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La guerra de guerrillas. (página 2)




Enviado por ACOSTA ACOSTA JOSE



Partes: 1, 2

  Establecidos los principios
generales del marxismo, pasemos a la revolución rusa.
Recordemos el desarrollo histórico de las formas de lucha
que ha hecho aparecer. Primero, las huelgas económicas de
los obreros (1896-1900), después, las manifestaciones
políticas de obreros y estudiantes (1901-1902), las
revueltas campesinas (1902), el principio de las huelgas
políticas de masas combinadas de diversos modos con las
manifestaciones (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903, el
9 de enero de 1905), la huelga política en toda Rusia con
casos locales de combates de barricadas (octubre de 1905), la
lucha masiva de barricadas y la insurrección armada
(diciembre de 1905), la lucha parlamentaria pacífica
(abril-junio de 1906), los alzamientos militares parciales (junio
de 1905-julio de 1906), las sublevaciones parciales de campesinos
(otoño de 1905-otoño de 1906). Tal es el estado de
cosas en el otoño de 1906, desde el punto de vista de las
formas de lucha en general. La forma de lucha con que la
autocracia "contesta" es el pogromo de las centurias negras,
comenzando por el de Kishiniov en la primavera de 1903, y
terminando por el de Siedlce en el otoño de 1906. Durante
todo este período la organización de pogromos por
las centurias negras y las matanzas de judíos,
estudiantes, revolucionarios, obreros conscientes han ido
constantemente en aumento y se han ido perfeccionando,
uniéndose la violencia de la chusma sobornada a la
violencia de las tropas centurionegristas, llegando hasta
utilizar la artillería en aldeas y ciudades, en
combinación con expediciones punitivas, trenes de
represión, etc.

  Tal es el fondo esencial del
cuadro. Sobre este fondo se dibuja — evidentemente como algo
particular, secundario, accesorio — el fenómeno a cuyo
estudio y apreciación está consagrado el
presente artículo. ¿En qué consiste
este fenómeno? ¿Cuáles son sus formas? y
¿cuáles sus causas? ¿Cuándo
surgió y hasta dónde se ha extendido?
¿Cuál su significación en la marcha general
de la revolución? ¿Cuáles son sus relaciones
con la lucha de la clase obrera, organizada y dirigida por la
socialdemocracia? Estas son las cuestiones que debemos abordar
ahora, después de haber bosquejado el fondo general del
cuadro.

  El fenómeno que nos
interesa es la lucha armada. Sostienen esta lucha individuos
aislados y pequeños grupos. Unos pertenecen a las
organizaciones revolucionarias otros (la mayoría, en
cierta parte de Rusia) no pertenecen a ninguna
organización revolucionaria. La lucha armada persigue dos
fines diferentes, que es preciso distinguir rigurosamente : en
primer lugar, esta lucha se propone la ejecución de
personas aisladas, de los jefes y subalternos de la
policía y del ejército; en segundo lugar, la
confiscación de fondos pertenecientes tanto al gobierno
como a particulares. Parte de las sumas confiscadas va al
partido, parte está  consagrada especialmente al
armamento y a la preparación de la insurrección,
parte a la manutención de los que sostienen la lucha que
caracterizamos. Las grandes expropiaciones (la del
Cáucaso, de más de 200.000 rublos; la de
Moscú, de 875.000 rubios) estaban destinadas precisamente
a los partidos revolucionarios ante todo; las pequeñas
expropiaciones sirven en primer lugar, e incluso a veces
enteramente, al sostenimiento de los "expropiadores". Esta forma
de lucha ha tomado un amplio desarrollo y extensión,
indudablemente, tan sólo en 1906, es decir, después
de la insurrección de diciembre. La agudización de
la crisis política hasta llegar a la lucha armada y, sobre
todo, la agravación de la miseria, del hambre y del paro
en las aldeas y en las ciudades han desempeñado un
importante papel entre las causas que han originado la lucha de
que tratamos. El mundo de los vagabundos, el "lumpenproletariat"
y los grupos anarquistas han adoptado esta forma de lucha como la
forma principal y hasta exclusiva de lucha social. Como forma de
lucha empleada en "respuesta" por la autocracia, hay que
considerar: el estado de guerra, la movilización de nuevas
tropas, los pogromos de las centurias negras (Siedlce) y los
consejos de guerra.

III

  El juicio habitual sobre la
lucha que estamos describiendo, se reduce a lo siguiente: esto es
anarquismo, blanquismo, el antiguo terrorismo, actos de
individuos aislados de las masas que desmoralizan a los obreros,
que apartan de ellos a los amplios círculos de la
población, desorganizan el movimiento y perjudican a la
revolución. En los hechos comunicados todos los
días por los periódicos se encuentran, sin
dificultad, ejemplos para confirmar este juicio.

  Pero ¿son convincentes
estos ejemplos? Para comprobarlo tomemos el hogar en que esta
forma de lucha está  más desarrollada: la
región de Letonia. He aquí  en
qué términos se lamenta Nóvoie Vremia3
(del 9 y del 12 de septiembre), de la actividad de la
socialdemocracia letona. El Partido Obrero Socialdemócrata
Letón (sección del POSDR) publica regularmente
30.000 ejemplares de su periódico; en las columnas de
anuncios de éste se publican listas de confidentes cuya
supresión constituye un deber para cada hombre honrado;
los que ayudan a la policía son declarados "enemigos de la
revolución" y deben ser ejecutados, y, además,
confiscados sus bienes; se llama a la población a no dar
dinero para el Partido Socialdemócrata más que
contra recibo sellado; en la última rendición de
cuentas del Partido figuran, entre los 48.000 rublos de ingreso
del año, 5.600 rublos de la sección de Libava para
la compra de armas, procurados mediante expropiaciones. Como es
natural, Nóvoie Vremia lanza rayos y centellas contra esta
"legislación revolucionaria", contra este "gobierno de
terror".

  Nadie se atreverá a
calificar de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo, estas
acciones de los socialdemócratas letones. Pero,
¿por qué? Porque en este caso es evidente la
relación de la nueva forma de lucha con la
insurrección que estalló  en diciembre y que
madura de nuevo. En lo que concierne a toda Rusia, esta
relación no es tan perceptible, pero existe. La
extensión de la lucha de "guerrillas", precisamente
después de diciembre, su relación con la
agravación de la crisis no sólo económica,
sino también política, son innegables. El viejo
terrorismo ruso era obra del intelectual conspirador; ahora, la
lucha de guerrillas la mantiene, por regla general, el obrero
combatiente o simplemente el obrero sin trabajo. Blanquismo y
anarquismo se les ocurren fácilmente a gentes que gustan
de los clichés, pero en la atmósfera de
insurrección, que de un modo tan evidente existe en la
región de Letonia, es indudable que estas etiquetas
aprendidas de memoria no tienen ningún valor.

  El ejemplo de los letones
demuestra perfectamente que el método, tan común
entre nosotros, de analizar la guerra de guerrillas al margen de
las condiciones de una insurrección, es incorrecto,
anticientífico y antihistórico. Hay que tener en
cuenta esta atmósfera insurreccional, reflexionar sobre
las particularidades del período transitorio entre los
grandes actos de la insurrección, comprender
qué  formas de lucha surgen necesariamente como
consecuencia de ello y no salir del paso con un surtido de
palabras aprendidas de memoria, que son empleadas lo mismo por
los kadetes y por la gente de Nóvoie Vremia :
¡anarquismo, pillaje, rufianismo!

  Las operaciones de guerrillas,
se dice, desorganizan nuestro trabajo. Apliquemos este
razonamiento a la situación creada después de
diciembre de 1905, a la época de los pogromos de las
centurias negras y de la ley marcial. ¿Qué es
lo que desorganiza más el movimiento en dicha
época: la falta de resistencia o bien la lucha organizada
de los guerrilleros? Comparad la Rusia Central con sus confines
del Oeste, con Polonia y la región de Letonia. La lucha de
guerrillas ha adquirido indudablemente mucha más
difusión y desarrollo en esos confines occidentales. Y es
no menos innegable que el movimiento revolucionario en general y
el movimiento socialdemócrata en particular, están
más desorgenizados en la Rusia Central que en las regiones
del Oeste. Evidentemente, ni siquiera se nos ocurre la idea de
deducir que si los movimientos socialdemócratas polaco y
letón están menos desorganizados es gracias a la
guerra de guerrillas. No. La única conclusión que
se desprende de ello es que no puede imputarse a la guerra de
guerrillas el estado de desorganización del movimiento
obrero socialdemócrata en la Rusia de 1906.

  Se invocan frecuentemente las
particularidades de las condiciones nacionales, lo cual revela
manifiestamente la debilidad de la argumentación
corriente. Si se trata de las condiciones nacionales, es que no
se trata de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo — pecados
comunes a toda Rusia e incluso específicamente rusos –,
sino de algo diferente. ¡Analizad este algo diferente de un
modo concreto, señores! Veréis entonces que la
opresión o el antagonismo nacionales no explican nada,
pues siempre han existido en los confines occidentales, mientras
que la lucha de guerrillas ha sido engendrada solamente por el
período histórico actual. Hay muchos sitios en que
existen la opresión y el antagonismo nacionales, pero no
la lucha de guerrillas, que se desarrolla a veces sin que se
dé la opresión nacional. Un análisis
concreto de la cuestión muestra que no es del yugo
nacional de lo que se trata, sino de las condiciones de la
insurrección. La lucha de guerrillas es una forma
inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas
ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se
producen intervalos más o menos considerables entre
"grandes batallas" de la guerra civil.

  No son las acciones de
guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino la debilidad
del Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones. Por
eso, entre nosotros, los rusos, los anatemas lanzados
habitualmente contra las acciones de guerrillas, coinciden con
acciones de guerrillas clandestinas, accidentales, no
organizadas, que realmente desorganizan al Partido. Incapaces de
comprender cuáles son las condiciones históricas
que engendran esta lucha, somos igualmente incapaces de
contrarrestar sus aspectos perjudiciales. La lucha no por eso
deja de continuarse, pues la provocan potentes factores
económicos y políticos. No tenemos fuerza para
suprimir estos factorcs ni esta lucha. Nuestras quejas contra la
lucha de guerrillas son quejas contra la debilidad de nuestro
Partido en materia de insurrección.

  Lo que hemos dicho de la
desorganización se aplica también a la
desmoralización. No es la guerra de guerrillas lo que
desmoraliza, sino el carácter inorganizado, desordenado,
sin partido de las acciones de guerrillas. De esta
evidentísima desmoralización no nos salvaremos ni
un ápice condenando o maldiciendo las acciones de
guerrillas; pues estas condenaciones y maldiciones son
absolutamente impotentes para detener un fenómeno
provocado por causas económicas y políticas
profundas. Se nos objetará que si somos incapaces de
detener un fenómeno anormal y desmoralizador, esto no es
razón para que el Partido adopte procedimientos de lucha
anormales y desmoralizadores. Pero tal objeción
sería puramente liberal-burguesa y no marxista, pues un
marxista no puede considerar en general anormales y
desmoralizadoras la guerra civil o la guerra de guerrillas, como
una de sus formas. Un marxista se basa en la lucha de clases y no
en la paz social. En ciertos períodos de crisis
económicas y políticas agudas, la lucha de clases,
al desenvolverse, se transforma en guerra civil abierta, es
decir, en lucha armada entre dos partes del pueblo. En tales
períodos, el marxista está  obligado a tomar
posición por la guerra civil. Toda condenación
moral de ésta es completamente inadmisible desde el punto
de vista del marxismo.

  En una época de guerra
civil, el ideal del Partido del proletariado es un partido de
combate. Esto es absolutamente incontrovertible. Estamos
completamente dispuestos a conceder que, desde el punto de vista
de la guerra civil se puede demostrar, y se demuestra, la
inconveniencia de unas u otras formas de guerra civil en uno u
otro momento. Admitimos plenamente la crítica de las
diversas formas de guerra civil desde el punto de vista de la
conveniencia militar y estamos incondicionalmente de acuerdo en
que, en esta cuestión, el voto decisivo corresponde a los
militantes activos socialdemócratas de cada localidad.
Pero, en nombre de los principios del marxismo, exigimos
absolutamente que nadie intente sustraerse al análisis de
las condiciones de la guerra civil con frases triviales y
rutinarias sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo;
que no se haga de los procedimientos insensatos empleadGs en la
guerra de guerrillas en un cierto momento por cierta
organización del Partido Socialista Polaco, un espantajo
en la cuestión de la participación de la
socialdemocracia en la guerra de guerrillas en
general.

  El argumento de que la guerra
de guerrillas desorganiza el movimiento debe ser apreciado de
manera crítica. Toda forma nueva de lucha, que trae
aparejada consigo nuevos peligros y nuevos sacrificios,
"desorganiza", indefectiblemente, las organizaciones no
preparadas para esta nueva forma de lucha. Nuestros antiguos
círculos de propagandistas se desorganizaron al recurrir a
los métodos de agitación. Nuestros comités
se desorganizaron al recurrir a las demostraciones. En toda
guerra, cualquier operación lleva un cierto desorden a las
filas de los combatientes. De esto no puede deducirse que no hay
que combatir. De esto es preciso deducir que hay que aprender a
combatir. Y nada más.

  Cuando veo a
socialdemócratas que declaran arrogante y
presuntuosamente: nosotros no somos anarquistas, ni ladrones, ni
bandidos; estamos por encima de todo eso, rechazamos la guerra de
guerrillas, me pregunto: ¿comprenden esas gentes lo que
dicen? En todo el país se libran encuentros armados y
choques entre el gobierno centurionegrista y la población.
Es un fenómeno absolutamente inevitable en la fase actual
de desarrollo de la revolución. Espontáneamente,
sin organización — y, precisamente por eso, en formas a
menudo poco afortunadas y malas –, la población reacciona
también mediante colisiones y ataques armados. Estoy de
acuerdo en que, a causa de la debilidad o de la falta de
preparación de nuestra organización, podemos
renunciar, en una localidad y en un momento dado, a colocar esta
lucha espontánea bajo la dirección del Partido.
Estoy de acuerdo en que esta cuestión debe ser resuelta
por los militantes locales activos, en que no es cosa
fácil reajustar el trabajo de organizaciones
débiles y no preparadas. Pero cuando veo que un
teórico o que un publicista de la socialdemocracia, no
lamenta esta falta de preparación, sino que repite con
orgullosa suficiencia y entusiasmo narcisista las frases
aprendidas en su primera juventud sobre el anarquismo, el
blanquismo y el terrorismo, me causa una gran pena el ver rebajar
así  la doctrina más revolucionaria del
mundo.

  Se dice que la guerra de
guerrillas aproxima al proletariado consciente a la
categoría de los vagabundos borrachines y degradados. Es
cierto. Pero de esto sólo se desprende que el partido del
proletariado no puede nunca considerar la guerra de guerrillas
como el único, ni siquiera como el principal procedimiento
de lucha; que este procedimiento debe estar subordinado a los
otros, debe ser proporcionado a los procedimientos esenciales de
lucha, ennoblecido por la influencia educadora y organizadora del
socialismo. Sin esta última condición, todos,
absolutamente todos los procedimientos de lucha, en la sociedad
burguesa, aproximan al proletariado a las diversas capas no
proletarias, situadas por encima o por debajo de él, y,
abandonados al curso espontáneo de los acontecimientos, se
desgastan, se pervierten, se prostituyen. Las huelgas,
abandonadas al censo espontáneo de los acontecimientos,
degeneran en Alliances, en acuerdos entre obreros y patronos
contra los consumidores. El parlamento degenera en un burdel,
donde una banda de politicastros burgueses comercia al por mayor
y al por menor con la "libertad popular", el "liberalismo", la
"democracia", el republicanismo, el anticlericalismo, el
socialismo y demás mercancías de fácil
colocación. La prensa se transforma en alcahueta barata,
en instrumento de corrupción de las masas, de
adulación grosera de los bajos instintos de la
muchedumbre, etc., etc. La socialdemocracia no conoce
procedimientos de lucha universales que separen al proletariado
con una muralla china de las capas situadas un poco más
arriba o un poco más abajo de él. La
socialdemocracia emplea, en diversas épocas, diversos
procedimientos, rodeando siempre su aplicación de
condiciones ideológicas y de organización
rigurosamente determinadas

IV

  Las formas de lucha de la
revolución rusa, comparadas con las revoluciones burguesas
de Europa, se distinguen por su extraordinaria variedad. Kautsky
lo había previsto en parte cuando decía en 1902 que
la futura revolución (tal vez con excepción de
Rusia, añadía) sería no tanto una lucha del
pueblo contra el gobierno, como una lucha entre dos partes del
pueblo. En Rusia vemos que esta segunda lucha toma indudablemente
un desarrollo más extenso que en las revoluciones
burguesas de Occidente. Los enemigos de nuestra revolución
son poco numerosos entre el pueblo, pero se organizan más
y más a medida que la lucha se agudiza y reciben apoyo de
las capas reaccionarias de la burguesía. Es, pues,
completamente natural e inevitable que en una época
semejante, en una época de huelgas políticas en
escala nacional, la insurrección no puede adoptar la
antigua forma de actos aislados, limitados a un lapso de tiempo
muy breve y a una zona muy reducida. Es completamente natural e
inevitable que la insurrección tome formas más
elevadas y complejas de una guerra civil prolongada y que abarca
a todo el país, es decir, de una lucha armada entre dos
partes del pueblo. Semejante guerra no puede concebirse
más que como una serie de pocas grandes batallas,
separadas unas de otras por intervalos relativamente
considerables y una gran cantidad de pequeños encuentros
librados durante estos intervalos. Si esto es así –
y lo es sin duda –, la socialdemocracia debe sin falta
plantearse la tarea de constituir organizaciones que sean lo
más aptas posibles para dirigir a las masas en estas
grandes batallas y, en lo posible, en estos pequeños
encuentros. La socialdemocracia debe proponerse, en la
época en que la lucha de clases se agudiza hasta llegar a
la guerra civil, no solamente tomar parte en esta guerra civil,
sino también desempeñar la función dirigente
en ella. La socialdemocracia debe educar y preparar a sus
organizaciones para que realmente sean capaces de actuar como una
parte beligerante, no dejando pasar ninguna ocasión de
asestar un golpe a las fuerzas del adversario.

  Esta es — no es posible
negarlo — una tarea difícil, que no se puede resolver de
golpe. Lo mismo que todo el pueblo se reeduca y se instruye en la
lucha en el curso de la guerra civil, nuestras organizaciones
deben ser educadas, deben ser reorganizadas sobre la base de lo
que enseña la experiencia, a fin de estar a la altura de
su misión.

  No tenemos la menor
pretensión de imponer a los militantes activos una forma
de lucha cualquiera inventada por nosotros, ni siquiera resolver,
desde nuestro gabinete, la cuestión del papel que una u
otra forma de guerra de guerrillas puede desempeñar en el
curso general de la guerra civil en Rusia. Lejos de nosotros la
idea de ver en la apreciación concreta hecha de una u otra
acción de guerrillas una cuestión de tendencia en
la socialdemocracia. Pero consideramos que constituye para
nosotros un deber contribuir en la medida de nuestras fuerzas a
la justa apreciación teórica de las formas nuevas
de lucha que la vida hace aparecer; que debemos combatir sin
cuartel la rutina y los prejuicios que impiden a los obreros
conscientes plantear como conviene esta nueva y difícil
cuestión y abordar como es debido su solución.
 *
Se acusa frecuentemente a los socialdemócratas
bolcheviques de asumir una actitud irreflexiva y parcial frente a
las acciones de guerrillas. Por esto no será superfluo
recoldar que en el proyecto de resolución sobre las
acciones de guerrillas (Nƒ 2 de Partinie Izvestia4
e informe de Lenin acerca del Congreso5) el sector de
bolcheviques que las defiende ha puesto las condiciones
siguientes para su aprobación: no son toleradas en
absoluto las "expropiacioncs" de bienes privados; las
"expropiacioncs" de bienes del Estado no son recomendadas;
sólo son toleradas a condición de que se hagan bajo
el control del Partido y de que los recursos sean destinados a
las necesidades de la insurrección. Las acciones de
guerrillas que revisten la forma de actos terroristas son
recomendadas contra los opresores gubernamentales y los elementos
activos de las "centurias negras", pero con las condiciones
siguientes: 1) tener en cuenta el estado de ánimo de las
grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones
del movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar
inútilmente las fuerzas del proletariado. La diferencia
práctica entre este proyecto y la resolución
adoptada en el Congreso de Unificación6 consiste,
exclusivamente, en que las "expropiaciones" de bienes del Estado
no han sido admitidas.    

NOTAS 


1
Kadetes ("Los demócratas constitucionalistas"):
principal partido burgués de Rusia; partido de la
burguesía monárquica liberal, se constituyó
en octubre de 1905. Su lider fue P. Miliukov.
Encubriéndose con falsas apariencias de democratismo, se
llamaron a sí mismo el partido de la "libertad del
pueblo", se esforzaban por atraer a su lado a los campeshlos.
Aspiraban a conservar el zarismo como una monarquía
constitucional. Más tarde, el partido constitucional
demócrata se convirtió en un partido burgués
del imperialismo. Después de la victoria de la
Revolución Socialista de Octubre, los kadetes organizaron
complots y sublevaciones contrarrevolucionarias para derrocar la
República Soviética. 


2
Bezzaglavtsi : organizadores y colaboradores de la revista
Bez Zaglavia ("Sin Titulo"), editada en Petersburgo en
1906 por S. N. Prokopóvich, E. D. Kuskova, V. I.
Bogucharski y otros. Los Bezzglavtsi se declaraban abiertamente
partidarios del revisionismo, apoyaban a los mencheviques y
liberales, y actuaban contra la política independiente del
proletariado. Lenin llamó a los Bezzaglavtsi kadetes tipo
menchevique, o sea, mencheviques tipo kadete. 


3
Nóvoie Vremia ("Tiempos Nuevos"): diario
que se publicó en Petersburgo desde 1868 hasta 1917.
Primero fue liberal moderado, y desde 1876, se trasformó
en vocero de los circulos reaccionarios de la nobleza y la
burocracia, luchó no solamente contra el movimiento
revolucionario, sino también contra el de la
burguesía liberal. A partir de 1905 se convirtió en
órgano de los centurionegristas. Lenin lo llamaba "modelo
de periódico venal". Después de la
Revolución Democrático burguesa de Febrero
apoyó sin reservas la politica contrarrevolucionaria del
gobierno provisional burgués y desató una furiosa
campaña contra los bolcheviques. Fue clausurado el 8 de
noviembre de 1917 por el Comité Militar Revolucionario
adjunto al Soviet de Petrogrado. 


4
Partinie Izvestia ("Noticias del Partido"):
periódico clandestino del CC Unificado del POSDR, se
publicó en Petersburgo en visperas del IV Congreso (de
Unificación) del Partido. Sólo aparecieron dos
números: el 20 de febrero y el 2 de abril de 1906. La
redacción estaba integrada por los redactores del
periódico bolchevique (Proletari) y por igual
número de redactores de la nueva Iskra menchevique.
Representaban a los bolcheviques Lenin, Lunacharski y
otros. En Partinie Izvestia se incluyeron dos articulos de
Lenin: "La situación actual en Rusia y la táctica
del partido obrero " y "La revolución rusa y las tareas
del proletariado ", con la firma Bolchevique. (V. I. Lenin,
Obras Completas, t. X.) Después del Congreso,
Partinie Izvestia dejó de aparecer. 


5
Se alude al "Informe sobre el Congreio de
Unificación del POSDR" — Carta a los obreros de
Petersburgo. (V. I. Lenin, Obras Completas, t. X.)
 


6
El IV Congreso (de Unificación) del POSDR se realizo
en Estocolmo entre el 23 de abril y 8 de mayo de 1906.
 Asistieron al Congreso 112 delegados con derecho a voto, en
representacion de 57 organizaciones locales del POSDR, y 22
delegados con voz pero sin voto. Las organizaciones nacionales
también estuvieron representadas: tres delegados por la
socialdemocracia de Polonia y Lituania, tres por el Bund, tres
por el partido obrero socialdemócrata de Letonia, un
delegado del Partido Obrero Socialdemócrata de Ucrania y
uno del Partido Obrero de Finlandia. Además,
asistió un representante del Partido Obrero
Socialdemócrata de Bulgaria. De los delegados, 46 eran
bolcheviques y 62 mencheviques. El Congreso analizó los
siguientes principales problemas: problema agrario;
apreciación de la situación actual y de las tareas
de clase del proletariado; la actitud hacia la Duma del Estado;
problema organizativo. La discusión de cada problema
provocaba áspera lucha entre bolcheviques y mencheviques.
Lenin presentó informes e intervino acerca del problema
agrario, de la situación en ese momento, de la
táctica respecto a la elección en la Duma, la
insurrección armada y otros problemas.  La
superioridad numérica de los mencheviques, aunque
mezquina, determinó el carácter de las
resoluciones: con respecto a muchos problemas el Congreso
tomó resoluciones mencheviques (resoluciones sobre el
problema agrario, la actitud hacia la Duma, etc.). En lo que se
refiere a los estatutos, el Congreso adoptó la
formulación de Lenin para el articulo 1. Se aprobó
una resolución sobre la unificación con la
socialdemocracia de Polonia y de Lituania y con el Partido Obrero
Socialdemócrata de Letonia, que se incorporaron al POSDR
como organizaciones territoriales. Asimismo el Congreso
prejuzgó la cuestión de Bund de formar parte de
POSDR.  Integraban el Comité Central, elegido en el
Congreso, tres bolcheviques y siete mencheviques. La
Redacción del Organo Central estaba compuesta sólo
por mencheviques.  El análisis detallado de la labor
del Congreso aparece en el artículo "Informe sobre el
Congreso de Unificación del POSDR". (V. I. Lenin,
Obras Completes, t. X.) "El momento actual y el Congreso
de Unificación del Partido Obrero" y "Prólogo del
autor al primer tomo". (J. Stalin, Obras, t. I.)
 

 

 

 

 

Autor:

José Acosta

Primera publicación: En
Proletari, núm. 5, 30 de septiembre de
1906. 

Fuente: Biblioteca de
Textos Marxistas

Preparado para el MIA: Juan R. Fajardo,
abril de 2000. 

Partes: 1, 2
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