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Apuntes sobre la guerrilla, el terrorismo y la depravación de la ignorancia (página 2)




Enviado por Eduardo Daniel Véliz



Partes: 1, 2

Estas apreciaciones se fundan un hecho obvio, las
relaciones políticas conforman un complejo significativo
por medio del cual entran en contacto un conjunto de sujetos y, a
partir de las cuales y con grado diverso, efectivizan
coincidencias o disidencias respecto a la cosa requerida. En
cierto modo, podría afirmarse que, desde la existencia de
la horda primitiva hasta nuestros días, los diversos
conflictos no tuvieron su origen en consideraciones
míticas o religiosas, sino en contradicciones generadas
respecto de cierto objeto juzgado con relación a las
propias necesidades de los grupos humanos. En este sentido, desde
los orígenes hasta la actualidad, el uso funcional de la
violencia con fines políticos ha sido siempre una variable
históricamente determinada, de donde se colige que el
desarrollo de acciones violentas no constituye un hecho que puede
juzgarse por sí mismo, sino con relación a las
condiciones concretas en las cuales se produce.

La correlación lógica indica que la
valoración de las condiciones concretas conforma una
instancia con un antecedente, que deriva del estado o
condición de quien lo ejerce, y una solución
posterior referida a la superación de una situación
problemática. Esta deducción puede aplicarse tanto
la las maniobras exteriores, como interiores, de los Estados en
lo referente a su situación dentro de un concierto social
dado (llámese comunidad mundial o comunidad nacional,
respectivamente), ya que las operaciones diplomáticas y
militares no se ejecutan impulsivamente, al contrario, se tratan
de maniobras arbitrarias, organizadas con un propósito
concreto, respecto de condiciones y necesidades concretas, de tal
manera que una situación de negociación
pacífica o beligerante, en forma de conflicto
internacional o nacional, comporta la existencia de entidades
concretas (grupos humanos) o ficticias (derivados de la
ficción jurídica, como el Estado).

El Estado

Uno de los primeros escollos para un análisis es
la categoría Estado, porque remite a una entelequia
derivada de un proceso histórico en el cual coparticipa un
conjunto de sujetos sociales que, por alguna razón,
definen un modo de organización, a partir de ciertas
condiciones preexistentes, respecto de la instalación y
conservación de un cierto statu quo, es decir, un
estado particular de cosas que entraña un modo particular
de producción, una organización social inherente y
una cultura coherente con tal instancia. En sí mismo, el
Estado es una abstracción con la que se define al complejo
de relaciones políticas desarrolladas en la concreta
existencia de un sistema jerárquicamente organizado. Es
este complejo la "forma material" con que se reconoce al Estado,
aunque ello no implica registrar ipso facto a sus
mentores y operadores, así como sus causas y
consecuencias.

En cuanto tal, el Estado cristaliza un modo
hegemónico que se deriva de los grados de desarrollo
alcanzados por ciertos sujetos respecto de otros integrantes de
una sociedad. Tal cristalización no se manifiesta de
manera abstracta, sino concreta, en la relación
jerarquizada de espacios, a través de la cual se define
los sujetos políticos en función de las posiciones
que cada uno asume dentro de la correlación
dinámica de fuerzas sociales. Puesto en tales condiciones,
el Estado se constituye en una fase instrumental, por medio de la
cual se manifiesta la hegemonía de un cierto sujeto
social, o coalición de ellos, sobre otros, bajo la forma
de potestad adquirida por expropiación individual o
colusional de los medios sociales de
producción.

Si se asumen estas definiciones, el Estado, como
cristalización de una hegemonía, opera
orgánicamente las instancias por las cuales se pone en
evidencia la voluntad de un sujeto hegemónico. De este
modo, la Constitución Nacional no surge "… por
voluntad y elección de las provincias que la
componen…",[5] sino como consecuencia
impositiva lógica de la hegemonía unitaria
consolidada con la batalla de Caseros. La Carta Magna,
según esta perspectiva, no expresa el concierto de sujetos
respecto a un fin, sino una imposición subordinante,
surgida a partir de una correlación de fuerzas favorable a
los vencedores.

Existe una condición necesaria para la
unción de cierta legitimidad de la hegemonía: la
correspondencia con un fin general del conjunto de los sujetos
implicados en la formulación de los principios rectores.
Sin embargo, en tanto generalidades expresivas, los
artículos constitucionales enuncian deberes, derechos y
obligaciones, pero, en modo alguno, regulaciones. Éstas se
definen por la actividad legislativa y se efectúan por la
tarea ejecutiva, de modo que, cuando se analiza cuál es el
objeto de referencia con relación a un proceso
revolucionario, queda claro que las acciones no se desarrollan
con relación a un conjunto de idealizaciones generales,
sino a un orden material y social que se plasma por medio de las
instancias efectivas (legislación y ejecución) que
expresan las necesidades del sujeto hegemónico. En otras
palabras, la actividad subversiva no se desarrolla con
relación al fin encumbrado de constituir una sociedad
humana en cierto territorio, sino respecto de las condiciones
concretas (materiales y simbólicas) que definen un
estado de situación que se estima impertinente a
tenor del fin societario y que, consecuentemente, debe ser
reemplazado.

La moral

Esta claro que la conformación de una carta magna
responde a un fin y que éste se halla en relación
con las condiciones en las cuales se lleva a cabo, de modo que,
la institución de un modo de organización social,
responde al propósito de consolidar y mantener un cierto
estado de cosas preexistente a la formulación
constitucional. Este statu quo constituye la base
material sobre la cual se construye la moral, concepto
que, por sí mismo, resulta un objeto fetiche, es decir,
una forma cuyo contenido depende de quien lo objetive por la
palabra, su semántica es función del
sujeto.

Su origen latino es la palabra mos, la cual se
traduce como "costumbre", pero el latín es una lengua
particularmente específica, razón por la cual, el
concepto contemporáneo "moral" no proviene del
término elemental, ya que éste no define a
qué práctica hace referencia. Para que ello ocurra,
debe estar seguido de un adjetivo especificativo que, en el caso
de la semántica actual, proviene de "mos
maiorum
", es decir, "la costumbre de los
mayores".[6] En la medida en que los
senex (mayores, de donde proviene "senadores") eran los
viejos patricios de Roma, el concepto remitía al conjunto
de prácticas socioeconómicas que los mayores
sostenían, el régimen esclavista, de modo que la
costumbre de los mayores y las reglas que se derivaban de ella
implicaban la observancia y conservación de ese statu
quo
(estado de cosas).

La moral, en cuanto práctica social
históricamente determinada, se expresa por medio de lo
consuetudinario, es decir, por las formas habituales que asumen
los integrantes de la comunidad en sus prácticas sociales
de producción, de manera que, en función de los
menesteres del sujeto hegemónico, la situación
"correcta" es un estado inerte en el que se fosilizan las
relaciones sociales de producción y el conjunto de formas
que fijan este estado de cosas.

Como esta situación no corresponde con la
dinámica de tales relaciones, se hace necesario
desarrollar maniobras de conservación del régimen
socioproductivo, en virtud de lo cual se establecen diversas
instituciones (pedagógicas, judiciales, sanitarias,
informastivas, etc.) que conforman una red primaria de
disciplinamiento y control operante sobre el conjunto de la
población, mientras que, una segunda forma, se organiza en
torno a mecanismos de represión que no excluye relaciones
con las instituciones primarias.

En suma, el conservadurismo es inherente a quienes mejor
posicionamiento tienen dentro de un modo de social de
producción y sus esfuerzos se concentran en el
mantenimiento de la inercia del estado de cosas, para lo cual
apelan a diversas tecnologías. Ello no implica un proceso
de "reproducción de la "ideología" dominante", como
pretendía Louis Althusser,[7] sino la
"naturalización por hábito de un estado de cosas"
por medio de un mecanismo de persuasión coherentemente
estructurado en el que, la "naturalidad" que se le asigna al
hábito, opera bajo determinadas formas de inducción
por las que se enajena la circunstancia material y social donde
se practica.[8] En este sentido, "naturalizar" es
sinónimo de "objetivar", es decir, poner la cosa
más allá de las condiciones históricas en
las que emerge, por medio de un dispositivo subjetivador
colectivo que impone un modo condicionado de
aprehensión.[9]

Operaciones Políticas

Al poner en evidencia los elementos orgánicamente
operativos en los procesos de conservación de cierta
inercia respecto del statu quo, conviene clarificar
ciertos conceptos, cuyo uso y abuso ha contribuido a la
confusión general por su aplicación en varios
ámbitos de la intervención humana. Efectivamente,
las nociones de estrategia y táctica
(especialmente la primera), forman parte de los vocabularios de
una caterva desquiciada de sujetos sin vinculación alguna,
de modo que estrategia "suena impresionante" en disciplinas que
han adquirido por préstamo o expropiación
ácritica conceptos, cuyo uso debe ser bien conocido y
adaptado al medio en que se usa, caso contrario no pasan de ser
enunciados para un "público impresionable".

En primera instancia, resulta necesario establecer que
tales vocablos provienen de la Grecia Clásica y dan cuenta
de un modo particular de organización social respecto de
la práctica política del uso de la violencia con
fines concretos. Cada término, en realidad, remite a dos
instancias jerárquicamente ordenadas de acuerdo con la
definición de ámbitos sociales, en los cuales se
opera con relación a un objetivo establecido. De este
modo, los términos griegos strategía y
polémikha (o en su traducción latina,
tactica) remiten a instancias decisionales subordinadas a la
politheia, es decir, el conjunto de relaciones sociales
de la polis.

Así, la estrategia resulta el "…
arte de distribuir y aplicar los medios militares de modo de
cumplir con los fines de la
política…",[10] actividad que, en
modo alguno, resulta un acto colectivo, sino, por el contrario,
se halla reservada a ciertos sujetos, los estrategas,
que establecen las formas más eficientes para la
consecución del objetivo de la política de guerra.
Esta instancia, en realidad, constituye una instancia subordinada
a la esfera de decisión política, que es la que
define el objetivo de la acción violenta y la "estrategia
general" o "gran estrategia", concepto que sirve "… para
extraer el sentido de "política en acción". Porque
la función de la gran estrategia… es coordinar y
dirigir todos los recursos de la nación, o grupo de
naciones, hacia el logro del objetivo político de la
guerra, el fin definido por la política
fundamental…"[11]

Esta distribución pone de relieve un
ámbito de relaciones subordinadas en cuya cima se halla la
decisión política, en tanto expresa los intereses
de cierto Estado (y del sujeto hegemónico), y a partir de
la cual se define una estrategia, es decir, la gestión de
medios con relación al fin.

El ámbito de la polémica resulta
el terreno en el que se despliegan las fuerzas y en el que
cristaliza la táctica. Según los principios
teóricos generales, táctica "… es el arte de
conducir tropas en el campo de combate. El objetivo sólo
puede alcanzarse mediante la lucha, combinada con la astucia y el
engaño…"[12] Debe notarse que la
distinción es clara cuando se comparan ambos
términos, ya que la estrategia remite a las
esferas superiores de decisión política, mientras
que la polémica cursa las diversas operaciones
tácticas referidas a la consecución de los
objetivos políticos. Sin lugar a dudas, tales desarrollos
se fundan en la existencia del Estado, el cual resulta "…
un agente creador de perpetua movilidad sobre el suelo, que
sólo cambia sus técnicas para organizar el
territorio conforme a sus propósitos
políticos."[13]

Esta definición pone de relieve una
condición irrefutable, a saber: que las operaciones
tácticas constituyen el nivel más bajo de
operación de la violencia, pero no por ello debe
entenderse desde la metafísica del idealismo, sino de la
condición material involucrada en la existencia de sujetos
concretos en condiciones de igual naturaleza, en las cuales
colisionan sus intereses.[14] En términos
generales, se trata de la forma en la que se expresa una
modalidad productiva en la que el polemistes constituye
el sujeto constituyente de la polemos. Combatiente y
combate resultan, entonces, la conjunción de sujetos,
objetos y prácticas con relación a la
consecución de un cierto objetivo que se define
jerárquicamente inferior con relación al
establecido como referente de la estrategia. Resulta necesario
prestar atención a la definición del Estado y las
variaciones de sus técnicas para modificar el territorio
de conformidad con fines políticos, porque de su
correlación con las postulaciones anteriores han de
extraerse explicaciones con relación al uso instrumental
de la violencia en el periodo 1966 – 1980.

Grupos de Autodefensa, Guerrilla y Terrorismo

Del mismo modo que la definición de Estado
plantea inconvenientes para su abordaje, dado el idealismo
inmanentista del común de los estudios, instancias de
operación funcional de la violencia, como las constituidas
por los términos del subtítulo se constituyen en
categorías que resultan de uso común y no siempre
con fundamentos confesables. En líneas generales, se
tratan de categorías con ciertos y diversos grados de
relación, como consecuencia de su naturaleza
táctica. Ello no obstante, se puede establecer una
distinción entre la guerrilla y los grupos de autodefensa,
excluyendo al terrorismo, porque éste no conforma una
categoría, sino una instancia instrumental de valor y
alcance relativos y sin que sea de patrimonio exclusivo de
fuerzas militares irregulares.

Los grupos de autodefensa resultan asociaciones
de sujetos que se arman con carácter defensivo. Por lo
general se tratan de comunidades campesinas que operan dentro de
los límites de su propio territorio, el cual puede variar
entre ámbitos de subsistencia comunal o regional en
función de la capacidad logística del grupo. Una de
sus características lo da la temporalidad de sus acciones,
cuya extensión se establece con relación a la
duración del ataque, así como también la
homogeneidad subjetiva de sus conformación, ya que la
mayoría están conformados por campesinos
minifundistas, cuya finalidad se inscribe defensivamente con
relación a la expansión de los intereses
latifundistas. Este caso es mayoritario en América Latina,
donde los grados de desarrollo asimétrico del capitalismo
y su retrazo respecto de los países desarrollados, plantea
una "mayor participación en los mercados", en
términos de producción primaria, exigiendo una
ampliación de las superficies de cultivo y la
concentración de la renta en pocas
familias.[15]

Sin embargo, estas características no implican
una fosilización en tal estado. Efectivamente, en la
medida en que resultan históricamente determinados, estos
grupos pueden variar tanto su capacidad y conformación
operativa, como sus objetivos estratégicos, evolucionando
a formas más complejas de organización operativa.
Así, los grupos de autodefensa pueden evolucionar a una
categoría superior, la guerrilla, como es el caso de las
FARC, en sus génesis, antes de alcanzar la
denominación actual.[16]

La guerrilla es una forma inmediata superior de
organización armada que se caracteriza no sólo por
su complejidad operativa, sino por su definición respecto
de ciertos objetivos estratégicos, de donde deriva su
naturaleza orgánicamente subordinada a procedimientos
políticos por los que se expresan material y
simbólicamente el sujeto social que la desarrolla.
Mientras los grupos de autodefensa se definen y articulan con
relación a necesidades inmediatas, la guerrilla lo hace en
función de objetivos inscriptos en una progresión
temporal más extensa y de un ritmo contingente, en tanto
su desarrollo está determinado por condiciones objetivas y
subjetivas de una complejidad que incluye no sólo factores
locales, sino también externos. Si bien ambas
categorías presuponen la existencia de una estrategia, la
distinción viene dada porque, en la guerrilla, se
distingue con más claridad la separación entre
estrategia y polémica (táctica), precisamente, por
la necesaria escisión entre una dirección
política y otra militar.[17]

Aunque ambas se inscriben forzosamente en el terreno de
la polémica, la distinción viene dada por la
finalidad de cada una. Los grupos de autodefensa son, en
sí mismos, una expresión conservadora, ya que su
estrategia coincide con la polémica en el acto de
preservar un cierto estado. Por el contrario, la guerrilla (sin
distinción social) se constituye como una forma
"irregular" que, generalmente, opera con relación a un
cambio de las condiciones políticas, es decir, sociales,
en cuanto sus maniobras tienden a desestabilizar un cierto statu
quo (el ejemplo más claro resultan los campos articulados
pre y post revolución sandinista, en los que sobresale la
figura de Edén Pastora, en principio comandante
revolucionario y, posteriormente, comandante "contra") en pro de
otro que no contempla a los sujetos
originales.[18]

A partir de finales de la década del "60, los
aparatos de inteligencia han operado componiendo un campo
semántico confuso y manipuleado respecto a ciertas
categorías y conceptos de uso regular en la jerga
política. Efectivamente, el concepto "guerra cultural"
incluyó maniobras de diversión en las cuales se
incluyeron los medios de comunicación y las producciones
de ciertos intelectuales locales con el fin de clasificar y
calificar un conjunto de operaciones destinadas a alterar una
disposición social dada. La lógica maniquea que
signó la definición de los sujetos implicados en la
lucha se articuló en torno a la calificación de
legalidad o ilegalidad sobre las acciones de los mismos, siendo
su paradigma el marco legislativo existente, en el que, la
culpabilidad o inocencia, se articulaban de acuerdo al
mantenimiento o mutación del orden vigente. Va de suyo
que, de acuerdo con esta lógica, el polo positivo lo
constituyen las "fuerzas del orden", mientras que el negativo
resultan las del "desorden" y, dentro de este espectro, se
desenvuelven diversas formas graduadas de negación del
orden, razón por la cual la categoría
jurídica "delincuente" se ve cualitativamente alterada por
la aplicación de ciertas calificaciones. Este es el caso
de "subversivo" y "terrorista" (o su asociación, con la
cual se reduplica el carácter negativo).

Sin embargo, la aplicación del primer adjetivo es
de carácter eminentemente político, ya que, el
sujeto calificado, resulta un sujeto modificador de un cierto
orden social. Subversivo resulta, entonces, una
calificación carente de valor, si se tiene en cuenta que
no puede juzgarse alguien con la lógica que el mismo
pretende cambiar, porque se ingresaría en una
deducción causal que llevaría a validar cualquier
postulado subversivo como expresión de cierto sujeto que,
dentro de las relaciones políticas, apela a cierta forma
de violencia para afirmar su posición dentro una
organización social de producción y su
necesidad de modificarla. Terrorista es un sujeto que apela al
terror con determinado fin, sin que, por ello, pueda comportar
una actitud subversiva, como es el caso de Unabomber y
el atentado en Oklahoma, en 1995. Aunque el atentado se haya
realizado contra una instalación federal, no existe un
intento de modificación de las condiciones objetivas y
subjetivas del medio en que se produjo.

No solamente el "subversivo" puede recalificarse como
"terrorista", cuando opera el terror con fines polémicos,
de donde se colige que, el bombardeo incendiario contra la
población civil de Bremen y Hamburgo, en 1941, puede ser
calificado como un acto terrorista, del mismo modo que el
bombardeo de barrios iraquíes, porque, aun cuando fueron
ejecutados sobre no combatientes, se desarrollaron con una
finalidad militar y obviamente política. De estas
observaciones se puede extraer, al menos, dos conclusiones: una,
que el uso de terror comporta operaciones específicamente
determinadas con arreglo a una funcionalidad polémica
(táctica); y, dos, que su finalidad se inscribe en
objetivos relativamente inmediatos y subordinados, en virtud de
lo cual no puede postularse el concepto "terrorismo", más
que no sea en condición conceptual y no categorial, como
actualmente se pretende.

En efecto, la promoción cualitativa de concepto a
categoría constituye una función política
por medio de la cual se redefine un sujeto a partir de su
instrumento. Así, la práctica del terror define al
sujeto terrorista, pero no respecto de su contexto, sino con
relación a sí misma, habilitando la
manipulación deliberada que, al negar su
determinación contextual, permite que sea asumido como
categoría y no como concepto. Desde luego, esta
manipulación entraña la existencia de un sujeto
mediante cuyo concurso se manifiestan intereses concretos y a
partir de los cuales entran en pugna. La falacia expresa en la
"categoría terrorismo" da cuenta de un mecanismo
descalificador por medio del cual se afirma la naturaleza
dialéctica de las relaciones sociales, al poner en
evidencia un sujeto que juzga a otro de acuerdo con una moral que
el otro no comparte. Entonces, "terrorismo", en modo alguno,
resulta una categoría, sino una forma instrumental
contingente y subordinada a la polémica, caracterizada por
la instrumentación del terror, cuya aplicación no
es patrimonio exclusivo de fuerzas irregulares.

El
Golpe

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas Argentinas
produjeron la caída del gobierno constitucional de Isabel
Martínez de Perón. A la sazón, la junta de
comandantes instauró lo que se denominó "proceso de
reorganización nacional". El propio nombre del resultado
de la conjura pone en evidencia la voluntad de un cierto sujeto
de restablecer una "organización nacional" y no generar
otra alternativa, lo que evidencia no sólo la existencia
del primer sujeto, sino también la de un segundo, que
amenaza o acciona sobre un orden dado. Va de suyo que los sucesos
de marzo no fueron un emergente, sino, más bien, la
cristalización de una reacción definida en
términos de intereses, a partir de la consolidación
de cierto proceso revolucionario.

En tal sentido, las fuerzas armadas son un emergente del
proceso histórico de organización nacional,
iniciado a partir de 1867 y consolidado en
1880,[19] en el cual se aseguró la
hegemonía de la oligarquía terrateniente y la
burguesía portuaria a través de la sumisión
del país a un modelo económico dependiente. El
capitalismo argentino subordinado al Reino Unido consolidó
un mecanismo de producción sustentado en la
exportación de materias primas ganaderas y
agrícolas, condición que operó como
fundamento de la mutación de la tradición
histórica del ejército, fraguada en las guerras de
la independencia, a garante de la potestad del Estado dentro de
los límites físicos de la nación. En
realidad, la constitución respondió a las
exigencias de afianzamiento de un conjunto de políticas
expansionistas internas con el fin de acrecentar las superficies
de laboreo y crianza, fuentes de enriquecimiento de la
oligarquía.[20]

La organización institucional del país
definió con claridad las nuevas formas con las que
cristalizaron los sujetos y, de conformidad con ello,
éstas se plantearon en la estructuración de las
fuerzas armadas, consagrando al Colegio Militar como una
instancia reservada a la descendencia de los factores dominantes,
con una configuración interna en la cual se enfatiza,
mediante la distinción escalafonaria, la preeminencia
mayoritaria de la burguesía, aunque existe una instancia
aristocratizante en la que se manifiesta la
oligarquía.[21] Del mismo modo, la
pirámide organizacional de las fuerzas armadas comporta un
estamento inmediato inferior, la Escuela de Suboficiales, donde
se forma el personal subalterno, cuyo origen social mayormente
resultan los sectores menos favorecidos. Finalmente, el
último estamento es el de tropa, integrada por ciudadanos
incorporados, otrora obligatoriamente, y, en la actualidad, como
personal contratado. En estos dos momentos legales se pueden ver
las fases sucesivas en la implantación de un modelo
económico dependiente.

En efecto, mientras la primera instancia derivaba de la
Ley Nº 4031, sancionada en diciembre de 1901, durante el
gobierno de Julio A. Roca, y atendiendo a la necesidad "…
de mantener el control político y el poder de
represión frente a los conflictos sociales… [ya que
el] mantenimiento del "orden" era una premisa básica para
el proyecto de Roca…",[22]
[23]la segunda corresponde a una nueva fase de la
economía dependiente, porque la Ley Nº 24429,
establece que el "…Servicio Militar Voluntario (SMV) es la
prestación que efectúan por propia decisión
los argentinos varones y mujeres, nativos, por opción o
ciudadanos naturalizados, con la finalidad de contribuir a la
defensa nacional, brindando su esfuerzo y dedicación
personales…",[24] en el cual, el "…
soldado deberá respetar el principio de neutralidad
política de las fuerzas armadas, y se abstendrá de
realizar actividades políticas o sindicales.
Ejercerá el derecho a voto de acuerdo a lo que determine
la Ley Nacional Electoral…"[25] Como puede
comprobarse, la labor militar no se define específicamente
por la conservación de un orden, sino con relación
al difuso concepto de "defensa nacional".

Estas precisiones son necesarias, porque las fuerzas
armadas constituyen la manifestación materialmente
violenta de la posición política de un sujeto, en
cuyas operaciones emerge cierto criterio con relación al
statu quo, contrapuesto al de otra fuerza social. A
través de las maniobras de éstas cristaliza la
pretensión de "monopolizar la violencia", expresada por el
general Jorge Rafael Videla en 1976.

Un detalle en el cual poco se ha reparado es en el
nombre que asumió la interrupción del gobierno
democráticamente elegido de María Estela
Martínez de Perón. Desde su origen, los comandantes
de las fuerzas armadas argentina se plantearon un "proceso" para
"reorganizar" a la nación. Desde luego, mocionar tal
acción presupone la existencia de una
"organización" que ha colapsado o está en
vías de ello. Tal estructuración debe buscarse en
el "proceso de organización nacional", mediante el cual,
la intelectualidad orgánica de la oligarquía
terrateniente y la burguesía comercial portuaria,
conformaron un régimen constituido en torno a un
liberalismo económico dependiente y un mecanismo
político excluyente, operado por una elite y abiertamente
subordinado a los menesteres del capitalismo dependiente local.
[26]

La génesis conceptual de la reorganización
comprende las formas institucionalizadas de la dependencia, bajo
la forma reminiscente de un pasado arquetípico. De ello
deriva la profusa iconicidad con que se inviste a la copia
remozada del momento fundacional de la hegemonía
dependiente.[27] Desde luego, el "proceso" indica
la consecución del objetivo por medio de acciones
desarrolladas durante un tiempo y con atención a
instancias de desorganización, las cuales, en modo alguno,
son entendidas en términos abstractos. Tales instancias
son asumidas como instancias materiales que, necesariamente,
debían tener respuestas de igual naturaleza, razón
por la cual, las etapas estratégicas plasmaron, a
través de objetos y prácticas, las necesidades
reorganizadoras de un cierto sujeto. Así, el "proceso de
reorganización nacional" comprendió la
intervención directa de un determinado sujeto social en
los más diversos campos, entre los cuales se hallaba
comprendido un modo de producción concreto y una
organización social a los efectos.

En síntesis, el "proceso de reorganización
nacional" se instituye como una maniobra estratégica
destinada a la conservación de un modo específico
de producción con arreglo a la división
internacional del trabajo y una organización social
tradicional. De ello deriva que sus maniobras afectaran a la
totalidad de las relaciones, como una instancia extrema de
salvaguardia del régimen socialmente excluyente derivado
de la "generación del "80".

Guerrilla y
contraguerrilla

La definición del "proceso de
reorganización nacional" como maniobra estratégica
pone de relieve a uno de los sujetos sociales de la cupla
antagónica en torno una disposición
hegemónica. En efecto, el principio de acción y
reacción, que rige a la concentración de fuerzas
sociales respecto de un punto, pone de relieve la emergencia de
un modo alternativo de percepción y operación de la
realidad, que resulta innegociable desde la perspectiva de los
sectores dominantes.[28]

Esta intransigencia impone la cristalización e
irreductibilidad de las posiciones conformando dos polos
antagónicos, cuya contradicción es conducida a una
superación por la violencia. La metáfora
implícita en la cupla antagónica sirve para
materializar los sectores enfrentados y ubicarlos en su
condición de fuerzas, entendidas éstas como
expresión tangible de los sujetos involucrados. En tanto
fuerzas, las operaciones que se llevan a cabo no resultan de una
generación espontánea, sino que se desenvuelven
dentro de un proceso histórico, cuya dinámica
está determinada por los grados de acumulación de
fuerzas en los campos sociales comprendidos. Por lo tanto, la
emergencia y cristalización de ciertas maniobras
políticas se hallan determinadas por las condiciones
concretas en las cuales se lleva a cabo un proceso social de
producción.

Para la comprensión de estos fenómenos en
Argentina debe observarse la historia de formación del
proletariado urbano y rural, en la cual tiene importancia capital
la influencia anarquista y socialista desde fines del siglo XIX,
hasta la década del "30, porque, hasta su
consolidación como sujeto, no puede hablarse de la
aparición de reivindicaciones sociales respecto de un modo
de producción. El segundo término del periodo
histórico no resulta caprichoso, sino que se sustenta en
el conocimiento de un proceso represivo socialmente definido y
políticamente focalizado, durante el cual se operaron
mecanismos "lícitos" [29]e
ilícitos[30]con el fin de erradicar un
conjunto de prácticas que atentaban contra el
"orden".[31]

La guerrilla

Sin embargo, hay que reconocer un segundo momento, que
se inscribe a partir del derrocamiento de Juan Perón. A
partir "…del golpe de septiembre de 1955… el grueso
del movimiento peronista se enmarca rápidamente en la
"Resistencia Peronista" que, apuntando hacia lo que fue el
principal objetivo del peronismo hasta 1973, el regreso de
Perón al poder, comenzó a emplear los
métodos que obligaba su situación de ilegalidad
total: la acción directa y la violencia. Si bien
Perón rápidamente convocó a una "guerra sin
cuartel a la dictadura" y a una resistencia que iría desde
los atentados individuales de todo tipo hasta la
insurrección popular, sus huestes ya se habían
anticipado al llamado. La resistencia en los inicios de este
período, se ancló fundamentalmente en los llamados
"comandos clandestinos", que fueron surgiendo desde distintos
ámbitos y con variada composición social: hubo
comandos fabriles, barriales y otros que congregaban a sectores
heterogéneos, como ex-militares, profesionales y
ex-funcionarios partidarios. Los comandos se mantuvieron en
funcionamiento hasta 1960, y sus tareas se orientaron al
sabotaje, atentados, propaganda, y a apoyar huelgas o intentos
golpistas…"[32]

En términos específicos, no puede hablarse
de un objetivo estratégico elemental, como "la vuelta de
Perón", sino que hay que entender tal aseveración
como síntesis de una realidad política, dentro de
la cual se incluyen las reivindicaciones sociales obtenidas por
el proletariado urbano y rural, la mujer, los niños, etc.,
que económicamente se expresan en una participación
en el PBI del 48% de la clase trabajadora. La aserción
contempla una forma de percepción y operación de la
realidad que contraviene las formas tradicionalmente
institucionalizadas por la oligarquía terrateniente y la
burguesía portuaria. Este es el fundamento efectivo del
"antiperonismo" históricamente consolidado en las clases
dominantes.

Sin embargo, no sólo las condiciones
históricas nacionales son las que propician nuevas formas
de reacción, sino también las que se llevan en
contra gobiernos civiles y militares dictatoriales vinculados al
capital transnacional en toda Latinoamérica. En 1957, se
produjo la fundación del Grupo Tacuara de la Juventud
Nacionalista, que un año después pasaron a
convertirse en el Movimiento Nacionalista Tacuara. Las elecciones
de 1962, con el posterior triunfo y nueva proscripción del
peronismo, plantearon disyunciones en el movimiento, de donde
derivaron dos grupos: la fracción de Alberto Ignacio
Ezcurra Uriburu, que presentó candidatos a través
de la Unión Cívica Nacionalista, y el grupo de Joe
Baxter y José Luis Nell que prefirió ir con el
Justicialismo, porque creían que el peronismo podía
aspirar a un proceso revolucionario. De esta línea
nación, la primera organización guerrillera urbana
de Argentina, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara
(MNRT).

"Cuando a finales de 1958 se realice el primer congreso
del MIR Praxis,[33] se producirá el
desprendimiento de la Regional Sur, un grupo… de veinte
militantes que critican la tendencia de Praxis, "eminentemente
teórica y su limitada intervención política
concreta."… Esta crítica surge entre los miembros
de una regional que en los comienzos del gobierno de Frondizi
incrementa su ingerencia en la realidad, movilizadas por las
luchas contra los convenios petroleros y las primeras huelgas del
periodo, entre ellas la de los bancarios, los médicos
etc.. Su planteo concreto frente a la dirección del MIR-
Praxis es que consideran que el contexto de agitación
obrera amerita "formas mucho más concretas de
acción política".

Específicamente, se refieren a los
fenómenos suscitados por la resistencia peronista y la
toma del Frigorífico Lisandro de la Torre el 1 de enero de
1959, y a la fuerte represión desatada por el Estado sobre
la clase obrera. Los disidentes pensaban que "había que
responder en forma mucho más contundente." Esta
fracción vuelve a escindirse. Cinco militantes, entre
ellos, el delegado bancario Juan Carlos Cibelli, el profesor de
química Gerardo Pouzadela y los estudiantes Jorge
Pérez y Ricardo, deciden formar una organización e
inician así un largo camino que denominan de
acumulación en el terreno económico, militar y
político
…"[34] Este es el inicio de
la célula que diez años después
tomará el Regimiento Nº 1 de Campo de Mayo y que se
conocerá como Fuerzas Armadas de Liberación (FAL)
En ese mismo año, se tiene noticias de la existencia de un
grupo guerrillero operante en Tucumán, los
Uturuncos.

El "… Movimiento Peronista de
Liberación-Ejército de Liberación Nacional
(MPL-ELN), también llamados "Uturuncos"… [no] era
algo que proponían al conjunto del Movimiento, ellos lo
ejecutaban como comando independiente de Tucumán, con una
relación muy fuerte con [John William] Cooke. Lo
importante… fue que la guerrilla en la Argentina surgió
de una reflexión interna de los sectores en conflicto en
el país, no de algo transportado, sacado de una
experiencia externa y aplicada acá, como fue el caso de la
Revolución Cubana. El origen real, de la primer guerrilla
argentina que son los Uturuncos, surge de una reflexión
interna y no de una copia a la Revolución Cubana, aunque
tenía cierto atractivo que se había producido la
revolución en la isla, aunque si tuvo mucha influencia la
guerra en Argelia…"[35] En relación
a tales grupos, la democracia constituía el basamento
esencial para reafirmar la dominación burguesa y la
expoliación imperialista de Estados Unidos. Resultaba
menester pasar a la acción a fin de agudizar las
contradicciones y con ello romper las ligaduras que
mantenían al pueblo trabajador en situación de
alienación y dependencia. A partir de generar condiciones
objetivas de rebelión popular, el pueblo adquiriría
la conciencia suficiente como para reconocer en el capitalismo la
fuente de la desigualdad y la injusticia social. De acuerdo a la
vigencia de dichas percepciones la acción política
básica consistía en redoblar la apuesta en forma
permanente. La lucha no admitía matices ni actitud
negociadora.

En 1962, en la localidad cordobesa de Icho Cruz se
descubre el campamento "Camilo Cienfuegos". El año
siguiente aparece el Ejército Guerrillero del Pueblo en la
localidad de Oran, Salta, como parte de las operaciones previas
al desembarco de Ernesto Guevara en Bolivia. "…En Cuba el
núcleo del EGP recibe instrucción militar a cargo
de varios oficiales de experiencia guerrillera y luego completan
su preparación militar en Argelia donde sé esta
luchando contra la ocupación francesa… finalmente
reciben la orden del Che de partir en grupos separados a la
frontera argentina- boliviana. En mayo de 1963 el primer grupo
del EGP se encuentra en la frontera, esta compuesto por Ricardo
Masetti- el Comandante Segundo-, Hermes Peña –
capitán y escolta personal del Che -, Federico
Méndez- armamentos e instrucción militar, Ciro
Bustos – claves secretas y criptología -, y Leonardo
Werthein – médico. Allí reciben el apoyo
logístico de algunos miembros de la Federación
Juvenil Comunista boliviana, algunos de los cuales
integrarán después la guerrilla del Che en Bolivia.
Según el diario de guerra del capitán Hermes…
"El 21 de junio de 1963 prestamos juramento como miembros del
EGP y entramos al
país…"
"[36]

En 1964, se produjo una coalición
inorgánica bajo la sigla MRP.[37] Este
carácter deriva de una de las principales aversiones en
que coincidían los formantes, la burocratización,
de modo que su desarrollo se fundaba en la independencia de cada
uno de los compuestos, unido a otro u otros por acuerdos.
Así, contra la competencia electoral propugnada por la
burocracia, se toma una clara definición por la lucha
revolucionaria, sobre todo por una de sus formas: "De hoy en
adelante sabremos utilizar la lucha armada como método
supremo de acción política… el pueblo
deberá oponer al ejército de ocupación del
régimen sus propias fuerzas armadas y las milicias
obreras…"[38] Aquí se puede ver
cómo se ha evolucionado de una actitud pro-golpista y de
dependencia de los "militares peronistas" para concretar el hecho
armado, a la idea de la formación de un ejército
popular, "…a priorizar la lucha armada por sobre las
demás formas de lucha directas, "como forma de
acción política"83. Para llevar a cabo esto, el MRP
puso en marcha una organización armada, las Fuerzas
Armadas Peronistas (FAP)…"[39]

"La primera acción armada de un grupo guerrillero
se produjo en 1968 y fue llevada a cabo por las Fuerzas Armadas
Peronistas (FAP)…"[40] En 1969, se
produjeron incendios contra la cadena de supermercados Minimax de
Nelson Rockefeller, cuyas acciones fueron reivindicadas por el
Ejército de Liberación Nacional (ELN), el que, a su
vez, constituirá la base fundacional de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR) además "…del ELN, las
FAR se constituyen a partir de desprendimientos de partidos de
izquierda como el ya citado Partido Socialista de Vanguardia, del
Partido Comunista, los Comandos Santiago Pampillón y la
Democracia Cristiana. Con el transcurso del tiempo, las FAR
irían orientándose progresivamente al peronismo,
hasta su fusión con Montoneros en 1973. El 30 de julio de
1970 las FAR irrumpirían ante la opinión
pública a partir de un operativo llevado a cabo en la
ciudad bonaerense de Garín. Entre sus miembros más
destacados se encuentran Carlos Olmedo, Juan Pablo Maestre,
Francisco Urondo, Mirta Misetich, Arturo Lewinger, Juan
Gasparini, Roberto Quieto y Raquel Gelin, Gustavo Stenfer,
etc.…"[41]

Pero el auge de estas organizaciones comenzó a
partir de 1970 con la aparición de Montoneros
(también de orientación peronista), que se hizo
conocer públicamente a través de la
ejecución de Pedro Aramburu, quien había derrocado
al presidente Perón en 1955. "En el mismo año surge
el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de
extracción marxista, que junto a Montoneros constituyeron
las dos organizaciones más numerosas y mejor organizadas.
Montoneros bregaba por una guerrilla urbana. En cambio el ERP
apostaba a una guerrilla rural combinada con acciones en
importantes ciudades del país… Con algunas
divergencias respecto de sus propios programas, coincidían
en sus principales propuestas: lucha contra el imperialismo,
ruptura con EE.UU. y el FMI; reforma agraria;
nacionalización de la banca y nacionalización de
las empresas para imponer una administración
obrero-estatal, entre otras."[42]

La coexistencia de ambas organizaciones plantea una
divergencia de proyectos, aun cuando resultan identificados por
los fundamentos de la situación. "En ambas concepciones,
la violencia fue introduciéndose paulatinamente como un
recurso para la desestabilización del régimen
militar o el sistema."[43] Esta coexistencia de
intereses tan contrapuestos era posible a la luz de un terreno
que en lo táctico planteaba objetivos comunes. Las
diferencias de mayor escala quedaban para una instancia
posterior. Así se fueron configurando dos dimensiones
desde donde las diversas organizaciones radicalizadas
operarían. A partir del golpe palaciego de 1970, que
reemplazó al general Juan Carlos Onganía con el
general Roberto M. Levingston, la Argentina entró en una
fuerte discusión en torno a lo que todos admitían
debía ser una próxima apertura electoral, lo que
implicó diversos discursos en el PRT.[44]
Así, en Julio de 1971, el Vº Congreso del sanciona la
creación de su brazo armado, el Ejército
Revolucionario del Pueblo, para dar cumplimiento a la consagrado
por el IVº Congreso y se había lanzado a la lucha
armada para la toma del poder. Un elemento que subyacía
esta percepción era que el retroceso de la dictadura se
debía a una combinación de lucha de masas y de
acciones guerrilleras. El PRT-ERP había percibido
acertadamente que ambas formas de lucha se retroalimentaban
mutuamente.

A fines de 1968 y en enero de 1969 se realizaron dos
Congresos del Peronismo Revolucionario. El tema central que
cruzaba, en primer lugar, por la metodología de lucha para
enfrentar a la dictadura de Onganía. Y, secundariamente,
cómo imponerse o desplazar a los sectores proclives a
conciliar con el Poder. En el Congreso del "68 participaron el
recién destituido delegado de Perón -Bernardo
Alberte-, el máximo referente y teórico del
Peronismo Revolucionario –John William Cooke-, el fundador
del Movimiento Revolucionario Peronista y de la Juventud
Revolucionaria Peronista -Gustavo Rearte-, varios dirigentes de
la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y
algunos como Sabino Navarro, Hobert y Gustavo Lafleur. De este
Congreso surgen tres posiciones.[45]

Una que sustentaba fundamentalmente el Movimiento
Revolucionario Peronista y que sostenía la necesidad de
profundizar la organización de la clase trabajadora y que
mientras esas condiciones no estuvieran dadas no se podía
iniciar la lucha en el plano militar. La segunda posición
sostenida por los sindicalistas que proponían el
fortalecimiento de la estructura sindical, fundamentalmente de la
CGT de los Argentinos que, en aquel entonces, era el único
foco de resistencia real que había en el seno del
movimiento peronista y la clase trabajadora. La tercera
posición sostenida por Sabino Navarro, era que se
hacía necesario lanzar la lucha armada para crear esas
condiciones de conciencia y organización del pueblo
peronista.[46]

Entonces, se pusieron de acuerdo Sabino Navarro y
Gustavo Lafleur y se organizó el grupo armado
después conocido como "grupo Sabino", el cual
constituyó una de las pequeñas organizaciones
originales que dio lugar a la existencia de Montoneros. Para que
los montoneros existieran, tuvo que existir primero la Tendencia
Revolucionaria del Peronismo. Al margen de los Congresos y del
surgimiento de las pequeñas organizaciones armadas, el
hito fundamental que dio existencia a la Tendencia Revolucionaria
del Peronismo -en cuyo contexto político nació la
organización Montoneros-, pasó por la
creación y el funcionamiento de la CGT de los
Argentinos.[47]

La contraguerrilla

En la medida en que la evolución de los
fenómenos sociales va determinando la producción
cultural y, por ella, se van objetivando las percepciones de los
sujetos, ciertas instituciones, como la Escuela Superior de
Guerra, falazmente no reconocidas como "productoras de
conocimiento" por los sectores académicos, comenzaron a
elaborar un cuerpo consistente de discernimientos a tenor de la
transferencia de las experiencias desarrolladas por el
ejército francés en Indochina, como parte de los
convenios celebrados entre este ejército y el argentino.
El "…término subversión no fue introducido
en la cultura argentina por oficiales de
ultraderecha…[sino] por un teniente coronel llamado Carlos
Jorge Rosas…[quien]… había regresado de Francia
en 1955 con la innovadora idea de que las fuerzas armadas
debían prepararse para frustrar la `subversión
internacional
…"[48]

La ESG articuló un mecanismo de producción
intelectual en torno a una redefinición de la labor
castrense con atención a la bipolaridad de la "Guerra
Fría" y de diversas hipótesis de conflicto interno,
a partir de la "infiltración" comunista. Obviamente, estas
elaboraciones formaron parte del currículo de las
academias militares, donde se formaron los principales oficiales
superiores que operaron el terrorismo de Estado en la
década del "70.

La aparición de tal conocimiento marcó un
nuevo giro doctrinario entre las fuerzas armadas, que se
agudizó con el advenimiento de nuevas producciones
francesas derivadas de las experiencias que se recogían en
la Guerra de Argel, pero no de las instituciones militares galas,
sino de la Organización del Ejército Secreto (OAS),
conformadas mayormente por oficiales del ejército en
actividad y colonos, quienes reinstalaron la aplicación
del terror como variante táctica de la ocupación
francesa de El-Magreb.[49] La práctica de
la "desaparición de personas" se reintrodujo en Argel a
través de los 12000 alemanes ex SS que integraban la
Legión Extranjera Francesa, quienes conocían bien
esta práctica, porque constituía la forma material
en la que se expresaba el programa "Noche y
Niebla"[50]

La introducción de tales tecnologías
conformó un salto cualitativo en las operaciones, porque
implicaba abandonar la confrontación regular, en la medida
en que no era "…posible luchar contra las acciones
subversivas ni combatir la guerrilla
, sino empleando algunos
de los procedimientos de la guerra subversiva y de la guerrilla.
La contra-guerrilla tendrá, entonces, que conducir
acciones psicológicas, políticas y
económicas, al mismo tiempo que acciones
militares…"[51] Esta complejidad,
constituyente de la nueva forma de lucha, desdibuja los
límites de la confrontación táctica,
así como también rompe la concepción
ética tradicional y las prescripciones de la
Convención de Ginebra. La vaguedad que entraña la
proposición desvanece los límites entre operaciones
regulares y guerrilleras, pero también habilita la
introducción del terror como instrumento eficiente, en la
medida en que, las generalizaciones expresadas, acumulan en torno
a los mandos facultades otrora impropias.

Un nuevo salto cualitativo ha de producirse como
consecuencia de la introducción de nuevas consideraciones
del fenómeno de la operación de la violencia por
sujetos "ilegítimos", cuando los USA asuman un
posicionamiento más activo en la conservación del
statu quo mundial. En efecto, la experiencia francesa se
conformó como el fundamento teórico de muchas
intervenciones con el matiz propio derivado de su
reconceptualización en torno al mundo bipolar de la Guerra
Fría. Así, los USA introdujeron estas
enseñanzas, modificando su interpretación de la
guerra, tras su derrota en la guerra regular de Korea. El cuerpo
de experiencias francesas fue objeto de adaptaciones, luego de lo
cual fue incluido en el currículo de la Escuela de las
Américas, fundada en 1946, próxima al Canal, en
Panamá.

Si bien, originalmente, esta institución fue
destinada a la formación de ingenieros, el triunfo de la
Revolución Cubana cambió "…su programa de
estudios… Entre abril y junio de 1962…
asistirían a los primeros cursos de
"contrainsurrección" y de julio a octubre de ese
año… al curso de "Military Inteligence"…
Pero mientras algunos suboficiales se capacitaban en
mecánica, equipo pesado y reparación de radios,
otros comenzaban a realizar cursos más "especializados"
como "counterinsurgency", "counterintelligence", "intelligence
staff off 0-11" o "civic action planning"… Desde febrero
de 1967… abriría… un curso clave: el "Cadet
Orientation", que comenzaría a "idiologizar" a
generaciones enteras de jóvenes oficiales, algunos de los
cuales serían "coptados" hacia los intereses
norteamericanos… En los años de la dictadura
militar uruguaya, los cadetes ya eran formados en el curso
"Básico de Operaciones de Combate y
Contrainsurrección" de la SOA, y los egresados de 1974,
comandados por el entonces teniente Tomás Casella, son hoy
coroneles, varios de ellos con misiones de paz para la
ONU…"[52]

"… Con la caída de Batista, el
acercamiento de Cuba a la Unión Soviética y el
carácter socialista que adopto la revolución, los
norteamericanos pondrán a funcionar sus instituciones
interamericanas para aislar a Cuba y frenar el "peligro
comunista". Además con el objetivo de no permitir triunfos
revolucionarios el Pentágono reorientará su
política poniendo el acento en la seguridad interna, la
misión de mantener el orden interno y combatir el
comunismo será asumida por los ejércitos del
continente quiénes entrenarán en actividades de
contraguerrilla y actividades políticas, todo esto en el
marco de la idea "contrainsurgencia", es necesario aclarar que
"la estrategia de contrainsurgencia contempla medidas
militares, paramilitares, económicas, psicológicas
y cívicas tomadas para vencer la insurgencia
subversiva"
(Alianza para el Progreso). Desde esta
perspectiva las fuerzas armadas se integrarán a un sistema
militar dirigido por Estados Unidos a fin de perpetuar la
dominación del capital
extranjero…"[53]

Como puede verse, la formación de cuadros
militares se desarrolla en función de un objetivo
estratégico, la conservación de un statu
quo
, y, si se tiene en cuenta los nombres de los "cursos",
queda claramente establecido de que sus contenidos apuntan a
operaciones polémicas (tácticas). Sin embargo, en
tanto Argentina disponía de una notable producción
teórica al respecto, la influencia norteamericana, en
cuanto a operaciones de tácticas de esta índole,
cristalizarían con posterioridad al golpe de estado del
"76. En efecto, el cambio de ortodoxias académicas se
manifiesta en Tucumán, cuando se produce el traspaso del
mando de la Vª Brigada de Infantería entre Acdel
Edgardo Vilas y Antonio Domingo Bussi.[54] En tal
instancia, se hace evidente la transformación en el seno
de las fuerzas armadas argentinas y, especialmente, en el
ejército, cuyas tropas sufren la evolución de sus
funciones originales en pos de una definición en torno a
tareas de gendarmería con arreglo al mantenimiento del
statu quo. En otras palabras, tal como lo
demostró el conflicto del Atlántico del Sur, las
unidades del Ejército Argentino procedieron a una
transformación funcional en la que emergió la
condición circunscrita y determinada ya no por la defensa
nacional respecto de agresión externa, sino con arreglo a
los menesteres de las relaciones de subordinación a
intereses transnacionales y foráneos, gestionados por
intermediarios locales.

Conclusiones

De acuerdo con las postulaciones teóricas, el
terrorismo, en modo alguno, se constituye en una categoría
asequible en los términos del uso de la violencia con
fines políticos. En efecto, la aplicación del
terror, por el terror mismo, conforma una falacia
epistemológica que incurre en la negación de los
términos comprendidos en el acto violento y reduce su uso
a un suceso vaciado de contenido. Desde luego, ello implica una
actitud política que puede ser asumida desde la
percepción de los sujetos implicados directa o
indirectamente en las operaciones violentas, como un efecto
cultural de la hegemonía y trasluce, concretamente,
maniobras de vaciamiento en la percepción y
operación historiográfica con el fin de
salvaguardar el fundamento institucional del statu quo a
través de los diversos mecanismos instituyentes. En tal
sentido se orientan el autoindulto firmado por el dictador
Bignone, en 1983,[55] y la "teoría de los
dos demonios" que fundamenta las leyes de obediencia debida y
punto final del gobierno de Raúl
Alfonsín.[56]

Puesto en relación con el conjunto conceptual, el
terrorismo conforma una práctica subordinada que se
imprime en los marcos de operaciones tácticas, siendo su
aplicación una función de las condiciones en las
cuales se producen las acciones violentas. De estas
contigüidades se deduce que, por ejemplo, la
aplicación del terrorismo dentro de los territorios de
Indochina y Argelia, por las tropas francesas, conformó un
mecanismo subordinado y paralelo a las acciones militares
regulares, por medio del cual se expresaba la hegemonía
francesa respecto de un cierto sujeto que le negaba potestades de
enajenación territorial. El terror aplicado asume un valor
político, en tanto se constituye en instrumento
táctico por medio del cual se incide sobre un sujeto
alterno que impide relativamente el desarrollo de una
estrategia.

Como tal, el terrorismo de Estado argentino se inscribe
en condiciones dadas y su emergencia y consolidación no se
reduce al hecho en sí mismo, sino que, sus causas, deben
buscarse en las condiciones concretas en las cuales se pone en
discusión un modelo de país. En tal sentido es que
las operaciones de violencia y de terror específicamente
se producen dentro de los límites mismos de la legalidad
consagrada, es decir, llama la atención que la
práctica de la tortura y del terrorismo físico y
psicológico haya sido desarrollada entre las fuerzas del
orden y no dentro de las subversivas, contradiciendo las diversas
formas de inducción que se pretendieron por medio de la
prensa y el academicismo.

De la valoración de los campos guerrilla y
contraguerrilla puede deducirse un hecho obvio, a saber: las
fuerzas armadas ya constituían un brazo armado desde su
formación y respondían a un sujeto social concreto
que no era "el pueblo argentino", sino a uno de los
constituyentes de tal generalización. Por lo tanto, su
proceso de formación es histórico y, en su
última instancia, responde a los menesteres derivados de
la condición dependiente con que se define un cierto
sujeto dominante, respecto de la división internacional
del trabajo. Políticamente, las fuerzas armadas ya se
encontraban definidas, del mismo modo que adscriptas dentro del
maniqueísmo de la guerra fría, de donde derivaba un
proceso de producción y/o adaptación de
conocimiento aplicado con relación a su uso en condiciones
concretas de operación. Entre los mecanismos y usos, debe
ponerse en evidencia la aplicación del terrorismo como
instancia instrumental no sólo inscripta como fase
táctica, sino también, en una condición
posterior, como condición estratégica, aplicada a
la totalidad de la población como una forma de consolidar
las condiciones prescritas por la "reorganización
nacional" fundada en las postulaciones organizadoras de la
generación del "80.

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(12/02/07)

 

 

Autor:

Aeropagus

[1] von Clausewitz, Karl: 24. De la guerra.
Edic. Solar. Buenos Aires, 1960.

[2] Ibídem.

[3] Esto es así, aún cuando el
autor funda su trabajo en las postulaciones de Emmanuel Kant,
filósofo de referencia al momento de producción
del texto de De la guerra. Lo que muchos de sus críticos
ignoran que el general Clausewitz deriva sus deducciones no
sólo de un análisis de los antecedentes
históricos, sino también de su propia experiencia
en el campo de batalla, ya que su periplo incluyó su
alistamiento en las tropas prusianas durante las batallas de
Jena, Liepzig y Waterloo.

[4] “La circunscripción del
tratamiento de la actuación militar al de la
represión en sí misma, sin alcanzar a cuestionar
los objetivos y el programa desarrollado por la dictadura
militar para los cuales el genocidio fue la principal
herramienta de su realización, sugiere una sospechosa
complicidad con la que los sucesores democráticos de las
situaciones dictatoriales se consideran tácitamente
herederos y depositarios de los objetivos de
reformulación económica y social que
constituyeron la base de la interrupción de la
continuidad democrática.” (Cieri Andreassi,
Alejandro: Las raíces del genocidio: Los antecedentes de
la militarización de la política y de una
ideología del exterminio en Argentina, 1880-1920.)
http://www.ctera.org.ar/iipmv/publicaciones/Cuaderno6/Doc/1973/raices_genocidio.pdf
(12/02/07)

[5] Preámbulo. Constitución de
la República Argentina

[6] García de Diego, Vicente:
Diccionario Latino –Español/Español Latino.
Vox. Madrid, 1994. También Tacconi de Gómez,
María: Gramática y sintaxis Latina. Edic. del
Rectorado. UNT. San Miguel de Tucumán, 1989.

[7] Althusser, Louis: Ideología y
aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan. Nueva
Visión. Buenos Aires, 2000.

[8] “La idea de una ciencia neutra es
una ficción, y es una ficción interesada, que
permite considerar científica una forma neutralizada y
eufemística (y por lo tanto particularmente eficaz
simbólicamente porque es particularmente desconocible)
de la representación dominante del mundo social.”
(Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la Ciencia. Nueva
Visión. Buenos Aires, 2000)

[9] “…Los sectores dominantes
adoptan estrategias de conservación tendientes a
perpetuar el orden científico establecido…bajo
las formas de habitus científicos, sistemas de esquemas
generadores de percepción, de apreciación y de
acción que son el producto de una forma
específica de acción pedagógica y que
vuelven posible la elección de los objetos, la
solución de los problemas y la evaluación de las
soluciones.” (Ibídem)

[10] Liddell Hart, B. H.: Estrategia de
aproximación indirecta. Edit. Rioplatense. Buenos Aires,
1974.

[11] Ibídem.

[12] Middeldorf, Eike: Manual de
Táctica (Tomo 1). Círculo Militar. Buenos Aires,
1963.

[13] Marini, José F.: El conocimiento
geopolítico. Esc. Sup. de Guerra Aérea. FAA.
Buenos Aires, 1980.

[14] Slater, David: Geopolítica y
Posmodernismo. Rev. Nueva Sociedad, Nº 144. Caracas,
1996.

[15] Rey, Oscar B.: Colombia. Guerrilla y
Narcotráfico. Círculo Militar. Buenos Aires,
1994.

[16] Ibídem.

[17] López, María Pía:
Notas sobre Gramsci, sobre la guerra y sobre la
política. Rev. La escena contemporánea. Nº
3, Octubre. Buenos Aires, 1999.

[18] No se hace mención de cambios
materiales, porque no todas las revoluciones tienden a promover
cambios en la distribución de los medios de
producción, como es el caso de ciertas revoluciones
institucionalistas que sólo reemplazan ciertos sujetos,
manteniendo el modo de producción. De ello que resulte
absurdo establecer una distinción entre relaciones
sociales y políticas, porque la existencia de una
comporta obligatoriamente la de la otra, de modo que ninguna
actividad revolucionaria o “subversiva” puede
comprenderse si no es asumiendo que la actividad
política es social y que, consecuentemente, no refiere
específicamente a “confrontación de
ideas” sino a la existencia de sujetos concretos que
asumen la disputa armada como medio para zanjar la
contradicción que los enfrenta.

[19] Su creación se llevó a
cabo por medio de la Ley Nº 357, sancionada el 11 de
Octubre de 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino
Sarmiento.

[20] “Aunque no se tratara de
‘mercedes reales’, patentes para vaquear o
licencias realengas comerciales o de cualquier tipo, fueron los
negocios y negociados cercanos a la esfera gubernamental, o la
compra de bonos con concesiones de tierra, a precio vil, a
oficiales del ejército deliberadamente empobrecidos por
la falta de pago de sueldos por la administración, las
principales fuentes de riqueza y poder del grupo dominante que
fue el protagonista y el objeto de consolidación
roquista. Por esta razón el nombre de
‘oligarquía’ con que fue bautizada por sus
opositores populares… Fue cabalmente una maniobra de un
grupo de familias que obtuvo varias llaves monopólicas y
excluyentes del apoderamiento principal de la riqueza en
asociación con el capital monopolista extranjero, a su
vez la gran llave tecnológica y comercial de la
incorporación al mercado mundial.” (José
Gabriel Vazeilles: La ideología oligárquica y el
terrorismo de Estado. CEAL. Buenos Aires, 1985.) El resaltado
es de la autora.

[21] Este enunciado se corrobora cuando se
observa la definición de los escalafones y la
preeminencia de la Infantería por sobre las demás
armas. En efecto, en el orden de batalla, el mando de tropas,
aun cuando los oficiales tengan la misma graduación y
antigüedad, recae sobre el cuadro del arma principal, cuya
procedencia social, mayormente, es burguesa. Sin embargo, una
de las armas está reservada para los descendientes de la
oligarquía, la caballería, instancia
aristocrática que provoca fricciones entre los miembros
del Ejército. Artillería, Comunicaciones,
Intendencia y Seguridad resultan las ramas menos influyentes y
se constituyen a partir de personal con formación
profesional superior que, mayormente, no reconoce origen en el
CMN, sino en escuelas y universidades civiles.

[22]
(http://www.todo-argentina.net/historia/gen80/Roca(1898-1904)/Index.htm)
(12/02/07)

[23] Un interesante estudio es el contenido
en el libro de Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde.
Sudamericana. Buenos Aires, 1984.

[24] Artículo 1º.
(http://www.mindef.gov.ar/secciones/documentos/ley_24429.htm)
(16/02/07)

[25] Ibídem. Ley citada.

[26] “El nuevo régimen
político obedecía a ideas alberdianas, conseguir
un país donde sus habitantes tenga todo tipo de
libertades civiles, como la de comprar, vender, estudiar,
enseñar, etc. pero excluidos del sector político,
pues quedaría reservado solo para la gente mas culta y
capacitada para gobernar. Estos hombres dirigentes, encargados
de conducir al país política y
económicamente pertenecían en su mayoría a
una elite tradicional de unas 400 familias terratenientes
criollas, con culturas y vida social muy similares y  con
gran poder económico que se vinculaban según sus
intereses comunes respecto a la exportación y el
comercio exterior de los productos que ellos producían.
Se los llamó la generación del 80 y se
consideraban los padres de Patria o patricios.” (La
oligarquía y la formación del país. Portal
de Historia Argentina.)
http://www.portalplanetasedna.com.ar/capitulo_7.htm
(27/01/07)

[27] “Aislados de la sociedad civil,
del cuerpo de la Nación, contrapuestos a la
población del Estado a la que vigilan y dominan como a
la de un territorio ocupado, los militares de la seguridad
nacional se sienten compelidos a exaltar su condición
nacional por la vía de una exacerbación
simbólica. Aparece así el recurso de la
bandera…en los regímenes de seguridad nacional,
al tiempo que se sobre enfatiza la bandera, se abandonan los
resortes esenciales de la decisión nacional soberana en
manos del capital transnacional y sus agentes…”
(Salvador María del Lozada: La ideología de la
seguridad nacional como la desnacionalizacion de las Fuerzas
Armadas. Inseguridad y desnacionalizacion. Edic. Derechos del
Hombre. Buenos Aires, 1985)

[28] “En la Argentina, en tiempos como
los 70, la realidad, tal y como la concebían los
militares, era simplemente intolerable… Para la
interpretación oficial de los hechos
políticos… la indiferencia frente a la cruzada
‘antisubversiva’ constituía un apoyo
(positivo) a la subversión… sólo las
acciones positivas de apoyo al régimen resultaban
aceptables, y positivos eran también los principios cuyo
acatamiento se exigía de la población… Un
mundo de amigos y enemigos necesita principios para transformar
– y eliminar – a los ‘locos’ y a los
‘perversos’. Por lo tanto, los principios eran
expresados en forma positiva, como ‘encontrar el destino
de la Patria’, ‘recuperar los genuinos valores de
la sociedad’, ‘rescatar la
argentinidad’…” (Jaime Malamud Goti: Terror
y Justicia en la Argentina. Edic. de la Flor. Buenos Aires,
2000.

[29] La Ley Nº 4144, o de Residencia
expresaba que: “Artículo 1º: El Poder
Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la
Nación a todo extranjero que haya sido condenado o sea
perseguido por los tribunales extranjeros por crímenes o
delitos comunes. Artículo 2º: El Poder Ejecutivo
podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta
comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden
público. Artículo 3º: El Poder Ejecutivo
podrá impedir la entrada al territorio de la
república a todo extranjero cuyos antecedentes autoricen
a incluirlo entre aquellos a que se refieren los
artículos anteriores. Artículo 4º: El
extranjero contra quien se haya decretado la expulsión,
tendrá tres días para salir del país,
pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad
pública, ordenar su detención hasta el momento
del embarque.”
(http://www.clarin.com/diario/especiales/yrigoyen/social/represion.htm)
(03/03/07)

[30] “… En los ataques a los
locales de las sociedades de resistencia participaron
jóvenes de la burguesía porteña…
bajo la coordinación del general Dellepiane, jefe de la
policía, y la participación de diputados
conservadores como Juan Balestra, Pedro Luro, Carlos
Carlés (hermano de quien más tarde sería
fundador de la Liga Patriótica Argentina), y un
aristócrata de origen italiano, yerno de Julio Roca y
futuro fundador de una rama argentina del fascismo italiano, el
barón Demarchi…” (Cieri Andreassi,
Alejandro, art. cit.)

[31] “A pesar de su intento por
mantener la armonía de clases y su actitud complaciente
a las demandas del movimiento obrero, el presidente Yrigoyen no
pudo evitar que el antagonismo de las fuerzas sociales
estallara en la Semana Trágica de 1919 y en la
terrorífica represión del comandante Varela en el
sur del país.” (La represión. Página
cit.)

[32] Raimundo, Marcelo: A cerca de los
orígenes del peronismo revolucionario.
http://www.fcp.uncu.edu.ar/skins/www_fcp/download/Origenes_del_peronismo_revolucionario.pdf
(30/01/07)

[33] Grupo teórico político
construido y liderado por Silvio Frondizi.

[34] Grenat, Stella: Una espada sin cabeza.
Los antecedentes de FAL (1959-1969), en Razón y
Revolución, Nro. 13, invierno de 2004, reedición
electrónica.
http://www.razonyrevolucion.org.ar/textos/revryr/luchadeclases/ryr13-stella.pdf
(24/01/07)

[35] Martín, Gabriel: La guerrilla
peronista no necesitaba consenso porque el pueblo es peronista.
Entrevista a Ernesto Salas, autor de Uturuncos. El origen de la
guerrilla peronista.
http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article60 (24/01/07)

[36] Carrizo, Federico y Sánchez,
Gabriela: El Ejército Guerrillero del Pueblo –
Salta 1963 – 1964. La fogata digital. 26 de Abril de 2004.
http://www.lafogata.org/opiniones/a2.htm

[37] Movimiento Revolucionario Peronista.

[38] Baschetti, Roberto.: Documentos de la
resistencia peronista, 1955-1970. Ed. De la campana. Buenos.
Aires, 1997.

[39] Raimundo, Marcelo: En torno a los
orígenes del peronismo revolucionario. El Movimiento
Revolucionario Peronista. (1964-1966).
http://www.fcp.uncu.edu.ar/skins/www_fcp/download/El_Movimiento_Revolucionario_Peronista_1964-1966.pdf

[40] Granovsky, Hernán: Los Militares
en la Argentina: de su costumbre golpista hasta el genocidio de
1976. Sur press. http://www.surpress.com/web/es_soc_arg1.html
(17/02/07)

[41] Crevari, Esteban: Los ’70: La
Argentina radicalizada.

[42] Granovsky, Hernán: Los Militares
en la Argentina: de su costumbre golpista hasta el genocidio de
1976. htttp. Cit.

[43] Crevari, Esteban: Los ’70. La
Argentina radicalizada.
http://decadadelsetenta.pais-global.com.ar/index.php/508

[44] El PRT-ERP fue una organización
cuyo objetivo era la revolución socialista. Como tal
intentó aprovechar los espacios legales brindados por la
apertura de 1973. Esto lo hizo con aciertos y con errores, y su
pensamiento al respecto fue evolucionando rápidamente
entre 1970 y 1976. En este sentido el PRT-ERP diferenció
claramente entre democracia electoral y dictadura y es falso
suponer que era partícipe del concepto de ‘cuanto
peor mejor’. Desde su punto de vista y tomando en cuenta
sus objetivos, la organización intentó una
profundización de la participación popular a
través de la articulación de distintas formas de
lucha. En este sentido, el PRT-ERP se ubicó del lado de
la democracia popular, como también queda claro que
algunas de sus grandes acciones militares después del 25
de mayo de 1973 fueron contradictorias con esta
intención. La percepción de la democracia, tanto
electoral como popular, que tuvo el PRT-ERP se forjó
sobre la base de la tradición y la experiencia de las
dos organizaciones que fueron sus raíces: Palabra Obrera
y el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP).
Palabra Obrera se enmarcaba dentro de la tradición
leninista y trotskista por la cual, bajo el capitalismo, las
elecciones eran una forma más de dominación de la
burguesía, mientras que la democracia estaba ligada
estrechamente a la participación obrera y popular… Sin
embargo, y fieles a la tradición del trotskismo, el
criterio era que había que participar en las elecciones
como forma de agitación, de organización, y de
contacto con las masas. El criterio, por lo tanto, era levantar
candidatos obreros con programas avanzados para ser electos
dentro del régimen democrático burgués. En
este sentido, Palabra Obrera tendió hacia la
participación electoral.

[45] Amorín, José: Montoneros:
La buena historia. Catálogos. Buenos Aires, 2006.

[46] Ibídem.

[47] Ibídem.

[48] Goti, Jaime Malamut: Terror y Justicia
en la Argentina. Edic. de la Flor. Buenos Aires, 2000.

[49] Martínez Carreras, José
U.: La historia contemporánea de África en la
reciente bibliografía.
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/0214400x/articulos/CHCO9191110165A.PDF

[50] ”El programa ‘Noche y
Niebla’ tenía como objetivo hacer
‘desaparecer’ a comunistas, socialistas,
católicos y judíos de los países ocupados:
"Por el decreto del Jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht del
12-12-1941 sobre la sanción de delitos contra el Reich o
sus fuerzas de ocupación en territorios tomados se ha
dispuesto que aquellas personas que en territorios ocupados
actúen en contra del Reich o de sus fuerzas de
ocupación sean evacuadas al Reich. A continuación
deben ser procesadas por un tribunal especial. Caso de que por
cualquier causa esto último no sea factible,
serán internadas en un campo de concentración
bajo prisión preventiva. Esta durará, por regla
general, hasta el fin de la guerra. Puesto que la finalidad de
este Decreto es dejar a los familiares, amigos y conocidos del
preso en la incertidumbre acerca de su paradero, no se les
permitirá ningún contacto con el exterior. Por la
misma razón, no podrán escribir cartas, ni
recibir visitas ni paquetes; caso de producirse una
defunción, no habrá de comunicarse a los
parientes. Tales disposiciones son aplicables a todos los
presos para los que conste en los documentos penales o en los
correspondientes certificados de la oficina Central de
Seguridad que están comprendidos en el decreto
‘Noche y Niebla’. Caso de que presos comprendidos
en el decreto en cuestión hubieran tenido, por error,
ocasión de avisar a sus familiares, se les
permitirá en lo sucesivo continuar carteándose
con ellos por motivos técnicos". Firmado: Dr.
W.T.Hoffman, Berlín 4-VIII-42. Por su parte, el mariscal
Keitel, jefe del Alto Mando alemán, firmó en el
año 1942: "a) Los presos desaparecerán sin dejar
rastros. b) No podrá brindarse ninguna
información sobre el lugar donde se encuentren ni sobre
su destino.” (D’Andrea Mohr, José Luis:
Obediencia de Vida. Colihue. Buenos Aires, 1999.) Jean F.
Nougés: Una teoria para la guerra subversiva. Revista de
la Escuela Superior de Guerra N° 329. Abril – Junio.
Círculo Militar. Buenos Aires, 1958. El nombrado es
Coronel del Ejército Francés y contribuyó,
como varios de sus colegas, a esta publicación militar
por medio del convenio interfuerzas celebrado entre este
ejército y su par argentino. En la misma revista se
publicaron monografías del Tte. Cnel. Patrice de
Nourois, Algunos aspectos de la estrategia y la táctica,
aplicados por el Viet-Minh durante la Campaña de
Indochina (N°328, Enero-Marzo de 1958); Guerra subversiva y
guerra revolucionaria (N° 331, Octubre-Diciembre de 1958);
y Radioscopía subversiva de la Argentina (N° 344,
Enero-Marzo de 1962).

[51] Jean F. Nougés: Una teoria para
la guerra subversiva. Revista de la Escuela Superior de Guerra
N° 329. Abril – Junio. Círculo Militar. Buenos
Aires, 1958. El nombrado es Coronel del Ejército
Francés y contribuyó, como varios de sus colegas,
a esta publicación militar por medio del convenio
interfuerzas celebrado entre este ejército y su par
argentino. En la misma revista se publicaron monografías
del Tte. Cnel. Patrice de Nourois, Algunos aspectos de la
estrategia y la táctica, aplicados por el Viet-Minh
durante la Campaña de Indochina (N°328, Enero-Marzo
de 1958); Guerra subversiva y guerra revolucionaria (N°
331, Octubre-Diciembre de 1958); y Radioscopía
subversiva de la Argentina (N° 344, Enero-Marzo de
1962).

[52] Rodríguez, Roger: Uruguay no
enviará más militares a la terrorífica
School of Americas. Diario La República Thursday,
Uruguay, March 30th 2006.
http://www.soaw.org/new/newswire_detail.php?id=1075
(30/01/07)

[53] Korol, Claudia: El Ché y los
argentinos. La fogata digital. 28 de Julio de 2002.
http://www.lafogata.org/catedra/argentinos.htm Al hacer
mención de ortodoxias en la práctica represiva,
se puede plantear que, en una primera instancia, hay una
referencia concreta, según los establece el propio A.
Vilas, “…desde antiguo venía prestando
atención a los trabajos editados sobre el particular en
Francia…debido a los oficiales de la OAS y el
ejército francés en Indochina y Argel…”
(Carta transcripta por José Luis D’ Andrea Mohr.
Op. Cit.) La segunda etapa constituye la ejecutada por Antonio
Bussi, agregado militar argentino en Vietnam hasta la
caída de Saigón, aplicando la ‘doctrina
Westmoreland” o “de reubicación de
pueblos”: “Otra particularidad que
distinguirá a Tucumán durante la dictadura, es
que la faz represiva incluía tareas de
‘acción cívica’ las cuales buscaban
concitar el apoyo de la población a la lucha
antisubversiva, a la vez que el gobierno de Bussi,
desplegará una voluntad por constituir una
‘memoria fundacional’ a partir de su estrategia
contrainsurgente. Varios pueblos, al estilo de las
‘aldeas estratégicas’ norteamericanas
instaladas durante la guerra de Vietnam, fueron creados durante
el período con nombres de militares de diferentes
jerarquías, caídos en el combate antiguerrillero,
llevando por nombres: ‘Teniente Berdina’,
‘Capitán Cáceres’, ‘Sargento
Moya’ y ‘Soldado Maldonado’…”
(Crenzel, Emilio Ariel: Memorias enfrentadas. El voto a Bussi
en Tucumán.
http://www.nuncamas.org/investig/crenzel/crenzel_05.htm)

[54]

[55] “Durante el mes de septiembre, a
tan solo dos meses de las elecciones generales, el presidente
Bignone firmaría la "Ley de Pacificación
Nacional", a la sazón, un decreto en que se fijaba una
auto amnistía para todos aquellos que habían
formado parte del poder militar desde 1976 a la fecha.”
(Crevari, Esteban: Reinaldo Benito Bignone.
http://www.pais-global.com.ar/html/argentina/presidencias/presi43.htm

[56] “La Argentina no es el caso
extremo de la impunidad… Aún así… la UCR
como el PJ, han contenido los reclamos, salvando a los
militares en pos de la ‘reconciliación’; de
allí la claudicación a Rico y las leyes de
impunidad de 1987, que Alfonsín pagó con una
caída estrepitosa de su popularidad. Luego
seguiría Carlos Menem con los Indultos. La cobertura
teórica de esas medidas fue la ‘teoría de
los dos demonios’ que considera a los luchadores
populares como un bando terrorista. Esta operación
salvó no sólo a los militares, sino que estuvo
destinada a lavar la ropa de esos mismos partidos, que apoyaron
las leyes de aniquilación a la subversión de
Luder en 1975 y a la triple A, organizada por el propio
peronismo en el poder y con el apoyo entusiasta de la UCR
(recordemos el llamado de Balbín a ‘aniquilar a la
guerrilla fabril’). De esta manera se aseguraron un pacto
tácito con las fuerzas represivas, en la medida en que
no se tocaron sus intereses y sus personajes, a cambio de
integrarse en las necesidades del nuevo régimen
político y contribuir a su estabilidad.” (Valdez,
Agustín: La verdad contra el régimen. La fogata
digital.) http://www.lafogata.org/07arg/arg1/arg.27.1.htm

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