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La educación como mecanismo de inclusión social (página 2)




Enviado por elizabeth torres



Partes: 1, 2

El aumento logrado en el acceso a la
educación secundaria, fundamental para asegurar mayores
oportunidades de acceso al mundo laboral, también refleja
inequidad. La cobertura en este nivel educativo ha sufrido
avances en los últimos años pero todavía es
baja en la mayoría de los países de la
región, y la culminación de los estudios en
secundaria muestra más desigualdades entre grupos sociales
que la educación primaria

Si bien aún no se ha logrado el
pleno acceso a la educación básica, el mayor
desafío en la región de América Latina y el
Caribe es superar la desigualdad en la calidad de la oferta
educativa y en los logros de aprendizaje. El aumento de la
cobertura no ha sido acompañado de medios efectivos que
garanticen la permanencia en el sistema escolar y la
satisfacción efectiva de las necesidades básicas de
aprendizaje de los estudiantes. Aunque han disminuido los
índices de repetición y deserción,
éstos siguen siendo altos, y afectan en mayor medida a los
niños y niñas que viven en situación de
vulnerabilidad; zona rural, pueblos originarios y contextos
socioeconómicos desfavorecidos. Los recursos que se
invierten en el alto contingente de alumnos que repiten cada
año, alrededor de 5 mil 700 millones de
dólares{5},
podrían constituir un recurso muy valioso para mejorar la
calidad de la educación para todos, especialmente si se
considera el escaso impacto de la repetición en el nivel
de logros de los alumnos y su efecto negativo en la autoestima de
éstos.

Los estudios internacionales comparativos
sobre logros de aprendizaje también muestran una grave
inequidad en la distribución del conocimiento{6}. 
Estas evaluaciones pusieron de manifiesto que los niveles de
aprendizaje de todos los alumnos en lenguaje y matemáticas
son en general bajos, pero según los datos de la
evaluación realizada por UNESCO{7}
los logros son aún menores en el caso de los alumnos que
provienen de las  escuelas públicas, ya sean urbanas
o rurales.

Desde la década de los noventa se
vienen desarrollando estrategias y programas de
discriminación positiva para favorecer el acceso y la
permanencia de los alumnos y alumnas en situación de
vulnerabilidad, sin embargo son aún muchas las personas
que, por diferentes causas, se encuentran en situación de
desigualdad y que experimentan barreras para su pleno aprendizaje
y participación.

Las desigualdades en función del
origen socioeconómico son las más significativas en
los países de América Latina, y la pobreza
está asociada a otros tipos de desigualdad como vivir en
la zona rural o pertenecer a pueblos originarios, lo cual
sitúa a un buen porcentaje de la población en una
posición de gran vulnerabilidad. Según datos de
CEPAL (1998) las personas que provienen de hogares con escasos
recursos suelen cursar 8 o menos años de estudio, y en
general no superan la condición de obrero u operario,
mientras quienes crecen en hogares de mayores recursos suelen
cursar 12 o más años de educación y se
desempeñan como profesionales, técnicos o
directivos. Las nuevas generaciones tienen más niveles de
estudio en todos los estratos socioeconómicos, pero esto
no se ha traducido en mayor movilidad social; las ocupaciones de
mayor productividad exigen mayores niveles de estudio que se
concentran en los estratos socioeconómicos más
altos (Reimers, 2002) 

La zona rural también se encuentra
en una situación de desigualdad, mostrando mayores tasas
de repetición y deserción que la zona urbana. El
promedio regional de personas entre 15 y 24 años que tiene
por lo menos 10 años de educación es del 50% en las
zonas urbanas mientras que en las zonas rurales el promedio llega
aproximadamente al 20%{8}.
En el medio rural muchas escuelas no imparten la enseñanza
obligatoria completa, son de difícil acceso y en muchos
casos cuentan con docentes menos calificados.

Los niños y jóvenes
provenientes de pueblos originarios o afro-descendientes
también se encuentran en situación de desigualdad
educativa y social. Estos colectivos suelen vivir en la zona
rural o zonas aisladas, donde como ya se ha visto también
hay mayores índices de pobreza, por lo que son objeto de
diferentes tipos de discriminación. En los países
que cuentan con datos desagregados, los índices de
repetición, abandono y analfabetismo son mayores en el
caso de los pueblos originarios. En los últimos
años ha habido un mayor avance en la educación
intercultural y bilingüe, pero este es aún muy
insuficiente.

Los niños y niñas con
necesidades educativas asociadas a una discapacidad es el
colectivo que se encuentra más excluido. En muchos
países no existen estadísticas confiables, pero
cuando las hay queda de manifiesto que un alto porcentaje de
estos alumnos no recibe ningún tipo de educación,
especialmente los que tienen discapacidades más severas.
Aunque la tendencia de las políticas de los países
es promover la integración de estos alumnos en la escuela
común, la gran mayoría está escolarizada en
centros de educación especial, por lo que también
son los más discriminados.

En relación con el género,
salvo algunos países, no existen diferencias
significativas en el acceso a la educación inicial y
básica, pero sí en la permanencia y la
finalización de estudios. En los países de
América latina son mayores las tasas de abandono y
reprobación de las niñas de zona rural y
comunidades indígenas. Por el contrario, en los
países del caribe y algunos latinoamericanos los varones
abandonan antes la escuela y tienen un menor nivel de
desempeño académico. En cuánto a los niveles
de aprendizaje, las diferencias de género son
significativas tan sólo en algunos casos. En general, las
niñas alcanzan mejores logros en lenguaje y ligeramente
menores en matemáticas.{9}

A la desigualdad que sufren los colectivos
mencionados, es preciso añadir el debilitamiento de la
escuela pública en muchos países de la
región como consecuencia de una creciente
privatización y la presencia de mecanismos de
regulación del mercado en la educación.  La
desigualdad entre escuelas públicas y privadas, en
términos de recursos, docentes cualificados y resultados
de aprendizaje tiende a ampliarse en muchos países,
especialmente en los más pobres, aumentando la brecha
social y reproduciendo la estratificación y
fragmentación presentes en nuestras sociedades.

¿ Es lo mismo
integración que inclusión? El
movimiento de la
inclusión, un paso más allá de la
integración escolar

El movimiento de la inclusión ha
surgido con fuerza en los últimos años para hacer
frente a los altos índices de exclusión y
discriminación y a las desigualdades educativas presentes
en la mayoría de los sistemas educativos del mundo. 
Tal como se ha visto en el anterior apartado la educación
no está siendo capaz de contribuir a superar las
desigualdades ni de reducir la brecha social, por lo que es
preciso realizar mayores esfuerzos para que realmente se
convierta en un motor de mayor equidad social. 

Una relatora de Naciones Unidas para el
derecho a la educación, Katarina Tomasevsky{10},
señala que normalmente los países pasan por tres
etapas fundamentales para avanzar hacia el pleno ejercicio del
derecho a la educación:

  • La primera consiste en conceder el
    derecho a la educación a todos aquellos que, por
    diferentes causas, están excluidos (pueblos
    indígenas, personas con discapacidad, comunidades
    nómadas, etc), pero con opciones segregadas en
    escuelas especiales, o, programas diferenciados para dichos
    colectivos que se incorporan a la
    educación.

  • La segunda etapa enfrenta el problema
    de la segregación educativa promoviendo la
    integración
    en las escuelas para todos. En los
    procesos de integración los colectivos que se
    incorporan se tienen que adaptar a la escolarización
    disponible, independientemente de su lengua materna, su
    cultura o sus capacidades. El sistema educativo mantiene
    el  "status quo" y son los alumnos quienes se tienen que
    adaptar a la escuela y no ésta a los
    alumnos.

  • La tercera etapa exige la
    adaptación de la enseñanza a la diversidad de
    necesidades educativas del alumnado, que son fruto de su
    procedencia social y cultural y de sus características
    individuales en cuanto a motivaciones, capacidades e
    intereses. Desde esta perspectiva, ya no son los grupos
    admitidos quienes se tienen que adaptar a la
    escolarización y enseñanza disponible, sino que
    éstas se adaptan a sus necesidades para facilitar su
    plena participación y aprendizaje. Esta es la
    aspiración del movimiento de la
    inclusión.

En muchos países existe cierta
confusión con el concepto de inclusión o
educación inclusiva, ya que se está utilizando como
sinónimo de integración de niños y
niñas con discapacidad, u otros con necesidades educativas
especiales, a la escuela común. Es decir, se está
asimilando el movimiento de inclusión con el de
integración cuando se trata de dos enfoques con una
visión y foco distintos. Esta confusión tiene como
consecuencia que las políticas de inclusión se
consideren como una responsabilidad de la educación
especial, limitándose el análisis de la totalidad
de exclusiones y discriminaciones que se dan al interior de los
sistemas educativos, e impidiendo el desarrollo de
políticas inclusivas integrales

En primer lugar, es importante
señalar que el foco de la inclusión es
más amplio que el de la integración.
Esta
última, en los países de América Latina y en
otras partes del mundo, está ligada al colectivo de los
alumnos con necesidades educativas especiales, y aspira a hacer
efectivo el derecho de estas personas ha educarse en las escuelas
comunes, como cualquier ciudadano, recibiendo las ayudas
necesarias para facilitar su proceso educativo y su
autonomía. El movimiento de la inclusión,
representa un impulso fundamental para avanzar hacia la
educación para todos, porque aspira a hacer efectivo para
toda la población el derecho a una educación de
calidad, ya que como hemos podido observar hay muchos
niños y niñas, además de aquellos con
discapacidad, que tienen negado este derecho. La
inclusión está relacionada con el acceso, la
participación y logros de todos los alumnos, con especial
énfasis en aquellos que están en riesgo de ser
excluidos o marginados
{11},
por diferentes razones.  Desde esta perspectiva, la
inclusión es una política del ministerio de
educación en su conjunto y no de las divisiones de
educación especial.

En segundo lugar, el foco de
atención es de naturaleza distinta
. La
preocupación de la integración ha estado más
en transformar la educación especial, para apoyar los
proceso de integración, que cambiar la cultura y
práctica de las escuelas comunes para que sean capaces de
atender la diversidad del alumnado, y eliminar los diferentes
tipos de discriminación que tienen lugar al interior de
ellas. Se da la paradoja de que muchas escuelas integran
niños y niñas con discapacidad y
simultáneamente están expulsando o discriminando a
otro tipo de alumnos, por lo que se podría afirmar que
estas escuelas no son verdaderamente 
inclusivas.  

Aunque en muchas escuelas se han producido
procesos de cambio como consecuencia de la incorporación
de alumnos con necesidades educativas especiales, el movimiento
de la integración no ha logrado alterar los sistemas
educativos de forma significativa. En general, se ha transferido
el modelo de atención propio de la educación
especial a las escuelas comunes, centrándose más en
la atención individualizada de estos alumnos (programas
individuales, estrategias y materiales diferenciados, etc.) que
en modificar aquellos factores del contexto educativo y de la
enseñanza que limitan la participación y el
aprendizaje no sólo de los niños y jóvenes
integrados, sino de todo el alumnado.

La situación anteriormente
señalada nos muestra la persistencia de una visión
individual de las dificultades de aprendizaje, en la que
éstas se atribuyen solamente a variables del individuo
(sus competencias, su origen social, el capital cultural de su
familia, etc), obviando la gran la gran influencia que tienen los
entornos educativo, familiar y social en el desarrollo y
aprendizaje de las personas. En el enfoque de la
inclusión, por el contrario, se considera que el problema
no es el niño sino el sistema educativo y sus escuelas. El
progreso de los alumnos no depende sólo de sus
características personales sino del tipo de oportunidades
y apoyos que se le brindan o no se le brindan, por lo que el
mismo alumno puede tener dificultades de aprendizaje y de
participación en una escuela y no tenerlas en otra. La
escasez de recursos, la rigidez de la enseñanza, la falta
de pertinencia de los currículos, la formación de
los docentes, la falta de trabajo en equipo o las actitudes
discriminatorias son algunos de los factores que limitan el
acceso, permanencia y el aprendizaje del alumnado en las
escuelas.

Según Tony Boot (2000), las barreras
al aprendizaje y la participación aparecen en la
interacción entre el alumno y los distintos contextos: las
personas, políticas, instituciones, culturas y las
circunstancias sociales y económicas que afectan sus
vidas. En este sentido, las acciones han de estar dirigidas
principalmente a eliminar las barreras físicas, personales
e institucionales que limitan las oportunidades de aprendizaje y
el pleno acceso y participación de todos los estudiantes
en las actividades educativas.

Superar la situación anteriormente
señalada justifica sobradamente la preocupación
central de la inclusión; transformar la cultura, la
organización y las prácticas educativas de las
escuelas comunes para atender la diversidad
de necesidades
educativas de todo el alumnado, que son el resultado de su origen
social y cultural y de sus características personales en
cuanto a competencias, intereses y motivaciones. En este caso, a
diferencia de lo ocurrido con las experiencias de
integración, la enseñanza se adapta los alumnos
y no éstos a la enseñanza.
Desde esta
perspectiva la atención de los niños y
jóvenes con necesidades educativas especiales se enmarca
en el contexto más amplio de la atención a la
diversidad, ya que todo el alumnado y no sólo aquellos con
alguna discapacidad, tienen diferentes capacidades y necesidades
educativas. Esto no significa perder de vista que estos alumnos
requieren una serie de recursos y ayudas especiales para
optimizar su proceso de aprendizaje y desarrollar plenamente sus
potencialidades.

El significado de la
inclusión en educación

A continuación se señalan las
principales finalidades que persigue la educación
inclusiva y que constituyen sus principales señas de
identidad. Al respecto, es importante señalar que la
inclusión es un proceso que nunca está acabado del
todo, ya que constantemente pueden aparecer diferentes barreras
que excluyen o discriminan a los alumnos y alumnas, o, que
limitan su aprendizaje y su pleno desarrollo como
personas.

3.1. La Inclusión es una cuestión de
derechos

La educación inclusiva aspira a
hacer efectivo para todas las personas el derecho a una
educación de calidad, que es la base de una sociedad
más justa e igualitaria. La educación es un bien
común específicamente humano que surge de la
necesidad de desarrollarse como tal, por ello todas las personas
sin excepción tienen derecho a ella. 

El derecho a la educación va mucho
más allá del acceso, aunque es un primer paso, ya
que exige que ésta sea de calidad y logre que todas las
personas desarrollen al máximo sus múltiples
talentos y capacidades.

La enorme importancia de la
educación también radica en que nos abre las
puertas para  aprovechar otros beneficios que ofrece la
sociedad y hace posible el ejercicio de otros derechos y de la
ciudadanía, lo cual es el fundamento de una sociedad
más democrática. El pleno ejercicio del derecho a
la educación pasa necesariamente por educar en y para los
derechos humanos, proporcionando al alumnado, desde los primeros
años de la vida escolar,  la oportunidad no
sólo de conocer dichos derechos sino de vivenciarlos. Los
niños y niñas necesitan oportunidades de comprender
cuáles son sus derechos y deberes, cuáles son los
límites que imponen a su libertad los derechos y
libertades de los demás y como sus acciones pueden afectar
los derechos de otras personas{12}.

Un aspecto clave de la inclusión es
conseguir  la plena participación de todas las
personas en las diferentes esferas de la vida humana.
Actualmente, existe cierto consenso respecto a que la
exclusión va más allá de la pobreza, ya que
tiene que ver con la dificultad de desarrollarse como persona, la
falta de un proyecto de vida, la ausencia de participación
en la sociedad y de acceso a sistemas de protección y de
bienestar.

Una mayor inclusión social pasa
necesariamente, aunque no únicamente, por asegurar la
plena participación en la educación, para lo cual
los niños y niñas no deben ser objeto de
ningún tipo de discriminación por razones de origen
social, étnico, religioso u otros{13}.
Todas las personas tienen mas posibilidades de desarrollarse como
tales si tienen la oportunidad de participar junto con los otros
en las distintas actividades de la vida humana. Como
señala Fernando Savater (2005) la relación con
otros seres humanos es fundamental para desarrollar la humanidad.
La humanidad es una forma de relación simbólica, y
los seres simbólicos estamos destinados a desarrollar
nuestras posibilidades en relación con los
otros.

En el ámbito educativo la
participación tiene varios significados. En primer lugar,
alude a la necesidad de que todos los alumnos y alumnas, sea cual
sea su condición, se eduquen juntos en la escuela de su
comunidad, y participen lo máximo posible del
currículo y de las actividades educativas. Desde el punto
de vista de la participación, la escolarización en
escuelas o grupos especiales, con carácter permanente,
debería ser una excepción, y habría que
asegurar que el currículo y la enseñanza que se
ofrezca equivalga lo más posible a los que se imparten en
las escuelas para todos.

Tony Booth y Mel Ainscow (2000) definen la
inclusión como un conjunto de procesos orientados a
aumentar la participación de los estudiantes en la
cultura, los currículos y las comunidades de las escuelas.
Para estos autores, la inclusión implica que los centros
realicen un análisis crítico sobren lo que se puede
hacer para mejorar el aprendizaje y la participación de
todos{14}.

La participación también
está relacionada con el derecho de los niños a ser
escuchados y a tener en cuenta sus opiniones sobre los diferentes
aspectos que afectan sus vidas. En el artículo 12 de la
Convención de los Derechos del Niño se establece
que los adultos han de proporcionar a los niños las
condiciones y estímulos necesarios para que puedan
manifestar su opinión sobre todos los asuntos que les
conciernen, así como de administrarles informaciones
adecuadas a su edad, en base a las que puedan elaborar sus
propios puntos de vista.

La participación, finalmente,
involucra los procesos democráticos de toma de decisiones
en los que están implicados diferentes actores de la
comunidad educativa, incluyendo a los alumnos. Para Mel Ainscow
(2004), La participación tiene que ver con experiencias
compartidas y negociaciones que resultan de la interacción
social al interior de una comunidad que tiene un objetivo
común.

 3.2. La inclusión en educación es un
medio para avanzar hacia una mayor equidad y el desarrollo de
sociedades más inclusivas y democráticas

Uno de los factores que genera desigualdad
en los sistemas educativos de América Latina es la
segregación social y cultural de las escuelas, que
reproduce la fragmentación presente en las sociedades y
limita el encuentro entre distintos grupos.

Una de las señas de identidad de la
educación inclusiva es precisamente el acceso a escuelas
más plurales que son el fundamento de una sociedad
democrática.

La escuela tiene un papel fundamental en
evitar que las diferencias de origen de los alumnos se conviertan
en desigualdades educativas, y por esa vía de nuevo en
desigualdades sociales. Hoy en día la escuela no es ni
mucho menos el único espacio para acceder al conocimiento,
pero todavía es la única instancia que puede
asegurar una distribución equitativa del mismo si se dan
ciertas condiciones.

Avanzar hacia una mayor equidad en
educación sólo será posible si se asegura el
principio de igualdad de oportunidades; dando más a
quién más lo necesita y proporcionando a cada quien
lo que requiere, en función de sus características
y necesidades individuales, para estar en igualdad de condiciones
de aprovechar las oportunidades educativas. No es suficiente
ofrecer oportunidades educativas hay que crear las condiciones
para que todos y todas puedan aprovecharlas.

El principio de equidad significa tratar de
forma diferenciada lo que es desigual en su origen para alcanzar
una mayor igualdad entre los seres humanos. El horizonte de la
igualdad en el ámbito educativo tiene diferentes niveles;
la igualdad en el acceso, para lo cual es necesario que haya
escuelas disponibles y accesibles para toda la población;
la igualdad en la calidad de la oferta educativa, lo cual
requiere que todos los alumnos y alumnas tengan acceso a escuelas
con similares recursos materiales, humanos y pedagógicos;
y la igualdad en los resultados de aprendizaje, es decir que
todos los alumnos alcancen los aprendizajes establecidos en la
educación básica, sea cual sea su origen social y
cultural, desarrollando al mismo tiempo las capacidades y
talentos específicos de cada uno.

Hay que tener especial cuidado en que la
igualdad de resultados no conlleve la exclusión; un
sistema educativo no se podría considerar igualitario si
logra similares resultados en el alumnado a costa de excluir a
una parte del mismo. Desde la perspectiva de la inclusión
tiene que haber un equilibrio entre aprendizaje y
participación
, esto es importante ya que muchas veces
las experiencias de integración han dado más
importancia a la socialización de los alumnos que a los
logros de aprendizaje. Por el contrario, otras veces se segrega a
los alumnos de distintas maneras con el único fin de
lograr los resultados de aprendizaje esperados.

La educación inclusiva
también puede ser una vía esencial para superar la
exclusión social que resulta de ciertas actitudes y
respuestas ante las diferencias  socioeconómicas,
culturales, o de género, por nombrar algunas de ellas, y
que lamentablemente muchas veces se reproducen al interior de las
escuelas.

El principio rector del Marco de
Acción de la Conferencia Mundial sobre necesidades
especiales (Salamanca, 1994) es que "todas las escuelas deben
acoger a todos los niños independientemente de sus
condiciones personales, culturales o sociales; niños
discapacitados y bien dotados, niños de la calle, de
minorías étnicas, lingüísticas o
culturales, de zonas desfavorecidas o marginales, lo cual plantea
un reto importante para los sistemas escolares. Las escuelas
inclusivas representan un marco favorable para asegurar la
igualdad de oportunidades y la completa participación,
contribuyen a una educación más personalizada,
fomentan la solidaridad entre todos los alumnos y mejoran la
relación costoeficacia de todo el sistema
educativo".

No cabe duda, que la educación es un
instrumento fundamental para superar la exclusión social,
pero no es menos cierto que la educación por si sola no
puede compensar las desigualdades sociales ni eliminar las
múltiples formas de discriminación presentes en
nuestras sociedades. Es necesario desarrollar en paralelo
políticas económicas y sociales que aborden los
factores que generan desigualdad y exclusión fuera del
ámbito educativo. Como muy bien señala Reimers,
2000, las políticas educativas por sí solas no
crean las oportunidades para acceder al capital social y cultural
necesario. No hacen que los estados sean más
democráticos, aunque preparen a las personas para ello, ni
que las sociedades sean más cohesivas o pacíficas,
aunque formen en habilidades de acción colectiva y
resolución de conflictos, y por sí mismas no
igualan la distribución social de recursos, diferentes de
los recursos educativos.

3.3. La educación inclusiva aspira a proporcionar
una educación de calidad para todos, dando respuesta a la
diversidad de necesidades educativas del alumnado

Una educación no puede ser de
calidad si no logra que todos los alumnos, y no sólo parte
de ellos, adquieran las competencias necesarias para insertarse
activamente en la sociedad y desarrollar su proyecto de vida en
relación con los otros. Es decir no puede haber calidad
sin equidad, aunque no faltan aquellos que piensan que una
educación inclusiva no es compatible con el logro de
buenos resultados por parte todos los alumnos.

La UNESCO en el informe de monitoreo de
Educación para Todos del año 2005, establece tres
elementos para definir una educación de calidad{15}:
el respeto de los derechos de las personas; la equidad en el
acceso, procesos y resultados; y la pertinencia de la
educación. Dado que los dos primeros aspectos ya han sido
desarrollados anteriormente vamos a detenernos en la pertinencia.
Esta hace referencia a una educación que promueve
aprendizajes que son significativos para todos y no sólo
para aquellos que pertenecen a las clases sociales y culturales
dominantes, o, para quienes tienen un determinado nivel de
competencia (el supuesto alumno medio). Una educación
pertinente es aquella que tiene al alumno como centro, adecuando
la enseñanza a sus características y necesidades,
partiendo de lo que  "es" "sabe" y "siente", lo cual
está mediatizado por su contexto sociocultural, y
promoviendo el desarrollo de sus distintas capacidades,
potencialidades e intereses. "Si los alumnos no perciben la
pertinencia del contenido en relación consigo mismos y con
su contexto, se desmotivarán y el aprendizaje se
resentirá en la práctica"{16}.

La ampliación de la educación
obligatoria en un buen número de países de
América Latina y el gran aumento logrado en la cobertura
han tenido como consecuencia que una mayor diversidad de alumnos
acceda a la educación, especialmente en la
enseñanza secundaria. Sin embargo, a pesar de la evidente
diversidad presente en las escuelas y en las aulas, la
mayoría de los sistemas educativos se caracteriza por
proporcionar respuestas homogéneas a necesidades,
situaciones y contextos muy distintos.

La educación inclusiva implica una
transformación radical en los paradigmas educativos
vigentes pasando desde un enfoque basado en la homogeneidad a
una visión de la educación común basada
en la heterogeneidad.
Las diferencias son una
condición intrínseca a la naturaleza humana, como
especie todos tenemos ciertas características que nos
asemejan y otras que nos diferencian, de tal forma que no hay dos
personas idénticas, sin embargo, existe una tendencia a
considerar la diferencia como aquello que se distancia o
desvía de la "mayoría", de lo "normal" o
"frecuente", es decir, desde criterios normativos{17}. 
La valoración negativa de las diferencias y los
prejuicios  conllevan a la exclusión y la
discriminación.

La educación inclusiva y la
atención a la diversidad demandan una mayor competencia
profesional de los docentes, un trabajo en equipo, y proyectos
educativos más amplios y flexibles que se puedan adaptar a
las distintas necesidades del alumnado. Requiere una mayor
diversificación de la oferta educativa que asegure que
todos logren las competencias básicas, establecidas en el
currículum escolar, a través de distintas
alternativas, equivalentes en calidad, en cuanto a las
situaciones de aprendizaje, horarios, materiales y estrategias de
enseñanza, por citar algunos aspectos. Exige
también el desarrollo de un currículum que sea
pertinente para todos los niños y niñas, y un clima
escolar en el que se acoja y valore a todos por igual, brindando
más apoyo a quién más lo necesite. En
definitiva, el desafío de la inclusión es avanzar
hacia una educación para todos, con todos y para cada
uno.

3.3. La educación inclusiva es un medio fundamental
para "aprender a ser" y "aprender a vivir juntos" 

La educación no sólo tiene la
finalidad de socializar a los individuos a través de la
apropiación de los contenidos de la cultura en la que
están inmersos, sino que también ha de contribuir a
la individuación de cada sujeto en la sociedad con su
propia identidad, favoreciendo la autonomía, el
autogobierno y la construcción del propio proyecto de
vida. Aprender a ser, que es uno de cuatro pilares de la
educación establecidos en el Informe de la Comisión
Delors{18},
es fundamental para conocerse y valorarse a sí mismo y
construir la propia identidad, para actuar con creciente
capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad
personal en las distintas situaciones de la vida.

Aprender a ser demanda hacer efectivo el
derecho a la propia identidad respetando  a cada uno como
es.
Este derecho supone un conjunto de atributos, de
cualidades, tanto de carácter biológico como los
referidos a la personalidad, que permiten precisamente la
individuación de un sujeto en la sociedad. Atributos que
facilitan decir que cada uno es el que es y no otro{19}. 

Desde la educación se ha de promover
de forma intencional la aceptación y valoración de
las diferencias de cualquier tipo para "aprender a vivir juntos",
lo que implica la comprensión y valoración del
otro, "como un otro válido y legítimo", la
percepción de las formas de  interdependencia,
respetando los valores del pluralismo, la comprensión
mutua y la paz.

La educación en la diversidad es un
medio fundamental para el desarrollo de nuevas formas de
convivencia basadas en el pluralismo, el entendimiento mutuo y
las relaciones democráticas. La percepción y la
vivencia de la diversidad nos permite, además, construir y
reafirmar la propia identidad y distinguirnos de los otros. El
ser humano se realiza plenamente como miembro de una comunidad y
una cultura, pero también en el respeto a su
individualidad, por lo que otro aspecto fundamental de la
educación ha de ser "aprender a ser"{20} 

¿Cuál
es el rol de la educación especial en el enfoque de la
inclusión?

La perspectiva de la inclusión
demanda avanzar hacia un único sistema educativo que sea
más diversificado para atender de forma adecuada las
necesidades los distintos colectivos y personas, con el fin de
lograr, por distintas vías equivalentes en calidad,
aprendizajes equiparables para toda la población. Esto
supone superar la actual separación entre la 
educación para todos y la educación para aquellos
que por diferentes razones son considerados "diferentes". 
Así lo expresaron los ministros de educación de la
región en el Proyecto Regional de Educación para
América Latina y el Caribe:

"Es urgente proporcionar diferentes
opciones, caminos y modalidades, equivalentes en calidad, para
atender la diversidad de necesidades de las personas y de los
contextos en los que tienen lugar los procesos de
enseñanza y aprendizaje. La diversificación de la
oferta educativa debe acompañarse de mecanismos y
estrategias que contribuyan a fortalecer la demanda por una
educación de calidad de aquellas personas que se
encuentran en situación de mayor vulnerabilidad"{21}

Los grandes fines de la educación y
los aprendizajes establecidos en el currículum escolar han
de ser el referente fundamental para la educación de todos
y cada uno de los alumnos y alumnas, con el fin de asegurar la
igualdad de oportunidades, y la educación debe
proporcionar a cada uno las ayudas y recursos que necesite para
aprender y desarrollarse plenamente como persona.  Algunos
alumnos van a requerir más ayudas y/o ayudas distintas
para atender sus necesidades educativas, que como ya se ha
señalado son fruto de su origen social y cultural y de sus
características personales.

Desde la perspectiva señalada, la
educación especial debería atender aquellas
necesidades educativas que requieren sus conocimientos,
técnicas y recursos humanos especializados, sea quien sea
que las presente.  En muchos países existe un buen
porcentaje de alumnos que requieren los recursos y ayudas que
puede proporcionar la educación especial y, por el hecho
de no estar etiquetados como alumnos con necesidades educativas
especiales, no las reciben, con lo cual se está vulnerando
su derecho a recibir una educación de calidad. Muchos de
ellos, al no recibir oportunamente los apoyos necesarios, tienen
dificultades de aprendizaje, se van desfasando cada vez
más de su grupo de edad, y muchas veces terminan
abandonando la escuela.

El progresivo avance de la inclusión
hará que los límites entre la "educación
común" y la "educación especial" sean cada vez
menos nítidos y precisos y que el rol de las escuelas
especiales cambie substancialmente. La tendencia mundial es que
estas escuelas se conviertan en centros de recursos a la
comunidad y a las escuelas comunes y que tan sólo
escolaricen alumnos gravemente afectados.   

Referencias
bibliográficas

Ainscow, M. (2004). El desarrollo de
sistemas educativos inclusivos: ¿cuáles son las
palancas de cambio?. Documento preparado para la revista
Journal of Educational Change, Octubre de
2004. 

Booth, T (2000). Progreso en la
educación inclusiva. Estudio Temático para la
evaluación de educación para todos. Paris:
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Booth, T. y Ainscow, M (2004). Indice de
Inclusión: Desarrollando el aprendizaje y la
participación en las escuelas. Santiago de Chile:
UNESCO/OREALC.

Blanco, R. (1999). Hacia una escuela para
todos y con todos. Boletín Proyecto Principal de
Educación en América Latina y el Caribe, 48
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pp 55 -72.  UNESCO/OREALC.

Blanco, R. (2000). La Educación
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Foro Mundial de Educación para Todos, Dakar,
Senegal.

Blanco, R. y Cussato, S. (2004).
Desigualdades educativas en América Latina: todos somos
responsables. En Escuelas de calidad en condiciones de
pobreza
. Santiago de Chile: Universidad Alberto
Hurtado/Banco Interamericano de desarrollo.

Blanco, R. (2005). Los docentes y el
desarrollo de escuelas inclusivas. Revista PRELAC, 1 pp.
174-177.

 

 

Autor:

Elizabeth Torres

Partes: 1, 2
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