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Las teorías feministas y sus aportes en el campo de la teoría política




Enviado por Cristian Marty



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    Las teorías feministas y sus aportes en el campo de
    la teoría políticaMonografias.com

    La distinción bipartita macho – hembra, y
    la primacía "natural" del primero por sobre el segundo, no
    es un invento moderno sino que tal separación es propia de
    la antigüedad Griega. Varón, libre y ateniense: estas
    eran las características que debían tenerse para
    ser considerado un ciudadano de la polis. Dentro del esquema
    teórico aristotélico, se consideraba que el "ser"
    que no pertenecía a la polis, y que por lo tanto no era
    ciudadano, no era considerado "hombre", sino, "un dios o una
    bestia".

    Como podemos ver los términos fragmentarios
    están aglutinados por una tradición que no es
    exclusivamente propia de la modernidad, sino que se remontan,
    incluso, hasta la antigua Grecia, que es en donde se encubo la
    génesis de la teoría política; una
    teoría política imbuida en una concepción
    patriarcal de la política, reduciendo a la mujer a un
    segundo plano. Durante varios siglos, la teoría
    política dio origen a nuevos núcleos
    teóricos, y expandió sus horizontes bajo
    múltiples directrices, pero nunca centro su óptica
    en el estudio de relaciones de poder relacionadas con el
    género. Tal vertiente no se gestaría sino hasta el
    siglo XVIII en donde las precursoras de esta nueva corriente,
    denominada "feminismo" emprenden su lucha a partir de la
    Revolución francesa (1789), atadas a la ideología
    igualitaria y racionalista del Iluminismo y a las
    nuevas condiciones de trabajo surgidas de la Revolución
    Industrial. En ese contexto se proclama la Declaración de
    los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía, el cual afirma
    que "los derechos naturales de la mujer están
    limitados por la tiranía del hombre, situación que
    debe ser reformada según las leyes de la naturaleza
    y la razón
    " (Olimpia de Gouges,
    1791).

    El primer feminismo, surgido de la modernidad,
    fue modelado por el pensamiento de la Ilustración, el cual
    tenía en sus bases una idea esencial de la humanidad. De
    esta manera postula la igualación de la mujer en
    relación al hombre, basado en una idea universal de
    igualdad. Para que se hiciera efectiva la idea de la modernidad,
    era necesario contar con estándares de racionalidad y
    justicia, que fuesen externos a las comunidades particulares.
    Así surgieron las sufragistas, que propugnaban por la
    reivindicación de la mujer en términos del derecho
    al sufragio, a partir del cual esperaban lograr otras conquistas.
    Esto no sucedería sino mucho tiempo
    después.

    Con el nuevo proceso de reordenamiento
    socioeconómico mundial, tanto en las sociedades centrales
    como periféricas se percibe una suerte de
    tribalización general; se van conformando identidades por
    la pertenencia a grupos de iguales. El separatismo prevalece como
    praxis política frente al retiro de las grandes
    narrativas aglutinadoras de emancipación, propia de la
    modernidad.

    En el epicentro de esto contexto surge una especie de
    "nuevo feminismo", que centra su lucha en la discusión
    acerca de las anteriores ideas de igualdad, que hasta el momento
    la reflexión política percibía como un
    concepto necesario y universal. De esta manera se enriquece el
    debate entre universalismo y particularismo que, a partir de las
    teorías feministas postmodernas, expanden el circuito de
    reflexión científica de la Ciencia Política.
    Esta nueva mutación del movimiento feminista, empapado de
    ideas Posmodernas, enfatizo la diferencia sexual y la
    heterogeneidad, en contrapartida con las anteriores ideas
    modernas de equiparación de los géneros desde una
    perspectiva ontológica. Esta corriente opina, por ejemplo,
    que conceptos los de "derechos del ciudadano", "derechos del
    trabajador", "derechos del hombre", eliminan y ocultan la
    diferencia de género. Es decir que encubren en si mismos
    arbitrariedad y violencia. Además de ser términos
    masculinizantes, andreocéntricos y patriarcales, son
    expresiones abstractas que niegan aspectos particulares para
    ajustarse a una norma unitaria. "Toda abstracción de
    género termina siendo sospechosamente masculina" (Michelle
    Barrett y Anne Phillips, 1992:37)

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