Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Ensayo sobre sexualidad y orientación (página 2)



Partes: 1, 2

Aspectos
psicosexuales de la adolescencia

Fantasías sexualesLos sueños
y las fantasías sexuales se tornan más frecuentes y
explícitos en la adolescencia, muchas veces como elemento
auxiliar de la masturbación. Parece ser que la
fantasía, en el marco de la adolescencia, cumple varios
cometidos: realza por lo general el placer de la actividad
sexual; puede sustituir a una experiencia real (pero
inasequible); origina excitación o provoca el orgasmo;
constituye una especie de plataforma de ensayo mental
de cara a ulteriores situaciones sexuales (aumentando la
tranquilidad y anticipándose a posibles problemas, igual
que ocurre con el ensayo de cualquier otra actividad)
y, en fin, supone un medio de experimentación sexual
sin riesgos, controlable y nada conmocionante. La
experiencia del adolescente, en cuanto a la exploración
del alcance y aplicabilidad de las fantasías, repercute
decididamente en su actividad sexual y en la
propia seguridad a la hora de desempeñarse
sexualmente en fases posteriores.

IndependenciaA medida que el adolescente
pugna por consolidar un sentido
de identidad e independencia personal con
respecto a sus padres y a otras figuras autoritarias, adquieren
gran importancia las relaciones recíprocas con los
compañeros y compañeras de la misma o parecida
edad. Así, por ejemplo, la necesidad de libertad que
experimenta el adolescente se acompaña normalmente del
imperativo de ser como sus amigos, por más que en
ocasiones ambas exigencias sean contrapuestas o
antagónicas.Las presiones del grupo de edad a
que pertenece el adolescente varían según las
colectividades sociales.En su ansia por liberarse de
la supervisión de los padres y de los adultos,
algunos adolescentes ven en el sexo un medio de
demostrar su aptitud para tomar decisiones propias y de presentar
cara a la escala de valores de la otra
generación. Pero la conquista de esa libertad no
es tarea fácil, ya que los adolescentes adquieren de un
modo y otro un considerable legado sexual de sus mayores y de la
generación correspondiente en el que se incluyen pautas
discriminatorias hacia el sexo femenino y un intenso sentimiento
de culpabilidad sexual. Han cambiado antes
las actitudes que la conducta, puesto que hoy
está muy extendida la idea de igualdad entre
ambos sexos No obstante, perdura en ciertos aspectos el criterio
de la superioridad del varón. Aún se espera que sea
éste el que tome la iniciativa sexual, y si es la
mujer la que lo hace, lo más probable es que se la
tache de "atrevida" o "calentorra". Los adolescentes no se han
desembarazado de todo vestigio de problemas sexuales,
mala información y desconcierto
en materia de sexualidad; más bien parece que
hayan sustituido determinados problemas por otro contingente de
dificultades.

Reacciones paternasMuchos adultos dan la
impresión de sentirse amenazados por las pautas del
adolescente en esta materia y tratan de regularlas de manera
ilógica, como lo demuestra el hecho de que se pretenda a
veces suprimir la educación sexual en las
escuelas ("les llenaría la cabeza de malas ideas"),
restringir la información
sobre métodos anticonceptivos ("que sigan
teniendo miedo a quedar embarazadas"),
censurar libros y películas o, sencillamente,
fingir que la sexualidad del adolescente no existe en absoluto.
Por fortuna, no todos los padres adoptan una visión tan
negativa de la sexualidad juvenil y en algunos casos asumen
posturas más liberales. También es importante
constatar que la conducta sexual del adolescente puede crear
inquietud en los progenitores. A muchos padres les preocupa que
sus hijos adolescentes se vean atrapados en un embarazo
involuntario, conscientes de que, aun cuando él o ella
dispongan de medios anticonceptivos, quizá no los sepan
utilizar eficazmente en el momento preciso. Los padres
también se inquietan, y no sin motivo, de que sus hijos
adolescentes puedan contraer una enfermedad
venérea.

Pautas de conducta sexualLa
masturbacionKinsey y colaboradores (1953) detectaron una marcada
diferencia en cuanto a la incidencia de la masturbación en
los varones y en las mujeres. No obstante, la tendencia actual
indica un aumento de la masturbación en las muchachas
adolescentes.La masturbación cumple en los adolescentes
varias funciones de importancia, como son el alivio de
la tensión sexual, el constituir una forma inocua de
experimentación sexual, la mejora de la autoconfianza en
el desempeño sexual, el dominio de los
impulsos sexuales, la mitigación de la soledad y una
válvula de escape de la tensión y
el estrés generales.

Las caricias

Kinsey y colaboradores lo definen como el
contacto físico entre varones y mujeres con miras a lograr
la excitación erótica sin realizar el coito.
Recientemente, un estudio basado
en entrevistas con estudiantes de ambos sexos
de primer año de universidad, a los que se
preguntó sobre sus experiencias sexuales en el instituto
de secundaria, puso de manifiesto que el 82 % tuvo
estimulación genital con su pareja, y que el 40% de las
muchachas y el 50% de los chicos habían tenido orgasmos
durante el petting (Kolodny, 1980).El petting debe contemplarse a
la luz de los cambios de actitud que hoy se
observan en la conducta sexual del adolescente. Además de
practicar buen número de actividades sexuales a edad
más temprana que otras generaciones, muchos de los
adolescentes de nuestros días han prescindido de la
costumbre de "salir" o darse cita con compañeros o
compañeras y de "entablar un noviazgo" formal, y se
atienen a pautas de interacción social menos
estructuradas.

El coito

La primera experiencia coital puede
constituir un episodio de dicha, goce, intimidad y
satisfacción o, por el contrario, originar inquietud,
desengaño y culpa. Es un error deducir que los chicos y
chicas que tienen su primera relación coital a edad
más temprana son por ello mismo promiscuos, ya que muchos
adolescentes jóvenes se limitan a realizar la experiencia
con una misma compañera en cada ocasión.
También debe tenerse en cuenta que no pocos adolescentes
que ya no son vírgenes realizan el acto sexual con escasa
frecuencia. En el caso de algunos muchachos, sobre todo los que
"probaron" efectuar la cópula por el afán de
experimentar, desvelado el misterio hallan menos intrigante y
apetecible la relación sexual y pasan largos periodos sin
hacer el amor o copulando de tarde en tarde, impulsados
a veces por el deseo de encontrar "la persona adecuada". Los
adolescentes que mantienen una relación amorosa que
permanece desde hace tiempo, suelen realizar el coito con
bastante regularidad. En los últimos años se ha
puesto de manifiesto que entre los adolescentes con experiencia
sexual está emergiendo un contingente que se muestra
desengañado, insatisfecho o turbado en lo que atañe
a su vida sexual. En ocasiones se trata de muchachos o muchachas
que esperaban tanto de esa primera experiencia que luego se
sienten poco menos que frustados o estafados si la
situación no resulta conmocionante. Otros padecen
trastornos sexuales que les han impedido gozar del contacto
íntimo. Un tercer contingente está constituido por
adolescentes que en un principio gozan con la experiencia sexual,
pero que pierden interés por ella cuando se dan
cuenta de que la relación con el compañero o
compañera tiene tan sólo una
motivación sexual, o cuando se rompe el
vínculo y una parte se siente utilizada o manipulada.
Buena parte de esos optan por la continencia para salir del paso,
en la confianza de que cuando sean mayores- o cuando den con la
pareja adecuada- las cosas serán de otro modo. Por
último están los que, siendo
sexualmente activos, hallan escaso o nulo el placer en las
relaciones íntimas.

Experiencia homosexual

Los estudios de Kinsey pusieron de
manifiesto que muy frecuentemente los adolescentes varones
habían tenido al menos una experiencia homosexual, en
tanto que el porcentaje de experiencias lésbicas entre
muchachas era muy inferior.Conviene tener presente que un
encuentro aislado entre dos adolescentes del mismo sexo o una
pauta efímera de actividad homosexual no basta para
afirmar que el
individuo tenga una inclinación de este
tipo. La mayor parte de los adolescentes que han tenido
experiencias homosexuales no se ven como tales y, ya adultos, su
conducta es heterosexual. Aun así, hay adolescentes que
albergan sentimientos de culpa y se muestran ambivalentes
respecto a su orientación sexual como consecuencia de un
solo episodio de ese género, lo que les turba
emocionalmente. El adolescente que se inquieta ante la idea de
ser homosexual reacciona de muy diversas formas. Los hay que
evitan toda relación con individuos del mismo sexo a la
vez que tratan de reforzar su identidad heterosexual saliendo con
chicas y entregándose a contactos amorosos heterosexuales.
Otros optan por evitar todo tipo de situaciones sexuales.
Además, están los que se tienen por bisexuales, los
que estiman que la excitación homosexual es una etapa
transitoria que dejarán atrás, y, en fin, los
adolescentes que recaban la ayuda de un profesional para salir de
apuros.Algunos adolescentes "sienten" de manera intuitiva que son
homosexuales, o bien superan el desconcierto inicial acerca de su
identidad sexual y asumen de forma positiva
la homosexualidad. Estos últimos suelen consultar
libros sobre el tema, buscan la compañía de otros
homosexuales y aspiran a introducirse socialmente en la
subcultura homosexual. Estas personas se enfrentan con algunas
dificultades en virtud del concepto hoy vigente sobre
la homosexualidad y no confiesan sus preferencias sexuales
la familia o a los amigos hasta más tarde, y
eso suponiendo que decidan hacerlo.

 La primera etapa de la edad
adulta (18-30 Años)

El primer ciclo de la edad adulta, que
comprende aproximadamente desde los 20 a los 40 años, es
un periodo en que los individuos toman importantes decisiones en
su vida (matrimoniotrabajomodelo de vida) y
pasan de las ambiciones relativamente no verificadas de la
adolescencia a una madurez personal decantada por la realidad del
mundo en que viven. Para la mayoría de las personas es un
época de creciente responsabilidad sobre las relaciones
interpersonales y la vida de familia.En los últimos
años, se observa en general una clara propensión a
contraer matrimonio a una edad más tardía que en
décadas anteriores. Como resultado de este fenómeno
muchos jóvenes, varones y mujeres, mantienen la
soltería durante un lapso de tiempo considerable, lo que
sin la menor duda ha alterado las pautas
de comportamiento sexual que regían en tiempos
de Kinsey. Hoy, buen número de personas entre los 20 y los
30 años consideran que la adquisición de
experiencia sexual es un paso inicial que facilita la acertada
elección de pareja, en contra de la idea antes vigente de
preservar la virginidad. Erikson (1968) observa que el desarrollo
de la capacidad para una convivencia íntima es uno de los
principales objetivos del joven adulto.Por lo general,
el adulto joven no se halla tan sujeto a la
"presión de los compañeros de su edad en
materia sexual" como lo está el adolescente, sino que
predomina en él la fuerte necesidad interna de "foguearse
" sexualmente.

La libertad de movimientos respecto de los
padres y los límites que imponen al adolescente
va acompañada de un acceso más fácil a un
entorno más íntimo, a un lugar en el
que poder estar solo, sea un apartamento, la
habitación de un motel o un centro de vacaciones, lo que
conlleva de paso mayores oportunidades en el terreno
sexual. Dentro de ese estado de soltería se observan
varias formas comunes de comportamiento sexual: El
experimentador parece evaluar los lances sexuales atendiendo a la
frecuencia, diversidad y eficacia en el
desempeño amoroso; él o ella dan la
impresión de considerar la vida como un copioso super
orgasmo sexual y su actitud es, normalmente, ésta: "Ahora
es tiempo de pasarlo en grande, porque luego voy a sentar la
cabeza".El buscador pugna por hallar la unión
ideal (y la compañera perfecta con la que casarse) a base
de continuas experiencias sexuales, confiando en dar así
con lo que anda buscando. La vida en común puede
convertirse en un campo de pruebas cuando se entablan
relaciones sobre esta base. El tradicionalista participa de buena
gana y placenteramente en la actividad sexual, pero conserva el
coito para las "relaciones serias". Es posible que antes de
contraer matrimonio el tradicionalista tenga varias parejas
sexuales, pero siempre de una en una durante un periodo de tiempo
dado. Es indudable que podrían reseñarse
otros modelos o formas de comportamiento sexual, pero
los tres enumerados parecen ser los más
corrientes.

Los primeros años del estado adulto
son una época de incertidumbre sexual para unos y de
satisfacción plena para otros. A veces la sexualidad se
tuerce debido a sentimientos de culpa o de inmoralidad que el
individuo, hombre o mujer, arrastra de antiguo. La
preocupación que tenía el adolescente acerca de su
idoneidad sexual no ha desaparecido del todo, y el joven adulto
continúa preocupándose también de su
prestancia física, dotes sexuales y destreza personal
en el amor. Es posible que aún no se hayan resuelto los
conflictos en torno a la identidad sexual, e incluso
para los que han logrado aceptar y asumir su condición de
homosexuales o bisexuales, las presiones y prejuicios sociales
pueden suponer obstáculos y dificultades.Pese a la
existencia de tales problemas, los jóvenes adultos son hoy
más activos en el plano sexual que sus homólogos de
otras épocas.

Un factor determinante que contribuye a
este cambio es el relativo abandono de los viejos
postulados discriminatorios, según los cuales las
aventuras amorosas prematrimoniales estaban prohibidas a las
mujeres, pero no a los hombres. Por todo ello no sorprende que
las diferencias en la banda de actividad sexual entre varones y
mujeres se hayan reducido en gran medida con respecto a las que
regían en otros tiempos.En la actualidad los adultos
jóvenes se enfrentan con algunos conflictos sexuales
suplementarios que vienen a ser una especie de reacción
antagónica del lema "cualquier cosa vale" de las
décadas de 1960 y1970. Por ejemplo, si bien en los
últimos treinta años se ha producido un cambio de
actitud espectacular en lo que atañe a las relaciones
sexuales prematrimoniales, la promiscuidad sexual sigue
siendo objeto de reprobación más o menos larvada.
Además, si bien la mayoría de los solteros, hombres
y mujeres, estiman que no es necesario querer a la pareja de
turno para tener relaciones sexuales placenteras, se empieza a
observar un desencanto creciente en lo que concierne al sexo
fortuito o accidental y a los amores de una noche. Parece que
esta tendencia se debe, al menos en parte, a la cada vez
más consciente aprensión al contagio
venéreo. Por otra parte, entre los jóvenes adultos
homosexuales que, como grupo, tienen normalmente muchos
más contactos sexuales fortuitos o accidentales que sus
homólogos heterosexuales, el miedo al SIDA ha
hecho que últimamente redujeran el número de sus
parejas sexuales y se observara un interés más
palpable por entablar relaciones "monógamas".No obstante,
el miedo no es el único factor que interviene en el
ámbito del sexo ocasional.

Muchos de los jóvenes adultos que
hemos tenido ocasión de entrevistar se muestran
disconformes con otra secuela del sexo accidental, y es su
naturaleza relativamente impersonal. Si bien la
disminución de restricciones en la conducta sexual crea
un ambiente propicio para la libertad de
expresión sexual y de elección de la pareja, esta
libertad no es siempre inequívocamente positiva. La
libertad sexual puede ser motivo de desengaño,
opresión y conflictos de la misma manera que puede
producir satisfacción, en el sentido de que "en la medida
que diversifica y amplía la experiencia, también
diversifica y multiplica el dolor inherente a ella, los errores
que podemos cometer y el daño que
recíprocamente podemos causarnos.Claro está que
muchas veces las situaciones de carácter sexual
en la primera etapa de la edad adulta son cordiales, apasionadas,
compensatorias y sin perturbaciones. Incluso el sexo accidental
cumple una serie de funciones, tanto orgánicas como
psicológicas, y, desde luego, no hay razón para
poner reparos a las evasiones placenteras. Sin embargo, hoy
empieza a dominar claramente la tendencia a mantener relaciones
sexuales en un contexto de afecto mutuo, como se aprecia muy en
especial en la propensión cada vez más evidente de
las parejas jóvenes a "cohabitar", es decir, a la vida en
común.

En contraste con la vida de soltero, el
matrimonio se rige por otros módulos de expresión
sexual. Para bien o para mal, lo cierto es que la mayoría
de los jóvenes adultos terminan contrayendo matrimonio. Al
tiempo que la novedad de la felicidad conyugal de primera hora se
diluye en el proceso de aprender a convivir, respetando los
hábitos y peculiaridades mutuos – de la misma forma que
los afanes primerizos por conquistar el mundo dan paso a una
focalización más práctica en los pormenores
de la vida cotidiana-, la relación sexual tiende a ser
menos incitante y, a veces, menos gratificante para uno o para
los dos miembros de la pareja.La paternidad menoscaba la
intimidad, añade exigencias nuevas y llega incluso a
producir agotamiento.

Es difícil pensar en el sexo cuando
se ha pasado la jornada vigilando los pasos de un niñito
de dos años, de la misma manera que la excitación
sexual se aminora o desaparece después de haber estado 14
horas seguidas trabajando.Aunque no se pierda ni se sacrifique el
goce sexual, éste debe soportar el contrapeso de otras
necesidades y responsabilidades, lo cual constituye un hito
experimental de primer orden en esta fase de ciclo vital. Los que
no consiguen culminar con éxito este proceso
de integración es probable que se sientan menos
satisfechos en el plano sexual, lo que puede inducirles
a buscar aventuras con otras mujeres, o recurrir
al divorcio. En la actualidad estas salidas son harto
comunes y bien conocidas de los investigadores.

Hay parejas que dan cima al "sueño"
de hallar la dicha conyugal, lo que consiguen mediante una
convivencia armoniosa, educando a sus hijos, guardándose
fidelidad mutua y profesándose un cariño sin
fisuras. Otros matrimonios se atienen a una versión
corregida de esta pauta: desaparece el amor, pero subsisten los
elementos restantes. Y, en fin, los hay que experimentan con
nuevas variantes del modelo ideal, bien sea renunciando a tener
hijos, no observando la fidelidad mutua o relegando la dicha
matrimonial a un segundo plano. La impresión que
externamente causa una pareja casada y la realidad interna que
preside su unión no siempre guarda una
coherencia lógica. Un indicio concreto de
que muchos matrimonios no son felices lo tenemos en las tasas de
divorcio que se dan en nuestra sociedad. Es difícil
discernir en qué medida la insatisfacción sexual es
una causa primaria de divorcio, pero los consejeros matrimoniales
saben bien que los problemas sexuales suelen ser un elemento
común en los matrimonios que se tambalean.Por otra parte,
hay personas que deciden casarse aun a sabiendas de que existe
una disfunción sexual. Quizá confían en que
la dificultad desaparecerá con el paso del tiempo-cosa que
normalmente no ocurre- o bien adoptan una actitud de
"despreocupación" que resta importancia, con toda
intención, al papel del sexo antes incluso de que se
consume el enlace.A partir de los 40 años, el individuo
entra en un periodo de transición de
la juventud adulta al estadio de la madurez.

   

 

 

Autor:

Emilio Israel Mendez
Palestina

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter