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Consideraciones generales acerca del espacio-tiempo y de la naturaleza de la realidad (página 2)



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De ambas teorías se infiere que el espacio y el
tiempo son entidades, o variables externas a la materia que
determinan el comportamiento de ésta, aunque
explícitamente ninguna de las dos lo diga así. Esto
implica que el espacio-tiempo es una interacción que
actúa por fuera de la materia y que determina la
geometría del Universo. Entonces la esencia, o naturaleza
de la materia, ¿es independiente del espacio-tiempo? Pues
parece que no.

La forma material de las cosas, la determina su
geometría interna compuesta por las tres coordenadas
espaciales. Como el espacio no puede estar separado de la
variable tiempo, según lo propone la teoría
especial de la Relatividad como lo vimos en el ejemplo anterior
con la detección de lo muones, entonces, es un
continuo que está al interior de ella, por consiguiente,
el espacio-tiempo es una propiedad intrínseca de la
materia y no es nada externo a ella. De esta forma, en el
Universo quedan dos actores: la materia y las interacciones,
considerándose al espacio-tiempo como una
interacción que nos muestra su verdadera naturaleza como
componente importante de la materia. Esta al interior de la
materia y no por fuera de ella como lo sugiere el paradigma de la
gravitación universal. Por consiguiente, en la densidad de
la materia esta enrollado el espacio-tiempo y la ley gravedad
entre los cuerpos universales se reducen a interacciones del
espacio-tiempo que contiene la masa o forma material de las
cosas.

Esta propuesta es muy extraña y atrevida, pero la
naturaleza de la gravedad y del espacio-tiempo, son
conceptualmente indescriptibles en términos de las leyes
de la Física. La teoría de Newton es, desde su
práctica, cuantitativamente correcta, pero,
cualitativamente es falsa, porque no se han visto las fuerzas de
la gravitación como entidades físicas o
matemáticas. Desde ésta perspectiva quizás,
se pueden conciliar desde el punto de vista funcional y
práctico, en un cuerpo teórico coherente, las ideas
de Newton y de Einstein, de fuerzas de la naturaleza y la
geometría del espacio-tiempo, para la gravitación
universal la cual podríamos definir como la
interacción de las densidades de la materia de los
diferentes cuerpos que habitan el Universo. Entonces,
extrapolando los conceptos de ambas teorías, podemos
formular la ley de la gravitación universal, así:
Los cuerpos del Universo se atraen directamente proporcional a la
densidad de sus masas, e inversamente proporcional a la distancia
de sus cuadrados. Teniendo en cuenta que la densidad de un cuerpo
tiene en si mismo enrollado el espacio-tiempo, por consiguiente,
la gravedad del universo es una interacción del
espacio-tiempo que contiene la materia, y explica la
distorsión de éste con la densidad de la materia
del Universo. En la formación de los agujeros negros, se
puede inferir que el espacio-tiempo es una propiedad
intrínseca de la materia, pues en la densidad de la misma
se colapsa el espacio-tiempo.

Como se forman
los agujeros negros

Supongamos una estrella como el sol que va agotando su
combustible nuclear convirtiendo su hidrógeno a helio y
este a carbono, oxígeno y finalmente hierro llegando un
momento en que el calor producido por las reacciones nucleares es
poco para producir una dilatación del sol y compensar
así a la fuerza de la gravedad. Entonces el sol se colapsa
aumentando su densidad, siendo frenado ese colapso
únicamente por la repulsión entre las capas
electrónicas de los átomos. Pero si la masa del sol
es lo suficientemente elevada se vencerá esta
repulsión pudiéndose llegar a fusionarse los
protones y electrones de todos los átomos, formando
neutrones y reduciéndose el volumen de la estrella no
quedando ningún espacio entre los núcleos de los
átomos. El sol se convertiría en una esfera de
neutrones y por lo tanto tendría una densidad
elevadísima. Sería lo que se denomina estrella de
neutrones.

Naturalmente las estrellas de neutrones no se forman tan
fácilmente, ya que al colapsarse la estrella la
energía gravitatoria se convierte en calor
rápidamente provocando una gran explosión. Se
formaría una nova o una supernova expulsando en la
explosión gran parte de su material, con lo que la
presión gravitatoria disminuiría y el colapso
podría detenerse. Así se podría llegar a lo
que se denomina enanas blancas en las que la distancia entre los
núcleos atómicos ha disminuido de modo que los
electrones circulan libres por todo el material, y es la
velocidad de movimiento de estos lo que impide un colapso mayor.
Por lo tanto la densidad es muy elevada pero sin llegar a la de
la estrella de neutrones. Pero la velocidad de los electrones
tiene un límite: la velocidad de la luz; y cuando el
equilibrio estelar exige una velocidad de los electrones superior
a la velocidad de la luz, el colapso a neutrones es
inevitable.

Se ha calculado que por encima de 2'5 soles de masa, una
estrella de neutrones se colapsaría más aún
fusionándose sus neutrones. Esto es posible debido a que
el principio de exclusión de Pauli por el cual se repelen
los neutrones tiene un límite cuando la velocidad de
vibración de los neutrones alcanza la velocidad de la
luz.

Debido a que no habría ninguna fuerza conocida
que detuviera el colapso, este continuaría hasta convertir
la estrella en un punto creándose un agujero negro. Este
volumen puntual implicaría una densidad infinita, por lo
que fue rechazado en un principio por la comunidad
científica, pero S. Hawking demostró que esta
singularidad era compatible con la teoría de la
relatividad general de Einstein. Esta singularidad es un punto
cero, donde las leyes de la Física también colapsan
al no dar cuenta qué ha pasado con el espacio-tiempo y con
la materia, tal y conforme los entiende la Ciencia,
también, porque es un punto infinitamente denso de la
materia que contiene en sus entrañas al espacio-tiempo, es
punto de no retorno, pues nada puede escapar de un agujero
negro.

Existe otro camino para llegar a estas mismas
conclusiones y es indagando por la esencia o sustancialidad de lo
material desde perspectiva de la Física Cuántica y
la filosofía platónica.

La esencia de la materia del Universo está
asociada a la naturaleza de las ideas, pues según
Platón lo único real en el mundo es la idea, y las
cosas materiales que observamos son meras proyecciones o copias
de nuestras ideas que son conocidas por medio del pensamiento. De
alguna manera, las implicaciones filosóficas derivadas de
los experimentos de la Mecánica Cuántica, se
identifican con un neoplatonismo. Por ejemplo, si
empleáramos el método del reduccionismo de dividir
un cuerpo material en partes cada vez más pequeñas,
infinitas veces, podríamos llegar al átomo y por
medio de un acelerador de partículas destruir su
núcleo para escindirlo en sus componentes simples
totalmente inestables, como los protones y neutrones; a su vez,
si rompemos por medio del acelerador, un protón,
encontramos los quarks, que no son propiamente partículas
o entidades materiales, son información pura. Nadie ha
visto un quark, es una simetría matemática, o una
proyección mental que brota de la teoría
científica dejando huellas fantasmales, por
millonésimas de segundo, en una cámara de niebla de
un acelerador de partículas. Inferimos de la teoría
lo que queremos ver.

Con razonamientos similares, donde en vez de un
Acelerador de partículas, utilizó la razón,
Platón llegó a iguales conclusiones hace más
de XV siglos, al refutar el atomismo de Demócrito, pues le
parecía que era imposible encontrar la partícula
material más simple ya que ésta siempre
ocuparía un lugar en el espacio y por consiguiente,
tendría extensión y forma, en tal caso,
sería susceptible de dividirla infinitas veces.
Aquí es adecuado definir lo que entendemos como materia
desde esta nueva perspectiva: la materia es un estado aparente y
transitorio de la energía. Donde la forma física es
perdible y cambiable, pero su contenido es inmutable.

Cabe preguntarse, ¿Dónde esta esa
partícula material con su espacio-tiempo? Se
transformó en un patrón de energía e
información. Parece un poco extraña esta respuesta,
pero en la Mecánica Cuántica las
subpartículas atómicas no están confinadas
en el espacio-tiempo y se presentan fenómenos tan
extraños tales como: la correlación
instantánea entre dos subpartículas separadas a
millones de kilómetros de distancia, el efecto
túnel, el salto cuántico de una partícula
entre los niveles de energía del átomo.
Fenómenos de no localidad que sugieren la existencia de
otras dimensiones. En fin, el concepto de realidad material no es
objetivo, ni tampoco, las leyes de la física son certeras
debido al Principio de Incertidumbre de Heinsemberg. Mientras
más refinamos las medidas sobre la naturaleza de la
materia, más nos acercamos a la Incertidumbre
Cuántica: la aparente solidez del Universo físico,
se convierte en una bruma, en una ilusión, sin los pilotes
del espacio-tiempo. Todo el Universo construido y explicado con
las certeras leyes de la mecánica de Newton y la
teoría de la Relatividad, para nuestro asombro, se
derrumba como un ídolo de barro. Llegamos así, al
vacío cuántico, que es otra forma, al revés,
de un agujero negro. Lo único que parece queda en pie, es
la conciencia, el pensamiento humano, y para nuestra
decepción, tampoco sabemos nada acerca de su naturaleza
pues éste ha construido subjetivamente la noción de
realidad material.

Quizás el misterio más asombroso de la
Naturaleza sea el pensamiento mismo, o la idea, pues,
según Platón es la única realidad del
Universo, como ya dijimos antes. Pero por ser una entidad no
tangible, ni cuantificable y mucho menos sin forma material, no
podemos evidenciar, ni aceptar tan fácilmente esa premisa
platónica. Todo lo que podamos decir y escribir sobre el
pensamiento, es como si hiciéramos una disección
sobre la niebla donde elaboramos trazos y cortes
simbólicos, y no quedan las huellas materiales que podamos
evidenciar con nuestros sentidos. Las nociones del espacio y el
tiempo, lo mismo que lo de partículas materiales, son
categorías creadas por la mente, en un intento desesperado
por apropiarse de la realidad y definir lo material. De alguna
manera, lo que consideramos real, es lo que perciben nuestros
sentidos: es lo tangible, lo cuantificable, lo que podemos
manipular. Pero el espectro de la realidad, es más que
eso, abarca también, lo que no vemos, ni sentimos y
también, lo que no podemos comprender con la razón.
Existe un universo virtual simétrico al que vemos y es el
continuo invisible al que consideramos real. No significa esto
que el universo sea totalmente virtual, como podría
inferirse con cierta ligereza; significa que la realidad se
compone de una parte de la cual se apropian nuestros sentidos que
es la tangible, y otra, que es la virtual que esta más
allá de ellos.

Por todo lo que hemos expuesto, la realidad es relativa,
histórica y cultural, pues depende de la teoría con
que se le defina. El mundo "Real" que observo afuera es una
proyección de mi mente. Mi mente tiene que estar
alimentada con datos previos para poder ver. Lo que vivenciamos
no es una realidad externa, (objetiva, separada de nosotros),
sino nuestra interacción con esta. Lo que percibimos como
la dualidad onda/partícula, no es una propiedad objetiva
de la luz, ni de la materia, es, más bien, una
relación fenoménica inseparable conformada por
nuestra interacción con la luz. La luz no tiene
propiedades independientes del observador. Sin el observador la
luz no existe, y sin las interacciones con la luz y la materia,
nosotros no existiríamos. Debido a que la materia, es la
luz misma a otro nivel, si tenemos en cuenta la equivalencia
entre la materia y la energía: E=mc2, donde la masa
efectiva es m=E/c2. Estas inferencias a partir de la Relatividad,
nos lleva a meternos en terrenos muy movedizos no aceptados
todavía por la Ciencia, y plantearnos interrogantes tales
como: Si la luz interactúa con la materia
modificándola, ¿no podría acaso, la
conciencia, (el observador), interactuar con la materia y
modificarla? Sabemos lo impertinente de la pregunta, porque la
Ciencia no conoce todavía la naturaleza de la mente. Pero,
mi mente se apropia del universo a través de mis sentidos,
el que observo y siento afuera, apenas, es la copia de mis ideas.
Esto también, ya lo había señalado
Platón, en el Timeo, hace muchas centurias, pero se han
tomado sus enseñanzas en un sentido peyorativo como un
idealismo insulso y sin ninguna utilidad práctica para el
buscador de la verdad.

Los que han sostenido semejante opinión han
escondido la verdad con razonamientos sofistas, pues, lo que este
sabio griego había puesto al descubierto fue: La verdadera
naturaleza del conocimiento. La que fue expuesta magistralmente
en su teoría de las ideas, la cual se puede entender mejor
en términos de entidades matemáticas. Un
círculo, por ejemplo, se define, según lo propuso
siglos después Euclides, como una figura compuesta por una
serie de puntos en el plano, todos equidistantes de un mismo
lugar. Sin embargo, nadie ha visto en el mundo real esa figura.
Para Platón, entonces, la forma del círculo solo
tiene realidad como idea, pero no en el mundo físico del
espacio y del tiempo. Pues, solo existe como objeto inmutable y
perfecto en el mundo abstracto, en el ámbito de las ideas,
que solo puede ser conocido mediante la razón, es decir,
en la proyección de mis pensamientos. Para éste
filósofo, es en mi mente donde están las ideas o
arquetipos universales de las cosas que reconozco afuera como
reales en el mundo de la manifestación del espacio y el
tiempo, a manera de entidades o simetrías
matemáticas. Quizás, eso es lo ocurre con las
partículas y subpartículas atómicas. Desde
luego, mis ideas, mis pensamientos, mis conceptos, se generan en
mi mente en un proceso que se retroalimenta con el mundo
exterior, (interacción del observador con lo observado,
formando un continuo en la naturaleza), y su vez, lo que percibo
del mundo externo, es una proyección que hago con el
contenido de mi mente; en otras palabras, reitero, que si mi
mente careciera de éstos contenidos, no podría ver
nada. Pues, nada puede haber en nuestra mente si que antes haya
pasado por el tamiz de nuestros sentidos. En esa
interacción de mi mundo interno con externo, es como se
construye nuestra propia realidad.

Dadas las consideraciones anteriores que tocan con la
teoría del conocimiento en un intento para definir la
realidad, nos adentraremos en una aventura del pensamiento y la
imaginación para proponer y ampliar la noción que
tiene nuestra mente de lo que es real. Si ampliamos la
teoría que define lo es real, en la proyección de
nuestras ideas, ampliaremos el concepto o percepción de
ésta. Pues la proyección de nuestros pensamientos
origina la percepción de la realidad, y no al contrario,
como se cree comúnmente.

Existe más allá, y que escapa a nuestras
sensaciones, un Universo virtual y simétrico al nuestro
que hace parte de nuestra realidad y por ende es un continuo al
que pensamos es el real y del que da cuenta nuestros sentidos.
Por consiguiente, lo que entendemos como realidad material, es un
concepto intuitivo fragmentado y equivocado, pues se apoya
únicamente en una visión tridimensional espacial
que es la captan nuestras sensaciones. No vemos las coordenadas
del tiempo que están asociadas, necesariamente, a las
coordenadas espaciales. Esta intuición sesgada de la
realidad lo confirma la teoría de la Relatividad, pues
según vimos antes, el espacio y tiempo están
ligados como un continuo en los fenómenos de la
física, cuando los cuerpos se desplazan a velocidades de
la luz.

En física relativista, esto nadie lo pone en duda
en ese sistema de referencia. Pero en nuestra vida cotidiana, la
intuición y los sentidos nos separan el espacio y el
tiempo como variables independientes, tal y conforme lo
enseña la mecánica de Newton. Igualmente sucede con
lo que pensamos que es la materia: se derrumba la estructura
física de la misma, vista desde la perspectiva de la
Física Cuántica. La teoría cuántica
cuestiona la aparente solidez de la realidad de la materia. La
ficticia apariencia de lo real, esconde un caos de
probabilidades. Roto así, el determinismo y la certeza de
la física clásica, muchos se plantean
angustiosamente, si Dios juega a los dados con las leyes del
Universo, como lo formulara Einstein, o al contrario, hay un
orden sólido subyacente soportado por variables ocultas no
descubiertas todavía por el ingenio humano.

La mecánica cuántica, desarrollada
fundamentalmente en la década de 1920, logró
ampliar la mecánica newtoniana al terreno
microscópico de los átomos y las moléculas.
Sin embargo, la mecánica cuántica predice
probabilidades —y no certidumbres— como resultado de
las medidas. En la mecánica cuántica, medidas
idénticas de sistemas idénticos no tienen
necesariamente que dar resultados idénticos. Este
contraste drástico con la mecánica clásica
hizo que algunos de los físicos más prestigiosos,
en particular Albert Einstein, consideraran que la
mecánica cuántica estaba incompleta, y que
debían de existir variables 'ocultas' (o aún no
observadas) que distinguieran esos sistemas aparentemente
idénticos y, por tanto, hicieran posibles predicciones
unívocas. Además, para que fueran compatibles con
la relatividad y con la teoría de campos
electromagnéticos, Einstein consideraba que estas
teorías de variables ocultas debían ser 'locales',
en el sentido de que lo que ocurre aquí y ahora
sólo debía depender de cosas cercanas en el espacio
y en el tiempo. En fin, no le gustaba para nada el Principio de
Incertidumbre y la posibilidad de otras dimensiones que son las
que, probablemente, sostienen la realidad material. A mi
entender, y dicho sea de paso, lo que definimos como un mundo
caótico, o armonioso, es apenas, una percepción de
la mente; cuando se percibe un universo ordenado es porque se
ajusta al paradigma científico imperante, y
caótico, cuando no. El caos o el orden del universo, es
una percepción de la mente, es un atributo impuesto por la
teoría de la cual somos portadores. Pero suceda lo que
suceda, este, en sí mismo, no tiene ningún
significado, el sentido del mismo se lo da nuestra mente. La
valoración del mismo se la dan las teorías y
paradigmas a lo largo de la historia, que se proyectan desde la
mente. Si la mente humana no existiera, el Universo no
tendría ningún sentido; quizás, estamos
aquí para comprenderlo y transformarlo.

Conclusiones

El espacio-tiempo es un continuo que la naturaleza
prohíbe escindir en categoría independientes.
También, el observador y lo observado son indisolubles en
el proceso del conocimiento. Por otra parte, la
descripción de un Universo caótico u ordenado es
una percepción de la mente. Queda claro pues, que lo que
entendemos por realidad es una proyección de los
contenidos de nuestra mente. El Universo físico no lo
podemos cambiar, pues el es como es. Tampoco podemos elegir
cómo debería ser. Pero sí podemos elegir
cómo lo podemos comprender y sentir. Entonces, haciendo
los ajustes a las teorías y extrapolando los conceptos,
podemos ensamblar un cuerpo teórico coherente para definir
y parir nuevas ideas acerca de la realidad. Modificando la
teoría, se modifica la proyección, y por
consiguiente, la percepción de la realidad.

Finalmente, hemos llegado a un callejón
conceptual donde la única forma de salir de el es concluir
que mente y materia son dos formas de una misma y una sola cosa,
tal y conforme lo enseñó el maestro Buda. Para la
Academia lo anterior es esotérico y metafísico,
pero la Mecánica Cuántica, según vimos
antes, une fenológicamente al observador y lo observado en
un continuo que no podemos ignorar.

 

 

 

Autor:

Néstor Jaramillo
Hernández

Medellín, de 2003-02-23

Partes: 1, 2
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