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Entre la cultura y el desarrollo (página 2)




Enviado por Adán Ríos Parra



Partes: 1, 2

Pero, los gobiernos locales no siempre coinciden en
apostar al desarrollo desde una perspectiva social, porque parten
de que lo único que genera dinero es el dinero y hay que
gravarlo, a mayor cantidad o se les otorgan estímulos o se
les acorrala con impuestos. Impuestos que no siempre se traducen
en bienestar colectivo, en subsistencia alimentaria, en salud,
educación y adquisición de bienes culturales para
las masas.

Al contrario, los ciudadanos perciben que cultura y
desarrollo no van unidad, en los planes de gobierno al menos, no
se nota esta unión y si en forma de fisura.

El mayor riesgo actual no es la imposición de una
única cultura homogénea, sino que sólo
encuentren lugar las diferencias comercializables y que la
gestión cada vez más concentrada de los mercados
empobrezca las opciones de los públicos y su
diálogo con los creadores. Conocemos repertorios
musicales, literarios y audiovisuales de más culturas que
en otras épocas, pero perdemos protección sobre la
propiedad intelectual, o los derechos de difusión se
concentran en unas pocas corporaciones, especialmente en los
campos musical y audiovisual (Canclini, 2005). Debido
principalmente a que las cadenas comerciales han abusado de su
poder económico al absorber a las industrias
pequeñas, sólo que la cultura, es igual y aunque es
dirigida a masas de menor crecimiento económico quienes
son autores sufren las mismas responsabilidades que los grandes
consorcios, en cuanto a gravamen e impuestos y derechos de
autor.

Por ello ya sea desde la sociedad civil o desde los
gobiernos, o la empresa, la cultura, está siendo utilizada
para diferentes fines, los empresarios se han propuesto
aprovechar la escucha y el audiovisual, además del
internet, no sólo para influir en las masas, sino que
también como mecanismo de industrialización. Los
gobiernos en cambio, no han sido capaces de regular tal
intercambio entre los creadores e intelectuales y los grandes
productores. Y es la sociedad civil la que legitima o deslegitima
los saberes cotidianos, les da estatus o simplemente deja pasar
la información, el conocimiento o el saber acumulado y hoy
industrializado.

Cultura,
civilización y progreso

Así, comenzaríamos a plantear que la
noción de cultura se contrapone a la idea de barbarie, va
más unida al concepto de civilización, lo mismo que
de desarrollo, el concepto de desarrollo va muy unido al de
crecimiento, progreso, civilización, primer mundo,
industrialización, entonces, podría decirse que,
entre más desarrollo haya en una sociedad, los ciudadanos
tendrán mayor acceso a cultura. En los albores del siglo
XIX, ambos términos, cultura y civilización eran
empleados casi de modo indistinto, sobre todo en francés e
inglés (Thompson, 2002: 186). Entonces, cultura o
civilización, en sentido etnográfico amplio, es
todo aquel complejo que incluye
el conocimiento, las creencias, el arte, la
moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros
hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto
miembro de la sociedad (Edward Tylor, 1977).

Pero, la relación entre cultura y desarrollo se
ve dificultada por el problema de la medición de sus
resultados. Sin embargo, su imbricación es prioritaria y
debe planearse desde las raíces de la necesidad de
encontrar lenguajes y medios comprensibles y significativos.
Llenar de cultura los contenidos de la cooperación y el
desarrollo sostenible es humanizar, diferenciar, reconocer y
promover un sentido profundamente nuevo y distinto de las
relaciones entre pueblos y culturas. Es necesario luchar sin
miedo contra la homogeneización de los comportamientos y
la construcción de la diversidad (Vicario, 2005). La
cultura dominante buscará los mecanismos de control de las
mentes, el desarrollo y sus políticas así lo
permiten, pero siempre habrá diversidad en la aparente
homogeneidad.

Y es que, no es lo mismo, tener un alto PNB per
capita
pero poca música, pocas artes y poca
literatura, no equivale a un mayor éxito en el desarrollo,
de una u otra forma, la cultura envuelve nuestras vidas, nuestros
deseos, nuestras frustraciones, nuestras ambiciones, y las
libertades que buscamos, la posibilidad y las condiciones para
las actividades culturales están entre las libertades
fundamentales, cuyo crecimiento se puede ver como parte
constitutiva del desarrollo…La cultura del comportamiento
está relacionada con otros tantos aspectos del
éxito económico y de los valores implícitos.
La cultura también tiene un papel importante para fomentar
un comportamiento amable con el entorno. La contribución
cultural al comportamiento podría variar según los
desafíos que surjan en el proceso de desarrollo
económico (Sen, 2000:24).

Pero, más allá de la relación entre
cultura y desarrollo y de la definición que se pudiera dar
es importante analizar que la cultura da al hombre la capacidad
de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de
nosotros seres específicamente humanos, racionales,
críticos y éticamente comprometidos. A
través de la cultura discernimos los valores y efectuamos
opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma
conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto
inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones,
busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo
trascienden. (UNESCO, 1982: Declaración de
México
). La cultura trasciende el desarrollo, la
competitividad, la democracia y la visión del mundo, es
una forma de vida, de existencia de las masas, es comportamiento
social e individual. Es el habitus bourdiano.

Cultura y
simbolismos

Por otro lado, Renato Ortiz, plantea la necesaria
distinción entre la mundialización de la cultura y
la globalización de la economía, al tiempo que
refiere en su concepción de "modernidad-mundo" una
advertencia importante: este mundo de la globalización en
donde explota la reivindicación de lo diverso, muchas
veces no es un mundo plural, con todo lo que esto implica, sino
que es un mundo diverso, con identidades fuertemente
asimétricas. Martin Hopenhaym, por su parte plantea que,
la globalización destruye la integración social y
regional; una "mirada apocalíptica", la
globalización como un "big bang de imágenes", con
un mundo que se contrae y en el que "lo virtual explota"; una
"mirada posmoderna", desde la que se reconocería el
surgimiento de un "mercado de imágenes" y de un nuevo
"modelo de software cultural" que modifica en forma radical la
vida cotidiana; una "mirada tribalista", con un fuerte contexto
de exclusión en el marco de identidades frágiles,
fugaces y móviles, un "nuevo panteísmo moderno sin
dioses pero con mil energías"; una "mirada culturalista",
desde la que se celebraría -muchas veces con ingenuidad-
un encuentro con el otro, con la intersección que se
vuelve accesible de miríadas de culturas dispersas; y
finalmente, otra mirada que podría sintetizarse en la
visión de un "atrincheramiento reactivo", simulacro
imposible pero que se vuelve atractivo para muchos (Caetano,
2003).

Es donde ésta diversidad de imágenes sobre
la cultura, adquiere significados en el simbolismo creador de la
mente, es la globalización la que atrinchera a los seres
humanos a consumir lo que les es dado de manera "gratuita" pero
que al final tiene un costo ya sea vía impuesto que
recauda el gobierno o ya sea vía impuesto por consumir
productos, aunque sean piratas.

Es el capitalismo que ofrece la legitimación del
poder, que ya no baja del cielo las tradiciones culturales, sino
que puede obtenerse desde la misma base del trabajo social. La
racionalidad de los contenidos de la identidad sólo puede
determinarse por relación a la estructura de ese proceso
de su creación, es decir, por referencia a las condiciones
formales de la gestación y de la comprobación
crítica de una identidad flexible, en la que todos los
miembros de la sociedad puedan reconocerse recíprocamente,
es decir, puedan respetarse (Habermas, 1986)[5].
En ello se basa el poder de la otredad, que significa el
reconocimiento del otro, de lo valiosos que es y de que se puede
convivir en paz, para ello, los seres humanos antes de entablar
un diálogo necesitan haber satisfecho sus necesidades
mínimas de sobrevivencia. Luego de éstas
necesidades básicas es fundamental cuidar la cultura y el
acceso de éstas grandes masas de la población a los
bienes culturales.

En ese sentido, al creer tal como Max Weber que el
hombre es un animal suspendido en tramas de significación
tejidas por él mismo, considero que la cultura se compone
de tales tramas, y que el análisis de ésta no es,
por tanto, una ciencia experimental en busca de leyes, sino una
ciencia interpretativa en busca de significado. (Geertz, 1988:),
por ello, el capitalismo más que apostarle a la ciencia,
también debería hacer lo mismos con la
cultura.

Superorgánica o no, se debe tener presente que la
cultura en sí pertenece a la naturaleza. Emergió en
el curso de la evolución mediante procesos de
selección natural diferentes sólo en parte de
aquellos que produjeron los tentáculos del pulpo
(…) Aunque la cultura está altamente desarrollada
en los seres humanos, estudios etológicos recientes han
indicado alguna capacidad simbólica entre otros animales.
(…) Aunque las culturas pueden imponerse a los sistemas
ecológicos, hay límites para esas imposiciones, ya
que las culturas y sus componentes están sujetos a su vez
a procesos selectivos. (Rappaport, 1998: 273-274).

Cultura y
organización social

La cultura incluye todas las manifestaciones de los
hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del
individuo en la medida en que se van afectadas por las costumbres
del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas
en la medida que se van determinadas por dichas costumbres (Franz
Boas, 1930), pero es más que eso, ésta herencia
social es el concepto clave de la antropología cultural,
la otra rama del estudio comparativo del hombre. Normalmente se
la denomina cultura en la moderna antropología y en las
ciencias sociales. (…) La cultura incluyo los artefactos,
bienes, procedimientos técnicos, ideas, hábitos y
valores heredados. La organización social no puede
comprenderse verdaderamente excepto como una parte de la cultura
(B. Malinoswki, 1931).

Y es en la forma en que se organizan las comunidades como se
puede definir con mayor claridad la idea de cultura, se pueden
identificar algunos rasgos del desarrollo y se pueden clasificar
los gustos de las personas, para preferir tal o cual cosa. Por
que, la cultura en una sociedad consiste en todo aquello que
conoce o cree con el fin de operar de una manera aceptable sobre
sus miembros. La cultura no es un fenómeno material: no
consiste en cosas, gente, conductas o emociones. Es más
bien una organización de todo eso. Es la forma de las
cosas que la gente tiene es su mente, sus modelos de percibirlas,
de relacionarlas o de interpretarlas (W.H.Goodenough, 1957)

La cultura alude al cuerpo de tradiciones sociales adquiridas
que aparecen de forma rudimentaria entre los mamíferos,
especialmente entre los primates. Cuando los antropólogos
hablan de una cultura humana normalmente se refieren al estilo de
vida total, socialmente adquirido, de un grupo de personas, que
incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y
actuar (M. Harris, 1981) Cultura se refiere a los valores que
comparten los miembros de un grupo dado, a las normas que pactan
y a los bienes materiales que producen (Anthony

Giddens, 1989).

No se puede hablar de cultura si no se alude al
término civilizatoria de sobrevivencia en base a normas y
conductas sociales. El gran debate inicia cuando el poder de
elección implica una cultura, la del rechazo o la de la
aprobación, la del hartazgo o la de la indiferencia,
también la cultura influye en el comportamiento
económico, aunque no es determinante, porque valores como
responsabilidad, ética y servicio, dan como resultado
crecimiento económico y bienestar de los
ciudadanos.

Aunque hay una idea errada de que la cultura implica
inversión, ésta idea no está más
lejos de la realidad, porque el desarrollo en sí, se dio
de manera continua como se dio la conservación de la
identidad, de la necesidad de pertenencia a algo, a una
nación, a una ciudad. Los gobiernos deberían hacer
esfuerzos por preservar lo que se denomina patrimonio cultural de
la nación y hay casos de inmuebles considerados como de la
humanidad, que están ahí sin ningún uso, sin
ningún beneficio, más que el que le dan los
críticos, es decir los que saben.

Consideraciones
finales

El especialista en cultura gana poco estudiando el mundo
desde identidades parciales: ni desde las metrópolis ni
desde las naciones periféricas o poscoloniales, ni desde
las élites, ni desde los grupos subalternos, ni desde una
disciplina aislada, ni desde el saber totalizado. El que realiza
estudios culturales habla desde las intersecciones.

En la medida en que el especialista en estudios
culturales quiere realizar un trabajo científicamente
consistente, su objetivo final no es representar la voz de los
silenciados sino entender y nombrar los lugares donde sus
demandas o su vida cotidiana entran en conflicto con los otros.
Las categorías de contradicción y conflicto
están, por lo tanto, en el núcleo de esta manera de
concebir los estudios culturales. Pero no para ver el mundo desde
un solo lugar de la contradicción sino para comprender su
estructura actual y su dinámica posible (Canclini,
2007).

La cultura y los diagnósticos sobre cultura nos
ayudarán a entender el desarrollo, pero impulsar la
cultura, será un factor determinante para medir el
bienestar de los ciudadanos, no sólo de necesidades
básicas, sino también de acceso a bienes de consumo
culturales. Los ciudadanos requieren capital económica y
capacidad de compra, pero también capital social o
habilidades para la sobrevivencia y la convivencia en la otredad
y en el reconocimiento de los otros, de los
diferentes.

Cultura local

La idea de cultura vista desde la localidad, desde su
proyección hacia la globalización, es la simbiosis
de que existe algo local y algo global, que se nutren, mientras
las manifestaciones artísticas cada vez rompen barreras de
ideología y territoriales por la migración de los
habitantes, al revés, las poblaciones se nutren de las
experiencias de afuera que llegan a través del impacto
mediático.

A nuestros ojos a diario se presentan expresiones que
tienen que ver con la cultura, depende de los seres humanos
disfrutar éstas manifestaciones artísticas. Para
ello se requiere una formación, para apreciar y disfrutar
un bien, aunque a veces, debido a que éstos bienes se han
comercializado, son accesibles a la población, desde
productos elaborados artesanalmente, hasta obras culturales como
pinturas o poesía.

Es necesario entonces, que existan casas
comercializadoras de éstos productos que exporten las
producciones locales. Para ello, es necesaria la
organización de los productores, para proyectarse al
mercado local. Hace falta crear instituciones que fomenten la
creación de obras, que permitan a los creadores, mostrar
su arte.

Para ello, las instituciones requieren financiamiento
público, espacios adecuados, pero sobre todo la
colaboración de los artistas locales. Hay instituciones
culturales, pero se han convertido en oficinas
burocráticas que necesitan apoyar más a la cultura,
y no verla como gastos a comprobar, sino que las manifestaciones
culturales pueden ser autofinanciadas.

La globalización, va más allá del
territorio, esa división física y
geográfica, que permite dividir políticamente una
región o a partir de la cuestión biológica o
por climas, también hace que se puntualicen las
manifestaciones artísticas, al final es en las grandes
ciudades donde se consume el mayor número de bienes
culturales y donde se aprecia la cultura local. La
globalización debe verse como una opción de
desarrollo de las manifestaciones culturales locales, no
sólo como elementos de identidad, sino como sincretismo
cultural, como desarrollo sustentable y como opción de
empleo.

Bibliografía

Caetano, Gerardo. "Politicas culturales y desarrollo social.
Algunas notas para revisar conceptos" Pensar Iberoamérica.
No. 4, Junio-septiembre de 2003.

García Canclini Néstor. "El
diálogo Norte-Sur en los Estudios Culturales".
http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/GCanclini%20int%20ingles.pdf

___________________"Todos tienen cultura,
¿Quiénes pueden desarrollarla? BID, Washington, 24
de febrero de 2005.

Geertz, Clifford. "El impacto del concepto de cultura en el
concepto del hombre" en La interpretación de las
culturas
, Gedisa, Barcelona.1989.

Habermas, J. "Ciencia y Técnica como
ideología". Tecnos, Madrid, 1986.

McLaren, Peter "La escuela como un
performance ritual: Hacia una economía política de
los símbolos y gestos educativos", Siglo XXI,
México. 2000.

Tedesco, Juan Carlos, 2006.

Tylor, E. B. "La ciencia de la cultura", en
AA. VV. Los orígenes de la antropología.
CEAL, Buenos Aires, 1977.

Sen, Amartya. "La razón antes que la
identidad", en Letras libres, Noviembre del 2000.

__________"¿Cómo importa la
cultura en el desarrollo? en Letras libres, Noviembre de
2004.

Vicario, Fernando "Sobre cultura y
desarrollo", Quórum 17, 2005.

 

 

Autor:

Adan Ríos Parra

El autor es profesor de educación primaria,
cuenta con una maestría en investigación educativa
por el ICCCP de La Habana Cuba, es articulista de Novedades
Chilpancingo y actualmente cursa un posgrado en desarrollo
regional en la UCDR de la UAG. México

[1] Habermas, J. Conocimiento e
interés. Tecnos. España. 1986.

[2] La cultura se comprende mejor como
complejos de esquemas concretos de conducta, costumbres,
usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos, planes,
recetas, fórmulas, reglas, e instrucciones, que
gobiernan la conducta (Clifford Geertz, 1966).

[3] Se parte del reconocimiento de las
libertades fundamentales del hombre dentro del desarrollo,
definidas éstas como la capacidad de satisfacer las
necesidades básicas, el desarrollo integral del
individuo y el derecho de cada persona de vivir sanamente, en
una sociedad en donde pueda expresarse abiertamente, con una
participación activa en las decisiones que afecten su
desarrollo y la importancia del mejoramiento físico,
emocional e intelectual de los individuos. Además de la
obligación del Estado de pensar estas necesidades dentro
de los planes de desarrollo. El desarrollo económico
debe ir de la mano del cumplimiento de las libertades
fundamentales del individuo y la obligación que tiene el
estado para satisfacer las necesidades y permitir a las
personas un desarrollo integral. Inicialmente se plantea el
papel que cumple la riqueza dentro de esta propuesta de
desarrollo y este concepto es la raíz de los
demás planteamientos. En primera instancia a pesar de
que el dinero es el principal motor de la economía no
existe una relación directa entre éste y la
libertad y la cultura, pues existen en el mundo millones de
personas que no cuentan con la posibilidad de tener dinero, ni
mucho menos riquezas para cumplir al menos con los servicios
básicos de salud y alimentación. Es importante
tener en cuenta la relación que tiene la riqueza con el
desarrollo pues, ¿de qué sirve que el consumo de
medicamentos haya aumentado el PIB de un país, si la
razón por la cual se presentó este
incrementó fue porque hubo más personas enfermas?
Este ejemplo evidencia claramente la razón por la cual
el desarrollo no se debe concebir sólo desde el punto de
vista del incremento de la producción de dinero de un
país, sino reflexionar a costa de qué se produce
ese aumento. Las hambrunas son una consecuencia devastadora de
este fenómeno, pues en muchos países a pesar de
que los grandes empresarios cada vez aumentan sus capitales y
le dan más ganancias en impuestos y utilidades, el hecho
de que cada vez obtengan más capital y reemplacen la
mano de obra nacional por alta tecnología e insumos
importados, reduce la posibilidad de empleo y en consecuencia
la libertad de muchas personas de conseguir alimentos. En
cuanto al problema del hambre, el análisis ha puesto de
manifiesto que las hambrunas pueden producirse en momentos en
los que la oferta no es especialmente limitada, o incluso en
lugares exportadores de alimentos. Uno de sus hallazgos
principales en el análisis de la pobreza es el concepto
de capacidad social: la desigualdad no debe medirse sólo
según el acceso a bienes materiales y sociales; es
fundamental que los individuos tengan la capacidad de
utilizarlos eficazmente, el conjunto de facultades que les
permita ser libres para procurarse su bienestar. Entre ellas,
por supuesto, la educación y la cultura. (Juan Carlos
Tedesco, 2006:9).

[4] Las relaciones entre cultura y desarrollo
no se reducen a los balances económicos de productores,
distribuidores y exhibidores. Otra historia se insinúa:
la de los pobres en información, los que sólo
tienen acceso a espectáculos gratuitos, los que crean
pero no ingresan a las estadísticas del rating…
En consecuencia, reubican estos conceptos – como
demostró Amartya Sen, construidos desde la
problemática de la “desposesión
absoluta” – en el campo de la ciudadanía. El
“umbral de la ciudadanía” se conquista no
solo obteniendo respeto a las diferencias sino contando con los
“mínimos competitivos en relación con cada
uno de los recursos capacitantes” para participar en la
sociedad: trabajo, salud, poder de compra, y los otros derechos
socioeconómicos junto con la “canasta”
educativa, informacional, de conocimientos, o sea las
capacidades que pueden ser usadas para conseguir mejor trabajo
y mayores ingresos… Tener cultura y tener desarrollo son
hoy actividades complementarias. Implican a la vez convivir en
la diferencia, no sólo crecer sino hacerlo juntos y con
mayor equidad. Pero estos dos objetivos de la primera
modernidad se complejizan en un mundo organizado para
interconectar y excluir. Todos quedamos implicados:
economistas, promotores culturales y educadores; empresarios,
Estados y consumidores-ciudadanos, comunicadores, especialistas
en informática y políticos. De la manera en que
articulemos nuestros derechos y compromisos dependerá
que en la cultura las diferencias se conviertan para unos en
privilegios y para otros en estigmas, que la competencia capaz
de impulsar el desarrollo no excluya la solidaridad (Canclini,
2005).

[5] Sin duda es cierto que el modo en que
razonamos bien puede resultar influido por nuestro
conocimiento, nuestras presuposiciones y nuestras actitudes o
inclinaciones con respecto a lo que constituye un argumento
bueno o malo. Esto no está a discusión. Pero de
ahí no se sigue que sólo podamos razonar dentro
de una tradición cultural particular, con una identidad
específica. Primero, aun cuando ciertas actitudes y
creencias culturales básicas puedan influir en la forma
en que razonamos, es improbable que la determinen enteramente.
Hay diversas influencias en nuestro razonamiento, y no tenemos
por qué perder la habilidad para considerar otros modos
de razonar sólo porque nos identifiquemos con un grupo
particular y nos hayamos dejado influir por nuestra calidad de
miembros de él. La influencia no es lo mismo que la
determinación completa, y las posibilidades de elegir
subsisten a pesar de la existencia —e importancia—
de las influencias culturales. Segundo, las llamadas "culturas"
no tienen por qué incluir una serie única y
definida de actitudes y creencias capaces de moldear nuestro
razonamiento. De hecho, muchas de estas "culturas" contienen
variaciones internas bastante considerables, y pueden
sostenerse actitudes y creencias diferentes dentro de una misma
cultura, definida en el sentido más amplio. Por ejemplo,
a menudo se considera que las tradiciones indias están
íntimamente asociadas con la religión, y en
muchos sentidos sí lo están, y sin embargo el
sánscrito y el pali tienen una literatura sobre
ateísmo y agnosticismo más abundante quizá
que la de cualquier otro lenguaje clásico: griego,
latín, hebreo o árabe. (Sen, 2000:18).

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