La crisis ecológica como problema actual de la
antropología – Monografias.com
La crisis ecológica como
problema actual de la antropología
Juan David Arias Ibarra –
"La naturaleza no es para el hombre
solamente un objeto útil, sino el lugar de su
realización"[1]
"El término ecología fue utilizado por
primera vez por Ernest Haeckel en 1866 para designar la rama de
la biología que estudia las interacciones de los seres
vivos con su medio"
Durante el primer decenio del siglo XXI ha surgido una
preocupación justificada ante la realidad del medio
ambiente y de nuestro ecosistema. Hemos sido testigos directos de
una desastrosa devastación de nuestros bosques; del
aumento del gas carbónico en el aire que respiramos; de la
monstruosa contaminación de nuestros ríos y de
nuestro aire, gracias la producción desmedida de
fábricas y de industrias; del desvanecimiento de nuestras
fuentes hídricas; de la aridez de la tierra; e incluso,
algunos de nosotros ya han tenido que padecer en carne propia las
tristes consecuencias de una naturaleza condenada a la
destrucción: pueblos sedientos sin agua potable para
beber, deslizamientos de tierra provocados por la erosión,
incendios forestales inducidos por el calentamiento global y la
irresponsabilidad humana, campos infértiles que no sacian
el hambre de algunos, desastres naturales provocados porque el
planeta no soporta más destrucción y las leyes de
la naturaleza desatan su furia, ecosistemas destruidos que
provocan el olvido de infinidades de especies de flora silvestre
y a la vez estimulan un exilio inesperado de fauna a lugares que
no están condicionados para su hábitat y que
desencadenan con la muerte de éstas. Sin lugar a dudas,
estamos en tiempo apremiante para repensar la ecología y
para poner manos en acción para frenar esta masacre
cósmica del entorno que aún podemos
rescatar.
El texto de "la Iglesia en Colombia, una comunidad
que camina en la esperanza"[2] ilustra muy
bien el tema de la problemática ambiental y el cuidado del
entorno. Y es que la relación del hombre con la naturaleza
-creación de Dios-, donde los hombres aparecen ocupando un
puesto privilegiado dentro de la obra de la creación con
el imperativo divino de "Sed fecundos y a multiplicaos, llenad y
someted la tierra" (Cf. Gén. 1, 28), es un tema
que también le interesa a la Iglesia y donde en este texto
se nos invita a tomar una líneas de acción clara,
desde una buena antropología teológica, para que
los cristianos tomen una postura crítica y respetuosa
frente a la crisis ecológica que vivimos(. Pero, esta
perspectiva no será tema de análisis ni de
reflexión en este trabajo.
Ahora bien, reflexionando sobre la crisis ambiental que
hoy vivimos y de la cual en la primera parte hablábamos,
podemos descubrir que el problema ambiental es un
profundo problema humano; la crisis ecológica es problema
porque atañe a la vida y al desarrollo de la persona
humana, de este modo, si la crisis ecológica no afectara
directa o indirectamente al hombre, dejaría de ser
problemática. Por ende, lo relacionado con la biota y la
naturaleza, y más en este tiempo de crisis, es un problema
que cuestiona directamente el quehacer de la antropología
filosófica. El presupuesto antropológico es
básico: la crisis ecológica de hoy en día
radica en una errada concepción de hombre, que lo ubica no
solo como centro de la naturaleza sino que lo hace creerse
dueño absoluto de su entorno para aprovecharlo y
transformarlo desmedidamente como él quiera,
llevándolo incluso a olvidarse de sus "vecinos de
hábitat". Es así pues que el hombre
contemporáneo desconoce directamente cuál es su
puesto en el cosmos. A partir de este desconocimiento es que
parte su actitud dominante con relación a lo que lo rodea.
En efecto, si todos nosotros, partes del gran conjunto de la
humanidad, comprendiéramos bien nuestra tarea y
función en el cosmos, nos preocuparíamos por
nuestra casa y su cuidado.
Desde otra perspectiva, el hombre no vive solo en la
nada sino que él es capaz de reconocerse como habitante de
un lugar y como un ser abierto al diálogo con los otros.
Parafraseando los términos de Heidegger, "el hombre es
un ser-en-el-mundo"[3]. Es en este momento en
el cual entramos a hablar del complejo mundo de las relaciones
humanas( que se expresan en la relación con Dios, con la
naturaleza, con los otros y consigo mismo. A partir de este
presupuesto, el hombre debe reconocer que es un ser llamado a
entablar diálogo e interacción con la biota porque
es el único lugar que habita.
Página siguiente |