización

Como se señalara más arriba para que un
bien sea incluido en la Lista de Patrimonio Mundial,
debe tener un valor universal y cumplir por lo menos con uno de
los diez criterios de selección fijados por UNESCO. En el
caso de la Manzana Jesuítica se incluiría en los
siguientes criterios:

(II) Atestiguar un intercambio de influencias
considerable, durante un período concreto o en un
área cultural determinada, en los ámbitos de la
arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la
planificación urbana o la creación de
paisajes;

(III) Aportar un testimonio único o al menos
excepcional, sobre una tradición cultural o una
civilización viva o desaparecida;

(IV) Constituir un ejemplo eminentemente representativo
de un tipo de construcción o de conjunto
arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que
ilustre uno o varios períodos significativos de la
historia humana.

En la recomendación del Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios (ICOMOS), de marzo de 2000, se asegura que la
inclusión en la Lista se hace sobre la base de los
siguientes criterios:

Los edificios y complejos jesuíticos de
Córdoba, y las estancias son ejemplos excepcionales de la
fusión de valores y culturas europeos y nativos en
América del Sur, en un momento decisivo de su historia.
Relacionada con el criterio II.

La experiencia religiosa, social y económica
llevada a cabo en América del Sur durante más de
150 años por la Compañía de Jesús dio
a luz a una forma única de expresión material que
se traduce en los edificios y Manzana Jesuítica de
Córdoba y en las estancias. Relacionada con el criterio
IV.

La declaración se fundamenta en que no hay otro
grupo cultural que ilustre la experiencia socio-política y
religiosa única de los jesuitas, en el extremo sur de
América Latina. Tanto las misiones, las estancias y la
Manzana Jesuítica de Córdoba son una
manifestación excepcional de la visión
cósmica y estética de una era de la actividad
humana dando forma a vastas regiones en el mundo. Por supuesto,
existen otros asentamientos jesuítas en el mundo, pero
ICOMOS destaca el valor capital jugado por el asentamiento en
Córdoba dentro del Imperio Español, en la
época de la Contrarreforma.

Se asegura que la meta es ampliar en un futuro esta
inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial para formar
una ruta cultural única, en el espíritu del plan
turístico cultural de Córdoba y la política
cultural de la UNESCO.

Con la intención de fomentar un turismo cultural
más activo sobre la ruta de las estancias, los planes de
gestión serían ampliados a la prevención y
cuidados de los sitios, en la gestión de los visitantes,
al control de la expansión de la infraestructura, en la
evaluación de las experiencias de los visitantes, al
desarrollo de programas de interpretación, etc.

Frente a esto, tras la designación de un lugar
como sitio de interés mundial, se produce otro
fenómeno. La "industria del turismo" que genera
la afluencia de visitantes ansiosos de conocer nuevos sitios,
guiados por la promoción de los mismos e instados al
consumo de productos o mercancías que son comercializados
en las tiendas de los museos –o en los alrededores- como
libros, corbatas, banderines, gorras, chombas, insignias, etc.
Ofrecidas con técnicas de marketing, constituyen
prácticas de mercado que son comunes a gran parte de los
museos del mundo.

Existe una explotación de la imagen del colegio
que se evidencia desde su reciclado, visualmente trabajado para
ampliar una impresión de importancia como sitio
histórico. Las reformas arquitectónicas que lo
integran a la Biblioteca Jesuítica podrían hasta
incluso parecer sacarlo de su integridad edilicia
original.

Se capta la atención de los visitantes,
impresionándolos con el realce de la importancia de la
institución tricentenaria, y se comercializan objetos como
recuerdos de la visita al lugar. Eso es algo que no todo colegio
puede hacer sino uno que está proyectando una imagen de
curiosidad turística, y que es apreciada como tal por un
público relacionado tanto afectivamente a la
institución, que se identifica con ella por el paso por la
misma, como por aquel público que por primera vez se
acerca a conocer el sitio, atraído por el reconocimiento
que fomentó su designación de patrimonio
mundial
.

Conclusiones

Por lo arriba expresado se puede decir que el Museo
Monserrat (MM) tiene muchas ventajas que otros museos carecen. De
hecho está en una posición a la que todos los
museos quisieran aspirar.

En primer lugar es una dependencia universitaria lo que
le permite contar no solo con el aval de una institución
seria que se dedica a la investigación y formación
del conocimiento, sino también que aporta recursos,
estrategias para planificación de la muestra,
profesionales bien capacitados que constituyen una mano de obra
de incalculable valor a la hora de requerir sus servicios por
cualquier consulta. No es menor el hecho de que la UNC y la SECyT
organizaran un Programa de Museos destinado a nuclear
instituciones de este tipo dentro del ámbito
universitario. Programa del que, como se mencionó, el
Museo Monserrat forma parte.

Además, el museo se sitúa en un edificio
que es monumento histórico nacional, edificio que en su
momento fue federalizado, y que a través de la Universidad
Nacional, sigue siendo jurisdicción del Estado Argentino.
Junto a ello la institución goza del aprecio de la
comunidad local, en sí muchas generaciones de cordobeses
pasaron por sus aulas, lo que generaría en cierta forma un
"público cautivo" en el sentido de permanecer ligado por
lazos afectivos a la institución.

El edificio y la institución que alberga tienen
una rica historia, que muy pocas instituciones en el país
pueden contar con tanto arraigo. El MM tiene por tanto un objeto
central de la muestra que no puede ser reproducido por otro
museo. Unido al hecho de los años de almacenamiento de
objetos y documentos, que efectivamente constituyen reliquias que
tienen un merecido valor de exposición, en buen estado de
conservación y acompañados de las informaciones y
registros pertinentes.

Mejor todavía para el MM es el hecho de
relacionarse directamente con algo denominado por la entidad
misma como "museo viviente". Efectivamente el mantenimiento del
espacio de muestra debe tener muy pocos costos, pues es una
fundación apenas ubicada en un ala lateral de un colegio
que funciona como tal.

La última característica singular sin duda
es la de constituir uno de los nueve bienes nacionales declarados
Patrimonio Mundial por la UNESCO, reconociendo su
característica de "valor universal excepcional" y
aludiendo ser un ejemplo de valores y culturas relacionadas con
una etapa de la historia de esta parte de
América.

Y la sensación particular de reconocer que fue
una sorpresa poder conocer este espacio, que tiene la virtud como
pocos de transportarnos al tiempo pasado de la ciudad (obviamente
la ciudad entera no era así). Este museo tiene esa virtud.
La libertad para recorrerlo, donde uno se siente más libre
que en otros museos, una idea de poder recorrerlo e
interiorizarse de la información sin necesidad de depender
de alguien que resuelva las inquietudes.

Las desventajas que tiene el MM en principio referidas
al mismo espacio que ocupa sin contar con una salida
independiente, la difusión de la muestra al exterior se
halla más limitada. No obstante, junto a la puerta de
entrada del colegio se suele colocar un cartel resaltando la
característica de "monumento histórico"
del edificio y promocionando los horarios de visita del museo y
visitas guiadas. El museo tiene un horario muy reducido, dos
horas a la mañana y dos horas a la siesta.

También pose poco personal afectado al servicio,
pero está relacionado al movimiento del museo que no es
tan importante como el del Museo Histórico de la
Universidad. El difícil acceso al mismo, que no
está tan cerca de la puerta de ingreso del edificio y dado
que hay que sortear la portería para adentrarse hasta el
lugar, puede hacer que parezca poco amistoso para el turista, que
se puede llevar la impresión que molesta su
presencia.

El personal además demuestra menos entrenamiento
que el del museo del Rectorado, con algunos desconocimientos se
efectúan las visitas guiadas, además del hecho de
no siempre estar presentes cuando se los requiere. En cierta
oportunidad unos turistas esperaban la hora de atención
del museo, y los responsables de la muestra no
llegaron.

El mayor problema se refiere la dificultad que supone la
separación de la muestra del circuito de la Manzana
Jesuítica
, ya que podría contarse con
más personal y con mayor franja horaria de atención
al visitante si hubiesen permanecido unidos ambos museos,
integrando un único circuito de visita guiada. Algo
relacionable con la misma recomendación de
ICOMOS.

También se hace evidente el interés de
resaltar el hecho de formar parte un espacio objeto de destino
turístico. Así pues se ofrecen a la venta gorras,
suvenires, llaveros, corbatas, banderines, etc. conformando todo
una mercadotecnia que intenta captar la atención comercial
del turista induciendo al consumo de tales objetos.

Finalmente, y yo creo que no es una desventaja sino
más bien una característica singular de este museo,
el hecho de que se pierden los límites del museo de la
sala proyectándose al museo viviente. Es una
característica propia de la naturaleza de este tipo de
museos, pero por momentos daría la impresión que la
muestra de la sala se descuida y se infravalora.

Provoca cierta sensación de que se quiere
remarcar la importancia de la institución, el edificio y
su historia, mientras que estos objetos expuestos a un costado,
con todo el destaque que pueden merecer, quedan librados a una
observación impávida de los visitantes que no
terminarían de entender que importancia tienen y
qué se les podría relatar a través de
ellos.

Monografias.com

Bibliografía

BALLART HERNÁNDEZ, Josep El patrimonio
histórico y arqueológico valor y uso
. 1997,
Ariel, Barcelona. Capítulo 2: "Pasado, Historia y
Patrimonio". PP 81-104.

CALAF MASACHS Roser y FONTALL MERILLAS Olaia
Comunicación educativa del patrimonio, referentes,
modelos y ejemplos
. 2004, Trea, España.
Capítulo 5: "La dimensión contemporánea de
la cultura. Nuevos planteamientos para el patrimonio cultural y
su educación". PP. 29-59.

DUJOVNE Marta Entre Musas y Musarañas, una
visita al museo.
1995, FCE, Buenos Aires. Capítulo:
"Una visita al Museo Histórico Nacional".

GARCÍA CANCLINI, Néstor "Los usos sociales
del patrimonio cultural", En: FLORESCANO Enrique (Comp.) El
patrimonio Cultural de México
, 1993, FCE.

HERNANDEZ HERNANDEZ Francisca Manual de
Museología
. 1998, Síntesis, Madrid.
Capítulo 1 y 3 "Evolución histórica del
concepto de museo".

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Museografía
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– Dirección de Patrimonio Cultural, La Habana. Anexo I
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. 2000, LVI-Keggan,
Córdoba.

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Quince miradas sobre los museos. 2002, Univ. de
Murcia.

NAVARRO C. y MARTIN TORRES, Mª. Quince miradas
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. 2002, Universidad de Murcia.

MONTAÑES Carmen El museo un espacio
didáctico y social
. 2001, Mira,
España.

PAGE Carlos A. La Manzana Jesuítica de la
Ciudad de Córdoba
. 1999, Eudecor,
Córdoba.

Artículos y documentos:

– Ensemble et estancias jésuites de
Córdoba (Argentine). Recomendación, ICOMOS, marzo
de 2000.

– PATRIMONIO MUNDIAL DE LA UNESCO Carpeta de
información sobre el patrimonio mundial
. 2005, Centro
del Patrimonio Mundial de la UNESCO, París.

-Programa de Museos de la UNC – SECyT:

 

 

Autor:

M. Rox

[1] El Diccionario de la Real Academia
española define el museo como el “edificio o lugar
destinado para el estudio de las artes liberales y las ciencias
humanas”.

[2] Dichos criterios están indicados
en las Directrices prácticas sobre la aplicación
de la Convención de Patrimonio Mundial. El Comité
revisa periódicamente dichos criterios de modo de poder
reflejar una evolución del concepto mismo de Patrimonio
Mundial.

[3] Por ley Nº 13.204 promulgada el 28
de junio de 1948 la República Argentina es Estado
Miembro de la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Por Ley
21.836 sancionada y promulgada el 6 de julio de 1978, nuestro
país aprobó lo pactado por la Conferencia General
de la UNESCO en 1972 sobre la “Convención sobre la
protección del Patrimonio Mundial, Cultural y
Natural” y la creación del “Comité
del Patrimonio Mundial”.

[4]
http://www.secyt.unc.edu.ar/Nuevo/portada_contenido.php?idNota=157

[5]
http://www.unc.edu.ar/institucional/dossier/2008/julio/jueves-3-de-julio-de-2008

[6] En 1773, durante el Período
Franciscano, ya consumada la expulsión de los jesuitas,
los capitulares de Ascasubi, Gutiérrez y Suárez
de Cantillana, plantearon un acomodamiento de usos en el
antiguo Colegio Máximo al proponer que “se puede
distribuir en beneficio del público dejando el primer
patio principal si Iglesia y diferentes salas que sirben de
clases de diversos gremios de estudiantes con sus corredores y
aposentos de el lado de los Naranjos para casa de universidad.
Y el segundo patio principal se puede destinar para el Colegio
Real de Monserrate, que por lo estrecho y reducido, y ser el
número de sus alumnos crecido necesitan de trasladares a
casa de mayor extensión”. Aún no
había asumido como obispo el carmelita descalzo fray
José Antonio de San Alberto, quien al hacerlo a fines de
1778, tomó como suya la idea y auspició
personalmente con gran decisión. El 25 de noviembre de
1780 el mencionado obispo asistió a una reunión
de la Junta de Temporalidades para exponer la necesidad de
trasladar el Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat
al edificio del Colegio Máximo. (Page, 1999: 97).

[7] Rafael Bonet, rector del Colegio Nacional
de Monserrat de 1922 a 1946. (LVI-Keggan, 2000: 142).

[8] Dice Carlos Page en su libro que “a
Juan Kronfuss le tocó proyectar una nueva fachada para
el Rectorado (1925) y a Roca la del Monserrat (1927). La
primera intervención quizás no haya sido tan
feliz como la segunda, donde resultó un edificio con
múltiples significados. Antigüedad, prestigio,
tradición, etc. parecen signar las cualidades que
afloran entre los muros, dos veces centenarios, escondidos
debajo de un cosmetológico revestimiento. Precisamente
este maquillaje que adquirió hace exactamente 70
años [Nota personal: hoy ya más de 80
años] fue una expresión de querer acentuar sus
propias cualidades”. (Page, 1999: 176).

[9] Folleto tríptico de
información sobre el Colegio Nacional de Monserrat
Patrimonio Cultural de la Humanidad, repartido al visitante.
Tercera faz “El edificio”.

[10] Idem folleto, contratapa.

[11] Explicado en un panel informativo
colgado en uno de los muros laterales. Es muy interesante el
contenido de este panel alusivo al ingreso de este material que
hoy forma parte de la colección: “Las
máquinas de Física contratadas por mí con
el señor Martín José de Altolaguirre bajo
las condiciones que resultan de este expediente para el uso y
adelantamiento en las ciencias de la universidad y Real Colegio
de Monserrat de Córdoba que están a mi cargo
deven comprarse sin pérdida de tiempo por la utilidad
que resulta de la mayor instrucción de aquellos alumnos
en todas las ciencias y exercicios y por lo barato de su precio
corresponde hacerse del caudal existente del Colegio así
por no haber otros que más propiamente lo sufragen como
por ser consiguiente al destino de sus fondos, el ilustre
cabildo, justicia y ayuntamiento de Córdoba, en su
informe testimonial que antecede (…) Pues el no haber en
la universidad el estudio de física experimental, ni
haber preceptor especial, sujeto inteligente capaz de
proporcionar su ajuste y combinación, pende, de no haber
habido hasta ora con qué ejercitarlo y sin alterar el
plan o distribución de estudios presente, substituir el
lugar del silogismo la demostración de la verdad que es
el método mandado seguir tan justamente por el soberano,
aboliendo la filosofía antigua, cuio fruto a los que se
educan con ella es llenarse la cabeza de términos nada
significantes, acostumbrarse a contradecir todo, o no apurar
nunca la verdad y en una palabra a formarse unos hombres en la
sociedad despreciables por malcriados, y esto es lo que obtiene
el cabildo de Córdoba bajo el concepto que forma de que
facilita el talento con el discurso y de que lo experimental no
es útil a la posesión de la ciencia
teológica que se propuso el fundador”. La cuenta
fue saldada el 24 de abril de 1805. Transcripción del
documento del Tomo V, Inv. 5 Carta de Fray Pedro Josef de
Sulivan, rector de la Universidad y del Real Colegio
Convictorio de Monserrat de Córdoba del Tucumán,
al Marquéz (sic) de La Plata. Buenos Aires, Virreinato
del Río de La Plata, 28 de septiembre de 1802.

[12] Explicación en un panel.

[13]
http://www.secyt.unc.edu.ar/Nuevo/index.php?Tipo=museos

[14] Los elementos que componen el escudo: El
yelmo de la armadura representa la Corona; El ciprés la
familia; Las dos llaves la virtud y letras; La estrella la
virgen; Las cuatro flores de lis la virtud; Las cuatro rosas la
caridad; Las ocho cruces los ocho estadios por los que
atraviesa el hombre para alcanzar el conocimiento.

[15] Réplica de la original venerada
en el monasterio de Cataluña.

Partes: 1, 2
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